Fundación Joaquín Díaz
Museo de la Música, Colección Luis Delgado


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña

Matraca de cuatro aldabas


Sobre cada una de las bases de una tabla gruesa, y aproximadamente en el centro de las mismas, se clavan dos tiradores de cajón, de hierro, cuyos ejes les permiten girar hacia un extremo y otro de la tabla. Allí donde alcanza la parte más gruesa del tirador, se colocan cuatro clavos (dos en un extremo y dos en el otro) donde golpeará dicho tirador cuando la tabla sea movida por el ejecutante. Éste sujeta esa tabla con la mano por medio de una abertura en forma de asa, practicada en la misma madera, que le permite hacerla girar ciento ochenta grados hacia un lado y hacia otro.

Instrumentos similares a la matraca fueron utilizados por el pueblo hebreo en las fiestas de Purim con el sentido de alejar o conjurar malos espíritus con el efecto del ruido. La Iglesia permitió usarlos también con finalidad similar (asustar a Judas o "matar judíos" se llamaba al momento más estruendoso de la ceremonia de las Tinieblas con que se conmemoraba la muerte de Jesús). Al propio tiempo, los monasterios, conventos y templos solían tener siempre algún instrumento de este tipo (semanterio o simandrón), bien para dar las horas o avisar a los oficios, bien para sustituir a las campanas durante el tiempo en que éstas permanecían mudas durante la Semana Santa.

Que la matraca fue un instrumento muy popular lo demuestra el hecho de aparecer como pieza antigua en muchos tratados sin ser propiamente un instrumento musical (al menos no hacía melodía, sino ruido). Lo podemos ver en el Gabinetto Armonico de Filippo Bonanni (1723), lo cual quiere decir que pertenecería al conjunto de instrumentos que recogió en el siglo XVII Athanasius Kircher para su Museo en el Colegio Romano. También aparece en una de las láminas de la Enciclopedia francesa (1785), bajo el nombre de sementerion. La expresión española "dar la matraca" puede provenir de lo molesto que resultaba escuchar durante mucho tiempo el instrumento, pero ya Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana dice que en Salamanca llamaban dar matraca a las burlas que se hacían de palabra a los estudiantes novatos.

Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.



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