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Las Pitanzas de Librilla (Murcia): Un ritual del estío

LUJAN ORTEGA, María / GARCIA MARTINEZ, Tomás

Publicado en el año 2007 en la Revista de Folklore número 323.

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INTRODUCCIÓN

La pitanza según el Diccionario de la Lengua Española (1), “es una ración de comida que se distribuye a quienes viven en comunidad o a los pobres”. En este caso, es un panecillo de baja calidad que estableció su reparto el concejo, para mitigar las hambrunas producidas por la falta de cosechas, por el alto precio del cereal o por los elevados impuestos que se pagaban por moler el cereal en los molinos. Las pitanzas eran arrojadas desde la torre de los ayuntamientos para los pobres. Este ofrecimiento tiene un supuesto origen en el siglo XVIII. Con el paso de los años, esa costumbre de necesidad perecería hasta una posible recuperación; en la actualidad se ha convertido en una fiesta en donde miles de pitanzas son arrojadas desde el balcón del ayuntamiento por la festividad de San Bartolomé en Librilla.

Con la llegada del mes de agosto, la población de Librilla (Murcia) se viste de gala para celebrar sus fiestas patronales en honor a San Bartolomé.

Dentro de la fiesta, destaca un ritual propio y curioso de esta población murciana, el lanzamiento de “Las Pitanzas” desde el balcón del Ayuntamiento (2) a toda la población asistente.

En la actualidad, la pitanza es un panecillo redondo de unos 200 gramos de peso realizado por panaderos de la localidad para obsequiar a todo ciudadano asistente a la festividad.

SITUACION GEOGRÁFICA DE LIBRILLA

Librilla es una población que forma parte de la comarca del Bajo Guadalentín, limita al norte con los términos municipales de Murcia y Mula, al este con el de Murcia, y al sur y oeste con el municipio de Alhama de Murcia. Librilla está circundada por varias ramblas que son los lindes con otros municipios como el Río Guadalentín o Sangonera que la separa de Sangonera La Seca, la Rambla de Algeciras que delimita con Alhama de Murcia y la rambla de Río Orón o Seco que pasa por el centro de la población, partiendo de Sierra Espuña y desembocando en el Río Guadalentín.

El Diccionario geográfico estadístico histórico de Pascual Madoz (3), presenta una panorámica de la población a mediados del siglo XIX en la que se define cómo era la población por aquellos años en los que dio principio la fiesta de las Pitanzas:

“Villa con ayuntamiento en la provincia de Murcia (4 leg.), partido jurisdiccional de Totana, diócesis de Cartagena con residencia del obispo en la capital de la provincia. Se halla situado en terreno un tanto desigual en forma de un cuadrilátero, separado de sus arrabales por un gran barranco que se cruza por un puente de cal y canto de un solo ojo; su clima es templado; goza de buena ventilación reinando especialmente los vientos N y O. siendo las tercianas y pústulas malignas de las enfermedades más comunes. Se compone de unas 420 casas con las del arrabal formando cuerdo de población repartidas en diversas calles, siendo la más notable la que de E. á O. cruza toda la vecindad por la que va el camino general de Murcia á Granada: tiene casa consistorial, cárcel, posito y casa tercia, una posada sumamente capaz y de buena construcción; escuela de niños y otra de niñas, concurrida la primera por 40 y dotada de 912 rs. y á la segunda asisten 30; iglesia parroquial de segunda clase (San Bartolomé) servida por un cura y sacristán, y por último un cementerio que en nada perjudica á la salud pública. Los vecinos de esta villa se surten del agua común con que fertilizan una poca huerta, la que nace en jurisdicción de Mula y la traen por medio de cañerías. Confina el término al N. con el de Mula (3 leg.); E. Alhama (2); S. Fuente Álamo (5), y O. Alcantarilla (3); hay en él 3 ermitas en las que los fieles oyen misa; una grande heredad con molino de aceite llamado Cañada Onda y la venta de Ángeles á la distancia de _ de legua. El terreno puede dividirse en 3 clases; su mayor parte es de secano, mas alrededor de la población tiene varios trozos de riego; le atraviesa el río de Sangonera que lleva el curso de O á E. y va á confluir con el Segura; el caudal de sus aguas generalmente es muy pobre; por la parte N. tiene algunos montes pero despoblados y áridos. Caminos: el general de Murcia á Granada, de ruedas, y otro que va á Cartagena, ambos en regular estado. La Correspondencia se recibe de la administración de Murcia 3 veces en a semana, llevada por el conductor que pasa con toda la de Andalucía. Producen trigo, cebada, panizo ó maíz, aceite y algunas legumbres y hortalizas; hay muy poco ganado lanar y cabrío el necesario para el consumo y ninguna caza. Industria la agrícola, algunos molinos harineros y 6 de aceite llamados almazaras y una fábrica de salitre. Población 717 vecinos, 3.083 almas. Riqueza terreno 3.535,766 rs. El presupuesto municipal asciende á 11.000 rs. y se cubren con 524 del producto de yerbas, 3.500 de la renta de la panadería y el déficit por reparto vecinal”.

LA FIESTA DE LAS PITANZAS

Varias son las teorías encontradas sobre el origen en fecha y finalidad de la fiesta de las Pitanzas. Julio Caro Baroja (4) comentaba lo siguiente sobre esta interesante fiesta del estío veraniego:

“En Librilla, pueblo no muy lejos de Murcia, el día de San Bartolomé se celebra un rito conocido con el nombre de “las pitanzas”. Desde muy temprano las autoridades municipales recorren las calles recogiendo harina: cada vecino la da en proporción a su piedad o estado económico. Las sacas de harina se llevan al horno para amasar las pitanzas, es decir unos panes de seis onzas, que se distribuyen a primera hora de la tarde; hay años de escasez en los que no se reparten más de cien kilos, pero en los de abundancia se dan hasta quinientos. Su mala calidad hacía, sin embargo, que ni los mendigos las estimasen, y así se arrojaban a voleo por los mozos desde el muro del reloj. Según la piadosa opinión, la costumbre se remonta a un año de gran escasez y sequía en que los vecinos prometieron al santo patrón hacer una limosna a los pobres si se les libraba de semejantes calamidades, como les libró”.

En el Diario La Opinión (5) de 2003, explicaba en las crónicas de aquellos años el ritual de la fiesta consistente en el lanzamiento de 14.000 panecillos al pueblo, así como, su origen remontado a 200 años atrás, es decir un origen establecido hacia 1803, según las fechas tratadas por el periodista que realizó el reportaje en aquel año:

“Con el lanzamiento de casi 14.000 «pitanzas »o panecillos de San Bartolomé desde el balcón del Ayuntamiento, los vecinos de Librilla cumplieron ayer con una tradición que se remonta 200 años atrás”.

[…] “Esta tradición se remonta a más de dos siglos atrás cuando durante un año de sequía los vecinos de Librilla no pudieron recoger suficiente trigo por lo que se pasó una temporada de penurias. Al siguiente año, la cosecha fue excelente y los vecinos donaron al Ayuntamiento parte del trigo que habían cultivado para que fuera molido por los molineros de la época y así los panaderos pudieran hacer las pitanzas”.

Siguiendo con las posibles hipótesis del origen de la fiesta, un revelador artículo de Luis Orts publicado en el Diario El Liberal de 1934 (6), describe notas muy interesantes sobre los actos acontecidos en las fiestas patronales de Librilla del año 1877, por lo tanto a pesar de contar con referencias de 1888, es esta efeméride de 1877 la noticia más antigua encontrada hasta el momento, en la que se alude al lanzamiento de “Las Pitanzas” (7), aunque por la descripción que el autor realiza es un rito fraguado en la tradición:

“El suceso que me propongo recordar en este artículo ocurrió en el citado pueblo de Librilla el día 23 de Agosto del año 1877 víspera de San Bartolomé, Patrón de aquel pueblo.

Contratada la renombrada banda de música de La Ñora para amenizar las brillantes fiestas organizadas en honor del Santo titular, el día 22 del citado mes de Agosto, a mediados de tarde, salió para Librilla, conducida en dos carros de los llamados de lanza, tirados por un par de mulas cada uno. A la entada del pueblo, por el sitio en el que se levanta la gigantesca loma se apearon los músicos en medio de una gran concurrencia de gente que había ido a recibirlos y puestos en correcta formación entraron por las calles ejecutando el hermoso pasodoble de «El anillo de hierro» y luciendo el vistoso uniforme del Cuerpo de Artillería que usaba la banda, por pertenecer casi todos sus individuos al personal de la Fábrica de Pólvoras de La Ñora.

A la mañana siguiente salieron las autoridades y mayordomos de la fiesta a recoger la limosna de los vecinos y la banda de música tuvo que dividirse en dos grupos para recorrer todo el pueblo, tocando sin parar de casa en casa por espacio de algunas horas, aguantando el calor del sol que calcinaba las piedras. La colecta se hizo con excelentes resultados y gran regocijo del vecindario todo; pero llegó aquella malhadada tarde, de la que no quisiera acordarme y a las expansiones de júbilo y alegría que reinaba en el vecindario, sucedió la consternación y el pánico de las grandes catástrofes.

En la plaza del pueblo se había construido un tablado de gran altura para la música, adosado a la fachada del Ayuntamiento al que se salía por uno de los balcones del edificio. Al mediar la tarde, cuando el sol iba descendiendo, empezó a soplar una brisa refrigerante, las gentes fueron invadiendo la plaza hasta llenarla por completo y los músicos, cada uno en su puesto, ocuparon la plataforma del tablado en unión del señor Alcalde que tuvo gusto en acompañarles. También les acompañó un cantor llamado Sabas que la banda llevaba para la misa.

A la señal convenida la banda rompió con un alegre pasodoble y al propio tiempo, desde lo alto de la torre, empezaron a caer las pitanzas con gran alboroto de los chicos que para recogerlas del suelo chillaban y corrían por todas partes […]”.

En una noticia de 1888 (8), se relatan los acontecimientos sucedidos en las fiestas patronales de aquellos años y se explica el ritual de “Las Pitanzas” que estaba instaurado como una costumbre de recoger donativos de harina para después hornear centenares de pitanzas que serán repartidas:

“Personas que han presenciado las fiestas populares y religiosas que han tenido lugar en este pueblo en honor á S. Bartolomé, nos dicen que estas han revestido gran pompa y solemnidad. En las fiestas de calle hubo, eso si, mucha pólvora suelta y rabiosa, hasta el punto de que la banda de música del Sr. Espada, hubo de levantar el campo la noche de la víspera, de donde estaba tocando, por la lluvia de carretillas que disparaban sin cesar los mozos del pueblo.

En esta fiesta se verificó la tradicional pitanza, costumbre que consiste en ir recogiendo por todo el pueblo donativos de harina, con la cual se hacen centenares de tortas que por la tarde son arrojadas desde la torre de la iglesia sobre la muchedumbre que se aploma en la plaza […]”.

Años más tarde, a principios del siglo XX (9), se relata en otro periódico local parte de las fiestas de Librilla en la que se alude al disparo de tracas. La música acompaña a la comisión que recoge la harina para realizar las pitanzas:

“[…] Día 23.- Al alba, diana, con disparos de morteros y tracas; á las siete la Comisión recorrerá la población haciendo la recolección de harina para la tradicional pitanza; á las doce música con disparos en el atrio de la iglesia; á las cinco de la tarde, en la plaza de Alfonso XIII, distribución de pitanzas; á las nueve una cuerda magnífica y verbena hasta las once, para cuyo efecto se engalanaran las principales calles con gran profusión de arcos y alumbrado á la veneciana […]”.

Bien es sabido, que la tradición oral es sabia, pero que si no es reflejada por escrito deja de tener en muchas ocasiones fidelidad. La prensa escrita, fuente importantísima para los estudios de todo ámbito, ayuda al investigador a enmarcar en tiempo y espacio la fiesta, caso que nos ocupa en este momento; así se observa que en el año 1902 (10), en Librilla se realizaba entre los actos de las fiestas patronales el lanzamiento de Las Pitanzas:

“Programa de fiestas. Verbenas, cucañas, pitanzas. Adjudicación de dos premios, uno al mejor mantón de Manila, otro a la que mejor vista de huertana”.

Años más tarde, hacia 1905 (11) se menciona en el programa de fiestas la colecta de harina para poder realizar las pitanzas:

“Programa de fiestas. Colecta de harina para las pitanzas. Cucañas, bailes populares y otras diversiones”.

Siguiendo con el transcurso del siglo XX, en los años 1912 (12) y 1930 (13) los diarios de la época cada vez que llegaba el mes de agosto se hacían eco de los actos festivos–religiosos en honor al Patrón. Destacando el ritual de “Las Pitanzas” en el que los mayordomos de las fiestas junto a las autoridades locales acompañados de la banda de música iban por todo el pueblo recogiendo la harina para hacer posteriormente “Las Pitanzas”:

“[…] 22.- Por la tarde, carreras de caballos en las que se cojerán (14) lindas cintas, bordadas por señoritas de la localidad, y al anochecer se conducirá procesionalmente al Santo desde la casa de su camarero D. Rafael Melendreras Lorente a la iglesia. Irá acompañado de las autoridades y el clero.

23.- A las diez de la mañana salen las autoridades (15) con la música (16) por todo el pueblo a recoger harina para hacer la tradicional pitanza (pan) que por la tarde tirarán las señoritas antes citadas desde el balcón del Ayuntamiento y por la noche se disparará una bonita cuerda con numerosas piezas. […]”.

Así mismo la noticia de 1930 nos comenta lo siguiente:

“Programa de las fiestas que la villa de Librilla celebra en honor de su glorioso Patrono el Apóstol San Bartolomé, durante los días 22, 23 y 24 del corriente mes.

[…] Día 23.- Al alba, volteo de campanas, concierto musical en la puerta de la iglesia y disparo de tracas. A continuación la Comisión de Festejos, acompañada de la banda, recorrerá las calles (17) del pueblo, recogiendo la harina para las pitanzas. A las cinco de la tarde, vísperas solemnes en el templo parroquial, terminadas las cuales serán arrojadas las pitanzas desde el balcón del Ayuntamiento por distinguidas señoritas de la localidad. Por la noche, verbena, terminando los festejos de este día con el disparo de un árbol de fuegos artificiales […]”.

En los años 40 (18) del siglo XX, las fiestas seguían celebrándose, en la prensa de la época comienzan a salir las primeras fotografías del patrón San Bartolomé, anuncios de establecimientos del pueblo, etc.

“[…] Día 23-. A las siete, gran diana, a continuación autoridades y Comisión de Festejos recorrerán las calles recogiendo la harina para las tradicionales “Pitanzas del Santo”.

A las doce, concierto musical en la plaza de Gil Guillamón.

A las 19, juegos infantiles en la plaza del Caudillo.

A las 20, desde los balcones de la casa Ayuntamiento serán arrojadas a la población las sabrosas Pitanzas […]”.

EL RITUAL DE LAS PITANZAS

Varios son los símbolos que se representan en esta fiesta, comenzando con la recogida de harina por las casas del pueblo el día antes de la festividad de San Bartolomé. Los encargados son el alcalde, los alguaciles, la comisión de fiestas con las reinas y los mayordomos. La petición de harina por las casas, según las noticias de prensa recogidas, se hacía el mismo día por la mañana para posteriormente repartirlas o se recogía la harina el día anterior. La harina que se donaba correspondía con las posibilidades de cada familia (19):

“[…] Día 23.- Al alba, volteo general de campanas, diana por la banda, tracas y cohetes. A continuación la comisión de festejos y banda recorrerá el pueblo, pidiendo la harina para la tradicional pitanza […].

Por la tarde, se celebrarán en la parroquia solemnes vísperas terminadas las cuales dará principio el clásico e insustituible festejo de las «Pitanzas», las que serán arrojadas desde la torre del reloj por bellas señoritas de la localidad. Por la noche verbena y una cuerda de fuegos artificiales […]”.

En la víspera del 23 de agosto por la tarde, día principal en las fiestas de Librilla, son repartidas las pitanzas. Entre los actos que participan en este ritual es el disparo de cohetes y pólvora, la celebración de una misa en honor a San Bartolomé. También, la banda de música ameniza con un pasacalles en la Procesión de San Bartolomé. Esta imagen es de propiedad privada; a primeras horas de la tarde es arreglado un trono con flores y se exhibe en la casa de sus propietarios. En el municipio de Librilla se asientan las casas nobiliarias en sus ejes principales, sobre todo en el antiguo paso de Murcia a Andalucía, donde se ubican casas como de los Chico de Guzmán, la casa del marqués de Camachos y las posadas reales. La procesión parte de la casa nobiliaria de los propietarios de la imagen que son los Herederos de Alfonso Ruiz Roldán; a la procesión acompaña como ya hemos dicho la banda de música, las autoridades locales, la comisión de fiestas y todo el pueblo. Hasta que la procesión no es concluida, no comienza el reparto de las pitanzas.

Las pitanzas son lanzadas desde el balcón del ayuntamiento próximo a la Torre del Reloj. La primera pitanza es arrojada por el alcalde, la segunda por el cura de la localidad, posteriormente las reinas de las fiestas y a continuación se comienzan a disparar desde todos los balcones y de la Torre del Reloj miles de pitanzas (20). En el año 2007 (21), se tardó en repartir las 12.000 pitanzas alrededor de una hora, donde miles de personas abarrotaban la plaza del ayuntamiento y calles anexas:

“El «Día de las Pitanzas» de las fiestas de San Bartolomé de Librilla comenzó ayer con la tradicional recogida de harina por las calles del pueblo. Una comitiva por la Reina de las Fiestas.

Al paso del carro, todo el pueblo salía de sus casas para aportar la preciada sustancia con la que se hacen los panecillos.

[…] Desde que en la Edad Media los vecinos de Librilla se encomendasen a su patrón, San Bartolomé, para que les ayudaran a pasar la hambruna del momento –y parece que así fue–, se viene repitiendo todos los años este acto de agradecimiento al santo.

José Miguel García, que lleva tres años consecutivos organizando estas fiestas, afirma que, de media, se suelen elaborar todos los años alrededor de 12.000 panecillos de 200 gramos de peso cada uno con los kilos de harina que aportan todos los vecinos del pueblo.

Normalmente, desde por la mañana hasta la hora de la tirada de pitanzas, todas las panaderías de Librilla trabajan duro elaborando los típicos panes de la localidad.

En total, cuatro grandes hornos suelen estar encendidos toda la jornada […]”.

Según cuenta la tradición en la casa donde se guarda una pitanza, que está bendecida por San Bartolomé no se pasarán carestías. Las pitanzas se deben guardar todo el año. Aunque el origen del repartimiento de pitanzas era para combatir el hambre entre los más necesitados (22):

“[…] Dice la tradición medieval que guardar una pitanza durante todo el año asegura que no habrá faltas. Los librillanos siguen a pies juntillas el dicho y el día de las pitanzas no vacilan con hacerse con uno de estos panecillos elaborados ese día en las panaderías, por si las moscas”.

La fiesta de las pitanzas, al igual que muchas otras fiestas, terminan con un castillo de fuegos artificiales, para después seguir con los actos en el recinto festero. En la siguiente noticia de 1906 (23), recoge los actos de la fiesta, pero la harina recolectada y el pan amasado y horneado está destinado a los pobres, y no es repartido desde los balcones del ayuntamiento:

“[…] Día 23.- Por la mañana, á las cinco, alborada, consistente en repique general de campanas, disparo de tracas y morteros, y pasacalles por la banda.

A las ocho, recogida de la harina para la confección de los panecillos, que constituyen una tradición en esta villa y con los que en honor del patrón se socorre á los pobres.

Por la tarde, á las cinco, música y paseo en la Plaza y calles referidas y reparto del pan á los pobres.

Por la noche, á las ocho y media, segunda verbena y disparo de un castillo de fuegos sueltos, por el mismo pirotécnico Sr. Canovas […]”.

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NOTAS

(1) www.rae.es

(2) En el Diario La Verdad de Murcia a 17 de agosto de 2001, aparece en la página 13 una fotografía de archivo realizada por Juan Leal sobre los vecinos de Librilla en la plaza del ayuntamiento recibiendo las “Pitanzas” en las mencionadas fiestas patronales de San Bartolomé.

(3) MADOZ, P.: Diccionario geográfico estadístico histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, 1845–1850.

(4) CARO BAROJA, J.: El estío festivo, Madrid, 1986.

(5) CANO, J.: “Como caído del cielo”, Diario La Opinión, 23 de agosto de 2003.

(6) ORTS, L.: “Una efeméride memorable: dedicada a los señores Alcalde, Concejales y Secretario del Ayuntamiento de Librilla”, Diario El Liberal, 24 de agosto de 1934.

(7) En una noticia encontrada en el Diario La Paz. 20 de agosto de 1868. Se explica el programa de fiestas a celebrar, pero en ningún caso se hace referencia a la recogida de harina, ni al lanzamiento de “Las Pitanzas”: “El pueblo de Librilla celebra la de su patrón San Bartolomé el lunes 24 del actual. Predicará nuestro paisano el distinguido orador sagrado D. Francisco Bermúdez de Cañas. Se preparan con este motivo grandes fiestas con fuegos artificiales, quemándose un magnífico castillo de pólvora, cucañas, bailes, etc. Donde la gente de buen humor podrá divertirse. Envidiamos a los que podrán disfrutar de ellas”.

(8) “Librilla”, Diario de Murcia. 29 de agosto de 1888.

(9) “Fiestas en Librilla: Dedicadas á su patrono S. Bartolomé Apóstol”, Diario de Murcia. 21 de agosto de 1901.

(10) Diario El Liberal. 20 de agosto de 1902.

(11) Diario El Liberal 21 de agosto de 1905.

(12) “Librilla: Fiestas en honor de San Bartolomé los días 22, 23 y 24 del presente mes”, Diario El Liberal. 18 de agosto de 1912.

(13) “Librilla”, Diario La Verdad. 21 de agosto de 1930.

(14) [Cojerán] Respetamos ortografía original.

(15) En las fiestas patronales de 1902 el alcalde de la localidad de Librilla era D. Fulgencio Saura de la Cruz.

(16) La Banda de música del pueblo de Librilla estaba dirigida hacía 1902 por el maestro D. Baltasar Espada.

(17) En aquellos años se les comunicaba a los lugareños que engalanaran las calles y plazas del pueblo como bien ocurrió en las fiestas de 1930 en las que la plaza de Alfonso XIII y las calles inmediatas estaban engalanadas con arcos de follaje y gallardetes.

(18) “Librilla en sus tradicionales fiestas”, Diario La Verdad. 21 de agosto de 1947.

(19) “Fiestas en Librilla”, El Tiempo. 20 de agosto de 1918, p. 1.

(20) “Las pitanzas de San Bartolomé serán lanzadas esta noche desde el Ayuntamiento”. La Opinión. 22 de agosto de 2007, p. 19.

“Miles de vecinos del municipio de Librilla volverán a llenar esta noche la plaza de la Casa Consistorial para recibir el tradicional lanzamiento de pitanzas. A las ocho y media se realizará el traslado de la imagen del patrón desde la casa de los herederos de Alfonso Ruiz Roldán a la iglesia. Una vez concluida la procesión comenzará el lanzamiento de las pitanzas de la mano de las autoridades locales y las reinas de las fiestas. Para que este evento sea posible, esta mañana, a las nueve y media, iniciarán la recogida de la harina. La comitiva recorrerá, acompañada de la agrupación musical, las principales calles de la localidad.”

(21) FERRÁN, J.:“Amasando la tradición: Los vecinos de Librilla aportaron ayer su harina para hacer 12.000 pitanzas”, La Opinión. 23 de agosto de 2007, p. 15.

(22) “A. S. Las fiestas de San Bartolomé entran en su semana grande”, La Verdad. 17 de agosto de 2007, p. 20.

(23) “FIESTAS EN LIBRILLA”, El Liberal. 20 de agosto de 1906, p. 1.

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BIBLIOGRAFÍA

CARO BAROJA, J.: El estío festivo, Madrid, 1986.

MADOZ, P.: Diccionario geográfico estadístico histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid, 1845–1850.

MUÑOZ ZIELINSKI, M.: Calendario festivo Costumbres, usos, y fiestas de la Región de Murcia: 1840–1930, Murcia, 2004.



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Las Pitanzas de Librilla (Murcia): Un ritual del estío

LUJAN ORTEGA, María / GARCIA MARTINEZ, Tomás

Publicado en el año 2007 en la Revista de Folklore número 323.

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