Revista de Folklore

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Valoración cultural de la arquitectura popular de la Cabrera (León)

MARCOS RODRIGUEZ, David

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 455 - sumario >

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1. Introducción

El trabajo se centra en la comarca leonesa de la Cabrera, situada al suroeste de la provincia de León, limitando al sur con la provincia de Zamora y al oeste con la de Ourense. Su singularidad reside en poseer un carácter reservado debido a un cierto «aislamiento» al que estuvo sometida durante años por la dificultad de las comunicaciones, sin embargo, durante los siglos xx y xxi, esta comarca ha visto un gran avance cultural en el que multitud de expertos, artistas, intelectuales e instituciones, han sabido plasmar y valorar la importancia de los modos de vida de este territorio. Dentro de estos modos de vida cobra gran importancia su arquitectura, ya que configura el paisaje y la impresión que un visitante llega a adquirir de la región. Por lo tanto, la variedad de tipologías y la singularidad de sus construcciones serán de vital importancia para todos y cada uno de los estudiosos y artistas que se pasearon por sus tierras y sus calles plasmando y recogiendo los sentimientos que les invadían.

Este artículo pretende recoger las manifestaciones culturales, y algunas científicas, para lograr hacer un compendio de la gran valoración cultural que se le ha ido dando a lo largo de los años y que ha contribuido a que hoy sea una de las comarcas con mayor identidad de toda la provincia.

Analizando primeramente el panorama cabreirés podemos observar gran cantidad de terrenos en los que centrar el trabajo, por ello la arquitectura será el punto base del proyecto, pero no puede verse aislada de otros puntos que son de gran importancia dentro del conjunto de la historia de la Cabrera, por esta razón se analizarán también otros aspectos que hacen de la comarca un lugar único, y que han generado un interés por su estudio y su conservación, un ejemplo sería la lengua leonesa.

La convulsa historia y el interés de sus gentes ha hecho posible la gran proliferación de documentación cultural que se posee de la Cabrera, ante esto podemos analizar diversas tipologías como el género literario, desde novelas a literatura de viajes; las artes plásticas como la pintura y el dibujo; la fotografía; los estudios con un carácter más científico, como los históricos, patrimoniales o etnográficos, entre muchos otros; e incluso publicaciones periódicas, de los propios vecinos, las cuales tienen un gran arraigo y tradición en la Cabrera llegando incluso hasta nuestros días, sin olvidar la importancia que tendrán también las nuevas tecnologías en la transmisión de todos estos aspectos culturales, sobre todo mediante internet, destacando el uso de redes sociales. Por esta razón el proyecto se articula en una primera parte en la visión que se posee de la arquitectura a través de diferentes manifestaciones, ya que se considera que la construcción típica de esta comarca ha sido y es la base del modo de vida de los habitantes de la zona, pero siendo así se hace imposible no valorar otros aspectos culturales que otorgan gran importancia a la Cabrera, por ello se incorporarán, en otro apartado, aspectos históricos y lingüísticos que completan la herencia cultural de la comarca.

La metodología de trabajo llevada a cabo responde primeramente a un conocimiento previo de la comarca pudiendo comprobar de primera mano la situación en la que se encuentra su arquitectura, admirando su paisaje e incluso participando en la conversación con algunos vecinos. Posteriormente se ha realizado por un lado una revisión de los estudios históricos, lingüísticos, etnográficos… que se han desarrollado por diferentes expertos, comprobando así la importancia que posée la comarca, continuando por un interés diferente al que al parecer nadie hasta ahora se ha aproximado, el cultural, pudiendo observar la existencia de una valoración de la comarca a través, no de estudios, sino de la estética y el placer que ofrecen la literatura o la pintura. A partir de esta pesquisa se ha podido desarrollar el trabajo dejando plasmado el gran interés de la arquitectura cabreiresa en todos sus aspectos, finalizando con una conclusión que establece una base para poder continuar con otros estudios derivados del aquí presentado.

2. Estado de la cuestión

Se ha publicado mucho sobre la Cabrera, posiblemente debido a ese mito creado a raíz de su aislamiento, el cual hizo perdurar increíbles muestras culturales que en otras zonas ya se encontraban desaparecidas desde hacía décadas. Sin embargo, este mito lleno de realidad no es el único que ha hecho posible el interés por la comarca, todas estas publicaciones no se habrían realizado si en verdad esta tierra no poseyera una importancia vital. Ante esta situación podemos centrarnos en la arquitectura, ya que es uno de los aspectos más llamativos de la Cabrera.

Sin embargo, a pesar de todos los estudios, ninguno ha tratado de comprobar la valoración cultural que se ha ido generando en esta comarca, solo una publicación de Manuel Garrido se aproxima a esta idea[1], ya que va haciendo un recorrido por diferentes publicaciones y diversos personajes de interés cultural e histórico que otorgan una imagen diferente de la Cabrera, creando un panorama completamente intelectual. Podemos incluir también dentro de este aspecto un artículo periodístico de Alfonso García[2] en el que realiza una suerte de valoración cultural de la Cabrera, pero profundizando muy levemente.

3. Valoraciones Culturales de la arquitectura

La importancia del estudio de la arquitectura popular reside en su carácter sociológico, pues es una arquitectura totalmente práctica, los valores de confortabilidad y disfrute están por debajo de su carácter funcional. Siendo así podemos establecer una relación directa con el medio físico, con el paisaje agrario, entendido como el resultado de las labores de explotación de recursos por parte del ser humano y por supuesto la arquitectura relacionada completamente con el propio hombre, integrante de una comunidad que interviene en la configuración arquitectónica y urbanística de un territorio[3].

Esta relación tan clara entre la arquitectura popular y las gentes que la utilizan permite estudiar las costumbres y los modos de vida de un pueblo, ya que en si misma se plasman los medios de los que se disponen, la economía que se desarrolla en la comara y la relación que las personas mantienen con el medio natural, ya que de él se extraen recursos para la construcción, pero también las edificaciones se sitúan sobre unas zonas concretas que permiten mantener un diálogo visual con la propia naturaleza.

Esta conexión con el entorno natural se ve amenazada con el desarrollo económico, la evolución y los avances tecnológicos se reflejan en la arquitectura que se ha visto desvinculada del propio lugar en que se asienta, ante esta situación, el aislamiento de algunos lugares concretos hizo posible, en su día, que se mantuviera, de un modo más homogéneo y completo, una arquitectura popular que continuó su diálogo con el medio natural y respondía a unas necesidades básicas del hombre. Uno de esos lugares fue la Cabrera.

La propia arquitectura cabreiresa permite apreciar una cierta evolución que explicaría los cambios graduales que se sucedieron durante siglos, pudiendo comprobar la existencia de diferentes tipologías constructivas, teniendo cada cual una función concreta. Sin embargo, los estudios que se han realizado en cuanto a la arquitectura de esta zona se han centrado en los análisis tipológicos, espaciales y de materiales[4], por lo que en este trabajo se analizará la dimensión cultural de la arquitectura y su apreciación por diferentes escritores, pintores y otras personalidades que se dejaron seducir por la Cabrera.

3.1. Literatura

Dentro de las manifestaciones culturales que se centran en la Cabrera primeramente analizaremos la literatura. La novela Entre brumas, de José Aragón y Escacena, fue galardonada con el primer premio en el certamen literario organizado con motivo del IX Centenario del Fuero de León en 1920. Esta obra centra todo su desarrollo en la comarca leonesa. El autor ejerció como maestro en esta tierra y nos muestra la dureza de la vida cabreiresa incorporando en los párrafos de la novela una serie de acontecimientos dignos de estudio que representan muy bien la cultura leonesa entre los que se podría destacar un serano, también conocido como filandón en otras comarcas. En él participan jóvenes contando historias, cantando… y en la gran mayoría de los casos, como ocurre en la novela, acababan con actos de índole sexual[5].

Además, Aragón y Escacena también muestra un gran interés por la arquitectura de la Cabrera, exponiendo a través de su novela las sensaciones que esta le pudo transmitir durante su estancia en la comarca. Por ello dedicará algunas líneas a mostrar lo que estas construcciones manifiestan. La sencillez de las casas, la monotonía marcada por las formas, la piedra y su color gris, todo expresando un sentimiento melancólico, enigmático y misterioso que se enmarca en una austeridad propia también de sus habitantes y la cual solo se ve sorprendida y superada por la espadaña de la iglesia[6]. Sin lugar a duda muestra una visión muy romántica del paisaje rural. Realizará otra apreciación sobre la arquitectura en la que muestra su sorpresa y desagrado al pensar en compartir la vida cotidiana, en la misma estancia, con animales como el cerdo o las gallinas. Esto nos muestra el primitivismo de las edificaciones y sobre todo su humildad constructiva. Pero sin embargo en este ejemplo se continuará resaltando el gran impacto que tiene el color gris de las viviendas y su situación en la montaña, un aspecto clave que nos recuerda que la configuración del paisaje rural cabreirés está marcado por esas agrupaciones de casas encaramadas en las montañas.

Aquellas casas tan miserables como las isbas de Orel: aquellas casas grises como los pueblos, como los hombres y como el espíritu invisible que parece flotar por la montaña. Aquellas casas, humildes chozas, donde en repugnante consorcio viven, en la única habitación, hombres, puercos y aves[7].

Por las consideraciones que realiza el autor sobre la arquitectura debemos situarnos en la Cabrera baja ya que, debido a variaciones geológicas entre las dos cabreras, la presencia del hierro en la Cabrera alta es mayor, por lo que la arquitectura tendrá unas tonalidades doradas o anaranjadas, mientras que en la baja el color será grisáceo o negruzco[8]. Estas observaciones las podemos dar por válidas ya que la novela se desarrolla principalmente en la localidad de La Baña, uno de los principales pueblos de la Cabrera baja, y además José Aragón y Escacena fue profesor en Silván, otro de los pueblos de la Cabrera baja, por lo que estas sensaciones sobre la arquitectura podrían incluso ser personales.

Otra novela que se desarrolla en la Cabrera, y que también tiene como protagonista a la localidad de La Baña, es la escrita por Ramiro Pinilla titulada Antonio B... «el Rojo», ciudadano de tercera. Esta novela fue publicada en 1977 y se reedito en el año 2007 bajo el nombre de Antonio B. el Ruso, ciudadano de tercera. A pesar de ser una novela, relata un pasado que podríamos considerar verídico ya que Ramiro Pinilla escribe sobre la vida de Antonio Bayo, un personaje real que le contó sus penurias al escritor para que este publicara sus andanzas y no caer en el olvido. Por esta razón, todos los paisajes e imágenes que se nos presentan a través de la obra literaria son desarrollados a partir del propio recuerdo de Antonio Bayo, ya que Ramiro Pinilla explicó que él no acudió a conocer la Cabrera antes de escribir el libro por lo que en su relato respeta la imagen que el protagonista le dio[9].

En general la novela nos muestra la vida cotidiana de los pueblos cabreireses, pudiendo comprobar como eran las cocinas, las cuadras y las cantinas, que servían también de tiendas, incluso nos permite conocer diversos aspectos de la cultura leonesa y espacios naturales como el lago de La Baña.

Según el interés de este artículo hay que destacar la gran importancia que cobra la arquitectura. En el libro se insiste en el carácter homogéneo de las construcciones, casas con forma de cajón, techos de pizarra y de dos pisos; en el de arriba la vivienda, en la cual podía haber un solo cuarto o más, y en la parte inferior la cuadra, o en ocasiones la cantina.

En La Baña, todas las casas son iguales, de piedras puestas en seco unas sobre otras. Abajo, una cuadra. Arriba, los cuartos. Nuestra casa no tiene más que uno, grande y con dos ventanas con tapas de madera, el cajón-cama como único mueble y un hornillo de piedras en el suelo[10].

Las cuadras cobrarán gran interés en el texto ya que el protagonista no solo entrará a robar en muchas de ellas, sino que además muchas de las cuadras pasarán a ejercer como celdas o calabozos en los que pasará días encerrado tras ser arrestado, entre ellas estarían la cuadra del Juez de Ambasaguas y la del alcalde de Robledal.

Los guardias me llevan a una cuadra que tiene el alcalde en las afueras de Robledal. Es como las de La Baña, debajo de una casa en la que no vive nadie. El alcalde abre la puerta con una gran llave y un guardia me quita las esposas y me empuja dentro. Hay un fuerte olor a heno seco y mucha paja suelta en el suelo. Cuando se alejan las voces de los tres hombres me tumbo en aquella cama[11].

Además, a lo largo del texto se pueden apreciar las comparaciones que se hacen de las casas de otras poblaciones con las de La Baña, causadas por las sensaciones que emergerían en el protagonista al salir de su pueblo natal y conocer otros lugares. Así tenemos comparaciones con la casa del juez de Ambasaguas, otro de los pueblos de la Cabrera baja. «La casa del juez es parecida a las de La Baña, sólo que algo pintada»[12]. Incluso se menciona también el pueblo de Puente de Domingo Flórez, donde se encuentra con casas de pisos y comercios con escaparates, algo que en el pueblo natal de Antonio Bayo no existía.

Puente de Domingo Flórez es un pueblo con muchas casas de pisos y comercios con escaparates. […] El juzgado es una casa de planta y piso, vieja, aunque bien conservada[13].

Sin embargo, las mejores comparaciones llegan cuando sale de la Cabrera. Sobre el pueblo de San Ciprián, en Zamora, nos dice los siguiente: «[…] llego al anochecer a San Ciprián, que está en fiestas. Sus casas son peores que las de La Baña, de paredes de adobe, es decir de barro y paja. La cuadra también la tienen debajo de la vivienda»[14]. Incluso cuando el protagonista llega al mundo industrial de Bilbao, se encuentra con chabolas que también son peores que las casas del pueblo cabreirés.

Nuestros amigos nos llevan a su casa, que está en un barrio de las afueras que llaman Ollargan y al que se sube en autobús. «Hasta que encontréis vuestra chabola», nos dice. Porque las de Ollargan no son casas sino chabolas, que son peores que las casas de La Baña. ¿A ver si hemos venido a peor? ¿No me decía el gallego que en Bilbao todo el mundo vive bien? Su chabola tiene cocina y un cuarto, todo tan pequeño que extiendes los brazos y tocas a un tiempo pared a derecha e izquierda.

Alojaos aquí mientras encontráis vuestra chabola –dicen los gallegos. De modo que ellos duermen en el cuarto y nosotros en la cocina[15].

Estas comparaciones nos muestran la importancia que el paisaje rural tiene en los sentimientos de una persona, que toda su vida va marcada por su tierra, con una identidad propia que le hace llevar a su terreno todo lo nuevo que va conociendo, poniéndolo en relación con su conocimiento previo. Además, a través de la novela se nos muestra esa imagen de los pueblos cabreireses que están completamente identificados por su arquitectura tradicional, sobre la cual gira la vida en la comarca.

Continuando con este apartado hay que destacar la labor literaria de Manuel Garrido y en especial su libro La Cabrera transitiva, en el que realiza una serie de narraciones con un cierto carácter poético y romántico viendo en las construcciones cabreiresas el espíritu de quienes las construyeron y la propia naturaleza encerrada en ellas.

Todo este espacio puramente rural, que encierra entre sus límites una buena porción de naturaleza, rezuma también historia por las viejas huellas de la presencia y acción humanas diseminadas en él, y esas huellas mantienen intacto su poder de evocación para nuestros ojos actuales. Acabo de referirme a los palomares y antes a los canales romanos, pero podría citar también muchos rincones de puro sabor tradicional, o puentes, viejos molinos, fraguas, iglesias y ermitas con buen arte dentro. Quien los ve, contempla a los hombres que los hicieron, asiste a los azares de su historia tanto tiempo a flor de tierra hostil, las pruebas que pasaron, su largo sufrimiento, pero también su habilidad, los retos que superaron, el gozo de vivir y su esperanza indeclinable[16].

Destaca un capítulo que dedica a los palomares de La Cabrera, haciendo un llamamiento a su conservación y a su importancia dentro del paisaje. Esta es la descripción que hace de ellos:

[…] su tipología también única y característica de esta zona. […] Tienen forma cúbica y su construcción se adivina sencilla, hecha por gente que sin duda buscaba la directa utilidad […] no carecían de sensibilidad, como lo denotan ciertos detalles: las cubiertas de pizarra, casi todas coronadas por un círculo de piedras blancas de cuarzo; las repisas, igualmente de pizarra, que recorren todo el frente bajo los agujeros de entrada, y sobre todo el encalado final, que con el paso del tiempo y otras acciones atmosféricas, cobraba un agrietado recorriendo la superficie levemente amarillenta. […] Tales construcciones acababan integradas en el paisaje de una forma que nos remite a la armonía musical. […] palomares, encaramados en las laderas a continuación de los pueblos, cerca de los caminos y orientados hacia el este[17].

También esta publicación de Garrido tiene un interés cultural debido a que es el primero en realizar un análisis de los diferentes estudios y escritos de importancia que se han centrado en la comarca, otorgándole un valor cultural mayor a La Cabrera. En este punto nos habla de Fritz Krüger[18] y de la tesis de Concha Casado sobre el leonés[19], pero también nos menciona a los artistas Pilar Ortega y Severino Carbajo, y a toda su obra que representa la arquitectura de la comarca.

De modo que Pilar emprendió el suyo para rescatar lo que queda de la guerra del tiempo y ahora ha vuelto con el botín conquistado con ese lápiz que desplaza la afilada punta de su alma sensible, enamorada y melancólica: palomares solitarios, balconadas de mordida madera, viejas casas de piedra humilde, rincones de puro sabor popular y campesino, pequeñas o más grandes construcciones tradicionales[20].

Además de todo esto también tratará de proyectarnos una imagen sobre los dos famosos personajes que han marcado la historia de La Cabrera, el Relojero Losada[21] y Manuel Girón[22].

Por lo tanto, Manuel Garrido no solo expone su vocación literaria a través de La Cabrera, sino que además nos ofrece un breve recorrido por toda la importancia que el mundo cultural le ha otorgado a la comarca, pudiendo así comprender el interés de estudio que posee esta tierra.

Para finalizar debemos hacer mención a uno de los últimos libros sobre la Cabrera, se trata de La Cabrera: Relatos en blanco y negro. La publicación vio la luz en el año 2014 y está escrita por Remedios Arias López, que recopiló diferentes relatos que cuentan historias reales sobre personas de la comarca. Esta realidad hace cobrar importancia a la arquitectura, que continuamente aparece como escenario de los sucesos que se van desarrollando en las historias, siendo la vivienda la principal tipología a la que se hace referencia. «el corredor de la entrada y los peldaños parecían bastante abandonados»[23]. A pesar de estas pequeña descripción del acceso de una vivienda, también existe una descripción muy completa que nos ayuda a conocer la distribución de una casa.

La entrada de la casa daba a una especie de callejón. La Cocina y el comedor tenían puertas que daban a ese callejón. Con el tiempo ampliaron el cuarto de la cocina, pusieron un frente alicatado y una «cocina alta de leña» (como antes se debía a las que no estaban en el suelo). A la izquierda, estaba la despensa y una escalera que bajaba a la bodega. Por otro pasillo, a la derecha se iba a donde estaban la cocina de suelo y el horno de Pereruela en el que se hacía el pan. El escaño, que estaba incrustado en el tabique o división, era de madera lo mismo que la masera que hacía las veces de armario, a la que ya se le desvencijaban las patas. Más a la derecha se accedía al comedor, que también daba hacía la calle. Bajando unos escalones estaban los dormitorios. A veces tenían que echar en el suelo, encima de la bodega y en el comedor, paja o jergones de maíz para dar cobijo a todos los que allí llegaban»[24].

Desde esta descripción de la casa podemos comenzar a hablar de otras referencias que se extraen del texto, como por ejemplo la importancia de los hornos para la alimentación y su relación con otras tipologías como el molino. «Con el pan no había tanto problema, se molía el trigo en los molinos rastreros que abundaban en la zona […] se cocía el pan en los hornos que casi todos los vecinos tenían»[25].

La autora también hace referencia a nuevas construcciones, como harán otros autores en sus viajes por la Cabrera, algo que llamaba la atención y era signo de los avances que se estaban viviendo en la comarca. «Tenían estos una casa vieja y estaban levantando una nueva al lado, de tres pisos, con un gran corredor desde donde se divisaba el pueblo vecino y su ermita»[26].

Sin embargo, la gran protagonista de estos relatos es la cocina, que aparece continuamente, ya que era el principal núcleo de la vivienda. Con las descripciones que aporta nos hace entrar en una atmósfera diferente a la que hoy existe en nuestras casas: «junto al fuego de la cocina, sentados en los escaños negros por tantos y tantos años de humo y hollín»[27]. En esas estancias tan oscuras se reunían la familia y los amigos para charlar y pasar ratos ociosos, como bien indica Remedios. «En la pequeña cocina, alrededor de la lumbre se reunían la familia y todos los que allí estuvieran. Unos tocaban, o hacían que tocaban con las manos en la mesa, y los demás cantaban»[28]. Claramente estas reuniones están ligadas a los filandones, aquí denominados filadeiros por la escritora, a los cuales hace diversas referencias fundiendo esta tradición con la arquitectura, y más en concreto con las cocinas. «y de paso estarían un ratín al filadeiro […] se acomodaron en los viejos escaños que rodeaban la lumbre»[29].

Muchas eran las risas que había alrededor de la lumbre en las noches de filadeiro. Aquella cocina estaba iluminada por una pequeña candileja de petróleo, o por un gancho que colgaba con una cadena en los murillos[30].

En las noches de filadeiro, en aquella cocina vieja con lumbre en el suelo, rodeada de escaños, masera y horno de pan, se iba desgranando una especie de canción de muchos pueblos de La Cabrera[31].

No debemos olvidarnos de que la vida en la Cabrera estuvo macada por la ganadería, por lo que las casas disponían de una cuadra, como ya hemos visto, por lo tanto, debemos hacer mención a este espacio, y en concreto mencionar la siguiente apreciación que se hace de él en uno de los relatos del libro. «se encontró que la cuadra hacía las veces de baño. En una habitación del piso de arriba había un orificio que daba a la cuadra y los excrementos llegaban cerca del techo»[32].

Como hemos podido comprobar en esta última publicación se presentan cuentos con una gran carga real, ya que se menciona a vecinos de la zona que convivieron con la autora, mientras que en los anteriores libros podemos apreciar una mayor carga ficticia ya que pueden contar una historia totalmente inventada o una real con retoques literarios. Sin embargo, lo que todos ellos nos aportan es una visión única y maravillosa de la Cabrera y en concreto de su arquitectura, haciendo posible una mayor valorización de este patrimonio.

3.2. Literatura de viajes

A mediados del siglo xx se despertó un fuerte interés por La Cabrera, posiblemente por la iniciativa de instituciones como la Diputación de León por revitalizar ciertas comarcas[33]. A raíz de ello, en el año 1957 y durante seis días, Salvador de Pablos y el pintor Fernández Redondo recorrieron varios pueblos de la comarca, pero hasta 1992 este viaje no se publicaría en formato libro, al que se le añadiría el mismo recorrido realizado por los dos personajes en 1991, recordando el que hubieran hecho años atrás.

Por lo tanto, en la publicación La Tierra Olvidada. A pie por la Cabrera leonesa 1957 y 1991, se recogen diversos aspectos de la zona, destacando varios puntos culturales. Conocido el interés de la Diputación de León por revitalizar ciertas comarcas, la institución apostó porque diversos intelectuales, escritores, poetas… se implicaran y aportaran ideas[34], es aquí donde podemos percibir la gran importancia que tiene la cultura a la hora de poner en valor un territorio. Otro de los aspectos llamativos que se nos muestran en esta obra es la influencia indirecta que hace el documental realizado por Luis Buñuel sobre las Hurdes, ya que la visualización de este reportaje será el que incite a Fernández Redondo a realizar el viaje[35], motivado por la idea de la semejanza entre ambas comarcas.

La importancia que se le concede a la arquitectura popular en esta publicación es interesante, Salvador de Pablos dedica una gran cantidad de párrafos a describir las construcciones que se va encontrando a lo largo de su breve viaje. Se insiste mucho sobre el primitivismo que poseen estas construcciones como si el tiempo se hubiera detenido en ellas dotándolas de un carácter arcaico o primitivo que las convierte en algo atrayente para el lector.

Frente a la fonda vemos una especie de ermita que nos ha llamado la atención. Se trata de una construcción un tanto primitiva: tres paredes de piedra y mortero y la frontal, bajo un rústico soportal, consistente en un enrejado de madera[36].

Saceda es un núcleo de aproximadamente una docena de casas del color del suelo y, naturalmente, construidas a base de pizarra y piedra; todas ellas, como podremos comprobar más tarde, sin apenas ventilación y de un primitivismo extremado[37].

Rincones, recovecos, callejuelas empinadas, son el resultado de un conjunto de construcciones arcaicas, en su mayor parte abandonadas o al menos eso es lo que parece; ante un panorama de ruinas, muros de pizarra y piedra con techos de paja negra, podrida, son lo más parecido a un campo después de la batalla al que hubiéramos llegado retrocediendo en el tiempo[38].

El autor también establece una relación entre la arquitectura, la naturaleza y el hombre, ya que se construye sobre cimientos naturales de roca viva y por consiguiente estos determinan la estructura de los pueblos. Además, el material de las construcciones junto con las características de la propia tierra, llegan a controlar el modo de vida de los habitantes de la Cabrera.

Iruela, como casi todos los pueblos de la zona, se asienta sobre cimientos naturales compuestos de roca viva; son estos cimientos los que generalmente determinan la estructura de los poblados. La pizarra ya es de uso generalizado, casi absoluto y viviendas, cuadradas y almacenes, obedecen a una forma concreta y determinada. Parece asombroso el partido que se le puede sacar a un material que, de algún modo, junto a las características de la propia tierra, determinan un modo de vida[39].

Dicho modo de vida queda muy bien reflejado en la descripción que se hace de una cocina, en la que se menciona la escasa presencia de encalado en las paredes interiores y el sistema de ventilación, que consiste simplemente en una lasca de pizarra del techo levemente levantada, lo cual propiciaba que la estancia tuviera una tonalidad negruzca, que, a pesar de tener un cierto carácter tenebroso, según Pablos, creaba ambiente grato y acogedor[40].

Sin embargo, lo más llamativo es la presencia de una arquitectura no autóctona, extraña en la comarca, con un cierto carácter moderno. La aparición de estas construcciones influye en la impresión de los viajeros y por ello también es resaltado, parte en su viaje de 1957, pero sobre todo en su regreso en 1991. En Santa Eulalia y Quintanilla se encontrarán con la presencia de tejados cubiertos de teja y ya no de pizarra, e incluso con ladrillos, materiales que hasta entonces no habían sido apreciados[41]. Pero la gran sorpresa llegará cuando visitan por segunda vez La Baña, en la que el desarrollo durante sus años de ausencia fue inmenso, llegando no solo a construirse casas con nuevos materiales y estructuras modernas, sino también naves industriales debido al gran desarrollo de la industria que trajeron las explotaciones de pizarra, dotando de gran vitalidad al pueblo e influyendo sobre todo en las mentalidades de los cabreireses.

[...] la paradoja y el contraste son profundamente acusados; el habitáculo que es tradicional, con sus armazones de una sola planta, pizarra sobre pizarra y techos igualmente de pizarra o paja de centeno, alterna codo con codo con una modernidad que está cambiando sin esfuerzo aparente, no solamente signos externos –viviendas, servicios, higiene– sino mentalidades y modos de entender el milagro de la transformación al que obliga el desarrollo económico[42].

Este desarrollo contrasta especialmente con la situación de otras localidades que vuelven a visitar, es el caso de Saceda, que en 1991 se encuentra prácticamente despoblado y con sus construcciones en ruinas[43].

Además de las descripciones y apreciaciones que realiza Salvador de Pablos, su acompañante, Fernández Redondo también aporta una valoración cultural de la comarca a través de sus dibujos en los que se pueden observar tradiciones, leyendas y algún ejemplo de la arquitectura.

A través de esta publicación ambos viajeros nos muestran la realidad de la Cabrera y, sobre todo, una realidad arquitectónica que nos sumerge en el paisaje, ya que continuamente realiza apreciaciones sobre las edificaciones. El autor nos hace ver a través de la lectura que las construcciones son un ejemplo claro de la vida en la comarca, algo que ejemplifica muy bien el escritor, mencionando, como hicieran Remedios Arias y José Aragón y Escacena, los seranos. En este caso, Pablos asegura que este tipo de arquitectura y su habitabilidad propiciaba el desarrollo de este tipo de eventos entre la juventud. Por lo que vemos la conexión que tiene un patrimonio cultural como la arquitectura, con el patrimonio intangible que aquí representan los seranos o filandones.

En verano el calor hacía casi imposible la permanencia en viviendas de una sola planta y habitación en casi su totalidad, habitación que era compartida por personas y ganado, lo que obligaba, a los jóvenes en particular, a buscar fuera otro ambiente, lejos del espeso y agrio del recinto, así como de insectos y parásitos del ganado, acudiendo a los pajares donde solían pasar las noches durmiendo (entre otras cosas) en amistosa y mútua compañía, propiciando como es de suponer, el desfogue de apasionamientos que comenzando con ardorosos retozos acabaría como el rosario de la aurora.

En lo referente a las condiciones de habitabilidad, que ya quedan descritas, esas viviendas eran lo más adecuado para, en todo tiempo, propiciar los «seranos», veladas a todo lo largo del año en las cuales los jóvenes, libres de la tutela y vigilancia de los viejos, daban rienda suelta a toda clase de licencias, que se iniciaban con los «rebequeos» o retozos y cuyo final, como en las «ceibas», era siempre el mismo[44].

Sin embargo, el viaje de Salvador de Pablos ha quedado relegado a un segundo plano debido a la publicación, en 1964, del libro Donde las Hurdes se llaman Cabrera. Esta obra es la crónica de un viaje realizado en el año 1962 por Ramón Carnicer Blanco. Tuvo una gran repercusión y es uno de los referentes a la hora de conocer la comarca leonesa. Podemos observar también la posible influencia que generó en el autor el documental de Buñuelo, utilizando para el título de su libro de viajes el nombre de la región extremeña y haciendo un símil con la comarca leonesa, resaltando así el carácter aislado y el olvido que sufrieron ambas.

La publicación del libro tuvo una enorme e injustificada polémica en el seno de los poderes políticos y religiosos, que veían con malos ojos mostrar ese gran retraso al que estaba sometida la comarca, ya que daba una mala imagen del país[45]. A pesar de ello el libro perduró y ha sido hasta hoy una de las mejores publicaciones sobre La Cabrera.

El recorrido que hace Ramón Carnicer es más amplio, por lo que otorga más detalles sobre las gentes, la cultura y la situación de la comarca. La arquitectura adquiere un carácter paisajístico que impresiona al viajero, un paisaje que denomina pintoresco.

Llego a Pombriego […] La parte más antigua del pueblo es la próxima a la carretera, donde las casas son de piedra pizarrosa sin revocar, con huecos estrechos y sin vidrios y con techumbres de pizarra negra, características comunes a todos los pueblos de la Cabrera. En el resto, esparcido a la redonda de la hoya, las casas antiguas alternan con las de ladrillo revocado y enlucido, con marcaciones de madera pintada y ventanas vidrieras. La carreta, la posición «fronteriza» y cierta habilidad de sus habitantes para el negocio, hacen que Pombriego se diferencie de los restantes pueblos de la Cabrera. La visión que ofrece desde su entrada es la que los viajeros presurosos califican de pintoresca[46].

Realizará numerosas descripciones de las diversas construcciones con las que se va encontrando, llegando a conceder importancia a la presencia de edificaciones de aire urbano en las que predomina el ladrillo y en ocasiones están revocadas. Al ser estas escasas en La Cabrera, ejercen un fuerte contraste junto con la arquitectura tradicional y sus materiales. «Después me manda subir y pasar a un cuarto semejante al comedor de Laureano, más pequeño y con paredes de ladrillo –gran lujo en la Cabrera–, pero sin revocar»[47]. «Desde la puerta veo unos albañiles levantando una pared de ladrillos, y por las cercanías hay casas del mismo material, revocadas y con aire urbano»[48].

Sin embargo, el espíritu de las construcciones populares sigue predominando en sus apreciaciones, en las que destaca la localización de las edificaciones con respecto a la naturaleza. «Las casas de Odollo se escalonan en tres barrios a lo largo de una pendiente que se precipita hasta la iglesia»[49].

El caserío de Saceda se encarama por una vertiente erizada de peñascales, unas veces bajos, tan erguidos como barbacanas. El sol arde violento, y por el norte se alzan unas nubes muy blancas. Bajo el fulgor agresivo de la luz que enciende las mondas cumbres, negrea el desamparo deforme de las casas[50].

El pueblo está a la orilla misma del río, donde se refleja una fila de casas, negras y pobres pero con tiestos y macetas en corredores y ventanas. El resto del pueblo sube monte arriba. Enfrente, al otro lado del río y en terreno llano, hay unos nogales que dan la impresión de un paseo, y entre ellos una fuente de cemento encañada, cosa no vista en todo el viaje. Al fondo, donde acaban las casas y enlazando las dos orillas, se ve un puente de aire gótico[51].

Carnicer, a pesar de resultarle llamativa la localización de las construcciones, destaca la relación que mantienen estas con el hombre, una relación que hace patente comparando las edificaciones con personas ruinosas que guardan en su interior miserias y conciencias caducas. Establece así un símil completamente poético entre la arquitectura popular y la propia vida cabreiresa, reflejando en su conjunto una sociedad en la que el desarrollo estaba aún por llegar.

Al cabo de un rato me encamino cuesta arriba. Las casas surgen acá y allá aprovechando un ensanche en el declive de la montaña y sin subordinarse a la línea de una supuesta calle. Son de canto pelado, a menudo con una segunda planta, total o parcialmente de madera. A estas casas les han ido saliendo raros apéndices, cuerpos laterales que por un lado tienen muro propio y por otros cabalgan en el tejado de otra casa situada a nivel inferior. A su vez, sobre la espalda y el tejado de aquella casa coja, se apoya otra, edificada más arriba. El enlace de estas construcciones es a veces intrincadísimo, y conduce fácilmente de la idea casa a la idea hombre, y a imaginar que se trata de grupos de pordioseros y tullidos apoyándose entre sí para no caer. La escalera, casi siempre exterior, es una maciza acumulación de piedras que acaba en un corredor, limitado por una tosca balaustrada o por un cerrado de tablones anchos y desiguales. Por las ventanas asoman trapos sucios, rotos, desvaídos. Y en lo alto, la techumbre, de lajas de pizarra irregulares y sueltas. Rarísimamente se descubre en estas casas un detalle decorativo, una superficie encalada o un tiesto[52].

3.3. Publicaciones periódicas

Los propios habitantes de La Cabrera siempre han tenido un interés activo por promover su cultura y dar a conocer lo que es su comarca. Por esta razón podemos encontrar varias publicaciones realizadas por los vecinos de la comarca en las que trataban y tratan temas de diversa índole, y casi siempre dedicando apartados a noticias de actualidad sobre la comarca.

El primer ejemplo de una de estas publicaciones lo conocemos gracias a Ramón Carnicer. Durante su viaje se encontró con el médico del pueblo de Nogar. Leopoldo, que así se llamaba el facultativo, menciona una publicación dedicada a noticias que él mismo realizaba a mano.

Me cuenta después como fundó el único periódico que ha existido en la Cabrera:

Era manuscrito, porque ni máquina de escribir tengo, y yo era el único redactor. Hacía media docena de copias y se las iban pasando los curas y los maestros. Pero la gente no entiende de humor, y si contaba algo sobre ellos, se enfadaban. ¿qué iba yo a poner en «El Catalejo»?, ¿las notas de la sociedad? En fin, que la Cabrera se ha quedado sin periódico[53].

Lamentablemente no podemos consultar esta serie de documentos ya que no se encuentran recogidos en ningún medio o institución y por lo tanto es imposible conocer si a través de esta serie de publicaciones realizadas por Leopoldo podríamos extraer algún tipo de valoración cultural en referencia al paisaje arquitectónico, aunque sin lugar a duda la simple publicación ya es una valoración de importancia.

Pero sin duda la publicación que marcó un antes y un después en La Cabrera fue Serano, una revista que empezó a publicarse en 1979 cada dos meses y su director fue Manuel Garrido un referente en la cultura cabreiresa, como ya hemos visto. Esta revista se encargaba de tratar temas de actualidad de la comarca relacionados con la sanidad, educación, política… pero también de transmitir la cultura cabreiresa. Incluso la propia Concha Casado afirmó que la valoración del patrimonio de la comarca había sufrido un aumento tras esta publicación. Pero no fue solo Concha Casado la que valoró positivamente esta publicación, también el geógrafo Valentín Cabero Diéguez mostró interés que tiene la publicación para el estudio de la comarca[54]. Ramón Lozano Álvarez explica muy bien la aparición de esta revista en uno de sus libros dedicados a la Cabrera, una publicación con tipología de guía turística[55]. El mismo autor once años antes también escribió otro libro orientado al sector turístico[56].

La revista Serano publicó 22 números, pero su consulta es complicada ya que no se encuentra en bibliotecas o archivos, sin embargo, gracias al grupo Archivo de fotografía y documentación histórica de Cabreira (León), presente en la red social Facebook, ha sido posible visualizar algunos de los números que se han digitalizado. Se puede comprobar que los temas tratados son de la actualidad del momento, llegan a establecer un apartado de noticias y también se trata de difundir la cultura. En los números revisados no se han podido apreciar valoraciones en lo referente a la arquitectura, pero es muy probable que en números a los que no se ha tenido acceso exista alguna referencia de importancia. A pesar de ello, si incorporan gran cantidad de imágenes y fotografías entre las cuales algunas están centradas en la arquitectura, lo que nos permite poner en valor las construcciones a través de estas ilustraciones.

Hay que comprender que en los años en los que se publica la revista el hexodo rural era una realidad que estaba afectando a la comarca y la despoblación estaba siendo un gran problema para la supervivencia de muchos pueblos, frente a esta situación la revista estableció un diálogo con los cabreireses que vivían fuera de su tierra, sirviendo de comunicación directa entre ellos y su comarca.

Esta comunicación se vio reemplazada por un diario de noticias digital, El Cabreiés. Los cabreireses adaptándose a las nuevas tecnologías hicieron posible la transmisión de las noticias relevantes de la comarca, y la difusión de la cultura cabreiresa a través de esta web, llegando a un gran número de personas. Trataron diversos temas patrimoniales e incluso dedicaron espacios a la arquitectura tradicional, dando a conocer su importancia y concienciando a las personas para su conservación[57]. Sin embargo, este diario digital dejó de funcionar en el año 2017, dando paso al surgimiento del nuevo periódico digital La Fueya Cabreiresa, vinculado al Instituto de Estudios Cabreireses dedicado a la investigación y promoción de la cultura y el patrimonio de la comarca[58].

A través de este medio se pueden leer noticias de todo tiempo, aunque destacaríamos una sobre la realización de una visita guiada por la arquitectura de la Cabrera en marzo de 2019[59].

A través de estos trabajos podemos comprobar de primera mano como los propios vecinos de la comarca valoran su cultura y su arquitectura de una forma especial, otorgando a través de estas publicaciones culturales una mayor dignificación a las construcciones, ya que en su época eran funcionales, pero ahora se ven como un atractivo cultural, una forma de recordar el pasado y no olvidar lo que en su día fue la Cabrera.

3.4. Fotografía

La fotografía constituye un documento gráfico de verdadera importancia a la hora de realizar un estudio sobre la arquitectura y otros aspectos del patrimonio. La Cabrera también tiene un fondo fotográfico interesante de analizar, comenzando por las fotografías de Fritz Krüger. Este filólogo alemán recorrió durante los años 1921 y 1922 la Cabrera y Sanabria para estudiar la lengua leonesa, pero además durante sus estudios también fue realizando fotografías de las diversas zonas por las que transitaba. Así nos encontramos con una serie de imágenes verdaderamente interesantes que nos hacen comprobar la situación de la comarca a principios del siglo xx y sobre todo poder estudiar la arquitectura de un modo especial, ya que durante estos años los materiales más modernos y las novedades constructivas todavía no habían llegado a la Cabrera.

Fritz Krüger no fue el único en dejarnos un curioso fondo fotográfico, también Ramón Carnicer, durante su viaje, fue retratando a las gentes cabreiresas y su entorno, algo que también explica en su crónica del viaje. En algunas de sus fotografías podemos disfrutar del paisaje de los pueblos de la Cabrera, donde la arquitectura cobra un papel protagonista.

Hay que destacar que estas fotografías son interesantes por la importancia cultural que suponen ambos autores para la comarca, pero podemos tener acceso a muchas otras fotografías a través del grupo de Facebook Archivo de fotografía y documentación histórica de Cabreira (León), donde se comparten gran diversidad de fotografías en las que se plasma la vida en la comarca a lo largo de todo el siglo xx, aunque en la gran mayoría de los casos se desconoce el autor, pero casi siempre se indica el año en el que fue tomada, por lo que podemos reconstruir gran parte de la arquitectura de La Cabrera a lo largo del siglo xx.

La fotografía se convertirá en un medio muy apreciado y será utilizada por los propios cabreireses en sus publicaciones y por los diferentes expertos que se encarguen de estudiar diversos aspectos de la comarca.

3.5. Artes plásticas

La arquitectura ya es un arte en si mismo, pero no se verá exenta de ser representada por artistas de otras dsiciplinas y más cuando se trata de una arquitectura que en su conjunto transmite una serie de sentimientos y guarda en si misma todo un mito y una historia pasada tan convulsa como la de la Cabrera.

Ya se ha mencionado la labor artística de Fernández Redondo representando sus apreciaciones durante su viaje a través de unos modernos dibujos. Pero existen dos figuras claves en la pintura de la Cabrera que además están muy en relación con la arquitectura, ellos son Severino Carbajo Yañez y Pilar Ortega Navas. Ambos realizaron una exposición en el año 2009 en León que tuvo como resultado la publicación de Arquitectura y Paisaje en Cabrera. En este libro se recogen las pinturas y dibujos de ambos artistas y además Manuel Garrido Silván y José Luis Puerto realizan una serie de apreciaciones en las que valoran la obra de los pintores, otorgándoles a las pinturas una dimensión poética por parte de Manuel Garrido[60] y una dimensión más analítica por parte de José Luis Puerto en la que se establece un diálogo entre las dos formas de plasmar la arquitectura cabreiresa, una mediante las atmósferas representativas de la pintura de Carbajo y otra mediante los detalles propios del dibujo de Pilar Ortega[61].

La obra de ambos autores fue valorada positivamente por uno de los mayores expertos en la arquitectura de la Cabrera, José Luis García Grinda, quien, tras una exposición de ambos en el Museo Etnográfico de Zamora, escribió los siguiente:

Resulta difícil hallar una lección sobre la arquitectura popular de Cabrera como la que realizan Pilar Ortega y Severino Carbajo en esta exposición. Se desprende de su pintura una auténtica lectura analítica de sus tipos arquitectónicos y de sus elementos característicos, que explican mayor que sesudos textos cómo es esta arquitectura, en unas obras donde nunca se verá mejor retratada y en las que se aúnan una singular expresividad y un destacado interés plástico constituyendo una auténtica reivindicación de los valores formales de estas joyas tradicionales[62].

Podemos comprobar como se unen los análisis teóricos de carácter más científico con el sentimiento del arte, proporcionando una alianza entre ambos que logra poner en valor la arquitectura de diferentes formas, pero con un mismo fin. Pilar Ortega además contribuirá a ilustrar diferentes artículos como el de Ángel Cerrato Álvarez[63] o las obras de Manuel Garrido[64].

La pintura se convierte en divulgadora de la arquitectura, ya que esta no se puede trasladar a otros lugares, es el arte el encargado de transportar las construcciones y el sentimiento que estas poseen, y sobre todo el espíritu que estas imágenes transmiten a través de sus autores que plasman la arquitectura cabreiresa según su perspectiva.

3.6. Estudios

Se han realizado un gran número de estudios sobre la arquitectura de la Cabrera, destacaremos los más importantes que continúan siendo una referencia para los que pretenden profundizar en el conocimiento de las construcciones.

Uno de los primeros estudios, el cual marcó un precedente, fue realizado por Joaquín M. Alonso González y Armando Magallanes Pernas, centrado en la vivienda de la comarca. Este se publicó en la revista Tierras de León entre los años 1979 y 1981[65]. En él se proporcionan imágenes y dibujos acompañados de un texto a través del cual se analizan elementos constructivos.

La gran estudiosa de la Cabrera, Concha Casado, a parte de estudiar el habla y diferentes manifestaciones populares, también ha realizado trabajos sobre arquitectura[66], destacando investigaciones sobre aspectos concretos de las viviendas, como es el caso de los hornos, sobre los cuales escribió un artículo en la Revista de Folklore junto a José Luis Puerto. En dicho artículo se recoge el interés arquitectónico y la importancia del pan, ya que el contacto directo con la naturaleza vuelve a establecer esa unión entre la arquitectura, el hombre y el medio natural[67]. También se han realizado otros estudios muy concretos como el de Mª Jesús Temiño López-Muñiz sobre los molinos, una tipología sobre la que se han escrito breves apuntes pero que en este caso se analiza detalladamente cada uno de los elementos que componen estas construcciones y las diferencias que hay entre ellos en la Cabrera[68].

Sin embargo, el estudio más amplio de la arquitectura popular es el realizado por José Luis García Grinda para la colección Cuadernos de Arquitectura realizada en 2006 por iniciativa de la Diputación de León. En este trabajo no solo se analizan las tipologías, materiales, elementos y sistemas de construcción, sino que además se plantean una serie de principios tanto para las rehabilitaciones de esta arquitectura popular como para las construcciones de nueva planta[69]. Por lo tanto, García Grinda, va más allá dentro de los estudios de esta arquitectura, ya que sus planteamientos no se basan en realizar un simple llamamiento a la conservación de las construcciones tradicionales, sino que establece una visión de futuro y una serie de actuaciones recomendables.

Posteriormente los estudios arquitectónicos más interesantes que se han publicado han sido dos artículos en la revista De Arte de la Universidad de León. En ambos ha participado Gaspar Fernández San Elías. El primer trabajo se centró en el análisis de la arquitectura religiosa, concretamente la iglesia de Pozos, lo que ha permitido conocer de un modo más profundo este tipo de construcción en la comarca ya que el número de edificios religiosos es escaso[70]. En el otro artículo publicado en 2012 se redunda en el estudio de las tipologías arquitectónicas, pero dándole una nueva visión, enmarcando estas construcciones dentro de un paisaje antrópico que está siendo alterado por las explotaciones de pizarra, por lo que en el trabajo se propone una reconceptualización que permita salvar el patrimonio existente en la comarca[71].

4. Otras valoraciones culturales

Los dos aspectos más importantes que pueden conceder mayor interés a la arquitectura serán el histórico y el lingüístico.

4.1. Personalidades históricas

Contemplando la arquitectura desde un punto de vista histórico, pues en esta comarca vivieron dos personajes de gran relevancia que le dan más encanto a las construcciones y calles por las que ellos pudieron transitar.

El primero es José Rodríguez de Losada, más conocido como el Relojero Losada, famoso por haber construido y donado a Madrid el reloj de la Puerta del Sol. El segundo es Manuel Girón Bazán, un guerrillero que luchó en los montes de la Cabrera.

4.2. Lengua leonesa

La lengua ha sido un aspecto cultural muy valorado en la Cabrera ya que debido a su conservación recibió a Fritz Krüger, del que a parte de las fotografías hemos podido conservar un estudio de la lengua leonesa centrado principalmente en la comarca de Sanabria, pero con menciones a la Cabrera, dando lugar a una publicación en la que se analizan diferentes aspectos lingüísticos[72]. Todo ello desataría años más tarde nuevos estudios entre los que destaca la tesis de Concha Casado sobre el habla de la Cabrera alta[73]. Incluso en años recientes, los ayuntamientos de la zona han puesto en valor este idioma fomentando su utilización y colocando las señalizaciones con los nombres tradicionales de los pueblos y sus correspondientes en castellano[74].

Esta valoración de la lengua ha traído consigo la publicación de estudios escritos en leonés como el de Xape Valle en el que analiza la mitología y la arquitectura de La Cabrera. El autor tiene una visión interesante de las construcciones cabreiresas:

Ese remoto pasado se encuentra materializado en forma de austeras y arcaicas edificaciones construidas con los materiales que ofrece la tierra, formando parte de ella. Construcciones de pizarra negra, gris o rubia, que se funden con los verdes y amarillos matices del musgo y los líquenes, enraizándose así con la vieja naturaleza[75].

Además, Xepe Valle insiste en los análisis de las diferentes tipologías, y en el carácter bioclimático de las edificaciones: «Los materiales utilizados […] son básicamente los que el mismo terreno oferta […] elementos con cualidades bioclimáticas que adaptan la construcción al medio y al clima»[76].

También hay que destacar el perfecto análisis que Valle hace de las diferentes tipologías constructivas, así como de diferentes elementos que forman parte de la arquitectura como el horno o de estancias como la cocina. Sin embargo, hay un apartado que cobra mayor importancia por ser novedoso y conectar las construcciones tradicionales con la mitología popular, es el análisis que se centra en la protección de la casa.

La casa en si misma es una protección material y tangible contra lo físico, las inclemencias del tiempo y otros factores. El tejado es símbolo de refugio y protección; cuando alguien moría en la casa, era superstición creer que el alma salía a través de las losas del tejado y por la chimenea. Siendo así, la chimenea a través del hogar, también podía servir como vía de entrada y salida de los malos espíritus y de las brujas, pues se creía que se movían volando por el aire y que podían detenerse sobre la vivienda si esta no se protegía. La protección de la casa por lo tanto podía hacerse desde el tejado, coronando este o la chimenea con una piedra a la que se le atribuían propiedades protectoras. En Cabrera se decía, que cuando un «airón» entraba haciendo ruido en casa, se trataba de un corro de brujas»[77].

También existían elementos protectores en otras zonas de las casas, como en los corredores:

Los símbolos protectores tallados en las viviendas cabreiresas son escasos; la vivienda tradicional es muy austera y apenas cuenta con motivos decorativos en sus corredores o balaustradas. Generalmente se limitaban a simples grabados y tallados realizados en la madera. Llama la atención un corredor de Trabazos en el que aparecen figurinas abstractas junto con probables símbolos protectores entre los que se adivinan lo que podría ser un árbol, una silueta humana, y varias cruces solares celtas –representaciones de los solsticios y equinoccios–, todo ello adornado con ondulaciones[78].

Este trabajo no solo muestra la importancia de conocer la lengua tradicional para comprender plenamente las construcciones, ya que ciertas denominaciones de la arquitectura solo son comprensibles en la lengua vernácula, sino que además nos muestra como la vida cotidiana de las personas, sus creencias, sus trabajos… se reflejan continuamente en la arquitectura, la cual se convierte en un libro abierto para conocer todo el entramado sociocultural de la comarca.

5. Repercusiones y posibilidades patrimoniales

Todas estas valoraciones culturales de la comarca han contribuido a crear una cierta imagen de la Cabrera, sobre todo a raíz del libro de Ramón Carnicer, ya que fue el que más repercusión mediática ha tenido hasta el momento. Pero también el libro de Ramiro Pinilla se ha extendido mucho entre la población, lo cual contribuyó a la creación de ese mito de la Cabrera y su singular encanto. Sin lugar a duda a través de todas las valoraciones analizadas, la arquitectura cobra un especial interés en cuanto a la dureza de la vida en la comarca, no solo por el propio aislamiento al que estuvo sometida, sino también a las propias condiciones del terreno, el cual propicia ese tipo de arquitectura tan singular.

No solo se ha creado una identidad de la Cabrera en el exterior de la comarca, los propios cabreireses, a través de sus publicaciones, muestran la importancia que ellos dan a sus raíces y a su cultura. Todo propicia que su arquitectura sea vista como la base de todas las manifestaciones culturales que se desarrollan en la comarca puesto que son el escenario o el decorado donde tienen lugar, por lo que las construcciones son un mudo espectador de la historia de la Cabrera.

Todas las valoraciones culturales han tenido repercusión en la sociedad, pero también en las instituciones. La propia Diputación de León ya mostró interés en que los artistas participaran en la revalorización de las comarcas, como bien se ha señalado, pero además a raíz de toda esta trayectoria cultural, la Diputación se ha encargado de realizar exposiciones con los artistas a través del Instituto Leonés de Cultura y también de fomentar el estudio y conservación de la arquitectura. Incluso los ayuntamientos de la comarca han tomado medidas culturales, no tanto en el campo arquitectónico, pero si en el lingüístico. Además, se cuenta también con un espacio museístico en la comarca, en el cual se dedica un amplio espacio a la difusión de la arquitectura tradicional, algo que queda bien reflejado en una publicación de Concha Casado, donde dedica algunas páginas a explicar el sistema constructivo tradicional[79]. También existen lugares emblemáticos en los que se han instalado monumentos como el de Iruela en memoria del Relojero Losada.

A pesar de todo ello hay que tener en cuenta que lo que se ha llevado a cabo hasta ahora tiene unas posibilidades mayores, el intento por preservar la arquitectura debe ir más allá y promover su importancia ya que posee uno de los mayores conjuntos y con unas características tan peculiares que tienen un interés patrimonial e histórico que otras comarcas no poseen. Todo ello queda patente en la importancia que le conceden viajeros, artistas y otros personajes que hemos estudiado.

Por lo tanto, las instituciones y asociaciones que trabajan en defensa de la cultura deberían darle un valor no solo patrimonial a la arquitectura, sino también cultural en la medida en que ha sido estimada a lo largo de los años, permitiendo así establecer un marco más amplio en el que diversas ramas de estudio y de expresión puedan convivir y mejorar la imagen de las construcciones de la Cabrera. Los vecinos son conocedores de esta realidad, y por eso desde la Asociación por el Desarrollo Rural de Bierzo y Cabrera, se ha solicitado a los ayuntamientos que se protejan las viviendas tradicionales de la comarca, una petición avalada con más de 1700 firmas que pretende que desde los consistorios se elabore un Plan General de Ordenación Urbana que recoja las singularidades de la arquitectura para conseguir mejorar el paisaje cultural[80].

6. Conclusiones

La Cabrera ha sido una comarca que se ha ido creando una imagen propia y romántica del paisaje, llegando a poseer un carácter atractivo para todos los que se han inspirado en ella para sus viajes, novelas, cuadros o estudios. Pasó de ser una comarca olvidada y atrasada a ser hoy en día una de las zonas con mayor interés cultural de León, y no solo por todo el patrimonio que se ha podido conservar, sino también por las valoraciones que se han ido dando en ella, superando culturalmente a otras comarcas leonesas que aunque hayan estado más desarrolladas no han sido objeto de interés por parte de artistas o expertos, perdiendo su valor cultural y cayendo en el olvido por una falta de inspiración cultural por parte de los habitantes, que se muestran ajenos a cualquier presencia patrimonial.

El presente trabajo ha permitido profundizar en la valoración que se puede realizar de un territorio, pudiendo comprobar la importancia del paisaje en el que, en este caso, la arquitectura juega un papel protagonista. Además, este paisaje ha podido ser puesto en valor través de gentes ajenas a la comarca que simplemente se vieron atraídas por ella e incluso por los propios habitantes, lo que le proporciona al estudio un complemento único en el que se puede comprobar la diferencia que hay al plasmar la imagen de la Cabrera por parte de ambos grupos. A pesar de todo ello lo que prima en todos los documentos consultados es la nostalgia, la añoranza de un tiempo pasado que, aunque duro, era más humano, ese contacto con la naturaleza que hoy se ve desprestigiado por la irrupción de nuevas construcciones y sobre todo por las grandes explotaciones pizarreras de la comarca. Todo esto hizo progresar a la Cabrera, pero se ha destruido una identidad que se tenía, sin embargo, a través de estas valoraciones culturales a sido repuesta y ha sobrevivido por la gran labor de los propios cabreireses.

El trabajo realizado es una aproximación a las valoraciones culturales de la arquitectura en la Cabrera, sobre las cuales se puede profundizar en mayor medida poniéndolas en relación con otro tipo de herencias, las cuales apenas se han abordado en el trabajo como son la geográfica o la geológica, pudiendo crear un amplio estudio en el que se llegue a comprender la unión de todos y cada uno de los aspectos que conforman la cultura. Pero sin duda alguna el presente análisis contribuye a visualizar la arquitectura desde un punto de vista totalmente novedoso, que hasta ahora no había sido analizado y que puede abrir nuevos intereses dentro de la investigación cultural de la Cabrera.




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NOTAS

[1] Manuel Garrido Silván, La Cabrera transitiva (León: Digital Cuatro, 1997).

[2] Alfonso García, «La tierra olvidada: un viaje por la Cabrera en 1957», Diario de León (28 jun. 2015). [En línea] disponible en http://www.diariodeleon.es/noticias/filandón/tierra-olvidada-viaje-cabrera-1957_989921.html [Acceso 14 Dic. 2015].

[3] Adrián Besó Ros, «Planteamientos metodológicos para la catalogación y estudio de la arquitectura rural», Revista de Folklore, núm. 146 (1993): 49.

[4] Gaspar Fernández San Elías et al., «Tipologías arquitectónicas singulares en la Cabrera Alta integradas en el paisaje antrópico del noroeste hispánico: Patrimonio cultural», De Arte, núm. 11 (2012): 228.

[5] José Aragón y Escacena, Entre Brumas (Astorga: Imp. Y Lit. de Sierra, 1921), 76.

[6]Ibíd., 32.

[7]Ibíd., 47.

[8] Xepe Valle, Mitoloxía y simbolismu alredor de la naturaleza y l’arquitctura de Cabreira (Llión) (León: Cultural Norte, 2015), 42-43.

[9] Ramiro Pinilla, Antonio B… El Ruso, ciudadano de tercera (Barcelona: Tusquets, 2007), 12.

[10]Ibíd., 19-20.

[11]Ibíd., 103.

[12]Ibíd., 48.

[13]Ibíd., 252.

[14]Ibíd., 461.

[15]Ibíd., 601.

[16] Manuel Garrido Silván, La Cabrera transitiva (León: Digital Cuatro, 1997), 19.

[17]Ibíd., 48.

[18]Ibíd.,75.

[19]Ibíd., 78.

[20]Ibíd., 84.

[21]Ibíd., 53.

[22]Ibíd.,70, 107.

[23] Remedios Arias López, La Cabrera: Relatos en blanco y negro (León: Hontamar, 2014), 84.

[24]Ibíd., 12-13.

[25]Ibíd., 67.

[26]Ibíd., 61.

[27]Ibíd., 37.

[28]Ibíd., 12.

[29]Ibíd., 29.

[30]Ibíd., 15.

[31]Ibíd., 55.

[32]Ibíd., 39.

[33] Salvador De Pablos, La tierra olvidada. A pie por la Cabrera leonesa 1957-1991 (León: Lancia, 1992), 11-12.

[34]Ibíd., 11-12.

[35]Ibíd., 17-18.

[36]Ibíd., 24.

[37]Ibíd., 69.

[38]Ibíd., 97.

[39]Ibíd., 27.

[40]Ibíd., 28-29.

[41]Ibíd., 34, 63.

[42]Ibíd., 103.

[43]Ibíd., 110.

[44]Ibíd., 50.

[45] Ramón Carnicer, Donde las Hurdes se llaman Cabrera (Trobajo del Camino: Edilesa, 2007), 9-10.

[46]Ibíd., 27.

[47]Ibíd., 114.

[48]Ibíd., 167.

[49]Ibíd., 65.

[50]Ibíd., 117.

[51]Ibíd., 128.

[52]Ibíd., 74.

[53]Ibíd., 131-132.

[54] Valentín Cabero Diéguez, «La Cabrera», en La provincia de León y sus comarcas, coord. Valentín Cabero Diéguez y Lorenzo López Trigal (León: Diario de León, 1988), 91.

[55] Ramón Lozano, La Cabrera, Paisajes, pueblos, senderismo (León: Lancia, 2007). 17.

[56] Ramón Lozano, Itinerarios por la Cabrera, (León: Lancia, 1996).

[57] Iván M. Lobo, «Arquitectura tradicional y bioclimática en Cabrera, todo un tesoro». El Cabreirés (17 ene. 2016). [En línea] disponible en: http://www.elcabreires.com/arquitectura-tradicional-y-bioclimatica-en-cabrera-todo-un-tesoro#comment-56 [Acceso 18 ene. 2016].

[58] Anónimo, «Nace el Instituto de Estudios Cabreireses, y con él: «La fueya cabreiresa»». La Fueya Cabreiresa (03 mar. 2018). [En línea] disponible en: https://lafueyacabreiresa.com/presentacion [Acceso 06 ago. 2019].

[59] J. Arias, «Carnavales en Pombriego con ruta guiada por la arquitectura Cabreiresa». La Fueya Cabreiresa (01/03/2019) [En línea] disponible en: https://lafueyacabreiresa.com/carnavales-en-pombriego-con-ruta-guiada-por-la-arquitectura-cabreiresa [Acceso 06 ago. 2019].

[60] Pilar Ortega y Severino Carbajo, Arquitectura y paisaje en Cabrera (León: Instituto Leonés de Cultura, 2009), 13-14.

[61]Ibíd., 15-17.

[62]Ibíd., 10.

[63]Ángel Cerrato Álvarez, «El patrimonio arquitectónico de la Cabrera», Revista de Folklore, núm. 267 (2003): 89-95.

[64] Pilar Ortega y Severino Carbajo, Op. Cit., 226.

[65] El trabajo realizado por los dos investigadores fue dividido en tres artículos: Joaquín Miguel Alonso González y Armando Magallanes Pernas, «La vivienda rural en las cabreras leonesas (I)», Tierras de León, vol. 19, núm. 34-35 (1979): 139-152. Joaquín Miguel Alonso González y Armando Magallanes Pernas, «La vivienda rural en las cabreras leonesas (II)», Tierras de León, vol. 19, núm. 36-37 (1979): 83-100. Joaquín Miguel Alonso González y Armando Magallanes Pernas, «La vivienda rural en las cabreras leonesas (III)», Tierras de León, vol. 21, núm.44 (1981): 27-36.

[66] Concha Casado, La Cabrera y su arquitectura tradicional: materiales y tipologías (Valladolid: Junta de Castilla y León, 2006).

[67] Concha Casado, «Los hornos en la arquitectura popular de León: La Cabrera», Revista de Folklore, núm. 277 (2004): 3-4.

[68] María Jesús Temiño López-Muñiz, Los molinos de la Cabrera leonesa, (León: Fundación Monteleón, 2009).

[69] José Luis García Grinda, La Cabrera. Cuadernos de arquitectura, (León: Instituto Leonés de Cultura, 2006), 26-36.

[70] Gaspar Fernández et al., «Geometrías de asentamiento y de evolución de las estructuras compositivas de la iglesia de Pozos. La Cabrera Alta. (León-España)», De Arte, núm. 9 (2010): 152.

[71] Gaspar Fernández et al., Op. Cit.: 236-237.

[72] Fritz Krüger, El dialecto de San Ciprián de Sanabria: monografía leonesa (Madrid, 1923).

[73] Concha Casado, El habla de la Cabrera alta: contribución al estudio del dialecto leonés (Madrid: Instituto Miguel de Cervantes, 1948).

[74] Anónimo, «Los pueblos de Cabrera Alta recuperan sus nombres tradicionales - Los puebros de Cabreira Alta recuperan los sous ñomes tradicionales», Ayuntamiento de Truchas (27 jul. 2015). [En línea] disponible en: http://www.aytotruchas.es/_contenidos/noticias/2015/Los_pueblos_de_Cabrera_Alta_recuperan_sus_nombres_tradicionales_x_Los_puebros_de_Cabreira_Alta_recuperan_los_sous_xomes_tradicionales.html [Acceso 11 Feb. 2019].

[75] Xepe Valle, Mitoloxía y simbolismu alredor de la naturaleza y l’arquitectura de Cabreira (Llión) (León: Cultural Norte, 2015), 11. «Esi remotu pasáu alcuéntrase materializáu en forma d’austeras y arcaicas edificaciones construyidas conos materiales qu’oufrez la tierra, formando parte d’eilla. Construcciones de pizarra prieta, gris ou rubia, que se funden conos verdes y mariellos matices del mofu y los líquenes, enrayizándose asina cona vieya naturaleza».

[76]Ibíd., 42. «Los materiales utilizaos […] son básicamente los que’l mesmu terrenu oufierta […] elementos con cualidades bioclimáticas qu’adaptan la construcción al mediu y al clima».

[77]Ibíd., 54-55. «La casa en sí mesma yía una protección material y tanxible contra lo físico, las inclemencias del tiempo y outros factores. El teyáu yía símbolo de refuxu y protección; cuando dalguién morría na casa, yiera superstición creyer que l’alma salía al traviés de las llouxas del teyáu y pola chumineya. Si qu’así, la chumineya al través del llare, tamién podía sirvir cumo vía d’entrada y salida de los malos espíritos y de las bruxas. Pos se creyía que se movían volando pol aire y que podían detenese sobre la vivienda se ésta nun se protexía. La protección de la casa polo tanto podía facese desde’l teyáu, coronando ésti ou la chumineya con una piedra a la que se-ye atribuyían propiedades protectoras. En Cabreira dicíase, que cuando un airón entraba fungando en casa, se trataba d’un corru de bruxas».

[78]Ibíd., 60-61. «Los símbolos protectores tallaos nas viviendas cabreiresas son escasos; la vivienda tradicional yía muei austera y apnas cunta con motivos decorativos nos sous corredores ou balaustradas. Xeneralmente llimítanse a simples grabaos y tallaos realizaos na madeira. Chama l’atención un corredor de Trabazos no qu’aparecen figurinas abstractas xunto con probables símbolos protectores entre los que s’adevinan lo que podería ser un árbol, una silueta humana, y varias cruces solares celtas –representaciones de los solsticios y equinoccios–, todu eillo adornáu con ondulaciones».

[79] Concha Casado, Museo de La Cabrera (León: Instituto Leonés de Cultura, 1999), 43-47.

[80] Iván Martínez Lobo, «Más de 1700 firmas piden que la arquitectura tradicional de Cabrera sea respetada», La Fueya Cabreiresa (14 Ene. 2019). [En línea] disponible en: https://lafueyacabreiresa.com/mas-de-1-700-firmas-piden-que-la-arquitectura-tradicional-de-cabrera-sea-respetada [Acceso 06 Ago. 2019].



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Valoración cultural de la arquitectura popular de la Cabrera (León)

MARCOS RODRIGUEZ, David

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 455.

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