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EL FOLKLORE DEL GATO

VILLAR ESPARZA, Carlos

Publicado en el año 1993 en la Revista de Folklore número 150 - sumario >

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"A Miguel Rayó, maestro y sobre todo amigo"

Resultado de una continua, agradable y simpática investigación para el autor, es este trabajo, el cual pretende dar información curiosa y un algo de conocimiento de la relación mágica, simbólica y práctica del gato doméstico y nuestra sociedad humana, y las consecuencias empíricas y espirituales que de ella derivaron.

Se ha evitado en lo posible una sistemática localización geográfica de los elementos que conforman las citadas creencias populares donde el gato asume el principal protagonismo, pues se considera que son resultado de una serie de factores intermitentes de lenta expansión cultural (y sujetos por lo tanto aun progresivo proceso de aculturización) nacidos de unos focos de irradiación comunes, y cuya heterogeneidad es el producto de las fuerzas dinámicas que componen el medio natural y social en espacios determinados, subyaciendo en todos ellos un principio de similitud.

Cuenta una antigua leyenda que durante el Diluvio Universal, Noé, el patriarca bíblico, cayó en gran desesperación; causa de tal inquietud y desasosiego era que una gran multitud de ratones hambrientos y traviesos, asolaba el arca, y como Dios en la Creación había olvidado dar vida a los gatos, Noé no sabía qué hacer. Recurrió desolado e irritado por la magnitud del desastre al león, ya en aquellos lejanos días rey de todos los animales, pensando que siendo los molestos y hambrientos roedores súbditos suyos, éste hallaría la solución. Ante la exposición, de forma grave, de tales acontecimientos, quedó pensativo y meditabundo el monarca de las bestias buscando una salida al problema. Sigue el relato que fue en aquel preciso instante, cuando víctima de un singular y estruendoso estornudo, que conmovió todo el navío, salieron fuertemente por su nariz cierto número de bolitas negras que al tocar el suelo de madera, convertíanse en gatos. Naturalmente dieron cuenta de la plaga ratonil, con gran descanso de Noé, restableciéndose la paz y orden a bordo. Había nacido el gato.

Otra tradición, ésta de origen musulmán, recoge la creación del gato en el arca, en el momento en que Noé pasó sus manos por la melena del león, en ese momento el animal estornudó y salieron de su boca la primera pareja de gatos. Aquí también acabaron con la plaga de ratones.

Lo cierto es que en círculos especializados, suponen que todos los gatos descienden de un antepasado común... el felis Iybica. Sin olvidar aquella tradición antiquísima que considera que los gatos son creación de las manipulaciones de un misterioso sacerdote egipcio.

Un pueblo que sintió verdadera debilidad por este felino fue el egipcio. Herodoto en sus Nueve Libros de Historia, nos da fe de ello.

Animal carismático, considerado símbolo lunar. Deidad del panteón de divinidades egipcias con rostro de gato y adorado como Bastet. Gozó en el antiguo Egipto de un gran prestigio y veneración. Su muerte, signo de mal augurio, se lamentaba con grandes demostraciones públicas de dolor, siendo en particular sentida y temida la muerte de los gatos poseedores de ojos verdes. No hay que olvidar que entre este misterioso pueblo el color verde simbolizaba peligro y futuros sucesos nefastos. Se les momificaba y enterraba en necrópolis, habiéndose hallado en algunas de ellas millares de momias gatunas. Autores clásicos nos informan de las severas penas y atroces suplicios a los que eran condenados aquellos osados inconscientes que hubieren causado daño a algún gato. ¿Vestigios de un tabú, protector del totem del clan... ? No dudando en arriesgar sus propias vidas en salvaguardia de la grey gatuna.

Contrarios a la negativa mantenida en forma empecinada por unos, otros no dudan en afirmar que tanto griegos como romanos, fueron conocedores de las prodigiosas facultades venatorias del gato, utilizándolo en la caza de ratones.

Un relato mitológico cuenta que la hermosa Demeter, aterrorizada ante la furia de Tifón, huyó de éste transformada en una silenciosa gata.

En la misteriosa Irlanda precristiana, la de los druidas recitadores de la Sabiduría del Arcano, los llamados Ollave, Maestros de la Poesía, existió un famoso santuario-cueva, en el cual moraba una delgada gata negra. Sentada en una enorme silla-trono de piedra, altiva e iracunda daba respuesta a todos aquellos que temerosos y respetuosos atrevíanse a inquirirle por el futuro que les aguardaba. Entre los celtas de la Verde Erin, los gatos gozaron fama de animales proféticos.

Hay una preciosa leyenda, que atribuye a San Martín, de forma involuntaria la creación del primer gato. Cuentan que este santo estaba reposando un día en un molino repleto de grano a la espera de su próxima molienda, cuando vio que una multitud de pequeños roedores empezaba a devorar el grano; molesto por ello San Martín les arrojó furiosamente su manopla que al tocar la cima de mies se convirtió en un gato, siendo éste el primer minino irlandés. Identificado, por la ignorancia, como representante de las fuerzas ocultas y desconocidas, por ello incomprendidas y temidas, fue perseguido y masacrado. Personificación de todo lo maligno y tenebroso, en la Edad Media, nuestros gatos domésticos (especialmente los de color negro) alcanzaron una no deseada popularidad, que tuvo fatales y dramáticas consecuencias para ellos. Celebridad a la que no fueron ajenos los caballeros freires templarios, y a las leyendas que se tejieron en torno a ellos. Se creía que en sus ceremonias de iniciación apareciese un enorme y siniestro gatazo negro al cual reverenciaban y besaban.

Millares de ellos fueron víctimas de las hogueras y de las iras del pueblo.

Desgraciado animal que poseedor de un extraño y magnífico magnetismo, generador de vibraciones mágicas, era utilizado en la mayoría de conjuros brujeriles, y como componente indispensable en la composición de toda clase de repugnantes filtros y fórmulas. Popular es la tradición del poder que tienen las brujas de convertirse en gatos, existiendo millares de historias que "confirman" tal transformación.

Una de las curiosidades más singulares relacionadas con los gatos la podemos encontrar en el Fuero Navarro. En su capítulo XX en el cual se trata "Qué enmienda deve fazer qui furta gato", se nos advierte... "Si algun ombre furtare gato et troban al ladron atal es su calonia el seynor del gato deve aver una cuerda liguenel estaco et del pezcuezo del gato ata el estaco aya I palmo en la cuerda et á todas partes aya IX palmos en hancho el logar o será el estaco fincado. Este logar sea plano, et aqueill qui furtó el gato prenga del mijo et eche con el puyno sobre el gato assi como caye de la gruenza en loio de la gruenza del molino ata que sea cubierto el gato de mijo, que atal es la calonia; et este mijo deve ser partido assi como otra calonia. Et si el ladron fuere pobre que non podiere aver tanto de mijo dévenli ligar el gato en el pezcuezo, assi que cuelque por las espaldas del ladron en aiuso, el ladron sobiendo esnuo en cuerpo. Et de la una puerta dévenil fer correr los sayones feriendo al ladron et al gato, et el gato rónpal bien las cuestas al ladron con las uinnas et con los dientes et esto fecho sea quito el ladron. Et si esto conteze en logar o no aya mijo ha por calonia XXI cafizes de trigo, et si ychan amigadura III cafizes de trigo de la amigadura".

Dicen que en un pueblo de tierras del Alto Aragón vivía una familia de agricultores a los cuales cada Nochebuena se le moría el mejor animal de la cuadra, fuera mula, caballo, vaca o cordero. Una de las noches el padre de familia esperó escondido en las cercanías de las puertas del establo. En un momento dado vio entrar a un gran gato negro, que volvió a salir en unos minutos. Después de escuchar cómo algo caía al suelo entró presuroso al establo, contemplando asombrado que su mejor mula estaba muerta. No le cupo la menor duda de que, fuese como fuese, aquel gato tenía algo que ver en el suceso, por lo tanto esperaría al año viniente para averiguar más cosas sobre tan extraño fenómeno que anualmente le costaba un precioso animal de su propiedad. Esperó un largo año, y llegó de nuevo la Nochebuena, y en esta ocasión aguardó acontecimientos en el interior de la cuadra. Como el año anterior, pasada la media noche apareció el descomunal gato negro, que una vez dentro, saltó con furia sobre las ancas de una lustrosa mula a la cual el terror tenía paralizada. El gato empezó a musitarle palabras al oído, que tenía que morirse aquella noche. Palabras que repitió varias decenas de veces hasta que nuestro amigo no pudo aguantar más, saliendo del escondrijo armado, de una gran estaca, pegó una paliza al gato, rompiéndole una pierna, huyendo éste maltrecho y con quejumbrosos maullidos de dolor.

El suceso fue muy comentado en el pueblo, pero más lo sería, cuando esa misma mañana descubrióse que la suegra del agricultor tenía una de sus piernas rotas, aquello la acusaba irremisiblemente de ser ella la culpable, siendo bruja, y usando sus poderes de transformación para perjudicar a su yerno. Cuentan que poco faltó para que fuera quemada en público linchamiento.

Decíase entre las brujas, que la piel de gato alimentado con pan mojado en agua y aceite sagrado, obraba verdaderas maravillas como elemento convocador de fuerzas malignas.

J. Blázquez Miguel en sus estudios sobre los procesos inquisitoriales seguidos contra las brujas y hechiceras en la Mancha, ha dado a luz varios documentos en los cuales se hallan registradas diversas fórmulas que usaban éstas para conseguir riquezas, obtener el poder de la invisibilidad, etc. En casi todas ellas estaba presente el gato, el cual siempre tenía un mal fin, se le cortaba la cabeza, sacábanle los ojos, etc.

Famoso sería el proceso celebrado en Vernon (Francia) en el año 1566 donde fueron acusadas numerosas personas, y posteriormente quemadas, bajo la acusación de reuniones en conventículos, o aquelarres en un viejo castillo semiderruido... donde todos los participantes asistían en forma de gatos.

Curiosamente el padre Azkue recoge en Vizcaya un relato en el cual no es una bruja la que se metamorfea en gato sino Santa Agueda. Relata la historia que el día de la santa, una mujer sin hacer caso de la prescripción de no trabajar esa jornada, debíase honrar a la santa, púsose a amasar la harina para hacer pan. En un momento dado un enorme gato saltó sobre la masa. La mujer lo increpó para que marchara, insultándole, calificándole de gato miserable, más con gran asombro, el gato empezó a hablar y le dijo: "... no soy ninguna gata, soy Santa Agueda, y por no haber cumplido lo establecido de guardar el día, mira hacia atrás...", asustada por el prodigio la pobre mujer volvió la cabeza y contempló como su hogar era pasto de las llamas, de un voraz incendio.

Pagó el gato con sus siete vidas, el halo de misterio que le rodea. Eran investigadas concienzudamente todas aquellas personas poseedoras de gatos, ya que era vox populi que eran familiares del diablo.

Un cronista de las Indias nos dice que durante su conquista, fue tal la añoranza del conquistador de trágico fin, Diego de Almagro, por ver a un gato castellano, que ofreció una gran recompensa en oro a aquel de sus soldados que le presentase un gato nacido en Castilla.

P. Bernabé Cobo nos ha dejado una maravillosa página dedicada a la presencia del gato en el Nuevo Mundo. "... podría juzgar alguno no ser de tanta utilidad estos animales caseros que se debe hacer caudal dellos; mas es cierto que son muy necesario en esta tierra, que sin algunos de los arriba referidos, no pudiéramos pasar con menos falta e incomodidad que sin gatos, por ser tan aparejada y dispuesta la mayor parte de la América, por la mucha humedad y calor de que abunda, para criar todo género de sabandijas, mayormente ratones, que no debe de haber otra tierra en el mundo más sujeta que ésta a semejantes plagas. Y como antes que los trujesen los españoles no hubiese gatos que los apocasen, era grande su multitud, los cuales, quietos y seguros de enemigos, se esparcían por toda la tierra con pacífica posesión della. Pero luego que vinieron los gatos y los sintieron los ratones, por la natural antipatía que la Naturaleza puso entre estas dos especies de animales, comenzaron a experimentar los unos la destrucción y ruina que les había venido con los nuevos huéspedes, y los otros a gozar de la abundante caza que hallaban en la nueva tierra. Trajéronlos a este reino los primeros conquistadores y se han multiplicado y extendido ya por toda la tierra; y en algunas partes se han hecho cimarrones, aunque no en los campos, como otros animales castellanos, sino dentro de poblado. Estímanlos mucho los indios y los crían en sus casas...".

La mecanización de las labores agrícolas ha hecho desaparecer una costumbre popular hasta hace pocos años en bastantes países europeos...y en la cual nuestro felino era la encarnación viviente del Espíritu del Grano, y donde una vez más se le inmolaba a la par de su homenaje. Derivada de esta costumbre puede ser la nuestra de "Atar al Diablo" el día de San Marcos.

Joan Amades recoge en su monumental obra "Costumari Catalá" la tradición de que San Félix de Nola era, es, el patrón de los gatos, existiendo hasta hace muy pocos años la costumbre de llevar a los gatos, "huérfanos" y callejeros a la catedral de Barcelona, para que allí se hicieran cargo de ellos. Don Luis Ramón, sacristán, de los llamados monjes, y que lo fue durante sesenta y cuatro años de la Catedral de Barcelona, confirmó personalmente al autor de este trabajo, la existencia de un servicio de monjes que acogían a los gatos abandonados. De igual forma también le confirmó la existencia de viejas fotografías, incluso un cuadro, en las cuales se puede ver a un sacristán con hábito un farolillo en las manos seguido de una multitud de gatos, posiblemente a la hora de darles de comer.

Ahora sufrido y amable lector lea las ventajas, desventajas, venturas y penas, de tener un gato, siguiendo nuestro folklore.

GATOS y CAMBIOS CLIMATOLOGICOS

Era claro aviso de cambio de tiempo, cuando loS gatos juegan.

El estornudo de los gatos anuncia lluvia.

Oir maullar a los gatos la última noche del año, se tenía por muy mal presagio agrícola, ya que se pensaba que anunciaba malas cosechas y granizos. También se creía que el maullido llamaba los malos tiempos.

Las escandalosas peleas de los gatos avisaban de cercanas lluvias.

En algunas comarcas cuando los gatos se lavan la cara, aguas seguras.

Gato "encenizao"... lluvia o sol, dependía del tiempo que hiciese en aquel momento.

El agricultor guiándose por su tradición observaba la forma de dormir el gato, si este lo hacía sobre una oreja, era señal de cambio de tiempo.

Si alguna persona veía a otra jugar con gatos sabía que pronto iba a llover .

Cuando los gatos corren de forma incontrolada en el interior de las casas, quería decir que se aproximaban vientos.

GATOS Y ENFERMEDADES

Para que al niño le salieran los dientes en forma rápida y sanos, se les solía colgar del cuello, incisivos de gato montés.

Costumbre muy antigua era que quien estaba afectado del reuma, curábase teniendo un gato en los brazos o regazo, y había quien se los llevaba a la cama con el mismo fin. Posiblemente el calor del cuerpo del animal aliviaba el dolor.

Los rabos de gato eran mano de santo contra los orzuelos, después de restregarlos repetidamente con ellos.

A los afectados de la peligrosa asma y para combatirla uno de los remedios habituales era darles caldos muy calientes, donde previamente había hervido un gato negro. Dicen que daba muy buenos resultados.

Estaban convencidos nuestros abuelos, que si alguien con mala idea y peor intención enterraba frente a su casa un gato, eran víctimas de crueles enfermedades.

Si en la labor de la siega, un labrador se cortaba, obligaban a un desdichado gato a lamer la herida.

En cambio otra creencia advertía que si algún despistado, ignorante de que los alimentos que estaba ingiriendo anteriormente fueron tocados por la lengua de gato, le salían llamativos lamparones por todo su cuerpo.

Antaño uno de los remedios más originales para combatir la erisipela, consistía en usar la sangre de una oreja cortada en vivo a un gato negro.

Llamativa solución contra la tuberculosis era poner sobre el pecho del enfermo varias crías de gato abiertas en canal; creíase que estas recogían los malos humores del enfermo.

Recogida por el autor en la antigua colonia del Sahara Occidental Español de boca de un anciano Saharaui, es la costumbre de orinar sobre un gato negro, cuando se tiene dolor de muelas, con el convencimiento de que el mal se traspasa al animal. Análogo procedimiento siguen las saludadoras cántabras que increpan ferozmente a los gatos con la intención de hacerles receptáculos de las enfermedades que acosan a los que acuden a ellas en busca de curación.

En las épocas en que la peste azotó cruelmente a nuestros pueblos una de las curas preventivas era el uso de un ungüento confeccionado con grasa de gato.

Las verrugas eran combatidas con la cola de un gato de tres colores, la cual debía frotarse enérgicamente sobre la excrecencia, mas debía ser sólo en el mes de Mayo.

Otro de los recursos de la casi "taumatúrgica" cola de gato era combatir el herpes.

Plinio aconsejaba para la lucha contra las fiebres (cuartanas) excremento de gato unido al dedo de un mochuelo.

LOS GATOS y LOS MALOS AUGURIOS

Si un gato se sentaba o subíase al altar antes de la ceremonia matrimonial, este acto se tenía como muy nefasto para la futura pareja.

Los vaqueiros de alzada tenían la curiosa creencia de que en habiendo hijas en las brañas, y nacía un gato negro, inmediatamente había que sacrificarlo, ya que se le tenía como mensajero de negros pronósticos en el venidero casamiento de las mozas.

Pensábase que no debíase mirar mucho a los gatos negros, ya que nuestro cuerpo lentamente iba siendo poseído por la irascibilidad que caracteriza a este animal.

El maullido extraño, no habitual, en los gatos nos avisaba que sufriríamos de dolor de muelas.

Aquel desgraciado que ahogara un gato, le aguardaban siete años de mala suerte y desgracias.

Si soñamos con un gato (el informante no especifica el color), el amor nos mostrará su aspecto más cruel.

Mala señal era para aquellos que marchaban de visita, el encontrarse en casa ajena un gato negro. Suponíase que ella era receptáculo de presencias malignas.

Otra de las creencias más arraigadas, aquella que se creía que ver un gato negro significaba tener mala suerte desde ese mismo momento. De igual forma se pensaba que aquellos poseedores de gatos negros que sufrían de adversidades, gato y el color eran los causantes.

Cuando se soñaba que se comía un gato, se debía estar atento con la salud, ya que la presencia del gato en el sueño, nos indicaba que caeríamos enfermos.

Si en los mismos sueños o en otros aparecen gatos negros, estos nos advierten que nuestro comportamiento moral con nuestros semejantes será deleznable y egoísta.

Y si en nuestras manifestaciones oníricas resaltan crueles peleas de gatos que riñen sañudamente, poner nuestros bienes y pertenencias a buen recaudo... ya que estamos siendo o seremos robados.

También era de muy mal presagio el maullido de los gatos el 31 de diciembre.

En algunas comarcas los ancianos llevaban buena cuenta de los años de los gatos, ya que decían que estos al cumplir los nueve años, en otros lugares eran siete, los gatos se convertían en afamados brujos.

LOS GATOS COMO PORTADORES DE BUENA VENTURA

Teníase por seguro y por muy cierto, que el soñar con un hermoso gato blanco significaba aventuras de las que sacaríamos provechosas consecuencias y experiencias.

Darle al gato casero, dulce coca, torta, pastel, nuegados... el día de Nochebuena, era considerado como un acto propiciatorio para que el año entrante los hados nos fueran favorables.

Las ilusionadas muchachas que aguardaban en la esperanza de un buen casamiento, para conseguirlo debían alimentar muy bien al gato de la casa.

El afortunado poseedor de un gato de tres colores tenía la completa seguridad que tanto él como su hogar estaban a salvo del fuego. Dicho tipo de gato añadía a tal virtud, la de proteger a los habitantes de la casa contra las temidas fiebres.

La tenencia de un gato de color prieto, servía como protección contra los malos espíritus. y los majestuosos y huraños machos negros poseían el poder de evitar los males sobre su dueño, quizás porque eran ellos mismos sujetos expiatorios.

PEQUEÑO EPILOGO SOBRE LOS GATOS

Ya hemos apuntado la sacralidad de este felino entre las gentes del antiguo Egipto, particularidad que condujo a una severa legislación que prohibía su exportación, bajo severas condenas. No obstante ello no evitó que los avispados comerciantes-navegantes fenicios se dedicaran al contrabando de gatos, sacando numerosos de ellos del país del Nilo, lo que evidentemente les reportó pingües beneficios.

Otra de las particularidades de este animal recogidas en nuestra investigación, y que citan dos autores españoles, en recientes publicaciones, es el sacrificio por docenas en la noche de San Juan. Se les lanzaba a las hogueras donde morían abrasados maullando de una forma horrible y lastimera. A pesar nuestro, no hemos podido constatar ni recoger recuerdo en forma oral de la citada costumbre, cosa que sí sucede en Francia. Bien es cierto que Julio Caro Baroja da a conocer en sus trabajos varios testimonios de tan bárbara tradición en la cornisa cantábrica.

Sí hemos recogido la costumbre en la Mancha y datos sobre el colgamiento de gatos muertos (en algunos casos, las llamadas aleluyas) en las paredes de las casas donde vivían mozas, a las que se quería menospreciar o vejar .

Recogida por Amades está la tradición, en tierras de Cataluña, que las embarazadas no debían tocar los gatos, pues tendrían un mal parto. y durante el alumbramiento se procuraba no tener ningún gato negro en la casa.

El color negro de los gatos nunca pronosticaba nada bueno, las mozas casaderas cuando los veían, quedaban sumamente tristes, ya que la presencia del gato negro les indicaba que tardarían un año más en encontrar galán.

Una de las costumbres, antaño muy generalizada, ya desaparecida, era la de colgar tras las puertas de las casas estampas con figuras de gatos. Ello protegía el hogar de la presencia de roedores.

En toda la península Ibérica se tenía el frío mes de Enero como el de los gatos, ya que se creía que se casaban. Y que los gatillos nacidos en ese mes gozaban de unos dones excepcionales de hermosura, y unas más que sobresalientes dotes como cazadores de ratones.

Recogimos la creencia de que a los jóvenes para que les crezca la barba, se deben untar el rostro a base de suaves capas de excrementos de gato negro.

Si contemplamos a nuestro gato lavándose la cara con la pata derecha, nos avisa que tendríamos visita, y si lo hacía enérgicamente con las dos, la visita llegará a lomos de caballería.

Para que un gato no regrese a su antiguo hogar, hay que fregarle las patas con aceite.

En otros puntos de nuestra geografía, para evitar que el gato escapara de la casa se le hacía dar tres vueltas alrededor del llar.

Dando de mano a esta breve exposición de la presencia del gato en la vida de nuestros abuelos, y en algunas de las nuestras, dejaremos al gato y su figura para próximos trabajos de toponimia popular, refranero, botánica, cuentos maravillosos, leyendas, etc., daremos a conocer una receta culinaria del siglo XVI, y recomendada por Ruperto de Nola...

GATO ASSADO COMO SE QUIERE COMER

"... El gato que esté gordo tomaras, y degollarlo, y despues de muerto cortarle la cabeza y echarla a mal porque no es para comer, que se dize que comiendo de los sesos podria perder el sesso y juyzio el que la comiese. Despues desollarlo muy limpiamente y abrirlo y limpiarlo bien, y despues embolverlo en un trapo de lino limpio y soterrarlo de baxo de tierra donde a de estar un dia y una noche, y despues sacarlo de alli y ponerlo a assar en un assador, y assarlo al fuego, y comenzandose de assar untarlo con un buen ajo y azeyte, y en acabando de untar azotarlo bien con una verdasca, y esto se a d hazer hasta que este bien assado, untandolo y azotandolo, y desque este assado cortarlo como si fuesse conejo o cabrito, y ponerlo en un plato grande, y tomar del ajo y azeyte desatado con buen caldo de manera que sea bien ralo y echalo sobre el gato, y puedes comer del porque es muy buena vianda...".



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EL FOLKLORE DEL GATO

VILLAR ESPARZA, Carlos

Publicado en el año 1993 en la Revista de Folklore número 150.

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