Fundación Joaquín Díaz
Museo de la Música, Colección Luis Delgado


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña

Campanilla de San Antón


La Orden de los Antonianos, muy antigua (según Luis de Urreta de la Orden de Predicadores sería del año 360 y fundada por el Preste Juan) y muy vinculada a los principales caminos de peregrinación en Europa y Santos lugares, tuvo una Encomienda mayor en Castrojeriz y casas en Salamanca, Medina del Campo, Toro, Benavente, Segovia y Valladolid, sólo por mencionar algunas. La Orden funcionó como tal desde que Honorio III la confirmó como verdadera religión y tomó a sus maestres y hermanos bajo su protección, hasta que fue suprimida, al menos en España, por una Bula de Pio VI en 1787. La costumbre de que los demandaderos que pedían para los hospitales llevasen la Tau en el pecho o una campanilla con la misma cruz, hizo muy populares durante la edad media a todos los hermanos de las casas de San Antón, que vestían hábito negro con la Tau azul en la parte delantera. Ellos se encargaron de popularizar en el medio rural la costumbre de que un cerdo, con la campanilla señalada con la Tau tuviese el privilegio de poder entrar en cualquier corral durante todo el año, decidiéndose su suerte el 17 de enero, o bien por sorteo o bien adjudicándoselo al propietario del primer corral que visitase el marrano la mañana de ese día. Los antonianos se habían especializado en atender a enfermos de peste, de lepra y otras enfermedades, pero principalmente a los enfermos de ergotismo, también llamado fuego sacro o fuego de San Antón, que sobrevenía por ingerir el ergot o cornezuelo, toxina que contaminaba el centeno y a veces también el trigo y la cebada. Esta fue la razón por la que se popularizó la costumbre de ofrecer al santo el peso de los hijos en harina o en pan, para evitar que les afectase esa enfermedad, que se traducía en alucinaciones, temblores y muy frecuentemente en gangrena por la necrosis de los tejidos. De ahí derivó la tradición de hacer panecillos antropomorfos de cebada, centeno o trigo que vinieron a denominarse finalmente panecillos de San Antón.

Este instrumento se exhibe en la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.



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