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Cuando se acerca el mes de noviembre, en Castroverde de Campos, aún se siguen manteniendo, a día de hoy, algunas costumbres que tienen como protagonista la devoción a las Ánimas Benditas del Purgatorio. 
Las costumbres en torno a las Ánimas estaban establecidas a través  de la Cofradía de las Ánimas Benditas del Purgatorio. La fundación de la Cofradía, en cuanto a su fecha exacta, se desconoce. La primera noticia de la misma la obtenemos en el año 1753, fecha con la que comienza el primer Libro del que tenemos conocimiento. En la Visita Pastoral que hizo el Sr. Obispo D. Alfonso Fernández Velasco el año 1759, dice expresamente que no le habían presentado a revisión: “ni el presente Libro, ni el anterior de la Cofradía desde 1736”(1). Lo cual nos lleva a pensar que posiblemente esta cofradía existiese ya en el siglo XVII. La fundación de la Cofradía de Ánimas creemos que tiene mucho que ver con la presencia de los franciscanos en nuestro pueblo, pues son estos frailes, junto con los carmelitas, quienes más impulsan estas cofradías en el medio rural. 
Las plegarias hacia las Ánimas estaban unidas a la generosidad y al desprendimiento de las gentes del pueblo, donando: cebollas, trigo, corderos, pan, cerdos, conejos, dinero y tierras, todo ello para aplicar sufragios por sus almas. Estos donativos eran recogidos por el Mayordomo de turno, nombrado el 9 de noviembre de cada año, y se subastaban entregándose al mejor postor. La capacidad económica de la cofradía llegó a tal que en 1775 procedieron a comprar piedra para construir la “Casa de Ánimas(2)”, aunque parece ser que nunca llegó a realizarse. Sí hay, en cambio, un crucero en el atrio de Santa María de La Sagrada, que lleva la inscripción, “CRUZ DE ÁNIMAS”. En el año 1816 al hacer las cuentas se lamentan, “por haber destruido enteramente, la cera que ésta tenía, los señores franceses”(3). 
De forma desinteresada y sacrificada cada año había voluntarios suficientes para pasarse la noche de Todos los Santos doblando a muerto en todas las iglesias de la villa, mientras los vecinos elevaban súplicas por todos los difuntos. 
A lo largo de su existencia surgieron problemas en la Cofradía, pues un reducido número de personas había adquirido, sin derecho alguno, el monopolio de ella, llegando a excluir, con toda osadía a los que no pertenecieran a sus familias. Esto se corrigió con unos nuevos Estatutos enviados por D. Gorgonio de Caso Calderón, el 6 de agosto de 1881, al obispo de León, para que los aprobara,  pues la Cofradía, “se gobernaba por la fuerza de las costumbres recibidas” (4), sin tener en cuenta que todos los vecinos tenían el mismo derecho ya que todos daban su donativo cada domingo a quienes se les encomendaba pasar por sus puertas pidiendo limosna, costumbre que aún hoy perdura, aunque ya no es todos los domingos, sino sólo en algunas fechas determinadas; la colecta se realiza, ahora, por personas voluntarias que van acompañadas del toque de una campanilla o esquila y la vara de las ánimas, antiguamente con un farol, ya que salen por el pueblo de noche. Sus peticiones por las casas siempre van precedidas, una vez que el vecino pregunta, –¿Quién es?,con la frase que dicen quienes piden:– Las Ánimas Benditas. 
Los nuevos Estatutos establecían que todos los vecinos cofrades quedaban en igualdad de condiciones, tanto en derechos como en obligaciones. Para las colectas dividían el pueblo en cuatro partes. A cada una iba un Mayordomo acompañado de voluntarios a pedir limosna todos los domingos y los días: Martes de Carnaval, los Santos, diez de noviembre y Nochebuena. Lo recaudado era depositado en casa del Colector de Ánimas, que se encargaba de hacer las cuentas cada año con el Párroco. 
En los años cincuenta del siglo pasado seguían pidiendo, los domingos, por las casas para las Ánimas; esta colecta la hacían los monaguillos, pero se dejó de pedir debido a que algunas personas les daban malas contestaciones. 
El cese del nombramiento de Mayordomos tuvo lugar en 1957 y hasta 1959 continuaban en vigor los Estatutos. No obstante, aún se mantienen los cultos del Mes de las Ánimas, y durante un tiempo se siguió pidiendo los cuatro días señalados; pero, a día de hoy, ya no se pide para las Ánimas, nada más que el día de Todos los Santos (5). 
Las Cofrades rezaban diariamente una oración conocida como el Reloj de las Ánimas(6). Esta oración también se solía rezar en los velatorios; dice así: 
EL RELOJ DE LAS ÁNIMAS 
Gran fiesta hay en el Cielo 
delante de su Majestad 
con la Virgen del Consuelo 
Y la Santa Trinidad. 
En el costado de Cristo 
Señor, quisiera yo entrar 
y beber de aquella sangre 
para nunca más pecar. 
Un alma le cuesta a Dios 
padecer hasta morir, 
derramar toda su sangre, 
sólo pecador por ti. 
En medio del Paraíso 
se cría un árbol sin flor, 
en cada ramita un ángel 
y en el medio está el Señor. 
Y si quieres, fiel cristiano, 
alcanzar la salvación, 
comulga los días de fiesta 
con grande preparación. 
El Rosario rezarás 
cada día con fervor 
no pases el tiempo ocioso 
que es puerto de tentación. 
Con las malas compañía 
no tengas conversación; 
si caes en algún pecado 
no estés en tal perdición, 
ni dejes de arrepentirte 
y hacer buena confesión. 
Señor, quisiera tener 
una altar, dentro en mi pecho 
para recibir en gracia 
al Divino Sacramento. 
A todo mortal con vida 
las ánimas en general, 
para que cuenten las horas 
del reloj que les va a dar: 
A la una, fuerte grito, 
el corazón me devora; 
no hay quien se acuerde de mí 
dice el ánima más sola. 
A las dos entre las llamas 
dicen con grandes lamentos: 
testamentarios, amigos 
cumplid nuestro testamento. 
A las tres, en fuego vivo 
las ánimas nos avisan, 
para que las aliviemos 
con oraciones y misas. 
Ordeno, pues a las cuatro, 
nuestras penas aquí doble 
¿Cómo , pues, no repartís 
una limosna a los pobres?
San Jerónimo a las cinco, 
llega a la puerta y les dice: 
– No traigo ningún consuelo, 
pobrecitas infelices. 
A las seis, en general, 
un Padrenuestro siquiera 
para que nos aliviéis 
en tan abundantes penas. 
No nos echéis en olvido 
que el reloj marca las siete, 
dadnos, pues algún consuelo, 
mujeres, hijos, parientes. 
Si me vieras padecer, 
a las ocho los tormentos 
la sangre del corazón 
yerta está de sentimientos. 
La Virgen con nueve coros 
cuando dan las nueve, llega, 
sacando del purgatorio, 
la que ha purgado sus penas. 
La Virgen cuando se sube 
a las diez, las que quedamos 
por las que están en el mundo 
esta oración suplicamos: 
Pecador, las once son, 
y en ella contemplarás 
que se ha de acabar el mundo; 
como estamos tú estarás. 
Ave María, a las doce, 
las ánimas con gran fervor 
por las que están en el mundo 
dicen aquí esta oración: 
Por vuestra preciosa sangre, 
misericordia, Señor. 
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NOTAS 
(1) SANMILLÁN HIERRO, Cándido: “Las Cofradías” (1). APUNTES en torno a Castroverde, no 8. 
(2) Ibid., p. 8 (3) ARCHIVO PARROQUIAL de Castroverde. Final Libro 1o de Ánimas. 
(4) SANMILLÁN HIERRO, Cándido: “Las Cofradías” (1). APUNTES en torno a Castroverde, no 8. p. 9 (5) Información facilitada por Paulina Baza y Servancia Burón (6) Esta oración la recogí el año 1988; me la recitó Ramona Porqueras, que la había aprendido de su madre. 
BIBLIOGRAFÍA AYUSO, Cesar Augusto:“ Devoción religiosa y fiesta profana. La Cofradía de Ánimas de Cevico de la Torre”, en Revista de Folklore. No 272, 2003. 
SANMILLÁN HIERRO, Cándido: APUNTES en torno a Castroverde, no 8, “Las Cofradías” (I), 1988.