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Fraseología burlesca en el habla de Cartagena

ORTEGA MADRID, Juan

Publicado en el año 2017 en la Revista de Folklore número 420 - sumario >

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La fraseología es la demostración incuestionable
y el reflejo de la idiosincrasia de los españoles,
así como de sus peculiaridades culturales.
M. Koszla-Szymanska

Resumen

El presente trabajo recoge treintaitrés expresiones de cariz burlesco recogidas en Cartagena. Están caracterizadas por usarse en situaciones muy concretas, siendo precedidas en muchas de ellas por preguntas específicas. Junto a cada una se añade un comentario, donde se aportan datos relevantes relacionados con ella y se explica el significado y el contexto en el que se usan; así mismo, se muestran las variantes, directas o relacionadas, que he encontrado para cada una de ellas. Se prosigue con un apartado de miscelánea en el que se incluye una recopilación de casi setenta frases o expresiones carentes de matices burlescos, pero que, al igual que las treintaitrés estudiadas, están en claro desuso. Por último, se concluye con un somero análisis del material recogido.

Introducción

Las nuevas generaciones muestran un claro desconocimiento y desinterés por la cultura popular en general y por la fraseología en particular. Pilar Orero (1997: 461) ya apuntaba hace dos décadas el uso casi inexistente de refranes y proverbios en la sociedad occidental contemporánea. Dicho esto, quiero recalcar el contenido de la cita que encabeza el trabajo, la cual resume a la perfección la importancia de conservar, estudiar y divulgar este tipo de expresiones lingüísticas como símbolo de nuestra historia y tradiciones. No obstante, es sabido que una casa cerrada se acaba derrumbando; por tanto, la forma de que estos y otros fraseologismos sigan vivos en nuestro idioma y en nuestra habla cartagenera es usándolos.

Quiero señalar que el uso de estas expresiones desempeña un papel importante en la comunicación, la refuerzan en expresividad y le dan matices complicados de transmitir de otra forma. Por tanto, su uso y conservación no debe limitarse a una visión romántica de nuestro acervo cultural, sino que debe formar parte habitual del repertorio lingüístico de las generaciones futuras, lo que redundará en una mayor riqueza y conocimiento de nuestra lengua.

Como ya se ha indicado, este estudio muestra una compilación de expresiones fraseológicas (frases hechas, dichos, locuciones, refranes, etc.) caracterizadas por su naturaleza burlesca (irónica, jocosa o sarcástica), pero también por lo que Luque (2008: 89) denomina como los escenarios. Estos son situaciones prácticas que dependen de algo que acontece (v. gr.: choque fortuito de cabezas → frase 5), o situaciones lingüísticas que se subordinan a algo dicho (v. gr.: alguien dice «bueno» → frase 4).

No me atrevo a valorar si las referencias aportadas son muchas o pocas, pero lo que sí que dejan claro es lo que ya apuntó el que fuera cronista oficial de la ciudad, D. Isidoro Valverde Álvarez, sobre los cartageneros: que somos unos bordesicos. Decía que eran aquellas personas ingeniosas que obran malintencionadamente, o que son los que ponen en su conducta unas gotas de malicia (Sánchez y Martínez, 2002: 89). Para no dejar duda alguna sobre lo expresado, cito también lo dicho por Serrano Botella (1986: 52), el cual indica que es un «individuo de intenciones aviesas, pero que siempre hace las cosas con ingenio y gracia» y lo hace sinónimo de hijoputica.

Por último, señalaré que el paso del tiempo y la nueva coyuntura social han hecho que muchas de estas frases sean de difícil comprensión, por lo que a lo largo del artículo las he intentado aclarar, explicar y contextualizar, ayudándome para ello de datos históricos y costumbristas, así como de ejemplos y situaciones prácticas.

REPERTORIO FRASEOLÓGICO

1. «Abuela, ¿dónde te daré que no te duela?»

Comentarios:

Estamos ante la respuesta dada por las abuelas cuando el niño, de forma insistente, reclama su atención con la matraca de: «Abuela, abuela, abuela…». Cuando el martilleo dialéctico se hace molesto, se corta al infante con estas palabras, provocando a buen seguro la risa y un impasse en la cantinela.

Sobra decir lo frecuente que resulta el padecer dolor durante la senectud, siendo este el origen de la expresión.

2. «Amigo, te guardé un higo, como no viniste/te vi, me lo comí»

Comentarios:

Esta frase se usa a modo de respuesta sarcástica cuando alguien, abusando del significado de la palabra amigo, por no ser tales, se refiere a su interlocutor en esos términos. V. gr.: un desconocido te pregunta: «¿Cómo estás, amigo?», o «¿Qué hay, amigo?»; a lo que se le responde, en tono irónico, la frase señalada.

También se dice a los niños, buscando el entretenimiento o la sonrisa a través de la rima de sus palabras.

A modo de refrán, tendría el significado de que el higo, un alimento que se puede considerar un manjar y, por tanto, un bien para compartir con los más allegados, no se guarda para con quien la relación de amistad se ha enfriado. Topete (2011: 69) lo explica señalando que «el sentido de “amistad” puede cambiar con el tiempo […] cuando el espacio es el culpable de que se marchite esa relación», y es que ya dice el refrán que «Amigo lejos, amigo muerto».

Variantes:

«Amigo, te guardé un higo, como no te vi, me lo comí» (Topete, 2011: 69).

«Amigo, te guardé un higo, pero como no te vi, me lo comí» (Relaño, 2010: 26).

3. «Así en la tierra como en el suelo»

Comentarios:

Este modismo nace de retocar la celebérrima cita bíblica que encontramos en Mt 6,10: «Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra».

Hace ya más de cien años, Caballero (1899: 148) ya la recogía en su diccionario, indicando que «se dice familiar y jocosamente, cuando se cae alguna cosa o cuando una persona se sienta o tiende en el suelo».

Variantes:

«Del suelo no pasa».

4. «Bueno estaba, y se murió, pues no estaría tan bueno (cuando se murió)»

Comentarios:

Explicación resignada que se da ante un inesperado fallecimiento. Ejemplo: tras la muerte de alguien que aparentaba rebosar lozanía, alguien pregunta: «¿Qué le habrá pasado?, hace unos días lo vi y estaba bien»; a lo que se le responde con la citada frase.

También se usa en otros contextos, en este caso de modo jocoso, como cuando se espera de forma impaciente algún hecho, o cuando una conversación acaba y se hace un eterno silencio, y en ese momento alguien exclama «¡Bueno!», a lo que algún avezado observador rematará añadiendo la susodicha expresión. Y es que ya se sabe que, «El que espera, desespera».

Variantes:

«Bueno estaba y se murió, y se le quedó la cara como un difunto»[1].

«¡Bueno estaba! Y se murió» (Rakotojoelimaria, 2004: 81)[2].

5. «Cabeza gorda, Napoleón[3], que mataste a un chiquillo de un coscorrón»

Comentarios:

Se trata de una composición burlesca dirigida hacia aquellas personas que aparentan tener un perímetro cefálico superior a la media, no siendo necesario que fueran individuos con algún defecto físico. Por tanto, en muchas ocasiones fue más que una broma y pasó a suponer acoso y humillación. Serrano Botella (1986: 214) indica: «Dícese a un niño cabezón, cantando, la expresión que nos ocupa (entre niños)».

De modo menos hiriente, esta composición se usa como burla en situaciones como cuando alguien se prueba un jersey de cuello estrecho y la cabeza pasa con dificultad, o cuando no le cabe un sombrero, o cuando accidentalmente le propinaba un coscorrón a otra persona.

Variantes:

«Cabeza gorda, Napoleón, mató un chiquillo de un coscorrón» (ibíd).

«Cabeza gorda, Napoleón, mató un chiquillo, por cabezón» (Cerrillo, 2005: 110).

6. «Calderas, ¿no oyes los golpes?»

Comentarios:

Contestación socarrona que se le da a quien pregunta, quizás de forma retórica y sin más intención que comenzar una conversación, por una actividad que es obvia y patente. Las calderas, recipiente metálico generalmente de cobre, se fabricaban de forma tradicional cortando y golpeteando una chapa hasta darle la forma cóncava adecuada. Por tanto, era indudable para el observador saber la acción que se estaba realizando. Ejemplo: alguien llega a un lugar donde se está realizando una tarea como puede ser barrer, acción conocida por todo el mundo y evidente hasta para el menos ducho en la materia, y pregunta: «¿Qué haces?»; espetándole a continuación las palabras dichas, en tono irónico o incluso de enfado.

Variantes:

«Calderos, ¿no oyes los golpes?» (Fernán Caballero, 1858: 13).

«Calderos, ¿no oyes el ruido?» (Calles y Bermejo, 2005: 229).

7. «(Sí,) Calor, forastera»

Comentarios:

El significado de esta locución es justo el opuesto del que aparenta, es decir: frío. Se dice en situaciones en las que, habiendo temperaturas bajas o al menos agradables, alguien exclama «¡Qué calor hace!», momento en el que el interlocutor apuntillará con la locución citada.

Nótese lo que el DLE recoge como una de las acepciones de forastera: ‘extraño o ajeno’. Por tanto, una calor forastera, sería una sensación térmica distinta de la que se nombra o sobrentiende.

Martínez de Ojeda (2006: 55) y Serrano Botella (1986: 63) recogen estas palabras en sus diccionarios sobre el habla local de Cartagena, señalando que la palabra forastero quería decir lo contrario de lo que expresaba: frío. En Sánchez y Martínez (2002: 106) leemos que es una expresión sarcástica típica de Cartagena para denominar el tiempo frío.

8. «¡Cierra, que se va el gato!»

Comentarios:

Exclamación en la que se insta, a quien entra en algún habitáculo, a cerrar la puerta con premura. Ejemplo: alguien quiere acceder a una estancia climatizada y quien está en el interior le da el beneplácito, pero le apremia con esta expresión. También se puede extrapolar a otras situaciones donde algo es abierto y urge cerrarlo: puerta del refrigerador, cubo de basura, etc.

Chanza dirigida a niños e incautos en los mismos escenarios citados.

Variantes:

«¡Cierra, que se escapa el gato!» (Yeves, 1999: 24).

«Cierra la puerta, que se escapa el gato» (Luque, 2008: 89).

«Cierra la puerta, no se vaya a colar algún tonto» (Daza, 2008).

9. «De manojillo, desnudo y con las manos en los bolsillos»

Comentarios:

Respuesta usada cuando, en tiempo de carnaval o fiesta, alguien es preguntado por cuál será su disfraz. Con ella se busca la guasa con el interlocutor, a la par que se desvía la conversación para mantener la intriga sobre la indumentaria que debe usar.

La expresión desnudo y con las manos en los bolsillos, es equivalente a con una mano delante y otra detrás, locución adverbial que, según el DLE, indica miseria o pobreza. Por tanto, también se puede usar la frase objeto de estudio de una forma irónica, manifestando de forma metafórica la imposibilidad de optar a un vestido de máscara, así como en otros contextos donde se traten temas de escasez, necesidad o penuria.

Variantes:

«Con una mano delante y otra/una detrás» (Buitrago, 2007: 133).

10. «Del color de la cara tienes el culo, aunque no te lo he visto me lo figuro»[4]

Comentario:

Frase irónica empleada en situaciones donde se es capaz de deducir de otra persona algún dato relevante, ya sea por su comportamiento, apariencia o entorno. Suele ir precedida de una pregunta que indique asombro, del estilo de «¿cómo lo sabes?». Ejemplo: una mañana llega alguien con el jersey puesto del revés y le comentas que se ha levantado con la hora justa, entonces te preguntará el porqué de dicha afirmación y se le responderá con la citada retahíla.

Como curiosidad, apunto que la procedencia de esta frase bien podría estar en algún cuento popular como el ATU[5] 1641 o el 1862C, donde falsos médicos o adivinos, ya sea por casualidad o por observación, aciertan a saber algún dato.

Variantes:

«Dime con quién andas, y te diré quién eres»[6].

11. «El que se pela, se estrena y por la noche no cena»

Comentario:

Burla destinada hacia aquellos varones de cualquier edad que recientemente se han practicado un corte de pelo generoso. Era habitual escenificarlo con un pescozón.

Posiblemente esta frase tenga su origen en el rasurado de pelo practicado a los nuevos reclutas durante su primer día en el cuartel, lo que suponía su estreno en la milicia. El no cenar podría ser una recomendación relacionada con las habituales novatadas.

Variante:

«Perico pelao, que t´an bautizao con agua y meaos» (véase frase 24).

12. «Juaneo, el culo te veo (si no te lo tapas, te lo agujereo)»

Comentario:

Se trata de nuevo de una expresión jocosa y, como en tantas ocasiones, orientada hacia niños, preferentemente si eran de nombre Juan[7] o Juana. La intención[8] era chinchar o buscar la risa (según situaciones y sensibilidades) en el infante a costa de estas palabras rimadas de temática seudobscena. También se usaba cuando se descubría in fraganti a algún descuidado, con sálvese la parte al aire; con la citada frase, delatábamos nuestra presencia, evitando situaciones aún más incómodas.

Variantes:

«Mateo, Mateo, si no te lo tapas, el culo te lo agujereo» (Guerrero y López, 1996: 263).

«Mateo, Mateo, el culo te veo, si no te lo tapas, te lo agujereo» (ibíd.: 81).

13. «La hebra de marimoco, que cosió un camisón y le sobró pa otro»

Comentario:

Expresión burlesca dirigida habitualmente hacia las costureras inexpertas, generalmente jóvenes, que estaban aprendiendo a coser. El hilo sufre un desgaste al atravesar la tela con la aguja, por lo que una hebra demasiado larga, además de ser incómoda de manejar, haría más endeble la costura.

Serrano Botella (1986: 158) y Sánchez y Martínez (2002: 275) recogen solo la definición hebra de marimoco: ‘porción de hilo excesivamente larga’. Este último autor, citando a Corominas y Pascual, indica que marimoco «procede de la palabra maría que se usa frecuentemente para hacer compuestos de tipo alegórico […]».

Por extrapolación, esta frase sería aplicable en otros contextos donde se realice un exceso o un uso desproporcionado de algo.

Variantes:

«La hebra de marimoco, que cosió siete camisas y todavía le sobró un poco» (Larrinaga, 2007: 233).

14. «Leo, leo, cuanto más leo, más tonto me queo»

Comentario:

Se trata de la gracia o burla que se le hace a quien está concentrado leyendo o estudiando.

Hubo un tiempo no muy lejano, al menos en las zonas rurales, donde estaba mejor visto realizar trabajos físicos que intelectuales. Las habituales economías de subsistencia de las familias del campo se veían reforzadas con la mano de obra de los más jóvenes de la casa, por lo que pronto abandonaban los estudios para colaborar en las labores agrícolas, ganaderas o artesanas propias del grupo. Aquellos que mostraban un especial interés por las letras eran susceptibles de ser sometidos a burlas como la descrita.

Al suprimir la /d/ intervocálica de quedo (del verbo quedar), se genera la voz queo, que como curiosidad diré que es la forma de llamar en Cartagena a los golfillos, pícaros o pillos (Sánchez y Martínez, 2002: 462, citando a Valverde Álvarez). Dígase que los estudiantes, que eran unos de los pocos grupos sociales con acceso a la lectura, representan en el cuento popular el arquetipo de pícaros. Por tanto, casualidad o no, en la citada frase podemos entrever una doble intencionalidad según qué significado le demos a que(d)o[9].

Variantes:

«Cuanto más vivo, más aprendo. Cuanto más aprendo, más me doy cuenta de lo poco que sé» (Michel Jean Legrand).

15. «(La) Madrugá del tío Conejero, que le daba el sol en el culo y decía que era el lucero»

Comentario:

Burla orientada hacia aquellos que, aun no levantándose temprano, defienden que han madrugado. Ejemplo: un perezoso señala que él madruga mucho ya que se levanta las 9 todos los días, momento en el que se le soltará en tono irónico o burlón la consabida fórmula.

En el libro de paremias populares asturianas (Viejo, 2012: 231), le dan la categoría de refrán de tipo moral, apuntando como significado que «quien se dedica mucho a actividades de ocio, pasará después necesidad».

Variantes:

«Madrugás del bueno de Juan Romero, que al darle el sol en los güevos va y dice que es el lucero» (Martínez Ruiz, 1999: 391).

«Menudo madrugar el del conejero, que le daba el sol en el culo y pensó que era un lucero» (Viejo, 2012: 231).

16. «(El) Maestro (tío) Liendre[10], que de na sabe y de to entiende»

Comentarios:

Paremia con connotaciones burlescas dirigida hacia quien se las da de ser entendido en muchos asuntos y menesteres, cuando en realidad sus conocimientos son más bien limitados.

También lo puede decir uno de sí mismo para, ya sea por humildad o para rebajar expectativas, quitarse méritos frente a otras personas que lo están adulando.

Variantes:

«El maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela» (refranero multilingüe, n. d.).

«El maestro de Algodor, que no sabía leer y daba lección» (ibíd.).

«Maestro de atar escobas» (Buitrago, 2007: 432).

17. «¡Mamá!, Periquito me quiere pegar»

Comentario:

Véanse los comentarios dichos para la frase 1, sustituyendo abuela por mamá.

Si se completa con lo señalado en el apartado de variantes, se ha usado como cuento de fórmula de tipo mínimo (ATU5 2271), los cuales van destinados a niños de corta edad que insisten en que se les cuente un cuento, utilizando el adulto estos relatos cortos para frustrar al destinatario (Ortega Madrid, 2012: 84-5, 93).

Variantes:

«[…] ¿Por qué? / Por na. / ¿Por algo será? / Por un pimiento, por un tomate, por una oncita (o taza) de chocolate» (ibíd.: 93).

«Papá, mamá, Pepito me quiere pegar / ¿Por qué? / Por nada. / Por algo será. / Por un pepino, por un tomate, por un poquito de chocolate» (Calvo, Díez, y Estébanez, 1999: 30).

18. «(Pues) Métete en la capa de tu tío»

Comentario:

Estamos ante una expresión burlona que se le dice a quien en un escenario de bajas temperaturas exclama: «¡Tengo frío!».

Luque (2008: 90) indica su uso en situaciones prácticas donde al que tiene frío se le espeta: «¿Tienes frío? Métete en la capa de tu tío».

Por consiguiente, con esta frase hecha se busca la sonrisa de los más pequeños, ya que suele ir dirigida a ellos, así como un cierto conformismo ante una situación en la que seguramente no quede otra que aguantar las inclemencias meteorológicas.

19. «Nío[11] de pájaro judío[12], le quito los huevos y me cago en el nío»

Comentario:

Hasta no hace muchos años era costumbre habitual, sobre todo entre la chiquillería de las zonas rurales, el coger o robar nidos de diferentes especies de la avifauna salvaje. La intencionalidad a buen seguro varió según épocas, necesidades, costumbres, especies, etc., recolectándose como fuente de alimento, para evitar la reproducción de especies consideradas dañinas, como aves cimbel, por su canto o su plumaje, para cetrería, o simplemente a modo de rito de iniciación para demostrar ante el grupo las cualidades de los muchachos como futuros cazadores. Ejemplo de escenario en el que tenía uso esta frase: un zagal presume de haber encontrado un nido, a lo que se le responde en tono burlesco, o incluso escéptico, la citada retahíla, evitando de este modo el fanfarroneo, y es que, como dijo Feijóo en su Teatro crítico universal, «la prueba era el efecto mismo de la virtud».

Variantes:

«Me he encontrado un nido de burraca, con dos huevos y una estaca» (García, n. d.)[13].

20. «(Sí,) Lágrimas de pobre en la puerta del que algo tiene»

Comentarios:

En el clima semiárido presente en el sureste de la península, las precipitaciones generalmente son irrisorias, siendo en muchas ocasiones un simple chispeo. Así que, cuando alguien exclama «¡ha llovido!» o «¡está lloviendo!», se le responde con sorna la fórmula fraseológica señalada. Con la metáfora de que las lágrimas son la lluvia de los menesterosos, da a entender que esta será mayor que la que cae del cielo.

21. «Las que no han dado están al caer»

Comentarios:

Respuesta usada cuando alguien insiste de forma reiterada en preguntar la hora o cuando demanda saber la hora en un momento inoportuno. Ejemplo: le estás contando a tu mejor amigo un problema que te atenaza, y este te corta instándote a que le digas la hora.

Dos de los diccionarios sobre el habla de Cartagena recogen este dicho: Serrano Botella (1986: 175) lo define como «respuesta jocosa cuando alguien pregunta la hora», y Martínez de Ojeda (2006: 132) señala explícitamente que «es la respuesta que se daba a la pregunta ¿qué hora es?».

Variantes:

«La misma de ayer a estas horas, ya dieron las todas» (Fernán Caballero, 1912: 309)[14].

22. «Pan, pijo y habas»

Comentarios:

Estamos ante una retahíla, generalmente destinada a los niños y usada cuando de forma reiterada se insiste en preguntar «¿qué hay de comer?» o «¿qué vamos a comer?».

En los ya referidos diccionarios sobre el habla cartagenera, leemos de Serrano Botella (1986: 230) que es «una contestación jocosa y burda ante la pregunta ¿qué hay de comer?»; por el contrario, Martínez de Ojeda (2006: 164) va más allá en la explicación y, además, añade que «se dice esta expresión cuando a alguien no le gusta la comida», poniendo como ejemplo «como no te comas esto te vas a comer pan, pijo y habas». Serrano Sánchez y Serrano Várez (2007: 123) también van en esta dirección, y subrayan que «es la respuesta para la pregunta ¿qué hay para comer hoy?», e indican «que da igual lo que haya, porque no hay otra cosa y hay que comérselo sin protestar».

Sánchez y Martínez (1999: 545) indican que es una expresión de Cartagena que significa miseria, y como segunda acepción citan borrufalla (DLE: ‘cosa de poca sustancia, valor o entidad’). Y es que el origen de este dicho posiblemente venga de que, en tiempos de penuria, lo único (y con suerte) que había para comer era pan con habas. Valverde Álvarez, citado por Sánchez y Martínez (2002: 406), decía de esta expresión denotaba pobreza y estrechez en la comida, y «al que pregunte ¿qué hay de comer? se le dirá “¡pan, pijo y habas!” para darle a entender que hay más bien poco o que sólo hay pan y habas».

Ruiz (2007: 478) abre el abanico de usos al sostener que es una «contestación a preguntas impertinentes sobre lo que hay o no hay»; por otro lado, menciona que dicha expresión equivale a «excusas inadmisibles» (ibíd.: 516).

Citaré como ejemplo real de uso en contextos extraculinarios una noticia publicada en el diario La Verdad el 25 de enero de 2013: «El presidente del Gobierno murciano, Ramón Luis Valcárcel, recurrió a una expresión de la huerta murciana para referirse a la declaración de soberanía aprobada por el Parlamento catalán: “Eso es pan, pijo y habas”».

Variantes:

«Guiños y mojiganga» (Serrano Botella, 1986: 155)[15].

«Arroz y gallo muerto / Comida / Canguingos y patas de peces» (Luque, 2008: 100-1)[16].

«Lentejas, si quieres las tomas y, si no, las dejas».

23. «Perico Pericales, que se caga en los bancales y les echa la culpa a los zagales»[17]

Comentarios:

Se puede hacer extrapolable a la primera de las explicaciones vista en la frase 12, obviamente cambiando Juan por Pedro (Perico es uno de los nombres hipocorísticos de Pedro) y obsceno por escatológico. Igualmente, se usaba tal expresión cuando se descubría a alguien evacuando al aire libre.

24. «Perico pelao[18], que tan bautizao con agua y meaos»

Comentarios:

Burla entre niños dirigida a quien se practicaba un corte de pelo muy corto. Solía asociarse a alguna que otra colleja o la conocida como carretilla del piojo (pasar la mano desde la nuca hasta la coronilla de forma rápida y a contrapelo). Se buscaba la risa (del grupo, que no del acosado) por medio de su rima, de su componente escatológico y de la escenificación descrita.

Variantes:

«El que se pela se estrena, y por la noche no cena» (véase frase 11).

25. «(Las) Plumas en el bigote»

Comentarios:

Equivalentes a los indicados en la frase 10.

Procede de un relato popular en el que un fanfarrón dice haber comido arroz con pollo (comida de gente pudiente), cuando en realidad han sido gachas (alimento de pobres), siendo los restos que han quedado pegados en su mostacho los que lo delatan.

26. «¡Por la leche, Nicolás!»

Comentarios:

Expresión recogida por Serrano Botella (1986: 176), Martínez de Ojeda (2006: 132) y Ruiz (2007: 367), dándole el significado de contestación que indica negativa rotunda. No obstante, yo añadiría otro uso a modo de coletilla en situaciones donde se hable con ironía, como, por ejemplo, cuando alguien está poco acertado haciendo algo y se le recrimina irónicamente: «¡Anda que estás fino hoy, por la leche, Nicolás!». En este caso sería equivalente a otras coletillas más conocidas como «¡por narices!» o «¡por cojones!».

La primera de las variantes que se aporta a continuación podría ser la llave que nos indique el origen de esta expresión. Como se puede ver en la citada coplilla, cuando el padre le dice «por la leche, Nicolás», le está negando la idea de deshacerse del animal, y de ahí el uso actual.

Variantes:

«Nicolás tenía una cabra / y la quería matar / y su padre le decía / por la leche, Nicolás, / por la leche, Nicolás» (Nieto, 2004: 183)[19].

«Nicolás tenía una cabra y no la sabía ordeñar, y su madre le decía: por el tete[20] Nicolás».

«¡Y una leche, Nicolás!» (Ruiz, 2007: 367).

27. «Que no hay pan en la capasa»[21]

Comentarios:

Serrano Botella (1986: 70) nos dice que es la «contestación burlona a la pregunta: ¿qué pasa?».

De esta frase podemos entresacar que, además de buscar la rima fácil, y ser una réplica de tinte chulesco, rezuman de ella aires de carestía de tiempos pretéritos, donde v. gr. el semblante afligido de una madre ante la falta de viandas pudo generar la referida expresión ante la pregunta «¿qué pasa?».

Variantes:

«No pasa nada, y si pasa, se le saluda»[22].

«Un burro por tu casa» (a lo que se puede replicar: «Por la mía pasa y por la tuya caga»)[23].

28. «(La) Señorita del piopío, muertecita de hambre y heladita de frío»

Comentarios:

Esta frase va dirigida generalmente hacia las mocitas adolescentes que por su aspecto o comportamiento aparentan una mayor edad o madurez. Así que cuando alguien se refiere a una de estas jóvenes diciéndole «¡qué mayor que estás!» o «¡estás hecha una mujercica!», alguno de los presentes puede apostillar con tono irónico citando la expresión fraseológica indicada.

Ruiz (2007: 523) señala para la voz piopío que es el deseo vehemente de algo. Por tanto, esta frase pretendía frenar los deseos de abandonar el hogar o de emanciparse. Anuncia, cual oráculo, lo que le pasaba a aquellas jóvenes que obraban de forma irreflexiva, dejándose llevar por sus impulsos, quizás escapando de casa o «yéndose con el novio»[24]: se verían malviviendo, desamparadas o maltrechas.

Variantes:

«Las señoritas del piopío, muertas de hambre y helás de frío» (Ruiz, 2007: 523).

29. «Trabajar en el alambre[25] (o en la fábrica del té: acuesta-te y levanta-te)»

Comentarios:

Se dice de aquellas personas sin oficio ni beneficio, buscavidas u holgazanes. Ejemplo refiriéndose a un haragán: cuando alguien, que no lo conoce bien o que quiere tapar sus vergüenzas, afirma que fulano está trabajando, se le espeta de forma socarrona: «Sí, trabaja en el alambre» o «Sí, trabaja en la fábrica del té».

La recopilación de términos y expresiones vernáculas de Villafranca de los Caballeros presente en El chelero ilustrado en mil palabras (2009: 161) también recoge el dicho de «trabajar en el alambre», apuntando que se refiere a «no tener trabajo ni oficio fijo o no ser esté muy bueno o bien remunerado».

Variantes:

«Trabajar como un negro» (Buitrago, 2007: 751)[26].

30. «¿Te aclaras, o te enciendo un misto?»[27]

Comentarios:

Estamos ante una expresión utilizada en situaciones donde un observador aprecia que otra persona es incapaz de realizar una actividad que, a priori, no entraña dificultad alguna. Ejemplo: alguien quiere abrir una puerta y no consigue meter ninguna de las llaves; el acompañante, conocedor de la llave adecuada, le espeta lo indicado con ciertos aires de superioridad o incluso de enfado.

Los mistos, o mixtos, son las cerillas; por tanto, se juega con el significado de la palabra aclarar, ya que entre sus acepciones figura la de ‘desliar’ y la de ‘dar luz’.

«Una mancha de huevo… ¡Toma borrego!».

Comentarios:

Se usa a modo de chanza para burlarse de algún despistado. Al decirle que lleva una mancha en la ropa (que no necesariamente debe ser verdad), agachará la cabeza para mirar, aprovechando ese momento para rematar con la citada exclamación y, normalmente también, con un cachete en la cara o en la nuca.

Nótese que la palabra borrego no se usa aleatoriamente, sino por la segunda acepción que recoge el DLE: ‘persona que se somete gregaria o dócilmente a la voluntad ajena’.

32. «Ves menos que un pescao por el culo» (o que Pepe Leches[28])

Comentarios:

Comparativa para quien tiene la visión mermada. Puede ser dicho por el mismo afectado o por otra persona. En ese caso, suele llevar un matiz importante de burla.

33. «¡Viva Cartagena!»[29]

Comentarios:

Se trata de una frase hecha usada para destacar el éxito alcanzado por alguien mediocre o para señalar comportamientos descuidados, pero admitidos como válidos por parte de quien los hace (ser un vivalavirgen).

Miscelánea

Durante la realización del trabajo han aparecido otras muchas referencias sin matices burlescos y que, por tanto, no cumplían las premisas descritas en el estudio. No obstante, considero que al menos algunas de ellas merecen un hueco en él, aunque sea en este cajón de sastre a modo de esbozo de diccionario fraseológico, ya que su escaso uso las hace susceptibles de desaparecer del recuerdo colectivo de la sociedad para siempre.

  1. «Alábate pollo, que mañana te matan». Se le dice a quien gusta de presumir de éxitos irrelevantes o efímeros.
  2. «A la vieja y al bancal, lo que se le pueda sacar». Refrán que insta a aprovechar un recurso al máximo.
  3. «A lo tío Diego». Hacer algo de forma despreocupada, sin complicarse.
  4. «(Tener) Arrancás de caballo y parás de burro». Para el que es muy impetuoso, pero desiste pronto.
  5. «Buen provecho, hermano (primo), pero otra vez no seas tan marrano (cochino)». Dirigido hacia quien eructa en público sin disimulo alguno.
  6. «Buena boda sin la tía Juana». Se dice a quien está metido en todos los fregados.
  7. «(Se) Buscará su Madre de Dios». Arreglárselas uno solo.
  8. «Cagar las plumas». Se dice a quien vive un momento dulce y se le avisa de que todo puede cambiar próximamente.
  9. «Carrete (o carretera y manta)». Generalmente se usa para sugerir, de malas maneras, a alguien que se marche; también puede decirlo uno de sí mismo, para indicar que marchó rápido de algún lugar.
  10. «Comer por haber comío, no hay na perdío». Indica que es prioritario comer, independientemente de la hora del día o de cuáles sean los alimentos.
  11. «Con el tiempo y una caña, hasta las verdes caen». Todo llega, hay que ser paciente.
  12. «Cornudo y apaleado». Cuando, «además de puta, pones la cama».
  13. «Cuando seas padre, comerás huevos». Expresión que denota que hay un tiempo para cada cosa.
  14. «Cuando tu novio te bese, no te acerques al balcón, que el amor es ciego, pero los vecinos no». Paremia que nos insta a ser discretos para evitar habladurías.
  15. «Dale, Perico, al torno». Para quien insiste de forma machacona sobre algún asunto.
  16. «Días de mucho, vísperas de na». Se avisa de que la abundancia de hoy puede ser escasez mañana.
  17. «El burrico delante pa que no se espante». Se le dice a quien siempre gusta ir primero.
  18. «El que se enfada tres males tiene: ni come, ni bebe, ni amigos tiene». Se dice a quien se molesta por una nimiedad.
  19. «El tambor también es tropa». Insta a no excluir a nadie, aunque su papel sea de escasa relevancia.
  20. «El tonto el puto». Dicho de quien «las mata callando».
  21. «En la mano tuviste la cavernera, tú tuviste la culpa que se te fuera». Dicho a quien ha perdido una oportunidad por su dejadez o desidia.

N. del A.: Cavernera es un vernáculo de jilguero.

  1. «En la pipa to arde». Similar a «Todo lo que nada, corre o vuela a la cazuela».
  2. «Es una marranería, pero descansa la caballería». Gracia dicha por el que eructa en público.
  3. «Estar como el tío Miñarro, que no veía mujer fea ni vino amargo». Dicho de alguien que no atranca en nada, todo le gusta, le sirve o le vale.
  4. «Estar como el sastre del Hornillo, que cosía de balde y ponía el hilo». Alude a quien hace algo sin obtener beneficios e incluso le genera un perjuicio económico.

N. del A.: Hornillo podría hacer referencia a un topónimo de Níjar (Almería).

  1. «Estar como el que se cayó de culo y se rompió la nariz». Dicho a quien le pasan cosas imposibles o inverosímiles.
  2. «Estar como el que se tragó el cazo con rabo y to». Cuando te sorprendes mucho debido a un hecho ilógico o improbable.
  3. «Estar como la sarandilla de la vieja, que unos la toman y otros la dejan». Cuando alguien está continuamente haciendo favores, recados o dejando cosas prestadas.

N. del A.: Saranda o zaranda es equivalente a criba o cedazo.

  1. «Estar como mierda y meaos». Para quienes son inseparables.
  2. «Estar en el plato y en las tajás». Similar a «Estar en misa y repicando».
  3. «Falla más que una escopeta de caña». Para el que se equivoca de forma reiterada, o para la cosa que habitualmente no funciona.
  4. «Hablar con papel sellao». Hablar con precaución para no ofender a nadie. Hoy día sería equivalente a «ser políticamente correcto».
  5. «Hacer ojicos». Dícese de aquel animal de engorde que ya es susceptible de ser comido por haber alcanzado un peso óptimo para su sacrificio.
  6. «Hoy puta, mañana comadre». Se dice de los que unos días están de buenas, y son más amigos que cochinos, mientras que otros, están de punta y no se pueden ni ver.
  7. «¡(Y una) Jeringa!». Interjección que denota desaprobación. Similar a «¡y una leche!», «¡y unos cojones!», «¡pa tres cosas y media!», «¡contra!», «¡contre!», etc.
  8. «Lo mucho amansa y lo poco espanta». Indica que las dificultades forjan una voluntad sobria, mientras que las nimiedades te hacen un pusilánime.
  9. «Lo que dure, dure, como cuchara de pan». Prioriza en vivir el momento.
  10. «Lo primero y principal es oír misa y almorzar». Dicho para priorizar ante varias actividades alternativas.
  11. «Los cabreaos, al muelle». Dirigido hacia el que se enfada o se muestra irritable.
  12. «Llorar por un ojo». Denota conformidad frente a un contratiempo. «Mejor llorar por un ojo, que llorar a moco suelto».
  13. «Mala cama tiene el perro». Se dice cuando las cosas pintan mal.
  14. «Me cago (cache) en los menguis». Locución verbal que expresa contrariedad o sorpresa. Similar a «me cago en la leche», «en diez», «en Dios», «en to», «en la mar salá», «en el demonio puñetero», «en la madre que parió a Panete», «en la hora que nací», «en los mistos de trueno», etc.

N. del A.: menguis viene de mengue, diablo.

  1. «Me cago y me queda gana». Fórmula usada para evitar soltar improperios de mayor entidad.
  2. «Miseria y compañía». Expresión dicha cuando alguien lleva el ahorro al extremo o hace algo en poca cantidad.
  3. «Muy bueno es mi perrico, pero pan poquico». Recrimina al que habla de boquilla, pero a la hora de la verdad no presta su ayuda.
  4. «No digas sape hasta que pase el último gato». No adelantarse a los acontecimientos.
  5. «No es na lo del ojo, y lo tenía en la mano». Refrán dirigido hacia quien, estando enfermo o teniendo algún problema, le resta importancia en demasía.
  6. «No es lo mismo bajar a llevar palos, que subir a coger brevas». Hace referencia a que hay acciones más placenteras que otras, aun entrañando más esfuerzo.
  7. «No me compares a Dios con los gitanos». Se le dice a quienes comparan cosas totalmente contrapuestas o diferentes.
  8. «No me gustan las cagás de rata en el arroz porque negrean mucho». Fórmula que nos indica que no hay que aparentar lo que no somos.
  9. «No valer ni para taco de escopeta». No servir para nada.
  10. «Parecer un pollo titón». El que va mojado o empapado.

N. del A.: titón o tito hace referencia a un polluelo recién salido del cascarón.

  1. «Pan con pan, comida de tontos». Para el que come mucho pan o mezcla cosas similares.
  2. «(Le) Paren los machos». Tener mucha suerte.
  3. «Pescao seguro, el del cesto». Similar a «Más vale pájaro en mano que ciento volando».
  4. «Que cada perrico se lama su pijico». Similar a «Que cada palo aguante su vela».
  5. «Quedarse enlosao como una tutuvía». Se le dice al que le cae algo encima.

N. del A.: hace referencia a la caza tradicional de un ave, la tutuvía, totovía o cogujada (Galerida cristata). Se colocaba una piedra plana apoyada por un palo junto al nido; cuando el animal entraba y movía el palo, la piedra caía y la mataba o atrapaba.

  1. «Sano sanote, de puro machote». Expresión destinada a quien rebosa lozanía.
  2. «Se arregostó la vieja a los nabos y le salieron caros». Cuando alguien se acostumbra a algo que le puede generar un perjuicio.
  3. «Ser hijo de la polla roja». Para quien, sin serlo, se cree un privilegiado.
  4. «Ser más basto que la paja de habas (que un cerrajón o que un arao. Para quien no es delicado.
  5. «Ser más delicado que el pellejo de una breva». Ser quejica, blandito, tiquismiquis.
  6. «(La) Siesta del borrego». Dormir al medio día, antes de la comida.
  7. «Tener más frío que siete viejas juntas». Cuando se tiene mucho frío.
  8. «Tener más hambre que el perro del tío Alegrías». Igual que «Tener más hambre que el perro de un ciego», es decir, estar hambriento.
  9. «Un palo al candil y todo el mundo a dormir». Se usa para informar a las visitas de que es hora de marcharse y a la familia de acostarse.
  10. «Va a durar más que el culo de un mortero en un bancal». Comparativa con algo imperecedero.

Conclusiones

Este repertorio fraseológico, recogido de la oralidad y fruto de la observación durante toda una vida, nos muestra un legado cultural susceptible de desaparecer. Presenta una idiosincrasia particular dentro del corpus de la fraseología, que radica en su carácter burlesco, su uso en situaciones muy concretas y en la presencia de una pregunta previa[30] en algunas de ellas. Dice Calles y Bermejo de su libro (2005: 9) que, aun incluyendo más de mil referencias, «existen otras tantas que permanecen inéditas en boca de las gentes y esperando en las páginas de los diccionarios»; así que, fruto de este trabajo, posiblemente haya rescatado al menos una decena[31] de ellas (más otras tantas en el apartado de miscelánea) de un más que probable olvido. Queda igualmente patente que la mayoría no son privativas de Cartagena y que actualmente tienen un uso muy restringido o anecdótico en el habla común. Por otro lado, es verosímil pensar que la mayor parte hundan sus raíces en etapas de nuestra historia bastante alejadas del presente; les delatan sus referencias históricas (Napoleón), otros autores que ya las tomaron del pueblo en su momento (Fernán Caballero, y de forma indirecta Cervantes o Covarrubias), así como los múltiples guiños a escenas costumbristas y a elementos etnográficos propios de otras épocas.

Tabla sinóptica de expresiones burlescas

ESCENARIO TIPO

FRASE BURLESCA

REF.

USOS

VARIANTES

·Nieto que reclama atención.

Abuela, ¿dónde te daré que no te duela?

1

·Respuesta jocosa.

·Divertir a los niños.

·Te encuentras con alguien: «¿Cómo estás, amigo?».

Amigo, te guardé un higo; como no viniste/te vi, me lo comí.

2

·Respuesta irónica.

·Divertir a los niños.

·Refrán.

·Amigo, te guardé un higo; pero como no te vi, me lo comí.

·Algo se cae.

·Alguien en el suelo.

Así en la tierra como en el suelo.

3

·Modismo de tono jocoso.

·Del suelo no pasa.

·Una muerte inesperada.

·Mientras se espera.

Bueno estaba y se murió, pues no estaría tan bueno.

4

·Explicación resignada.

·Expresión jocosa.

·Bueno estaba y se murió, y se le quedó la cara como un difunto. Etcétera.

·Niño cabezón.

·Probando ropa.

·Coscorrón desafortunado.

Cabeza gorda, Napoleón, que mataste a un chiquillo de un coscorrón.

5

·Burla (en ocasiones

malintencionada).

·Cabeza gorda, Napoleón, mató un chiquillo de un coscorrón. Etcétera.

·¿Qué haces?

Calderas, ¿no oyes los golpes?

6

·Respuesta irónica.

·Calderos, ¿no oyes los golpes (ruido)?

·Haciendo frío, alguien dice: «¡Qué calor!».

(Sí,) Calor forastera.

7

·Respuesta irónica.

·Al entrar (o al abrir algo) se apremia a cerrar.

¡Cierra, que se va el gato!

8

·Expresión de apremiar.

·Chanza.

·Cierra la puerta, que se escapa el gato.

·Cierra la puerta, no se vaya a colar algún tonto. Etcétera.

·¿De qué te disfrazarás?

·Situaciones de pobreza.

De manojillo, desnudo y con las manos en los bolsillos.

9

·Respuesta burlona.

·Chanza.

·Miseria, pobreza…

·Con una mano delante y otra/una detrás.

·Intuyes un dato y te preguntan cómo lo sabes.

Del color de la cara tienes el culo, aunque no te lo he visto me lo figuro.

10

·Respuesta irónica.

·Copla popular.

·Refrán.

·Dime con quién andas y te diré quién eres.

·Burla ante un corte de pelo reciente y corto.

El que se pela, se estrena y por la noche no cena.

11

·Burla entre niños y no tan niños.

·Perico pelao, que t’an bautizao con agua y meaos.

·Niño llamado Juan o Juana (o Mateo).

·Alguien visto sin ropa interior.

Juaneo, el culo te veo (si no te lo tapas, te lo agujereo).

12

·Expresión jocosa para divertir o chinchar a los niños.

·Frase de aviso.

·Mateo, Mateo, el culo te veo; si no te lo tapas, te lo agujereo. Etcétera.

·Véase nota 8.

·Costurera (u otro oficio) inexperta.

La hebra de marimoco, que cosió un camisón y le sobró pa otro.

13

·Expresión burlona.

·Algo excesivo o desproporcionado.

·La hebra de marimoco, que cosió siete camisas y todavía le sobró un poco.

·Alguien leyendo o estudiando.

Leo, leo, cuanto más leo más tonto me queo.

14

·Expresión burlona o incluso sarcástica.

·Cuanto más vivo, más aprendo. ·Cuanto más aprendo, más me doy cuenta de lo poco que sé.

·Perezoso que lo niega.

·Paremia moral que alecciona al ocioso.

(La) Madrugá del tío Conejero, que le daba el sol el culo y decía que era el lucero.

15

·Expresión burlona.

·Refrán.

·Madrugás del bueno de Juan Romero, que al darle el sol en los güevos va y dice que es el lucero. Etcétera.

·Dirigido hacia un fanfarrón que presume de erudito.

·Rebajar expectativas puestas en uno mismo.

(El) Maestro (tío) Liendre, que de na sabe y de to entiende.

16

·Comentario irónico.

·Refrán.

·El maestro Ciruela, que no sabía leer y puso escuela.

·El maestro de Algodor, que no sabía leer y daba lección.

·Hijo que reclama atención.

¡Mamá!, Periquito me quiere pegar.

17

·Respuesta jocosa.

·Cuento de fórmula.

·Canción infantil.

·[…] ¿Por qué? / Por ná. / ¿Por algo será? / Por un pimiento, por un tomate, por una oncita de chocolate.

·Haciendo frío, alguien dice: «¡Qué frío!».

(Pues) Métete en la capa de tu tío.

18

·Respuesta burlona.

·Divertir a los niños.

·Alguien dice haber encontrado un nido.

Nío, de pájaro judío, le quito los huevos y me cago en el nío.

19

·Respuesta burlona/escéptica.

·Divertir a los niños.

·Me he encontrado un nido de burraca, con dos huevos y una estaca.

·Ante unas lluvias escasas, alguien dice: «¡Ha llovido!».

(Sí,) Lágrimas de pobre en la puerta del que algo tiene.

20

·Expresión irónica.

·¿Qué hora es?

Las que no han dado, están al caer.

21

·Respuesta burlona.

·La misma de ayer a estas horas, ya dieron las todas.

·¿Qué hay de comer?

·Situaciones de pobreza.

Pan, pijo y habas.

22

·Respuesta burlona.

·Miseria, borrufalla, excusas inadmisibles.

·Guiños y mojiganga.

·Lentejas, si quieres las tomas y, si no, las dejas. Etcétera.

·Niño llamado Pedro.

·Alguien visto evacuando al aire libre.

Perico Pericales, que se caga en los bancales y le echa la culpa a los zagales.

23

·Expresión jocosa para divertir o chinchar a los niños.

·Frase de aviso.

·Burla ante un corte de pelo reciente y muy corto.

Perico pelao, que t’an bautizao con agua y meaos.

24

·Burla entre niños.

·El que se pela, se estrena, y por la noche no cena.

Intuyes un dato y te preguntan cómo lo sabes.

(Las) Plumas en el bigote.

25

·Respuesta irónica.

·Parte de un cuento popular.

·Coletilla cuando se habla irónicamente.

¡Por la leche, Nicolás!

26

·Coletilla de expresiones irónicas.

·Copla infantil.

·Respuesta negativa.

·Y una leche, Nicolás.

·Nicolás tenía una cabra y la quería matar, y su padre…

·¿Qué pasa?

Que no hay pan en la capaza.

27

·Respuesta burlona.

·Divertir a los niños.

·No pasa nada, y si pasa, se le saluda.

·Un burro por tu casa…

·Refiriéndose a una adolescente: «¡Estás hecha una mujercita!».

(Sí, la) Señorita del piopío, muertecita de hambre y heladita de frío.

28

·Expresión irónica.

·Frenar las ansias de emancipación.

·Las señoritas del piopío, muertas de hambre y helás de frío.

·Refiriéndose a un haragán.

Trabajar en el alambre (o en la fábrica del té).

29

·Expresión irónica.

·Trabajar en la fábrica del té (o en el alambre).

·Situación trivial: alguien no sabe.

¿Te aclaras, o te enciendo un misto?

30

·Expresión burlona que denota enfado.

·Un lelo o un despistado.

Una mancha de huevo… ¡Toma borrego!

31

·Chanza.

·Visión mermada.

Ves menos que un pescao por el culo (o que Pepe Leches).

32

·Comparación que implica burla.

·Ves menos que Pepe Leches (o que un pescao por el culo).

·Destacar mediocridad.

·Ser un vivalavirgen.

¡Viva Cartagena!

33

·Expresión irónica.





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NOTAS

[1] Aportado por D. Manuel Miñano Tribaldos, de 67 años, natural de La Alberca de Záncara (Cuenca).

[2] Rakotojoelimaria (2004: 80-1) apunta que se trata de una paremia jocosa o irónica clasificada como «wellerismo, constituido por una frase impersonal y un comentario puesto en boca de un sujeto indeterminado». Orero (1997: 460), en un estudio sobre el wellerismo, señala que el efecto que se crea es una ridiculización de la sabiduría popular presente en la primera parte de la frase, creándose una denuncia o crítica al generarse una situación humorística. Igualmente, citando a otros autores, indica que el origen del wellerismo se remonta a los clásicos griegos y latinos, e incluso a época sumeria.

[3] El nombrar a este personaje histórico a modo de escarnio, hace que podamos fechar esta frase en las postrimerías de la Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1814).

[4] Estrofa de una jota corrida del repertorio de la Ronda de Montilleja (Albacete).

[5] ATU: acrónico del sistema internacional para clasificar el cuento folclórico.

[6] Este refrán, de uso muy común y que va en similar línea que el estudiado, ya aparecía en el capítulo X de la segunda parte de El Quijote (1615): «Dime con quién andas, decirte he quién eres».

[7] Sobre el nombre de Juan (y posiblemente pase lo mismo con el de Pedro), apunta Martínez Kleiser (1995: xxiii) que «la tendencia innata del pueblo a valerse de metáforas para condensar sus ideas le llevó a convertir en símbolos algunos nombres propios, amparados en graciosas aliteraciones o rebuscadas concordancias de conceptos. Juan, como nombre vulgar y extendido, es la representación del pueblo […]».

[8]Otras expresiones similares, para zaherir o divertir según contexto, destinadas a niños con nombres concretos serían:

— «Antonio Pitonio, mató a su mujer, la hizo morcillas y la puso a vender» (facilitada por Marta Hernández Montalbán, de 52 años y natural de Cartagena).

— «Hoy es domingo de Pipiripingo, se casa Domingo con un gorrión que atranca las puertas con un cañamón / con una gitana que tiene las tetas como una campana». Estas dos versiones son aportadas por la misma informante citada en la primera retahíla y, según ella, usadas cuando el niño preguntaba qué día era.

— «Bartolo tiene una flauta con un agujero solo».

— «Mariana, la marrana, se levanta a las diez de la mañana».

— Pedro: véase frase 23.

— «Vicente, el del huevo en la frente / se da con el pijo en la frente».

[9] Teniendo en consideración este dato, podríamos estar ante una forma ingeniosa de llamar pícaro o pillo a alguien de una forma encubierta. Existe un tipo de cuento folclórico, catalogado como 921L, donde sucede una escena similar (escoja —del verbo escoger—, por es coja —de cojear—).

[10] Como curiosidad, decir que de liendre, además de la acepción conocida por todos, figura en el Tesoro de lengua castellana o española de Sebastián de Covarrubias (1611: 524) lo siguiente: «Al que es mui ruincillo y agudo, para exagerar su bachillería antes de tiempo, solemos decir, Tamaño como vna liendre». Por tanto, no es descabellado pensar que nuestro refrán del maestro Liendre tenga un origen relacionado con lo aquí citado, ya que lo dicho por Covarrubias va dirigido hacia personas de malas costumbres y procedimientos con locuacidad impertinente.

[11]En el dialecto murciano, debido a la eliminación a nivel fonético de la /d/ intervocálica, la palabra nido se pronuncia nío.

[12] El pájaro judío, judía o paloma judía, es el nombre vernáculo con el que se conoce en el levante a la avefría (Vanellus vanellus). Es un ave de hábitos terrestres, invernante y que nidifica en el suelo (aunque de forma excepcional por estas latitudes). Por tanto, encontrar un nido de esta especie debió de ser algo más que improbable; además, el tradicional sentimiento de animadversión hacia la población hebrea a buen seguro pudo generar el hecho, aunque fuera en sentido figurado, de defecar en la propiedad de un judío. Su nombre común podría provenir de las vocalizaciones que emite o del característico penacho de plumas que la asemeja al de un contable judío.

[13]Burraca = urraca (ave) / Dos huevos y una estaca = atributos masculinos.

[14] En la misma línea argumental, esta autora recogió otra frase que alude, en este caso, a preguntar por una fecha, en lugar de por la hora:

— «¿A cómo estamos del mes?».

— «¿A cómo estábamos ayer, y te lo diré?».

[15] Apunta que es la «contestación jocosa a la pregunta: ¿Qué hay de comer?».

[16] Indica que son respuestas frustrantes o absurdas a preguntas cansinas como: ¿qué vamos a comer? o ¿qué hay de comer?

Referente a canguingos y patas de peces, cfr. Calles y Bermejo (2005: 194).

[17] Nótese el doble sentido de la palabra perico (el DLE la hace sinónima de orinal), así como la posible metáfora referente a vaciar el orinal en el terreno adyacente a las casas de campo y cagarse en el bancal.

[18] Como curiosidad, decir que el Perico Pelao es una marcha típica de la Semana Santa cartagenera.

[19] Copla popular para entretener a los niños. Me aventuro a decir que posiblemente proceda de algún relato popular más elaborado del que solo persista este retazo.

[20] Eufemismo de pezón (o teta). Frase aportada por Pepita Madrid Torres, de 60 años, natural de la Torre de Nicolás Pérez (Cartagena).

[21] Debido al característico seseo del habla de Cartagena, la z de capaza es sustituida por una s. La capaza es un recipiente, tipo cesta, fabricado generalmente con mimbre, caña o esparto, y utilizado tradicionalmente para contener alimentos, entre ellos el pan o los rollos. Así dice una conocida tercerilla usada como estribillo en las coplas de aguinaldo: «Debajo la cama está, la capaza de los rollos, y no la quieren sacar».

[22] Expresión de uso común en la actualidad, hasta el extremo de que incluso da título a un libro escrito por Raquel Martos y publicado en 2012 por Ed. Espasa.

[23] Aportado por Andrés García León, 35 años, natural de Cartagena.

[24] El irse con el novio o llevarse a la novia (el rapto de la novia) era una tradición fuertemente implantada hasta hace muy pocas décadas. Consistía en la fuga de mutuo acuerdo de la pareja para, normalmente, refugiarse en el domicilio de los padres del novio, y conllevaba echarse las bendiciones (pasar por la vicaría) en breve, normalmente en la sacristía y fuera de horario. Esta conducta solía estar motivada por noviazgos no aprobados por la familia o por coyunturas económicas desfavorables que impedían realizar la celebración de la boda, la compra del ajuar o la adquisición de una casa y sus enseres.

[25] Derry y Williams (2004) señalan que ya en la Edad de Hierro se fabricaba alambre de hierro por el método de la hilera (se creaba una barra que, al pasarla por orificios cada vez de menor tamaño, se conseguía estirar) o que en tiempo de los faraones se hizo mediante la técnica del batido (se hacía una chapa que se cortaba en tiras). Estos procedimientos se mantuvieron vigentes hasta épocas relativamente no muy lejanas, donde la maquinaria hidráulica sustituyó al trabajo manual. Por tanto, el trabajar en el alambre debió de ser un duro oficio, del que hoy día solo perdura esta expresión, que da a entender algo contrario de lo que dice, como burla disimulada.

[26] Variante, tomando el sentido literal, de trabajar mucho y en condiciones muy duras.

[27] Otras expresiones donde aparece la palabra misto serían: hacerse mistos = hacerse carbonato = destrozarse, estar inquieto / ser más malo que los mistos = ser travieso / cagarse en los mistos de trueno = expresión de enfado.

[28] Pepe Leches fue un lechero que, debido a sus problemas visuales, no acertaba a verter correctamente la leche en las cacharras (Serrano Botella, 1986: 241).

[29] Al parecer, la expresión surgió durante un espectáculo de zarzuela en el año 1927. El desafinado tenor evitó los abucheos del público soltando la proclama «¡Viva Cartagena!», de modo que el respetable cambió sus incipientes pitos por desbordantes aplausos. Cfr. Pérez Adán, L.M. (2016, 15 de octubre), «¡Viva Cartagena!», Diario La Verdad. También la recogen Calles y Bermejo (2005: 135) y Buitrago (2007: 172).

[30] Frases 2, 6, 9, 10, 21, 22, 25 y 27.

[31] Frases 7, 9, 12, 14, 19, 20, 24, 25, 30 y 32.


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Fraseología burlesca en el habla de Cartagena

ORTEGA MADRID, Juan

Publicado en el año 2017 en la Revista de Folklore número 420.

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