El oficio de constructor de instrumentos de cuerda fue conocido en Europa bajo el calificativo de luthier, galicismo que venía a significar constructor de laúdes. El término se impuso, incluso, al alemán lautenmacher y al inglés lute maker, aunque en España no llegó nunca a implantarse con nitidez porque su lugar estuvo ocupado habitualmente por otra palabra: violero o vihuelero o sea fabricante de violas y vihuelas, lo que indica hasta qué punto fue popular el instrumento en los siglos XVI y XVII gracias a intérpretes y compositores.
Covarrubias recordaba que vihuela procedía etimológicamente de vigore "por la fuerza que tiene su música para atraer a sí los ánimos de los hombres". Poder taumatúrgico, según otros, pues su sonido reducía los humores a su estado natural, curando gracias a él enfermos cuya complexión afligida entraba en simpatía con las ondas favorables surgidas de la milagrosa caja; el músico advertido utilizaba para ello un tono que tuviese los mismos efectos que el planeta que dominara sobre la parte doliente.
Comienza el siglo XVII con una considerable afición hacia la guitarra de cinco órdenes y una popularidad que, sin embargo, no todo el mundo comparte; veamos si no lo que dice Sebastián de Cobarruvias, gran amante de la tradición, en su Tesoro de la lengua castellana o española, al hablar de la guitarra:
Instrumento bien conocido y ejercitado muy en perjuicio de la música que antes se tañía en la vihuela, instrumento de seis y algunas veces de más órdenes es la guitarra, vihuela pequeña en el tamaño y también en las cuerdas, porque no tiene más que cinco y algunas son de solo cuatro órdenes". Y continúa en otro lugar lamentándose de que la vihuela haya sido sustituida por la guitarra: "Ha sido una gran pérdida, porque en ella se ponía todo género de música puntada, y ahora la guitarra no es más que un cencerro, tan fácil de tañer, especialmente en lo rasgado, que no hay mozo de caballos que no sea músico de guitarra.
Cervantes, en El celoso extremeño, hace decir a Loaysa que el instrumento más sencillo para acompañar es la guitarra: "Por ser el más mañero y menos costoso de los instrumentos". No todos, sin embargo son de ese parecer; Luis de Briceño justifica la publicación de su Método en la dedicatoria que hace a la señora de Chales con estas palabras: "Muchos hay, señora mia, que se burlan de la guitarra y de su son; pero si bien consideran, hallarán que la guitarra es un instrumento el más favorable para nuestros tiempos que jamás se vio". Puede que esa facilidad para interpretar medianamente fuera la causa de su rápida popularización, incluso con la adición de la quinta cuerda. Y a propósito de ésta, conviene aclarar la leyenda que atribuye a Vicente Espinel tal hecho. Si Morlaye publica un libro de canciones en 1550 y Bermudo habla ya de la guitarra de cinco órdenes en 1555, ¿cómo es posible que Espinel, nacido en Ronda hacia 1550, pusiera la cuerda a tan temprana edad? Es más probable, y condescendemos mucho, que cambiara la forma de templarla o, como propone Miguel Querol, que alterara un tipo de vihuela: "No hizo sino adoptar la vihuela de cinco órdenes, usada por los vihuelistas anteriores, a la que, a lo sumo, modificó la afinación, pasando el intervalo de tercera mayor a las cuerdas inmediatas superiores, requintando de paso las dos cuerdas graves y reduciendo a sencillo el orden de la prima".
La construcción de instrumentos es un arte que une la escultura (talla en la decoración del clavijero o de la caja armónica), la pintura (selección y cuidado de barnices) la música (estudio de la acústica y el sonido) y el dibujo (pues de diseños adecuados provendrán la nobleza y corrección de las formas). A ello hay que añadir que los constructores deben ser matemáticos para calcular las proporciones y conocedores de la naturaleza para utilizar maderas que hayan sido cortadas en el momento adecuado.
La vihuela que se expone fue fabricada por el lutier Marcelino López Nieto en los años 60 del siglo XX. Guitarrista y coleccionista, además poseía una importante colección de instrumentos de cuerda. Entre sus tesoros figuraba una guitarra construida en torno al año de 1660 para Juan José de Austria, valido y hermano bastardo de Carlos II, gran amante de la música. Era una guitarra barroca, en palosanto de Brasil, con caoba de Cuba y cinco órdenes, es decir, cinco cuerdas dobles: exhibía dos águilas bicéfalas, emblema de la Casa de Austria, incrustadas en su diapasón.