Podría definirse este instrumento como unas sonajas con parche, es decir, un aro de madera de dos dedos de ancho sobre uno de cuyos lados va un parche y a lo largo de cuyo bastidor van insertadas unas rodajas de metal (rizado o alabeado) que chocan unas con otras. Se suele sostener con la mano izquierda, introduciendo el dedo pulgar en un agujero practicado en el bastidor de madera, y golpearse el parche con la mano derecha cerrada o haciendo resbalar los dedos pulgar, índice y corazón por la piel. A veces lleva unos cascabeles o alguna campanilla para aumentar y dar contraste al sonido.
Aunque ya se observan representaciones de mujeres tocando un instrumento similar en la Edad Media, las primeras menciones literarias con el nombre específico de pandereta no aparecen hasta el siglo XIX. Por ellas se ve que las cantadoras rurales y los estudiantes eran los principales depositarios de una larga tradición que ha llegado hasta nuestros días. Durante el siglo XIX era costumbre muy extendida, tanto en el medio rural como en el urbano, la de adornar los parches con pinturas y algunos grandes artistas llegaron a realizar al óleo hermosas decoraciones.
La Biblia, en el capítulo XV del Éxodo, habla del cántico que entona Myriam o María, la hermana de Moisés y Aarón, para alabar a Dios porque defendió al pueblo de Israel de la caballería egipcia; toma en sus manos un tímpano o pandereta y, seguida por un coro, emprende una procesión. La escena ha sido representada multitud de veces en la pintura y escultura. Con el mismo nombre latino de timpanum aparece una pandereta en un tratado holandés de comienzos del siglo XIV. De esa época es también el salterio inglés donde aparece la letra capitular adjunta en la que se puede ver un grupo de músicos haciendo sonar diferentes instrumentos entre los cuales está la pandereta. Hasta el siglo XIX, como se ha dicho, se llama genéricamente pandero a cualquier instrumento de percusión, con una o dos membranas sobre un bastidor redondo o cuadrado, ya tenga sonajas o no.
Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.