Fundación Joaquín Díaz
Museo de la Música, Colección Luis Delgado


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña


Instrumentos Musicales en los Museos de Urueña

Simandrón


El uso de los instrumentos musicales en la época de la Semana Santa tuvo siempre un sentido particular, marcado por la significación del período litúrgico; durante ese tiempo, por ejemplo, las campanas, habituales testigos del paso del tiempo y eficaces comunicadoras, quedaban mudas, mostrando así su silencioso respeto por la muerte del Salvador y haciendo buenos algunos relatos legendarios que aseguraban que en caso de ser volteadas saldrían volando.

La utilización de los instrumentos se reducía a dos funciones: dar aviso y crear música de acompañamiento para los actos litúrgicos. Para los avisos se solían utilizar carracas, mazos, matracas y tablillas, esos mismos que en las Tinieblas servían para “matar judíos” o para recordar dentro de los templos con estruendo (sólo en lo que duraba un Pater noster) el momento de la muerte de Cristo. Todos esos crepitacula lignea o instrumentos restallantes de madera, procedían de la primitiva Iglesia –después quedaron definitivamente instalados en la Iglesia Oriental- donde, en manos de canonarcas –directores de coro- o de los monjes sirvieron para dar las horas o para advertir en los monasterios del cambio de actividad. El simandrón o semanterio, también llamado jeirosimandrón si se sostenía en la parte central con la mano, se usaba para recordar y venerar a través del sonido seco y duro de su madera, el sacrum lignum o leño sagrado donde murió Jesús, por eso se denominaba a veces hagiosimandrón.

Este instrumento pertenece a la colección de la Fundación Joaquín Díaz de Urueña.



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