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ESCRITURA ANTENUPCIAL EN LA MARAGATERÍA: EL ARTE DE BORDAR SENTIMIENTOS

RIVERO PEREZ, Manuel

Publicado en el año 2008 en la Revista de Folklore número 336.

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La literatura popular de matiz amoroso sigue viva en la Maragatería, con su riqueza de códigos, signos y símbolos en tres complementos de su traje tradicional: cintos, ligas y cintas.

Atendiendo a las diferencias de género, esta escritura prenupcial, se externaliza y hace pública por medio de dos canales diferentes. El hombre luce con maestría, orgullo y prestancia, los escritos y símbolos bordados por su amada en su cinturón y en sus ligas. La mujer muestra con elegancia y soltura, ese compromiso, a través de los mensajes bordados en las cintas de colores, colocadas de forma visible en la parte posterior del manteo a la altura de su cierre.

La dualidad propietario–poseedor está latente durante el periodo del compromiso, a modo de préstamo. Si se rompe éste, los testigos de la promesa retornan a sus antiguos dueños. La moza devuelve al mozo las cintas y el mozo devuelve a la moza el cinto y las ligas.

DECLARACIÓN DE AMOR

En el más puro estilo medieval, a modo de cantiga de amigo, con influencia del romancero y del cancionero popular, el mozo y la moza prisioneros de su amor recíproco, deciden perpetuarlo y hacerlo público.

Perpetuarlo a través del bordado de símbolos y de textos.

Externalizarlo y hacerlo público, por medio:

a) del cinturón, que por su ubicación y anchura, es una de las prendas más visibles del traje maragato. El cinto, como complemento de lujo, se luce en los días festivos y en los bailes. Los días de fiesta se coloca a la cintura encima de la armilla; para el baile, el danzante, lo coloca encima del chaleco.

Esta prenda está bordada en sedas o felpillas de colores, representando diversos motivos ornamentales y textos de matiz amoroso del estilo, “ni me presto ni me doy sólo de mi dueño soy”, “viva el que baila y yo” o “viva mi dueño”. La parte interior es de cuero, la exterior está forrada en terciopelo o seda. Lleva bolsillos para guardar las castañuelas y tiene unos ocho centímetros de ancho.

b) de las cintas que por su movimiento y colorido es imposible que pasen desapercibidas ante las miradas externas.

Las cintas se las coloca la maragata en la parte posterior del manteo encima del cierre. Se llaman de “letreros”, por las leyendas alusivas que suelen llevar: “viva mi novia querida”, “viva mi dueño”.

c) Las ligas que utiliza el varón para sujetar las polainas a la altura de la rodilla. Éstas llevan bordados textos alusivos al amor y al compromiso prenupcial, del estilo: “cuando esta pájara vuele te olvidará quien te quiere” o “ni me presto ni me doy sólo de mi dueño soy”.

Estas costumbres maragatas de bordar sentimientos, guardan muchas similitudes con los lenços de namorados portugueses, samplers ingleses, stickmustertuch alemanes o los dechados extremeños.

PRIMEROS TESTIMONIOS DOCUMENTALES

En el Poema del Mío Cid, primer texto narrativo en lengua romance, datado en torno al año 1200 y en el Libro del Buen amor, fechado en torno a 1330, encontramos alusión directa a estas dos prendas, así: a) En el Poema del Mío Cid, versos 3088–3093, se describe de la siguiente forma: “vistió camisa de rraçal tan blanca como el sol, con oro e con plata todas las presas son, al puño bien están, ca él se lo mandó; sobr’ella un brial primo de çiclatón, obrado es con oro, pareçen por ó son; sobr’esto una piel vermeia, las bandas d’oro son; siempre la viste Mío Cid el Campeador” b) En el Libro del Buen amor del Arcipreste de Hita, versos 1035 a 1038, al igual que el Poema del Mío Cid, predomina la descripción cromática: “Pues dan una cinta/ bermeja, bien tinta/ e buena camisa/ fecha a mi guisa/ con su collarada”.

DON Y CONTRADÓN

Don y contradón van unidos en este juego de amor, que a modo de reciprocidad, genera una obligación en el intercambio de estas prendas tan significativas como son los cintos, ligas y cintas Maragatas.

El que ofrece testimonia su amor y el que lo recibe lo hace público a modo de conquista, trofeo y premio en el lúdico, pero complicado, juego del amor.

Cintos, ligas y cintas, sellan el compromiso de una relación y marcan el comienzo del intercambio de prendas entre los enamorados de la indumentaria de la boda. A éstos seguirán las calzas, capa, chaleco y armilla por parte de la novia y pañuelos y arracadas por parte del novio.

La moza dibuja sobre una tela blanca, generalmente de lino, códigos del lenguaje amoroso, que le van a permitir externalizar sus sentimientos más íntimos. De forma metafórica ofrece su alma o su ser a su amado.

Este proceso de diseño previo, le va a permitir bordar con diferentes estilos de punto su estado anímico, en su triple vertiente: afectiva, sensitiva y emotiva.

Los trazos de las letras, dibujos y símbolos aparecen armonizados por la variada gama de hilos de colores. Cromatismo que la moza combina sabiamente con el arte del bordado sobre las ligas y la tela que va a recubrir el cinturón. Prendas que a modo de don, va entregar a su amado como testigo de una promesa de amor.

La entrega del cinturón y de las ligas es una señal de compromiso y de amor mutuo. Es el hito que marca el itinerario que debe de conducir al matrimonio en un futuro próximo. Este acto es una verdadera declaración de amor, su misión es la de ratificar y hacer pública la relación amorosa entre los dos amantes.

Colores, letras y formas, dan lugar a un sello de identidad, que hace imposible encontrar dos cinturones, ligas o cintas iguales en su dimensión física. En este sentido, también sería imposible, si es que se pudiera medir, encontrar dos amores equivalentes en el plano emocional.

El amado, en forma de contradón, ofrece a la moza las cintas bordadas de vivos colores con mensajes de temas amorosos. Estas cintas informan a posibles competidores, que la moza que las luce tiene adquirido un compromiso prematrimonial. Compromiso que va a terminar en matrimonio y a ser posible en maternidad numerosa.

Tanto el hombre, como la mujer enamorados depositan grandes esperanzas en ese nuevo cambio de estado, con sus consiguientes proyectos de futuro. Esa nueva etapa es visualizada por ambos plena de felicidad y de armonía conyugal.

Este intercambio de dones, a modo de ofrendas, entre enamorados, tiene sus raíces en la época medieval y por fortuna se conservó en la Maragatería hasta mediados del siglo XX.

ANUNCIO DE UN RITO DE PASO

A modo de ritual iniciático, los códigos de enamorar son utilizados como signos de una relación encaminada a un rito de paso, en el que el amor, bien de forma directa o por medio de metáforas, es su tema central. Se trata del cambio de estado civil, es decir, del paso de soltera a casada en el caso de la mujer, o de soltero a casado en el caso del hombre.

Este lenguaje expresa los sentimientos amorosos de la mujer hacia el hombre, utilizando como soporte cinturones y ligas, y del hombre hacia la mujer amada, utilizando como canal las cintas de colores.

La fugacidad de la palabra se atrapa y se materializa en un objeto físico, a modo de contrato prenupcial, con la intención de mantenerlo vivo y perpetuarlo en el tiempo.

Dos personas asumen públicamente una relación amorosa en la que se prometen fidelidad y amor. Hacen pública su promesa de matrimonio por medio del uso visible en actos sociales, fiestas y romerías de cintos, ligas y cintas marcadas.

El simbolismo de las dos prendas es muy similar:

Cinturón: significa sujetar, abrazar, ceñir y unir.

Cintas: significan unir, enlazar, atar, acercar y atraer.

Ligas: significan igualmente sujetar, unir, ceñir, atar o enlazar.

Además, a las cintas, ligas y cintos podemos verlos como: prendas de afecto; mensajeros de amor; pruebas de amor firme y leal; declaraciones de amor; materialización de un compromiso; amores correspondidos; testimonios de bienquerer o elogios de la persona amada.

TEXTOS

Los textos representan la voz del pasado. En cuanto a su estructura, es de destacar su: expresividad, síntesis, brevedad y capacidad comunicativa. “Ni me presto ni me doy sólo de mi dueño soy”, “viva mi novia querida”, “viva mi dueño”, “cuando esta pájara vuele te olvidará quien te quiere” o “viva el que baila y yo”.

Estamos ante una forma original, innovadora y creativa de perpetuar sentimientos, en cierto modo, alejada de purismos académicos. Esta forma expresiva es capaz de mezclar y de armonizar la prosa literaria con la lírica de los cantares medievales.

Nos encontramos con una temática amorosa, con sus peculiares rasgos lingüísticos e identitarios, en la que la declaración de amor se realiza a través de signos, símbolos y metáforas artesanalmente bordadas.

Esos textos guardan el tesoro de la sabiduría popular. De forma directa, coherente y emotiva nos transmiten el lenguaje del amor, al mismo tiempo, logran perpetuar la memoria de la lengua hablada.

A través de un análisis minucioso de los textos escritos de cintos, ligas y cintas, destacamos:

a) que se da una fuerte influencia de la fonética en la ortografía.

b) que la utilización de mayúsculas y minúsculas es aleatoria.

c) que la existencia de letras invertidas, principalmente de la “s”, se da con frecuencia.

d) que la utilización de la “b” y de la “v”, también es aleatoria.

Estas cuatro variables son normales en una cultura predominantemente oral; en un tiempo en el que el grado de analfabetismo incidía de forma más acentuada en la mujer y en la que el arte de bordar era exclusivo del género femenino. En este apartado, es de destacar, que la actividad cambió de sexo, dado que, los grandes bordadores de la edad media eran hombres.

Profesión que requería talento, daba prestigio, poder y reconocimiento social. El periodo de aprendizaje del oficio duraba ocho años, al final del cual había que superar una dura prueba para poder alcanzar el grado de maestro. Esta actividad, que era capaz de transformar una simple tela en una obra de arte, estaba asociada en un importante gremio de bordadores, que como todos los gremios, establecía, regulaba y controlaba la profesión.

A la mujer maragata, le bastaba conocer la técnica del bordado, para plasmar en materiales duraderos, códigos y símbolos de amor. El oficio de bordar, en sus diferentes estilos: punto de cruz, cadena, flor o canutillo, crea una simbiosis perfecta entre el arte popular y el mundo de los afectos, al tiempo que es capaz de combinar la riqueza visual del colorido con la precisión del mensaje. Mensaje, cuya misión fundamental, es informar de forma clara, directa y precisa, que ese mozo o esa moza estaban enamorados y comprometidos.

LOS COLORES

El simbolismo cromático comunica con más efectividad y de forma más rápida que la palabra escrita, nos permite imaginar y dar vida a lo que está distante, oculto o ausente. En ese sentido, las diferentes tonalidades de los colores nos transmiten de forma simbólica emociones, deseos y estados de ánimo, así:

a) El rojo en sus diferentes tonalidades expresa: deseo, pasión, amor carnal. Simboliza la fuerza vital de eros.

b) Verde simboliza: juventud, frescura, renovación, fertilidad y esperanza.

c) Naranja simboliza: templanza, razón y equilibrio.

d) Castaño aparece ligado a la tierra como símbolo de fertilidad, de sustento y de protección.

e) Violeta se asocia a la soledad y a la nostalgia que produce la ausencia del ser amado.

f) Amarillo guarda relación con los celos, el adulterio y la infidelidad.

g) Blanco: simboliza inocencia, pureza, virginidad y en cierto modo la verdad.

h) Negro: guarda connotación con la noche, las tinieblas, el dolor y la muerte.

i) Azul: simboliza el cielo, vida espiritual, fe, tranquilidad, felicidad y la trascendencia divina.

LAS FIGURAS, FORMAS Y LÍNEAS

Soles, lunas, corazones, flechas, líneas, grecas, racimos de uvas, hiedras, rosas y claveles bordados en las cintas, ligas y los cintos maragatos, nos permiten pensar en imágenes. Estos símbolos nos transmiten la idea de orden, de ciclo o de relación causa–efecto.

Los símbolos son magníficos auxiliares de la memoria, a través de ellos percibimos actitudes e interpretamos conductas y valores, así:

a) El corazón representa la efervescencia del amor. Resalta el estado emotivo. Es el cordón umbilical que alimenta la vida de los enamorados.

b) El Sol es el astro rey que representa: vitalidad, pasión y vida llena de luz. Se asocia al género masculino.

c) La Luna simboliza: fertilidad, renovación y los ciclos de la vida. Se asocia al género femenino.

d) Las estrellas son símbolos de guía y de protección.

e) Las grecas: representación geométrica de las líneas de la vida. Es la perpetuación del linaje a través de los hijos.

f) Los ramos de flores: simbolizan una celebración triunfal.

g) La rosa: simboliza la perfección sublime, sensualidad, belleza, frescura y juventud. Se identifica con el género femenino y el clavel con el género masculino.

EL LEGADO CULTURAL

Los cintos, ligas y cintas que acompañan a la indumentaria maragata, fueron algo más que unos simples complementos del traje de fiesta de hombres y de mujeres. Eran piezas básicas del complejo puzzle del juego amoroso.

A través de ellos podemos reconstruir códigos de conducta y modos de ser, de estar y de actuar de una comunidad a través del tiempo. Estamos ante una auténtica crónica de costumbres, que perpetua tanto la memoria individual como la colectiva.

Actualmente, cintos, ligas y cintas, conservan la misma forma, aunque su fondo quedó vaciado de contenido. Perdieron el valor de la escritura antenupcial, ya no son el amuleto vehicular del mensaje de los amantes con sus códigos, normas y valores. Afortunadamente siguen ahí presentes, a modo de pergaminos bordados, como puentes con el pasado, que nos permiten traer al presente datos, información, conocimiento y sabiduría de unas gentes y de una cultura, tan singular y a la vez tan enigmática como es la del pueblo maragato.

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BIBLIOGRAFÍA

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BARREIRA, Maria de Fátima da Silva (1966): Catálago da Colecçao de lenços marcados, Barcelos, Museu Regional de Cerámica.

BASTOS, Adriano (2006): Lenços de Namorados: A Literatura Popular como Escritura Antenupcial, Tesis Doctoral, Universidade de Vigo.

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Páginas Web visitadas:

www.museoencaje.com

www.aliancartesal.pt

www.braga.com.pt

www.lamaragateria.com



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ESCRITURA ANTENUPCIAL EN LA MARAGATERÍA: EL ARTE DE BORDAR SENTIMIENTOS

RIVERO PEREZ, Manuel

Publicado en el año 2008 en la Revista de Folklore número 336.

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