Fundación Joaquín Díaz
Museo de la Música, Colección Luis Delgado


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña

Palillos


Son dos tablillas iguales (no más largas de una cuarta ni más anchas de dos pulgadas) que, colocadas entre los dedos y chocadas entre sí, producen un tableteo para acompañar cualquier tipo de ritmo. Tienen formas y figuras distintas según la tradición de cada lugar o el capricho del fabricante, aunque suelen predominar las antropomorfas. A veces se utilizaban hasta tres en cada mano para dar más fuerza al repiqueteo. Palillos se llama a los que están hechos de madera, y tarrañuelas, tarreñas, tejuelas o tejoletas a los que están construidos en barro cocido o en loza.

Muchos pueblos (egipcios, griegos, hebreos) utilizaron ya, según demuestra la iconografía, algún tipo de instrumento similar para producir sonidos rítmicos. En bastantes casos se trataba de grandes crótalos de madera o marfil que no se colocaban entre los dedos, sino que parecían sustituir a las manos para palmear con más ruido (de hecho, algunas piezas encontradas en excavaciones arqueológicas de Egipto o Israel tienen la forma de brazos con unas manos talladas en uno de los extremos) sobre todo en procesiones al aire libre.

En las Cantigas de Alfonso X se puede ver a un alboguero acompañado por un músico que toca los palillos (dos en cada una de las manos). El grabado del siglo XIX que mostramos representa a una pareja de músicos ambulantes tocando un violín rústico y unos palillos. El uso de palillos y tejoletas por parte de vagabundos y gente del hampa (tejuelas picareras, se les llamó a veces) ya está atestiguado por Cervantes en alguna de sus obras como Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros.

Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.



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