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LA HUELLA DEL LOBO EN EL REFRANERO ESPAÑOL

CHARRO GORGOJO, Manuel Angel

Publicado en el año 2001 en la Revista de Folklore número 243.

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VI

¡O mate mala ponzoña
a pastor de tal manera,
que tiene cuerno con miera
y no les unta la roña:
Ve los lobos entrar,
y los ganados balar,
e él, risadas en oillo,
nin por esto el caramillo
nunca cesa de tocar.

(Coplas de Mingo Revulgo, siglo XV).

INTRODUCCION

A lo largo de la historia, las gentes del común, han utilizado las enseñanzas que les ha proporcionado la observación directa de los animales salvajes, condensando estas cualidades en las breves y sustanciosas palabras de un dicho o de un sentencioso refrán. Su naturaleza folklórica, la condición de saber popular que se le concede y el hecho de atesorar en su enunciado costumbres pasadas, le confieren un gran valor en la reconstrucción de la forma de pensar, sentir, comportarse, interrelacionarse y vivir los individuos de una colectividad determinada.

Los refranes han surgido en todos los países, unos tomados de fábulas y de los cuentos; otros de hechos históricos, de antiguas leyendas; y la mayor parte, interpretando las costumbres de los pueblos, con sus vicios y sus virtudes. Tal vez su raíz, surgiera en la prehistoria, a poco de descubrirse el lenguaje articulado, fundamento de toda cultura universal. Quizá se remonte a la época de aquellos clanes prehistóricos, reunidos en pareja por grupos que tenían la loable costumbre de visitarse anualmente. En esos encuentros, en los que tomaban parte personas de diferentes edades y condición social, solían formarse grupos para gozar del placer de la charla, y en éstos no era raro que alguien propusiera como distracción narrar las costumbres de los animales que los demás grupos desconocían. Lo cual no parece extraño que se plasmaran en breves sentencias que aumentarían el acervo cultural de los grupos gestándose un fondo de sabiduría popular.

Nadie pone en duda que los refranes sobre los animales han prevalecido a través de los siglos por la verdad que contienen, recordando algún rasgo psicológico del animal, costumbres, alimentación, vida u otra cualidad comparativa con las del hombre.

El pueblo llano en el refranero zoológico compara las costumbres e instintos de los animales a las virtudes y vicios de los hombres por medio de refranes y proverbios, de esta forma se ofrece un cuadro distorsionado o caricaturizado de la sociedad o de los diversos sectores de la misma que pretende censurar o fustigar. Los lobos no son sino las figuras de nuestras virtudes y de nuestros vicios, errantes ante nuestros ojos, los fantasmas visibles de nuestras almas. Aunque lo frecuente es que al lobo se le asignen cualidades negativas.

Numerosos refranes populares van ligados a las festividades y santos del calendario, que permiten localizar cronológicamente muchas actividades biológicas como el momento del parto y la época en que hay suficiente alimento para la loba y los lobeznos. En el mundo agrario el conocimiento del santoral, acompañado de la observación que le rodea y de la experiencia, permite conocer los principales hábitos y comportamientos de estos cánidos.

Los grandes maestros de la paremiología recopilaron los refranes ordenados por criterio alfabético, la mayoría de las veces con la simple transcripción del mismo y otras agregando una lacónica explicación de una voz o una más detallada glosa explicativa, apareciendo en sus obras todos los proverbios y dichos sentenciosos populares de la época.

La presencia del lobo en el refranero popular y otras manifestaciones culturales nos permite recrear la huella indeleble que ha dejado el cánido en el imaginario colectivo de todas las épocas. Los vínculos entre el hombre y el lobo quedan patentes cuando analizamos el contenido del refranero, donde tenemos la oportunidad de rescatar datos sobre estos carnívoros y sus andanzas.

SECULAR ANTAGONISMO ENTRE HUMANOS Y LOBOS

Las relaciones entre los lobos y los humanos debieron estar presididas durante mucho tiempo por un mutuo respeto y un prudente distanciamiento, pues las presas eran abundantes para ambos cazadores sociales. Podemos reproducir con cierta verosimilitud los enfrentamientos entre los primeros cazadores y las manadas de lobos disputándose los mismos restos de animales frescos matados.

Desde los tiempos prehistóricos, el inicio de la auténtica rivalidad surgiría, probablemente durante la revolución neolítica, cuando algunos grupos humanos cambiaron el secular estilo nómada de cazadores y recolectores por una forma de vida sedentaria, domesticando determinadas especies vegetales y animales que a partir de entonces constituirían su fuente de alimentación. Pero, el hombre con el advenimiento del rebaño doméstico o la parcela cultivada se transformó en feroz defensor de sus propiedades. El único animal que de una manera tenaz le hacía pagar un cuantioso tributo en sus rebaños era el lobo, que agotadas sus presas naturales durante milenios, se hizo parásito del hombre en amplias zonas de su habitat, ejerciendo una permanente depredación sobre ungulados tan fáciles de cazar como las ovejas, los bóvidos o los caballos domésticos. El lobo compite por una caza exclusivamente reservada para el hombre; éste se siente directamente amenazado en sus bienes, puesto que toma a sus rebaños, a los cuales consagra en adelante lo esencial de sus actividades. Este antagonismo le vale al lobo ser designado por los pastores indoeuropeos bajo el nombre de varka, el raptor, el ladrón por excelencia, que se encuentra en el vlk checo, el lupus latino, el wolf germánico e incluso el bleis galo. Estas son las sociedades de pastores que, sin cesar de dirigir ruegos e invocaciones a las divinidades susceptibles de liberarlos, tienen los primeros perros adiestrados e inventan armas con el fin de defenderse contra el lobo.

A priori, podríamos imaginar una guerra fría entre ambos predadores. Pero desgraciadamente, comparten los mismos gustos, persiguen la misma caza, muestran relaciones de rivalidad y llegan a molestarse mutuamente. El lobo prefiere las presas poco combativas o algunas cabezas de ganado mal protegidas. Por lo que respecta al hombre, no come el lobo ya que la carne demasiado coriácea y nauseabunda, le repugna; solamente la piel espesa y gruesa gozará de numerosas virtudes: Llevar una gorra de pelo de lobo impedía el hechizo, llevar una tira de cuero alrededor del cuello aseguraba el éxito en el amor, y en Sicilia y en España un trozo de piel preservaba a los niños de las enfermedades. Es a partir de la Edad Media, cuando nuestros antepasados, le declararon una enconada guerra a muerte que perdura hasta nuestros días.

La escasez de alimentos en los períodos invernales ha obligado al lobo a centrar sus capturas en los animales domésticos de una forma más continuada. La sagacidad del cánido, capaz de salvar los más inverosímiles obstáculos con tal de saciar su hambre, queda reflejada en el popular romance de La loba parda. Según MENENDEZ Pidal nació en Extremadura y los pastores trashumantes lo difundieron por ambas Castillas y por León dando origen a nuevas versiones recogidas por notables folkloristas, cuya descripción realista evoca el secular enfrentamiento entre el pastor y el lobo. Los pastores saben que el lobo sigue los pasos de las grandes concentraciones de ganado para aprovechar el extravío de una cría o la oscuridad de la noche. En cada migración serán varias las cabezas de ganado que se perderán por la acción de los cánidos. La atención de los ganaderos debe ser total, y se establecerán guardias nocturnas para evitar pérdidas. Cualquier descuido será aprovechado por el lobo para diezmar el rebaño. Un refrán castellano es suficientemente explícito: "Reunión de pastores, oveja muerta".

La admiración que el hombre ha sentido desde siempre por dicho animal, la fascinación que éste ha ejercido sobre las gentes de todas las épocas, proviene de la propia condición del lobo, representante supremo de la osadía, de la fuerza y del poder que le confiere su aureola mítica. Éste carnívoro ha cautivado a generaciones de guerreros, que veían en él la encarnación de la fuerza, de la bravura y de un realismo sin concesión. Ha sido durante mucho tiempo el emblema de las legiones romanas. Al principio de la era cristiana, los soldados germanos se comían el corazón de los lobos para tener sus virtudes combativas y su virilidad. En las primeras civilizaciones, el lobo representaba a menudo el arquetipo del macho y la loba de la fecundidad, incluso los dioses nacían de los lobos.

El lobo ha dejado una amplia estela de cultura a través de la historia. Numerosas expresiones o palabras relacionan al lobo con el animal salvaje que ha marcado nuestra civilización desde la Grecia antigua hasta la actualidad. Los romanos veían a los lobos como símbolo de amor y sacrificio maternos, para los griegos encarnaba el valor y la fuerza y en la mitología nórdica alcanza la máxima expresión de ferocidad.

El lobo es la representación de la gran bestia, enemiga acérrima del género humano, voraz, rápida, astuta y difícil de vencer. En casi todas las culturas de los países europeos en los que abunda este animal, su figura ha te nido consideración maligna y ha sido asociado a tótems de tal carácter.

Los cazadores, aunque le reconocen el coraje y la astucia, tienen una visión tan esquemática de esta bestia sabia y falsa que le suponen todos los vicios que ya le atribuían los autores antiguos o el folklore occidental.

Para el hombre, el lobo es el enemigo peligroso y organizado contra el cual es necesario proteger a los rebaños y víctimas marginales, que inspira temor por su aspecto y sus fechorías y contra el cual se nos advierte que la mejor defensa es la destrucción total.

El lobo en el curso del último será objeto de una lucha a muerte, porque el hombre consciente de su fuerza no tolerará en lo sucesivo ni las agresiones contra sus apriscos, ni incluso cuando se le disputa la caza que corre por los montes y los llanos. Todavía menos que se cierna sobre él o sus hijos la menor amenaza. Desde entonces el lobo es condenado y ejecutado.

Los cazadores han podido si no apreciar, al menos, aprender a temer y a conocer las cualidades de esta bestia poderosa dirigida por la fuerza de un grupo estructurado. Ellos han podido temerle mucho como rival mejor armado y como raptor, pero también admirar algunas virtudes, para tomarlo por tótem, divinizarlo y pedir su ayuda para cazas abundantes, implorarlo para que multiplique los animales codiciados o los rebaños congregados y criados con trabajo. La actitud del hombre hacia el lobo es durante este período ambivalente: detestado o reverenciado.

LA CRUZADA CONTRA EL LOBO

Demasiado ligado a ciertos mitos y cultos del paganismo, el lobo es temido en el mundo cristiano que predica el orden doméstico y se consagra a la ganadería y a la agricultura. Tiene la evidencia de que es la bestia que envía Dios para castigar a los hombres y degollar a las ovejas privadas de su buen pastor. Su carácter demoníaco y maléfico se refuerza, a esto se añade que este animal con rabia transmite la funesta enfermedad por mordedura. Los aldeanos medievales ven morir de atroces sufrimientos, en el límite de la locura a su vecino, su esposa y su hijo. En el transcurso de los siglos estos terrores reposan más tiempo sobre el mito que sobre la realidad, y van a ser reforzados por hechos tangibles. A decir verdad, sin duda, el lobo no solamente se ha alimentado de los cadáveres de los caballos en los campos de batalla, sino que ha comido carne humana en los períodos más negros de la historia, cuando las epidemias y el hambre dejaban por los caminos mujeres y hombres agonizando. Se confundía la causa y la consecuencia, y el lobo devorando se convirtió en la máxima imagen de la desgracia. Es el punto de partida de su exterminio.

La amenaza aviva el combate como da testimonio de ello la hagiografía, el folklore y la historia documentada y datada. Ya en el siglo VI a.C. se ofrecía en Atenas el valor de un buey a quien llevara la piel de un lobo. Los encuentros con el hombre son mencionados a partir de las grandes invasiones de la época burgundia, luego merovingia y sobre todo durante el reinado de Carlomagno, en cuyo capitular del año 813 prevé para cada condado la creación de una nueva categoría profesional, los luparii o cazadores de lobos. Llegó también al extremo de exigirles a sus caballeros no sólo la lucha contra los sajones sino también contra los lobos salvajes. En la Edad Media un rey inglés autorizó a sus súbditos a pagar sus impuestos con pieles de lobo, el resultado no se hizo esperar, en el siglo XV el lobo desapareció de las tierras de Inglaterra.

En determinados países de Europa la caza del lobo se convirtió en deporte, y era practicado por la monarquía y la nobleza. Jaime VII y la reina María de Escocia se entregaban a dicha actividad en las postrimerías de la Edad Media cuando ya el lobo se encontraba abocado al exterminio en Gran Bretaña. El rey francés Luis XIII y los reyes españoles Carlos II el Hechizado y Felipe IV fueron algunos de los protagonistas de tales lances cinegéticos.

En el Libro de Horas del duque de Berry (siglo XIV) aparecen miniaturas con representaciones de cacerías de lobos en las que son utilizados perros y caballos, modalidad que perduró hasta finales del Renacimiento.

En Portugal fueron instituidos los ojeos en el siglo XVI bajo el reinado de Juan III. Por orden suya, todas las personas se hallaban obligadas a participar en las batidas a los lobos, a partir de la octava Pascua, con intervalos de quince días y hasta el mes de Junio.

Diego Gelmírez, obispo feudal de Santiago de Compostela, es el primer personaje que incitó a la guerra contra el lobo. En el sínodo XV del Concilio Compostelano de 1114 se especifica el tipo de castigo en que incurrirían quienes se abstuvieran de participar en la multitudinaria cacería. Ni siquiera quedaban exentos de tal obligación los presbíteros. Otro mandato posterior, fechado en 1386 en la Rocha de Santiago, y firmado por el arzobispo Berenguel de Landoira, exigía a los feligreses de las parroquias que acudieran una vez por semana, desde el primer sábado de Cuaresma hasta el 24 de Junio, y con el cura a la cabeza, a cazar los lobos acosándolos hacia los fosos.

En 1538, en la Cortes de Toledo se recogía la siguiente petición al Emperador Carlos I (Petición 92): " Algunas ciudades destos reynos han dado noticia en estas Cortes que los lobos se multiplican mucho y hazen muy grand daño en los ganados. Suplicamos a Vuestra Majestad mande que se acreciente el premio que se da á los que les mataren é qu se puedan matar con escopeta y arcabuz y con todo linaje de yerba "

Entre los siglos XVI y XVIII proliferaron en toda España acuerdos municipales y ordenanzas de todo tipo que obligaban a los habitantes de las zonas pobladas por lobos que participaran activamente en las batidas contra éstos, así como en la construcción y mantenimiento de las tradicionales trampas.

Para combatir a estos carnívoros se han empleado todos los métodos, desde las jaurías y las armas de fuego que acabaron con ellos en las Islas Británicas y buena parte de Europa, hasta el veneno, las trampas, los helicópteros y las famosas águilas reales adiestradas por los kirguises para la caza.

Y para completar este decorado tan adverso, en la década de los 50 se crearon las Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos, que colocaron al borde de la extinción no sólo a los lobos, sino a otros muchos predadores ibéricos de incalculable valor ecológico y cultural.

JUEZ O VILLANO

Un grupo de leyendas presenta al lobo como justiciero, pues en el año 617, según Baronio, una manada de lobos se presentó en un monasterio y devoró a varios frailes herejes. Los lobos enviados por Dios despedazaron a los ladrones sacrílegos del ejército del duque de Urbino que habían venido a robar el tesoro de la Casa Santa de Loreto. La cabeza de San Edmundo el mártir, rey de Inglaterra, era guardada y defendida por un lobo de las bestias salvajes. San Noberto obligó a un lobo a dejar libre a una oveja tras tenerla entre sus fauces y posteriormente a cuidar todos los días del rebaño.

Los ejemplos de santos cristianos lupinos son tan numerosos que sólo mencionaremos unos pocos. Entre los eslavos San Pedro es el pastor de los lobos y el 17 de enero reúne a todos los de la comarca y reparte entre ellos los alimentos para el año que sigue. San Francisco de Asís hace con el lobo de Gubia un pacto de amistad que ambos respetarán y que va a permitir al lobo recibir su alimento de mano de los habitantes.

Otras narraciones nos presentan al lobo como descubridor de causas criminales. Sirva de ejemplo una leyenda de Olivenza (Badajoz) recogida por Domínguez Moreno que cuenta la muerte por asesinato de un buhonero a manos de dos jóvenes camino de Alconchel. Unos lobos presencian desde lo alto de una sierra el homicidio, y el buhonero los pone por testigo ante sus verdugos. Los asesinos disponen todo de tal forma que parezca que el desgraciado fue víctima de la furia de los lobos. Pasan tres años y los jóvenes asisten a la romería de la Virgen Nuestra Señora de los Santos. Durante la misa se escuchan unos fuertes aullidos y uno de los mozos, con sorna, le dice al compañero: "Compadre, que nos reclaman los testigos de la muerte del buhonero". Las palabras fueron escuchadas por el hijo del asesinado, que siempre dudó de las extrañas circunstancias del fallecimiento de su padre, y los criminales fueron detenidos.

En diferentes lugares del viejo continente se registran relatos truculentos sobre personas muertas por lobos. Un poema de Gabriel y Galán titulado Elegía, - basado en un hecho real ocurrido hacia 1880- nos refiere los paseos diarios de una niña de trece años desde el caserío de Casablanca hasta la majada en la que unos pastores cuidan los rebaños de su familia para llevar las viandas, regresando ya anochecido. Una de las noches sucede la tragedia:

La cabrerilla
de Casablanca
por fieros lobos,
ay, devorada!
¡Sangre en las peñas,
sangre en las matas,
la virgencita,
desbaratada!

Analizado retrospectivamente el macabro relato, podemos asegurar que se trataba, como en tantos otros casos, de simular una muerte por los lobos para ocultar un caso de violación y asesinato de una adolescente. Esta opinión viene respaldada por declaraciones de expertos alimañeros que afirmaban que nunca lobos adultos les atacaron cuando les arrebataban los lobeznos. Es muy difícil que el lobo ataque a un ser humano, dado que somos un enemigo ancestral y nos teme en su conducta innata heredada. Las historias que se cuentan en las zonas lobunas de Europa respecto a la existencia de lobos devoradores de hombres tienen su soporte en la pervivencia de creencias ancestrales.

Para comprender la función de chivo expiatorio por parte de este cánido basta recurrir a la novela picaresca de Cervantes, El coloquio de los perros, retrato costumbrista que pudo tener como modelo cualquier majada del solar español y que actualmente sigue ocurriendo. Berganza cuenta a su compañero el perro Cipión las tristes experiencias de su vida perruna al cuidado de un hato de ovejas. "Vi que dos pastores asieron un carnero de los mejores del aprisco, y le mataron, de manera que pareció a la mañana que había sido su verdugo el lobo". Grande del Brío nos ofrece un testimonio de esta práctica contando que el tío Santa, pastor de la sierra de las Quilamas, periódicamente variaba su monótona dieta, dando cuenta de alguna cabra y ante su amo achacaba al lobo la culpa de tal lance

En efecto, de dios o compañero de los dioses, el lobo se convierte poco a poco en un animal aborrecido y temido, una alimaña maligna a la que hay que destruir. Es ahora el enemigo, el diablo, el agente de Satán, proveedor del Infierno. ¿De dónde surgió este odio que aún subsiste en nuestro subconsciente, si el lobo nos es familiar gracias a los cuentos, las historietas ilustradas o las películas fantásticas?

No sabemos exactamente lo que ocurrió. Pero podemos tratar de comprender las causas del cambio de actitud. Resulta curioso constatar que el hombre prehistórico, que tan magistralmente representaba a otros animales, sólo raras ocasiones dibujó figuras de lobo en las paredes de sus cavernas. Sin embargo, el lobo existía en esa época, como nos lo demuestran los numerosos restos descubiertos en los osarios. También se han encontrado, especialmente en las tumbas de niños, dientes caninos de jabalí y de lobo que probablemente servían de dijes colgantes o de elementos collares. Esos caninos tenían un poder de protección contra las enfermedades y el mal de ojo, poder que volveremos a ver más tarde en la magia y en la medicina popular. Estos datos demuestran que nuestro antepasado primitivo no le tenía miedo al lobo.

Pero fue la introducción de la ganadería y la agricultura lo que desató una hostilidad mortífera entre el hombre y el lobo, que compartían los mismos territorios y tenían los mismos comportamientos. Como consecuencia de la roturación de los bosques y estepas, el lobo tiene que retirarse a zonas cada vez menos abundantes de caza, lo que hace que deba depender del hombre para sobrevivir. En Occidente su víctima principal es el ganado, presa fácil y abundante. El hambre y la rabia le obligan a salir en ocasiones de sus guaridas para atacar al hombre, su perseguidor. De ahí el odio y el miedo, que agravan aun más las guerras, las invasiones y las hambrunas.

A partir de ese momento la guerra es incesante entre ambos protagonistas. Todos los medios son válidos para el hombre: la caza tradicional, las trampas de los más variados tipos, los venenos y las armas. Su empeño es destruir el lobo por los efectos nefastos que su acción tiene sobre la economía, sin que le preocupe el papel ecológico que el animal desempeña ni su utilidad médica.

La literatura cristiana no se contenta con hacer del lobo un ser fundamental malvado y temible, le calumnia de forma ultrajante, le atribuye tratos aberrantes que tienden no solamente a hacerle más odioso sino más despreciable, se venga y consolida el miedo que le inspira ridiculizándole. En el occidente cristiano la imagen del lobo es negra, es la encarnación del mal, del desenfreno, de la lujuria, puede acostarse con una mujer para engendrar al hombre-lobo. Es la maldición suprema, una de las más antiguas pesadillas de la humanidad, hombre de día rebajado a rango de bestia de noche capaz de todos los horrores y de todos los crímenes.

El lobo ha sido la encarnación por excelencia del mal, de las fuerzas obscuras, del pecado, ya que devora el cordero místico, símbolo de Cristo. En las leyes hititas se decía de un proscrito que se había convertido en lobo; esa asociación con los fugitivos tal vez se deba a la figura huidiza que suelen adoptar estos animales. La mitología antigua lo hacía proveedor de los infiernos o el guardián del reino de los muertos con Hades cubierto con un casco de piel de lobo; en el caso de los etruscos surgiendo de una caverna engullía a los hombres vivos; en las leyendas germánicas y escandinavas se ve el lobo carnicero, fúnebre, comedor de muertos, enemigo infernal y temible.

La bestia ha muerto, el miedo sobrevive censurado por el imaginario de los hombres, que habrá hecho más que su ciencia o su espíritu de observación durante muchos siglos. Aunque nada es cierto, los zoólogos han repetido en sus compilaciones todas las fábulas nacidas incluso antes de Aristóteles. Al final del siglo XVIII, los naturalistas al lado de los resultados de sus propias investigaciones, rechazaban la incomprensión total del hombre respecto del lobo, su emotividad que deforma los pocos detalles anatómicos que posee. Bufón ilustra bien este aspecto que se ha citado cientos de veces: "Desagradable en todo, la cara baja, el aspecto salvaje, la voz espantosa, el olor insoportable, el natural perverso, las costumbres feroces, perjudicial en vida, inútil después de su muerte".

UNA OPORTUNIDAD PARA EL LOBO

El rico legado de las fábulas, cuentos y leyendas nos ponen en guardia contra el lobo sobornador, fuerte, astuto y ruin, los peligros de la conversación con las gentes que no se le conoce, la imprudencia y la desobediencia a los sabios consejos de los padres.

Sin embargo, los cuentos han sido víctimas de ideólogos y propagandistas. Así, en Alemania, los teóricos del Tercer Reich convirtieron a Caperucita Roja en un símbolo del pueblo alemán, salvado del maligno lobo judío. Al final de la Segunda Guerra mundial, las autoridades aliadas prohibieron la publicación de los cuentos de Grimm en Alemania por creer que habían contribuido al salvajismo nazi. Que tales historias hayan sobrevivido a la desaparición del lobo no es debida únicamente al funcionamiento de nuestro folclore y a la rica inconsciencia colectiva de la cual es un reflejo.

Nuestra tradición es rica en alusiones a la supuesta perversidad y agresividad del lobo. La influencia católica ha hecho además que se haya considerado al lobo como una criatura de las tinieblas, incluso vinculada al demonio. Este miedo ha sido transmitido de generación en generación por relatos y cuentos, que nos enseñan a odiar y a temer un animal pretendidamente devorador de niños y mujeres indefensas, abandonando la manada para atacar al pastor acompañado de perros y también seguramente bien armado. Esta bestia podía devorar varias personas por día, recibir sin dificultades varias heridas, corriendo por la noche con los ojos brillantes, era un pretexto corriente que no necesitaba ninguna explicación para la desaparición de personas o animales. Todos los perros errantes atacados por la rabia fueron inmediatamente tomados por lobos, los medios de comunicación de la época obtenían pingües beneficios hablando de pueblos de la lejana Siberia asediados por un centenar de lobos, y ante ellos una intervención armada de algunas personas llenas de valor dispuestas a combatir a esta bestia demoníaca.

No podemos negar la evidencia de rebaños atacados, aunque la mayoría de las veces morían al precipitarse por los abismos, enloquecidas de espanto, dada la falta de adecuados apriscos que pudieran contener e impidiese la entrada a los lobos. Así, pues, el lobo no es culpable de ese daño a los recursos humanos, porque fue primero el hombre quién le arrebató el espacio y la carne al gran depredador. Los humanos fuimos quienes provocamos esta situación, al aniquilar los herbívoros salvajes y sustituirlos por ovejas. El exceso de presión cinegética dio lugar a que los lobos no dispusieran de alimento teniendo que recurrir a los apriscos.

Las talas masivas en los montes de la Península Ibérica provocan alteraciones del ecosistema y obligan al lobo a modificar continuamente sus territorios, con las graves consecuencias que esto supone para la especie. La más inmediata es la escasez de cobijo, seguida de una disminución del alimento disponible que incrementa la frecuencia de los ataques a la cabaña ganadera.

Para que tengan éxito los ataques de los lobos a los rebaños tienen que darse unas condiciones favorables en las que interviene la experiencia del pastor y de los perros, lo acuciante que sea obtener comida, la zona donde se encuentra pastando el rebaño y las condiciones meteorológicas imperantes. Debido a la escasez de grandes presas los hábitos carroñeros son muy frecuentes entre los lobos y son habituales las visitas nocturnas a los basureros rurales y a las granjas. Sabemos que en los días con fuertes vientos, lluvias o nieblas son más probables que se produzcan las temidas lobadas.

Paradójicamente el lobo ayudó a que sobrevivieran los animales más dotados, cazando los débiles y enfermos, que no podían seguir la marcha del rebaño, dando origen a una selección de aptos reproductores. Sin embargo, el hombre mata los mejores ejemplares para que sus hermosas cabezas adornen sus salones contribuyendo a ampliar la senda de su extinción.

La idea de que el animal actúa con instinto cruel y sanguinario deriva de la costumbre que tiene el lobo de atacar a los rebaños domésticos y matar reses de forma masiva cuando puede. Los etólogos aducen que se trata de un atavismo que tendría su origen en el periodo de las glaciaciones del Cuaternario, en que el lobo sacrificaba abundantes presas que enterraba en la nieve, y que se conservaban congeladas para ser devoradas en épocas cuya disponibilidad de alimento era menor. Gil Cubillo sugiere que la causa de esta irrefrenable conducta es que no ha desarrollado un mecanismo fisiológico específico de inhibición de agresividad en el lance venatorio para detener su actitud de depredador frente a presas fáciles o confinadas en espacios reducidos.

Los lobos han suscitado los más arraigados temores, ha provocado los odios más encarnizados y ha sido objeto de las más fantásticas leyendas. Acusados de todas las desgracias posibles e imaginables, nosotros los hemos hecho sufrir. Cazados en todos los continentes desde la Edad Media hasta mediados del siglo XX, los lobos han estado a punto de desaparecer de la faz de la tierra. El odio que el lobo ha despertado en el hombre ha generado la persecución y exterminio más implacables y deliberados que se conocen sobre la Tierra. Se trata de la lucha contra uno de los más ancestrales enemigos: el lobo, nocturno, esquivo, frío y furtivo, que despiertan un temor sobrenatural que hace surgir de las profundidades del inconsciente toda clase de monstruos. Así se lo asocia con el hombre lobo, devorador de criaturas indefensas, con la brujería, el demonio y lo infernal, y representa todas las cosas que el hombre no acepta de sí mismo plasmándose en el refranero.

Sin embargo, el hombre se ha dado cuenta del papel que este cánido desempeña en la naturaleza y de la influencia en la historia de la humanidad. Por todo ello tenemos la obligación moral de conservar al lobo como especie zoológica reclamando su derecho a la existencia, así como el rico patrimonio cultural desarrollado en torno a su mítica figura. De no hacerlo sería un triste epílogo para un símbolo de la salvaje libertad.

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APENDICE

1. EL LOBO

1.1. Reproducción

Cuando las jaras están floridas, las lobas están paridas y por Santa Cruz, el lobo ve la luz.

Per l'Ascensión los llobos paridos son.

Per San Fernando la loba parida o rabexeando (Moviendo el rabo por dolor del parto).

Per Santa Cruz de mayo la lloba parida y el monte pesllau (cerrado).

Quieres ver la loba parida, casa a la hija.

1.2. Alimentación

Bueno le fuera al lobo pegarse con torrezno.

Caldos de nabos, ni los lobos los quieren.

Come más que un lobo.

Corazón de león, tripas de lobo, paso de buey y aire de bobo.

Cuando el lobo no va por su pie, no come lo que quiere.

Del lobo la hartura tres días dura.

El lobo come de todas las carnes, pero la suya la lame.

Toda carne come el lobo, menos la suya que la lame.

Que no se junten tantos lobos a la carne, que no quepamos a presa (tajada).

1.3. Comportamiento

1.3.1. Admiración

Si el escorpión viera y el lobo olfateara, no habría cosa que se salvara.

Si la víbora oyera, el escorpión viera y el lobo tuviera olfato, no habría hombre que saliera al campo.

Tiene pasos de lobo.

1.3.2.Meteorología

Día lobero, noche de enero.

El verano no se lo come el lobo; ni el invierno tampoco.

En el mes de enero, lobos siete a siete en el carrero (camino).

Noche de lobos.

Primer día de mayo, corre el lobo y el venado.

1.3.3. Robo

Cuando el lobo va a hurtar, lejos de casa va a cazar.

La loba parida, todo lo que pueda robar trae al nido.

1.3.4. Costumbre

Después de los años mil, vuelve el lobo a su cubil.

El lobo do mane (permanece), daño no hace.

El lobo no hace carne de donde yace.

Los lobos no hacen carne en la carnada.

Quien lobo nació, lobo murió.

1.3.5. Instinto

Bien se huelga el lobo con la voz de la oveja.

El polvo de la oveja, alcohol es para el lobo.

El polvo del ganado, al lobo saca cuidado.

El polvo del ganado no hace mal al lobo.

El polvo de las ovejas, nunca al lobo hace mal.

La vaca bramadora, llama al lobo que la coma.

Tantos por tantos, vanse los lobos a los asnos.

1.3.6. Hambre

Cuando el lobo anda a grillos, ni hay para él ni para sus hijos.

El hambre echa al lobo al/del monte.

El hambre mata al lobo en el poblado El hambre mete al lobo en poblado.

El hambre saca de la selva al lobo.

El lobo no come de la carne que muere /quiere, sino de la que por su pie hubiere/quiere.

El lobo no come de la carne que quiere, sino de la que puede.

Lobo con hambre, esquilos oye por todos los valles.

Lobo hambriento, no tiene asiento.

Lobo que presa no halla, come la tierra con rabia.

1.4. Vejez

1.4.1. Experiencia

El lobo viejo a la tarde aulla.

El lobo viejo caza a la espera.

El lobo viejo no busca tripas ni sesos, sino hígados tiernos.

Lobo viejo no cae en la trampa.

1.4.2 Desprecio

Al lobo que se hace viejo, le toman el pelo hasta los corderos.

Del lobo viejo se burla el perro.

Castiga el perro, castiga el lobo, y no castiga el hombre cano.

1.5. Virtudes

1.5.1. Arrepentimiento

El lobo harto de carne se mete fraile El lobo sin dientes a ermitaño se mete.

1.5.2. Astucia

A cerdo que es para boca del lobo, no hay San Antón que lo guarde.

Ganado que el lobo ha de llevar, ni San Antón lo sabría guardar.

Burla burlando, vase el lobo al asno.

Con cabeza de lobo gana el raposo.

Con una cabeza de lobo, come un año el que no es bobo.

Cuenta y no come el amo de las ovejas, y el lobo come y no cuenta.

De la abundancia come el lobo.

De lo contado como el lobo.

De lo contado come el lobo y anda gordo.

Ducha es la loba de la soga.

El lobo come del cuento.

El que entre ciento mete una, o es del lobo o es de la fortuna.



La conciencia del lobo, que por libra y media lleva al asno y dice que va engañado.

La oveja que ha de ser del lobo, fuerza es que lo sea.

Más hace el lobo callando, que el perro ladrando.

O tarde o pronto, el asno es de los lobos.

Paciencia, no gruñais/gruñatis, dijo el lobo a las/los cabras/cochinos.

"Palabra", dijo el lobo a la cabra.

Una oveja, y comióla el lobo.

1.5.3 Confianza

Bien va la oveja coja, como el lobo no la coja.

Comprar del lobo carne.

Dar carne al lobo.

La piel vendida y comida, y el lobo en la guarida.

Loca/Tonta es la oveja que al lobo se confiesa.

Mientras el perro duerme, come el lobo

No soy cordero bobo que me deje comer del lobo.

Oveja que el lobo lleva, candida va.

Por fiarse del perro duerme el lobo en el pajar.

Quien se fía del lobo entre sus dientes muere.

1.5.4. Prudencia

Caballo que ha de ir a la guerra, ni le come el lobo, ni le aborta la yegua.

En el hato esta el lobo.

El lobo anda en el rebaño.

El lobo esta en la conseja.

1.5.5. Valor

A perro de cabaña, échale un lobo.

Dos lobos a un can, bien le morderán.

Mejor es ser lobo que oveja, y caballo que buey manso.

Muchos gritos caben en el culo del lobo, la res y todo.

Muchos gritos caben debajo de la cola del lobo.

Muchos ladridos caben del lobo en el oído.

1.6. Vicios

1.6.1. Codicia

El que al lobo envía, a fe, carne espera.

Quien al lobo envía, carne espera.

Quiere ganar como con cabeza de lobo.

1.6.2. Gula

A carne de lobo, diente/salsa de perro.

Ama el lobo al cordero para comerlo.

El lobo no cuenta las ovejas: come cualquiera de ellas.

Es más carnicero que un lobo.

La raposa ama engaños, el lobo corderos, la mujer loores.

Lobo que presa topa, aunque se le vea vieja no cierra nunca la boca.

Más crudo lo come el lobo y anda gordo.

Más crudo lo come el lobo y bien le presta.

Por amor del buey, lame el lobo el yugo.

Por amor del buey, el lobo al arado lame.

1.6.3. Influencias negativas

La amistad del lobo con el mal perro, la paga el cordero

Junta de lobos, muerte de oveja.

Juntóse el lobo a la oveja, y le comió hasta la pelleja

La oveja que se aparta de su rebaño, a peligro se pone de ser tomada de lobos.

Mientras riñen entre sí los perros, se come el lobo al cordero.

Por las malas compañías, el perro se vuelve lobo al cabo de pocos días.

El que con lobos anda, a aullar aprende.

Quien con lobos anda, a aullar se enseña.

Quien con lobos se ajunta, pronto águila.


1.6.4. Maldad

Aunque mil años tengas a un lobo por cordero, nunca harás cordero del lobo.

De visita, hasta los lobos parecen corderos.

Debajo de la piel de oveja, está el lobo robador.

El lobo muda el pelo, mas no el celo/vezo.

El lobo troca el pelo y las mañas no.

Lobo con piel de oveja no prepara cosa buena.

Muda/pierde el lobo los dientes, y no las mientes.

So la piel ovejuna, traes dientes de lobo.

1.6.5. Misoginia

A muller e a loba do máis feo se namora.

Con lobos y con mujeres, toparás más que quisieres.

De lobos y mujeres, lo que vieres.

Guarda el cabrero las cabras de muchos lobos, y a su mujer no puede de un hombre solo.

La loba y la mujer, iguales en el escoger.

La mujer, es como la loba en el escoger.

La loba en el escoger y la anguila en retener.

La loba escoge, y al fin toma lo más ruin.

Mujer joven, pan tierno y leña verde, son en casa lobos que se muerden.

2.El PASTOR

2.1. Irresponsable

Avisad al lobo y echad el ganado sólo.

El pastor que a sus ovejas, deja arriesgadas al robo, esto es, más que pastor, lobo.

El que lobos apacenta no quiere paz con ovejas.

En el rebaño el lobo, y el pastor durmiendo con otro.

Es pastor muy descuidado, el que no siente el lobo en su ganado.

Ganado mal guardado, más es del lobo que de su amo.

Pastor caravero, hace al lobo carnicero.

Pastor cucharero y lector, hace al lobo gran señor.

Entregar la oveja y corderos al lobo, notorio desatino y robo.

Encomendar la oveja al lobo.

¿Qué prudencia, soltar los lobos y atar las piedras? Si dices a la oveja donde está el lobo, querrá conocer si es buen mozo.

Soltar al lobo entre las ovejas.

2.2. Desconfianza

Cuídate de los lobos con piel de cordero.

Del lobo, un pelo/repelón..

Del lobo un pelo, y ese de la frente.

Ninguna loba pare corderos.

2.3. Protección.

Buenos perros, del lobo amengua el riesgo.

Cuando está el amo con sus ovejas, ni la morriña ni el lobo vienen a ellos.

El pastor que no quiera pelleja, no quite el ojo a la oveja.

Quien trata con lobos, traiga el perro al lado.

Si no hubiera perros, no habría lobos.

2.4. Invocación Nunca otro lobo venga a mi ganado.

3. El PUEBLO

3.1. Mentalidad popular

3.1.1. Clasismo

Cada lobo por su senda.

Cada lobo en su senda y cada gallo en su muladar.

Cada loco con su tema, y cada lobo por su senda.

El llobu grande siempre comió al pequeñu.

3.1.2. Bienes comunales

Asno de muchos, lobos se lo comen.

El ganado baldío o de muchos amos, pronto encuentra al lobo.

La vaca baldía o de muchos amos, pronto se la come el lobo.

Ganado de muchos, el lobo lo come.

Hacienda de muchos, la come el lobo.

Muchos lobos a un pan, mal pago le dan.

Ovejas de todos, cómenla lobos.

Ovejas de muchos, lobos la comen.

Tal para tal, acomete el lobo al asno.

Tantos por tantos, vanse los lobos a los asnos.

3.1.3.Castigo

El lobo hace entre semana porque el domingo no vaya a misa.

No hace tanto el lobo entre semana como paga el día de fiesta.

Mucho daño hace el lobo, pero en una hora lo paga todo.

Tanto hace el lobo entre semana, que el día de fiesta no osa aparecer

3.1.4. Temeridad

Arremetió Morilla y comiéronle lobos.

Arrimarse a la boca del lobo, es de hombre bobo.

Cuando un lobo come a otro no hay que comer en el soto.

El ánsar de Cantimpalos, que salió al lobo al camino.

La gansa de Cantimpalos, que salía al lobo al camino.

En las uñas del lobo.

Estar como cordero entre lobos.

La yegua que arremetió, comiéronla lobos.

El que parece león y no llega a lobo, es bobo.

Guardaos de la loba cuando se enoja Harto es bobo, quien no distingue un perro de un lobo.

Ir a matar lobos no es para bobos.

Meterse en la boca del lobo.

No pace cordero a vista de lobo.

No se ha de llegar el lobo hasta la mata.

No se puede tener al lobo por la oreja.

Obscuro como la boca del lobo.

Salió el lobo al camino, como el ánsar de Cantimpalos.

Sigue el lobo, mas no hasta la mata.

Tener al lobo por las orejas, y el perro por la cola, son dos malas cosas.

Un cordero entre dos lobos.

Ver las orejas al lobo.

3.1.5. Incredulidad

Acometer la oveja al lobo.

Aquí no ay bosque de do salga lobo.

No ay mata de do lobo no salga.

Buenos son los corderos teniendo por guarda al lobo.

Como la cabra que parió para el lobo.

En la muerte del asno no pierde nada el lobo.

¿Eso me decís: que en el monte ay lobos?

El lobo harto y la oveja entera, ¿De qué manera?

¿La oveja entera y el lobo harto? ¡Gran milagro!

Julián, pica en el lobo y pídele pan.

Hase comido un lobo y torna por otro.

Menos lobos irían en la banda.

No necesita el cordero el besamanos del lobo.

Quien ha hecho al lobo sacador de espinas.

Mueren los asnos y entierran los lobos.

Ya llegó el lobo a la mata, a ver quien lo saca.

3.1.6. Intereses comunes.

Aullar con los lobos.

Con un lobo no se mata a otro.

Cuando el lobo come con el can, de acuerdo están.

El lobo y la oveja, todos una negra conseja El lobo y la oveja, vienen en una conseja.

El lobo y la vulpeja, todos/ son de una conseja.

El lobo y la vulpeja son de la misma conseja.

El lobo y la vulpeja, ambos son de una conseja.

Del mal que el lobo hace, al cuervo aplace.

El hijo de la loba y lobo, que ha de ser sino lobo.

El ladrón conoce al ladrón, como el lobo conoce al lobo.

El lobo es arisco, pero a otro lobo no da mordiscos.

Lobo no come lobo.

Lobo come con lobo.

Lo que la loba hace, al lobo le place.

Pillos y lobos no se muerden unos a otros.

Lobos de la misma cama, ni se muerden ni se morderán.

Lobos de una carnada no se hacen nada.

Ser lobos de la misma carnada.

Todos son lobos de una carnada.

Los lobos no se comen unos a otros.

Si entre lobos vives, aulla, y si entre burros, rebuzna.

Un lobo no muerde a otro.

No entramos dijo la zorra al lobo.

Con un lobo no se mata otro.

Un lobo a otro lame y no se come su carne.

Un lobo a otro no se muerden.

Un lobo a otro no se muerden, un hombre a otro, mil veces.

Un lobo a otro nunca se muerde.

Quien conoce a un lobo, conoce a todos los lobos; quien conoce a un hombre, sólo a uno conoce.

Cien lobos son como un lobo, más cien hombres desemejan unos de otros.

Un lobo a otro no se muerden; un hombre a otro, mil veces.

A un lobo, con verlo lo conoces, y no en diez años de trato a un hombre.

3.1.7.Maldición

Allá vas, cómante lobos.

Can que lobos mata, lobos le matan.

Doy al diablo el mejor de ellos, como el que cenaba con los lobos.

(El) pastor que no cura la roña, lobo le mate el ganado y rabia le coma.

Lobado molido y plomo derretido.

Lobos de Codera.

Lobos de Croy te arremetan.

Lobos malos lo coman.

Los de Fuentes de León, lobos son.

País de extranjeros, país de lobos.

Quien mal ha de hacer, a su puerta lo comen lobos.

Tiene dentro el lobo que le ha de comer.

3.1.8. Muerte

A la luna, el lobo al asno espulga.

Al dinero, al lobo y al aire, darles calle.

Algo es cuando todos dicen: "al lobo, al lobo".

Al que se hace oveja, lobos se la comen.

Amarrando la burra donde manda el amo, como si la comen los lobos.

Atar el caballo donde mande su dueño y cómanlo lobos.

Cuando el lobo mata, mata para todos.

El hombre es oveja que madruga a pacer y la muerte el lobo que la come.

La muerte del lobo es la vida de los corderos.

Mata al lobito cuando es chiquitito.

3.1.9. Miedo

El lobo ha miedo del hoyo.

En viendo la oveja al lobo, se le queda sin sebo el lomo.

Oveja descarriada, del lobo huye.

Perro cobarde, no quiere ver lobo.

Si el caballo tiembla, el lobo se acerca.

Si se erizan los pelos, cerca están los lobos.

3.1.10. Seguridad

El campo para los lobos, pueblo quiero a cualquier costa.

La noche para los lobos y los ladrones.

O por hombre, o por perro, o por lobo, llévate esa espada en el puño.

Seguro está el cielo de lobos, y de ladrones y robos.

3.1.11. Superstición

Cuando el lobo da en la dula ¡Guay de quien no tiene más que una!

Donde se menciona al lobo, allí se le encuentra.

Mencionar al lobo y lobo en la puerta.

Ovejas contadas, el lobo las ataca.

Si los lobos vienen al hato, pobre del que tiene cuatro.



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Revista de Folklore número 243 en formato PDF >


LA HUELLA DEL LOBO EN EL REFRANERO ESPAÑOL

CHARRO GORGOJO, Manuel Angel

Publicado en el año 2001 en la Revista de Folklore número 243.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz