Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

El repertorio romancístico y cancioneril de una mujer de Albuñol (Granada)

ANAYA FLORES, Jerónimo

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 436 - sumario >

Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

En enero de 1979, mi mujer, Antonia Fernández Ormeño, que era enfermera en un hospital de Madrid, me dijo que una paciente se pasaba el día cantando romances y canciones. Era una señora andaluza, joven aún, que tenía alborotada la planta donde estaba ingresada con su alegría, a pesar de su enfermedad, y sobre todo con sus canciones. Mi mujer habló con ella y le propuso grabar su amplio repertorio. Tras un inicial titubeo, logró su consentimiento. En una sala del hospital, durante las tardes de los días 19 y 20 de enero, recogimos una veintena de registros.

La informante se llamaba Herminia López Viñolo, y tenía 39 años, «y ahora en abril voy a cumplir los 40». Nos dijo que nació en un cortijo de Albuñol (Granada), «y en Albuñol hay cortijos, que le dicen La Herradura, La Herradura de Albuñol», aunque se trasladó a otras localidades y ahora vivía en San Agustín (Almería). Estaba casada y por entonces ya tenía seis hijos. Solo sabía escribir su nombre y apenas leía, «porque como no lo uso, pues lo voy perdiendo». Su familia se dedicaba a las faenas agrícolas y ella trabajaba «en la casa y en el campo, to p’alante; hay que ayudar, que la vida necesita muchas manos». Sobre sus canciones manifestó: «Nos juntamos en rueda, nos juntamos así en pelaeros de maíz, en panizos, y nos poníamos a…, a hacer un corro, así como estamos ahora aquí, y nos echábamos las…, las…, las…, el maíz, las panochas, en la falda, y nos poníamos a cantar El carcelero me ronda, La molinera, todas…, todas estas que… ǀ Y cuando cantábamos en el campo, pues a… Los cortijeros…, Los cortijeros, Los merceores… ǀ A la parva, nos poníamos también a la trilla, a trillar, y nos poníamos a la… ǀ Cuando éramos niñas, pues cantábamos a la rueda, la rueda de Matarí, lerí, lerile, En el fondo del mar están las llaves, to eso…, luego también…, pues… esa, ¿cómo se llama?, la del… Jardinera, tú que entrastes en el jardín del amor, de las flores que regastes dime cuála es la mejor». Sentía Herminia un cariño especial por esas viejas canciones que aprendió cuando era niña y todavía conservaba en la memoria, pues no había día que no las repitiera una y otra vez, incluso en ambientes tan raros como la planta de un hospital de Madrid, y ante un magnetófono donde unos extraños —el recolector siempre lo es (Goldstein 1978, 142)— que, poco a poco, fueron haciendo del frío ambiente de la grabación una reunión agradable, gracias, sobre todo, a la relación de mi mujer con Herminia y a la buena disposición de esta al recordar las viejas canciones y al ver que nosotros y otros enfermos y trabajadores del hospital nos interesábamos por lo que ella cantaba[1].

Los archivos sonoros y las transcripciones del repertorio de Herminia se han incorporado al Corpus de Literatura Oral, cuyos criterios de edición seguimos en esta publicación[2]. A veces, por problemas en la grabación o por no entender bien las palabras de Herminia, hallamos dificultad en transcribir algunos textos. A estas dificultades hay que añadir las peculiaridades del habla de la informante, como la supresión de sonidos, la invención de palabras y, sobre todo, la confusión de /r/, /l/ en posición implosiva, aspiración de -s, ceceo y, en ocasiones, seseo.

A continuación indicamos las composiciones que forman el repertorio de Herminia. La referencia y clasificación corresponden al CLO. Entre paréntesis, aparece la rima de los romances y canciones.

Jerónimo Anaya Flores

(Catedrático jubilado de Instituto)

ROMANCERO

1. Conde Niño (á)

Referencia: 0572r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.2. Romances de referente carolingio y caballeresco

2. Don Bueso (í.a)

Referencia: 0573r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.3. Romances sobre cautivos y presos

3. La doncella guerrera (ó í.a)

Referencia: 0569r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.1. La conquista amorosa: cortejo, seducción, rapto

4. La novia del conde de Alba (í.a)

Referencia: 0561r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1.4. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.2. Amor fiel, amores desgraciados, amores contrariados

5. El quintado (é.a) La aparición de la enamorada muerta (í)

Referencia: 0570r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.2. Amor fiel, amores desgraciados, amores contrariados

6. Las señas del esposo (é)

Referencia: 0576r

Fecha: Sábado, 20 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.2. Amor fiel, amores desgraciados, amores contrariados

7. Blancaflor y Filomena (é.a)

Referencia: 0564r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.3. Rupturas amorosas: desamor, adulterio, crímenes pasionales

8. La mala suegra (á.e á)

Referencia: 0575r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.4. Rupturas familiares: la mala suegra

9. La condesita (á ó)

Referencia: 0568r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Romancero patrimonial y vulgar tradicionalizado

1.4.6. La familia reconstituida

10. La novia de Pedro Carrreño (estrófico)

Referencia: 0574r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

2. Romances de cordel

2.3.1. La conquista amorosa, amores contrariados, amores desgraciados

11. La novia de Rogelio (estrófico)

Referencia: 0563r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

2. Romances de cordel

2.3.3. Pasionales

12. El crimen de Almería (estrófico)

Referencia: 0566r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

2. Romances de cordel

2.3.3. Pasionales

13. Atropellado por un tren (estrófico)

Referencia: 0565r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

2. Romances de cordel

2.5. Aventuras, sucesos trágicos y portentosos

14. El gorrión convertido en mochuelo (é.o)

Referencia: 0567r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

2. Romances de cordel

2.8. Galanteos y burlas amorosas

15. La pastora y el gato (í.o ó)

Referencia: 0559r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

3. Romancero infantil

16. Santa Catalina (á.a)

Referencia: 0560r

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

3. Romancero infantil

CANCIONERO

1. La molinera (á / í / ó.e / á.e / ó.a / á.o)

Referencia: 1163c

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Amor y desamor

2. Una tarde fresquita de mayo (á / é)

Referencia: 1167c

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

1. Amor y desamor

3. Por Dios, te pido (í.a)

Referencia: 1174c

Fecha: Sábado, 20 de enero de 1979

1. Amor y desamor

4. La mujer que quiere a dos (í.a)

Referencia: 1175c

Fecha: Sábado, 20 de enero de 1979

1. Amor y desamor

5. Ay, qué lindo macetero (ero : í : ero : í : ero)

Referencia: 1177c

Fecha: Sábado, 20 de enero de 1979

1. Amor y desamor

6. Cuando mi madre me daba (aba : é.o : aba : é.o)

Referencia: 1176c

Fecha: Sábado, 20 de enero de 1979

2. Lamentaciones

7. Ya vienen Antonio y Pilar (estrófico)

Referencia: 1164c

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

8. Música y baile

8.1. Sobre el baile

8. De esas dos que van bailando (ó.a)

Referencia: 1173c

Fecha: Sábado, 20 de enero de 1979

8. Música y baile

8.1. Sobre el baile

9. Jardín del amor (estrófico)

Referencia: 1157c

Fecha: Viernes, 19 de enero de 1979

12. Repertorio infantil

12.4. Otras canciones de juego

ROMANCERO

1. Conde Niño[3]

-Mira, niña, qué bien canta     la serena de la mar.

-No, mamita, la serena,     ni tampoco el serenal,

que es el hijo de rey Conde,      que por mí penando está.

-Si es el hijo de rey Conde,     cuatro tiros le han de dar

y otros cuatro a su caballo    que está en la orillita el mar-.

Sube la niña corriendo:     (....................................) 

-Tita, tita de mi vida,     (....................................)

tita, tita de mi vida,      que mi amor van a matar.

Yo de mi cuarto no salgo     (....................................)

(y) hasta que pase el entierro—.    (....................................)

La niña estaba entre puertas     (....................................)

cuando el entierro pasó.    (....................................)

-Tú te vas, yo me quedo,      yo me quedo y tú te vas,

y a los tres o cuatro días      me mandarán a enterrar-.

Pasa uno y pasan dos,      la niña malita está;

pasan tres y pasan cuatro,      la niña van a enterrar,

como es hija de conde,     tres pasillos más atrás.

En el nicho de la niña      (y)  ha nacido un rosal

con un letrero que dice:      «He muerto por mi mamá».

2. Don Bueso

Su madre se pone loca,      su padre llora y suspira,

su hermano la echa a buscar      por toda la monería[4].

—Y apártate, mora bella,     y apártate, mora linda,

que beba agua mi caballo     de este agua cristalina.

—No soy mora, caballero,     que soy de España cautiva;

me cautivaron los moros,     día de Pascua Floría,

estando cogiendo flores     con tres amiguitas mías.

—¿Te quieres venir a España      (y) aquí en mi caballería?

—¿Y mi honra, caballero,      dónde me la dejaría?

—En el filo de mi espada     (y) aquí la llevas ceñida.

—¿Y la ropa que yo lavo     dónde me la dejaría?

—La de seda y la de holanda     (y) al río abajo iría,

y la de menos valor     (y) aquí en mi caballería.

—No me hables, no me hables     (y) hasta los montes de Oliva—.

Llegó a los montes de Oliva,     la cautiva se reía.

—¿Por qué te ríes, mora bella,     por qué te ríes, mora linda?

¿Te ríes de mi caballo       o de mi espada ceñida?

—No me río de tu caballo      ni de tu espada ceñida;

me río que estos son los montes     donde mi papá venía,

donde mi papá venía      (y) a cazar como él sabía,

(....................................)     y por compaña traía

y a mi hermano don Enerce—.     (....................................)

Abrió los ojos del cielo      y dijo: —¡Jesús, María,

que pensé traer mujer,   y traigo una hermana mía!

3. La doncella guerrera

Un padre ha tenío seis hijas     y en medio  ningún varón,

y la más pequeña de ellas[5]     le tiró la inclinación  

de irse a servir al rey     vestidilla de varón.

—Madre, cómprame usté a mí     (y) un [¿custillo[6]?] ajustador;

con el flequito ajustado     ya pareceré un varón.

—¿Dónde vas con ese pelo     de dama y no de varón?

—Madre, yo me acercaré    (y) a un barbero afeitador;

con el pelito afeitado     ya pareceré un varón.

—¿Dónde vas con esa cara     de dama y no de varón?

—Madre, yo me acercaré     (y) a los rayitos del sol—.

Un día monta a caballo,     la espada se le cayó;

por decir: «yo pecador»,     dijo: «pecadora yo».

Y el rey le dice a la madre:     —Madre, yo muero de amor,

que el caballero Donardo     es mujer, que no es varón.

—Convídala, hijo mío,     (y) a comer contigo un día;

si a un caso fuera mujer,     las manos se llenería—.

Toditos los caballeros     las manos se han llenado,

y el caballero Donardo     ni siquiera la ha agarrado—.

Y el rey le dice a la madre:     —Madre, yo muero de amor,

que el caballero Donardo     es mujer, que no es varón.

—Convídala, hijo mío,     (y) a correr montes un día;

si a un caso fuera mujer,     más pronto se rendería—.

Toditos los caballeros     de seguida se han rendido,

y el caballero Donardo     todo el monte le ha corrido.

Y el rey le dice a la madre:     —Madre, yo muero de amor,

que el caballero Donardo     es mujer, que no es varón.

—Convídala, hijo mío,     (y) a comer moras un día;

si a un caso fuera mujer,     las manos se llenería—.

Toditos los caballeros    las manos se han llenado,

y el caballero Donardo     una coge en cada mano.

El rey le dice a la madre:     —Madre, yo muero de amor,

que el caballero Donardo     es mujer, que no es varón.

—Convídala, hijo mío,      (y) a bañar contigo un día;

si a un caso fuera mujer,     en la orilla se quedaría—.

Toditos los caballeros     de seguida se han cubrido,

y el caballero Donardo     en la orilla se ha quedado.

—Cartas tengo en el correo     de mi hermana la mayor

que mi padre está muy grave,     le van a dar el Señor[7].

—No llores, prenda querida,     no llores, prenda de olor,

que el que te quiere y te ama,     no es naiden, que soy yo—.

La ha quitado la guerrera[8]    y también el pantalón.

La ha agarrado de la mano     y con ella se casó.

4. La novia del conde de Alba[9]

¿Dónde vas, Sofía[10] mía,    dónde vas, amiga mía?

Y el duque de Alba se casa     con otra y a ti te olvía.

—Si el duque de Alba se casa,     (y) a mí na me se daría;

pero dirían las gentes    que me encuentro aborrecía—.

Ella se metió en su cuarto,    donde bordaba y cosía,

y se ha cruzado de brazos,     los anillos relucían.

Y ella se ha asomao al balcón,     como costumbre tenía,

y vido venir al duque     con toda su compañía.

Ella l’ha hecho una seña,      que muy bien la comprendía.

—Esperarte, amigo mío,     que me llama mi Sorfía.

¿Qué quieres, Sofía mía,     qué quieres amiga mía?

—Que me han dicho que te casas     con otra y a mí me olvidas.

—Si te han dicho que me caso,     mentira no te dirían;

el domingo me amonesto     y a convidarte venía.

—Si el domingo te amonestas     y a convidarme venías,

(……………………………)     vergüenza tú no tendrías,

y menos tendría yo     si a la tuya boda iría.

(Y) al decir estas palabras,    (y) al suelo ha caído[11] Sorfía.

—Y allí nos [¿traigamos[12]?] dos;     que, Sofía de mi vida,

nunca me creía yo     que tú tanto me querías—.

Nueve años guardó luto,    cosa que naiden l’había,

y en medio de nueve años    varias misas le ofrecía,

y no se ha casado el duque   con la muerte de Sorfía.

5. El quintado La aparición de la enamorada muerta[13]

—Soldadito, soldadito,     (....................................)

¿dónde vas tan serio?     (....................................)

¿Es que te marea el mar      o el humo de la caldera?

—No me mareo del mar,      ni el humo de la caldera,

que el día que me esposaron     dieron cuenta de mi prenda.

—Márchate tú, soldadito,      márchate tú con tu prenda,

que sin un soldado menos     también se hace la guerra—.

Ya ha dado tres pasitos     y un pelegrino se encuentra:

—¿Dónde vas tú, soldadito,      si tu Elvira ya está muerta?

—Si está muerta o esté viva,     (y) a verla tengo de ir—.

Y ha dado tres pasitos     y una sombra negra vi;

contra más me retiraba,     más se acercaba pa mí.

—No te asustes, soldadito,      no te asustes tú de mí,

que soy tu querida Elvira,      que me vengo a despedir.

—Si eres mi querida Elvira,      echa los brazos a mí.

—Brazos con que te abrazaba      ya a la tierra se los di;

labios con que te besaba     ya a la tierra se los di;

ojos con que te miraba      los cerré y no los volví a abrir.

—Cásate tú, soldadito,      cásate y no estés así;

la primer hija que tengas      ponle Elvira como a mí.

—No me caso, no me caso,     ni tampoco estoy así,

que me meteré a fraire,      (y) a fraire en San Agustín.

6. Las señas del esposo[14]

(....................................)     —De la guerra viene usted,

soldadito, soldadito,     de la guerra viene usted.

¿Ha visto usted mi marido,     que en la guerra está también?

—Dame usted las señas de él,     por si lo conoceré.

—Mi marido es alto y rubio,     y ansí del cuerpo de usted,

y en el filo de la espada     lleva un pañuelo francés,

uno que le estoy bordando     y otro que le bordaré.

—Su marido, su marido,     lo enterraron antiyer,

y el encargo me ha dejado     que me case con usted.

—Eso sí que no lo hago,     (y) eso sí que no lo hadré.

Siete años he esperado     y otros siete esperaré;

si a los catorce no viene,     ( y) a monja me meteré.

Un hijo que Dios me ha dado,     (....................................)

y adonde ha muerto su padre,     que vaya a morir también.

—Dame una jarra de agua,     que vengo asado de sed.

—No tengo jarra, ni jarro,     ni tarrio donde beber—.

Estando en esta disputa,     se dieron a conocer.

Se dieron dos mil abrazos,     como marido y mujer.

7. Blancaflor y Filomena[15]

Que don Fermín se paseaba     (que) con sus dos hijas mozuelas,

....................................     (que) con Blancaflor y Filumena.

Y ha pasado un caballero,    ....................................

se enamoró de Blancaflor,     sin olvidar a Filumena.

Ya se casa y ya se vela,     ya se la llevó a su tierra,

y a los nueves meses justos     va Paquito en ca su suegra.

-¿Cómo está mi hija querida,     ....................................

cómo está mi hija amada?     ....................................

-¿Cómo quiere usted que esté     casadita en tierra ajena?

Y el encargo me ha dejado     que me lleve a Filumena.

-Filumena no te llevas,     que está mocita y doncella,

y la quiere el hijo el rey      para casarse con ella.

-Si no se fija[16] de mí,     aquí dejo mi montera.

-Paquito, si eres así,     a Filumena te llevas—.

Y a la salida del pueblo     va Paquito y la requiebra.

-Paquito, tú eres el demonio;     güélele, [¿mi goma tienta[17]?].

-Yo no soy ningún demonio     ni el elemigo me atienta;

que al llegar al peñón gordo    te ha de cortar la lengua-.

Ya ha llegao al peñón gordo,     le ha cortao la lengua

/…………………………../     /………………………./

y ha llegao a su casa      preguntando por la cena[18].

-¡Ay, qué comida más duz;     ay, qué comida más tierna!

-Más tiernas son los clamores     de mi hermana Filumena.

-¿Quién te ha leído esa carta,     quién te ha leído esa esquela?

-Y un pastor que yo cabía     detrás de aquellas tierras.

8. La mala suegra[19]

Carmela se paseaba     por una salita alante,

con un dolor de cabeza,     que el corazón se le parte.

La suegra la estaba viendo     por el ojo de la llave:

—Coge, Carmela, la ropa,     vete a casa de tus padres;

si a la noche viene Pedro,     le pongan qué cenar;

le pongan la ropa limpia,     por si se quiere mudar—.

Y a la noche vino Pedro.     —¿Y Carmela?, ¿dónde está?

—Se ha ido a casa sus padres     y aquí m’ha tratao muy mal;

a mí me ha tratao de bruja     y a ti, hijo, de criminal—.

Coge Pedro los caballos     y sus criados delante,

y en medio de aquel camino     se ha encontrado a la comadre.

—Buenos días tenga, don Pedro.     —Buenos días traiga, su madre.

—Ya tenemos, ya tenemos,     ya tenemos un infante—.

Y los pechos del caballo     todos empañado en sangre.

—Levántate, Carmela.     —Pedro, no sea ignorante,

que de tres horas nacido     no hay mujer que se levante.

—Levántate, Carmela,     y no vuelv’a refucharme[20],

que te ha estao viendo mi madre     por el ojo de la llave.

—¿Cómo me hablas, don Pedro?     —¿Cómo quieres que te hable,

si detrás de aquella ermita     traigo intención de matarte?—.

Ya repican, ya repican     las campanas de Olivares.

—¿Quién se ha muerto, quién se ha muerto?     —Y aquí no se ha muerto naide—.

Entonces respondió el niño     de tres horas no cabales:

—No se ha muerto mi mamá,     que la ha matado mi padre,

por un falso testimonio     le han querido levantarle

y una agüelita mía     reviente por los [¿orillales[21]?].

9. La condesita[22]

Se ha descubierto una guerra,     Francia contra Portugal;

conde Flores es mi novio,    lo llaman pa general.

Ya pasan catorce años,      conde Flores no volvió;  

y estando un día en la mesa,     su padre le suplicó:

—¿Por qué no te casas, hija,     por qué no te casas ya?

—Padre, yo pronto me caso,     mi novio en España está—.

Se vistió de pelegrina,     pa Barcelona se va;

ha encontrado unos caballos,     y unos caballos [¿meollar?].

—¿De quién son estos caballos     que tan alegantes van?

—Son del conde Villaflores,     mañana se va a casar.

—Toma esta plancha de oro     y llevarme a su portal;

le pideré una limosna,     por si me la quiere dar—.

—Caballero, una limosna,     se lo pido de favor—.

Se metió mano al bolsillo     y una peseta le dio.

—Gerineldo, esto es muy poco,     pa lo que acostumbras dar.

—¿Quién será esta pelegrina,     que a mí me conocerá?

—Fíjate en estos pendientes,     las cuentas de mi collar,

y afíjate poco a poco,     algo te arrecordará.

¿Te acuerdas de los amores     que tenías por allá?—.

Se besaron, se abrazaron,     se volvieron a besar.  

La novia que estaba enfrente,     del barcón se fue a tirar.

—Si te tiras, que te mates,     a mí no me se da na,

que los primeros amores     son muy duros de olviar.

10. La novia de Pedro Carreño[23]

María tenía amores,     Pedro Carreño la amaba,

y los padres de María    no le han caído en gracia.

porque querían casarla     con un sobrino de casa.

María les dice a sus padres:     -Piensa lo que usted va a hacer,

y a no casarme con Pedro     con naiden me casaré-.

Ya le prepara el vestido,     ya le preparan la boda

y a otro día de mañana     ya estaba la gente toda.

María viste de gala,     paseando por allí;

le dice a los invitados:     -Voy un ratillo al jardín-.

En ver que María tardaba,     la echaron a buscar,

y miraron en el pozo,     allí echada está.

La cogieron una de ellas,     se la lleva pa su casa;

le quitaron el vestido     (....................................)

le quitaron los zapatos     (....................................)

y del pecho le han sacado     (y) una lastimosa carta:

«Y adiós, mi padre y mi madre,     y adiós, l’acompañamiento,

la muerte me la he dao  yo     al no casarme con Pedro».

11. La novia de Rogelio[24]

Carmela era una joven,     y era de buena familia.

/..................................../     /..................................../

De que sus padres se enteran     de la manera que estaba,

sentenciándole la muerte     a  la calle la tiraban.

-Adiós, mi padre y mi madre,     madre de mi corazón,

/..................................../     /..................................../

que me voy  para siempre,     nunca la olvidaré-.

/..................................../     /..................................../

Carmela se fue acercando      (y) a casa de sus padrinos,

lo cual que la recibieron     como si fuera una hija.

Carmela tuvo un chiquillo     más bonito que la plata;

por no descubrir su honor      ella sola lo criaba.

Ya tenía nueve meses,      todavía no es cristiano;

por no descubrir su honor     no lo habían bautizado.

Carmela escribió una carta,     y una carta para su novio;

quedó una cita amorosa,      se tenían de ver solos. 

Rogelio coge la carta,      que Carmela la había escrito,

/..................................../     /..................................../

y se la encontró dormida     recostada sobre un árbol.

/..................................../     /..................................../

Con la sonrisa en los labios,     le decía: -Acércate

y verás a nuestro hijo,     ( y) el fruto de nuestro bien.

Y le has dicho: «desgraciado»,    siendo tan hermoso niño.

/..................................../     /..................................../

Estas palabras que has dicho     m’has herido el corazón;

tú debes amar a tu hijo,     l’has echao una maldición.

¿Dónde están los  juramentos     que tú hiciste conmigo?

/..................................../     /..................................../

—Todos aquellos juramentos,     todos han salido vanos;

tú te quedas con tu hijo,     que yo me lavo las manos-.

Se metió mano al bolsillo     y un cuchillo ella ha sacao;

/..................................../     /..................................../

la ha dado una puñalada,     que el corazón le partió.

Ella con su hijo en los brazos      se ha arrojado al balcón;

en el primer camarote     (y) ha dejao una carta escrita:

«Le doy la muerte a Rogelio     y yo me largo y solita».

De que los marineros vieron     aquella mujer en el mar,

echaron el salvavidas     por si se quería salvar,

y ella respondió llorando     que se quería ahogar.

12. El crimen de Almería[25]

¡Válgame Dios de los cielos,     lo que sucedió en la parra!,

que un novio mató a su novia     solo por una palabra.

—Si no te vienes conmigo,     te daré la muerte amarga—.

Rosarito que oye esto,     su cuerpo le echa a temblar;

intentó meterse pa dentro,     pero tiempo no le da.

Su madre al sentir los tiros     (y) a la puerta se asomó:

—¿Quién te ha matado, hija mía,     quién ha sido ese traidor?—.

El criminal se ha fugado     y él mismo cuenta pidió.

—Venga, que me metan preso,     que a mi novia la he matao.

(....................................)     (....................................)

—Si a tu novia la has matao     y a la cárcel vas a ir;

los padres de tu novia     pronto vendrán a por ti—.

Aquellos zapatos blancos     de Buenos Aires vinieron;

se los regaló su primo[26],     de mortaja le sirvieron.           

[Era] la mortaja blanca[27]     con las listanas celestes,

y hasta la curia decía:     —Lástima nos da de verte—.

Ya la llevan a enterrar,     la pasaron por la plaza;

hasta el mismo criminal:     —Y he matado la más guapa,

he matado la más guapa     de la provincia Almería[28].

(....................................)     (....................................)

Que no la entierren en tierra,     que la metan en un nicho,

que ha sido una desgraciada     matada por mi delito.

13. Atropellado por un tren[29]

La máquina volatrera     ¡qué mal estreno ha tenido!,

que ha pillado a un guardia el freno     y a un maquinist’ha herido.

De que el maquinista vido     la vía llena de sangre,

él marchó pa la ciudad     (y) a darle parte al alcalde.

Ya está aquí el señor alcalde[30],     la guardia y monicipales

para registrar la vía.     (....................................)

Lo echan en la camilla,     lo llevan al hospital

y los médicos le han dicho:     —No lo podemos curar—.

De seguida pone un parte     (y) a Cádiz, que era su pueblo:

que venga su padre y madre,     que su hijo estaba enfermo.

Ya está aquí su padre y madre,     su novia y la demás gente,

y acercándose a la cama     preguntando lo siguiente:

—¿Qué tienes, hijo querido,     hijito del alma mía?

Bien te lo decía yo     que te iba a pillar la vía.

—No me ha pillado la vía,    que me ha pillado un vagón;

me ha cortado los dos brazos     y una pierna me libró.

Si no me pueden curar,     que me peguen siete tiros;

con los bracitos partíos,     ¿para qué quiero vivir?—.

Y entonces respondió ella,     como mujer de talento:

—Yo pideré una limosna      para darte un alimento—.

Serían las tres de la tarde     cuando el enfermo expiró;

ya ha quedao su padre y madre     traspasados de dolor.

14. El gorrión convertido en mochuelo[31]

Provincia de Badajoz,     pueblo del Almendralejo,

(y) hay una joven muy guapa     con su novio, que es flamenco.

Y ella es rica labradora,     por nombre tiene Remedios

y él por nombre Miguelito.     (....................................)

Cuando con su novia hablaba,    le contaba varios cuentos;

le pedía él compromiso,     las cosas de los mozuelos;

pero nada conseguía,     porque era dura Remedios.

—Por aquella cruz bendita     que trajo el Señor del güerto,

si no me haces el gusto     (y) un solo tiro te pego—.                

Remedios quedó parada      con munchísimo talento,

diciéndole a Miguelito:     —Ponga en mi conocimiento,

mañana a la noche irás     donde tengo mi aposento—.

Serían las ocho e la noche,     se puso a cenar Remedios,

diciéndole a su hermanita:     —Vamos a cenar corriendo;

como que vamos de boda,      vamos a cenar ligero—.

—Pues nos dirás, hermana mía,     (....................................)

pues nos dirás quién se casa.     (....................................)

—Pues se casa nuestra agüela     con mi novio, que es flamenco;

preparar buenos latones      y también buenos cencerros—.

Serían las nueve e la noche,     Miguelito entra dentro;

se ha quitado los zapatos     para entrar con más silencio,

agarrando las paderes[32],     los cuadros y los espejos;

el cabello y la [¿almocada?],     parece que no es Remedios.

La vieja se regullía,     se regullía como un perro:

—¡Y acudir, nietos, acuir,     que no sé ni lo que tengo!—.

Y acuieron los tres nietos     con latones y cencerros.

Remedios con el candil:     — ¿Y, agüela, pero qué es eso[33]?—.

[Cuando] Miguelito vio     que aquella no era Remedios,

se tiró por el balcón     sin agarrarse a los hierros.

Y acuió la policía,     las [¿osas?] y los serenos

y el juez de primera estancia     con el alcalde primero.

—¿Usted l’ha hecho algo a ella?     —No señor, no me dio tiempo—.

—Y a los mocitos le encargo     que pongan conocimiento,

no se vayan a meter     a por flores a ningún güerto:

yo fui a por un gorrión,     me entregaron un mochuelo.

15. La pastora y el gato[34]

 Estando una pastora     haciendo un buen quesito,

(y) el gato la miraba     con ojos de pillito.

—Como me hinques las uñas,     te corto el hociquito—.

La uña se la hincó,     el hociquito se lo cortó.

Fueron a confesar     con el padre bendito;

le echó de penitencia     que le diera un besito.

El beso se lo dio     la copla se acabó.

16. Santa Catalina[35]

Por las barandas del cielo     se paseaba una dama,

vestida de azul y blanco,   que Catalina le llama.

Estando una rueda hecha,     Catalina arrodillaba.

—Levántate, Catalina,    que Jesucristo te llama[36]—.

—¿Pa qué me quiere Jesucristo,     que tan temprano me llama[37]?—.

—Para ajustarte las cuentas[38]     de la semana pasada[39]—.

—Las cuentas las tengo hechas,     pero la vida me falta.

CANCIONERO

1. La molinera[40]

—Molinera, molinera,

¡qué descoloría vas!;

desde que echaron las quintas,

tú no paras de llorar.

 

Tú no paras de llorar,    

tú no paras de sufrir;

molinera, molinera,   

de pena vas a morir.

 

-Si me muero, que me entierren,

las campanas que me doblen;

los ojos de mi moreno,

si quieren llorar, que lloren.

Los ojos de mi moreno  

ni son chicos ni son grandes,

que son dos aceitunitas

de los árboles frutales.

 

La mortaja que me hagan,

no me la hagan redonda;

mira que si tiene picos,

mira que no me la ponga.

 

Y el ataúd que me hagan     

no me lo peguen con clavos,

me lo pegue mi moreno    

con un beso de sus labios.

2. Una tarde fresquita de mayo[41]

Una tarde fresquita de mayo

cogí mi caballo y me fui a pasear

en to lo alto mayor de mi barrio,

donde mi morena salía pasar.

Yo la vide coger una rosa

y la vide coger un clavel

y le dije: -Jardinera hermosa,

¿me das una rosa,

me das un clavel?

 

Te juro y recontrajuro,

te juro por la mía fe,

y te juro de no haber tenido

rosas en las manos de otra mujer.

3. Por Dios, te pido[42]

Por Dios, te pido, Pepito,

que no te falte la vida,

porque en merced [?] se va

la prenda que uno se estima.

4. La mujer que quiere a dos[43]

La mujer que quiere a dos

no es tonta, qu’es atrevía:

si una vela se l’apaga,

la otra le queda encendía.

5. Ay, qué lindo macetero[44]

¡Ay, qué lindo macetero

que estoy viendo dende aquí!

Y yo, como forastero,

no hay un clavel para mí,

(y) aunque sea por el dinero.

6. Cuando mi madre me daba[45]

Cuando mi madre me daba

de sus pechos el alimento,

la leche que yo mamaba

le doy las gracias de ir al huerto [?].

7. Ya vienen Antonio y Pilar[46]

Ya viene Antonio y Pilar, 

con la ausencia de José,

que le salió en el [...],

diciendo: «¡Espérame,

que yo también quiero entrar!».

 

Ya están los siete en el baile

con la ausencia muy completa,

sin agalla [?] de naide

tocaba muy bien la orquesta.

Como el agua no está en venta,

todos están abrasaos de sed,

y Antonio le aposenta [?]

que tocaran un roao.

 

Como Pilar es pequeñita,

Antonio la preparó.

-Mira, Antonio, que tu hija

es un poco cabezón-.

 

Entonces dice la vieja:

-Yo aquí pongo mi destino;

si a un caso se pelean,

yo llamaré a mi sobrino.

8. De esas dos que van bailando[47]

De esas dos que van bailando

(y) una es más alta que otra,

(y) una parece un clavel

y otra parece una rosa.

9. Jardín del amor

—Jardinera, tú que entrastes

(y) en el jardín del amor,

de las flores que regastes

dime cuála es la mejor.

—La mejor es una rosa

que se viste de color.

Tres hojitas verdes tiene    

y las demás encarnadas;

por eso vengo a decirte:

(y) «¡Ay, María de mi alma[48]!».

—Muchas gracias, jardiniera,

por la atención que has tenido

que toditas cuantas habemos

a mí sola me has cogido.

 

—Primero te doy una mano

y aluego te doy la otra

y aluego te doy un besito

de mis labios a tu boca.




BIBLIOGRAFÍA

Goldstein, Kenneth S. «Guía para los investigadores de campo en folklore». En vv. aa. Introducción al folklore, 139-152. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1978.

Mañero Lozano, David (dir. / ed.): Corpus de Literatura Oral <www.corpusdeliteraturaoral.es>

Mihi Blázquez, Ana María. «El repertorio romancístico de una informante de Torres de Albanchez. Notas al margen del Corpus de Literatura Oral». Boletín de Literatura Oral, núm. 6 (2016): 77-89.

Pedrosa, José Manuel. «El repertorio romancístico de una mujer de Puentegenil (Córdoba)», Revista de Folklore, núm. 176 (1995): 57-65.

Real Academia Española. Diccionario de Autoridades (1726-1739), ed. facs. Madrid: Gredos, 1979.

Real Academia Española. Diccionario de la lengua española, 23.ª ed. Madrid: Espasa, 2014.




NOTAS

[1] La importancia del informante ha sido puesta de manifiesto, entre otros, por José Manuel Pedrosa, «El repertorio romancístico de una mujer de Puentegenil (Córdoba)», Revista de Folklore, núm. 176 (1995): 57-65 y Ana María Mihi Blázquez, «El repertorio romancístico de una informante de Torres de Albanchez. Notas al margen del Corpus de Literatura Oral», Boletín de Literatura Oral, núm. 6 (2016): 77-89.

[2] David Mañero Lozano, (dir. / ed.): Corpus de Literatura Oral <www.corpusdelitferaturaoral.es> Cuando la informante omite un verso y tiene consciencia de ello, se indica mediante una línea de puntos; si no tiene consciencia de lo omitido, la línea de puntos se pone entre paréntesis; si falta algún verso, la línea de puntos se enmarca entre barras oblicuas. Las palabras que no se entienden con claridad se colocan entre corchetes y signos de interrogación. Los comentarios que hace la informante, los ponemos, en esta publicación, en notas a pie de página.

[3] Se repiten los vs. 5 y 16.

[4] Comentario: «Es que es mu repetía… Repite las palabras dos o tres veces». Monería, por morería.

[5] La informante dice al comienzo del verso: «y tuvo la mala suerte», se para y rectifica como transcribimos.

[6] Quizá se refiera al justillo: «vestido interior ajustado al cuerpo a modo de jubón, de quien se diferencia en no tener mangas» (Diccionario de Autoridades¸ T. IV, 1974, 337).

[7] Se refiere al sacramento de la extremaunción.

[8] La informante dice: «la ha garrado de», pero rectifica como transcribimos.

[9] Se repite el v. 14.

[10] Vacila la pronunciación entre Sofía y Sorfía.

[11] La informante canta cáido.

[12] No queda claro este verso. El sentido es: ‘allí (en la muerte, en el otro mundo) nos veamos los dos’.

[13] Repite los vs. 5, 12, 15, 16 y 20.

[14] La informante lo suele cantar con el siguiente estribillo, según este esquema: «la zarandillera», tras el primer hemistiquio; tras el segundo, «zarandilla y olé». Pero hay muchas variaciones, por lo que ofrecemos la versión completa: «—De la guerra viene usted, / zarandilla y olé, / soldadito, soldadito, / la zarandillera, / de la guerra viene usted. // ¿Ha visto usted mi marido, / la zarandillera, / que en la guerra está también? / zarandilla y olé. // —Dame usted las señas de él, / la zarandillera, / por si lo conoceré, / zarandilla y olé. // —Mi marido es alto y rubio, / la zarandillera, / y ansí del cuerpo de usted, / zarandilla y olé, // y en el filo de la espada, / la zarandillera, / lleva un pañuelo francés, / zarandilla y olé, // uno que le estoy bordando, / la zarandillera, / y otro que le bordaré, / zarandilla y olé. // —Su marido, su marido, /  la zarandillera, /  lo enterraron antiyer,  / zarandilla y olé, / lo enterraron antiyer, / zarandilla y olé, // y el encargo me ha dejado, / la zarandillera, / que me case con usted, / zarandilla y olé. // —Eso sí que no lo hago, / la zarandillera, / (y)  eso sí que no lo hadré, / zarandilla y olé. // Siete años he esperado, / la zarandillera, / y otros siete esperaré, / zarandilla y olé; // si a los catorce no viene, / la zarandillera,  / (y) a monja me meteré, / zarandilla y olé. // Un hijo que Dios me ha dado,  / la zarandillera, // y adonde ha muerto su padre, / la zarandillera, / que vaya a morir también, / zarandilla y olé. // —Dame una jarra de agua, / la zarandillera, / que vengo asado de sed, / zarandilla y olé, / que vengo asado de sed, / zarandilla y olé. // —No tengo jarra ni jarro, / la zarandillera, / ni tarrio donde beber, / zarandilla y olé, / ni tarrio donde beber, / zarandilla y olé—.  // Estando en esta disputa, / la zarandillera, / se dieron a conocer, / zarandilla y olé. // Se dieron dos mil abrazos, / la zarandillera, /  como marido y mujer, / zarandilla y olé».

[15] El romance se canta así: «Que don Fermín, / que don Fermín se paseaba, / que con sus dos, / que con sus dos hijas mozuelas, // que con Blancaflor, / que con Blancaflor y Filumena. // Y ha pasao, / y ha pasado un caballero, / se enamoró, / se enamoró de Blancaflor / sin olvidar Filumena. // Ya se ca-, / ya se casa y ya se vela, / ya se la, / ya se la llevó a su tierra, // y a los nue-, / y a los nueve meses justos / va Paquito en ca su suegra. // -¿Cómo está, / cómo está mi hija querida,  //  cómo está, / cómo está mi hija amada? // -¿Cómo quie-, / cómo quiere usted que esté / casadita en tierra ajena? // Y el enca-,/ y el encargo me ha dejado / que me lle-, / que me lleve a Filumena. // -Filumé-, / Filumena no  te llevas, / que está mocita y doncella, // y la quie-, / y la quiere el hijo el rey / para casarse con ella. // -Si no se, / si no se fija de mí, / aquí de-, / aquí dejo mi montera. // -Paquito, / Paquito, si eres así, / a Filumena te llevas-. // Y a la sa-, / y a la salida del pueblo / va Paquí-, / va Paquito y la requiebra. //  -Paquito, / Paquito,  tú ere el demonio; / güélele, / güélele [¿mi goma tienta?].  // -Yo no soy, / yo no soy ningún demonio / ni el elemigo me atienta; // que al llegar, / y al llegar al peñón gordo  /  te he de cortar la lengua-. // Ya ha llegao, / ya ha llegado al peñón gordo, /  le ha cortao, / le ha cortado la lengua // y ha llegao, / y ha llegado a su casa / preguntan-, / preguntando por  la cena. // -¡Ay, qué co-, / ay, qué comida más duz; / ay, qué comida más tierna! // -Más tiernas, / más tiernas son los clamores / de mi hermana Filumena. // -¿Quién te ha le- / quién te ha leído esa carta,  / quién te ha le-, / quién te ha leído esa esquela? // -Y un pastor, / y un pastor que yo cabía / detrás de aquellas tierras».

[16]Fija, por fía.

[17] Por el paralelismo de la respuesta del verso siguiente, el sentido de este hemistiquio parece ser: ‘o el enemigo te tienta’.

[18] Comentario: «Ahí hay unos poblemas, pero… no lo sé. “Ya ha llegao / ya ha llegao al pe-”. ǀ Y otra vez repetío».

[19] Repite los vs. 2, 4, 6, 8, 11, 13, 16, 18, 20, 22 y 24.

[20] Refucharme: de acuerdo con el contexto, ‘replicarme’.

[21] El sentido es: ‘reviente por los ijares’. Ijar: «Ijada [cada una de las dos cavidades simétricamente colocadas entre las costillas falsas y los huesos de las caderas] del hombre y de algunos mamíferos» (DRAE 2014, 1212).

[22] Repite el v. 16.

[23] Se repiten todos los vs. menos el 3, 13, 14 y 17.

[24] Repite los vs. 9, 17 y 37.

[25] Repite los vs. 8, 14 y 16.

[26] V. 14a: la informante titubea: «su pa…, su novio…, su primo»; en la repetición, ya no hay dudas.

[27] V. 15a: la informante solo canta «la mortaja blanca».

[28] Comentario: «Esto ha pasao en Almería».

[29] Repite el v. 14.

[30] V. 5a: la informante duda; pero, tras repetir el verso, continúa.

[31] Repite los vs. 2, 3a, 9 y 27.

[32]Paderes por paredes.

[33] Comentario: «Y acuió la policía. Me he dejao un verso atrás».

[34] Se canta con el siguiente esquema, que se repite en todos los versos: «Estando una pastora, / larán, larán, larito, / estando una pastora, / haciendo un buen quesito, / y haciendo un buen quesito».

[35] La informante afirma que esta canción, que se titula Por las barandas del cielo, se cantaba jugando a la rueda (al corro), en la escuela. Se canta con el siguiente esquema, que se repite en todos los versos: «Por las barandas del cielo, / por las barandas del cielo / se paseaba una dama, / sí, sí, / se paseaba una dama».

[36] Comentario: «Y ya responde ella sola:».

[37]Comentario: «Y ya nos poníamos toas…, nos poníamos todas…  juntas…, diez o doce niñas, y ya se levantaba ella sola y cantaba esa copla, y luego nosotras decíamos:».

[38] V. 7a: el hemistiquio «Para ajustarte las cuentas» no se repite.

[39] Comentario: «Y ya responde ella sola:».

[40] Al final de la estrofa segunda, se repiten los dos últimos versos.

[41] Al final de la estrofa segunda, se repiten los tres últimos versos.

[42] Los registros 3, 4, 5, 6 y 8 reciben, según la informante, el nombre de «cortijeros». Se acompañaban de guitarras y palillos. Mientras cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, cantaban, el resto bailaban «roao» a «las mudanzas». Esta versión se canta de la siguiente manera: «Que no te falte la vida, / por Dios te pido, Pepito, / que no te falte la vida, / porque en la merced se va / la prenda que uno se estima, / ay, por Dios, te pido, Pepito».

[43] Se canta de la siguiente manera: «La mujer que quiere a dos, / la mujer que quiere a dos / no es tonta, qu’es atrevía: / si un vela se l’apaga, / la otra le queda encendía, / la mujer que quiere a dos».

[44] Se canta de la siguiente manera: «¡Ay, qué lindo macetero, / que estoy viendo dende aquí, / ay, qué lindo macetero! / Y yo como forastero, / no hay un clavel para mí, /  y aunque sea por el dinero».

[45] Se canta de la siguiente manera: «Ay, de sus pechos el alimento / cuando mi madre me daba, / de sus pechos el  alimento, / la leche que yo mamaba / le doy las gracias de ir al huerto [?], / ay, cuando mi madre me daba».

[46] La informante manifiesta que esta canción se la inventó ella, con su tía (que es casi de su misma edad) y su hermana (se llevan año y medio). La cantaban con su madre y su abuela. Tras cantar el v. 13, repite seguidos los vs. 12 y 13.

[47] Se canta de la siguiente manera: «(Y) una es más alta que otra, / de esas dos que van bailando, / (y) una es más alta que otra, / (y) una parece un clavel  / y otra parece una rosa, / de esas dos que van bailando».

[48] Comentario: «Al decir: “María  de mi alma”, responden las otras: “Primero te doy una mano / y aluego te doy la otra”. ǀ ¡Anda, me he dejao un verso atrás!». Pero luego rectifica como transcribimos.



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede descargarse el artículo completo en formato PDF.

Revista de Folklore número 436 en formato PDF >


El repertorio romancístico y cancioneril de una mujer de Albuñol (Granada)

ANAYA FLORES, Jerónimo

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 436.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz