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Una feria de baile: del baile bolero al baile popular en Murcia

GARCIA MARTINEZ, Tomás

Publicado en el año 2019 en la Revista de Folklore número 452 - sumario >

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Ella baila para él y él para ella
(José Martínez Tornel. El Liberal. 3 de septiembre de 1903, p. 1).

Desde finales del siglo xix hasta principios del xx se programaron en los actos de la Feria de septiembre de Murcia «bailes típicos de la huerta». Con buena voluntad y poco éxito, en palabras del periodista murciano José Martínez Tornel[1], se llevaron a cabo de forma salpicada en la programación general de fiestas, unos concursos en los que se premiaba el baile y la mejor indumentaria huertana.

De igual forma, en la Feria de Murcia una de las más antiguas de España, el baile tenía presencia en los actos festivo – religiosos de la Romería de la Virgen de la Fuensanta, patrona de la ciudad de Murcia. Por lo general, las noticias documentadas a finales del siglo xix y principios del siglo xx, nos informan sobre la presencia de grupos improvisados encargados de hacer música para el baile.

Un día de romería

El 11 de septiembre del año 1900 la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia, subía a su santuario con motivo del tradicional traslado en Romería conmemorado desde hace siglos. Aquella mañana «un gentío extraordinario» llegado de la huerta y el campo de Murcia, se unió a los vecinos de la propia ciudad, para acompañar a La Fuensanta. A su llegada al Santuario, cientos de personas la esperaban fervorosamente. La costumbre, hasta hace unas décadas, indicaba que se montaran tenderetes o pequeños campamentos familiares con lumbres para hacer el arroz y pollo. Los que allí se daban cita, se extendían por las inmediaciones del Santuario, debajo de una olivera, así como por el Eremitorio de La Luz, Santa Catalina o San Antonio El Pobre.

La fiesta no podía faltar, así se dieron los «bailes de malagueñas con postizas y guitarras», interpretados por los músicos locales, vecinos inmediatos al entorno serrano. Las crónicas del Diario de Murcia[2] de aquellos días apuntan la ejecución de estos bailes al son de la guitarra y las postizas «después de almorzar fuerte, que es cuando más se brinca y repiquetea». La fiesta duró hasta caer la tarde en el que los tartaneros y propietarios de carruajes de Murcia, así como de la cercana Alberca, «echaron un gran día, pues no cesó en todo él el ir y venir por los caminos de Algezares y Santa Catalina».

Bailes populares en el Jardín de Floridablanca

A primeros de septiembre de 1902[3] se celebraba a los pies de la estatua de Floridablanca un baile huertano anunciado en la Feria de septiembre de aquel año. Un acto amenizado con banda de música y que, poco a poco, conforme avanzaba la tarde se iba animando con las parejas infantiles de baile, junto a otras parejas «de zagalas de puro y castizo tipo huertano». El baile comenzó cuando dos jóvenes de El Castellar «rompieron el baile» acompañadas de un par de huertanos, ambos ataviados con el «traje gracioso de la tierra», el cual ya no se veía nada más que en los actos de este formato, así como en el Bando de la Huerta, etc. El primer baile que ejecutaron fue unas malagueñas «pesadas» que «olían a albahaca y a eneldo». Para la ejecución del baile, bien marcado a juicio del periodista, les acompañaba un cuadro formado por cantantes y tocadores «arrancando notas y acordes a la guitarra». El popular bolero de la huerta, Francisco Alarcón García, presentaba a sus huertanicas infantiles. Las parrandas fueron bailadas por Atoñica Muñoz y su hermana Josefica, aquellas «jóvenes de El Castellar». A juicio de J. B. Miralles, redactor de la crónica, la fiesta resulto pobre, siendo necesario apoyar y realzar dicho acontecimiento por la importancia que tenía.

Para el día 2 de septiembre del año 1903, la comisión organizadora de la tradicional Feria de Murcia, era la encargada de producir los bailes populares a usanza de la huerta en el Jardín de Floridablanca. La información publicada en el programa[4] de la Feria, indicaba la adjudicación de premios «a las parejas que se presenten mejor vestidas con el típico traje de la huerta, como así mismo a las que mejor bailen». Sin duda alguna, nos encontramos ya ante unas escenas de recuperación por «lo huertano», en una sociedad cambiante, con la llegada del tren a Murcia, con la incorporación de nuevos métodos en la agricultura, con la aparición de nuevas modas, etc. Los románticos murcianos añoraban el «típico traje de la huerta» y los bailes populares que se iban perdiendo. A colación de ello, José Martínez Tornel publicó al día siguiente al acontecimiento su columna Diario de Murcia, en la que indicaba que «los bailes populares, clásicos de nuestra huerta murciana, se van perdiendo y olvidando. El más típico y característico de ellos, las parrandas, no lo baila nadie, y, saberlo si acaso las que ya tienen nietas mozas. Queda algo de la primitiva malagueña, y nada más. En cambio se han extendido y popularizado por la huerta el bolero, las sevillanas, la jota y otras malagueñas, que no son la nuestra. También se valsa y se polkea… es decir, que también ha penetrado, en sitios donde no se bailaron más que las parrandiquias, el baile de agarrados, como le llamaron nuestros padres al maldecirlo y abominarlo». Interesantes aportaciones las que el periodista de Murcia, antiguo director del Diario de Murcia, ofrecía en su columna para el diario El Liberal. En ella indicaba la presencia de nuevos estilos musicales a los ambientes populares y cultos. La presencia de unos repertorios, enseñados por los denominados maestros boleros. La segunda parte de su columna[5] la dedica al baile de Floridablanca, al que Tornel no asistió, pero criticó duramente por no estar conforme con este tipo de acontecimientos «los bailes preparados así, les falta lo primero, lo esencial, lo que les da vida; ser diversión, gusto y galanteo de los que bailan».

Al año siguiente, el día 9 de septiembre de 1904[6], tuvieron lugar los bailes populares en el mismo emplazamiento del Barrio carmelitano de San Benito. Al acto asistió una banda de música otorgando premios a «los que mejor bailen y mejor vestidos se presenten con trajes huertanos». Sin duda alguna, un símil a la propuesta del año anterior, mismo lugar y mismas características.

La respuesta por parte de la población no fue muy buena, el Ayuntamiento[7] de Murcia tuvo que esforzarse en conseguir bailaores y bailaoras para poder realizar el acontecimiento «para que el número se cumpliera hubo que hacer esfuerzos y llevar niños y niñas que bailaran y completaran el cuadro». Las costumbres del huertano iban cambiando, Martínez Tornel aludía a que «el huertano de hoy» (1904), no era el mismo que el de ayer, el huertano que se divertía haciendo bailes en las puertas de sus casas, en las ermitas, o fiestas populares. Los huertanos preferían por aquel entonces hacerse notar por algo más conforme con los gustos de los tiempos modernos que con los bailes típicos del país, es decir, jotas, malagueñas, parrandas, etc. La presencia de esos niños enseñados por maestros boleros fue fundamental para el desarrollo del evento.

El día 10 de septiembre de 1904 Martínez Tornel realizaba otra crónica en El Liberal bajo el título «bailes populares». En ella aludía a la importancia de la mujer huertana en el baile, así como de los bailes típicos de la huerta: la malagueña y las parrandas «la primera porque la han adulterado, modernizándola, desnaturalizándola; y las segundas, ¡las clásicas parrandas!, porque las tienen en la huerta por baile antiguo, basto y ordinario». El periodista de Patiño (Murcia) era un defensor de las parrandas, a las que denominó como «el baile más fino, más galante, más rítmico y más honesto que se ha bailando en el mundo». Las parrandas tienen el movimiento de una seguidilla, y «dura lo que el que toca la guitarra y canta la copla tarde en desarrollarla. Cada copla hace un baile completo, cuando se acaba de cantar una y empieza otra, los hombres cambian de pareja, pasando con cierta cortesía por detrás de ella a ocupar el sitio del primer bailador de su derecha; y así todos los bailadores. Por esta razón se necesitan por lo menos dos parejas para bailar las parrandas; pero pueden bailarlas dos, cuatro, ocho, diez y seis parejas; cuanto más mejor; porque el baile se verifica entre cuatro en todas sus mudanzas». Interesante descripción de un baile de parrandas, el cual Tornel contempló en fiestas populares y rituales de la Huerta.

Sin duda alguna, las músicas y los bailes tradicionales se iban modernizando y para algunos tradicionalistas o como podríamos denominar en nuestros días «puristas» no era de su agradado «pero como no espero que las parrandas suban a los salones, quisiera que no las desapareciesen en la huerta y que las huertanas de ahora las restaurasen, bailándolas hasta con orgullo, que al fin, las parrandas han sido el bailes de sus madres y de sus abuelas. Y si no quieren, que bailen en hora buena la malagueña, pero la nuestra, la graciosa, la bizarra, no la modernizada con golpes de cancán y otras feas». Desgraciadamente con el paso del tiempo, las parrandas no fueron transmitidas, ni restauradas como en el pasado. Poco a poco fueron dejando de tener presencia en los bailes de la Huerta. Por el contrario, en el campo de Murcia, y en otras zonas como El Guadalentín o el Noroeste de la Región, han pervivido y se han restaurado en el tiempo.

La celebración de estos bailes populares volvían al Jardín de Floridablanca en el año 1908. En la tarde del día 11 de septiembre acudió numeroso público al evento anunciado en los programas de la Feria y en la prensa regional. Una banda de música amenizo el acto. Para aquel año, las parejas de bailes estaban compuestas por Carmen Teruel, Dolores Ramírez, Josefa Cánovas, Antonia Gregorio, Dolores Pérez y Rosa Ruiz. Por la parte masculina acudieron los jóvenes José Vera, José López, Lorenzo Cánovas y Lorenzo Vera. Al acontecimiento volvía otra vez el maestro de baile Francisco Alarcón.

Para aquella ocasión, los bailes que se ejecutaron fueron: malagueñas, parrandas, toreras, bolero, sevillanas y caracoles, repertorio parecido al ejecutado en otros años, con la incorporación al listado de las toreras y el bolero, piezas propias de la escuela bolera. Todas las parejas fueron muy aplaudidas ya que intentaron dejar su mejor impronta en la ejecución de los mismos. Las huertanas recibieron obsequios en forma de pañuelos de seda, así como dulces y licores. Para aquella edición el jurado estuvo formado por José Frutos Baeza y Juan Miralles.

Bailes populares en La Glorieta

En el año 1905 tuvo lugar la celebración de los bailes populares dentro de los actos programados para la Feria de septiembre de ese año, en este caso el emplazamiento cambiaba de lugar, del Jardín de Floridablanca a la Glorieta. Para aquella edición, la prensa[8] regional de Murcia anunciaba los inscritos para dicho concurso, con la notable presencia del maestro-director Francisco Alarcón y los boleros María Martínez Martínez, Antonia Gregorio Hernández, Adela López López, María Alberola Micón, José López Belmar, Juan Marín Bolúa y José Garre Bernal. A parte de los inscritos oficiales, entre los que se encontraba el maestro Francisco Alarcón, se esperaba la inscripción de otras parejas. La prensa anunciaba el repertorio a interpretar «malagueñas, parrandas, toreras, bolero liso, los caracoles y las sevillanas». El contraste de información con otros diarios[9] locales nos complementa algunos datos, de esta forma podemos ampliar la información referente al repertorio, ya que la malagueña estuvo interpretada «por las cuatro parejas».

El día 5 de septiembre[10] los bailes populares anunciados en el programa de Fiestas se «verificaron con gran lucimiento». En La Glorieta se instaló un tablado donde el cuerpo de baile hizo su exhibición hasta anochecer y donde «hubo parrandeo en abundancia». Además de la lista de boleras publicada el día previo al acto, tomaron parte otras más que rivalizaron en los diferentes bailes. El acto fue bueno, en él «las parejas que tomaron parte lo hicieron muy bien a juicio de los inteligentes y de los que no son, manifestándolo así el numeroso público que presenciaba los bailes prodigándoles grandes aplausos». En la crónica de El Liberal, el periodista indicó que las clásicas parrandas y las sevillanas, hicieron los honores de los allí presentes y tuvieron que ser repetidas. Aquellas parrandas fueron «bailadas muy huertanamente» y las sevillanas «como en la propia Sevilla[11]». Las mujeres boleras que participaron en el evento, fueron ataviadas con el traje de lentejuela y el moño de picaporte. Entre los boleros había huertanos caracterizados o «auténticos», los cuales dominaban fácilmente los bailes del país, todos ellos fueron muy aplaudidos por su intervención.

En lo que respecta al acompañamiento musical o vocal, son muy pocas las referencias que se hacen, todo está enfocado a la ejecución del baile. En relación a los músicos se menciona al «que tocaba la guitarra», el cual sabía manejarla muy bien a juicio del periodista. En el mismo tablado instalado para la exhibición, se puso el jurado formado por Frutos Baeza, Juan Quer, Miguel Serrano, Mateo de Hoyos y Masegosa. Personalidades de la vida social y cultural de la ciudad de Murcia, activistas culturales del regionalismo murciano desde finales del siglo xix. Los premios regalados a los ganadores fueron estuches de esencias, jabón y pañuelos de seda. Las parejas de boleros fueron obsequiadas por el Ayuntamiento de Murcia con dulces y licores.

Maestros y alumnos de baile

A finales del siglo xix y principios del siglo xx, tanto en la huta de Murcia como en la propia ciudad, fueron varios los maestros boleros encargados de enseñar sus bailes a niños y niñas. En este caso, dentro de nuestra franja objeto de estudio, hemos podido documentar a través de las referencias periodísticas a Pedro Leandro y Francisco Alarcón García.

El maestro bolero Pedro Leandro impartía clase en algunos pueblos de la huerta de Murcia. De esta forma acudía al Reretive Garden (Espinardo) el 28 de noviembre, para mostrar su espectáculo con dos parejas de niños dirigidas por el mismo. Para dicho evento celebrado en el año 1897 interpretaron, según las noticias[12] periodísticas, bolero, malagueñas y otras danzas del país, todas ellas acompañadas con música de cuerda y castañuelas.

El maestro Francisco Alarcón García (Romano) estuvo activo en la Murcia de finales del siglo xix y principios del siglo xx. Procedente del Barrio de Santa Catalina[13], su presencia era habitual en las noticias de prensa gracias a la importancia social de su actividad como maestro. Teatros, fiestas privadas, fiestas de la ciudad de Murcia o participación en lugares culturales y sociales, eran los espacios de trabajo de este experimentado maestro a los que acudían personalidades de la alta sociedad murciana.

La presencia de este veterano maestro bolero la vemos en el Recreative Garden con motivo de la festividad de Inocentes del año 1900[14]. Dentro de los actos programados participaron en el baile los niños boleros Josefa, Antonio y Remedios Sánchez y los niños Emilio e Isabel Codina, todos ellos con edades comprendidas entre los 7 y los 12 años. El acto fue dirigido por el profesor Sr. Alarcón durante los bailes de malagueña, bolero liso, jaleo, sevillanas y jotas.

De esta forma en la festividad de La Candelaria del año 1901[15], se efectuaba un baile de niños boleros dirigidos por el profesor Sr. Alarcón en el Recreative Garden de Espinardo (Murcia), espacio cultural y de ocio al que acudían los industriales de la conserva o el pimentón tan en auge por aquel tiempo. El profesor de baile hacía acto de presencia junto a un acompañamiento de guitarras. En aquella localidad el profesor de baile bolero tenía alumnado, por ello acudía en el año 1902[16] al salón del Garden a «bailar el bolero» interpretado por dos simpáticos niños de la localidad de Espinardo. Para la ejecución de aquellos bailes, se sirvieron del acompañamiento instrumental de guitarra y bandurria, todo ello bajo la dirección del profesor D. Francisco Alarcón.

Par las fiestas de 1902 a celebrar en el popular barrio de San Miguel, acudía el maestro apodado Romano, acompañando al citado entendido bolero le acompañaron al tablao instalado en la calle de Santa Teresa los niños hermanos Dolores y Salvador Pina Espín, Josefa Manzanera Ortiz, Fuensanta Monserrate Negrullo e Isabel Codina García de 7 años. El repertorio a interpretar fue realizado entre parejas y combinado con el maestro. Las piezas fueron, boleros, jaleos, rondeñas, malagueñas, toreras, sevillanas, jotas y los caracoles «cantadas y bailadas con la pareja infantil de los hermanos Pina y el maestro».

La presencia de Francisco Alarcón fue clara y concisa en el territorio de la Huerta y Ciudad de Murcia, tanto las notas de prensa como la distribución de su alumnado, atestiguan su labor como profesor.




BIBLIOGRAFÍA

Esteve, L.: Martínez Tornel y su época. Murcia, 1967.

Ballester, J.: Amanecer de la prensa periódica en Murcia. Murcia, 1971.

Crespo, A.: La prensa periódica en la ciudad de Murcia (1706-1986). Murcia, 1986.

Ibáñez garcía, J. Mª.: Serie cronológica de la Prensa Periódica en Murcia. Fichas para una futura hemeroteca. Murcia, 1931.

Díez de revenga, F. J.: «Martínez Tornel, José». Gran Enciclopedia de la Región de Murcia. Murcia, 1995.




HEMEROTECA

Diario de Murcia.

Las Provincias de Levante.

El Liberal.

Diario Murciano.




NOTAS

[1] José Martínez Tornel nació en Patiño (Murcia) en el año 1845. De su infancia por los caminos y carriles de esta población huertana a su juventud comenzó los estudios en el seminario de San Fulgencio, estudió derecho en Madrid y Valencia. Sus primeros escritos en la prensa murciana los inició a la corta edad de diecinueve años fundado el Diario de Murcia en 1879. Desde su primer número 15 de febrero de 1879 hasta el último 10 de marzo de 1903, cientos de crónicas sociales, culturales, religiosas, festivas, económicas, políticas aparecieron entre sus páginas, un diario en el que escribieron importantes autores de la sociedad murciana con inquietudes tales como Pedro Díaz Cassou o Pío Tejera. José Martínez Tornel ante todo fue periodista dedicando toda su vida a difundir y plasmar sus ideas dedicadas al pueblo en el Diario de Murcia. amante de la religión conocedor de la historia, la literatura y las tradiciones populares defendió lo particular del ser murciano. En la prensa murciana Tornel era uno de los escritores más cultos del momento. José Martínez Tornel representa una de las más importantes figuras del periodismo murciano mostrando un gran interés durante su carrera profesional en los temas populares. Director del diario El Liberal en su madurez, se interesó de una forma realista por los problemas, las costumbres y la vida cotidiana de los huertanos y habitantes de Murcia. José Martínez Tornel desde la creación del reconocido Diario de Murcia destacó en todos los números todo lo relacionado con las manifestaciones populares que tenían lugar en los pueblos de la huerta y barrios de la ciudad de Murcia provocando de esta manera su visita a las fiestas del entorno y haciendo de periodistas locales a ciertos eruditos de las localidades que atentamente y con su mejor vocabulario redactaban las crónicas de sus fiestas. Poco a poco el Diario de Martínez Tornel fue ganando lectores ya que sus crónicas sobre fiestas, redactadas por él, su equipo de gente y los colaboradores de las poblaciones de Murcia, desplazó a grandes diarios de momento como La Paz de Murcia.

[2] Diario de Murcia. 12 de septiembre de 1900, p. 2.

[3]El Liberal. 6 de febrero de 1902, p. 1.

[4] Programa de las Feria y fiestas de Murcia celebradas del 1 al 13 de septiembre de 1903. Archivo Municipal de Murcia.

[5] José Martínez Tornel. El Liberal. 3 de septiembre de 1903, p. 1.

[6] Programa de las Feria y Fiestas de Murcia a celebrar del 1 al 11 de septiembre de 1904. Archivo Municipal de Murcia.

[7]El Liberal. 10 de septiembre de 1904, p. 1.

[8]El Liberal. 5 de septiembre de 1905, p. 2.

[9] Diario Murciano. 5 de septiembre de 1905, p. 2.

[10]El Liberal. 6 de septiembre de 1905, p. 1.

[11] Cabe recordar que dentro del género de la Seguidilla, encontramos muchos estilos, a destacar: parrandas, pardicas, poblatas, manchegas, peretas, rabotas o sevillanas

[12] Las Provincias de Levante. 27 de noviembre de 1897, p. 2.

[13] Diario de Murcia. 29 de septiembre de 1902, p. 1.

[14] Diario de Murcia. 25 de diciembre de 1900, p. 2 y 3.

[15] Diario de Murcia. 2 de febrero de 1901, p. 3.

[16] Diario de Murcia. 1 de enero de 1902, p. 2.



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Una feria de baile: del baile bolero al baile popular en Murcia

GARCIA MARTINEZ, Tomás

Publicado en el año 2019 en la Revista de Folklore número 452.

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