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SANTA AGUEDA:
Descripción de una fiesta tradicional

FRAILE GIL, José Manuel

Publicado en el año 1986 en la Revista de Folklore número 62.

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Santa Agueda o Agata, celebrada por la Iglesia Católica el día 5 de febrero es en el calendario de lo tradicional, una de las fiestas más interesantes y por ello ha sido objeto de múltiples ensayos y trabajos por parte de los principales estudiosos de nuestro folklore.

Santa Agueda vivió en la Sicilia del siglo III d. C. y su vida, narrada en múltiples hagiografías, es en resumen así:

«Nacida en Palermo, según Metafrastres, siendo emperador Decio y presidente de Sicilia Ouinciano, era joven nobilísima, riquísima, honestísima y hermosísima. Se promulgó en aquel tiempo un edicto obligando a los cristianos a sacrificar a los dioses y Agueda fue llevada ante Ouinciano quien, prendado de ella, quiso rendirla entregándola a la vieja Frodisia y a sus cinco hijas quienes, siendo de vida disoluta, conseguirían obrar en ella un rápido cambio de opinión.

Pero como pasara el tiempo y Agueda persistiera en su postura fue llevada de nuevo ante Ouinciano. Este, irritado por la tenacidad de la virgen mandó abofetearla y después encerrarla. Al día siguiente fue llevada de nuevo ante el tirano quien, viendo a la joven firme en sus convicciones, mando cortarle un pecho a cercén y encarcelarla sin permitir que médico ninguno la atendiese y sin comer ni beber nada. Pero estando en la prisión se le presentó San Pedro en figura de un viejo guiado por un joven que portaba una antorcha: el viejo portaba unos ungüentos con intención de sanar a la joven, pero ante la negativa de ésta que prefería la mortificación y el dolor, San Pedro la abandona tras descubrirle su verdadera identidad y confortarla.

Otra vez ante Ouinciano éste mandó esparcir por el suelo brasas y pedazos de teja para restregar por ellos el cuerpo de la Santa. Sacudió entonces el Señor a Catania con un gran terremoto que produjo la muerte entre la de otros muchos, de Vulperio y Teófilo, amigos personales de Quinciano. La multitud se congregó entonces frente al palacio pidiendo la liberación de Agueda, pero Quinciano no queriendo libertarla la devolvió a la cárcel, donde murió el 5 de febrero de 252, siendo papa San Cornelio.

Avaricioso, Ouinciano quiso apoderarse de las riquezas de la virgen pero, mordido y coceado por un caballo, se ahogó en un río sin que su cuerpo fuera encontrado jamás. Ya desde el año siguiente a su muerte la Santa comenzó a obrar prodigios sobre el Etna y la zona cercana a la ciudad» (1).

Así fueron a grandes rasgos la vida y tormentos de Agueda; de entre todos los hechos es, sin duda, el de la amputación del pecho el que más impacto ha causado en la mentalidad popular. Desde antiguo se representa a la Santa con los pechos cortados sobre una bandeja en la mano izquierda y en la derecha la palma, atributo y símbolo de la pureza y del martirio.

El tormento en toda su crudeza se ha vertido en múltiples gozos, coplas y letrillas que el pueblo ha ido recreando, llenando así eso poco o mucho que de morboso tiene todo lo relacionado con los hechos sangrientos:

«Agueda que no quisiste
a los dioses adorar
en prueba de tu constancia
las tetas te han de cortar .

Y le respondió la Santa
con afectuo singular:
Que cuerten por donde quieran
que cuerten si han de cuertar .

Y le cortaron las tetas
como aquel que cuerta el pan.» (2)

Así Santa Agueda con sus pechos cercenados se convirtió en abogada de las enfermedades de las mamas y por ende de las virtudes del recato y la feminidad que éstas encarnan. Así lo interpretó Caro Baroja en el significado de unas coplas que circulan por casi todo el Levante y que asocian la festividad de la Santa con la planta de la albahaca, símbolo de la moderación sexual y por ello también del recato femenil:

«Per Santa Agueda
sembra l'anfabuga
dama garrida
ja la té eixida.» (3)

Por ser la abogada de los pechos y sus afecciones, Agueda es una de las santas más invocadas por las mujeres españolas (junto a santos como San Ramón Nonato, abogado de malos partos y cesáreas) que han llenado sus capillas Con exvotos de los materiales más variados según las zonas, así como de representaciones gráficas conmemorando curaciones milagrosas de estos miembros. Tenemos también noticias de lugares donde las casadas cocían y repartían panes y bollos en forma de seno entre las mujeres casadas y casaderas como talismán contra los males de pechos (4).

Hasta aquí poco o muy poco diferenciaría el culto a Santa Agueda del de otros santos cuya vida o martirio ha dado lugar a algún culto especial relacionado con alguna parte del cuerpo (como San Blas abogado de la garganta o Santa Lucía abogada de los ojos). Pero el hecho de que el día 5 de febrero se haya convertido en el día de mando de las mujeres, el día en que de modo más o menos despótico éstas ejercen su dominio sobre los hombres, hace de ésta una fiesta muy interesante y digna de detenerse un instante en su análisis.

La pregunta esencial surge, como siempre, al intentar buscar un origen a este curioso fenómeno. Para intentar aclarar este enigma contamos con varias teorías que a continuación vamos a intentar resumir:

a) Partiendo del fenómeno biológico-productivo del matriarcado, la Prof. Nieves de Hoyos explica el hecho como un resabio de aquella antigua ginecocracia que de forma más o menos encubierta habría así llegado hasta nuestros días. Apoya su teoría en varios puntos:

1. La actual dispersión geográfica de la fiesta que se extiende, en términos generales, por toda la mitad norte de la Península justamente en aquella zona donde el papel jugado por la mujer es más preeminente que en otras áreas del país.

2. La economía de estas zonas. basada en la ganadería y en la agricultura en pequeña escala. Casi siempre a base de instrumentos manuales -la laya y la azada- las más de las veces manejadas por mujeres.

3. Las reminiscencias en los usos consuetudinarios, marcadamente favorables a las mujeres, reminiscencias ausentes casi siempre en la zona sur. También ciertas costumbres como el culto a los muertos, a la naturaleza y al árbol.

4. La Covada, citada ya por Estrabón en poca romana; Caro Baroja se ha encargado de escoger las opiniones que a lo largo del tiempo han ido formulando diversos autores sobre el tema (5).

En época más reciente la costumbre está constatada hasta fines del siglo XIX en el santanderino valle del Pas, y aun en 1902 la encuesta realizada por el Ateneo madrileño obtuvo 81 papeletas con un resultado afirmativo sobre la práctica de dicha costumbre. La Covada quizá marque el paso matriarcado al patriarcado, pues el hecho de que el padre transmita al hijo sus caracteres por medio del sudor compensa la transmisión directa -por la sangre- que la madre ejerce en el hijo.

b) Don Enrique Casas Gaspar (6) incluye esta fiesta dentro de las solsticiales de invierno por ello en el conjunto de ritos que orlan el fenómeno del Carnaval.

Uno de estos ritos, quizá el más característico de este período, es el de inversión que tan bien representa nuestra fiesta.

Según Frazer (7) once días son los que desajustan el calendario solar del lunar; es entones el momento de los locos ritos de inversión que según este autor deben incluirse dentro de los ritos agrarios, pues con ellos lo que se pretende es provocar a la naturaleza para de este modo conseguir que el sol caliente aún con más fuerza en un momento en que el invierno es ya un hecho.

Así las cosas, parece claro que la fiesta comparte los caracteres principales de casi todas las fiestas de este tipo. Compara el autor fenómenos como la formación de Ayuntamientos de «Inocentes» y los que en algunas localidades forman las mujeres en esta fecha (8).

c) Don Julio Caro Baroja (9) señala como un posible antecedente «más tangible» las Matronalia que los romanos celebraban durante las kalendae del mes de marzo. Parece que las Matronalia nacieron como conmemoración de la intervención de las mujeres sabinas -tras su rapto- en la conflagración que sostenían sabinos y romanos; parece ser que la fecha de dicha intervención fue precisamente las kalendae de marzo; además las kalendae eran los días del mes dedicados a Juno, cabeza del Panteón femenino romano.

Las Matronalia eran fiestas destinadas a la mujer: las casadas eran objeto de atención especia] por parte de sus esposos, mientras las esclavas encontraban alguna relajación en sus quehaceres cotidianos.

Ya en el Bajo Imperio los cristianos adoptaron esta fiesta, si bien le imprimieron un carácter más bien familiar. La adopción de la fiesta provocó la protesta de escritores como Tertuliano en su obra «De Idolatría».

Vamos a intentar describir algunos de los ritos de inversión característicos de este día, procurando no hacer demasiado monótona su enumeración. La costumbre de formar cofradías de mujeres casadas bajo la advocación de Santa Agueda encuentra su máxima expresión en la provincia de Zamora, donde éstas existen en casi todos los partidos judiciales salvo en Alcañices y la zona de Sanabria. Normalmente estas cofradías nombran alcaldesa de cofradía el día 3 de febrero festividad de San Blas. Después de la misa las mujeres en animados grupos recorren las calles del pueblo, vestidas con sus trajes regionales, cantando y bailando al son de la gaita, tamboril, dulzaina y pandereta; después del refresco en casa de las mayordomas se celebra el baile público en la plaza del pueblo, al que sólo pueden salir las casadas o viudas, nunca las solteras y menos aún los mozos.

En algunas localidades y hasta hace pocos años la seriedad era tal en este aspecto que el baile era inaugurado por la alcaldesa y el señor cura párroco del lugar. El modo de allegar fondos para la merienda es tan variado como el ingenio de las mujeres del lugar sea capaz de inventar. Vestidas como antiguos militares y con sables piden «la miaja»; en otros lugares matan el gallo al estilo de como en muchos pueblos de Castilla la Vieja se hace por otras fiestas (10). Otra modalidad es la de «bailar el puchero» como lo hacen en Adrada de Haza (Burgos) las mozas; salen la mañana del 5 de febrero en grupos que van parando a la puerta de las casadas, algunas llaman afuera a la mujer que aparece en el portal mientras otras se introducen en la cocina sigilosamente para sacar el puchero a la calle; una vez puesto en medio del corro bailan en su derredor al son de tapaderas, almireces, sartenes y demás instrumentos improvisados. Así bailan el puchero hasta que la pobre mujer paga con dinero o especies el precio que a la mocedad le parece justo (11).

Las mujeres embroman a los hombres con todo tipo de picardías: tirándoles serrín a puñados a modo de confetis; otras veces les roban las prendas de vestir, con preferencia la boina o el pañuelo, para cobrarles después por su rescate; durante el baile son ellas las que sacan a bailar, lo cual da pie para que se produzcan situaciones de ridículo; normalmente sacan a bailar al mozo que lo hizo con ellas el día de San Blas siendo señal de desprecio por su parte si no lo hacen así.

La Prof. Nieves de Hoyos afirmaba en 1951 que la fiesta del mando de las mujeres en la provincia de Salamanca estaba por esas fechas en plena decadencia; pero afirma que «sabemos por Ventura Ruiz Aguilera -en Las mujeres españolas, portuguesas y americanas, Barcelona 1874- que en el último tercio del pasado siglo, en la propia capital las mujeres en este día se cubrían con un sombrero gacho de hombre, tocaban a misa, fumaban y en el baile daban la derecha al hombre». Afirma también dicha autora que en Sequeros (Sierra de Gata) no se celebraba elección de alcaldesa, sino que la propia mujer del alcalde era la que tomando la vara de mando asumía éste en el lugar en compañía de las esposas de los concejales. Hoy algunos estudios sobre el tema han venido a llenar el vacío que sobre esta fiesta existía en la provincia de Salamanca (12).

La provincia de Avila no se diferencia mucho de sus vecinas en la forma de agasajar a la Santa. En el pueblo de Casasola (13) la cofradía de Santa Agueda está formada por mujeres casadas, viudas y solteras; la dirigen cuatro cargos, que son: Alcaldesa, Regidora, Mayordoma y AIguacila; de ellos los de Alcaldesa y Mayordoma no pueden ser ejercidos por mozas. Los cargos se traspasan de un año a otro por sus poseedoras y, naturalmente, nunca son rechazados por las agraciadas. El Ayuntamiento así formado se viste sus mejores galas el día 5 de febrero y marcha a la iglesia, donde ofrece durante el Ofertorio y besa la paz que el sacerdote les ofrece; la Alcaldesa: como atributo de su poder porta la vara de mando adornada con algunas cintas de color negro.

El deber de la Mayordoma, como ocurre en otras localidades, consiste en atender durante todo el año el altar de la Santa. Todas las vecinas del pueblo pertenecen a la cofradía a cambio de una pequeña ayuda para costear el convite que tras la misa se organiza en el Ayuntamiento, convite que es distribuido por la AIguacila. Después del convite el baile que se celebra en la plaza y que continuará a la tarde; la música de flauta y tamboril resulta demasiado cara para esta fiesta, por ello usan las mujeres, al igual que hemos visto en otros lugares, tapaderas de cocina, almireces, panderetas (14) y unos guijarros alargados al modo de las «tejoletas» con los que, colocados entre los dedos, marcan el compás de la música (15). La tarea de la Regidora consiste en organizar las misas de difunto que las cofrades aplican a sus hermanas fallecidas así como de las ayudas a las que se encuentran en enfermedad.

En algunos lugares alargan la fiesta durante uno o dos días más, pues como reza el adagio tan español «No hay Santo sin Octava". A estos días se les da el nombre de Santa Aguedilla o Aguedita.

La provincia de Segovia es una de las de más abolengo folklórico en esta celebración, pues no sólo el archiconocido pueblo de Zamarramala celebra esta festividad nombrando Ayuntamiento, también lo hacen muchos más como Abades, Hontanares, Huertas, Valverde, Santa García o Madrona, entre otros. Por ser Zamarramala tan conocido por su fiesta no podemos dejar pasar esta ocasión para hacer siquiera una mención rápida a la fiesta en este lugar, inmediatamente cercano a la capital, Segovia, de la que en tiempos fue un arrabal. Con la llegada del día la dulzaina y el tamboril anuncian a los dos primeros Alcaldes que ha llegado el día de Santa Agueda; parece que en tiempos más antiguos eran las esposas de estos dos cargos las que suplían a sus esposos en el mando (16), pero en la actualidad estos puestos son ocupados por elección que realiza la Hermandad y que se verifica todos los años. Seis son los cargos a elegir: Alcaldesa, Regidora, Síndica, Procuradora, Personera y Alguacilas. Todas las mujeres casadas o viudas del pueblo pueden pertenecer a dicha Hermandad. Las Alcaldesas, vestidas con el característico traje «zamarriego» reciben la vara de la justicia y con ella la autoridad sobre los hombres del lugar, autoridad que es efectiva a a hora de resolver pleitos, como riñas entre mozos.

En cuanto al traje que ha hecho famosas a las alcaldesas de Zamarramala se compone de un manteo de paño rojo segoviano adornado con franjas de terciopelo negro y pasamanerías y azabaches, todo ello sobre otros cinco o seis manteos menos lujosos. La armilla de seda negra o terciopelo y mangas muy ceñidas por botones de filigrana; el mandil es negro bordado en seda y azabache. El tocado, que es lo más característico del conjunto, está constituido por una mantellina blanca de encaje que cae majestuosamente sobre los hombros, cerrándose delante sobre el jubón. En la cabeza y ciñendo la mantilla una breve mitra rematada en una gran borla y a la que llaman "montera»; lleva a ambos lados seis botones gruesos de plata, a los que llaman «apóstoles», y delante en la parte de la frente alguna pedrería (17).

Llegada la hora de ir a misa las alcaldesas salen de casa precedidas y anunciadas por la dulzaina y el tamboril; en la iglesia ocupan el banco de la justicia y desde allí escucharán cómo el cura anuncia oficialmente al nuevo Ayuntamiento. A la salida de la Misa Mayor piden limosna para la Santa colocadas a ambos lados de la puerta del templo, así hasta que toda la concurrencia ha abandonado la iglesia; entonces marchan a casa con igual acompañamiento con que salieron de ella.

A la tarde la llegada de la Alcaldesa Mayor marca el comienzo del baile exclusivamente femenino y en el que participan todas las mujeres del pueblo que estén en condiciones de bailar, sin distinción de edad, basta con ser casada ; los hombres permanecen marginados de esta distracción, pues si alguno intenta entrar a formar parte del baile al punto será violentamente expulsado a base de pinchazos y pescozones. Al día siguiente, «Santa Aguedilla», se relaja la norma de modo que todos pueden formar parte del baile.

Es característico del primer día de fiesta en este pueblo el famoso baile del «Rosco»; se organiza el dicho baile por la tarde a una señal de la Alcaldesa Mayor y en él toman parte los hombres, primero los solteros y luego los casados. El «Rosco» es un bollo con huevos que se coloca sobre una mesa y a su alrededor bailan las parejas, de las cuales será la ganadora la que a juicio de un jurado compuesto por dos hombres y dos mujeres ejecute mejor el baile. Los ganadores comen del «Rosco» y después la siguiente pareja agraciada, así hasta que e] bollo se acaba.

La provincia de Guadalajara también celebra la fiesta con el mando de las casadas (18) así por ejemplo en la localidad de Iriepal, donde existe cofradía de casadas. En otras localidades la fiesta pierde su carácter de mando pasando a ser tan sólo una fiesta de descanso y asueto para las mujeres mientras los hombres marchan a sus tareas de todos los días. Para comenzar su fiesta empiezan las mujeres por tocar ellas las campanas a vísperas y después tres portadoras de la imagen de la Santa, las «Santaaguederas», nombradas por las del año anterior, recorren las casas pidiendo limosna, si bien tampoco es raro encontrar aquí casos de allegada de fondos secuestrando prendas de vestir a los mozos, cobrándoles luego por su rescate. Todo lo dicho en las últimas líneas con respecto a la provincia de Guadalajara puede aplicarse con muy ligeras variaciones a la de Soria.

En cuanto a la provincia de Toledo la fiesta está tan atenuada que en la mayoría de los pueblos sólo se celebra Santa Agueda con una sencilla romería.

Las prácticas supersticiosas en torno a esta festividad están bastante extendidas. Así, la de hacer hogueras las mujeres embarazadas el día de la Santa con el fin de conseguir un buen parto (19). O la más curiosa aún, de subir a torre de la iglesia para a la luz de las hogueras, encendidas esa noche en los campanarios predecir las tormentas del verano siguiente; es ésta costumbre arraigada en Navarra. En otros lugares de la Ribera del Aragón las mujeres subían a tocar las campanas en la mañana del 5 de febrero y después arrojaban por las ventanas las peinetas y horquillas, despeinándose a propio intento (20).

Al parecer en el País Vasco las mujeres durante este día no podían hacer trabajos caseros como lavar o cocer en el horno, al modo de las prohibiciones laborales en día de precepto que marca la Iglesia, y a este respecto corren leyendas o supersticiones como la que recoge el Padre Azkúe (21) y que cuenta la historia de una mujer que fue castigada por Santa Agata con la quema de su casa por atreverse a hacer la colada el día de su fiesta.

Por último citaremos el caso curioso del pueblo de Morón, en Guadalajara, donde son los mozos los que ese día celebran su fiesta.

Y hasta aquí este pequeño recorrido por la geografía española en busca de la fiesta de Santa Agueda, recorrido que sin duda ha quedado abierto para nuevas interpretaciones y estudios.

___________

(1) Este extracto de la vida de la Santa está tomado de la siguiente hagiografía: M. I. Sr. Dr. D. Eduardo María VILARRASA: La leyenda de oro. Barcelona, 1896, L. González y Cía., Editores.

(2) Recogida por D. José María DE COSSIO.

(3) CARO BAROJA sitúa esta coplilla en la zona de Reus.

(4) Antonio ARAGONES SUBERO da la noticia en Yélamos de Arriba (Guadalajara); también Nieves DE HOYOS en la propia Barcelona consigna esta costumbre hasta el año 1835. (Ver Bibliografía.)

(5) Julio CARO BAROJA: Los pueblos del Norte de la Península Ibérica.

(6) Enrique CASAS GASPAR: Ritos agrarios españoles.

(7) FRAZER: Le Bone Emissaire, 1925.

(8) Julia MARTINEZ: Representaciones teatrales de carácter popular en la provincia de Castellón. Boletín de la Academia Española, 1930, pág. 97.

(9) Julio CARO BAROJA: El Carnaval, págs. 372 y ss.

(10) Para un enfoque general sobre la muerte del gallo véase: DIAZ DE VIANA, Luis: "El juego de gallos (formas, texto e interpretación)", en Revista de Folklore, nº. 24, págs. 183-191, Obra Cultural de la Caja de Ahorros Popular de Valladolid.

(11) La información la recogí en Adrada de Haza (Burgos) durante el verano de 1982. La informante fue Teresa Arranz Lázaro, de 48 años de edad.

(12) Para la provincia de Salamanca léase el artículo dedicado a la Sierra de Francia por CEA GUTIERREZ. Antonio: "La Fiesta de las Aguedas en Miranda del Castañar", en Narria, estudios de arte y costumbres populares. Número dedicado a la provincia de Salamanca. Nº. 15 y 16, septiembre-diciembre, 1979. Universidad Autónoma de Madrid.

(13) Según Nieves DE HOYOS. (Véase Bibliografía.)

(14) Sobre el uso de la pandereta por las mujeres, FRAILE GIL José Manuel: "Notas sobre la pandereta", en Revista de Folklore, nº. 00. Obra Cultural de la Caja de Ahorros Popular de Valladolid.

(15) Sobre las tejoletas, consúltese VARELA DE VEGA, Juan Bautista; " Anotaciones históricas sobre las tejoletas o palillos castellanos", en Revista de Folklore, nº 2. Obra Cultural de la Caja de Ahorros Popular de Valladolid.

(16) Así parece desprenderse de un antiguo artículo que describe la fiesta en 1839. AVRIAL, J. M.: "Trajes, usos y costumbres provinciales. El día de Santa Agueda en Zamarramala", en Semanario Pintoresco Español, IV, en la serie general. Madrid, 1839, pág. 257.

(17) El traje "zamarriego» ha sido reproducido infinidad de veces. Buenas noticias pueden contemplarse en ORTIZ ECHAGÜE, José: España. Tipos y trajes. Publicaciones Ortiz Echagüe, Tutor. 24, Madrid.

(18) Para la provincia de Guadalajara, puede consultarse la obra de ARAGONES SUBERO, Antonio; Danzas, rondas y música popular en la provincia de Guadalajara. Guadalajara, Diputación, 1973. Aquí se encontrará un :artículo dedicado a nuestra fiesta, pág. 117.

(19) Según Nieves Hoyos en el pueblo de Sotillo del Rincón (Guadalajara).

(20) Esta información, como la anterior, están recogidas de IRIBARREN, José María: Retablo de curiosidades. Zaragoza, 1940.

(21) Padre AZKUE: Literatura popular del País Vasco, I, pág. 286.

BIBLIOGRAFIA

Además de la ya citada en las notas, puede Consultarse:

DE HOYOS, Nieves; "Ginecocracia o mando de las mujeres en España", en Las Ciencias, XI, pág. 300.

DE HOYOS, Nieves; "Fiestas en honor de Santa Agueda, patrona de las mujeres", en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares del C. S. I, C., t. VII!, cuaderno III, 1951.

LARREA PALACIN, Arcadio: "'El triunfo de las mujeres", en El Español, 2 de marzo 1946, "las alcaldesas de Zamarramala", en Estampa, 24 de julio 1928.





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SANTA AGUEDA:
Descripción de una fiesta tradicional

FRAILE GIL, José Manuel

Publicado en el año 1986 en la Revista de Folklore número 62.

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