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Las hilanderas de la seda. Bandera de reivindicación obrera en la Huerta de Murcia

LUJAN ORTEGA, María

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 458 - sumario >

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Onda Regional. Programa NOCHE ABIERTA. Las hilanderas de la seda y la reivindicación obrera en la huerta de Murcia

Onda Regional
La historiadora y documentalista, María Luján, nos habla de su artículo donde cuenta cómo las hilanderas de la seda
fueron bandera de la reivindicación obrera en la huerta de Murcia


Resumen

En las conmemoraciones del Día de la Mujer, nos vienen a la mente la lucha obrera de las mujeres de la industria textil de Nueva York con los avances que se obtuvieron en los años 1857, 1867 y 1911. Con este estudio se pretende poner en valor la marcha en contra de las desigualdades que protagonizaron las trabajadoras de las fábricas de seda en Murcia en 1890, 1900, 1911 y 1916. Las hilanderas de las fábricas de la Puerta de Castilla en la ciudad de Murcia reivindicaron sus derechos laborales frente al monopolio que ejercían los directores de las fábricas.

Palabras clave: hilanderas; movimiento obrero; Murcia; fábrica; seda; hijuela.

Summary

In the commemorations of Women’s Day, the workers’ struggle of women in the textile industry of New York in 1857, 1867 and 1911 comes to mind. This study aims to value the march against the inequalities that the workers woman of the silk factories in Murcia starred in 1890, 1900, 1911 and 1916. The spinners women of the factories of the Puerta de Castilla in the city of Murcia claimed their labor rights against the monopoly exercised by the directors of the capital factories French.

Keywords: spinners women; labor movement; Murcia; factory; silk; hijuela.

1. Justificación

Estamos presenciando un cambio de mentalidad social en cuanto al rol de género, a nivel científico en estos últimos años, se está dando una proliferación de estudios de género, se están impartiendo masteres universitarios especializados en historia económica, de la mujer, género, igualdad, brecha salarial...

El acercamiento o la desaceleración de la pervivencia de los derechos y deberes en igualdad se constatan anualmente con el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. Según las fuentes hemerográficas, con esa fecha se conmemoran las efemérides de la marcha de las costureras, del 8 de marzo de 1857 de la compañía Lower East Side de Nueva York, se sumaron a la huelga unas 40 mil costureras industriales, durante la reivindicación murieron quemadas 129 trabajadoras de una fábrica de hilatura de algodón. Diez años después, en 1867, también en el mes de marzo se produjo la huelga de las planchadoras de la ciudad neoyorquina de Troy. Otras fuentes nos señalan que el hito recuerda la huelga de mujeres de 1911 que reclamaban la igualdad salarial y la disminución de la jornada laboral, fecha que tuvo lugar el incendio de la fábrica de camisas en Nueva York donde murieron 146 mujeres.

Las reivindicaciones más comunes de las mujeres eran la equiparación del salario con los varones, la jornada laboral, los descansos para comer, los despidos y la significación como mujeres y trabajadoras en el interior de las fábricas. Estas reclamaciones se produjeron a modo de marchas y huelgas en las ciudades fabriles y preindustrializadas. En el caso de la ciudad de Murcia contamos con las huelgas que llevaron a cabo las hilanderas, las trabajadoras de la filatura en las fábricas de la seda, siendo las más significativas las de los años 1890, 1900, 1911 y 1916. Huelga tras huelga, las hilanderas consiguieron que fuera respetado su valor como obreras.

2. Objetivos

Los puntos a desarrollar en esta disertación es dar a conocer la importancia que tuvo la mujer murciana en la causa obrera a principios del xx, más específicamente la mujer huertana que trabajaba en las fábricas de hilatura. Hay un mayor conocimiento de la labor que tuvieron las mujeres de las grandes ciudades como Madrid o Barcelona por el conglomerado de industrias y por la pujanza textil. Pero nuestras hilanderas merecen un hueco en la historia laboral por las mejoras en la igualdad y en la dignificación de la mujer en el trabajo. Se pretende:

- Conocer la labor que tuvieron las hilanderas de la ciudad de Murcia dentro del movimiento obrero regional a finales del siglo xix y principios de xx.

- Poner en valor la figura de la mujer murciana en el movimiento fabril.

- Dignificar a la mujer huertana en la lucha por el respeto de los derechos que le eran propios ante la preponderancia de los empresarios.

- Comprender la tenacidad por parte de las hilanderas en las mejoras de la condición de trabajo en las fábricas de seda.

- Dar a conocer la importancia del trabajo de las hilanderas en la historia local, regulación de salarios, horas de descanso y mejoras en la producción.

- Saber de la solidaridad que prestaban las hilanderas ante otros oficios en huelga.

3. Metodología

Para la consecución de este estudio se ha llevado a cabo el estado del arte del trabajo de las mujeres a través de la Historia, con especial atención a las reivindicaciones de la mano de obra femenina que quintuplicaban en número a los hombres en las fábricas textiles, ya que eran buscadas por ser mano de obra barata y sumisa (Braudel, 1993) durante los primeros años del siglo xx.

Por otro lado, por el conocimiento del peso que tuvieron las hilanderas huertanas en las mejoras de condiciones en el fábricas de la seda, se han consultado la prensa histórica que hay custodiada en el Archivo Municipal de Murcia. Se han consultado a través de la hemeroteca los periódicos de la época como son Diario de Murcia, Línea, La Paz de Murcia, La Verdad, Las Provincias de Levante y Heraldo de Murcia. Por los nuevos avances archivísticos la prensa histórica se encuentra digitalizada, facilitando la labor investigadora en cuando a tiempo de inversión. En cuanto a noticias que son de interés para nuestro estudio encontramos 253 resultados que van desde 21/04/1858 a 30/06/1986, más de un siglo de noticias. En nuestro estudio de dignificar el trabajo de las manufactureras sederas se han analizado de manera concreta las fechas de alcance de 1890, 1900, 1911 y por último 1916. Años que se produjeron parones en el trabajo para manifestar sus posiciones de huelga en las hilaturas para que los dueños de las fábricas respetaran sus horarios de trabajo, los jornales que tenían señalados y denunciar las malas condiciones higiénicas.

4. Desarrollo

En 1975, fue celebrado el Año Internacional de la Mujer por Naciones Unidas que institucionalizaba el día 8 de marzo, como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, desde entonces se conmemora la lucha de la mujer por su participación en la igualdad de oportunidades, muchas veces menoscabada ante las del varón en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona. En aquel Congreso por parte de España participó la Sección Femenina, a partir de ese momento se acordó, a favor de la mujer española, cambiar varios artículos del Código Civil y Mercantil vigentes hasta el momento, a partir de esas medidas se promovió la igualdad entre los cónyuges, la mujer pudo abrir una cuenta bancaria, conservar su nacionalidad, administrar los bienes parafernales y ejercer un mandato.

Hagamos un poco de historia, aunque existen algunos antecedentes, el 3 de mayo de 1908 se organizó un acto denominado Día de la Mujer en Chicago, al año siguiente el 28 de febrero de 1909 se celebró por primera vez en Nueva York, en honor a la huelga de las trabajadores textiles de 1908, que protestaron por las penosas condiciones de trabajo, unas 15000 mujeres marcharon por la ciudad de Nueva York exigiendo una reducción de la jornada laboral, mejores salarios y derechos de voto. En noviembre de 1909, comenzó la huelga de las camiseras, también conocido como el Levantamiento de las veinte mil.

En 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague, se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y, a propuesta de Clara Zetkin, se proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer. El objetivo era promover la igualdad de derechos, incluyendo el sufragio para las mujeres.

Como consecuencia de la decisión adoptada en Copenhague el año anterior, el Día Internacional de la Mujer se celebró por primera vez el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, con mítines a los que asistieron más de un millón de personas, que exigieron para las mujeres el derecho de voto y el de ocupar cargos públicos, el derecho al trabajo, a la formación profesional y a la no discriminación laboral. Varios días después se produjo el incendio en la fábrica de camisas de Nueva York, el 25 de marzo de 1911, murieron 146 mujeres y 71 resultaron heridas. La gravedad del desastre hizo que se modificara la legislación laboral en Estados Unidos. Poco después del suceso, se creó un sindicato internacional de mujeres trabajadoras del textil.

En España se estableció el asociacionismo de mujeres en 1893, con la primera asociación obrera española que era la Asociación Mutua de Tejedores de ambos sexos. A lo largo del siglo xx se mantuvo una política de protección laboral de las mujeres. A finales del siglo xix existía un número elevado de mujeres integradas en el aparato productivo, lo cual no resultaba del agrado de los propios obreros que estimaban que les mermaba su oferta laboral. Ello obligó a las autoridades a regular la actividad de las trabajadoras para, por un lado poder disponer de las mujeres al haber necesidad de mano de obra y, por otro lado, llegar a impedir que dichas obreras se convirtieran en trabajadoras con las mismas características que los varones con salarios bajos. Según los informes de la Comisión de Reformas Sociales, el principal motivo del trabajo femenino es para aumentar el haber familiar, evitando la miseria y la depauperación, sólo hay una pequeña porción de mujeres que toman la determinación de entrar a trabajar por otros motivos, tales como hacerse el ajuar para aportarlo al matrimonio. La mayoría de mujeres que trabajan son solteras, en las fábricas no se permite trabajar a las mujeres casadas. En 1900 se aprobó la Ley de accidentes de trabajo y la reglamentación del trabajo de mujeres y niños, en ese mismo año se aprobó la baja por maternidad. Aunque en Murcia se siguió con el derecho consuetudinario de que la “moza” que trabajaba en la fábrica se despedía al desposarse.

Cuando la producción se volvió fabril y corporativa por desaparecer los pequeños talleres familiares, la mujer no tuvo más remedio que trasladarse a la fábrica en busca del sustento que necesitaba. De esto modo, la industrialización llegaba con una nueva figura: la mujer obrera. En España, en 1900, las trabajadoras del textil suponen un 4% de la población activa femenina y el 28% de las ocupadas en el sector industrial. La fábrica, al romper la antigua unión entre el espacio doméstico y laboral, no sólo genera a las mujeres el importante problema de repartir su tiempo en tales funciones, también les otorgaba un visibilidad desconocida y un proceso de concienciación, venía a cuestionar el carácter universal con el que se había articulado el modelo femenino por parte de la burguesía dominante (Capel, 2011).

4.1. Seda en Murcia

Desde la Edad Media se conoce la producción de seda en Murcia, por los escritos andalusíes se constata la fama de la sedera murciana. Incluso el propio Ibn-Mardanis conforma acuerdos comerciales con comerciantes pisanos y genoveses que recalan las costas de Tudmir según la documentación en 1149, 1150 y 1161, debió canalizar esta producción de tejidos de alta calidad, que encontraban salida con facilidad en los mercados mediterráneos (Eiroa, 2017).

Hacia 1500 comienza la producción de seda en Murcia. Se generaliza el cultivo de la morera y la cría del gusano. La implantación del árbol que sustentará la actividad sedera fue la morera, frente al moral que era la base de la sericultura andalusí en Almería y Granada. Para la plantación de la nueva variedad de morera se desecaron zonas pantanosas y se llevó a cabo la apertura de nuevas acequias como la acequia Churra la Nueva, a esta explotación del moreral se le añadió el conocimiento de las nuevas técnicas en la producción del arte de la seda venidas de Italia.

En el siglo XVI estaban implantados los gremios en los barrios de las ciudades. En la ciudad de Murcia se documentan que los tejedores de la seda están organizados como agrupación en 1506. Se verifica una de las problemática mantenida por siglos como fue el enfrentamiento entre los gremios sedero y el colono criador de seda. En 1537 los maestros tejedores consiguen desarrollar su escala laboral con la incorporación del aprendiz, logrando tener unas ordenanzas. El Concejo Municipal controlaba la actividad sedera a través de las ordenanzas, como todos los pasos mercantiles en la producción, fraude de precios y robos de seda. En el edificio del Contraste de la seda se vendía toda la seda que se producía bajo la supervisión de corredores en donde se imponía alcabalas (impuestos) y se evitaban abusos en los precios, lo que incrementa las desavenencias entre el artesanado sedero y el huertano criador de seda que se ve en desventaja ante la situación. Los corredores de seda se demuestran de su existencia en 1551. Los torcedores de la seda encontramos documentación desde 1590, con posterioridad aparecen en la ciudad los tintoreros de la seda en 1628.

La tercera potencia en la producción de seda murciana fue la implantación de modernas fábricas con técnicas y capital italiano. En 1770 se establece la “Fábrica de hilar y torcer seda al estilo Piamonte”, se instalaba en el antiguo colegio de la Anunciata de los Jesuitas. Fue una revolución porque las máquinas hilaban, doblaban y torcían la seda. Lo que facilitaban la disponibilidad de comprar, almacenar y manipular la seda.

En 1803 fue el momento óptimo de la seda en Murcia, tenía el tercer puesto de las regiones sederas españolas tras Valencia y Andalucía. Según el legado 1547 del Archivo Municipal de Murcia en el expediente fechado en 1803 que lleva por nombre el interrogatorio a la Real Fábrica de hilar seda a la piamontesa, la fábrica contaba con 790 operarios, entre los cuales estaban registradas con una maestra hilandera, 108 hilanderas, 487 cogedoras de seda, 104 limpiadoras de capullo, 51 oficiales de torcer, 21 oficiales de tinte y 7 albañiles fijos. La manufactura de la seda en las fábricas era gracias a la mano de obra femenina. En este caso a modo de ejemplo en la fábrica se disponían de 710 mujeres y de 80 hombres.

En 1848 se sufrió en la industria textil murciana la crisis de la pebrina de la mariposa, una enfermedad que afectaba al gusano de la seda. A pesar de la bajada de los precios se mantuvo la actividad sericícola por los beneficios de la pequeña producción estacional de capullo que los huertanos producían y por el trabajo artesanal de la seda que sólo se mantuvo el hilado gracias a los negocios de especulación de Eleuterio Peñafiel, Maule Nolla y Marín Baldo. Antes de la plaga de pebrina, las hilanderías murcianas contaban con 3.000 calderas en las fábricas para el proceso ahogado y pasar a la extracción del hilo sedal.

4.1.1. Las fábricas de filatura de San Diego y San Isidro sucursales de Lyón

Las fábricas de filatura que todavía resuenan en el memoria colectiva, fueron las que se implantaron en la zona llamada Puertas de Castilla de la ciudad de Murcia. En 1868 destaca la implantación de la Fábrica de San Diego, conocida popularmente como Fábrica Grande en Puertas de Castilla, en el antiguo convento de Capuchinas por los señores Palluat, Combier y Testenoire. En 1870 se instalaba la Fábrica de San Isidro, también llamada Pequeña o Nueva en las proximidades a la otra fábrica. Ambas fábricas estaban ubicadas en el camino real de Madrid o en el camino de la seda que tenía también su origen en las Puertas de Castilla, el camino de Espinardo era un tramo del famoso camino de la seda que por Molina de Segura y Cieza se adentraba en la meseta hacia La Mancha, Toledo y Madrid (Calvo, 1982).

Estas fábricas eran filiales de las de Lyón, en aquel momento esta ciudad francesa era una plaza financiera de primer orden, su prosperidad económica aumentó sucesivamente por el monopolio de la seda y luego por la aparición de industrias, sobre todo textiles y de productos químicos. Lyón era conocida como la capital mundial de la seda desde el siglo XVI, cuando el rey Francisco I le otorgó el monopolio sobre la producción de seda.

Otras hilanderías francesas que se fundaron fueron las de Roger, Gachou, Roux y la hilandería local de Eleuterio Peñafiel. Las medidas proteccionistas francesas favorecieron las hilanderías propias y pasaron a exportar directamente el capullo de seda. Lyón había llegado a recibir 500.000 kilos de seda descapillada procedentes de Valencia y Murcia. En 1900 la Fábrica Grande contaba con el Departamento de ahogado de capullo con la capacidad de ahogar 200 toneladas de capullo en varias semanas y el departamento de hilatura con cuatro talleres de hilatura y 86 perolas de hilar que daba trabajo a 500 empleadas. En 1925 la fábrica Pequeña o Nueva tenía la capacidad de hilar 200 toneladas de seda y daban trabajo a 300 operarias.

En 1929 se sufrió la crisis de la seda murciana por la incorporación de las fibras orientales con las sedas japonesas lo que debilitó el mercado español, aunque ambas fábricas se mantuvieron abiertas por las medidas proteccionistas franquistas. En 1950 la Fábrica Grande de la seda la tenía en propiedad Sedas de Orihuela y la Fábrica Nueva era propiedad de L. Payen SA, actual parque de la Seda en San Antón, el Ahogadero de el Catalán en Santa Cruz era propietaria la empresa Lombard, L. Payen y Cía., que hilaban y vendían a las fábricas de tejido.

4.1.2. Las hijueleras murcianas y las fábricas de hijuela

Otra industria relacionada con la seda era la hijuela de la seda. En 1890 se llega a la perfección en la extracción de la hijuela, es una fibra resistente que se obtiene de la glándula de la seda, se consigue tras matar al gusano sumergiéndolo durante un tiempo en una solución de agua con sal y vinagre, una vez coaguladas las glándulas se procede a su extracción o saca. Según la raza del gusano, las hijuelas se clasificaban en gruesas, cortas, finas o largas. El cosechero vendía a los industriales la hijuela en manojos o moñas, que se procedían a cocer, blanquear, pulir y planchar para obtener el hilo de coser en cirugía y el sedal en el arte de la pesca. Era una industria familiar, siendo las mujeres quienes se dedicaban una buena parte a esta actividad con la incubación de las semillas y la crianza del gusano. Además de en Murcia, sólo se producía hijuela en las población alicantina de Orihuela y en las regiones italianas de Mesina y Nápoles.

El producto de la hijuela se consumía en Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos. En la ciudad de Murcia había una producción anual de 20.000 libras de hijuela.

En 1900, existían cuatro fábricas dedicadas a la producción de la hijuela dando trabajo a 200 mujeres y 50 hombres. En 1926 donde se obtenían 20 toneladas de hijuela en Murcia, se contó con unas 20 fábricas de las que dependían 2.500 familias. Ese material y su producción desaparecieron con el surgimiento de fibras sintéticas como el nylon.

4.1.3. La Estación Sericícola en Murcia

En 1892 por Real Orden se establece la creación de la Estación Sericícola en Murcia, siguiendo el modelo de las existentes en Italia, donde se aplicaba el modelo Pasteur para la prevención de enfermedades contagiosas. Esta institución se encargaría de dar mayor preparación técnica y científica, además iniciaría una intensa labor de divulgación por toda la huerta de Murcia con charlas para intentar concienciar al criador huertano de la necesidad de la prevención de enfermedad mediante una buena ventilación y la prevención de la humedad, el uso de incubadoras para avivar la semilla y se intenta evitar la costumbre de activar las semillas en las camas o al sol. En 1912, la Estación Sericícola se trasladaba de la carretera de El Palmar a La Alberca.

La industria textil es un magnífico ejemplo de la capacidad de sustitución y transformación de la industria química. En las primeras décadas del siglo xx fue la seda artificial –el rayón–, obtenida a partir de celulosa natural, la que amplió notablemente los horizontes de los fabricantes textiles europeos. Pero lo más revolucionario fue el nailon (nylon), la primera fibra textil sintética, comercializada durante la Segunda Guerra Mundial por la firma norteamericana Du Pont y difundida e imitada por los grandes grupos químicos del mundo en los años siguientes. Uno de los símbolos de la edad de oro del capitalismo, el nailon constituyó además un hito en la química de los polímeros, que a lo largo del siglo pasado ha proporcionado una base tecnológica común a industrias muy diversas y ha acelerado el desarrollo de la petroquímica.

4.2. Las hilanderas de las fábricas

A partir de la mitad del siglo xix, la seda en Murcia era un motor que funcionaba por el trabajo de las murcianas, debido a la gran cantidad de mano de obra femenina que se necesitaba durante todo el año en las fábricas de hilatura y de hijuela. Se requería mujeres jóvenes a partir de los 14 años, como marcaba la ley, cuando contraían matrimonio debían de dejar la empresa. Las fábricas de la seda de capital francés se encontraban en las Puertas de Castilla en el camino a Espinardo, lo que hoy es el barrio de San Antón de Murcia, daban trabajo a las muchachas de los barrios anexos como San Antolín y todas las poblaciones de la Huerta, hemos encontrado testimonios de jóvenes que se desplazaban desde La Ñora, Javalí, Guadalupe, La Albatalía, La Arboleja, Nonduermas y La Alberca. Las jornadas de trabajo eran muy largas y el salario muy escueto. Los empresarios con tal de empequeñecer su paga, utilizaban un sistema de multas para menguar su salario. También se les exigía que estuvieran antes de la hora prefijada, si se cerraban las puertas de la fábrica antes de la hora de comienzo y de que entraran, se quedaban en la calle a la espera de que las abrieran en el descanso del almuerzo, perdiendo las hilanderas que se habían quedado fuera un cuarto de día. Es por ello que se llevaron a cabo varias marchas en forma de huelga pacífica por parte de las hilanderas se pedía la intervención del alcalde de la ciudad, del Gobernador Civil o de la junta de Reformas Sociales para hacer de mediadores entre el comité de hilanderas y los dueños de las fábricas, pues diariamente quebrantaban lo tratado. En otras ocasiones cuando habría huelga de obreros del metal o carpinteros, se les pedía a las hilanderas que se sumaran para ser oídos, esto es debido al gran número de mujeres que dejaban de trabajar para pasar a engrosaban la manifestación, por su actitud pacífica no se producían serios altercados, la solidaridad era total a sabiendas que iban a perder el jornal del día. Además por el gran número de obreras en la calle hacía que se paralizaran las fábricas de la seda, consecuencias que traían cuantiosas pérdidas a los empresarios, a la ciudad y al Reino de Murcia.

4.2.1. Las mejoras laborales de 1890

Se pide en las Cortes españolas una ley para que determine ocho horas de trabajo diarias, que limite las horas de ocupación de los niños y de las mujeres en talleres y fábricas. Estas medidas perseguían los acuerdos adoptados en el Congreso obrero internacional de París de 1889, surgió como respuesta a la explotación que sufrían los trabajadores como consecuencia de la revolución industrial. Su objetivo era lograr un orden social más justo e igualitario, con la necesidad de una acción unitaria del proletariado y la organización de la clase obrera. Se pide la abolición de la explotación infantil y la mejora de las condiciones laborales de la mujer. La huelga es el instrumento de mayor repercusión económica. A consecuencia, en Valencia secundaron la huelga en torno a 500 obreros. Con esta protesta los arquitectos y maestros de obras han accedido a la rebaja de las horas y al aumento del jornal de los albañiles así como los fabricantes de sombreros. Las hilanderas valencianas también hicieron huelga.

En estos años España está sufriendo el monopolio de la seda por parte de las casas francesas de Lyón que no reportan riqueza en el país y explotan a las hilanderas españolas. La península exportaba hacia Europa materias primas, alimentos y artículos de Indias, e importaba productos manufacturados, objetos de lujo y productos metálicos, en general de un valor superior a las exportaciones. Ello provocaba una balanza comercial negativa que había que equilibrar. Los desequilibrios demográficos, económicos y sociales que se vivió durante la Restauración borbónica llevaron al país a una crisis económica de gran intensidad. Tras la epidemia de cólera de 1885, que se cebó con las hacinadas e insalubres barriadas obreras disparando la mortalidad, se vivió una profunda crisis agrícola con malas cosechas cerealísticas, las epidemia de la filoxera destruyó las viñas y las plagas de langosta acabaron con la vegetación de grandes extensiones de terreno.

Las jornadas eran largas y agotadoras, con salarios paupérrimos, a veces incluso sometidos al destajo. Las condiciones de vida se deterioraron fuertemente, disparándose la mortalidad infantil. Las transformaciones sociales, como en el resto de Europa, fueron estimulando a una minoría de mujeres a demandar su incorporación a distintos ámbitos. La incorporación al trabajo industrial de las clases bajas fue mucho más temprana, sometida a salarios inferiores a los varones.

En ciudades españolas como Madrid, Valencia, Zaragoza, Alcoy, Bilbao y Barcelona se conseguían mejoras laborales, estas no llegaban a la capital del Segura. Dos meses después de estos acontecimientos, el 3 de julio de 1890, a las hilanderas de las Puertas de Castilla se les negaban la entrada después de comer a las dos, por tomarse más tiempo de lo permitido en el descanso, teniendo que volver a sus casas antes de la hora de costumbre. Según la nota de prensa, al día siguiente siguió la huelga de hilanderas que terminó felizmente pues consiguieron el derecho de una hora para almorzar, dos para comer y subida del jornal. Los precios subían por el aumento de las exportaciones, mientras que los salarios no lo hacían al mismo ritmo, produciendo un descenso sustancial del poder adquisitivo de los obreros mientras los empresarios veían aumentar sus márgenes de beneficio.

A finales de siglo hay un monopolio por parte de los empresarios franceses en el mercado de la seda, venden el capillo a doble precio que lo hacían cuando no habría exportación, las fábricas funcionan todo el año y las pobres hilanderas no ven rendimiento teniendo que protestar por el excesivo número de horas que trabajan en labor ingrata y poco higiénica. Cientos de jóvenes de la huerta trabajan doce horas o más para ganar un mísero jornal. Esas pobres muchachas son hijas de cultivadores y trabajando esa hija doce horas al día, no gana lo que el padre ha perdido al vender su cosecha a precios impuestos por el monopolio. Se pide a la Liga de Propietarios que se hagan ahogadores en todos los partidos de la huerta para que permitan guardar y exportar el capullo, evitando la venta forzosa a corto plazo que por índole del productos ser ven obligados los cosecheros, buscar una solución a este problema que tanto interesa a nuestra vega por ser una de las principales riquezas, la cría del capullo de seda, entregada hoy por completo a la voluntad de las fábricas hilanderas, cuyos capitales y propietarios son de nacionalidad francesa. Nuestros huertanos se desprender del rico capullo, antes de tiempo, sufriendo la depreciación del mercado, pues la causa de vender mal y barato según el precio impuesto por los compradores franceses, era reunir los recursos necesarios para pagar el rento, era pago con que contribuía anualmente el labrador o el colono por el uso de tierras a su propietario en la Huerta de Murcia. Según el Catastro de La Enseñada el 96 por ciento de los propietarios relacionados con la nobleza y el clero cultivaban sus tierras por medio de colonos. La figura del colono y el arrendamiento de tierra era una práctica más extendida en la Huerta, desapareció en torno a 1940, acelerándose su transformación por compras de los arrendatarios por la depreciación de los rentos y los altos beneficios que en 1950 proporcionó el cultivo del algodón. Las relaciones propietario-arrendatario están generalmente regidas por un contrato verbal mediante el cual una de las partes entrega la fincha y la otra se obliga a dar el precio. Algunas particularidades consuetudinarias, entre ellas destaca la adehala, regalo de los arrendatarios al dueño de la tierra, que generalmente consiste en tantas aves de corral como tahúllas tiene la finca una vez al año, normalmente por San Juan al pagar el canon del arrendamiento que lo pagaban con los beneficios de la venta de seda (Ruiz Funes, 1983).

4.2.2. Las hilanderas reciben premios al trabajo

El 7 de septiembre de 1890 en el teatro Romea de Murcia, se organizó un Certamen donde se repartirían premios a la creatividad y al trabajo. Los donativos son dados por la burguesía murciana para estimular las industrias, los oficios y las artes locales, se concedieron cuatro premios dirigidos a las hilanderas por ser estandarte de la producción económica murciana. Los organizadores del Certamen se pusieron en contacto con los empresarios de las fábricas de seda Mourron y Payen para que presentaran las candidaturas de las obreras que se lo merecían. Las premiadas fueron Josefa Ortiz Pérez, Dulia Escribano Martínez, Fuensanta Sánchez Montesinos y Carmen Cerezo Arnaldos que fueron premiadas con 30 pesetas para cada una. Al recoger los premios el público agasajó a las cuatro hilanderas con importantes aplausos y grandes muestras de simpatía. En el recorte de prensa anota gran peso social y económico les debe Murcia a sus hilanderas. Otros premios que se dieron fueron a los niños y niñas por sus buenas notas.

4.2.3. Las hilanderas de la seda crean la Comisión de mejoras laborales

En la mañana del 1 de octubre de 1900 se alborotaron las hilanderas de las fábricas de seda de la Puerta de Castilla, al poco tiempo acudía el Gobernador Civil, las obreras pedían disminución de horas de trabajo, el Gobernador les exhortó a que nombraran una Comisión para que se pusieran de acuerdo con los directores de la fábricas para llegar una solución satisfactoria para ambas partes. Las hilanderas de la Fábrica Grande pedían la disminución de media hora en la entrada y salir media hora antes, como ya disfrutan las hilanderas de la Fábrica Pequeña. Las hilanderas comienzan a trabajar a las 5 y media de la mañana, piden entrar a las seis, pues muchas de ellas tienen que andar hasta una legua para llegar a la fábrica. En la jornada posterior se resolvió el conflicto entre hilanderas y fabricantes, han concedido la rebaja de media hora de trabajo por la mañana.

Al año siguiente, el 5 de mayo de 1901, una comisión de hilanderas visitó al Gobernador para pedirle la reducción de horas de trabajo. Al día consecutivo se produjo la huelga de hilanderas de las dos fábricas. Cerca de mil personas se dirigieron al Gobierno Civil, en pacífica manifestación recorriendo varias calles produciendo en el vecindario la natural alarma. Por la tarde se reunieron con el alcalde. Lo que piden es media hora para almorzar y una para comer, quieren entrar a las 6 de la mañana y salir a las 6 de la tarde. Según el recorte de prensa no piden aumento de jornal. El Alcalde les ha exhortado para que se retiren, ofreciéndose para gestionar lo que demandan para tratarlo con los dueños de las fábricas, el regidor municipal ha conseguido todo lo que las hilanderas reclamaban en sus aclamaciones.

4.2.4. La huelga de las hilanderas murcianas

En octubre de 1901 se vive un momento convulso en las Cortes. Los Diputados murcianos intervienen por los problemas de la adulteración del pimentón, hay crispación por la huelga en Barcelona, continua sin solución la huelga de hilanderas de Alpera que la secundan más de 2.000 mujeres, sus pretensiones es tener una jornada laboral de 10 horas y ganar cinco reales por jornal. Tres días después siguen las huelgas de hilanderas en Valencia con el riesgo que se convierta en huelga general, se suman a la huelga los obreros de los talleres del ferrocarril de Valencia.

Las hilanderas murcianas estallaron en protesta, piden trabajar 11 horas y media por dos reales. Se dirigieron al Gobierno Civil para protestar por la bajada de sueldo que habían sufrido el día anterior, iban provistas de cañas verdes que habían arrancado de las acequias. A las 9 horas las hilanderas de la Fábrica Grande llegaron al edificio del Gobierno Civil, se les indicó que volvieran a las 12 horas. Regresaron a su lugar de trabajo para increpar a las compañeras que estaban trabajando, para que dejaran de hacerlo, tuvieron que apedrear la fábrica rompiendo algún cristal. Se dirigieron a la Fábrica Pequeña para que sus otras compañeras se unieran a ellas, después visitaron la fábrica de tejidos de López Ferrer para que las cosedoras engrosaran la manifestación, según El Liberal eran unas 2.000 personas.

Según el corresponsal escribía en el artículo de periódico las hilanderas tienen sueldos mezquinos, la que llega a 3 reales se considera feliz, lo normal son 60 céntimos, de estas doce perras chicas se les rebajaron el miércoles dos, también se quejan del sistema de multas. En la Fábrica Chica los sueldos son más lucidos. A la huelga se sumaron los obreros de la fábrica de metal del señor Peña, las hilanderas se dirigieron a modo de abanderadas a la fábrica de muebles del señor Delgado para que los obreros dejaran de trabajar. Se dirigieron a la fábrica de Ruiz Clemares en el Paseo Corvera, para que los obreros se unieran a su causa, delante de la manifestación iban niños tirando piedras a los faroles y obligando a cerrar el comercio a su paso, sufrieron desperfectos algunas tiendas del Paseo Corvera, Alameda de Colón y Trapería. Las huelguistas clamaron a los obreros para que cesara su labor en hospital de Convalecencia. Con posterioridad se dirigieron a la fábrica de hijuela de don José García para solicitar el paro. Los obreros que estaban construyendo las Escuelas Graduadas en Santo Domingo se sumaron a la huelga, también las trabajadoras de la fábrica de hijuela del Inglés en la calle de los Apóstoles. Se encaminaron a la fábrica de latas del pimentón del Francisco Alemán en la plaza Pedro Pou. Las obreras visitaron las oficinas de los rotativos de La Región, La Verdad, El Tiempo, los periodistas se sumaron a la huelga tras hablar con los directores. La chiquillería rompió algunos cristales del diario El Tiempo. A las 5 de la tarde el paro era completo en la ciudad. De no haber intervenido los chiquillos, que destrozaron mucho, la huelga hubiera sido pacífica.

En las fechas posteriores el dueño de la Fábrica Grande el señor Viallet o Fiallet (en los periódicos aparece de ambas formas), levantó el castigo que uno de sus dependientes había impuesto a todas las obreras, y manifestando que el castigo que impuso su encargado era de 0.5 céntimos y no de 0.10 como decían las hilanderas en sus declaraciones.

Según uno de los escritos que el propietario de la fábrica había enviado a los diarios para que los publicaran. En el periódico El Tiempo, en el escrito exponía que las condiciones laborales no eran tan pésimas para secundar una huelga de tantos días. El Sr. Viallet argumenta que de las 460 operarias de que dispone, 290 de las trabajadoras ganan 75 céntimos y otras 67 obreras ganan 1 peseta. Las que entran como aprendizas no superan los 50 céntimos diarios porque los destrozos son mayores que lo que manufacturan. Añade que en esos talleres no se le pega a nadie y hay órdenes terminantes dadas tanto a los dependientes como a las maestras para que no se hagan uso de daños físicos. Amplía el reportaje diciendo que en la fábrica no se deja trabajar a ninguna muchacha que no haya cumplido los 14 años y que las jornadas de trabajo no superan las once horas por jornal. Con sus declaraciones complementa que no hay provecho por parte de los dependientes que ponen las multas, se justifica que las multas impuestas aminorando el salario son indispensables para la disciplina y buena elaboración del trabajo y sólo se utiliza este recurso cuando se han agotado todos los medios. Termina en sus afirmaciones que la dirección tiene encargado a sus dependientes que procuren dar premios a las operarias que trabajen bien, con la misma cantidad que representa a las multas. Ha decidido que ahora en adelante, cada trimestre se sorteará entre todo el personal el exceso de importe de las multas. Según el acuerdo que ha llegado con el Gobernador, no se harán más rebajas de jornal, subsistiendo sólo las multas indispensables. Otro derecho adquirido para las hilanderas es que el día que subiese al monte la Virgen de la Fuensanta patrona de la ciudad de Murcia, se considerará día festivo para que todas las operarias puedan ir a acompañarla. Además el señor Viallet apoyará la propuesta para que los Jefes de la Casa de Lyón, en los meses de invierno entre 1 de octubre a 31 de marzo concedan a las hilanderas un horario laboral con una hora menos. Argüía que la petición de trabajar 9 horas y aumento de jornal, son unas pretensiones exageradas. Cargaba en su escrito que hay una competencia voraz con las filaturas de Japón y China, que en otras partes de Europa como en Francia y en Hungría las fábricas han tendido que cerrar, añade que los beneficios que aportan las fábricas a la Huerta son enormes, desde su implantación en la ciudad se han triplicado el cultivo de la morera y multiplicado la cría de gusano de la seda.

A finales de septiembre de 1901 las hilanderas secundan cuatro días de huelga. Se negaban a entrar las filatoras en la Fábrica Grande. A la hora de costumbre se abrieron las puertas, la Comisión que se había creado trató con los fabricantes, pedían una jornada de 9 horas. Al no haber acuerdo, las hilanderas de la fábrica de San Diego (Grande) se dirigen al periódico El Liberal para explicar su caso, y así llamar la atención de las autoridades del centro de Reformas Sociales. En la redacción comentaron sus propósitos, dicen que el último toque de pito es las 5.55 h de la mañana y tienen que estar todas en disposición de trabajo, dentro del portal, las dejan salir para almorzar a las 8.05 y a las 8.25 hay que estar trabajando. Salen a comer a las 13.10 a las 13.55 hay que estar en el tajo hasta las 18.45 h. Muchas distan de sus casas de una legua. El sueldo medio es de 0.60 pesetas diarias, unas pocas 0.80, la mayoría 0.50 pesetas que hay que descontar entre 40 a 90 céntimos de multa, en un trabajo duro de estar envueltas en vapor y con las manos metidas en agua hirviendo pero tenemos la ventaja de que aunque no comamos y vayamos descalzas y encueros, estamos trabajando nada menos que en seda y desgraciada la que diga una palabra pues retribuida con un bofetón o cuando menos con 8 a 15 días de arresto. Al final de estas declaraciones ruegan a la primera autoridad, para evitar disturbios, que se persone una comisión del centro de Reformas Sociales se informen y vean si son ciertas estas afirmaciones.

El conflicto seguía sin resolverse entre las operarias y los dueños de la Fábrica Grande de la seda. Las gestiones de la comisión de la Junta de Reformas Sociales no han dado resultado. Las Juntas de Reformas Sociales nacen con la Ley de 13 de marzo de 1900, sobre condiciones de trabajo de mujeres y niños. Entre sus atribuciones estaba la de inspección de los centros de trabajo; las condiciones de salubridad e higiene; formar estadísticas del trabajo; procurar el establecimiento de Jurados Mixtos de patronos y de obreros, mediar en las reclamaciones que unos y otros les sometieren y velar por el cumplimiento de las leyes sociales. Se pretendía con ellas crear un instrumento favorecedor de consensos entre el capital y el trabajo, en aras de desactivar la conflictividad laboral, fueron imprescindibles en la aplicación de la incipiente legislación laboral, actuando como terminales del Instituto de Reformas Sociales a partir de su creación en 1903. Fueron organismos pioneros en el arranque de un marco de relaciones laborales, fue un instrumento fallido por un cúmulo de dificultades sufridas, donde sobresalía la incapacidad, la ineptitud, la falta real de voluntad política de un Estado demasiado preso de sus propios miedos hacia un movimiento obrero emergente, considerado más como un peligro inminente, que amenazaba con imponer la revolución social, que como un actor social en busca del reconocimiento de derechos. El representante general de la fábrica se escudaba que carecía de las facultades para otorgar dichas concesiones. Ante las argumentaciones de la Comisión, el Gerente dijo que iba ajustar la normativa de la Fábrica Grande a la que ya disfrutaban las operarias de la fábrica de San Isidro, en donde no se rebajaban los jornales, ni disminuiría las horas de trabajo. Se reúnen con posterioridad la Junta en el Ayuntamiento con una Comisión de operarias que darán resultado de las negociaciones. El jornal mínimo pasa de 0.60 pesetas a 0.70 pesetas. Todos desean un arreglo satisfactorio y que no siga la fábrica cerrada.

El 27 de septiembre las hilanderas publican un escrito en el periódico El Liberal, dirigido a su Director. Fueron citadas en el Ayuntamiento por la Comisión de la Junta de Reformas, las obreras pensaban que eran requeridas por la comisión para escuchar sus quejas, en este caso sólo era para aconsejarlas que volviesen al trabajo en las mismas condiciones que antes. Se justifican que con el sueldo que le dan no tienen ni para comer, y si piden menos horas, no es para trabajar menos, sino que en invierno tienen que salir de sus casa a las 4 de la mañana, sin más alumbrado que la luna, ni más adoquines que las sendas. En verano se sufre mucho con la asfixiante temperatura, por estar rodeadas de tubos de vapor y las manos metidas todo el día en agua hirviendo. Objetan que son jóvenes de 15 a 22 años, el trabajo honra pero la esclavitud humilla, que en el momento que deje de haber esclavos se concluyen los señores, que sin el trabajo no hay pan, ni calzado y todo lo necesario a la vida, pues el dinero no se come, ni la tierra, ni nada produce si no se trabaja. Así terminan la carta de las hilanderas de la fábrica de San Diego.

Se publica en el periódico El Liberal otro escrito firmado por las hilanderas de la Fábrica Pequeña o San Isidro, en donde atestiguan que no tienen queja alguna de su director, pues son tratadas por sus superiores con amabilidad, han acordado hacer causa común con sus hermanas las desgraciadas de la Fábrica Grande, a la hora del almuerzo han acordado no volver al trabajo.

El mismo día se ha reunido la comisión nombrada por la Junta Local de Reformas Sociales para intervenir en la huelga presidida por el Alcalde, con la comisión de obreras compuesta por 18 de ambas fábricas. Se les ha propuesto en nombre del director de la Fábrica Grande, elevar los jornales a las llamadas batidoras a 0.70 pesetas; a las gusaneras a 0.55 pesetas y 0.60, lo cual no ha sido aceptado por las obreras.

Han manifestado que para reanudar el trabajo quieren el aumento de 25 céntimos en el jornal a las hilanderas y atadoras. A las encargadas de las batidoras grandes el aumento en el jornal de 25 céntimos. A todas las demás obreras el aumento de 10 céntimos. Piden 9 horas de trabajo en todo tiempo. Estas proposiciones las hacen las obreras de ambas fábricas. No es mucho lo que piden las hilanderas, pero últimamente deben conformarse con lo que la referida Junta pueda conseguir de los dueños de las fábricas.

4.2.5. Comedor para obreros e hilanderas

Según noticia de Provincias de Levante, el 15 de febrero de 1902 se creó el asilo de la Purísima Concepción en San Antón con el caritativo objeto de proporcionar a la clase obrera medio de subsistencia y ahorro, estará a cargo de las hermanas de la Caridad. Todos los obreros de ambos sexos y en especial las hilanderas de las fábricas de seda y talleres de tejidos de las Puertas de Castilla tendrán dispuestos a diferentes horas una ración abundante por diez céntimos. El despacho de los bonos será de 8 a 8.30 h de la mañana, hora en que salen al almuerzo los obreros. La comida de inauguración consistirá en arroz, judías, patatas, nabos, cabeza de cerdo, morcillas, tocino, pan y naranjas. Un mes después se despacha de 300 a 400 raciones de comida. A las hilanderas no les llega el presupuesto pues entre dos compran una ración, buena y tan abundante ración, que con una comen bastante dos hilanderas. Para llevar a cabo la obra del asilo en que posteriormente se crearán unas escuelas, se hizo por varios donativos, a destacar las 500 pesetas para que se iniciaran las obras que dieron los propietarios de la Fábrica Grande de seda Palluat, Combier y Testennnnoire. La fábrica de seda de Luís Payens entregó 150 pesetas, Isidoro de la Cierva cedió los derechos notariales del lugar. El exportador Fulgencio Alemán proporcionó pimentón. Una señora en sufragio de sus difuntos, dio seis pesetas para suplementar el postre de las hilanderas el Viernes de Dolores.

4.2.6. El problema social: huelga de hilanderas

El 28 de septiembre de 1911 seguía la huelga de hilanderas, al día siguiente se reanudarán los acuerdos entre los dueños de las fábricas, la comisión de la Junta local de Reformas Sociales y la comisión compuesta por 26 hilanderas. A la espera de ser recibidas visitan las redacciones de los periódicos. Las negociaciones siguen sin acuerdo entre lo que se oferta y lo que se pide. A la salida intentaron marchar a las fábricas del barrio para increpar a los compañeros pero la Guardia Civil se lo fue evitando. Asimismo al Gobernador visitaron una numerosa comisión de huertanos, padres de las hilanderas que trabajan en la Fábrica Grande de la seda, para protestar por la conducta de los dueños de la fábrica donde trabajan sus hijas, ya que no se presentaron en la última reunión con la Junta de Reformas Sociales. Por el ambiente no conciliador que se vive el inspector de Trabajo ha venido a Murcia con el objeto de solucionar la huelga de hilanderas.

El 1 de octubre, las hilanderas entregaron un escrito al inspector regional de Trabajo que habían confeccionado con sus peticiones y quejas. Las obreras de la seda estuvieron reunidas en el Ayuntamiento dialogado con el vocal de la Junta de Reformas Sociales. El inspector de Trabajo ha cambiado impresiones con la citada Junta y con los dueños de ambas fábricas. Al día siguiente hubo un conato de huelga entre las hilanderas y las hijueleras de la fábrica de pelo de pescar del señor Morris, establecida en la plaza de los Apóstoles, a pesar de las increpaciones las hijueleras entraron a trabajar. A la vez hubo un conflicto ferroviario, que hacía que el sector industrial vaya hacia la Huelga General, muchos talleres habían cerrado por falta de suministro de materiales. La finalización de las negociaciones el 3 de octubre, las hilanderas sólo consiguieron la reducción de media hora. Según comunicación al Gobernador por parte de los dueños de las fábricas, se mantienen los mismo jornales se disminuye media hora de trabajo para los meses de octubre a marzo, pese no conseguir sus propósitos las hilanderas han vuelto a trabajar con lo que aceptan lo que hay.

4.2.7. La solidaridad de las hilanderas

El 5 de noviembre de 1916, la guardia urbana se encontraba vigilando las fábricas por posible huelga de las operarias de las fábricas de hijuela. Una comisión de obreros ebanistas y el presidente de la sociedad de carpinteros, Pedro Albaladejo visitó al Alcalde para tratar la jornada de 9 horas. El Alcalde se reunirá con los obreros y la Junta local de Reformas Sociales para tratar la petición.

El día sucesor sigue la huelga de carpinteros. No han entrado ningún obrero a las fábricas. Se pide solidaridad entre todos los oficios que se unen a la huelga para conseguir sus pretensiones. Las hilanderas de la fábrica de la seda dedicadas al hilado, acordaron ayer tarde secundar el paro de los obreros carpinteros y se declararon en huelga. Al abandonar el trabajo no hacen reclamación, fundando su actitud como acto de respaldo con los trabajadores carpinteros. De continuar las hilanderas en la actitud adoptada, se iniciará el paro en todas las fábricas, la huelgas de las hilanderas son seguidas del paro de los demás oficios sericícolas, como se ve el conflicto que en una principio parecía no había de llegar a adquirir proporciones, tiende a agudizarse.

El 12 de noviembre siguen las revueltas. Las hilanderas en huelga, solicitaron el apoyo de las trabajadoras de las fábricas de tejidos del señor López Ferrer y de las manufactureras de la fábricas de envases de pimentón del señor Alemán. Las hiladoras de seda piden una jornada de 9 horas para ganar un exiguo jornal que oscila entre 40 céntimos y una peseta. El Gobernador Civil visitó a los directores de las fábricas y los patronos le pidieron tiempo pues necesitaban escribir a Lyón.

En la jornada siguiente se publica una carta de los directores Viallet, de la Fábrica Grande y Paute de la Pequeña en el periódico El Tiempo. Las huelguistas pedían trabajar 9 h, en vez de diez y media. El Gobernador Civil pide a las hilanderas que vuelvan a trabajar mientras se recibe contestación de Francia. Desde Lorca y Cartagena llegaron refuerzos para mantener seguridad, fueron solicitados por el Gobernador ante el posible temor de alborotos por parte de las hilanderas.

A la mañana posterior, a las seis de la mañana cuando tocó el pito de entrada a la fábrica unas 50 operarias entraron a la Fábrica Grande y ninguna a la Pequeña, quedándose apostadas a los alrededores. El encargado de la Fábrica Pequeña dispuso el pago a las operarias de los jornales devengados en la semana anterior, que debiera haberse hecho efectivo el sábado y por no haber acudido al cobro las hilanderas no se pudieron efectuar. El inspector de vigilancia señor Aguilera hizo gestiones cerca del encargado de la fábrica para que perdonara las multas impuestas a las operarias. El señor Viallet se negaba a pagar a las hilanderas si no ocupaban los puestos de trabajo. Los jornales son exiguos, lo verifica una hilandera vecina de La Ñora, en la última semana trabajó 6 días, y después de descontar el importe de las multas se llevó a casa 95 céntimos de peseta. Muchos problemas se viven en la Fábrica Grande, en la fábrica del señor López Ferrer y en la de la hijuela. Las hilanderas huelguistas tuvieron una conducta sensata. Las fábricas estuvieron muy vigiladas.

Las hilanderas están dispuestas a mantener su actitud y no entrar a trabajo hasta que se le conceda la jornada de 9 horas. Esperarán hasta el sábado, día que se supone que estará aquí la contestación de la consulta a los jefes principales. El 15 de noviembre sigue la huelga de hilanderas. Se hicieron manifestaciones en Javalí Nuevo y La Ñora por parte de las hilanderas y vecinos de dichos pueblos que han cerrado los comercios. Los alcaldes de las pedanías de Jabalí Nuevo, La Ñora junto con el de Guadalupe van a ir a hablar con el de Murcia, el señor Palazón, con el objeto de comunicarle la manifestación y solicitar a dicha autoridad se interese por las pobres hilanderas. Los sindicatos agrarios de ambos pueblos celebraron una reunión, acordando conceder el más eficaz apoyo a las obreras de la fábrica de la seda. Días después, el 18 de noviembre de 1916, se celebró un mitin en La Ñora organizado por las hilanderas y la Federación Agraria. El día anterior los alcaldes de La Ñora, Jabalí Viejo y Guadalupe acompañados por un representante de la Federación Agraria habían visitado al Gobernador Civil. Con posterioridad los encargados de la fábrica de igual forma pidieron audiencia al Gobernador para comunicar la respuesta dada por sus superiores desde Francia. Los dueños concedían una jornada laboral de 10 horas a las hilanderas murcianas como se tenía establecido en las fábricas de Italia y Francia. El señor Boamonde, en vista de las discrepancias que seguía habiendo entre patronos, que ofertan una jornada de 10 horas, y operarias, que solicitan la de 9 horas, pasó el asunto a la Junta local de Reformas Sociales.

En diciembre de 1916, se trataban las peticiones de las hilanderas de una jornada laboral menor como se habían conseguido en las anteriores huelgas y la supresión de multas. Los directores de las fábricas entregaron un telegrama con la reducción a 10 horas, aún así defendían la justicia en que se basan las multas. La Junta propuso la aceptación de 10 horas siempre y cuando se concediera un aumento de un real por jornal. Los industriales telegrafiaron a sus Casas la nueva petición, contestaron varios días después, concediendo el aumento de un 25%, relacionándolo con el premio concedido por el Estado a la industria sedera que percibirán las obreras este año el día de Nochebuena. En este laudio hubo un tercer acuerdo apoyado por los diputados en Cortes y gestionado por el Gobierno, la prima del 25% la perciban los fabricantes mensualmente o como mucho tardar trimestralmente, a fin de que las obreras percibieran su aumento con más continuidad. Las obreras reanudarán el trabajo el próximo lunes.

A los pocos meses, en febrero la comisión de hilanderas protestan y dicen que van a ir a la huelga si no reciben el premio del 25% que se la había prometido en el acuerdo de subvención. Según noticia del periódico Levante Agrario de 16 de noviembre de 1918, un carpintero de la Fábrica Pequeña de filatura de San Isidro gana 18 reales. Las hilanderas de la Fábrica Grande ganan diariamente 1 peseta, quitando lo que le restan las multas y el trato esclavista que tienen que soportar. En la Fábrica Pequeña en vez de correctivos, se priman el trabajo de las mejores, en vez de imponer sanciones se dan premios lo que se genera una competencia con las demás fábricas, según su director, con este sistema se puede demostrar que el trabajo realizado es superior al de las demás fábricas. Según el periódico el promedio de San Isidro es de seis reales, ha obligado a los demás empresarios a aumentar un 25% el salario como estaba acordado y no se cumplía.

4.2.8. Jornada laboral de 8 horas

El 16 de diciembre de 1924, la comisión de hilanderas se dirige al Gobernador de Murcia y al Delegado de Trabajo por los abusos que siguen soportando por parte de los empresarios. La jornada de 8 horas laborales ya se ha implantado por toda España a modo de Real Decreto. La Fábrica Grande aceptó la disposición pero al poco tiempo implantó 9 horas prometiendo a las obreras compensarle por esa hora de exceso. Pero la compensación horaria ha caído en saco roto, al igual que los aumentos de jornal que consiguieron después. Además, las obreras que van tomando estado son repuestas con chicas menores de catorce años, que devengan a diario el jornal de una peseta. Se obliga al personal a estar dentro de los talleres diez minutos antes de que suene el último toque de llamada y se retrasa la salida normalmente unos diez o quince minutos.

Las hilanderas se quejan de que el director de la Fábrica Grande las mata a multas para pagarles menos, en cambio en la Fábrica Pequeña no hay multas, ni tampoco se las obliga a entrar al trabajo diez minutos antes, ni tienen que quedarse quince minutos después, las hiladoras de seda objetan de las desigualdades que sufren en la Fábrica Grande donde el jornal de una principianta es menor de 0.65 pesetas mientras en la Fábrica de San Isidro una principianta gana 1’75 pesetas diariamente. Ante estas recriminaciones hubo una contestación al periódico por parte del señor director de la Fábrica Grande de la Seda, donde negaba lo que las hilanderas aseguraban sobre los jornales. Expone que el jornal inferior en su fábrica es de 1,15 pesetas, oscilando entre esta cifra y 3’25 pesetas. Afirma que la jornada de nueve horas se implantó por un convenio del que tuvo conocimiento la Junta local de Reformas Sociales y previa la estipulación de un aumento de jornal proporcional. Añade el señor director que lo de las multas no es cierto. Esas multas son insignificantes y las pone un personal subalterno, dándose el caso de que los premios exceden siempre al número de multas.

5. Conclusiones

Vemos que desde 1889 se pide la jornada laboral de ocho horas por parte del Congreso Obrero Internacional, no fue efectivo hasta 1924 en las fábricas de seda de Murcia. Mucho tuvieron que batallar las hilanderas para que se le reconocieran los mismos derechos ya que disfrutaban en otras fábricas de seda, en otros talleres de la ciudad y que en otras partes de España. A finales de siglo xix hay una explotación infantil en el trabajo y las mujeres trabajan en condiciones pésimas, incluso se imponen castigos físicos.

La fábrica de San Isidro que es conocida como la Pequeña las trabajadoras tienen mejor condiciones laborales, no se aplican multas económicas y se prima el trabajo bien hecho por premios monetarios. La fábrica de San Diego o Grande, sus empresarios niegan el trato improcedente que dan a sus obreras.

Se ve claramente que las huelgas de las hilanderas hacía tambalear la economía de la capital del Segura, pues se daban grandes pérdidas económicas y paralizaban otras industrias sederas. Con las sucesivas huelgas las hilanderas pasaron de trabajar 12 horas y media en 1890, en 1901 se ocupaban de seis de la mañana a seis de la tarde. En 1911 se consigue trabajar once horas y media. En 1916 se logra trabajar diez horas y en 1924 aunque estaba aprobado el Real Decreto de ocho horas, en la fábrica la jornada era de nueve horas.

La solidaridad que prestaban las hilanderas ante otros oficios en huelga. Las hilanderas se sumaban a la huelga para que los obreros de otras fábricas sean escuchados por la autoridad, con la presión que ejercían las hilanderas, se rozaba la huelga general, por las multitudinarias manifestaciones y el menoscabo a la economía murciana, ya que la seda era el motor de riqueza. Gracias a la lucha reiterada de estas hilanderas y de muchas otras mujeres, hoy gozamos de mejores condiciones laborales, pero todavía nos queda un largo camino por construir.

María Luján Ortega
Documentalista, Universidad de Murcia


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FUENTES HEMEROGRÁFICAS

La Paz de Murcia

El Diario de Murcia

Las Provincias de Levante

Heraldo de Murcia

El Liberal de Murcia

El Tiempo

La Verdad de Murcia

Levante Agrario



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Revista de Folklore número 458 en formato PDF >


Las hilanderas de la seda. Bandera de reivindicación obrera en la Huerta de Murcia

LUJAN ORTEGA, María

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 458.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz