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Milagros eucarísticos cacereños

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 2019 en la Revista de Folklore número 449 - sumario >

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Los obispos mártires de las sierras de La Vera

En el año 1646 el extremeño Juan de Tamayo Salazar daba a la imprenta un extraño libro para glosar a San Epitacio, un supuesto obispo y mártir de Plasencia, cuya biografía procedía de su propio magín[1]. Entre otras muchas curiosidades, en sus páginas leemos el relato sobre un milagro eucarístico acaecido en tierras de la actual Extremadura. Enmarca los hechos en el año 714, en plena expansión musulmana, una vez que los ejércitos de Musa ibn Nusair han conquistado Sevilla y Mérida.

Esta conquista obliga a muchos prelados del sur peninsular a abandonar sus sedes episcopales y buscar refugio en los más intrincados lugares. Y eligen como punto de concentración las Sierras de la Vera[2]:

y en vna Iglesia fuerte, que desde el tiempo de los Godos auia edificado vn Obispo lIamado. Richila, con Titulo de San Saluador, que oy se conserua entre Quacos, y Xaradilla, se recogieron, adonde estauan fortalecidos, y adonde se exercitauan en obras de piedad, confortando, y socorriendo con Doctrina, y Limosna, a los Christianos, temerosos, y fugitiuos iban buscando las gargantas, y esconces, que aquellos montes descubrian, para ampararse de la cruel persecución, que a las espaldas les venía de la hambienta saña de los Moros.

Seguidamente enumera a los obispos y la sede de la que cada uno de ellos procede:

Faustino Obispo de Seuilla, Floro de Iaén, Bonifacio de Coria, Zaqueo de Cordoua, Honorio de Malaga, Aruidio de Ezija, Pupulo de Niebla, Habito·de Vrce, Arcesindo de Cabra, Teodiselo de Baeza, Cumuldo de Italica, Sisebado de Martos, Basilio de Baza, Centurio de Granada, y otros muchos, cuyos nombres se ignoran, y de algunos Sacerdotes, y Diáconos santíssimos.

Seguidamente cuenta el ataque que sufren los obispos y clérigos allí reunidos, cuando celebraban una misa, y cómo arrojan la hostia consagrada a un pozo que hay junto al altar para evitar que caiga en poder de la morisma. E igualmente, tiempo después del martirio de los celebrantes, cómo los cristianos recogen la sagrada forma, que permanece intacta:

Estos gloriosos Prelados estando en la Ermita de San Saluador celebrando el sagrado Sacrificio de la Missa, les l1egó auiso, que los Moras (sic) tenian cercada la Ermita: El que dezia la Missa, con el temor confuso, tomó la sagrada, y consagrada Hostia, y la echó en vn poço, que le ofreció su cuidado cerca, que despues los Christianos boluieron a sacar, y la colocaron con honorifica veneracion. Los Moros con algazara viendo al pequeño, pero santo rebaño de fieles, como lobos crueles, descargaron su rabiosa dureza en ellos, en cuyo fiero enojo dexaron las bien venturosas vidas. Despues otros Christianos á quien, ó por ausentes, ó por escondidos, perdonó el destroço, vinieron, y en la Ermita sepultaron á los sagrados Martires; en cuya memoria ha quedado vna fuente milagrosa, y algunas Imagenes de muy notable antiguedad y solo la tradicion de q[ue] aquella Ermita de San Saluador esconde el precioso tesoro de sus sagradas Reliquias[3].

No era la primera vez que Tamayo Salazar disertaba sobre este particular, puesto que ya lo había hecho, aunque más someramente en un manuscrito fechado en 1634, que compusiera para resaltar la historia de Zalamea, su villa natal, la antigua Ilipa[4]. Se trata de una obra en forma de carta, «escrita en su mocedad», a frey Alonso de la Torre, cronista de la Orden de Alcántara[5], en la que se detectan errores e incongruencias que no utilizará en la historia de San Epitacio[6].

Para la redacción de cuanto apunta sobre la masacre y el milagro de las indestructibilidad de la sagrada forma Tamayo Salazar se sirve de dos informaciones impresas que llegan a sus manos y que considera a todas luces fiables[7]. Provienen las mismas de Julián Pérez[8] y de Luitprando[9].

Es de suponer, puesto que a ellos recurre a cada momento en sus obras, que Juan Tamayo Salazar ignorara que los escritos atribuidos a estos autores, reflejados en sendos cronicones, no eran más que burdas invenciones del jesuita Jerónimo Román de la Higuera y de Lorenzo Jiménez de Prado, considerados como los máximos falsarios de la historia de España[10]. Se dice que Tamayo no solo admiraba los cronicones, sino que también le sirvieron de pauta para desarrollar la inventiva en la elaboración de sus obras hagiográficas, como ocurrió con la vida de San Epitacio y con el Martyrologium Hispanum Anamnesis.

Veinte años más tarde, concretamente en 1666, sale de la imprenta un libro, cuyo autor, Gabriel Azedo de la Berrueza[11], residente en Jarandilla, en las proximidades de la ermita de San Salvador. En contra de lo que cabía esperar, nada añade sobre lo apuntado por Tamayo Salazar y todo se reduce a copiarlo de manera literal. Y a partir de esta fecha son muy escasas las referencias a aquel acontecer y quienes así lo hacen solo se fijan en el aspecto del martirologio, al que dan carácter de autenticidad y obvian cualquier referencia a la hostia consagrada que se salva milagrosamente[12].

Por otro lado hay que reseñar que lo apuntado en los quiméricos cronicones no era nada nuevo. Ciertamente el jesuita falsificador Román de la Higuera sabía de los supuestos milagros eucarísticos en los que el agua se mostró incapaz de destruir la hostia consagrada, y que proliferaron entre los siglos xiv y xvi[13]. Y no solo hizo su propia versión, sino que convirtió el prodigio de la ermita de San Salvador[14], en uno de los más antiguo de todos los tiempos.

La misa del Padre Cabañuelas

A un fraile de esta casa, dice que le sucedió que un sábado, celebrando la Santa Misa, después que consagró el Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, vio una cosa como nube que cubrió el ara y el cáliz en manera que no veía otra cosa sino un poco de cruz que estaba detrás del ara: lo cual le puso gran temor y con muchas lágrimas rogaba al Señor que pluguiese a su piedad de manifestar qué cosa era aquella y lo librase de tan grave peligro. Y estando así muy atribulado y espantado, poco a poco se fue quitando aquella nube; y desque se quitó no halló la hostia consagrada y vio la hijuela que estaba sobre el cáliz, quitada; y acató en el cáliz y violo vacío. Y cuando él esto vio, comenzó a llorar muy fuertemente demandando misericordia a Dios y encomendándose devotamente a la Virgen María. Y estando así afligido vio venir la hostia consagrada puesta en una Patena muy resplandeciente y pusose en derecho de la boca del cáliz; y comenzó a salir della gotas de sangre y cayó tanta cantidad en el cáliz como de antes estaba. Y el dicho fraile, estando así muy espantado y llorando oyó una voz que le dijo: ‘Acaba tu oficio y sea en ti secreto lo que viste’.

Este documento se encontró en la celda de fray Pedro de Valladolid, popularmente conocido como Padre Cabañuelas, tras su muerte en el convento de Guadalupe. Todo apunta que lo había escrito de su puño y letra, aunque en tercera persona, dando fe del conocido milagro con el que fue favorecido.

El Padre Cabañuelas abrazó muy joven la vida religiosa y sus muchas virtudes lo convirtieron en uno de los grandes personajes de los primeros tiempos del monasterio de la Orden Jerónima de las Villuercas, llegando a alcanzar el título de prior.

Aunque era un gran devoto de la Sagrada Eucaristía, a partir de cierto momento llegó a tener continuas dudas sobre la presencia real de Cristo en la Hostia Consagrada, lo que lo inundaba de angustia.

Pero el hecho milagroso acaecido durante la celebración de una misa iba a poner término a todas sus incertidumbres. Existe unanimidad a la hora de datar el maravilloso suceso: 1420. El religioso contaba cincuenta años de edad.

A pesar de que la voz que el Padre Cabañuela escuchara le pedía silencio, lo cierto es que el prodigio fue conocido entre los frailes, por lo que no tardó en difundirse. A partir de entonces los corporales y la hijuela manchados con la sangre emanada de la Hostia Consagrada se convirtieron en una reliquia que atrajo a Guadalupe a multitud de peregrinos. Este parece que fue el motivo que propició la visita del rey Juan II, de su esposa María de Aragón y de su hijo, el futuro Enrique IV, en el año 1435. El paso por el monasterio de Guadalupe le permitió a la reina familiarizarse con el prior, que no era otro que fray Pedro de Valladolid o de las Cabañuelas, que le causó una honda impresión, y le sirvió para potenciar los vínculos que ya mantenía con el enclave jerónimo.

Desde este momento el Padre Cabañuelas se convirtió en director espiritual de María de Aragón, la cual dejó escrito que a su muerte fuera enterrada junto a los restos del fraile y de su predecesor Fernando Yáñez de Figueroa[15]. Aunque la reina murió en 1445, hasta el año 1447 no fue posible cumplir su voluntad de ser trasladada al monasterio de Guadalupe[16].

El Padre Cabañuelas falleció el 20 de marzo de 1441, con indudable aura de santidad, que se acrecentaría con el paso del tiempo, al igual que la fama de las reliquias eucarísticas, sobre todo en el siglo xvii. Es en esa época cuando, a nivel general, «el culto a las reliquias adquiere un auge desbordante y la piedad individual y colectiva cimienta su religiosidad en su veneración»[17]. Por ello no debe resultar extraño que sea en este siglo cuando el notario apostólico certifique la autenticidad de las reliquias, y se hagan las dos pinturas más importantes que recogen la escena del milagro.

La primera de ellas fue ejecutada por el artista de Fuente de Cantos Francisco de Zurbarán, en 1638, para la sacristía del monasterio de Guadalupe, donde comparte espacio con otros lienzos del mismo autor que van saliendo de sus pinceles entre este año y el siguiente.

En el cuadro que se representa «la Misa del Padre Cabañuelas nos encontramos con una milagrosa visión del oficiante que contempla, con absorta y viril expresión devota, la Hostia suspendida en el aire, mientras su acólito, un fraile rollizo y vulgar, permanece ajeno al milagro»[18].

Tampoco desmerece el cuadro titulado El V. P. F. Pedro de las Cabañuelas, que Juan Valdés Leal pintó entre 1656 y 1657, junto a otros quince lienzos, para el monasterio sevillano de San Jerónimo. Actualmente se exhibe en el Museo de Bellas Artes de la ciudad hispalense. Se representa a Fray Pedro de perfil y frente a él se ve la hostia que gotea sangre sobre el cáliz. Como curiosidad podemos observar al fondo del cuadro unos de los milagros atribuidos al Padre Cabañuelas. Mediante su intercesión se salvó un barco de un naufragio seguro.

Aunque considerado como de los más populares, el milagro eucarístico de Guadalupe es uno de los muchos que ante la duda del celebrante se presenta el fenómeno de la transubstanciación o conversión de las sustancias del pan y del vino en el cuerpo y sangre de Jesucristo. La mayor parte de ellos, tanto dentro como fuera de la Península, tuvieron lugar en una fecha anterior al del Padre Cabañuelas[19]. Entre los últimos constamos los casos de Ivorra (Lleida), ocurrido en el año 1010[20]; Gerona, que data del año 1297[21]; Cimballa (Zaragoza), que se documenta en el año 1370[22]; y Cebreiro (Lugo), que se certifica como sucedido en una fecha indeterminada del siglo xiv[23]. Añadamos a esta lista los que localizamos allende los Pirineos, entre los que destacamos los italianos de Lanciano (750), Bolsena (1263), Casia (1330), Macerata (1356), Bagno di Romagna (1412) y Roma (1610); los holandeses de Boxmeer (1400) y Bergen (1421); el austriaco de Fiecht (1310); y el croata de Ludbreg (1414).

Los judios de Aldeanueva del Camino y Hervás

Las muchas narraciones existentes en torno a los robos de la Sagrada Forma, solo por lo que ésta representa, se ciñen a un mismo arquetipo. El ladrón actúa de motu propio o por encargo; la hostia sufre las injurias de rigor para buscar su destrucción; y, finalmente, una señal prodigiosa conduce al descubrimiento o al arrepentimiento, lo que conlleva a su devolución. Cabe apuntar que la hostia fue un elemento muy estimado para la preparación de pócimas y brebajes, así como para conformar conjuros capaces de recuperar el amor perdido. Algunos milagros eucarísticos dan cuenta de ello, como son los casos de Zaragoza, en 1427[24], o los italianos de Alatri y Offida, en 1228 y 1273, respectivamente. Como dan cuenta aquellos otros en los que solamente se busca el escarnio. En Trani (Italia) una mujer sustrae la hostia con el único deseo de freírla. Tal hecho sucedió en torno al año 1000. En París es un tal Jonathas el que el domingo de Pascua de 1290 no consigue la eliminación de la sagrada forma, que había robado, luego de acuchillarla, pasarla por el fuego e introducirla en el agua hirviendo. Tampoco lograron su propósito quienes en Poznan (Polonia) se hicieron la Hostia, producto de una sustracción, en el año 1399, para ejecutar sobre ella los tormentos de la Pasión de Cristo.

Las profanaciones de la hostia por los judíos, a partir de la Baja Edad Media es una constante, apareciendo en múltiples leyendas nacidas con el único objeto de denigrar a un pueblo al que se considera capaz de llevar a cabo toda clase de maldades. Todo apunta a que el mito había nacido en Alemania, en 1243, cuando un grupo de judíos fue acusado de haber robado una hostia para realizar ceremonias execrables. Lo mismo sucede, en 1243, en Rottigen (Franconia), y, en 1370, en Bruselas. Poco tiempo después, concretamente en el año 1377, varios judíos de Huesca fueron acusados de profanar las sagradas formas robadas en la iglesia de Tardienta. Por los principios del siglo xv la leyenda toma carta de naturaleza en Segovia, acusándose al doctor Meír Alguadex, médico judío de Enrique III, y a otros notables de la ciudad de haber ultrajado una hostia consagrada el día del Corpus Christi. Cuentan que un sacristán con penurias económicas recibió ayuda de un prestamista judío a cambio de una hostia. Los judíos la echaron en aceite hirviendo, pero ésta se elevó y se fue volando hasta el convento de Santa Cruz. Incluso añaden que la sinagoga, lugar donde se ejecutaron los sacrílegos ultrajes, tembló en aquel instante, llegándose a resquebrajar los arcos y los pilares[25].

En el caso segoviano vemos cómo la leyenda se adorna de elementos propios de los llamados prodigios eucarísticos que hemos encontrado en algunas poblaciones europeas, hasta llegar a constituir una réplica casi exacta. Así sucede igualmente con los que aparecen en relación con un supuesto robo de una hostia consagrada en la iglesia de la localidad cacereña de Aldeanueva del Camino, en la que se vieron envueltos criptojudíos y hasta algún cristiano viejo de este pueblo y del vecino Hervás. Sucedió en el año 1506. En la cronología de los hechos vemos una evolución que desemboca en una leyenda plagada de conocidas fabulaciones que la contaminarán.

La primera referencia documental data del mes de julio del citado año y se encuentra en el Archivo General de Simancas. Se trata de una escueta información sobre los hechos acaecidos en el mes de mayo. Un vecino de Zarza de Granadilla, Juan Sastre, entró en la iglesia de Aldeanueva del Camino y «urto e llevo el santo sacramento e los corporales con la custodia». El latrocinio lo ejecutó

por sy e a pedimiento e incitacion de ciertos [individuos] que eran morsos (mozos) y se convirtieron a nuestra santa fe catolica, ve[zino]s q[ue] son del lugar de Aldeanueva del Camyno e del lugar de Erbas, q[ue] son el obispado de Plazençia e Coria.

Juan Sastre fue detenido junto «a las otras personas q[ue] en el d[ic]ho delito diz[en] q[ue] fuero[n] participantes». Al mismo tiempo se autorizó a la autoridad para proceder al embargo de los bienes de todos los encausados[26].

En fechas posteriores don Pedro de Torres, catedrático de la Universidad de Salamanca, nos ofrece en sus memorias datos sobre el particular, ya nuevos o diferentes a los anteriores:

A.D. 1506 un día o dos antes de Sant Marcos que era 25 de abril. Un labrador de La Granja, tierra de la cibdad de Plazencia fue á una aldea que se dice Aldeanueva del Camino é entro en la yglesia é hurto el Corpus Domini é lo vendio á unos tornadizos por un castellano y despues no le dieron sino dos reales y medio y en otro logar que se dice Hervas veniendo de la procesion dia de Sant Marcos toda la gente, el labrador que lo hurto entro a medio dia en la yglesia con la otra gente del logar que venia de la procesion y sudo el crucifijo que estaba pintado de pincel en la pared, y con esto y con la diligencia que el provisor de Placencia que era Juan Royo [Ruiz] de Tripiana hizo, se hallo quienes e quantos fueron en el delito[27].

Cambia aquí la fecha del ultraje de la hostia (lo adelanta al mes de abril) y el origen del autor del latrocinio (lo hace oriundo de La Granja), añadiendo la venta del Corpus Domini y, lo que es más importante, el hecho milagroso de sudar un cristo pintado en la pared de la iglesia que en cierto modo propicia el descubrimiento de los sacrílegos.

Una mayor pormenorización de todo este asunto lo encontramos en el legajo 52 del Archivo del Monasterio de Guadalupe, firmado por el escribano de Hervás, Pero Hernández, con fecha de «veynte e ocho dias del mes de nobyembre del año del Señor de myl e quinyentos e diez y nueve años». Describe los hechos como ocurridos solo unos meses antes[28]:

En el lugar d’Ervas lugar e termino de la vylla de Bejar vyernes veinte y quatro dias del mes de abril año del nacymyento de Nuestro Señor Jhesu Xristo de myll e quynientos e diecynueve años estando dicho dia en este lugar Juan Xastre, vecyno de Vyllorya, termino de la Vylla de Granadylla y este dicho dia en la noche dormyo el dicho Juan Xastre en casa de Nycolas Nyeto vecyno de dicho lugar d’Ervas con otros dos compañeros y el dicho Juan Xastre se levanto de donde estaba acostado a la media noche de manera que los compañeros no lo syntyeron y se fue para Aldea Nueva del Camyno y entro en la Yglesia de Santa Marya por el tejado y entro al altar y tomo el Sagraryo y saco el sacramento en buelto en los corporales y ansi se torno a este dicho logar d’Ervas la mysma noche e se torno a la cama donde se avya levantado y se torno acostar con los dichos dos sus compañeros syn lo sentir ellos…

E luego otro dia… una hora despues del medio dia poco más o menos vino la procesyon del dicho logar de señora santa Catalina de Baños y estando en la Yglesia la dicha procesyon, el dicho Juan Xastre entrego el dicho sacramento al dicho Juan de Blasto judio en buelto en los corporales… y metyolo el dicho Juan de Blasto en el seno y partyose luego con él para Aldea Nueva a entregallo y lo entrego a Per Alvarez el viejo e a Rodrigo su Yjo e a la muger de Gil Hernandez ojo de uva cristianos nuevos en el dicho lugar de Aldea Nueva… e luego a la hora de comer se lo entrego a dos cristianos nuevos e le comencaron a dar tormento e metyeron la hostia en una caldera de agua cocyendo y desque no se quyso desbaratar la quebraron y llevaron cada uno de ellos su pedaco y la metyeron so los pies dentro de los capatos y con los corporales se alinpiaron salvo reverencya el culo según parecyo por sus propyos dichos de su sentencya.

Además del milagro de la indestructibilidad de la hostia mediante el agua hirviendo, el autor del manuscrito se recrea en el prodigio que va a hacer posible la autoinculpación de Juan Sastre. La Virgen de la iglesia de Hervás llora, y Cristo, San Juan y la Magdalena sudan, mientras en Aldeanueva los judíos desarrollan su execrable acción.

… estando Juan Martin sacrystan en la en la yglesya de nuestra señora santa Maria deste logar d’Ervas aderecando los altares e estando con el dicho sacrystan un nyño hijo de Gonzalo Moreno, este nyño se llego al altar donde esta la quinta angustia e vindo como nuestro señor estando en el regaco de nuestra señora la Virgen Marya como estava sudando y como vydo esto llamo al sacrystan y le dixo señor mira como suda nuestro señor y vyno el dicho Juan Martin sacrystan y myro y de que vydo tan grande myraclo fue muy espantado y avaxo al lugar dando voces y llamando a quantos avya por el logar que fuesen a ver aquel tan gran miraclo y que fue todo el pueblo ombres e mugeres chicos e grandes e doblaron todas las campanas e yzyron gran procesyon e duro este santo miraclo byen por espacyo de hora i media que sudo nuestro señor e se le mudo la color e se puso mas colorado que una grana y a nuestra señora le salyan las lagrymas de los ojos como sy estuvyera verdaderamente vyva y le corryan las lagrymas y el sudor hasta el revoco de la barbilla y alli se consumyan e ansy mesmo el sudor que nuestro señor sudava le corria toda la cara abaxo a gallones de agua muy clara… y ansy mesmo a san Juan y a la Madalena sudaron por el conseguiente e se de mudaron todas las ynagenes sus colores… e estava presente el dicho Juan Sastre que hurto el santo y dizya a grandes voces señores dadmelo por testimonio yo lo quyero llevar al Rey y al duque my señor para que sepan tan grande miraglo y durante esto los dichos judios estavan dando tormento al santo sacramento segun parecyo por sus confesiones.

El escribano da fe de este milagro, testificado por una docena de vecinos, entre los que se encuentran los dos curas de la iglesia de Santa María. Concluye la narración con la condena del cristiano viejo Juan Sastre y de seis judíos conversos de Aldeanueva del Camino y de Hervás implicados en el ultraje.

Tras el análisis de este documento, en el que se aprecian algunas incongruencias históricas, entre ellas la inexactitud en cuanto a las fechas, así como de lo escueto de las primeras informaciones, nos hace suponer que estamos ante uno más de los embustes que convierten en víctima a los judíos, que acaban pagando con sus vidas. Así lo destacó en su momento Marciano de Hervás, quien señaló al estamento eclesial como una parte importante en la creación de esta calumnia y su posterior divulgación[29].

Por lo que respecta a los milagros eucarísticos que acompañan a este suceso, hay que señalar que ya fueron objeto de crítica a en la primera mitad del siglo xix. Así se expresa el último «secretario de la Inquisición de Corte»:

10. En Estremadura hubo también proceso de fe contra uno que robó, á 24 abril de dicho año 1506, una hostia consagrada, en el lugar llamado Aldeanueva de Plasencia, y la vendió á unos cristianos nuevos convertidos del judaismo: resulta que habiendo el vendedor concurrido en el dia siguiente á la procesión de S. Márcos del lugar de Herbás, hizo Dios el milagro de que todos viesen sudar una imagen de Jesús crucificado pintada en el altar mayor; y conturbándose mucho el reo del sacrílego robo, dio motivo á indagaciones de todo el suceso.

11. Dejo á la consideración de mis lectores el conocer cuanto cabe de ofuscación y de malicia en el caso del milagro y cuanta crítica tiene lugar en el exámen de los demas sucesos referidos[30].

Los desmentidos milagrosos no han contado con ningún éxito a lo largo del tiempo, puesto que su mantenimiento viene a confirmar la «veracidad» de los hechos atribuidos a los judíos de Aldeanueva del Camino y de Hervás. Sin embargo, ninguno de los prodigios que hemos visto enunciado puede gozar del calificativo de autóctono. El Cristo que suda, que leemos en las memorias del salmantino Pedro de Torres, debió tomar su argumento de lejanas fuentes, posiblemente de las mismas en la que bebió el Cristo de Burgos, una talla del siglo xiv que se venera en la catedral de aquella ciudad, cuya leyenda ha servido de modelo a ciertas advocaciones posteriores. Es el caso de Cabra del Santo Cristo (Jaén), donde el sudor de una copia del Cristo de Burgos se describe en términos que poco difieren de los que recoge el citado manuscrito del Monasterio de Guadalupe:

Y estando todos atentos á la milagrosa Imagen, se veían de la cabeza al cuello y llegar al pecho muchas gotas de sudor en tal copia, que juntándose por el Sacrosanto pecho, llegaron por fin a formar tres hilos que se juntaban por las piernas hasta los Sacrosantos pies, y el Sacrosanto cuerpo como encendido…[31].

La nómina de los cristos sudorosos aumentó en los últimos siglos y es más amplia de lo que cabe suponerse, lo que sirve para el fortalecimiento de este tipo de leyendas. Sin alejarnos en demasía, baste con citar al Cristo del Sudor, que se venera en la iglesia de La Alberca, del

cual se dice que sudó sangre el 1.º de Setiembre de 1655, entre tres y cinco de la tarde y al día siguiente por la mañana, de lo cual hay testimonio auténtico en la catedral de Coria, donde se conservan unos corporales teñidos en sangre[32].

Y en la propia localidad de Hervás se cuenta con el Cristo del Perdón, que también sudó sangre entre los días 17 y 19 de mayo de 1717[33], aunque todo apunta que se debió a un fraude, ya que alguien perforó la imagen e introdujo en ella algunas esponjas empapadas. Tal acusación se la hicieron mutuamente los frailes del convento de la Santísima Trinidad, donde se custodia la talla, y los clérigos de la iglesia de Santa María.

Más que los sudores llama la atención el milagro eucarístico que describe el último manuscrito y que no se recoge en documentos anteriores. Deja clara la indestructibilidad de la sagrada forma: «le comencaron a dar tormento e metyeron la hostia en una caldera de agua cocyendo y desque no se quyso desbaratar la quebraron». Aun pasando por alto un elemento característico, cual es la efusión de sangre de la hostia que el amanuense obvió de reflejar, el entramado responde al conocido arquetipo de este tipo de prodigios muy extendido en el momento de la redacción. No hace otra cosa que plasmar una versión de la leyenda ampliamente difundida, como hemos visto al comienzo de este apartado.

Curiosamente la evolución de la leyenda del sacrilegio cometido por los conversos de de Aldeanueva del Camino y Hervás parece no tocar fin. Aparte de las versiones fabulosas o novelescas, muchas veces distorsionadoras de la propia leyenda, nos topamos con muy recientes adiciones de narraciones ajenas que vienen a ampliar el relato y, por el hecho de presentarse y difundirse mediante letra impresa, en muy poco tiempo acaban aceptándose como propias de la tradición local. El ejemplo más claro lo tenemos en un añadido, como expresión de otro milagro eucarístico, que viene a completar lo que para algunos se presentaba como una inconclusa leyenda. Es así cómo para rematar el final ahora se advierte que, tras no conseguir la destrucción mediante el escarnio, las formas fueron escondidas

en un muladar del barrio judío. Allí también se obró un milagro, pues en el punto indicado, un resplandor extraño señalaba el enterramiento de las hostias. El sacerdote arrodillado recobró completamente todas ellas. Y es entonces cuando la Virgen… cesó de llorar[34].

Es indudable que el autor toma este final de otras leyendas del mismo ámbito milagrero, harto conocidas. Es el caso sucedido en Ponferrada en el año 1533, donde una luz intensa delató el lugar donde estaban ocultas e intactas las hostias robadas[35]. También en Huesca, en el año 1648, se encuentran las sagradas formas escondidas en un montón de estiércol gracias al fuerte resplandor que emiten.

Este colofón ha sido admitido sin más por quienes se acercan a la leyenda del milagro eucarístico de Hervás sin ningún sentido crítico, y pasa a engrosar páginas de publicaciones de difusión nacional, con lo que se autentifica el relato. Así refiere a estos hechos, de última invención, un reciente libro que ya cuenta con varias ediciones:

Por eso Juan Xastre, al conocer lo sucedido, agarró las formas y huyó despavorido. Antes de llegar a casa las arroja en el muladar de su huerto, tapándolas con la basura. Luego entra en casa por la puerta trasera que comunicaba con el huerto.

…Atraído por una fuerza irresistible se asoma a la ventana… Quedó estupefacto. Blanco. Frío. Casi muerto: sobre el muladar se movían unas luces brillantes que paracían salir de las Hostias enterradas.

… Uno de los alguaciles removió el estiércol y aparecieron, ante los ojos atónitos de todos los presentes, las Formas consagradas, blancas, intactas, cual si estuvieran recogidas en el más rico de los copones.

El representante del obispo las tomó en sus manos y comenzó una verdadera, aunque improvisada, procesión de Viernes Santo. Cuando se acercaban devotamente por las cuestas de la judería, cercana a la iglesia, se oyeron unos gritos de asombro.

Cruzaron el atrio y las voces eran aún más claras:

-¡Ha dejado de llorar! ¡¡Ha dejado de llorar!![36].

Por lo que vemos en el discurso queda claro que estamos ante una leyenda en formación y que, antes de fijarse definitivamente, es posible enriquecerla o contaminarla con nuevos datos. En un futuro no muy lejano probablemente se nos diga cómo las hostias ultrajadas se veneraron en la iglesia de Hervás y se nos dé algún argumento peregrino acerca de su desaparición. Existen muchas leyendas afines sobre las que argumentarse.

El robo en la placentina iglesia de San Esteban

Ante el temor de una nueva ocupación por las tropas francesas, que habían abandonado Plasencia a finales de 1811, las fuerzas aliadas del general Hill se intalan en la ciudad, con el objeto de defenderla, el día 9 de febrero del año 1813. Y en ella permanecerá el ejército aliado hasta mediados de mayo, que es cuando la abandonan, dirigiéndose hacia el Norte para continuar el acoso a las tropas de Napoleón[37]. Es en este tiempo cuando toman carta de naturaleza unos hechos que determinarán nuestro último milagro eucarístico.

Contaban que el día 5 de mayo del citado 1813 dos soldados británicos[38] se escondieron al anochecer en la tribuna de la iglesia de San Esteban, a escasos metros de la Plaza Mayor en dirección a la catedral, a la espera de que el sacristán cerrara las puertas.

Una vez aislados en el templo llevaron a cabo su proyecto: forzar el sagrario y apoderarse del copón de oro. Cuando a altas horas de la madrugada el sacristán abrió, los dos rateros emprendieron la huída con el botín. Amparados en la oscuridad abandonaron la ciudad, corriendo hacia unos huertos cercanos al santuario de San Juan Bautista, extramuros de la ciudad. Cavaron un hoyo y enterraron el copón, con la intención de recuperarlo posteriormente para venderlo.

Pero esa misma mañana un labriego, Vicente Sambade, dueño de aquella finca, araba con una yunta de bueyes. Estaba acompañado de su criado. Ambos se sorprendieron cuando al llegar a un punto donde la tierra presentaba signos de haber sido removida los animales se detuvieron, permaneciendo estáticos a pesar de arrearlos con insistencia. Decidieron entonces escarbar y al instante descubrieron el copón que contenía en su interior varias sagradas formas. De inmediato corrieron a dar cuenta a las autoridades eclesiásticas, y el copón y las hostias fueron trasladados a la iglesia de la que se habían sustraído.

Este hecho motivó la creación de una cofradía en la iglesia de San Esteban con el objeto de celebrar todos los años el acontecimiento milagroso. La misma cofradía, colocó una cruz sobre un pedestal en el lugar del hallazgo, con una inscripción sobre el suceso allí acaecido[39]. El monumento desapareció a mediados del pasado siglo al extenderse la ciudad y construir viviendas en el sitio donde tuvo lugar la manifestación milagrosa. Del paradero de las hostias nada se sabe, pero si del copón, que se muestra en el museo de la catedral.

Es significativa la intervención de unos animales en el descubrimiento del copón y de las hostias consagradas de Plasencia. Sin embargo, no resulta tan extraño ese comportamiento si tenemos en cuenta que suele darse con cierta frecuencia en este tipo de relatos. Conocido es el caso de Glotowo (Polonia), donde unos bueyes que araban se arrodillaron en el lugar donde estaba enterrada una sagrada forma desde hacía muchos años. La había escondido el propio sacerdote de la localidad, en el año 1290, para evitar la profanación por los invasores lituanos. En Offida (Italia) recuerdan un caso semejante ocurrido hacia 1273. La mula de un tal Giacomo Stasio siempre que entraba en la cuadra se arrodillaba junto a un montón de estiércol. Era el sitio donde Ricciarella, su mujer, había escondido una hostia que robó para hacer un conjuro.

En la propia Extremadura nos topamos con múltiples situaciones en las que algunos animales se convierten en el factor esencial para el descubrimiento de objetos sacrosantos, que no necesariamente son hostias consagradas. Bueyes, como en el caso de Plasencia, posibilitan el hallazgo de diferentes imágenes religiosas ocultas bajo la tierra: Cristo de la Capilla (Orellana la Vieja), Santos Fulgencio y Florentina (Berzocana), Nuestra Señora de la Piedad (Almendralejo) o Virgen de Argeme (Coria). Y lo mismo cabe decir respecto a la vaca (Guadalupe) y al toro (Virgen de la Torre, en Tejeda de Tiétar; Nuestra Señora de Cabezón, en Cañaveral; Virgen del Puente de la Dehesa, en Ahigal)[40]. Unamos a éstos hechos extraordinarios aquellos otros que convierten en protagonistas de soluciones milagrosas a los más dispares representantes de la fauna extremeña: cordero, paloma, jabalí, lobo y serpiente[41].

En consecuencia, sin negar el hecho histórico del robo perpetrado en la iglesia de San Esteban de Plasencia, la adición del milagro eucarístico que acompaña a su descubrimiento cabe interpretarse dentro del contexto de una tradición centenaria.




NOTAS

[1] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol y Pastor de Tui, Ciudadano Obispo y Martir de Ambracia, oy Plasencia. Su vida y martirio. Madrid, Diego Díez de Carre[r]a, 1646

[2] El relato ocupa el apartado 27 del Capítulo I, que reseña bajo el siguiente epígrafe: Prelados de la Andalucía q[ue] se recogieron a las Sierras de Xarandilla a la Ermita de San Saluador de la Vera, y allí fuero[n] muertos por los Moros. Milagro de la Hostia Consagrada. Sus Reliquias en S. Saluador.

[3] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol…, pags. 46-48.

[4] TAMAYO SALAZAR, Juan de: Antigüedades de Zalamea. Discurso de la Antigüedad, Nombres, y Sitio de la Villa de Çalamea de la Serena de la Orden de Alca[n]tara, y cosas notables que ay en ella. Existe copia del manuscrito en la Biblioteca de El Escoria, que se hizo en el año 1726.

[5] BARRANTES, Vicente: Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura. Tomo Tercero. Madrid, Establecimiento Tipográfico de Pedro Núñez, 1877. Pág. 207

[6] Echando mano de fantásticas deducciones convierte a Zalamea en sede episcopal, despojando de tal dignidad a Niebla, por lo que convierte en paisano suyo al citado obispo Pupulo. A ello le dedica espacio en el capítulo quinto: «que en tiempo de los Godos hasta la pérdida de España tubo Iglesia Cathedral La Villa de Zalamea, y Catálogo de sus Obispos».

[7] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol…, Cap. I, n. 27, págs. 142-145.

[8] Fue conocido como el Arcipreste de Santa Justa, y a él se atribuye la obra Chronicon Adversarios, y descripción de los Hermitorios de España, que fue publicada en París en el año 1628.

[9] Chronicon et adversaria nunc primum in lucem exeunt. Publisher, ex Officina Plantiniana Balthasaris Moreti, 1640. Apartado 193, págs. 392-393.

[10] En aquellos momentos ya recibieron críticas de parte de Juan Bautista Pérez Rubert y, más tarde, entre otros, de Nicolás Antonio, Pedro Fernández del Pulgar, Antonio Valladares de Sotomayor o Gregorio Mayans i Siscar.

[11] Amenidades, Florestas y Recreos de la Provincia de la Vera Alta y Baja en la Extremadura. Se trata de una edición facsímil, publicada en Sevilla, Imp. de E. RASCO, Bustos Tavera I, en 1891. La referencia a lo sucedido en la ermita de San Salvador se inserta entre las páginas 100 y 104, correspondientes al capítulo XVI: «De cómo los santos Pontífices y otros Prelados y santos Diáconos del Andalucía y de otras partes se recogieron á las sierras de la Vera, huyendo de la persecución de los moros».

[12] LOPE DE VARGAS MACHUCA, Tomás: La Provincia de Extremadura al final del siglo xviii”. Asamblea de Extremadura. Mérida, 1991. Pág. 468. Ascensio de Morales y Tercero: Inventario general de privilegios, bulas e instrumentos separados de los archivos de la ciudad de Plasencia, de 1753, manuscrito. Cit. SANCHEZ LORO, Domingo: Historias Placentinas Inéditas. Primera Parte. Catalogus Episcoporum Eclesiae Placentinae. Volumen A. Institución Cultural “El Brocense”. Cáceres, 1982. Pág. 121.

[13] Gracovia (1345), Alboraya (1348), Herentals (1412), Bergen (1421), Avignon (1443), Marseille-En-Beauvais (1532).

[14] De esta ermita apenas quedan vestigios, si bien el enclave donde se hallaba sigue conociéndose con el nombre de San Salvador.

[15] GÓMEZ-CHACÓN, Diana Lucía (https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=3416988): «Apariciones marianas y renovación monástica en la Castilla bajomedieval: Guadalupe y Santa María la Real de Nieva», en Los monasterios medievales en sus emplazamientos (https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=580649): lugares de memoria de lo sagrado (coord. por José Ángel García de Cortázar (https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=94992), Ramón Teja (https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=123409)). Fundación Santa María la Real, Centro de Estudios Románicos. Aguilar de Campoo, 2016, págs. 231-232.

[16] RUBIO CEBRIÁN, Germán, O.F.M., «La Reina de Castilla Doña María de Aragón en Guadalupe», en El Monasterio de Guadalupe, núm. 64 (1918), pág. 50.

[17] ROJO FERNANDEZ, Daniel: Religiosidad barroca en la Universidad de Salamanca: la Real Capilla de San Jerónimo, 1600-1625. Ed. Universidad de Salamanca, Salamanca, 2014, pág. 67.

[18] LAFUENTE FERRARI, Enrique: Breve historia de la pintura española, I. Tecnos S.A. (Madrid, 1953), pág. 289.

[19] Una enumeración completa de los lugares donde se han manifestado estos y otros prodigios relacionados con la Hostia Consagrada se recoge en la exposición «Los Milagros Eucarísticos en el Mundo», creada por Carlo Acutis. Esta muestra se exhibió en año 2012 en el palacio episcopal de Cáceres y en la catedral de Coria.

[20] «Culto y Profanación de la Santa Duda de Ivorra (La Segarra, Lleida)», en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, vol. LXX, núm. 2 (julio-diciembre, 2015), págs. 337-353. «Sant Dubte d’Ivorra. 1.000 anys», en Santuari del Sant Dubte d’Ivorra, 2010.

[21] VIZUETE MENDOZA, J. Carlos: «Teología, liturgia y derecho en el origen de la Fiesta del Corpus Christi», en La Fiesta del Corpus Christi (coordinadores, Gerardo Fernández Juárez y Fernando Martínez Gil). Cuenca, Ediciones de la Universidad Castilla-La Mancha, 2002, pág. 36. «Milagro Eucarístico de Gerona. España, 1297», en Ediciones San Clemente, 2006.

[22] GONZÁLEZ ZYMBA, Hertbet: Catálogos de Pinturas de la Real Academia de la Historia. Madrid, Real Academia de la Historia, 2003, pág. 235. Consideraciones sobre la iconografía y simbolismos del retablo relicario del Monasterio de Piedra. Anales de Historia del Arte. 2010, Volumen Extraordinario, págs. 230-233. COS, Mariano del: Gloria de Calatayud y su antiguo partido, en las que principalmente se trata de las Santísimas Imágenes de Jesús y María, vidas de sus Santos canonizados, de los señalados en virtud, con una breve memoria de los que han florecido en armas y letras. Calatayud, 1846, pág. 139. MAÑAS BALLESTÍN, Fabián: «Relicarios del Sacro Dubio de Cimballa (Zaragoza)», en VI Encuentro de Estudios Bilbilitanos. Diciembre de 2002. Calatayud, 2005.

[23] BLANCO PRADO, José Manuel: «O Santuario do Cebreiro. Etnorituais e Ofrendas», en Revista Croa, 25, 2015, págs. 80-95.

[24] FACI, Roque Alberto: Aragón, Reyno de Christo y dote de María Ssma. fundado sobre la columna inmobil de Nuestra Señora en su Ciudad de Zaragoza. Zaragoza. Oficina de Joseph Fort, 1739, págs. 12-14.

[25] PÉREZ, Joseph: Los judíos en España. Marcial Pons, Ediciones de Historia, S. A. Madrid, 2005, págs. 102-103. CRUZ DÍAZ, José: Los judíos en la transición de la España moderna (https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=74546): entre el reconocimiento (estatuto jurídico) y la intolerancia. Tesis doctoral dirigida por José María Contreras Mazarío (https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=77329). Universidad Pablo de Olavide. Sevilla, 2016, págs. 190-191.

[26] Archivo General de Simancas, Registro General del Sello, julio de 1506. Cit. HERVÁS, Marciano de: «Calumnias antijudías cacereñas», en Jornadas Extremeñas de Estudias Judaicos. Raíces hebreas en Extremadura. Del candelabro a la encina. Diputación de Badajoz. Badajoz, 1996, pág. 236.

[27] Archivo de la Real Academia de la Historia, Manuscritos, E-143. «Apuntamientos de D. Pedro de Torres desde 1413 al año de 1517», f. 73v. Cit. HERVÁS, Marciano de: «Calumnias antijudías cacereñas», pág. 237.

[28] El informe transcrito puede verse en MUÑOZ DE LA PEÑA, Arsenio: «Los judíos en Extremadura. Hervás y el proceso del año 1519 contra el sacrilegio de los judíos», en Revista de Estudios Extremeños, XXVI, núm. 2 (Badajoz, 1970), págs. 374-378. Con anterioridad fue publicado por GARCÍA VILLACAMPA, Carlos: Grandezas de Guadalupe. Estudio sobre la Historia y Bellas Artes del Gran Monasterio Extremeño. Imp. de Cleto Vallinas, Madrid, 1924, págs. 413-417.

[29] HERVÁS, Marciano de: «Calumnias antijudías cacereñas», pág. 245.

[30] LLORENTE, Juan Antonio: Historia crítica de la Inquisición en España. Obra original conforme lo que resulta de los Archivos del Consejo de la Suprema, y de los Tribunales de provincia. Tomo II. Barcelona, Imp. de Oliva, 1835. Cap. 10, art. II, apartados 10 y 11, pág. 153.

[31] PUGNAIRE, Juan José: Historia y milagros del Santo Cristo de Burgos que se venera en la Iglesia Parroquial de Cabra del Santo Cristo, provincia y obispado de Jaén. Jaén, Imprenta de la Viuda de Guindo, 1896, pág. 37.

[32] FUENTE, Vicente de la: «Expedición científica y artística á la Sierra de Francia, provincia de Salamanca, en el mes de Julio de 1857», en Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo 3, cuaderno III. (septiembre, 1883), págs. 164-165. HOYOS, P. Manuel Mª de los: La Alberca. Monumento Nacional. Historia y Fisonomía, Vida y Folklore. Selecciones Gráficas. Madrid, 1946, pág. 103.

[33] Protocolo de este Nuestro Colegio de Descalzos de la Santissima Trinidad Redempzion de Cautivos del Lugar de Hervas. «Declaracion del milagroso sudor del santissimo Xto. del Perdon q[ue] se venera en la capilla de este nuestro Colegio», folios 963-964v. Cit. HERVÁS, Marciano de: «Calumnias antijudías cacereñas», pág. 215 (nota 28)

[34] CACHO BELDA: «El milagro eucarístico de Hervás», en Diario Arriba, 16 de junio de 1960. Cit. HERVÁS, Marciano de: «Calumnias antijudías cacereñas», pág. 247.

[35] QUINTANA PRIETO, Augusto: Un milagro del Santísimo Sacramento. Narración histórica del robo sacrílego llevado a cabo en la iglesia de San Pedro de Ponferrada y del hallazgo milagroso de las Sagradas Formas en el Campo del Arenal de la misma ciudad. Ponferrada, 1952.

[36] SENDÍN BLÁZQUEZ, José: Tradiciones extremeñas. Editorial Everet. León, 1990, págs. 123-124.

[37] FLORES DEL MANZANO, Fernando: La Guerra de la Independencia en Plasencia y su tierra. Biblioteca Extremeña de la Guerra de la Independencia. Caja Extremadura. Badajoz, 2008, págs. 123-124.

[38] El bulo sobre los encausados ingleses desapareció cuando un tal fray Pedro Pérez de Madrid en un sermón inculpó a dos españoles, aunque sin revelar sus nombres por haberlos conocido bajo secreto de confesión. En dicho sermón informó de cómo se sucedieron los hechos, tal y como se lo declaró el ladrón arrepentido.

[39] BARRIO RUFO, José María: Descripción de la muy noble y muy leal ciudad de Plasencia, s. a. Manuscrito de hacia mediados del siglo xix conservado en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Vicente Paredes. Leg. 126, exp. 35. El autor del manuscrito era el monaguillo que acompañó al sacerdote que recuperó el copón y las hostias consagradas. Diversos autores han bebido de esta fuente para la descripción de la leyenda. DÍAZ LÓPEZ, Manuel. «La Octava Centuria», en La Voz de Mayorga, Plasencia, agosto de 1981, págs. 5-8. A. C. PEDRO DE TREJO: «La iglesia de San Juan», en La Voz de Mayorga, Plasencia, junio de 2008. SENDÍN BLÁZQUEZ, José: Leyendas extremeñas. Editorial Everet. León, 1988, págs. 172-176.

[40] DOMÍNGUEZ MORENO, José María: «Animales Guías en Extremadura, I», en Revista de Folklore, núm. 330 (Valladolid, 2008), págs. 190-194

[41] DOMÍNGUEZ MORENO, José María: «Animales Guías en Extremadura, II», en Revista de Folklore, núm. 331 (Valladolid, 2008), págs. 7-12.



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Milagros eucarísticos cacereños

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 2019 en la Revista de Folklore número 449.

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