La larga historia de los organitos de mesa con lengüetas, dotados de una manivela que movía rollos o tarjetas de papel codificado, comienza, según todos los estudiosos, con la patente del “Cartonium” en 1861 por parte del francés J. A. Testé, de Nantes, a quien siguen después numerosos inventores en Europa y América. En Estados Unidos es otro europeo, el escocés John McTammany, quien, tras numerosas pruebas y estudios entre los años 1865 y 1875, patenta un organito que suscitará numerosas controversias. Desde 1869 ya fabricaba instrumentos similares la Munroe Organ Reed Company y desde el año 1878 la Mechanical Orguinette Company (que luego fabricaría la “Celestina”) y la compañía de Merritt Gally. Todas ellas estuvieron en pleitos con McTammany hasta el extremo que la Mechanical Orguinette tuvo que pagarle un canon por instrumento construido siendo presidente de la compañía James Morgan.
Este tipo de instrumentos se diferenciaba de otros similares construidos en Europa (como la serinette) en que la manivela, en vez de mover unos fuelles que expulsaban el aire a través de las lengüetas o de los tubos, creaba un vacío que hacía el efecto de la aspiración en una armónica.
Esta pieza fue fabricada por la compañía Mechanical Orguinette, de New York, que tuvo delegaciones en muchas ciudades europeas, entre ellas Londres.
Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.