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LA FIESTA DEL REINADO DE NAVIDAD EN ALGUNOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE BURGOS

VALDIVIELSO ARCE, Jaime L.

Publicado en el año 1994 en la Revista de Folklore número 157 - sumario >

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En algunos pueblos de la provincia de Burgos de la zona llamada de la Sierra existió en otros tiempos, no muy lejanos, la costumbre hoy desaparecida totalmente, de celebrar «El reinado» de Navidad.

Consta que en Hacinas y en otras localidades como Villanueva de Carazo y Barbadillo del Mercado existió la costumbre que vamos a reseñar. Tenemos primeramente el testimonio de Federico Olmeda, que en su libro «Folklore de Castilla o Cancionero Popular Burgalés» (1) nos explica la fiesta textualmente:

«En Villanueva de Carazo, entre otros pueblos, hay la costumbre inmemorial de establecer en Navidad una junta de mozos que llaman «Reinado de Navidad». Esta institución tiene por objeto recaudar fondos para sufragar gastos de gaita y por otro lado proporcionar algún género especial de diversiones. Para recaudar fondos, además de pedir por todas las casas aguinaldos, incluso la del Sr. Cura, a quien llaman arcediano, rifan la bandera que, adornada por un vistoso pañuelo de seda, es la enseña del Reinado. Para diversión tienen establecida una cierta lucha entre casados y solteros, y antes forman el Reinado nombrando Rey y Reina a los dos mozos de más ascendiente en el pueblo.

Los casados del pueblo procuran quitar alguna prenda al rey o reina. Si lo consiguen se la llevan a la taberna a donde tienen que ir los mozos a por ella y si la quieren rescatar han de pagar el convite. En cambio los mozos procuran coger a algún casado y, quiera o no quiera éste, lo elevan sobre sus hombros y lo llevan en andas y volandas al susodicho café (taberna) y allí ha de ser el pagador del gasto que le hagan los mozos. Tal es la diversión.

Esta costumbre algo modificada, se tiene en otros sitios. En lugar de Rey tienen un personaje a quien llaman «Mazarrón» y le adornan con cintas de seda y de colores vivísimos que dan envidia al mismo sol; y le ponen un pantalón corto, calzón muy elegante, al estilo torero. En otros sitios terminan estas fiestas de Navidad sustituyendo al Rey o Mazarrón por otro personaje que le llaman Cucharón, vestido muy burdamente y armado de un gran cucharón del que recibe el nombre por lo visto y que le emplea para hacer la petición del aguinaldo».

Hay noticias de que en el pueblo de Hacinas el «Reinado de Navidad» había dejado de celebrarse en el año 1952, y casi se había olvidado.

Pero entre los días 25 y 26 de Agosto de 1990 un grupo de personas entusiastas que coincidieron en el pueblo en sus vacaciones veraniegas quisieron rememorar esta costumbre y se llevó a cabo la representación de «El Reinado» de Navidad, que ha sido una tradición secular en Hacinas. Se realizó la puesta en escena, aunque fuera del tiempo en que solía hacerse, ya que con motivo de las vacaciones había en el pueblo personas que lo habían conocido y querían colaborar. Se hizo bajo la dirección de Don Abdón de Juan, sacerdote natural de esta localidad, musicólogo y autor del libro «Folklore de Hacinas».

El desarrollo completo de esta fiesta, así como la música y letra de las canciones están recogidas con total fidelidad en el citado libro, siendo el autor gran conocedor de las costumbres de Hacinas.

«El Reinado» es una muestra de la creatividad artística de los antepasados de Hacinas, catalogado como festejo profano, aunque teñido de profundo sentido religioso.

Se celebraba única y exclusivamente durante las fiestas de Navidad. Generalmente se comenzaba en Navidad y se acababa en la fiesta de Epifanía o Reyes.

Uno de los misterios de la fiesta es la elección de «Reina o virreina», que ha de mantenerse en absoluto secreto hasta la salida de la iglesia después de la misa mayor. En ese momento todos los componentes del Reinado en doble fila, se colocan estratégicamente haciendo pasar a todo el pueblo por entre las dos filas de mozos y avisado convenientemente el «Rey» de la presencia de la joven elegida como «Reina» la coloca su gorro sobre la cabeza lanzando el grito ¡Ji, ji, ji! parecido a un relincho distinguiendo a la joven en tal sentido ante la sorpresa de todos los presentes.

A continuación la «Reina» acepta tal distinción y ella presenta a su vez a la que será su «Virreina».

A partir de ese momento y siempre precedidos por el grupo de danzas «Santa Lucía» se organizó el cortejo hasta el Ayuntamiento, donde el «Rey» y la «Reina» abrirán el baile siendo a su final acompañados por todos los componentes del «Reinado» hasta su casa.

«El Reinado» tiene un ceremonial muy conocido y establecido que comienza la noche anterior con la ronda por todas las casas. La gente escucha con emoción las letrillas tras la puerta de sus casas, sin salir. Las canciones se clasifican en entradillas, dedicatorias y despedidas.

Se comienza siempre por la casa del Sr. Alcalde con una letra especial y luego los rondadores se dividen según los barrios del pueblo cantando en cada casa según sea la composición familiar, matrimonio, caballeros, matrimonio de recién casados, señor cura, alcalde, etc.

La picaresca hacía que en unas casas se rondara más que en otras, según las preferencias de los rondadores.

En la representación que se hizo en el mes de agosto de 1990 se procuró respetar fielmente la tradición, aunque en algunas cosas menos importantes podían suscitarse dudas sobre la forma de hacerlo. Donde la unanimidad no era total, se procuraba tener en cuenta más el espíritu que la letra de la norma.

Ante el anuncio de que se iba a realizar «El Reinado» el domingo 26 de agosto había expectación generalizada traducida en curiosidad en los niños, alegría en los jóvenes y emoción en los mayores que iban a ver así resucitada una tradición que creían definitivamente perdida.

Como otras muchas costumbres, fiestas, ritos y usos populares, ésta del Reinado se había dejado de celebrar en el año 1952. Y en la reposición del año 1990 se pretendía rememorar la parte más festiva y de más grato recuerdo, ya que la llevaron a cabo casi todos los casados con el objeto de que los solteros y jóvenes la aprendan y la lleven acabo en años sucesivos.

Esta celebración que dejó un grato recuerdo en los habitantes de Hacinas quedó grabada en vídeo y pudieron revivirla en su totalidad en el Salón del Ayuntamiento el día 29 de agosto de 1990 (2).

Tanto el hecho de conservar con fidelidad las costumbres heredadas de la tradición como el intentar rescatar alguna del olvido y revitalizarla merecen toda nuestra admiración y nuestros elogios.

Antes de explicar detalladamente el desarrollo de la fiesta, según la describe Abdón de Juan, queremos recoger el testimonio de Ramón Inclán Leiva «Ignotus» sobre «El Reinado» de Barbadillo del Mercado. Dice así:

«Barbadillo del Mercado, villa señorial que sintió el paso de las mesnadas fernangonzalianas en la Castilla milenaria, rodeada de pueblos con nombres de epopeya y adornada con leyendas que evocan gestas caballerescas y tradiciones burgalesas de la Edad Media.

En su recinto, en un sugestivo ambiente de históricos recuerdos, se ha dado recientemente una acertadísima nota de tipismo haciendo revivir la danza titulada «El Reinado», olvidada durante muchos años y felizmente recuperada, gracias a las magníficas romerías castellanas que organiza anualmente el Orfeón Burgalés en las distintas comarcas de la provincia, labor digna del mayor aplauso que, a la larga, va dando sus frutos.

Esta danza que empieza con ritmo solemne y ceremonioso para terminar en una reñida lucha debió tener en la antigüedad algún significado heroico, pero hoy tiene más bien el aire de una costumbre popular con trazos quizás demasiado pintorescos.

La víspera de Navidad formaban «El Reinado» los mozos de Barbadillo. Entre otros personajes secundarios figuraban el rey, un alcalde y un teniente de alcalde, un alférez y un alguacil. El día de Navidad acudían a la iglesia precedidos de los gaiteros y llevando su bandera, para asistir a la Misa mayor que oían en lugar precedente. Siguiendo tradicional costumbre, al ofertorio hacían entrega de una cantidad, precisamente en duros de plata, que era recogida por el alguacil.

Terminada la Santa Misa, los componentes del «Reinado» esperaban la salida de las autoridades y del párroco, acompañando todos a éste hasta la casa rectoral. Después se trasladaban a la plaza, llena de gente para dar principio a la danza. Previamente el alguacil, armado de bayoneta, trazaba un círculo en el que entraban con gran ceremonia todos los componentes del «Reinado» por categorías, según el personaje que representaban. El alférez tenía la galante misión de invitar a las mozas para que bailasen y el alguacil, la importantísima de custodiar la bandera, que jugaba interesante papel en el desarrollo de la danza y también evitar que entrase gente en el cercado.

Una vez colocada la bandera y a su lado el alguacil, las mozas con los componentes del «Reinado» daban principio a la danza, al son de gaita y tambor, teniendo a su comienzo -como ya se ha dicho antes- un ritmo elegante y señorial, haciendo calles y girando en distintas direcciones, en un conjunto muy armonioso y atrayente, pero, de pronto surgía en el cercado un casado, vecino de la villa, que apoderándose del sombrero de uno de los danzadores, corría velozmente perseguido de cerca por los del «Reinado» que le seguían para recuperar el sombrero, ya que si el casado llegaba a la taberna conservándole en su poder, tenían que abonar los mozos cierta cantidad para vino y si éstos lograban recuperar el sombrero antes, eran los casados los que debían pagar la sanción.

Con este motivo se promovía una confusión y una algarabía inenarrables. Los casados, con el fin de evitar el pago de la sanción, corrían para detener a los mozos e impedirles que alcanzasen al del sombrero y éste huía seguido de cerca por mozos y casados, produciéndose luchas, y forcejeos que presenciaba todo el pueblo entre risas y algazara general.

Si el casado en lugar del sombrero, lograba apoderarse de la bandera, era mucho mayor la contribución que tenían que abonar los mozos, siempre que éstos no la recuperasen antes de llegar a la taberna, en cuyo caso eran los casados los que tenían que pagarla, pero resultaba muy difícil apoderarse de la bandera, porque estaba bien custodiada por el alguacil.

Esta danza, cuyo origen se desconoce, estaba casi completamente olvidada hasta que el 31 de agosto de 1952 con motivo de la romería típica organizada por el laureado Orfeón Burgalés en la ermita de nuestra Señora de Villavieja, enclavada en el término de Barbadillo del Mercado, fue repuesta con gran entusiasmo y cariño por todos los vecinos de la histórica villa, todos hombres y mujeres de cierta edad, ya que los jóvenes la desconocían, bajo la dirección de la señorita Marañón, maestra nacional e hija del alcalde de la localidad, todos alentados en todo momento por la Junta Directiva del Orfeón, gracias a lo cual ha podido recuperarse esta danza original y típica, que llamó poderosamente la atención en el V Concurso Provincial de danzas populares organizado por el Excmo. Ayuntamiento de Burgos en sus festejos patronales en 1953, habiendo obtenido el primer premio del grupo de danzas mixtas (3)».

Letra de la danza:

Yo tenía una gorra blanca
de mi tío Nicolás,
me la quitaba y me la ponía
porque no tenía más.
El otro día por la mañana
fui donde mi tío Fermín,
como tenía tan malas pulgas
me dió con el celemín.
Deja, niño, de medir
con la vara del alguacil.
En la rueda caben más,
entre el mozo que ha de bailar.

Esto lo escribió -el comentario anterior, no la letra de la danza Ramón Inclán hace ya 40 años y no hay noticias de que esta danza o costumbre o fiesta popular se haya vuelto a recuperar.

Hemos tomado estos tres testimonios que nos han hablado sobre esta costumbre en estos tres pueblos concretamente, Hacinas, Villanueva de Carazo y Barbadillo del Mercado. Esto no quiere decir que esta fiesta o costumbre sólo haya existido en esos tres pueblos. Yo me atrevo a suponer que existió en bastantes más localidades de las que no tenemos datos. Como sucede con otras costumbres hoy también desaparecidas o en trance de desaparecer totalmente y que en el siglo pasado estaban en vigor en muchos más pueblos y lugares de los que se tiene noticia por los escritos. Ejemplo de ello, la costumbre de cantar las Marzas, o las fiestas de «gallos», o «el escarnio de Judas».

Antiguamente se practicaban costumbres, tradiciones, usos populares, estaban en vigor fiestas y ritos, muchos de los cuales no tuvieron la suerte de que fueran recogidos por algún escritor o por algún espectador curioso e interesado en darlo a conocer a la posterioridad.

Esta costumbre desapareció en un momento determinado en muchos de los lugares que la tenían como propia y al no quedar datos escritos da la impresión de que no existió más que allí donde por una razón o por otra quedó consignada.

De momento contamos con este hecho: La fiesta del «Reinado», con algunas variantes, se celebraba con la misma finalidad y en las mismas fechas en estos tres pueblos de la provincia de Burgos, más concretamente en la comarca de la Sierra Burgalesa, en el partido de Salas de los Infantes.

«EL REINADO». DESARROLLO DE LA FIESTA

«EL REINADO» y SUS RITOS

Así lo describe Abdón de Juan González:

1.El Reinado constituye para los de Hacinas la representación más importante que poseen. Todavía es recuperable aunque desde 1952 no se ha celebrado.

Un grupo de mozos -de seis a diez- se ponen de acuerdo para celebrar en ese año el Reinado. No está determinada la periodicidad de su celebración.

El día de San Andrés -30 de Noviembre- a una hora tardía de la noche, sorprenden al vecindario con un pasacalle al son de gaita y tambor normalmente, o de otro instrumento en caso de que esto no sea posible. Se llama a este acto Ronda de San Andrés.

Desde esta fecha hasta Navidad se van concretando los detalles de la celebración: elección del rey y virrey, nombramiento de abanderado, preparación de la bandera o «seña», contratación de músicos, etc. La elección se hace a votos, o por acuerdo del grupo y aceptación de los interesados.

2.El día 24 de Diciembre, si el proyecto se mantiene, se da un pasacalles al anochecer. Es el comienzo de la celebración del Reinado.

El rey tiene como misión presidir todos los actos del Reinado, así como realizar otras funciones de las que se hablará más tarde.

El virrey asiste al rey en todo lo que necesite y colabora con él en todo momento.

El abanderado lleva y cuida la bandera en los actos y momentos en que ésta se utiliza.

La bandera o «seña» -de la palabra «enseña» o bandera- está compuesta por un mástil de madera pintado de rojo, de unos dos metros de largo, con un remate de lanza en su parte superior. De él cuelga en forma de bandera un trozo de tela blanca rectangular en la que se fija un vistoso pañuelo de seda de vivos colores.

El mismo día 24, alrededor de las nueve de la noche, los mozos del Reinado se distribuyen en grupos de dos o tres cada uno y van a todas las puertas de las casas habitadas. En cada una de ellas los mozos cantan una entradilla, una canción y una despedida. Esta intervención en cada caso empieza y termina con el ¡Jijiji! grito en dos impulsos a modo de relincho, que en Hacinas se llama sencillamente ¡Jiji!. Los cantores eligen las canciones o letrillas más adaptadas a cada caso entre las existentes en el repertorio. Tienen en cuenta las circunstancias de la familia, el día de la fiesta que se celebra y el humor de cada momento.

En el silencio de la noche suenan briosas las voces de los mozos a la luz de la linterna, del farol en otros tiempos, estimulados por el frío, la lluvia o la nieve, que condicionan de algún modo la duración del canto y también su calidad.

3.Finalizado el canto en cada una de las casas, escuchado con frecuencia desde el otro lado de la puerta, siempre cerrada, los mozos son obsequiados con una propina.

Ya han terminado la ronda. Se reúnen en el bar o taberna, donde intercambian anécdotas habidas, hacen el recuento de fondos recogidos y se reponen con unos vasos de vino o una cena de confraternidad. El Ayuntamiento les dona un roble seco del monte público para que tengan combustible abundante y convivan alrededor del fuego.

4.El día de Navidad, 25 de diciembre, los componentes del Reinado se reúnen al toque de misa. Suelen llevar como distintivo un pañuelo al cuello o cruzado desde el hombro por el pecho y la espalda. El rey y el virrey llevan, además, sombrero.

A la hora oportuna entran en la iglesia con la bandera que lleva el abanderado. Parece obligado que se lo hayan comunicado al párroco así como al alcalde. Terminada la misa, salen los primeros todos los mozos del Reinado, porque llega un momento importante: la elección de la reina.

Colocados en la parte exterior de la puerta de la iglesia la mitad a cada lado, en dos filas encabezadas por el rey y el virrey, mirando al centro, esperan la salida de las mozas que han ido a misa.

En no pocas ocasiones, dicen las «crónicas», las mozas que no suelen apetecer ser elegidas, se iban a misa a otro pueblo. Ante esa posibilidad que les haría difícil la elección, los mozos montan una vigilancia discreta.

La reina no siempre está elegida previamente, pero sí se ha pensado en alguna como posible candidata.

En el año 1947 tras una operación pintoresca de espionaje, la reina fue elegida en Castrillo, donde se había desplazado a oir misa con otras compañeras precisamente para no ser elegida.

Si todo se desarrolla normalmente, al salir la moza prevista, o la improvisada en su caso, el rey que tiene el sombrero puesto, se lo quita cortésmente y se lo coloca en la cabeza a la elegida reina. Suele haber una cierta resistencia, que se demuestra, algunas veces, rechazando el sombrero. Este acto está precedido y seguido del ¡Jijiji!. En caso de necesidad suele haber una negociación con la interesada y después con sus padres, que termina, casi siempre, con la aceptación de todos y total colaboración.

5.La misma ronda de canciones por todas las casas descrita para el día 24 se da el día 25, Navidad; el día 31 de diciembre, el 1 de enero, así como el 5 y 6, víspera y festividad de los Reyes, respectivamente.

Además del día de Navidad, como se dijo, los mozos del Reinado van a misa y al rosario a media tarde, con sus distintivos y la bandera, todos los días de fiesta antes citados.

A continuación del rosario, los días mencionados, van a la casa de la reina donde acude también la virreina. Después de allí parten en grupo hacia el lugar llamado el Baile, al lado del Castillo como se sabe, en la fachada sureste.

En la explanada que allí existe, al abrigo de la roca, se coloca el abanderado en el centro, sosteniendo la bandera. A uno y otro lado se colocan el rey y la reina. Junto a ellos los músicos rodeados todos por el público presente. Cuando están preparados, el rey y la reina bailan a la «seña» o bandera. Es una danza con ritmo de jota al modo castellano, sin que se conozca melodía propia. Terminada ésta, el abanderado deja la bandera junto a la roca, en el lugar llamado la Cueva.

Inmediatamente después empieza el baile público, que se prolonga hasta una hora después de anochecer aproximadamente.

Desde el comienzo hasta el anochecer es tiempo hábil para que, aprovechando cualquier descuido de los del Reinado, los casados intenten arrebatar la bandera o algún objeto o prenda personal preferentemente a la reina. Si logran introducirla en la taberna, los mozos del Reinado tienen que pagar un litro de vino o algo equivalente, que los casados saborean con fruición. Naturalmente, los del Reinado, tienen derecho, y lo ejercen, a impedir ese rapto, por lo que además de vigilancia permanente, corren tras los casados a toda velocidad, en caso de que éstos hayan conseguido presa, para recuperarla a tiempo.

Así pasan la tarde en animado baile, en el que participa como actor o como espectador la mayor parte del pueblo.

Finalizado el baile, el rey y el virrey acompañan a la reina y virreina a sus respectivas casas.

A la hora de costumbre, comienza, como se ha dicho, la ronda de canciones por todo el pueblo.

6.El día de Reyes, último día del Reinado, después del baile de la «Seña», tiene lugar la carrera de garrochas. Son éstas dos astas de un metro de longitud aproximadamente que terminan en uno de los extremos en un abultamiento en forma casi esférica de unos diez centímetros de diámetro.

La reina y la virreina se trasladan al Alto de San Cirbián con la bandera que mantienen enhiesta. El rey con la mitad de sus «muchachos» y el virrey con la otra mitad, compiten en velocidad y fuerza por un recorrido previsto. El recorrido se hace desde el Baile al Rollo, Plaza Antigua, San Cirbián, escuelas, el Baile. Este es el recorrido del rey. El virrey hace el mismo en sentido inverso. Preparado el rey y el virrey en el Baile, y los demás mozos del Reinado en dos grupos colocados estratégicamente en el trayecto descrito, a una señal convenida, lanzan al siguiente la porra con toda la fuerza. Este la recoge cuanto antes y la lanza al siguiente. Ha de llegar hasta el lugar donde se encuentran la reina y la virreina con la bandera y regresar por el otro trayecto hasta el Baile. El equipo ganador, el primero que llega, tiene la satisfacción del triunfo. A continuación comienza el baile que se prolonga hasta la hora ordinaria, como se ha dicho. Terminado éste, los mozos del Reinado acompañan a casa a la reina y a la virreina, se despiden y finaliza el Reinado.

El día de Año Nuevo la reina invita a comer en su casa a la virreina, al rey y al virrey. Terminada la comida, acuden también los demás mozos del Reinado a los que invitan a café y copa.

A su vez, los del Reinado invitan a comer el día de Reyes a la reina y a la virreina.

El reinado efímero se disuelve y queda el rescoldo de la tradición en cada hacinense para ser reavivado por otro grupo entusiasta que tome el relevo en una sucesión de siglos y generaciones (4)».

En el libro «El folklore de Hacinas», Abdón de Juan recoge varias canciones y letras diversas de las que solían cantar en los distintos momentos del Reinado, sobre todo en las rondas.

Algunas de las muchas letras que se cantaban en el transcurso y desarrollo del Reinado, son éstas:

Para el alcalde:

La vara de la justicia
la tiene quien la merece,
la tiene el señor alcalde,
que en sus manos resplandece.

Cuando le llega el turno de la ronda a la casa del señor cura, a quien se llama Arcediano, la copla es ésta:

Aquí vive un Arcediano,
dos horas antes del alba
que bajó Cristo a sus manos
cuando la misa cantaba.

Las rondas propiamente se hacen a las mozas, y las más inspiradas suelen ser las que a ellas se dedican, como éstas:

El cantor que ha de cantar
a la puerta de esta dama
levante un poco la voz
que tiene lejos la cama.

Canta, compañero, canta,
no temas a la premura,
que hemos venido a cantar
donde está el sol y la luna.

Canta, compañero, canta,
no temas a los rigores
que hemos venido a cantar
a un ramillete de flores.

El grupo «Yesca» recogió en Hacinas el canto que en Nochebuena hacía la junta del Reinado a la que el día siguiente puede ser elegida como reina:

Cristalina dama hermosa,
hija de padres honrados,
te venimos a cantar
estos tus enamorados.

Estos tus enamorados,
cara de luna serena,
te venimos a cantar
hoy día de Nochebuena.

Esta noche es Nochebuena
y bueno mi pensamiento,
mejor sería, señora,
si lograra lo que intento.

Lo que yo intento, señora,
es el casarme con vos,
eso será si tú quieres,
primero si quiere Dios.

Quiera Dios, hermosa dama,
que tu talle y hermosura
conmigo se hayan juntado
por orden del señor cura.

Por orden del señor cura,
conmigo te hayas juntado
y si conmigo no quieres,
aquí vengo acompañado.

Aquí vengo acompañado,
hermosa, por varios mozos,
nos tienes embelesados
con esos hermosos ojos.

Con esos hermosos ojos
y esas cejas bermelleras
y ese cantar tan sonoro
a todos nos embelesas.

Embelesados nos tienes
y nos tendremos que ir;
hay muchas a quien cantar,
con todas hay que cumplir.

Buscando doncellas vamos,
doncellas de nuestro agrado
y tú eres una de ellas
de las que yo he señalado.

Señaladita te tengo,
te llevo en el corazón,
mañana por la mañana
tú me darás la razón.

Coplas y versos expresivos, delicados y llenos de lirismo, hermosos y llenos de sentimiento como los que abundan en nuestro folklore popular castellano y burgalés. Coplas, canciones y versos, que si quitamos las connotaciones que hacen alusión a un tiempo determinado pudiéramos pensar que fueron hechos por el pueblo para cantar las Marzas o para cantar en mayo o simplemente para cantar a la moza amada en las rondas nocturnas, a la tenue luz de la luna, acompañados por la guitarra.

Este tipo de canciones, coplas y versos son en los que mejor se expresa el alma popular, inspirada por el amor. Sin quitar mérito a otras manifestaciones de nuestro folklore, hemos de reconocer que las costumbres que mejor se han conservado y las que van acompañadas de melodías y letras más ricas son aquellas en las que el pueblo, los mozos normalmente, quieren cantar la hermosura, la belleza, el amor, las prendas y atributos que reúne la persona amada, o sea las canciones de ronda, las canciones que con idéntico fin canta cuando se le presenta la ocasión ya sea en la noche en que entraba la primavera, el día uno de Marzo, o con motivo del Reinado o en el esplendor de la naturaleza al celebrar los Mayos. Es igual.

Basta con leer las letras de las canciones que se cantan o se cantaban en estas ocasiones. Los ritos cambian, varían, pero el motivo y el fin es el mismo, pues es el eterno tema del amor .

Y si ahora, en nuestros tiempos, estas costumbres han decaído o han desaparecido deberemos preguntarnos la causa.

Es que nuestra sociedad entiende, vive e interpreta esta realidad del amor humano, el amor del mozo a la moza a la que canta, de otra manera. ¿Es que en nuestro tiempo ese amor se canaliza y se monopoliza hacia la fecha única del «día de los enamorados», promocionada por el «marketing» y cuya única expresión es la elegancia social del regalo o la medalla del amor «hoy te quiero más que ayer pero menos que mañana»?

Ahí tenemos el recuerdo del Reinado, como también las Marzas, o los Mayos, en cuyos versos podemos ver cómo se expresaban en otros tiempos las gentes del pueblo. Podemos ver cómo aprovechaban las ocasiones para crear sus propios juegos para divertirse y divertir al pueblo entero y hacer de estos juegos vehículo expresivo de los más cabales, auténticos, profundos y normales sentimientos.

Hoy, los medios de comunicación, sobre todo la TV., lo dan todo hecho, pero se va atrofiando poco a poco el espíritu y la iniciativa de creatividad.

El misterio y el problema es descubrir el modo o el medio de disfrutar de todos los adelantos técnicos del mundo moderno y conservar las aportaciones, ricas y positivas que hemos heredado de nuestros antepasados.

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NOTAS

(1) OLMEDA, Federico: Folklore de Castilla o Cancionero Popular Burgalés, Burgos, 1975, p. 68.

(2) Cfr. crónica de Angel Ruiz Garrastacho, en Diario de Burgos, de 4 de Septiembre de 1990.

(3) INCLAN LEIVA, Ramón (Ignotus) y DEL RIO VELASCO, Justo: Danzas típicas burgalesas, Burgos, 1959, pp. 168-169.

(4) DE JUAN GONZALEZ, Abdón: El folklore de Hacinas, Madrid, 1985, pp. 45-52.

(5) Cfr. artículo en Diario de Burgos, escrito por María Jesús Santamaría y José Manuel Varona, del Grupo Yesca, publicado el 28 de diciembre de 1980.



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Publicado en el año 1994 en la Revista de Folklore número 157.

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