En 1856, el fabricante de instrumentos Leon Marix de la calle Montmartre 146 en Paris, patentó un nuevo invento al que denominó Harmoniflute. La pieza, similar a otras fabricadas poco antes con distintos nombres (como la flutina-polka de Constant Busson) incluía un teclado y unos fuelles cuya acción generaba aire que movía unas lengüetas libres. La firma Mayer Marix, nombre de la razón parisina que vendía y fabricaba instrumentos musicales, comercializó dos modelos, uno que servía para interpretar a una sola mano -la otra movía el fuelle- sobre un teclado de dos octavas y otro para dos manos y tres octavas -de Do a Do- en el que con dos pedales se accionaba el fuelle, situado bajo el teclado en una caja, que enviaba el aire a las lengüetas a través de dos orificios.
Mayer Marix anunciaba así en la prensa de la época, su invención: "Harmoniflute: Instrumento encantador, portátil y de teclado, que imita la voz humana adaptándose a todos los matices del canto y de la armonía. Cualquier persona que tenga nociones musicales puede tocarlo fácilmente. Tan propicio para el acompañamiento como brillante y expresivo como solista, es el acontecimiento instrumental del día. Precio, 110 francos". Aunque el nombre patentado fue el de "harmoniflute", se le conoció también como "french organ", órgano portátil o "lap organ". En cualquier caso, el mérito de que el instrumento fuese conocido y difundido por medio mundo se debe a Mayer Marix, a quien se le reconoce sus muchas habilidades mercantiles, y también a un buen número de músicos que compusieron temas específicamente para el nuevo instrumento o hicieron arreglos para el mismo. De hecho, Marix se casó con Celeste, la hermana mayor del artista judío Charles-Valentin Morhange, también conocido como Alkan. Alkan fue uno de los pianistas más reconocidos de su época y, pese a su fama de artista asocial tuvo amigos tan importantes como George Sand o Victor Hugo, y cosechó innumerables éxitos tocando con Chopin y Thalberg.
El instrumento continúa siendo popular hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, en 1922 y en la revista "El Eco Artístico", aparece alguna reseña referida a las Hermanas Garay, una de las cuales, Blanca, era una virtuosa del instrumento. En ese año se presentan en el Circo Americano de Madrid con un extraordinario éxito.
En Urueña se exhiben dos ejemplares, uno en la Fundación Joaquín Díaz, y otro en el Museo de la Música, Colección Luis Delgado.