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Indagación sobre animales invertebrados en los apócrifos de «Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache» y «El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha»

SANTIAGO ALVAREZ, Cándido

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 441 - sumario >

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1. Introducción

Las tres exitosas obras de nuestras letras: La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, anónimo (1554), la Primera Parte de Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán (1599) y El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha de Cervantes, 1ª parte (1605), fueron objeto de afrenta por la vanidad de autores que pretendieron emular a los auténticos creadores para nublar su fama y alzarse con la gloria. Los falsarios tuvieron sumo cuidado en no alterar de manera significativa el título de cada una de ellas para atraer la atención de los posibles lectores, así nos encontramos con: La segunda parte de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades anónimo (Amberes, 1555), Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes sacada de las crónicas antiguas de Toledo de H. de Luna (París, 1620), Lazarillo de Manzanares de J. Cortés de Tolosa (Madrid, 1620); Segunda Parte de la vida del pícaro Guzmán de Alfarache de Mateo Luján (Valencia, 1602) y el Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha de Alonso Fernández de Avellaneda (Tarragona, 1614).

La lectura de cada uno de los escritos apócrifos nos conduce, con mayor o menor fidelidad, por derroteros análogos de los originales, no obstante afloran diferencias de hondo calado para conceptuarlos de menor valía. Aun con todo, los estudiosos de nuestra literatura aurea no han desdeñado el análisis de ninguno de los textos para ponerlos en valor.

El presente trabajo tiene por objeto la indagación sobre los animales invertebrados que discurren por las narraciones, en un análisis comparativo con lo descubierto con anterioridad en las obras originales (Santiago-Alvarez, 2017a; 2017b).

2. El conjunto de animales invertebrados

Las voces vernáculas relativas a animales invertebrados halladas en cada una de las obras apócrifas aparecen consignadas en la Tabla 1: tres de La segunda parte de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades de autor anónimo (LT1), cinco de Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes sacada de las crónicas antiguas de Toledo de H. de Luna (LT2), seis de Lazarillo de Manzanares de J. Cortés de Tolosa (LM), quince de Segunda Parte de la vida del pícaro Guzmán de Alfarache de Mateo Luján (Gua) y doce de Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha de Alonso Fernández de Avellaneda (Qua); aunque el cómputo queda reducido a veintiseis para la suma de las cinco, a causa de las coincidencias.

La compración con el listado conjunto de los originales (Santiago-Álvarez, 2017a; 2017b) descubre que: ladilla, liendre, moscón, oruga, ostia y venera, aparecen por primera vez en este (♦).

Tabla 1. Inventario de voces

voces

LT1

LT2

LM

Gua

Qua

voces

LT1

LT2

LM

Gua

Qua

abeja

liendre♦

alacrán

mosca

araña

moscón♦

caracol

mosquito

carcoma

oruga♦

coco

ostia♦

coral

piojo

chinche

polilla

esponja

pulga

grana

pulpo

gusano

tábano

ladilla♦

venera♦

langosta

zángano

Nota: LT1=Lazarillo de Tormes 1555; LT2=Lazarillo de Tormes 1620; LM=Lazarillo de Manzanares; Gua=Guzmán de Alfarache; Qua=Don Quijote de la Mancha

El Lazarillo de Tormes original contiene tres voces: carcoma, gusano y mosquito, ninguna de las cuales aparece en el apócrifo LT1, mosquito lo hace en el LT2, pero están incluidas en el Lazarillo de Manzanares.

El cotejo de los 15 nombres registrados en el Guzmán apócrifo muestra que siete: caracol, grana, moscón, oruga, ostia, venera y zángano, no constan en la 1ª parte del original; no obstante en la 2ª parte encontramos caracol y zángano sin que por ello pierda la prioridad Mateo Luján (Santiago-Alvarez, 2017a).

En cuanto a las 12 voces descubiertas en el Quijote apócrifo cinco no figuran en la 1ª parte del original: araña, chinche, liendre, piojo y tábano; sin embargo, chinche y piojo están presentes en la 2ª parte pero Fernández de Avellaneda retiene la primacia (Santiago-Alvarez, 2017b).

3. Análisis de las voces[1]

Abeja

El laborioso insecto aparece citado en Guzmán de Alfarache (Gua) y D. Quijote de la Mancha (Qua) apócrifos:

Gua

Qua

... y, por tanto, debe ser el prudente varón como la abeja, cuya miel es muy mejor si se coge del tomillo, siendo esta planta notablemente amarga para el gusto; (III. cap. II. pág. 426).

Que, en fin, de lo mesmo que el demonio traza para perdernos, toma nuestro buen Dios ocasión de ganarnos; que son el demonio y Dios como la araña y la abeja, que de una misma flor saca la una ponzoña que mata, y la otra miel suave y dulce que regala y da vida. (Cap. XXI).

El sentido de cada una de estas citas no guarda relación con lo consignado en sus respectivos originales (Santiago-Álvarez, 2017a y 2017b). Mateo Luján expresa que la calidad de la gratificante elaboración de la abeja, la miel, depende de la planta proveedora del néctar; Fernández de Avellaneda se acoge a la consabida paremia: «Cuanto zuga la abeja, miel torna, o cuanto la araña, ponzoña.» (Correas, 1992) cuya incorrección biológica hemos señalado con anterioridad (Santiago-Álvarez, 2006) pues la araña es depredadora, no liba en la flor.

La bondad melífica del tomillo está expuesta en Los doce libros de Agricultura de Columela: «Pero de todas las yerbas que he propuesto, y de las que he omitido, por ahorrar tiempo (pues su número era incalculable) el tomillo es el que da miel de mejor gusto: (Libro IX, Cáp. IV)»; en la Historia Natural de Plinio: «Entiendese ser lo mas provechoso y mejor lo que es de tomillo, que es de un color dorado, y de muy agradable sabor: lo qual se ve claro en los vasos, que es pingüe, lo de romero es espeso:» (Libro XI, cap. XV); también la refiere el Doctor Laguna en sus anotaciones al Dioscórides (1555): «ni tampoco si la miel de Sicilia es tenida por excelente entre todas, entendido que por toda aquella isla crece en gran abundancia el Thymo, de la cual planta se coge aquel melifluo liquor, muy mas pefecto que de otra ninguna. En España se tiene por mas perfecta que todas, la miel que se coge de Axedrea: tras esta la de romero: la tercera en bondad es la de tomillo Salsero: y la peor de todas, la de Erica, llamada Breço: lo qual es causa que algunos por el verdadero Thymo, tomen la axedrea: visto que la miel de Thymo es la mas celebrada de todas (Libro II, cap. LXXIV).»

Alacrán

Este temeroso arácnido lo menciona una sola vez el Guzmán apócrifo:

«Por eso Apuleyo y los poetas, en la descripción que hacen del dios Cupido, le pintan niño y ciego, con los ojos vendados; [….]; cubiertos los ojos, porque se vea que no hay cosa más sin luz, que el hombre picado deste alacrán, no mira en lo que se mete, ni discurre si lo que apetece es posible o imposible,» (I, cap. VI. pág. 212)

La metáfora se funda en el daño que causa por picadura el alacrán, cuando por descuido o negligencia alguien se topa con él. El original lo nombra tanto en la primera como en la segunda parte (Santiago-Álvarez, 2017a).

Araña

La afamada araña, ignorada en el Quijote original (Santiago-Álvarez, 2017b), Fernández de Avellaneda la incluye en el apócrifo unida a la abeja en un consabido refrán (v. supra):

«Que, en fin, de lo mesmo que el demonio traza para perdernos, toma nuestro buen Dios ocasión de ganarnos; que son el demonio y Dios como la araña y la abeja, que de una misma flor saca la una ponzoña que mata, y la otra miel suave y dulce que regala y da vida.» (Cap. XXI).

Caracol

Este molusco gasterópodo aparece citado en el Lazarillo de Tormes de autor anónimo (LT1), Guzmán de Alfarache (Gua) y D. Quijote de la Mancha (Qua) apócrifos:

LT1

Gua

Qua

1) Mas entrábame como por mi casa, sabiendo que un caracol dentro no estaba. (Cap. III).

2) Mandamos pregonar que ninguno de los nuestros fuesse osado de entrar en ninguna casa ni tomar un caracol que ajeno fuesse so pena de muerte, y assí se hizo. (Cap. X).

3) ... y ordené aquel día una buena invención, y aunque acá ya los soldados la usan, hícelos poner en ordenança, y assí passamos ante su alteza y hecimos nuestro caracol; (Cap. XII).

Por solo esto estaba bien con mi vida de caracol, que todo lo llevaba a cuestas, que no podía nadie intentar acción de bienes raíces, sino sólo personal de delicto, vel quasi; (III. cap. II. pág. 436).

... cuál le hacía dar saltos y corcovos con mucha ligereza; cuál le hacía hacer caracoles, y, finalmente, todos hacían todo lo que con ellos podían para parecer bien. (Cap. XI).

Los tres citas del Lazarillo corresponden a la etapa de vida submarina del protagonista, las dos primeras señalan al molusco, la tercera no alude directamente al animal, como tampoco la recogida del Quijote de Fernández de Avellaneda, se refieren a una acción plasmada en el refranero, «Hacer caracoles», o «Hacer como el caracol», (Sbarbi, 1980), esto es, dar vueltas a una parte y a otra, torciendo el camino (Santiago-Álvarez, 2011). Advertimos un ligero adelanto de Avellaneda respecto a Cervantes quien inserta la misma idea en la 2ª parte, cuando D. Quijote llega a la playa de Barcelona (Santiago-Álvarez, 2017b).

El autor del Guzmán de Alfarache expone mediante el símil que la hacienda del pícaro era poca y la llevaba consigo, expresión contenida en el refranero: «Como el caracol, cuanto tiene, trae acuestas.» (Vallés, 1549). Mateo Luján se anticipa a Mateo Alemán quien se hace eco de la idea en la 2ª parte del Guzmán verdadero (Santiago-Álvarez, 2017a).

Carcoma

El nombre del coleóptero xilófago de pequeñas dimensiones, sinantrópico, que perfora la madera, aparece citado en Lazarillo de Manzanares (LM) y Guzmán de Alfarache (Gua):

LM

Gua

Yo le dije muchas veces que me holgaba que en mis tiempos hubiese casado que no se quejase que llevaba cruz pesada, porque al cabo de tantos años carcoma había de haber entrado en ella; y decía bien, pues podíamos pedir por Dios para tripas a la novia, aunque según el talento de ambos mejor diríamos para juicio a los novios. (Cap. XII).

1) la envidia y emulación es cosa sin fruto, y el que acarrea es muy dañoso a su dueño, tristeza del bien ajeno, y pesar y carcoma de la prosperidad del prójimo, que es del todo contraria a la sociedad natural, y al uno de los dos mandamientos en que se encierran todos los diez de nuestra santa fe: querer al prójimo y holgarnos de su acrecentamiento. [……]. El envidioso a sí sólo daña, porque se carcome y aflige; y el que es envidiado, no siente desto ningún detrimento. (I. cap. IV. pág. 180).

2) Y los ociosos, ¿qué males no cometen por estar sin oficio?, que unos mantienen tablajerías; otros favorecen parcialidades y bandos; otros son carcoma de los mayores, aprobando sus dichos y hechos; (III. cap. II. pág. 428).

El autor del Lazarillo de Manzanares viene a significar que con el paso del tiempo la madera puede ser invadida por la carcoma, si no se toman los oportunos cuidados y medidas de protección.

El sentido de la primera cita de Mateo Luján está más próximo a lo expuesto por Cervantes en la 2ª parte del Quijote (Santiago-Álvarez, 2017b) que a lo expresado por Alemán en el Guzmán de Alfarache original (Santiago-Álvarez, 2017a). Es muy probable que la inspiración de Mateo Luján, al igual que la de Cervantes, proceda de los «Lugares comunes de conceptos, dichos y sentencias, en diuerfas materias» de Aranda (1595): «La invidia es un peccado triste, y dessabrido, sin deleyte ni gusto, y atormenta el coraçon donde està, y le gasta y consume, como el gusano el madero donde nace.». En la siguiente sentencia: el término es empleado en sentido figurado.

Chinche

Esta voz la encontramos en el Quijote apócrifo incluida en una lista de insectos con hábito alimenticio hematófago:

... tras que os veréis comido de ratones, lagartos, chinches, piojos, pulgas, moscas, mosquitos, tábanos y otras asquerosas sabandijas, y maniatado con una gruesísima cadena en una lóbrega cárcel, con otros de vuestro jaez, (Cap. XXVI).

Nada improbable resulta la presencia de este insecto hemíptero-heteróptero, picador chupador, en el desaseado y desvencijado espacio carcelario a donde el autor de comedias quiere enviar a D. Quijote; observamos un claro contraste respecto a la cita insertada por Cervantes en la 2ª parte, quien se vale de un refrán carente de significación biológica (Santiago-Álvarez, 2017b).

Coco

El término, insinuado en el Guzmán apócrifo, alude al estado de larva de los insectos holometábolos:

... y, tocadas de esta oruga, en pocos días marchitas, lacias, cocosas, secas y socarradas, como árboles tocados de rayo, (III. cap. I. pág. 423)

La sentencia habla de larvas endófitas, carpófagas o espermatófagas, pero no alcanza la precisión expresada en el Guzman vedadero «cocosas habas» (Santiago-Álvarez, 2017a) trasunto del refrán Cada haba tiene su coco esto es, da cobijo y alimento a la larva del gorgojo que vive a sus expensas (Santiago-Álvarez, 2012b).

Coral

El Quijote apócrifo contiene una sola vez el nombre de este preciado animal:

... porque, fuera de las virtudes del ánimo, es sin duda blanca como el sol, las mejillas rosas recién cortadas, los dientes de marfil, los labios de coral, el cuello de alabastro, las manos de leche y, finalmente, tiene todas las gracias perfectísimas de que puede juzgar la vista; (Cap. I).

El autor, Fernández de Avellaneda, emplea el término en sentido figurado, para ensalzar las prendas de la amada de D. Alvaro Tarfe, en lo que concuerda con Cervantes cuando D. Quijote, de igual modo, pondera a la sin par Dulcinea ante los caminantes que le acompañaron al entierro de Grisóstomo (Santiago-Álvarez, 2017b).

Esponja

Este animal sésil conocido y utilizado desde antiguo por su aptitud para absorber líquidos está citado en el Lazarillo de Tormes de Luna:

¡Dios me perdone!, que desde aquel día aborrecí tanto a estos religiosos legos, que me parecía cuando los veía ver un zángano de colmena o una esponja de la grasa de la olla. (IX, 128).

el autor no se aparta del sentido figurado.

Grana

El sustantivo femenino grana aparece en el Guzmán apócrifo:

... vestidos todos con marlotas o sayos vaqueros de grana y pasamanos de seda, y sus capitanes ricamente vestidos. Siguieron a estos los atabales, trompetas y chirimias e la ciudad, todos con ropas de grana hasta los pies, (III. cap. X. pag. 565).

las dos sentencias señalan paños teñidos con el colorante extraído de las hembras, reducidas a polvo, del insecto hemíptero-homóptero, así llamado, parásito sedentario de la coscoja.

Gusano

El nombre de las larvas vermiformes de insectos holometábolos aparece en el Lazarillo de Manzanares y en el Guzmán de Alfarache apócrifo:

LM

Gua

«Dije veras; las palabras dulces he de decir, pues éstas puede conocer cualquiera, no las veras, que ésas están guardadas para Aquel ante quien todas las cosas van a registrar. ¡Oh, gran maestro, mi amo y mi compañero que días ha fuiste alimento de gusanos! ¿Dónde estás?, o ¿dónde estuve yo pues tan presto olvidé tu dotrina? Mas como sea ansí que la plática es distante de la teórica, si ésta me pudo enseñar lo que había de hacer, por faltarme la otra, no cómo lo había de hacer, si para salir bien desta había de haber probado en otra.» (Cap. XIII).

1) ¡Cuántos, por darse al vicio de mujeres, en vida se comieron de gusanos, en vida se privaron della y de la honra; (I. cap. VIII. pág. 256).

2) ... según el abad Sereno, trae embaucados los que se pican de curiosos, y con cuyo cebo los coge, como el pescador los peces con el gustillo del gusano puesto en el anzuelo. (III. cap. IV. pág. 467).

3) ... quedé al principio muy espantado, porque tenía la cola de paja, y el gusano de la conciencia me presentaba muchos testigos de mi culpa, y pensé sin duda de ser preso. (III. cap. V. pág. 474).

La exclamación de Lazarillo de Manzanares alude a larvas de la fauna cadavérica que se ejercitan en la acción descomponedora, pertenecen a los dípteros, las llamadas «moscas de la carne»: moscones y moscardas o moscardones que difieren de la doméstica en comportamiento, tamaño y cromatismo (Santiago-Álvarez, 2012a).

En cuanto a las tres citas del Guzmán apócrifo ninguna muestra correspondencia con las recogidas en el auténtico (Santiago-Álvarez, 2017a). La primera, al igual que la tercera, emplea el término en sentido metafórico cuyo fundamento hallamos en las enseñanzas de Fray Luis de Granada (1560):

Mas mucho mayor será cuando se pongan á medir la duración de los placeres pasados con la de los tormentos presentes, y vean cómo los placeres pasaron como humo, y que los tormentos presentes durarán para siempre. ¿Pues qué dolor será aquel y qué gemido, cuando echada bien esta cuenta vean que todo el tiempo de su vida no fue más que una sombra de sueño, y que por los deleites soñados padescen tormentos eternos?

Esta pena será la de la memoria: mas será mucho mayor la del entendimiento, considerando la gloria perdida. De aquí les nasce aquel gusano remordedor de la consciencia, con que tantas veces nos amenaza la Escriptura divina; el cual noche y día siempre morderá y roerá, apascentándose en las entrañas de los mal aventurados. El gusano nasce del madero, y siempre está royendo el madero de do nasció; y así este gusano que nasció del pecado, siempre tiene pleito con el pecado que lo engendró. Este gusano es un despecho y una penitencia rabiosa que allí tienen siempre, (Compendio y explicación de la Doctrina Christiana. Part. I, cap. XVI-2; pág. 89).

Por el contrario la segunda cita hace alusión directa a gusanos, en concreto a los empleados en el arte de la pesca, larvas que pertenecen a dípteros, lepidópteros y coleópteros de las que ya dimos cuenta en un trabajo anterior (Santiago-Álvarez, 2012b).

Ladilla

Con este sustantivo femenino se nombra al insecto anopluro ectoparásito sedentario en el cuerpo humano, sinantrópico (Doby, 1998), que se asienta con preferencia en el pelo de la región púbica, consta en el Lazarillo de Tormes de Luna:

Cuando vi aquella ladilla despegada de mi, tomé de la mano al dómine Canil, que estaba sin moverse de mi lado, (XI, 133).

El autor emplea el término en sentido figurado.

Langosta

La voz se aplica tanto para nombrar a un crustáceo como a un insecto, aparece recogida en el Lazarillo de Manzanares (LM) y el Guzmán de Alfarache apócrifo (Gua):

LM

Gua

-¿No le dais causa para que tenga celos? -dijo vuelto a ella, y a él mandó no hablase más, diciendo conocía a las viudas, a quien, poco ha, hizo langostas de unos hombres a quien venía a castigar, casándolos con ellas-. Vos, señora, venistes por remedio y fuera bien llevárades castigo, mas usando de clemencia por vuestro marido, que le hallo hombre de bien: ¡Desengaño, Muerte y Verdad, encargaos della! (Cap. XVIII).

1) Grande es el daño, grande la perdición, grande la riza que el demonio hace en la juventud, vindimiándolos en majuelo antes que lleguen a mayor edad, por medio de los libros malos, que como langostas roen las tiernas espigas antes que granen y vengan a madurez. (III. cap. VII. pág. 519).

2) Son más que langosta. Hombres que han sido lacayos y despenseros y aun mozos de cocina (si a Dios place), que para echarles de casa sus amos les pagan con ello. (III. cap. VIII. pág. 541).

Las tres citas registradas hacen referencia al temido insecto de cuya voracidad y estragos estaban bien avisados ambos autores, por conocimiento directo, sin lugar a dudas, dada la frecuencia de episodios de plagas de langosta que acaecían en nuestro territorio (Vázquez Lesmes y Santiago-Álvarez, 1993).

El autor del Lazarillo de Manzanares, de un modo sencillo, recurre a la metáfora. Mateo Luján hace lo propio en las dos sentencias, aunque resulta más ilustrativo: en la primera detalla la acción dañina de los adultos cuando se asientan sobre cereales en el estado fenológico de espigado; en la segunda, señala con asombro el desmesurado número de individuos que componen una plaga de langosta. La expresión, «Son más que langosta.», fue elevada tal cual por nosotros al rango de paremia (Santiago-Álvarez, 2010). Mateo Alemán en la 1ª parte del Guzmán de Alfarache original también emplea el término en sentido figurado (Santiago-Álvarez, 2017a).

Liendre

Este sustantivo femenino está citado una sola vez, en plural, en el texto del Quijote apócrifo, denomina al huevo del piojo:

Llegaron, pues, al mesón del sol, y, entrando delante don Quijote, bajó de Rocinante y llamando a Bárbara por su nombre de invictisima reina Cenobia, […]. Apenas la vido don Quijote, cuando con grande mesura le dijo: -Estos príncipes, soberana señora, quieren besar la mano a Vuestra Alteza. Y, entrándose tras esto con Sancho en la caballeriza para hacer desensillar y dar de comer a Rocinante, salió ella a la puerta del mesón con la figura siguiente: descabellada, con la madeja medio castaña y medio cana, llena de liendres y algo corta; (Cap. XXIV)

Las liendres adheridas a la cabellera de la reina Cenobia delatan la colonización capilar por piojos propiciada por el desaliño y poco aseo; la sabiduría popular lo expresa del siguiente modo: «A cabellos enredados, piojos por decontado» (Santiago-Álvarez, 2006).

Mosca

El nombre del importuno díptero, sinantrópico (Doby, 1998), se encuentra en el Lazarillo de Tormes de Luna (LT2) y en el Quijote (Qua) apócrifos:

LT2

Qua

1) ... porque después que tenía dinero se habían multiplicado como moscas con la fruta; (VIII, 125).

2) ... sentían el dinero como las moscas la miel; (VIII, 126).

3) ... respetado de mis amigos, y puesto en predicamento de hombre honrado que no sufría moscas en la matadura; (VIII, 126).

4) Pregunté a un filósofo por qué las moscas cagan en lo blanco negro y en lo negro blanco (IX, 127).

5) ¡Que no encontrara yo ahora aquí al mismo diablo con una caterva infernal para hacer en ellos tanto estrago como si fueran moscas! (X, 130).

1) ... tras que os veréis comido de ratones, lagartos, chinches, piojos, pulgas, moscas, mosquitos, tábanos y otras asquerosas sabandijas, (Cap. XXVI).

2) Mas, con todo eso, aunque vuesa merced me añadiese un real más por mes, no dejaría al Caballero Desamorado, porque a fe es muy valiente (a lo menos según le oigo decir cada día), y lo mejor que tiene es ser esforzado sin perjuicio ni daño de nadie, pues hasta agora no le he visto matar una mosca. (Cap. XXXIII).

Las cinco citas en el Lazarillo de Luna son dispares. La primera expone una visión real: el exorbitante número de pequeñas moscas de vuelo lento y pesado, drosófilas (del gr. δρόσος, rocío; φίλος, amigo), con vistosos ojos de color bermellón, aparecidas sobre frutas maduras en extremo, hendidas, en las que resulta inminente la fermentación, etc. En la fecha de publicación de la obra, a. 1620, todavía no se tenía noticia de la temida “mosca mediterránea de la fruta” que fue señalada para la ribera mediterránea europea en la primera mitad del siglo xix, a partir de ejemplares capturados en los alrededores de Málaga (Brême, 1842). La segunda refiere la atracción que siente la importuna mosca, la doméstica, por la miel; la tercera alude a las que van a las heridas y mataduras atraidas por el hedor para alimentarse y deponer huevos o larvas que originan gusaneras en modo principal, las llamadas «moscas de la carne» (Santiago-Álvarez, 2012a); la cuarta es una licencia del autor, los cambios en el color de las deyecciones se deben a la alimentación y la quinta habla de lo fácil que resulta matar moscas en gran número.

Las dos citas del Quijote de Avellaneda discrepan de las registradas en el Quijote de Cervantes (Santiago-Álvarez, 2017b), la primera menciona moscas que asemejan a la doméstica, pero con aparato bucal picador chupador, como la “mosca brava o de los establos”, cuyas hembras requieren sangre para la maduración de los ovarios lo que tendrían a su alcance, sin grandes dificultades, en la lóbrega y destartalada cárcel. La segunda emplea el término en sentido figurado para resaltar que don Quijote era persona tranquila.

Moscón

El término, aumentativo de mosca, recogido en el Lazarillo de Manzanares (LM) y el Guzmán apócrifo (Gua), refiere especies de tamaño grande, con reflejos azulados, de potente vuelo zizgueante que produce un zumbido molesto:

LM

Gua

Luego se sabía en casa que había melero en ella y acudían los mosquitos, que éramos los criados, que los moscones presentes estaban. Empezaba la oración mi señora la mayor, orador insigne, y decía:

-¡Válgasele Dios!, ¿qué se ha hecho que nos ha tenido con grandísimo cuidado? Y ansí yo vea a ésta con remedio, que he dicho a mi yerno que le busque y nos le traiga acá, porque en casa no hay quien no le quiera como si fuera hijo della. (Cap. VI).

Lo que es conservar el estado, buscar la vida, beneficiar el individuo, apegarse como moscón, nadie con la destreza que el que ha profesado vida bribonesca, porque no mira en puntillos, (I. cap. II. pág. 139).

La frase del Lazarillo delata un fenómeno real, la colonización de un recinto cerrado por estos individuos de ambiente natural. Por el contrario, Mateo Luján emplea el sentido figurado en la contemplación del profiado vuelo que realizan entorno a personas y cosas en el ámbito. La sentencia «apegarse como moscón» tal cual o bien «pegarse como moscón» merece la consideración de paremia en calidad de variante de «Pegarse como mosca» (Correas, 1992).

Mosquito

Esta voz familiar señala a un insecto díptero cuyas hembras, hematófagas, atormentan con sus picaduras; aunque no está exenta de ambiguedad porque se aplica para especies con ligera similitud morfológica pero inofensivas.

Los registros corresponden a Lazarillo de Luna (LT2), Lazarillo de Manzanares (LM), Guzmán (Gua) y Quijote (Qua) apócrifos:

LT2

LM

Gua

Qua

1) Dijo ser verdad que parecía en algo a su buen marido, mas creía no era él, porque aunque había sido un gran bestia, antes sería mosquito que pez y buey que pescado. (VII, 124).

2) ... donde a la fama de las tres mozuelas acudieron como mosquitos al tarugo. (XVI, 144).

Luego se sabía en casa que había melero en ella y acudían los mosquitos, que éramos los criados, que los moscones presentes estaban. Empezaba la oración mi señora la mayor, orador insigne, y decía:

-¡Válgasele Dios!, ¿qué se ha hecho que nos ha tenido con grandísimo cuidado? Y ansí yo vea a ésta con remedio, que he dicho a mi yerno que le busque y nos le traiga acá, porque en casa no hay quien no le quiera como si fuera hijo della. (Cap. VI).

Dicen los buenos mosquitos, o que los vinos son fuertes y se suben a la cabeza, y lo más ordinario que pecan de flojos y no abrigan el estómago, (II. cap. I. pág. 271).

... tras que os veréis comido de ratones, lagartos, chinches, piojos, pulgas, moscas, mosquitos, tábanos y otras asquerosas sabandijas, (Cap. XXVI).

Las dos citas del Lazarillo de Luna se valen de la metáfora, la primera señala la inclinación de un personaje al vino; la segunda mediante el símil compara la atracción ejercida por las mozuelas a la del vino para el mosquito como se desprende por asimilación del término “tarugo”, aragonesismo relacionado con las cubas (Frago García, 1989). Ambas menciones en realidad refieren a una mosca, la llamada «mosca del vinagre», aquella que señaló el autor sobre la fruta en la voz mosca (v. supra). Mateo Lujan, aunque en sentido contrapuesto al de Mateo Alemán en el original (Santiago-Álvarez, 2017a), también se adhiere a la consideración de Luna para motejar a los grandes bebedores.

El autor del Lazarillo de Manzanares utiliza el término como diminutivo de mosca, la doméstica, así, con el masculino plural logra la concordanacia gramatical con criados, porque los mosquitos hematófagos en modo alguno son atraídos por la miel.

Fernández de Avellaneda en el Quijote apócrifo nombra de manera directa al mosquito hematófago, cuyas hembras invadirían la lóbrega cárcel, donde asentadas sobre el biotopo cutáneo de sus moradores, no por azar sino atraídas por los efluvios corporales, colmarían las necesidades sanguíneas. Este modo de llegar los mosquitos a sus hospedantes guiados por el sentido del olfato, que ahora la ciencia entomológica explica con perfección, estaba advertido por Fray Luis de Granada en la Introducción del Símbolo de la Fe (1583):

Tiene también muy vivo el sentido del oler, el cual experimentamos cada día a nuestra costa. Porque estando el hombre durmiendo en una sala grande, cubierto parte del rostro con algún lienzo por miedo dél, viene él dende el cabo de la sala muy de espacio con su acostumbrada música y dulzaina, y acierta a asentárseos en la parte del rostro que está descubierta, lo cual no es por la vista, porque la pieza está oscura, sino por el olor, que tan agudo es.» (Capítulo XVIII, pág. 178).

Oruga

Este sustantivo femenino, cuyo sentido entomológico lo hallamos en el Vocabulario Español-Latino de Nebrija (1495): oruga gusano, eruca, -ae; oruga esta mesma en griego campe, es (κάμπη, -ης), hace referencia a la larva vermiforme de lepidópteros.

El vocablo aparece registrado en el Lazarillo de Manzanares (LM) y en el Guzmán apócrifo (Gua):

LM

Gua

-Que no me ha menester ucé no necesita de que lo acredite, porque el tan valiente, ¿para qué ha menester otros?, supuesto que yo tal vez doy un estocada y no tan sólo mato, sino que no hiero, mas ucé ¿cuándo erró o no obró? De manera que me atengo más a sus dos dedos de papel de ucé que a mis cinco palmos de espada; y tan valiente es ucé que temo que ha de hacer con este lugar lo que con el trigo la oruga, que si no consume el grano le deja vacío. Dígolo, so doctor, porque si ucé no derribare esta ciudad, quitarla ha la gente. Por ucés se debió de decir: «La que a nadie no perdona.» En mucha obligación le están a ucé la mula y la muerte: la mula en que hizo ucé por ella lo que por sí pudiera hacer, por cuyas amistades se dirá con propiedad: «Mi amigo es otro yo»; la muerte porque los demás valientes, para matar, déjanle que se venga él, pero ucé va a buscarle. (Cap. XV).

... y, tocadas de esta oruga, en pocos días marchitas, lacias, cocosas, secas y socarradas, como árboles tocados de rayo, (III. cap. I. pág. 423).

El autor de Lazarillo de Manzanares, expone una observación personal, las cuantiosas pérdidas ocasionadas por insectos en el grano entrojado. La duplice diagnosis ofrecida: «que si no consume el grano le deja vacío», señala cariópsides (κάρυον, nuez, y ὄψις, aspecto) con daños externos e internos, atribuibles, sensu stricto, a las orugas de dos especies de lepidópteros invasoras de los graneros: las del tineido, “falsa polilla”, que mordisquean por la superficie; las del geléchido, “alucita”, “polilla o palomilla de los cereales”, carpófagas, que las consumen por el interior. Sin embargo, ambas especies quedan descartadas: la primera porque realiza su acción sobre granos aglutinados con hilos de seda; la segunda porque se trata de un insecto exótico[2] llegado a España en las postrimerías del siglo xvii. En consecuencia, la responsabilidad corresponde, a un solo agente causal, el gorgojo, coleóptero curculiónido, cuya larva, oruga sensu lato, endófita, espermatófaga, invade el grano «le deja vacío» y el adulto come por el exterior, «que si no consume el grano».

La cita de Guzmán emplea el término en sentido figurado, acomoda el nombre a la trepadora hiedra que asentada sobre los áboles les origina menoscabo, tal como advierte Alonso de Herrera (1513): «La yedra es muy dañosa a los árboles mayormente a los de fruta, porque no los dexa engordar ni crescer; antes los aprieta y ahoga» (Libro III, cap. VII pág. 119).

Ostia

La voz ostia proviene del latín ostreum, i (Nebrija, 1495), es la propia de nuestra lengua (Corominas y Pascual, 1987), designa a un molusco bivalvo, acéfalo, citado una sola vez en el Guzmán de Alfarache aprócrifo:

... ni dejaron a Clodio Albino, del cual se dice que se comía quinientos higos, cien priscos de Campania, diez melones, veinte libras de uvas y cuarenta ostias de mar, todo en una cena; (I. cap. III. pág. 159).

La sentencia resalta la utilización gastronómica del bivalvo, por otro lado cabe destacar que Mateo Luján mantiene este término a pesar de haberlo suplantado la voz sinónima, ostra (Covarrubias, 1611), tomada del portugués (Corominas y Pascual, 1987) cuya 1ª doc. la hallamos en la Introducción del Símbolo de la Fe de Fr. Luis de Granada, finales del siglo xvi (1583):

En el quinto están los animales imperfectos, que además de la vida tienen sentido, aunque carecen de movimiento, como son las ostras, y muchos de los mariscos (Capítulo III, pág. 37).

Piojo

Este insecto anópluro, hematófago, parásito sedentario del hombre desde antiguo, sinantrópico (Doby, 1998), aparece seis veces en el Quijote de Avellaneda:

1) En dejándole en la cárcel, se le llegaron tres o cuatro pícaros que allí habían presos, con ciertos cañutillos de piojos en las manos; y como le vieron simple, pareciéndoles sano de Castilla la Vieja, y viendo, por otra parte, que a cada paso daba de ojos con los grillos, y que de ninguna manera sabía andar con ellos, le echaron por lo descubierto del pescuezo más de cuatrocientos piojos, con que le dieron bien de rascar y sacar todo el tiempo que en la cárcel estuvo; (Cap. XXIV).

2) Ello es verdad que unos estantiguos o picarazones que estaban allí presos me han hurtado la bolsa por arte de encantamiento, y echado por el pescuezo abajo, invisiblemente, más de setecientos mil millones de piojos; (Cap. XXIV).

3) ... cubre muchos millares, lo cual se verifica de los cabellos, entre los cuales se crían los piojos, como en bosque propio de tales animales; (Cap. XXV).

4) ... tras que os veréis comido de ratones, lagartos, chinches, piojos, pulgas, moscas, mosquitos, tábanos y otras asquerosas sabandijas, (Cap. XXVI).

5) ¿Y qué nos quiere hacer? –replicó Sancho-; no nos veamos en otra tribulación como en la que yo me vi en la cárcel de Sigüenza, tan cargado de piojos, que aún de los que me quedan desde entonces, podría hinchar media docena de almohadas. (Cap. XXX).

Todas las citas hablan con exultante naturalidad de tan desagradables y molestos huéspedes, que tienen asiento en el cuerpo y en el cuero cabelludo; ninguna de ellas guarda correspondencia con la recogida en la 2ª parte del Quijote de Cervantes (Santiago-Álvarez, 2017b).

Los individuos de la raza corporal eran recolectados con suma facilidad, al favor de las costuras de la vestimenta, para provocar infestaciones tal como ponen de manifiesto las citas primera, segunda y quinta. La tercera expone la exorbitante multiplicación de los insoportables parásitos al amparo del pelo capilar. Por último en la cuarta, el autor de comedias, da por segura la infestación tanto por una como por otra raza a los futuros moradores de la insalubre cárcel.

Polilla

Este término se aplica para un insecto lepidóptero, sinantrópico, que ocasiona daños, en lana, tejidos, pieles, etc. Dos veces aparece citada en el Quijote de Avellaneda pero no encontramos correspondencia con la hallada en el Quijote de Cervantes (Santiago-Álvarez, 2017b):

1) Magüer que muchas veces ando envuelto en sangre de jayanes, cedo el pensamiento sin polilla está además ledo, y tiene remembranza que está preso por una de las más altas fembras que entre las reinas de alta guisa fallar se puede. (Cap. II).

2) Y así, Sancho, dame luego a la hora mis armas y caballo, y partamos para Zaragoza; que si yo supiera la cobardía y pusilanimidad que había en esta casa, nunca jamás la ocupara. Pero salgamos della al punto, porque no se nos apegue mala polilla. (Cap. VII).

Las dos sentencias emplean el término en sentido figurado.

Pulga

El diminuto e insidioso insecto afaníptero, hematófago, sinantrópico (Doby, 1998), aparece nombrado en el Guzmán de Alfarache de Luján (Gua) y en el Quijote de Avellaneda (Qua):

Gua

Qua

Dios te guarde, hermano, del juez apasionado y que desea meter al pobre preso en la horca; él le examina los testigos como quiere, deja lo que es descargo y toma sólo el cargo, y en él hace la letra gorda y vale dictando con tales palabras que de una pulga le hace el caballo de Troya. (I. cap. VIII. pág. 253)

... tras que os veréis comido de ratones, lagartos, chinches, piojos, pulgas, moscas, mosquitos, tábanos y otras asquerosas sabandijas, (Cap. XXVI)

La cita hallada en el Guzmán de Luján se corresponde con la última de las recogidas en la 1ª parte del original (Santiago-Álvarez, 2017a), emplea el término en sentido figurado aumentativo, exageración, está en consonancia con el refrán: «Hacer de una pulga un caballo, o un camello.» (Correas, 1992). Proponemos incluir en nuestro refranero, como variante, la expresión de una pulga le hace el caballo de Troya o bien hace de una pulga el caballo de Troya.

La mención en el Quijote de Avellaneda no se corresponde con ninguna de las encontradas en el de Cervantes (Santiago-Álvarez, 22017b), sin embargo resulta acertada la inclusión en el listado de insectos picadores presentes en la desvencijada cárcel, lugar donde se dan las condiciones propicias para su proliferación.

Pulpo

Este molusco cefalópodo aparece nombrado en La segunda parte de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades de autor anónimo (LT1):

1) Tomamos una vez entre otros pescados ciertos pulpos, al mayor de los cuales yo reservé la vida, y tomé por esclavo y hice mi paje de espada, y assí no traía la boca embaraçada ni pena con ella, porque mi paje, revuelto por los anillos, una de sus muchas colas la traía a su placer, y aun parecióme a mí que se usaba y pompeaba con ellas. (Cap. V).

2) A cabo de algunos días, muy pocos de los atunes armados había que no se tuviesse por otro Aguirre el diestro. Entramos en consejo, y fue acordado hiciéssemos con los pulpos perpetua liga y amistad de que se viniessen a vivir con nosotros, porque nos sirviessen con sus largas faldas de talabartes, (Cap. V).

Las frases recogidas corresponden a la vida submarina del protagonista metamorfoseado en atún, apuntan a la familiaridad entre dos habitantes marinos que viven ajenos unos de otros.

Tábano

Este término patrimonial, del lat. tabanus, alude a un insecto díptero, cuyas hembras requieren sangre para la maduración de los ovarios, aparece en el texto del Quijote apócrifo:

... tras que os veréis comido de ratones, lagartos, chinches, piojos, pulgas, moscas, mosquitos, tábanos y otras asquerosas sabandijas, (Cap. XXVI).

El autor de comedias comete un lapsus linguae, los tábanos son insectos de ambiente libre, de actividad diurna que hostigan a los équidos con particular saña (Santiago-Álvarez, 2012a), por tanto no picarían a nuestro héroe en la sórdida cárcel, cosa que en ambiente natural tendría elevada probabilidad de ocurrir por el hecho de ir siempre en la compañía de su cabalgadura.

Venera

El nombre del molusco bivalvo cuyo despojo, la concha, tiene una morfología muy definida, portada desde antiguo por los peregrinos a Santiago y delineada en los escudos nobiliarios aprece en el Lazarillo (LT1) y el Guzmán apócrifos:

LT1

Gua

Porque como ella iba con su hermana a aquellas estaciones, y como suelen decir: «De tales romerías, tales veneras», el rey se pagó della tanto, que procuró con su voluntad haber su amor, y bien creo yo, (Cap. XII).

... porque le castigan los verdugos de la miseria, de la desnudez, de la enfermedad, de el hambre y falta de sustento, y en el último extremo entra la mendiguez y hacerse uno pordiosero, pues se sacan de tales romerías estas veneras; (I. cap. V. pág. 198).

Las dos citas registradas utilizan el término en sentido figurado, el que expresan los refranes: «Tales son las veneras cuales son las romerías» (Horozco, 1599), «Cuáles romerías andan, tales veneras sacan» (Correas, 1992) variantes del más explícito «De tales romerías, tales venerías» (Vallés, 1549), que desecha al molusco.

Zángano

Esta voz de origen incierto designa al macho de la abeja, está recogida en el Lazarillo de Luna (LT2) y en el Guzmán apócrifo (Gua):

LT2

Gua

... , que me parecía cuando los veía ver un zángano de colmena o una esponja de la grasa de la olla. (IX, 128).

¿No tenéis vergüenza, un mancebo como vos, de tales cuatro cuartos, iros por ahí como zángano de colmena, comiendo el sudor ajeno? (II. cap. IV. pág. 300).

Tanto Luna como Avellaneda utilizan el término con idéntico sentido, se hacen eco de la idea de improductivo que se tenía del macho de la abeja, porque por aquellas fechas aun no se sabía la función que cumplía en el enjambre, la fertilización de la reina; se creía que solo estaba para alimentarse de la miel producida por la casta de las trabajadoras.

4. Conclusión

Las veintiséis voces inventariadas aluden a animales de vida libre, seis deignan a no artrópodos y veinte a artrópodos (Tabla, 2), todos forman parte de nuestra rica fauna; viejos conocidos de la sociedad e incorporados por el vulgo a la sabiduría popular (Santiago-Álvarez, 2014).

Tabla 2. Distribución de las voces

No Artrópodos

Artrópodos

caracol

coral

esponja

ostia

pulpo

venera

abeja

alacrán

araña

carcoma

chinche

coco

grana

gusano

ladilla

langosta

liendre

mosca

moscón

mosquito

oruga

piojo

polilla

pulga

tábano

zángano

Las tres voces vernáculas relativas a animales invertebrados que aparecen en La segunda parte de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades de autor anónimo (LT1), se vinculan a no artrópodos; de las cinco de la Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes sacada de las crónicas antiguas de Toledo de H. de Luna (LT2), cuatro pertenecen a artrópodos y una a no artrópodos; las seis del Lazarillo de Manzanares (LM), coinciden con artrópodos; de las quince de la Segunda Parte de la vida del pícaro Guzmán de Alfarache de Mateo Luján (Gua), doce se adscriben a artrópodos y tres a no artrópodos y de las doce del Segundo tomo del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha de Alonso Fernández de Avellaneda (Qua), diez corresponden a artrópodos y dos a no artrópodos (Tabla 3).

Tabla 3. Distribución de las voces de cada una de las obras

LT1

LT2

LM

Gua

Qua

No Artrópodos

No Artrópodos

Artrópodos

Artrópodos

No Artrópodos

Artrópodos

No Artrópodos

Artrópodos

moluscos

poríferos

insectos

insectos

moluscos

arácnidos

insectos

cnidarios

moluscos

arácnidos

insectos

caracol

pulpo

venera

esponja

ladilla

mosca

mosquito

zángano

carcoma

gusano

langosta

moscón

mosquito

oruga

caracol

ostia

venera

alacrán

abeja

carcoma

coco

grana

gusano

langosta

moscón

mosquito

oruga

pulga

zángano

coral

caracol

araña

abeja

chinche

liendre

mosca

mosquito

piojo

polilla

pulga

tábano

Nota: LT1=Lazarillo de Tormes 1555; LT2=Lazarillo de Tormes 1620; LM=Lazarillo de Manzanares; Gua=Guzmán de Alfarache; Qua=Don Quijote de la Mancha

Los invertebrados no artrópodos se distribuyen entre tres Tipos de la Escala Zoológica: Poríferos, Cnidarios y Moluscos, son de hábitat acuático (Tabla, 3) con la única excepción del caracol terrícola, todos son beneficiosos: esponja, coral, caracol, ostia, pulpo y venera; aunque el caracol terrícola puede originar daños a las plantas cultivadas.

Los invertebrados del Tipo Artrópodos pertenecen a dos Clases: Arácnidos e Insectos (Tabla, 3), aquellos repartidos en dos Órdenes (Tabla, 4) son de vida área en ambiente natural o en la compañía del hombre, causan daños, el alacrán, por descuido o imprudencia; la araña, tanto las de ambiente natural como las sinantrópicas, de modo fortuito.

Tabla 4. Distribución de los arácnidos

Orden

Nombre

Modo de vida

Motivación

Escorpiones

alacrán

a. natural

daño

Arañas

araña

a. natural

sinantrópico

daño

Los insectos repartidos en ocho Órdenes (Tabla, 5) son todos de hábitat aéreo, unos viven en ambiente natural, otros en la habitación y compañía del hombre, sinantrópicos; unos causan beneficios y otros perjuicios.

Tabla 5. Distribución de los insectos

Orden

Nombre

Modo de vida

Motivación

Ortópteros

langosta

a. natural

daño

Ptirápteros

ladilla

sinantrópico

daño

liendre

sinantrópico

daño

piojo

sinantrópico

daño

Hemípteros

chinche

sinantrópico

daño

grana

a. natural

beneficio

Lepidópteros

polilla

sinantrópico

daño

Dípteros

gusano

a. natural

beneficio

mosca

a.natural

sinantrópico

daño

moscón

a. natural

mosquito

a. natural

daño

tábano

a. natural

daño

Coleópteros

carcoma

sinantrópico

daño

coco

a. natural

daño

oruga

sinantrópico

daño

Sifonápteros

pulga

sinantrópico

daño

Himenópteros

abeja

sinantrópico

beneficio

zángano

sinantrópico

beneficio




BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

[1] En todo el artículo, las citas textuales proceden de las ediciones que se indican en Bibliografía.

[2] Especie originaria del sur de E.E.U.U. y México (Balachowsky, 1966) que llegó a España, a finales del siglo xvii, con semillas de maíz u otros cereales (Silvestri, 1943) aunque la constatación de los daños tuvo lugar, casi de forma simultánea, hacia el primer tercio del siglo xviii, en E.E.U.U., Francia y España (Balachowsky, 1966; Doyère, 1852). La información allegada sobre la presencia de este insecto en España (Ascárate y Fernández, 1893; Blanco y Fernández, 1857; Prieto y Prieto, 1878), no permite aventurarnos a declarar esta observación como la primera cita mundial de las plagas de “alucita” que adelantaría en un siglo el descubrimiento susodicho.



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Indagación sobre animales invertebrados en los apócrifos de «Lazarillo de Tormes, Guzmán de Alfarache» y «El Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha»

SANTIAGO ALVAREZ, Cándido

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 441.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz