Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

LAS ULTIMAS FIESTAS DE PRIMAVERA POR EL NORTE DE EXTREMADURA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1996 en la Revista de Folklore número 192 - sumario >

Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

El mes de junio siempre fue en Extremadura sinónimo de siega. Viejos refranes al uso tienen a bien recordarlo: "Junio, la hoz en el puño", "En junio, siega lo verde y más lo maduro"... y como toda faena que se precie, también la siega tiene su remate fiestero, aunque ciertamente, por culpa de la mecanización del agro provinciano y la recesión de la sementera, estas manifestaciones folklóricas cada día se ocultan más en los entresijos del recuerdo y de la añoranza. Para solaz de unos y para regocijo de otros bueno está en poner en presente el toro de los segadores que se desarrolla en los pueblos de la comarca trujillana. A la conclusión de la siega las cuadrillas de operarios entran en sus respectivas localidades armando ensordecedores ruidos. El manigero mediante el toque del cuerno avisa de la llegada, saliendo mujeres y niños a recibir a padres y maridos, que no cesan de interpretar canciones toreras. Seguidamente matan y condimentan algunos animales, regalos de los dueños de las fincas que segaron, alargándose las comidas y los festejos, en los que participan los gañanes y sus familias, durante varios días. Menos jaraneros son los toros de las Tierras del Marquesado. En la última jornada de la recolección los ricos labradores agasajan con comida a sus jornaleros. Más al norte llaman conviti a este ágape que ofrecen los rumbosos dueños, que suelen repetir en la vendimia y en la aceitunería.

Si los festejos anteriores no se ciñen a fecha concreta, ya que todo depende de que junio haya entrado en buena sazón, cosa muy distinta ocurre con las ferias que en los primeros de este mes reaparecen en distintas poblaciones cacereñas. SANTIBANEZ EL BAJO celebra la suya el día uno. En ella hay espacio para las transaciones ganaderas y para el desarrollo de un programa netamente verbenero. Durante los días 3 y 5 TRUJILLO se convierte en escenario de una de sus múltiples "ferias y fiestas" anuales. Un ambiente cada vez más festivo y menos ferial se vive en SERRADILLA los días 5 y 6. Pero con todo, son las Ferias de Junio de PLASENCIA las que gozan de un mayor reconocimiento y prestigio. Se llevan acabo entre los días 8 y 11. El programa de las mismas es amplio y variado. La orientación económica no falla en cada una de las ediciones, como se manifiesta en el concierto mercantil ganadero, en la animación de la lonja, y sobre todo, en las exposiciones que se encuadran en la denominada Feria de Muestras del Norte de Extremadura. Los aspectos culturales, de ocio y deportivos se reflejan en los desfiles de gigantes y cabezudos, las verbenas, los concursos y juegos, el teatro, las manifestaciones folklóricas, los conciertos, las corridas de toros con la presencia de las más importantes figuras a nivel nacional, las pruebas atléticas... A la programación oficial hay que añadir aquella otra que emana de las asociaciones vecinales, así como la de los grupos y gremios, muchos de cuyos actos de estos últimos se centran en las "casetas" que vienen proliferando en torno al recinto ferial.

El calendario festivo-religioso se abre en junio por SANTIBAÑEZ EL ALTO, donde el día 9 se celebra a Los Santitos, que no son otros que los santos Primo y Feliciano, de los que cuenta su hagiografía que fueron decapitados por orden de Diocleciano, no sin antes sufrir grandes tormentos, y a los que las fieras respetaron incluso después de que hubieran sido muertos. Los santibañejos festejan a los santos hermanos a lo largo de varias jornadas. Hay alborada, misa, procesión a la ermita con el tremolar de la bandera, vino para los romeros, chapuzón en la fuente del santuario, juegos infantiles, verbenas y, destacando sobre lo anterior, los tradicionales toros en el recinto del castillo.

San Bernabé, que el día 9 se celebra en ELJAS y en MEMBRIO, donde este apóstol de segundo orden ha tenido ermita dedicada, nos acerca a San Antonio de Padua, uno de los santos más festejados en la provincia. De la enorme consideración en la que se le tiene da cuenta la jocosa coplilla que se escucha por todo el área meridional cacereña:

De los árboles frutales
el mejor es el madroño;
y de los santos del cielo,
el bendito San Antonio.

La popularidad del paduano se debe tanto a las cercanías de estas tierras con la patria originaria de San Antonio, lisboeta de nacimiento, como a su reconocido poder taumatúrgico o milagroso, poder que incide sobremanera en propiciaciones de orden amoroso (ayuda para buscar novio...), localizaciones de animales perdidos y alejamiento del lobo. El nombre de San Antonio forma parte de numerosas oraciones, ensalmos, conjuros y canciones religiosas. La popular composición de "Los pajaritos", que refiere un conocido milagro del santo paduano, sigue escuchándose en las procesiones que en su honor se llevan a cabo el 13 de junio, aunque en algunas localidades del área más norteña, como es el caso de AHIGAL, se entonen durante alguno de los pasacalles nupciales, lo que nada tiene de extraño dado su atribuido carácter casamentero:

Antonio divino y santo,
suplícale a Dios inmenso
que por tu gracia divina
alumbre mi entendimiento,
para que mi lengua
refiera el milagro
que en el huerto obraste
de edad de ocho años.
Desde niño fue criado
con mucho temor de Dios,
de su padre fue estimado
y del mundo admiración.
Fue caritativo
y perseguidor
de todo enemigo
con mucho rigor.
Su padre era un caballero
cristiano, bueno y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
y tenía un huerto
donde recogía
cosechas y frutos
que el tiempo traía.
Una mañana en domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a misa
cosa que nunca olvidaba.
y le dijo: -Antonio,
ven acá, hijo amado,
escucha que tengo
que darte un recado-
Mientras que yo voy a misa
buen cuidado has de tener;
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder:
entran en el huerto,
pican el sembrado.
Por eso te encargo
que tengas cuidado.
Cuando se ausentó su padre
Y a la iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando
Y a los pájaros llamó:
-Venid, pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
Para que yo mejor pueda
cumplir con mi obligación
voy a encerraros a todos
dentro de esta habitación.
Y a los pajaritos
entrar los mandaba,
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.
Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
cuando Antonio los llamó.
Lleno de alegría
San Antonio estaba
y los pajaritos alegres cantaban.
Al ver venir a su padre
luego los mandó callar;
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:
-Dime, hijo amado,
¿qué tal, Antoñito?
¿Has cuidado bien
de los pajaritos?
El hijo le contestó:
-Padre, no tenga cuidado,
que para que no hagan mal
todos los tengo encerrados.
El padre que vio
milagro tan grande
al señor obispo
trató de avisarle.
Acudió el señor obispo
con grande acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas,
puertas a la par,
por si las aves
se querían marchar.
Antonio les dijo:
-Señores, nadie se agravie;
los pájaros no se marchan
hasta que yo no lo mande.
Se puso a la puerta
y les dijo así:
-Vaya, pajaritos,
ya podéis salir.
Salgan cigüeñas con orden,
águilas, grullas y garzas,
gavilanes y avutardas,
lechuzas, mochuelos, grajas;
salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Salga el cuco y el milano,
burlapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, gafarrón y mirlos.
Salgan verderones
y las calderinas
y las cogujadas
y las golondrinas.
Al instante que salieron
todas juntitas se ponen
a escuchar a San Antonio
para ver lo que dispone.
Antonio les dice:
-No entréis en sembrado,
marchaos por los montes
y los ricos prados.
Al tiempo de alzar el vuelo
cantan con dulce alegría
despidiéndose de Antonio
y toda su compañía.
El señor obispo
al ver el milagro
por diversas partes
mandó publicarlo.
Arbol de grandiosidades,
fuente de la caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad.
Antonio divino,
por tu intercesión
todos merezcamos
la eterna mansión.

Si San Antonio fue considerado en la provincia de Cáceres como protector de la ganadería por excelencia, atributo que posiblemente heredó de antiguas divinidades, claro está que el declive pastoril ha relegado su culto considerablemente en las últimas décadas. Así constatamos que de las numerosas fiestas que a él dedicaban los pueblos de la Sierra de Gata, hoy sólo mantiene cierta prestancia la que se desarrolla en CADALSO. Por otro lado se ven lugares en los que ha pasado a quedar integrada en barrios concretos, generalmente en los que se ubica su ermita. Tales son los casos, por citar algunos ejemplos, del barrio del Portal Viejo de CABEZUELA y del barrio de San Antonio de TORREJONCILLO. No faltan aquí la velada, la misa, la procesión alrededor del santuario, el ofertorio y el convite por parte del mayordomo.

Diversas son las localidades hurdanas que programan festejos en honor de San Antonio, si bien en algunas de ellas, como es el caso de NUÑOMORAL, la celebración ha decaído hasta el punto de que se le augura una incierta recuperación. No es ésta la situación de ACEITUNILLA, alquería que siempre ha mantenido los ingredientes fiesteros. En LAS ERIAS los devotos ofrecen al santo las tradicionales orejas del cerdo matancero y en FRAGOSA los danzarines interpretan ante la imagen distintos sones de la tierra. Sabido es que estamos en un día propicio para degustar la rica gastronomía de estos pueblos de Las Hurdes.

Más al sur San Antonio tiene disanto en LA PESGA, AHIGAL, PALOMERO, LA GRANJA, GUIJO DE GALISTEO, ALADEHUELA DE JERTE, EL GORDO, TALAVERUELA, NAVEZUELAS, DELEITOSA, CEDILLO y VILLANUEVA DE LA VERA. En el último de los núcleos cada año reaparecen las antiguas cofradías de mayordomos. La ermita del santo constituye el punto de cita de los habitantes de MORCILLO, puesto que allí acuden a escuchar misa y desde allí se inicia la procesión por las calles del pueblo, en cuyo trayecto los devotos ondean una bandera frente a las andas.

En JERTE se manifiesta de manera especial la devoción que la comarca siente por San Antonio. En su honor se celebra la misa, la procesión, el concurrido ofertorio, en el que no falta el chivo tardión que le donan los cabreros, y las más sorprendentes y variadas diversiones. El ritmo de la fiesta tiene continuidad en el día siguiente, que los jerteños bautizan como el de San Antonio Chico. Junto con La Candelaria, la fiesta de San Antonio, es patronal para los quintos del pueblo, teniendo en ella cabida las rondas, los paseos con el macho engalanado con cintas, globos, esquilas o albahaca y las correspondientes comidas cárnicas. En este día de San Antonio cuelgan del pinchoti, un palo muy ramificado, las distintas ofrendas, generalmente quesos, que hacen los fieles, ofrendas que son subastadas por San Juan. En GUADALUPE, aun perdiendo el ofertorio de animales, se ha recuperado la fiesta del santo paduano, destacando en ella, junto a los actos religiosos, la verbena que se desarrolla en la plaza de los Tres Caños.

Es en JARAIZ DE LA VERA donde la festividad de San Antonio brilla con luz propia, quizás influyendo favorablemente el que la celebración haya pasado a un domingo próximo al día 13. La víspera se trae la imagen desde la ermita de Nuestra Señora del Salobral, puesto que en ella tiene su altar, a la iglesia de San Miguel. Durante la procesión toman especial protagonismo los bailadores de San Antonio. El grupo lo forman un maestro de danza, seis parejas de danzantes y un auxiliar o zurronero popularmente llamado tío Seseras. La misión de este personaje es la de portar las castañuelas y los palos de los bailadores en un canasto que sujeta a las espaldas, sin olvidar su otro cometido de formar el corro en torno a los danzantes, amenazando para ello a los muchachos con unas enormes castañuelas. Estamos ante una auténtica botarga, a la que los más pequeños le canturrean un particular sonsonete:

Tío Seseras,
el borracho,
el que pega
a los muchachos.

Visten los bailadores de San Antonio camisa y zapatillas blancas, pantalón oscuro ceñido con faja larga de color y pañuelo de seda atado a la cabeza a modo de turbante. De la cintura penden, hasta la altura de las rodillas, por ambas caderas otros dos pañuelos de seda de las más variadas cromías. El maestro durante la ejecución de la danza lleva pandereta, mientras que el resto de los bailadores van provistos de los correspondientes palos o castañuelas. El tamborilero y el maestro se encargan de marcar el ritmo de los bailes.

A lo largo de toda la víspera los bailadores han recorrido el pueblo interpretando sus singulares danzas, en lo que puede considerarse un ensayo de la procesión vespertina. La actuación del grupo concluye en la plaza Mayor, donde ejecutan el baile del cordón a los pies del santo. Consiste el mismo en trenzar sobre un mástil vertical las cintas que cuelgan de la parte más elevada de éste, girando en distintos sentidos los bailadores que se alternan. Tras este paso, el tamborilero vuelve a tocar para que los danzantes se muevan a la contra hasta deshacer el trenzado. Es lo que los jaraiceños conocen por tejer y destejer el cordón.

Vuelven las danzas el día de la fiesta. Una de ellas es ejecutada, dentro de la iglesia, en el momento de la consagración. En la procesión los bailadores, que marchan en doble fila, caminan acompasados por el repicoteo de sus castañuelas. Cuando, de trecho en trecho, el desfile se detiene, se procede a realizar una alegre danza de paloteo. También en esta oportunidad ejecutan en la plaza Mayor el baile del cordón. Esta misma tarde es devuelta a su ermita la imagen de San Antonio, volviendo en el camino a tomar carta de naturaleza la danza de los palos. A los actos religiosos de estas fechas hay que unir los calificados de profanos, unos y otros promovidos por la Hermandad de San Antonio de Padua. Estos cofrades no echan en saco roto la comida comunitaria en tal fecha ni dejan para más tarde la elección del que ejercerá la función de mayordomo el año venidero. En el orden económico, ya que de ello se sustenta el culto al santo, hay que apuntar la tradicional rifa de un cordero mediante un sistema de papeletas que distribuyen los danzantes y la venta de rosquillas. Otra vertiente mercantilista es la que viene marcada por la feria que en el día 13 celebran los jaraiceños.

Próximo en el tiempo, también HOYOS tiene sus ferias los días 15 y 16, significándose como una de las más concurridas de cuantas tienen lugar en la Sierra de Gata. En estas mismas jornadas, aunque añadiéndoseles algunas otras a tenor de su ubicación en el almanaque, se llevan a cabo las de MALPARTIDA DE PLASENCIA, que acogen un sinfín de actos culturales y festivos: pregón, verbenas, deportes, exposiciones diversas, concursos de albañilería, manifestaciones folklóricas...

Dos enigmáticos santos, Julita y Quirico o Quirce, son objeto de veneración, el día 16, en VILLANUEVA DE LA SIERRA. La hagiografía nos dice que ambos sufrieron martirio a manos del prefecto Alejandro hacia el año 230. Ella, matrona romana, antes de la obligada decapitación, fue azotada con vergajos hechos con nervios de toros, desollada viva e introducida en una caldera llena de pez hirviendo. Su hijo Quirico, de sólo tres años, murió estrellado contra el suelo en presencia de Julita, al lanzarlo el mismo prefecto cuando con una milagrosa labia voceaba sus creencias cristianas. Los villanovenses les honran con procesión y misa, de la que forma parte consustancial el elocuente sermón de algún cura foráneo que trata de emular la plática del niño Quirico y de ensalzar las virtudes de estos primitivos santos. Y, lógicamente, la celebración religiosa se arropa con una amalgama de festejos lúdicos y recreativos que atraen a los paisanos ausentes y posibilita la concurrencia de la juventud de las poblaciones cercanas.

El domingo más próximo al 18 TORRECILLA DE LOS ANGELES festeja a los hermanos y mártires romanos San Marcos y San Marcelino. Los Santitos, como son conocidos popularmente por los torrecillanos, cuentan con una romería, instituída en 1988, a los parajes de Torongo, punto de la sierra desde el que se divisa una impresionante panorámica y donde el citado año se construyera una ermita. Al amanecer el tamborilero da una particular alborada. Sobre las diez se inicia la procesión desde la parroquia para trasladar a Los Santitos al santuario. Al término de la misa el ayuntamiento invita a los asistentes a vino y aperitivos, tras lo cual las gentes se reúnen en grupos por los aledaños para dar cuenta de la comida, no sin antes haber procedido al tradicional chapuzón en la piscina. La fiesta termina, ya en el pueblo, con una verbena en la plaza.

Durante el 20 y el 21 en MONTEHERMOSO se viven las denominadas Ferias de Junio. A la cada vez más escasa animación del mercado ganadero la vienen a contrarrestar en cierta manera las atracciones que se montan en el ferial y un par de verbenas que tienen por marco la plaza Mayor.



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede descargarse el artículo completo en formato PDF.

Revista de Folklore número 192 en formato PDF >


LAS ULTIMAS FIESTAS DE PRIMAVERA POR EL NORTE DE EXTREMADURA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1996 en la Revista de Folklore número 192.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz