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D. Pedro González Martínez, Primer Director del Museo de Valladolid

URREA, Jesús

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 33 - sumario >

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Durante la primera mitad del siglo XIX Valladolid no tuvo un destacado ambiente artístico pese a los esfuerzos .de la recién creada Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción (1783). Esta situación respondía a unas circunstancias poco favorables heredadas de los últimos años del siglo anterior y mantenidas durante los primeros años del nuevo siglo, momento en el que desarrollaron su discreta actividad los pintores Diego Pérez Martínez (*1811), Leonardo Araújo, Ramón Canedo (*1801) y su hijo Joaquín (*1805) y el escultor Claudio Cortijo (*1813).

La Guerra de la Independencia y la penosa situación económica que soportó la ciudad en las primeras décadas del siglo XIX redujeron todavía más las condiciones necesarias para que el arte tuviese un medio apropiado y digno. Por ello, durante la primera mitad del siglo, sólo se puede recordar a dos pintores: Pedro González Martínez y Francisco Saco (1809-1862), gracias a los cuales se consiguió cambiar, en la segunda mitad del siglo, el panorama artístico que ellos habían heredado (1).

Sin duda es a Pedro González al que más debe la ciudad. Trabajó incansablemente para rescatar y salvar lo que hoy llamamos nuestro Patrimonio Histórico-Artístico y fue quién más interés demostró para que se creara el Museo de Bellas Artes, redactando además el primer Catálogo de sus fondos. Creemos que por todo esto su figura merece ser recordada precisamente en este año en el que la Academia, "alma mater" del Museo de Valladolid, cumple sus 200 años de existencia y es al mismo tiempo el 50 aniversario del hoy Museo Nacional de Escultura (2).

Nació en Valladolid en 1785 siendo hijo de don Juan de la Cruz González y doña Catalina Martínez (3). Cuando contaba diez años le permitieron iniciar sus estudios de pintura en la Escuela que mantenía la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción en la que sería alumno de los pintores Diego Pérez y Leonardo Araújo (4).

A los 29 años ingresó como individuo de mérito por la Pintura en la citada Corporación, siendo nombrado ese mismo año Teniente-Director de los estudios y alcanzando en 1826 el cargo de Director de Pintura. Al año siguiente, a los 42 años, fue creado Director General de la Academia.

En 1835 la Academia le designó para formar parte de una comisión encargada de recoger los cuadros y demás objetos artísticos procedentes de los conventos suprimidos, figurando en ella en calidad de "Ex Director General y Director de Pintura" (5). Perteneció a esta "Comisión Clasificadora" hasta 1844 y fue su auténtico motor, enfrentándose a la misma institución académica por considerar que pretendía sobrepasar sus atribuciones, actitud que le valió una suspensión por tres años y la incapacitación para desempeñar cualquier comisión, además de la apertura de un expediente por parte del jefe político de la provincia (6).

En 1836 ya tenía redactados los inventarios de pinturas existentes en todos los conventos suprimidos y su celo por salvaguardar las obras le hacía tomar decisiones que se adelantaban incluso a las órdenes dictadas por el ministerio competente.

Sus esfuerzos se culminaron el 4 de octubre de 1842 cuando se inauguró oficialmente el entonces llamado Museo Provincial de Bellas Artes vallisoletano, del que publicó al año siguiente su Catálogo. En 1844 recibió el nombramiento de Director del citado Museo y pasó a ocupar la vicepresidencia de la Comisión Provincial de Monumentos, siendo igualmente reelegido como Director General de la Academia aquel mismo año (7) .

Precisamente en 1928 durante su primer mandato como Director General consiguió que Fernando VII aprobara el uso de uniforme para los académicos de la corporación vallisoletana, consistente en "frac azul turquía con el cuello y vueltas bordadas de oro, pantalón del mismo paño, espada y sombrero con adornos de oro".

De su vida privada sabemos que estuvo casado con doña Irene Soubrié (8), de la que tuvo ocho hijos, y que la familia residió primeramente en la calle de Orates (actual Cánovas del Castillo) y posteriormente en la del Obispo, nº 5 (ahora Fray Luis de León), siendo parroquiano de la iglesia del Salvador. En su casa reunió una importante colección de objetos de arte y ejerció también como restaurador.

El 15 de diciembre de 1849, hallándose enfermo, ordenó su testamento y murió el día 26 de enero de 1850 a consecuencia de una gastroenteritis (9). El cadáver fue sepultado aquel mismo día en su panteón del Cementerio Municipal amortajado con el "uniforme de la Academia de la Purísima Concepción de Nobles Artes", de la que en el momento de fallecer era individuo y Decano.

De su aspecto físico conocemos dos retratos que nos ofrecen la imagen de un carácter bondadoso y decidido. El primero es una pintura al óleo (0,50 x 0,43 m.) que se supone pintado por Valentín Carderera y que fue donado por el retratado a la Academia de Valladolid: "un retrato mio al óleo en trage de uniforme, su tamaño de dos tercias de alto y dos cuartas de ancho" (10). Como Carderera estuvo en nuestra ciudad en 1836 seleccionando obras que se pensaban remitir a Madrid para el Museo Nacional, habrá que suponer que el retrato lo hiciese en esa misma fecha, ya que además don Pedro González aparenta contar aproximadamente unos 50 años; en todo caso como el uso del uniforme estuvo autorizado hasta 1839 se puede dar esta última fecha como tope para su realización.

Mucho más interés, por tratarse de un autorretrato y por haberse considerado perdido durante mucho tiempo, ofrece el que se conserva en la vallisoletana Escuela de Artes y Oficios Artísticos (11). Se sabía que en su testamento don Pedro González había regalado un retrato suyo pintado al pastel que se relacionó primeramente con otro existente en la Academia (12). Posteriormente se corrigió la identificación al ser reconocido el retrato como don Pedro García González, arquitecto vallisoletano que ostentó el cargo de Director General de la Academia (13).

La identificación del retrato de la Escuela de Artes y Oficios no admite dudas, tanto por su parecido físico con el pintado por Carderera como por otros detalles que se desprenden de la cláusula de donación: "un retrato mío al pastel de dos cuartas de alto y media vara de ancho en el que estoy vestido de paisano" (14). Lo curioso es que el cuadro fue regalado por su autor al "museo de esta capital y provincia" y fue entregado por su hijo, Pedro González Soubrié, sucesor de su padre en el cargo de Director del Museo, a la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos el 24 de febrero de 1850 (15).

En el Inventario del Museo redactado en 1851 figuraba con el número 26 en la Sala de Juntas (16) y Martí y Monsó lo catalogó en 1874 colgado en la misma sala del Museo con el número 725 (17).

Probablemente sería el mismo don José Martí y Monsó el responsable de que el retrato, al igual que una serie de dibujos, fuera a parar a la ahora llamada Escuela de Artes y Oficios, que durante mucho tiempo junto con el Museo de Pintura y Escultura, el arqueológico, la Comisión de Monumentos y la Academia fueron una misma Institución, porque sus directivos o profesores eran académicos y tenían auténtica conciencia de servicio a una misma causa, la defensa y difusión del Arte bajo la tutela regia, delegada en la presidencia de la Academia de la Purísima Concepción.

Martí y Monsó seguramente estaría encariñado con el retrato de don Pedro González porque constituía todo un símbolo y por ser, él mismo, su hermano espiritual en la dirección de la Escuela de Bellas Artes, del Museo y de la Academia. Al haber muerto el ilustre historiador y pintor en 1912 no podría corregir la equivocación en la que cayó Agapito y Revilla tres años más tarde cuando, al revisar el Inventario del Museo, comprobó que el retrato no aparecía por ningún lado inclinándose finalmente a sospechar "que el autorretrato al pastel, que no sería gran cosa,... fue sustituido por el retrato hecho por don Valentín Carderera y Solano" (18).

El retrato aparenta contar aproximadamente 40 años de edad y se encuentra vestido de acuerdo con la moda imperante en los tiempos de Fernando VII: camisa de cuello alto, corbata de lazo, chaleco y lo que parece ser paletó, ofreciendo también una cabellera intencionadamente descompuesta, según gustos franceses claramente pre-románticos.

Sobre las cualidades pictóricas de don Pedro González poseemos todavía escasos elementos de juicio para formular una valoración de su arte. Hasta el momento sólo conocemos su autorretrato y el que hizo al arquitecto Pedro García González antes de 1832 (19), en los que demuestra sus dotes como buen dibujante y su conocimiento de la técnica del pastel, que también utilizó para su cuadro del Incendio de Troya que no se ha conservado. Además hizo, al óleo, el retrato de don Juan Baltasar Toledano, obispo que rigió la diócesis vallisoletana (1824-1830), pero el aspecto físico del modelo no permite estimar sus dotes de retratista (20). No obstante, Ossorio y Bernard aseguró que nuestro artista "pintó cuadros originales, copias de los mejores autores, muchísimos retratos y gran número de miniaturas, haciendo continuamente ensayos para grabar al aguafuerte y litografiando".

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* Las fechas límite que ofrecemos de estos artistas se dan aquí por vez primera.

(1) Para el estudio de la pintura en Valladolid durante todo el siglo XIX, cfr. J. C. BRASAS EGIDO: La pintura del siglo XIX en Valladolid, Valladolid, 1982. Sobre la escultura del mismo momento, cfr. J. URREA: La escultura en Valladolid de 1800 a 1936, Valladolid, 1980.

(2) Para su biografía hemos utilizado, salvo que se exprese lo contrario, los datos aportados por C. GONZALEZ GARCIA-VALLADOLID: Datos para la historia biográfica de la ciudad de Valladolid, tomo I, Valladolid, 1893, págs. 605-607; y M. OSSORIO y BERNARD: Galería Biográfica de Artistas Españoles del siglo XIX, Madrid, 1883-1884, págs. 303-304; aprovechados parcialmente por J. C. Brasas en su obra citada.

(3) Ossorio y Bernard señala que nació en 1789; sin embargo cuando el 25 de octubre de 1807, bautiza a su hija María Salomé declara tener 22 años (cf. Archivo General Diocesano, El Salvador, Bautizados, nº , fol. 173 v). Sus padres procedían, respectivamente, de Curiel (Valladolid) y de Molinaseca (León) .

(4) J. Mª CAAMAÑO MARTINEZ: "Datos para la historia de la Real Academia de la Purísima Concepción de Valladolid (1786-1787)", Boletín del Seminario de Arte y arqueología, 1963, pág. 144. Junta Ordinaria del 10-V-1795.

(5) Ya el 3 de mayo de 1815 procedió al reconocimiento de los pasos procesionales en sus respectivas penitenciales, informando a la Academia sobre su estado de conservación (cfr. J. AGAPITO Y REVILLA: Las Cofradías, las Procesiones y los Pasos de Semana Santa en Valladolid, Valladolid, 1925, pág. 112).

(6) J. AGAPITO Y REVILLA: Catálogos del Museo de Bellas Artes de Valladolid, I, Escultura, Valladolid, 1930, págs. 6-16.

(7) El citado catálogo se insertó en el Compendio histórico y descriptivo de Valladolid..., Valladolid, 1843, págs. 45-94. Se le asignó en calidad de director un sueldo anual de 7.000 reales, cfr. J. AGAPITO Y REVILLA, Catálogos, pág. 16.

(8) Su padre era natural de Casaña (Auvernia. Francia) y su madre de Arnedo. Había nacido en 1786. Los hijos se llamaron: María Salomé (1807), Isidoro Agustín (1809), María Loreto (1810), Tomás Eugenio (1812), Pedro Vicente (1819), Eladio Juan Nepomuceno (1821), Laureana Irene (1824) y Mariano José (1827), de los cuales solo cuatro sobrevivieron a sus padres. Doña Irene murió el día 11 de marzo de 1849 a Consecuencia de una "fiebre permanente". (Cfr. A. G. D. El Salvador. Bautizados, nº y Difuntos, nº5, fol. 168).

(9) Archivo Histórico Provincial, Protocolo nº 5753, fols.
170-171. No es correcta la fecha que da C. G. García-Valladolid para su testamento. (A. G. D. El Salvador, Difuntos, nº5, fol. 182 v).

(10) A. H. P. Protocolo 5753, fol. 170. J. J. MARTIN GONZALEZ: Catálogo Monumental de Valladolid. Edificios civiles, Valladolid, 1983, pág. 110. J. C. BRASAS EGIDO: ob. cit., pág. 109.

(11) Agradecemos a D. Sixto Milán Ferrín, actual Director de la citada Escuela las facilidades que nos brindó para su estudio. Mide: 0,46 X 0,35.

(12) J. C. BRASAS EGIDO: ob. cit., pág. 30.

(13) J. C. BRASAS EGIDO: La actividad pictórica en Valladolid durante el siglo XIX, Valladolid, 1982, pág. 12.

(14) A. H. P. Protocolo nº 5753, fol. 170. J. AGAPITO Y REVILLA: "El legado de don Pedro González Martínez, primer Director del Museo", Boletín del Museo Provincial de Bellas Artes, nº 5, 1926, págs. 99-100.

(15) "Cesiones al Museo. Legado de don Pedro González Martínez", B. M. P. B. A., nº 12, 1928, págs. 224-225. Don Pedro González Soubrié murió a los 33 años el día 9 de octubre de 1853 (cfr. A. G. D. El Salvador. Difuntos, nº 6). otorgó testamento unos días antes (cfr. A. H. P. Prot. nº 4098, fol. 126). Su hijo don Luis González Frades llegó a ser Presidente de la Real Academia y su retrato, firmado en 1917 por Luciano Sánchez Santarén, se conserva en la citada Institución.

(16) "Al pastel, un retrato de medio cuerpo con su marco dorado del mencionado Don Pedro González donación hecha por dho. Sr. al Museo. Pintado por él mismo".

(17) "Pedro González. Retrato del autor. Alto 0,45. Ancho 0,32. Pintado al pastel", cfr. J. MARTI y MONSO: Catálogo del Museo de Pintura y Escultura de Valladolid, Valladolid, 1874, pág. 62.

(18) "El legado de don Pedro González Martínez...", pág. 225.

(19) Murió repentinamente el día 5 de abril de 1832 (cfr. A. G. D. Santiago. Difuntos). Testó el día 11 de abril de 1826 (cfr. A. H. P. 4094, fols. 85-88).

(20) J. URREA y E. VALDIVIESO, "Catálogo de pinturas de la Catedral de Valladolid", BSAA, 1970, pág. 169, nº 105. Su firma aparece sobre los cuadros de M. Cocxie y L. Jordán conservados en la citada catedral (cfr. "Catálogo...", nº 1 y 25) en calidad de restaurador.



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D. Pedro González Martínez, Primer Director del Museo de Valladolid

URREA, Jesús

Publicado en el año 1983 en la Revista de Folklore número 33.

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