Revista de Folklore

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Una zampogna en el Fondo Cortés del Archivo Municipal de Burgos

BLANCO DEL VAL, Alfredo

Publicado en el año 2015 en la Revista de Folklore número 405.

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Introducción

Burgos se enorgullece de su magnífica catedral, de su convento de las Huelgas, de su Cartuja de Miraflores y de su gastronomía como la morcilla y la olla podrida, pero poco saben sus gentes de los tesoros guardados celosamente en su Archivo Municipal, ubicado en el palacio de Castilfalé[1]. Edificio levantado en el siglo xvi en pleno renacimiento burgalés, se encuentra en la calle Fernán González, en pleno Camino de Santiago y en lo que fue la zona más noble de la capital.

Reunir, conservar, organizar y poner a disposición de ciudadanos e investigadores los documentos que dan testimonio de hechos ocurridos desde la fundación de la ciudad de Burgos en el año 884 hasta nuestros días son las funciones que ejerce con orgullo el Archivo Municipal de Burgos.

Entre sus joyas amparadas, se encuentra el denominado Fondo Cortés, compuesto principalmente por varios miles de fotografías tomadas entre los años 1892 y 1909, entre las cuales se encuentra la imagen[2] que hoy nos toca resaltar. Pero, antes de entrar en materia, conviene conocer mejor a Juan Antonio Cortés, el pintor fotógrafo.

Juan Antonio Cortés García de Quevedo[3],[4], hijo del burgalés Toribio José Cortés y de la guadalajareña de México, María Felipa García de Quevedo Portillo, nació en Bayona, Francia, en 1851, y falleció en la capital castellana en 1944. Estuvo relacionado desde la infancia con la fotografía. Empezó los estudios de Derecho, que abandonó por enfermedad y por su vocación, la pintura. Se trasladó de joven a Madrid, donde se matriculó en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado a finales de 1870, y luego a Valencia, donde se formó con numerosos artistas y perfeccionó su técnica. Posteriormente, se instaló en Burgos y transformó su estudio en academia de dibujo, a la vez que se convertía en un consumado retratista y paisajista, siempre en clave costumbrista. Fue nombrado académico de la Real Escuela de Bellas Artes y tuvo amistad con todos los artistas burgaleses de la época: Andrés García Prieto, Evaristo Barrio, Isidro Gil, Mariano Pedrero y Marceliano Santa María; así como con otros artistas de ámbito nacional: Lizcano, Taberner, Aznaro Alejandro Ferrante, entre otros. Además, durante cuatro décadas fue depositario de los Fondos Municipales de Burgos.

A parte de pintor fue fotógrafo aficionado, recorrió las calles acompañado de los «modernos» aparatos de retratar de la época, realizando gran cantidad de fotografías relacionadas con el arte, sus familiares, la ciudad de Burgos y de los lugares donde viajó. Este legado se convierte en patrimonio cultural al servicio de la ciudadanía gracias a su compra en el año 2005 por parte del Ayuntamiento, siendo depositado el denominado Fondo Cortés en el Archivo Municipal de Burgos. El Fondo Cortés consta de 44 cajas de material fotográfico que guardan 889 placas de vidrio numeradas cronológicamente desde 1892 hasta 1909, así como numerosos positivos en papel de la época. El grupo más numeroso hace referencia a temas burgaleses de carácter costumbrista: calles, paseos, mercados, celebraciones, gentes de la capital y de la provincia, desfiles militares, espectáculos, rituales religiosos; un segundo grupo compuesto por escenas familiares; otro menor por escenas de Cádiz, donde viajó por motivos familiares y, además, medio millar de placas de muy diversos temas, como retratos de Marceliano Santa María en su taller, etc. En total, unas 2500 imágenes que han sido digitalizadas y clasificadas, así como puestas a disposición de los ciudadanos por el Archivo Municipal de Burgos.

La fotografía

Ojeando dichas fotografías, apareció una que llamó poderosamente mi atención y que hoy es la protagonista de este artículo. Se trata del vidrio catalogado como FC-83, fechado un 26 de julio de 1893 bajo el título «Un niño y una niña bailando y un gaitero tocando en la Calle Santa Águeda»; asimismo, nos informan que es una gelatina-bromuro y su tamaño es de 8,9 × 11,9 cm. Pero también está la fotografía revelada, bajo las siglas FC-1719, con el mismo epígrafe, anotando que se trata de un instrumento musical de la familia de las gaitas, de un tamaño de 8,2 × 11,4 cm, tratándose de un ennegrecimiento directo monocromo.

Hay recogida mucha información en estos dos registros: nos ubica la fotografía en la ciudad de Burgos, en su calle Santa Águeda; nos aporta una fecha, 26 de julio de 1893, y nos describe lo que está sucediendo. Pero ¿cuál es ese instrumento de la familia de las gaitas al que hace referencia? Llama poderosamente la atención su gran fole u odre, que con fuerza hincha el músico, y sus numerosos punteros. En España, lo más parecido lo encontraríamos en Aragón en su gaita de boto; es similar pero no coincide. El caso es que nos quiere sonar pero su sonido viene de más allá de los Pirineos, más allá de los Alpes, de Italia, y se trata de una zampogna o zampoña.

La zampogna, según la Real Academia de Lengua Española, viene del latín symphonia, instrumento musical, y del griego συμϕωυια. Como primera acepción: ‘instrumento rústico, a modo de flauta o compuesto por muchas flautas’; y como segunda acepción: ‘flautilla de caña de Alcocer’[5]. Según el Dizionari italiano: ‘strumentto a flato di carattere pastoral, similar alla cornamusa’[6].

Lo cierto es que zampogna es el término genérico utilizado para designar las numerosas gaitas de doble puntero/cálamo con doble lengüeta que se puede encontrar en las regiones de las Marcas, los Abruzos, Lacio, Molise, Basilicata, la Campania, Calabria y Sicilia, todas ellas en el sur de la República Italiana. Consta de dos punteros/cálamos, que llevan la melodía, y de dos a cuatro bordones que producen un sonido fijo. Tanto los punteros como los bordones van anclados a la misma pieza y dicha pieza, asimismo, está conectada con la bolsa o fole. Cada bordón tiene una afinación diferente según la región que representan. Los punteros de doble caña suelen tener un puntero soprano para la mano derecha y un puntero bajo para la izquierda (también llamados, respectivamente, ritta y manga) acompañado de un bordón alto; pero puede tener hasta tres bordones afinados por arriba o por abajo del bordón básico, estableciendo un coro con el que acompañar la melodía. La bolsa o fole está elaborada tradicionalmente con pellejo de cabra que se obtiene de una pieza, se curte, se da la vuelta, se anudan las partes correspondientes a las patas traseras, una de las patas delanteras será por donde se ajuste la pieza para soplar y llenar dicho fole, con su correspondiente válvula y la otra delantera se anuda. Los punteros y los bordones se fijan al cuello del pellejo. Hoy en día, en ciertos lugares se utilizan nuevos materiales, como el Gore-Tex, en vez de pellejos de cabra u oveja[7].

Sus orígenes son muy antiguos, y nos hemos de remontar a los pueblos euroasiáticos, a los cuales se atribuye la tecnología de las lengüetas. Los egipcios, los helenos y los romanos contribuyeron en gran medida a su difusión. De hecho, un instrumento muy similar a la zampoña, el llamado utricularium, era usado en la antigua Roma, y Nerón, según los cuentos de Svetonio, era un hábil intérprete. En la época medieval, el instrumento fue utilizado frecuentemente en las músicas cortesana y vulgar. En el Robin y Marion de Adam de la Halle, Robin entonaba muchas veces la «cornamusa con el bordón». Por otra parte era muy popular entre los trovadores. La iconografía medieval nos informa muy bien de la difusión y de la variedad morfológica del instrumento. En época mas reciente hay descripciones amplias de la zampogna por parte de Michael Praetorius (Creuzburg, Turingia, 15 de febrero de 1571-Wolfenbüttel, 15 de febrero de 1621) en su obra Syntagma Musicum (1614-1620), texto muy detallado sobre la práctica musical de la época, incluyendo los instrumentos musicales utilizados, y Marin Marsenne (Oizé, 8 de septiembre de 1588-París, 1 de septiembre de 1648) en su obra Traité de l’harmonie universelle (1627). La zampoña fue fuente de inspiración también para los músicos instruidos y literatos. Una pastoral del Mesías de Haendel (Halle, 1685-Londres, 1759) se inspira en las melodías populares de los gaiteros. Hector Berilos (La Côte-Saint-André, 11 de diciembre de 1803-París, 8 de marzo de 1869) tuvo la ocasión de escuchar la zampogna en Roma y fue inspiración para la Sérenade d’un montagnard. El escritor D. H. Lawrence (Eastwood, 11 de septiembre de 1885-Vence, 2 de marzo de 1930), quien vivió también en el Lacio, describe en su novela The lost girl de manera sublime las figuras de dos gaiteros, que durante el periodo navideño se pararon en su casa[8].

La zampogna se suele tocar acompañada por un oboe popular similar a una dulzaina denominado biffera, ciaramella o pipita, según la región. Este instrumento es el encargado de llevar la melodía, mientras que la zampogna lleva la armonía y los acompañamientos.

En la imagen conservada en el Archivo Municipal de Burgos, solamente podemos ver al músico que toca la zampogna y nos interpela con varias cuestiones: ¿qué hace un instrumento del centro y sur de Italia en la ciudad castellana?, y ¿dónde está el otro músico con la ciaramella? Desconocemos ambas respuestas, así que solo me atrevo a conjeturar. La respuesta a la primera pregunta puede estar en el paso por la ciudad del Camino de Santiago, vía surcada por infinidad de peregrinos de toda Europa hacia la ciudad del apóstol patrón de España que tantas influencias trajo a España, y en particular a Burgos. A través del Camino llegó el arte románico y posteriormente el gótico de su catedral, vinieron artistas flamencos o sus obras, el comercio de lanas y paños con el norte europeo y asimismo pudieron llegar instrumentos musicales, melodías y músicos. Esta impronta podemos observarla en la puerta del Sarmental de la catedral de Burgos (ca. 1240), donde admiramos una rica tipología de instrumentos musicales. Ya en el Códice Calixtino se nos narra la entrada en la catedral de Santiago de Compostela de peregrinos repletos de instrumentos propios de cada país[9]:

Causa alegría y admiración contemplar los coros de peregrinos al pie del altar del venerable Santiago en perpetua vigilancia: los teutones a un lado, los francos a otro, los italianos a otro; están en grupos, tienen cirios ardiendo en sus manos; por ello toda la iglesia se ilumina como el sol en un día claro. Cada uno con sus compatriotas cumple individualmente con maestría las guardias. Unos tocan cítaras, otros liras, otros tímpanos, otros flautas, caramillos, trompetas, arpas, violas, rottas británicas o galas, otros cantando con cítaras, acompañados de diversos instrumentos, pasan la noche en vela; otros lloran sus pecados, otros leen los salmos, otros dan limosna a los ciegos.

Cortés, que era fotógrafo aficionado a recorrer las calles de la ciudad con su cámara de retratar a cuestas fotografiando las escenas cotidianas de la vida de la ciudad castellana, debió de encontrarse con esta escena tan curiosa que llamó poderosamente su atención: un instrumento desconocido con un sonido muy peculiar del que ignoraba su procedencia, pero allí estaba delante de él con los niños bailando enfrente y una muchedumbre curiosa a su alrededor. Como los antiguos pórticos del Camino de Santiago, Cortés dejó memoria de aquello a través de la «nueva» tecnología de la época, la fotografía.

Conclusiones

–La imagen corresponde a la calle Santa Águeda, fechada un 26 de julio de 1893.

–Llama poderosamente la imagen central del músico y su instrumento, la zampogna.

–La zampogna es un instrumento de la familia de las cornamusas con doble puntero de doble caña y numerosos bordones.

–Es un instrumento procedente del centro y sur de Italia.

–Su llegada a Burgos podría estar relacionada con el Camino de Santiago, como muchas de las nuevas tendencias que a través de él llegaron a la ciudad burgalesa.




NOTAS

[1] «El palacio de Castilfalé, historia y arte»:
http://www.aytoburgos.es/archivo/conoce-el-archivo/el-archivo-municipal/el-palacio-de-castilfale-historia-y-arte.

[2]Cortés, Juan A. FC-2736 Fotografía (positivo). «Plaza de un pueblo con gente a caballo». Archivo Municipal de Burgos. Burgos.

[3]«Juan Antonio Cortés»:
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Antonio_Cortés.

[4]Pérez Barredo, R. «Juan Antonio Cortés, el pintor fotógrafo». Diario de Burgos, domingo, 13 de septiembre de 2009.

[5]RAE:
http://lema.rae.es/drae/?val=zampoña.

[6]Dizionario italiano:
http://www.grandidizionari.it/Dizionario_Italiano/parola/Z/zampogna.aspx?query=zampogna.

[7] https://en.wikipedia.org/wiki/Zampogna.

[8] http://www.calamus.it/index.php?option=com_content&view=article&id=84&Itemid=168&lang=es#notas-históricas.

[9]Música y músicos en el Camino de Santiago. Carlos Villanueva. Universidad de Santiago de Compostela:
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/23/75/11villanueva.pdf.



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Una zampogna en el Fondo Cortés del Archivo Municipal de Burgos

BLANCO DEL VAL, Alfredo

Publicado en el año 2015 en la Revista de Folklore número 405.

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