Revista de Folklore

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SANTOS GANADEROS EN EXTREMADURA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 133 - sumario >

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I.SAN ANTON

El binomio purificación-fertilización de los rituales de San Sebastián se encuentran perfectamente en Extremadura, al igual que su carácter protector. A ello ya nos hemos referido en otros trabajos. Ahora sólo reseñar que en la víspera o en el día de la fiesta dedicada al soldado romano se encienden hogueras en Torrejoncillo, Portezuelo (1), Coria, Arroyo de la Luz, Tejeda de Tiétar, Montehermoso... Se creía, como ya hemos tenido la oportunidad de indicar con relación a las hogueras de San Juan en la comarca de La Tierra de Granadilla, que pasando las ovejas sobre las cenizas, éstas se verían libres de enfermedades y de accidentes, serían sumamente prolíferas y estarían inmunizadas contra los ataques del lobo y contra las mordeduras de las serpientes. Idénticos efectos se lograban si se colocaban en las cuadras los rescoldos de estas lumbres.

Pero dejemos lo anterior aparcado y vayamos a otra festividad, concretamente a la de San Antón, santo cuyo patronazgo sobre el mundo ganadero le es sobradamente reconocido a lo largo y a lo ancho de Extremadura. En algunas localidades, como sucede en Casas de Millán, las celebraciones de San Sebastián y de San Antón se entrelazan o se mezclan en un todo, hasta el punto de que el día 21 es llamado indistintamente fiesta de San Antón o de San Sebastianino. Ni que decir tiene que en tal fecha concreta se procede a la clásica bendición de los animales, No obstante, la entente no suele marcar la pauta de las relaciones entre los devotos de ambas deidades en la mayoría de los pueblos en donde el uno y el otro se festejan. La rivalidad se patentiza en el dicho popular:

El día 20 de Enero,
San Sebastián, el primero.
Detente, varón,
que primero es San Antón,

Incluso dentro de un mismo núcleo se puede llegar a ver a las claras la competencia entre los barrios en que se alzan los santuarios de estos populares santos. En la localidad de Arroyo de la Luz, por no buscar otros lugares, hallamos un claro ejemplo. Los de la "zona" de San Antón espetan estas coplas a sus rivales:

San Sebastián valeroso,
vecino del arrabal,
que oyes hacer pucheros
a porrazos y a patás.

Por su parte, aquéllos han de escuchar otro sonsonete cargado de muy segundas intenciones que les dedican sus vecinos del "arrabal":

Había que seis platos
en el día de San Antón:
puerco, guarrapo, cerdo, marrano,
cochino y lechón.

Veamos algunos aspectos de la biografía o, mejor dicho, de la historia legendaria de San Antón que nos permitan atisbar, en la medida de lo posible, el por qué de su protección sobre los animales domésticos.

Nace San Antón o San Antonio Abad en la Tebaida, en el Alto Egipto, mediado apenas el siglo III, muriendo 105 años más tarde. Recuerda su hagiografía que de joven se retiró al desierto, donde va a transcurrir toda su larga vida. Poco conocemos de ella si dejamos de lado el cúmulo de leyendas forjadas en tomo a su existencia monacal. Un hecho a destacar son los años que habita en los subterráneos de una fortificación arruinada tras ahuyentar de este sitio a toda una legión de serpientes. Es igualmente reseñable el dominio que ejerce sobre un lobo que le muestra los caminos, sobre los leones que cavan la tumba de su amigo San Pablo el Anacoreta y el diario contacto con el cuervo que cada mañana milagrosamente le trae un pan en el pico. Todos estos animales presentan con nitidez su vertiente cultural en el mundo antiguo y se manifiestan como símbolos infernales. ¿Significa la usurpación por parte de San Antón de algunos aspectos sacralizantes relacionados con el mundo de ultratumba?

Los franceses afirman que los restos del santo anacoreta se hallan en la abadía de Saint Antoine Vienois, a donde llegaron procedentes de Constantinopla en el siglo XI. Por estas fechas, en opinión de algunos teóricos, comenzó su abogacía sobre los animales, más en concreto sobre la especie porcina. Muchas personas atraídas por la fama de santo iban en peregrinación al monasterio francés, hasta el punto de que los monjes se vieron en la necesidad de comprar cerdos para alimentarlos, quedando de este modo tales animales bajo la protección de San Antón (2). Es así como el cerdo se convierte en el compañero inseparable del santo Abad, y junto a él comienza a representarse en la iconografía cristiana. Esta hipótesis se nos antoja un tanto forzada y poco sostenible. Más lógica nos parece la interpretación del doctor Blanco Freijero:

"El por qué del cerdo como atributo del santo (San Antón) no aparece claro en las fuentes. Cabe hacer, sin embargo, una conjetura bastante razonable: la que se trata de la cristianización de una víctima predilecta de los dioses del paganismo, esto es, de los que la nueva fe consideraba demonios.

Como es bien sabido, el triple sacrificio de un cerdo, un carnero y un toro (suovetaurilia) revestía categoría de sacrificio de estado en el ritual romano. Pero aún más cargado de este sentido religioso, y por tanto más execrable para los cristianos, era el sacrifico de los lechones que se hacía en honor a Demeter en las fiestas tesmoforias de Atenas"(3).

De entre los ritos del festival griego conviene recordar el que consistía en arrojar cerdos a una caverna en recuerdo de la bajada de Déméter a los infiernos y su posterior resurrección de entre los muertos (4). EL cerdo, como su hermano el jabalí, es un animal vinculado al mundo de ultratumba y, en consecuencia, el análisis de todo este ceremonial nos llevaría de manera irremediable al estudio de la caza fúnebre y al simbolismo que encierra en relación con el lobo. Creemos que el sacrificio o la ofrenda de un cerdo a San Antón, como en los viejos rituales que él hereda, tiene como finalidad la propiciación de esta especie.

Diversas son las localidades extremeñas que celebran a San Antonio Abad: Navalvillar de Pelas, Garrovilla, Arroyo de la Luz, Brozas, Hervás, Fresnedosa de Ibor... En todas las poblaciones encontramos elementos comunes a los festejos reseñados anteriormente y que, al igual que éste, se orientan hacia fines ganaderos. Se encienden hogueras, alcanzando su fuerza fertilizadora-purificadora (=protectora) a los animales y a las personas que pasan junto a ellas. Aquéllos se verán libres de enfermedades, lesiones y ataques de las alimañas, al tiempo que también verán aumentadas sus posibilidades reproductoras. Nada extraña por esto que mozos y mozas, animados y purificados por las llamas, den ahora rienda suelta al galanteo, y antiguamente, a un erotismo "santificado" mediante el fuego sagrado, un fuego que calienta en el más puro contexto sexual. Es tiempo de carnestolendas (“Por San Antón, carnavales son”) y no sorprende, por consiguiente, que la fiesta del santo ermitaño se salpique de tonadas de inequívoca intención erótica. Sirva de muestra la escuchada por tierras de Alcántara:

Cuando mi madre mató
me mandó por la pimienta.
Y cómo quema
y cómo abrasa
la pimienta.

Al mozo que la vendía
se la pedí de la buena.
Y cómo quema
y cómo abrasa
la pimienta.
¿Estás de matanza, moza?
Tus chorizos quién comiera.
Y cómo quema
y cómo abrasa
la pimienta.

En Navalvillar de Pelas diez días antes de la fiesta el tamborilero, tanto a la madrugada como al anochecer, recorre las calles del pueblo que forman "el itinerario de la procesión". Le acompañan niños sonando cencerros. La noche-víspera de San Antón, las campanas anuncian la encamisá, a la que acuden jinetes, vestidos con camisa blanca, que montan mulos, caballos y burros. Dan tres vueltas a la población de forma pausada, precedidos por las autoridades, el tamborilero y gran cantidad de muchachos que portan hachones de gamonita. En todas las esquinas de las calles arden luminarias. A cada vuelta repican las campanas. Terminada la marcha oficial, los jinetes emprenden veloces carreras por todas las calles y lanzan repetidamente vivas a San Antón (5). El sentido purificador del entorno y el alejamiento de los males se presenta, además de en las hogueras y hachones, en los sonidos de los cencerros, de las campanas y del tamboril, así como en las tres vueltas que los jinetes dan al pueblo, lo que nos recuerda rituales de agregación e identidad de otros puntos de la Península (6).

Para los naturales de Navalvillar las monturas que participan en el festejo no padecerán daño de ningún tipo. La misma creencia es general en Extremadura con respecto de los animales que se llevan a las iglesias o ermitas donde se guarda alguna imagen de San Antón para que den tres vueltas a su alrededor:

"De p'atrás venían a la fiesta con las yuntas, con los perros pastores y asín. También con las ovejas, a dar la vuelta, que se llevaban la bendición. Aluego una se perdía, o más, y no pasaba ni un pelo ni na..., que al tener la bendición era que San Antón la guardaba del lobo y no pasaba na. Ni se jerían ni na. Eso era antes".

Esta cita, que corresponde a un informante de Garrovillas, presenta escasas variantes de fondo con otras recogidas en Brozas, Arroyo de la Luz y Hervás. Pero este "pastor divino" que es San Antón requiere por sus servicios alguna forma de pago, que generalmente se concretiza en embutidos, roscones, huevos y algún que otro cochinillo (7). En Garróvillas de Alconétar son colgados de las andas por los devotos en agradecimiento y, tras la procesión, se procede a la subasta de tales ofrendas. Hasta hace algunas décadas se subastaba el llamado cerdo rondón. Un cofrade solía regalar al santo un cochinillo con una esquila al cuello; durante todo el año dormía en la primera cuadra que encontraba abierta, correteaba por el pueblo durante el día y comía lo que los vecinos le sacaban a la puerta alertados por el cascabeleo.

Este cerdo de San Antón es común a otras áreas peninsulares. Una especial protección contra el lobo adquieren los cerdos que llevan colgadas campanillas bendecidas durante los actos litúrgicos en honor del santo anacoreta o dándole de comer un trozo de pan que también se haya bendecido en su festividad. Incluso otros animales domésticos se beneficiaban de la virtud milagrosa adquirida por intercesión de San Antonio Abad, por lo que no ha sido raro, hasta hace pocos años, ver colgada del cuello del animal que marchaba a la cabeza de una piara o reata la "esquila de San Antón". Su única presencia ha protegido a todo el conjunto tanto del ataque del depredador como de cualquier epidemia o enfermedad contagiosa.

II.SAN ROQUE

San Roque es otro de los santos protectores del ganado doméstico. Su devoción en Extremadura se reparte por igual entre los pueblos que tomaron su patronazgo por haberlos librado de alguna plaga y aquellos otros que desde hace siglos encontraron en él la salvaguardia de sus rebaños contra el ataque del lobo. La iconografía lo representa acompañado de un perro o de un lobo. Estuvo muy generalizada en la región la costumbre de hacer pasar a las ovejas por debajo de las andas de San Roque en evitación de cualquier posterior percance. Una de las localidades anteriormente citadas, Garrovillas, hace que San Roque y San Antón se disputen desde antaño el título de "pastor divino" de la ganadería que pasta por sus campos. A la larga San Antón se ha llevado el gato al agua, mas, si nos fijamos en la coplilla que aún se canturrea en la población, no siempre la superioridad festiva y funcional se ha decantado en la misma línea:

San Antón por ser más viejo
le pegó a San Roque un palo.
Y San Roque le chupó el perro
y comió a la cochina el rabo.

III.SAN ANTONIO

Son muchos los que confunden a San Antonio Abad con su homónimo San Antonio de Padua. Este último, lisboeta de nacimiento, es algunos siglos más joven, ya que su vida transcurre a lo largo del siglo XIII. Quizás la razón de vecindad ha hecho que sea el santo más venerado en Extremadura, donde se le considera un solucionatodo (8). Sin negar lo que esa afirmación tenga de verdadera, no podemos pasar por alto su carácter funcional, aspecto éste que con buen acierto generalizador definiera Gil Atrio:

"Nuestros antepasados vivieron del pastoreo y de los frutos de los huertos, y como la mayoría de sus vivencias hogareñas y laborales las compartían con las reses, en la hora de sus favores y de sus intimidades religiosas prefirieron amigos de los animales"(9).

El más famoso milagro de San Antonio está relacionado con el mundo animal. Se trata del conocido popularmente como el de los pajaritos, recogido en un largo romance. Las aves escuchan su llamada y le obedecen:

Venid pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado.
Y para que pueda
cumplir con mi obligación
voy a encerraros a todos
dentro de esa habitación.

Esta absoluta sumisión de los pájaros al santo sus devotos la hacen general a todas las especies animales. Basta una oración al paduano para que, por ejemplo, aparezca la res extraviada:

“A mí me s'escapó una mula del corral y se fue pa onde Dios quiso. Me recorrí to el término en buscarla, y ná. Y ni el guarda ni nadie la vio, que me daba que me l'habían quitao. Y voy, que me dice la tía María de pa Santa Marina que si no le rezo los padrenuestros a San Antonio. Pos na..., que le rece pa ver. Pos ya estaba dormío, y pal entresueño empecé que a oyil un patullo y que ladraba a la manera de un perro. Era ni más ni menos que la mula que estaba a la puerta del corral. Seguro que San Antonio l'había acarreao con el su perrino" (10).

La anterior vivencia responde a un arquetipo, que con pequeñas variantes puede escucharse por toda la geografía extremeña. La búsqueda de animales y de personas perdidas en los campos es una de las especialidades de San Antonio. Y, puesto que este tipo de pérdidas conlleva el ataque del lobo sobre las víctimas indefensas, también San Antonio se encarga de mantenerlas a salvo. Dos de las plegarias "oficiales" que se dirigen al santo paduano participan de esta doble intencionalidad. Son las popularmente conocidas con los nombres de responso y de responsorio. El primero ha de pronunciarse en cada caso concreto; por ejemplo, cuando una persona o animal se ha extraviado. La mayor parte de los responsos responden a un mismo esquema y presentan mínimas variantes, como puede observarse por dos de estas oraciones recogidas en dos puntos opuestos de Extremadura: Nuñomoral y Monasterio. La del pueblo pacense me fue dictada en 1977 por Antonio Blanco, que a la sazón contaba con 64 años:

San Antonio bendito,
que en Lisboa naciste
y en Padua moriste predicando.
Cuando en el púlpito del Señor predicabas
te vino la mala noticia
que a tu padre querían ahorcar.
Fuiste y veniste,
ya tu padre salvaste,
y en el camino un rosario encontraste.
Antonio, Antonio, Antonio,
Antonio divinisanto,
tres cosas sean lo mandado:
que lo perdido sea hallado,
que el lobo sea alejado,
y lo muerto, resucitado.
En nombre de la Virgen María,
un padrenuestro y un avemaría.
En Padua naciste
y en Defebo os criasteis.
En el púlpito que Cristo predicó,
tu predicaste.
y predicando vidiste venir nuevas
que a vuestro padre diban a ahorcar.
Y vos allá fuisteis.
Y el libro en el camino perditi.
El hijo de María y de José lo encontró,
en él se asentó.
Y tres veces lo llamó:
Antonio, Antonio, Antonio divino y santo.
Lo lejo, acercao.
Lo perdío, resucitao.
Si algún animal me falta,
bicho viviente no le haga daño.
Gloria al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo. (11)

Connotaciones muy especiales presenta el responso siguiente, que escuché en Perales del Puerto y que muestra un fondo y una forma muy parejos a los recopilados por el investigador Luis Cortés Vázquez (12) en los pueblos limítrofes de Salamanca con Cáceres:

Por el mundo andaba
Nuestro Señor
Y en casa de San Antonio
se aposentó.
Cuatro esquinas tenía la casa
y cuatro angelitos se la guardaban.
Cuatro misas le decían
y cuatro velas le encendían.
Cuando amanecía
Nuestro Señor se iba
y Antonio salió tras él.
Antonio, ¿dónde vas?.
Yo contigo voy.
Tú conmigo no vendrás
y aquí te quedarás.
Cuando algo se pierda,
tú lo cogerás.
Al ganado perdido,
la boca del lobo y de la raposa
no lo comerá,
ni la piedra de rayo le caerá.
Antonio divinisanto,
lo muerto resucitado.
Y en la vida y en la muerte
estés siempre a mi lado.
Amén.
Por nuestro Señor
y por la Virgen María,
recemos un padrenuestro
y un avemaría.(13)

El responsorio, por su parte, es una oración que cuenta con los visados eclesiásticos y suele encontrarse impresa en la mayoría de los devocionarios al uso. Es costumbre el recitarla al final de cada oficio de la novena que en el mes de junio se dedica a San Antonio. Su rezo durante los nueve días seguidos supone un seguro de todo riesgo para los animales domésticos propiedad de la persona piadosa. No faltan quienes escriben la oración en papeles y los guardan en corrales y apriscos para buscar los favores del santo en pro de la ganadería. Sin embargo, en ocasiones se ha manipulado el responsorio para sacar a flote su polo negativo. Así tenemos que las brujas de Salorino y de algunas alquerías hurdanas recitaban la oración de San Antonio "del revés" para atraer a los lobos hacia los rebaños que ellas deseaban. Muy conocidos son los primeros versos de la mencionada plegaria:

Si buscas milagros, mira
muerte, horror, desterrados,
miseria, demonios, heridos,
leprosos, enfermos y sanos.

El verdadero poder de San Antonio de Padua se manifiesta cuando se pone en relación con el lobo, ya interponiéndose entre él y la persona o animal atacado, ya haciéndole huir ante la invocación de su nombre. Veamos algunos ejemplos alusivos a la interposición:

"Cuando tío Vidal era chiquinino lo perdieron pal monte, sin que lo encontraran hasta por la mañana siguiente, y estaba acurrucao cuando lo encontraron, pero estaba contento. De mo que le preguntan que si no tenía mieo y no tenía ni pisca de mieu. Dicía tío Vidal a la gente que le preguntaba que cuando se queo solo vino un señor con un vistío mu largo, y venía con un niño chiquinino pa juegal con él. Aluego por la noche venía un perrón grandote y se tiraba a por él, pero el señor le daba con una soga pa los jocicos.

Es que l'habían rezao a San Antonio, que tenía la sotana, y el niño era el Niño Jesús, qu'es el mismo que tiene San Antonio en la ermita encima del libro, y el perrón grandote era un lobo que se quería comer a tío Vidal". (14)

"Dicen que se perdió un niñu y lo andaban buscandu todu el mundu, y cuando apareció, le dijon: -"¿Pos con quién haste estau...?

Y comu su madri le tenía puesto el responso a San Antonio Benditu, el muchachu diju: “Pos San Antonio Benditu, que me estuvu cuidandu; y el lobo estaba al mi lau, y cuandu me iba a mordel, San Antonio le pegaba en los dientes y le jupaba el perrinu brancu, y el lobu se iba". (15)

"Esto que se fueron dos muchachinos a la jesa del pueblo con el su padre y con un tío. Resulta que el tío se vino primero, y el padre se vino al pardeal. El caso es que los muchachinos se quearon, porque el padre se pensó que se habían venío con el tío. Total, que llega la noche y los muchachinos solitos, los probis. Que San Antonio los cuide, porque es que no pudieron encontrarles nadie. Luego resulta que habían estao a la puerta de la ermita de la Virgen del Casar con San Antonio, que no dejaba que se le arrimaran los lobos, porque los espantaba con el perro blanco y con la cayá que tenía de la mano". (16)

En los ejemplos anteriores San Antonio se hace acompañar de un perro blanco. La presencia de este animal nada tiene de extraña, puesto que es opinión generalizada que San Antonio es un pastor (17) y él, por consiguiente, no tiene otra misión que la de simbolizar su dominio sobre los campos y sobre el ganado (18). El color blanco del perro, por otro lado, responde a la misma concepción de sacralidad que el pueblo le atribuye a los animales albinos, a los que hace embajadores de la buena suerte. Una creencia de este tipo que resulta muy ilustrativa se halla documentada en la antigüedad hispana en el episodio de la cervatilla blanca que un lusitano regaló al romano Sertorio (19).

San Antonio es invocado también, como ya hemos adelantado, en los momentos críticos, es decir, cuando el lobo se presenta dispuesto a atacar y a clavar sus colmillos. Mas para que la acción divina, siempre instantánea, se produzca es necesario recitar el responso. No hace falta, al contrario de lo que ocurriría en los casos anteriores, que San Antonio tome cuerpo humano para alejar al sanguinario enemigo. Son muchas las narraciones sobre el particular, permitiéndonos la libertad de insertar tres de ellas por considerarlas representativas del conjunto:

"Estaban los pastores en los altinos de la sierra, y los perros: gua, gua, gua.

Como habían sentido a los lobos, ladraban a más y más. Los lobos venían a maná, de modo que mataron a dos perros y empezaron una chacina. Se jincó mi padre pa jacer el responso de San Antonio y no le salía, de modo que siguieron los lobos y to hasta que lo dijo entero. Entonces se salieron corriendo y no se llevaron ni una paleta"(20).

"Una vez iba yo de noche con dos bestias cargás de cormenas camino de La Alberca, y en esto que veo que las bestias ponin enjiestás las orejas y que comienzan a aligeral el paso. Enseguía me di cuenta de lo que pasaba. Era el lobo, que andaba rondando. Me jinqué de rodillas y le eché el responso a San Antonio Bendito. Al acabalo, las bestias se quearon tan tranquilas y ya no golvimos a barruntal al lobo más en toa la noche" (21).

"Estábamos nosotros acostáus al rasu que era tiempu de veranu, y en estu que a la media nochi sentimus jaramasqueal a los guarrapus. Y me disperté sobresaltá y ví al bichu que le había tiráu un viaji a la tripa del culu de la lichona. Comencé a grital: ¡Padri, padri, que el lobu ha entráu en la cerca de los guarrapus!. Mi padri se levantó corriendu y se jincó de rodilla encima de un canchal, y le echó el responsu a San Antoniu Benditu. Na'más acabal de echalu, el bichu se ajuyó pol aquellus riscalis. A la lichona la curamus con aceiti y queo tan sana " (22).

En contadas ocasiones San Antonio cumple al pie de la letra su función de pastor, es decir, la de cuidar y velar el ganado de manera voluntaria. Sin embargo, hemos conocido a devotos que le "obligaban" a cumplir con semejante oficio. Veamos un suceso que resulta revelador:

"Cuando el verano traíamos el ganáu al Cuarto Real pa estal allí una temporá y nos dejaban a dos mocinos al cuido. Cosa de la mocedá: mos íbamos a la majá de otros pa entretenel la noche, y las ovejitas las queábamos solas. ¿Sabes lo que jacíamos? Pos ponel a San Antonio de yeso en una ventanilla de la tiná de las ovejas y endebajo poníamos un papel con el responso de San Antonio. La estatua era mu chiquina, que nos la trajun de Plasencia. y no pasaba na con el lobo ni con na. Jaciendo asín, San Antonio pos se queaba al cuido. Nunca pasaba na porque San Antonio Bendito venía con el perro y nos s'asapartaba " (23).

Esta larga cita nos recuerda en cierto modo una leyenda centroeuropea según la cual un pastor lleva en el interior de su cayado un papel con el nombre de San Blas. Cuando el pastor se ausenta, el bastón se convierte en guardián del rebaño, obligando al diablo a estar a su lado para ahuyentar al lobo (24).

Los pueblos ganaderos suelen ser agradecidos al santo que los protege del bichu. Tal agradecimiento se manifiesta en las donaciones que San Antonio recibe, generalmente el día de la fiesta: aceite, velas, dinero, lechones, etc. Recuerdo cómo hasta hace algunos años en Ahigal quienes habían recibido sus servicios, y también quienes creían poderlos necesitar, le regalaban al santo los correspondientes cabritillos. Estos permanecían atados a una columna de los soportales de la plaza, lugar en el que luego se subastaban o se vendían al mejor postor. Esta típica estampa es y ha sido común a bastantes pueblos de Extremadura.

IV.SUMA Y SIGUE

Al lado de los santos "especializados", a los que hemos mencionado en las páginas anteriores, todos ellos de carácter más o menos general, contamos con otras deidades vinculadas a espacios más reducidos y más concretos, pero cuyas funciones pastoriles y de defensa frente al lobo también es resaltada. San Andrés, San Marcos, San Gregorio o San Blas en contadas ocasiones asumen aquellos mismos papeles. De entre estos últimos destacamos a San Blas de Sebaste, de quien ya hemos dicho que en los países de Centroeuropa le atribuyen cualidades pastoriles, algo que en cierta medida constatamos en Extremadura. Las virtudes que le son inherentes se anuncian ya en su propia biografía. Había nacido en Sebaste en el siglo III. Para huir de las persecuciones, tras ser elegido obispo, se retira a los montes, donde amansa y convive con las fieras, Se cuenta de él el hecho anecdótico de haber obligado a un lobo a devolver un cerdo que le había arrebatado a una pobre viuda. En la localidad cacereña de Cilleros y en algunas otras poblaciones de la Sierra de Gata se le tocaba con el báculo de San Blas el cuello de los animales domésticos con la creencia de que el ritual impedía que el lobo les hincara el diente. Los mismos resultados se consiguen si se les atan cintas bendecidas el día tres de febrero, como ocurría en Puerto Santa Cruz, en Malpartida de Plasencia, en Santibáñez el Bajo, en Ahigal y en distintas poblaciones de la comarca de la Vera. Capítulo aparte merecería el análisis de la costumbre de "los perritos" de Puebla de Sancho Pérez, donde parece que se respira un trasfondo totémico y se observa una estrecha vinculación al mundo pastoril al amparo del mismo San Blas. El día de la fiesta se bendicen unos perritos (¿serían lobos?) de dulce, que luego son comidos en el campo.

También el famoso Cristo de Serradilla, el llamado Cristo de la Victoria, es abogado, entre otras muchas y variadas cosas, de rebaños y de rabadanes, habiendo adquirido tal patronazgo tras el hecho milagroso de salvar a "unos pastores que fueron atacados por lobos en la cumbre de la Cañadilla", en las cercanías de la localidad (25). Otro tanto sucede con la Virgen de Guadalupe. Su relación con el lobo viene indicada porque este animal renunció a tocar a la vaca que fue causa indirecta del descubrimiento de la imagen. Un dibujo del siglo XVII representa a la Virgen del Rosario, de Higuera la Real, en compañía de cuatro ovejas. Aunque al decir del investigador Tejera Vizuete (26) se trata de una copia iconográfica de la Divina Pastora, no hay la menor duda de que se ha querido destacar la protección que ejerce sobre el mundo ganadero de una manera más localista. A buen seguro que el estudio de exvotos repartidos por iglesias, ermitas y santuarios de Extremadura ampliaría nuestro conocimiento sobre los aspectos hasta aquí reseñados en relación con el pastoreo y sobre las virtudes de algunas deidades como protectoras del ganado frente al lobo.

La literatura popular, por su parte, es clarificadora e insiste sistemáticamente en una conceptualización: el patrón o la patrona de la localidad asume siempre el deber defensivo ante cualquier peligro, en especial el que representa el lobo frente a los animales domésticos de los devotos. Las loas representadas, cada vez en menor medida, en los días de la fiesta son sumamente ilustrativas. En La Alberca, pueblo salmantino que en el pasado siglo aún pertenecía a la provincia de Extremadura, se representa en el mes de agosto (El diagosto) la Loa en honor de la Asunción Gloriosa de María Santísima. El gracioso de la obra encama el papel de un pastor hurdano que no duda en abandonar el rebaño que pasta en el valle de Las Batuecas para acudir a la fiesta, a pesar de ser desaconsejados por un camuflado demonio, con la seguridad de que la Virgen velará por el ganado:

¡Ah! putos, ¡ah! putos lobos
que rondáis el majadal,
mal entroncón os deis, malo,
contra un valiente canchal,
donde cabeza y sesos
sos viera yo derramar.
¡Jesús! Cuántos lobos, cuántos,
se han criado por acá:
uno, dos, tres, siete, veinte,
en mi vida he visto más
que en estas nuestras Batuecas
se han dado ahora en criar.
Pero vamos a la fiesta
de ese vecino lugar
que María de la Asunción
hoy se apresta a festejar (27).

La loa albercana es obra del siglo XVII. Más moderna es la representada en Ahigal en honor de Santa Marina. También en ella el demonio trata de impedir, aunque con poco éxito, que los romeros se acerquen hasta la ermita para festejar a la santa. Nos permitimos actualizar la grafía y copiar un fragmento del popular teatro, concretamente aquella parte del diálogo entre un campesino y un pastor, que incide en el tema que tratamos:

-Supongo que guardarías
como es menester el rebaño,
que el lobo en estos días,
sin pastores y sin amos,
pueden buscar donde quieran
mucha comía y a destajo.

-En tos los años que tengo,
y supón que van pa altos,
no perdí una romería
como al pastor es mandao
y en toítas las funciones
nunca me encerré al ganao.
Santa Marina la nuestra
lo trajina con cuidao:
mientras que yo cumplo con ella,
ella me guarda el rebaño.

Un esquema constructivo semejante encontramos en diferentes autos tradicionales que se han representado en bastantes pueblos de Extremadura. En Torrejoncillo fue costumbre cada año el estreno de una nueva obra creada por cualquiera de los aficionados locales con sensibilidad para organizar el soplido de las musas. Tengo en mi poder una copia de 1931, dictada por el que fue farmacéutico de la localidad, don Vicente Moreno Díaz. Un drama representado en 1882 y compuesto por Vicente Llanos Moreno; la misma responde al título de Loa en gloria y alabanza del Apóstol San Pedro. El diablo adulador cede aquí los bártulos persuasivos al incrédulo. Veamos unos versos que nos vienen a pelo:

Pastor:
Estoy abrumado de andar
por aquestos vericuetos,
por ver si podía llegar
a la fiesta de san Pedro.
Pero allí descubro gentes,.
Dios os guarde, caballeros.

Todos:
Bienvenido sea el Pastor.

Pastor:
Yo creo seré el postrero;
perdí el sermón y la misa.
¡Por vida de los ajenos!

Incrédulo:
¿Te has cuidado la misa,
y el ganado puesto al yelmo
expuesto al lobo rapaz
que mata el rebaño entero,
por venir a la función?

Pastor:
En todo el tiempo que tengo
no hubo una romería
que no viniese corriendo
a visitar al Apóstol,
y le digo, y es muy cierto,
que jamás en tales días,
con ser el lobo tan diestro,
penetró en el mí ganado,
porque lo guarda San Pedro.

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NOTAS

(1) BARROSO GUTIERREZ, F.: "San Sebastián: Mito y rito en Portezuelo", en Rev. de Folklore, 7, 2 (1987), págs. 63-70.

(2) FERNANDEZ CHAMON, A.: "La fiesta de San Antonio Abad de Navalvillar de Pelas", en Narria, 25-26 (1983), pág. 44.

(3) "Cultura y simbolismo del cerdo", en Historia 16, VIII, 81 (1983), pág. 108.

(4) FRAZER: La rama dorada. México, 1979. Págs. 533 ss.

(5) GIL, B. : Cancionero Popular de Extremadura II. Badajoz, 1956. Págs. 123-124.

(6) CARO BAROJA, J.: "La fiesta de San Juan en San Pedro Manrique", en Ritos y Mitos Equívocos. Madrid, 1977. Págs. 122 ss.

(7) JIMENEZ MILAZA, V.: Crónica de 17 pueblos (La Siberia Extremeña). Badajoz, 1982. Págs. 80 ss.;
SANCHEZ, A.: Un año de vida serradillana. Plasencia, 1982. Págs. 24 ss.;
RUBIO ROJAS, A.: La ruta de las chimeneas. Cáceres 1986.

(8) "Los santos olvidados", en Alcandora, 9 (1984), págs. 183 ss.

(9) GIL ATRIO, C.: Contrabando de Santos. Caracca, 1962.

(10)J. R., Ahigal, 1985.

(11) CHAMORRO, V.: Las Hurdes, tierra sin tierra. Barcelona, 1972. Págs. 179-180.

(12) Información personal.

(13) A. L. C., 1980.

(14) F. M., 1984.

(15) BARROSO GUTIERREZ, F. :"El culto a San Antonio en Las Hurdes", en Rev. de Folklore, 2, 2 (1982), pág. 87.

(16) M. C., Portaje, 1979.

(17) Sobre la función de San Antonio en el mundo ganadero ver CATEDRA TOMAS, M.: "Vacas y vaqueiros", en Vaqueros y Pastores. Dos formas de vida. Madrid. 1979. PágS. 79 ss.

(18) FERNANDEZ ESCALANTE, M. F.: "La conformación trifuncional de la Sociedad Indoeuropea vista desde un ancestral cuento pasiego", en Rev. de Folklore, 4, 2 (1984), pág. 201.

(19) PLUTARCO: Sert., 12; APIANO, Iber, 100.

(20) A. S., Barcarrota, 1984.

(21) BARROSO GUTIERREZ, F.: op. cit., 87.

(22) Ibid., 88.

(23) A. G., Ahigal, 1984.

(24) BLANCO FREIJEIRO, A.: "Cultura y simbolismo...", 100.

(25) GUADALAJARA SOLERA, S.: Lo pastoril en la cultura extremeña. Cáceres, 1984. Pág. 202.

(26) TEJADA VIZUETE, F.: "Pintura popular Bajo-Extremeña", en Saber Popular, 1 (1987), pág. 72.

(27) REQUEJO,J. M.: La Alberca, monumento nacional. Salamanca, 1981.



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SANTOS GANADEROS EN EXTREMADURA

DOMINGUEZ MORENO, José María

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 133.

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