Instrumento construido con una caña a la que se le ha practicado una incisión u orificio en el tubo, dejándole uno de los nudos en un extremo. El otro se cubre con un papel de fumar o con una capa de cebolla (humedeciéndola antes para que esté blanda y no se rompa) y se ata con un cordel o una goma para que no se suelte. Cantando o hablando a través de la incisión o produciendo un ruido nasal, el papel vibra y modifica el sonido.
Aunque el instrumento es muy primitivo y se debió probablemente a un descubrimiento casual, su historia llega hasta nuestros días en que, bajo la denominación de kazoo, forma conjuntos o bandas para interpretar música de Jazz. Durante el Renacimiento se tocó en los salones cortesanos y Marin Mersenne en su obra Harmonie Universelle (siglo XVII) habla de conciertos de mirlitón (o "flauta de eunuco") a varias voces. A comienzos del siglo XVIII, probablemente por la influencia de todo lo turco u oriental en la escena, se hicieron muy comunes esos instrumentos, algo más sofisticados que el mirlitón pero basados en el mismo principio, que se denominaron "flautas de eunucos", nombre tal vez irónico porque parecían una chirimía y ya se sabe que para tañer un instrumento de doble lengüeta hacía falta mucha fuerza o mucha virilidad.
La base del sonido en este instrumento es la vibración que produce la voz al soplar sobre un papel delgado consiguiendo que varíe el timbre. No es extraño, por tanto, que en las improvisaciones o juegos de los niños, más de una vez "sonara la flauta por casualidad". Filippo Bonanni, en su Gabinetto armonico, ofrece una muestra de los variados tipos de instrumento que se podían considerar un mirlitón; entre ellos está el de caña, cuyo grabado se ofrece, y otro muy común, hecho con un peine y un papel de seda, que él denomina Pettine.
Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.