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Revista de Folklore número

046



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"COPLAS DE MAGDALENICA": Estudio y recomposición de un fragmento

RUBIO GONZALEZ, Lorenzo

Publicado en el año 1984 en la Revista de Folklore número 46 - sumario >



En una de las carpetas de documentos sin clasificar, pertenecientes a fondos parroquiales de Medina del Campo, que actualmente obran en el archivo diocesano de Valladolid, recientemente fue hallado un folio manuscrito, en el que, además de un censo otorgado en 1494 y una carta de pago de 1567, reproducidos con letra de1 siglo XVII, figuran unos versos bajo el título de Coplas de Magdalenica.

Aparecen escritos en sentido vertical, en forma espaciada y clara, ocupando la mitad interior del folio casi en su totalidad. El copista utilizó la letra cortesana de principios del siglo XVI para toda la composición, pero se aprecian dos partes bien diferenciadas, debido a la distinta pluma y dos momentos diversos de escritura. Entre la primera y la segunda parte, escritas, respectivamente, en la mitad superior e inferior, hay un espacio en blanco que parece indicar que el copista conocía que ambas partes pertenecían al principio y al final de una composición mucho más amplia, como efectivamente así es.

Se trata, pues, de un fragmento de veinticuatro versos octosílabos, aunque el vigesimocuarto sólo está iniciado, porque el copista lo interrumpió bruscamente. Se agrupan en estrofas irregulares, con rima perfecta, salvo en dos ocasiones en que la rima se aparta de la norma. Ante un primer análisis de la estructura, el predominio de las estrofas de cinco versos y de la rima consonante, distribuida conforme al esquema abaad, descubrimos que se trata de quintillas, aunque con corruptelas muy propias de una poesía que ha alcanzado un alto grado de difusión y popularidad.

Intercalados entre los versos, destacan los pronombres El y Ella, que diferencian los parlamentos que corresponden al pretendiente de la desconocida dama y a la sirvienta de ésta, los cuajes mantienen un largo diálogo picaresco y acortesanado, en el que el conde de Almenara solicita que se le franquee la entrada y la sirvienta se resiste a concederlo exponiendo excusas, hasta que comprueba que el conde es portador de cuantiosos y estimables regalos para su señora y para ella misma.

Coplas de Magdalenica

El

Abras me, Magdalenica.

Ella

¡Ay, Jesús! ¿Quién anda ay?

El

No te espantes, ermanica;
a tu señora suplica
vn galán se pare ay.

Ella

Si no es levantada encara,
¿quién diré que estava ay?

El

No me hagas mala cara;
Dile; Magdalena ermana,
que es el conde de Almenara,
que la quiere más que a sí.

Di que traygo vnas manillas
hechas d'oro y de afiçión,
grana para vnas faldillas
y seda para vn ropón;
di que traygo a Diego, el joyero,
el que vibe en la volsería;
di que traygo vn almyzclero
y dos espejos d'azero
y almayzares d'Almería.

Ella

¿Y a my, señor, qué me traéys,
porque os abra de buena gana?

El

Madalena, bien savéys:
todo qu

* * *

Una primera información bibliográfica sobre las Coplas de Magdalenica nos confirma la gran popularidad que éstas alcanzaron desde, finales del siglo XV. Agustín Durán, Antonio Rodríguez-Moñino, Bartolomé José Gallardo, José Simón Díaz, las reseñan en sus catálogos.

Las Coplas de Magdalenica se conservan impresas en seis pliegos sueltos, localizados en bibliotecas de Madrid, París, Nueva York, Londres y Oporto (1). Además se tienen referencias de otros (2), de los cuales hay reseñas, pero no se conservan o no se localizan ejemplares.

Teniendo en cuenta que los pliegos sueltos son impresos que en su inmensa mayoría no han llegado a nosotros, el hecho de que estas coplas se encuentren recogidas con tal insistencia y abundancia, indica que, efectivamente, en su tiempo fueron famosísimas, como no duda en calificarlas Antonio Rodríguez-Moñino.

La popularidad de que gozaron las llevó a las prensas, junto con otras composiciones igualmente famosas, en repetidas ocasiones, pero el fragmento que recogemos y sometemos a estudio, confirma, además, dos cosas importantes: se difundieron también en copias manuscritas, y, sin duda, a través de éstas alcanzaron mayor expansión, y por el propio fenómeno de la popularización sufrieron numerosas variantes y recreaciones, lo cual les otorga el carácter de poesía tradicional asumida por el pueblo. A esto último contribuyó en gran manera la autoría anónima que parece que tienen. Pues, aunque figuran entre las Coplas de Antón Vaquerizo de Morana (3), no pueden serle atribuidas sin serios reparos. Por el contrario, quizá sólo se trata del colector o del impresor de las composiciones que forman el pliego en que se encuentran. Por otra parte, el que se repita con insistencia Aquí comienzan las coplas de Magdalenica, o simplemente, Comienzan las coplas de Magdalenica, señala claramente que eran famosísimas y que el nombre del autor se había perdido cuando comenzaron a ser impresas, ya que de otras composiciones se hace constar el nombre de1 autor .

El texto de Coplas de Magdalenica impreso en Coplas de Antón Vaquerizo de Morana (4) es más amplio y más regular, métricamente, que el de la Biblioteca Nacional de Madrid (5). Sin embargo, reproducimos éste, porque nos parece de fecha anterior y más significativo por sus irregularidades y variantes.

COPLAS DE MAGDALENICA

-Abras me, Magdalenica.
-¡Ay, Jesús! ¿Quién anda ay?
-No te enojes, hermanica,
que a tu señora suplica
vn galán se para ay.
(...................)
-No la puedo recordar,
señor conde, assí os lo digo:
sé que no ha de aprouechar
y que tomará pesar
y dará voces comigo.
-Abre, que traygo tristeza,
congoxa, pena, mançilla
que me causa su crueza;
traygo muy firme firmeza
contino para seruilla.

Abre, no seas causadora
de augmentar mis passiones.
-No podéis entrar agora,
que no come mi señora
de palabras y razones.
-Abre, hermana Magdalena,
no me quieras enojar;
no seas causa que la pena
que tu señora me ordena,
me haga desesperar.

-Mira qué lindo consuelo
que me ha dado su cuydado.
Ya pluguiesse a Dios del cielo
que os diesse tal desconsuelo,
que ouiéssedes desesperado.
Con el desamor que os tiene,
dize que en balde afanáys,
por mayor dolor que os pene,
que poco le va ni le viene
que viuáis o que muráys.

-Abre, Magdalena hermana,
verás qué te mostraré.
-Por mi fe, no os abriré
hasta que sepa lo, cierto.
(.......................)
-Abre, de buen coraçón,
que le traygo vnas manillas
labradas con afición,
seda para vn ropón
y grana para faldillas.

Traygo aquel Diego, bolsero,
el que está en la joyería,
que le trae vn almizquero
y vn espejo de azero
y almayzales de Almería.
-¿Y a mí, señor, qué darás,
que te abra de buena gana?
-A ti, Magdalena hermana,
todo quanto tú querrás,
como quien lo da a vna hermana.

Fin

-Entrad, señor, en buen ora;
entre vuestra señoría,
que yo sé de mi señora
que si su pena le llora,
que remedie su manzilla;
y en gozo convertiría
toda su pena passada,
y con él se alegrará
tanto, que ella le dará
más de lo quél demandaua.

* * *

Una vez conocidos ambos textos, vemos, en primer lugar, que el fragmento hallado en el suelto de Medina del Campo reproduce el comienzo y el final de las famosísimas Coplas de Magdalenica. Justamente los versos que con más facilidad podían ser retenidos en la memoria y los que, para un caso semejante, podían ser utilizados para conseguir franquear la entrada de la dama requerida de amores. En una ocasión tal, lo importante de los versos es la intención del demandante y la ofrenda de obsequios. La referencia concreta al conde de Almenara y el forcejeo dialéctico entre el caballero y la sirvienta, pasa a un segundo plano y adquiere un carácter simbólico e intencional. Lo que verdaderamente importaba para conseguir la entrada en casa de una dama, era la petición de paso franco y el que éste fuera concedido mediante el anuncio de regalos que logran deshacer la resistencia.

Por esta razón, el copista del fragmento -supiera o no todas las coplas- quiso reproducir las que, sin duda, eran más conocidas y populares por su especial significación y utilidad. Lo que resulta más difícil de explicarnos es por qué las transcribió y por qué las interrumpió tan bruscamente. Quizá obedeciera a un impulso de perpetuarlas por escrito, aprovechando un rato de ocio y un papel en blanco. En cuanto a la interrupción, no cabe pensar sino que un asunto de mayor importancia le hizo levantar la pluma y ahí quedó su intento, en el verso vigésimo cuarto y en una palabra sin concluir.

Las numerosas variantes que tiene el fragmento respecto del texto de la Real Academia y del reproducido por Bartolomé José Gallardo, indican que el copista de los versos del manuscrito medinense los conocía de memoria, aprendidos tal vez de oído y no muy bien, lo cual explica, a su vez, las irregularidades métricas. Propio todo ello de una versión oral de tipo popular, en la que destacan más los deterioros que las aportaciones enriquecedoras del original.

El tema de tan populares coplas era muy común en versiones de poesía popular. Simplemente hacen bueno el refrán tan conocido de Dádivas quebrantan peñas, dando a entender que con dones, regalos o presentes se suelen vencer las mayores dificultades. Pero en Coplas de Magdalenica el nombre del conde de Almenara tiene un protagonismo especial, no exento de buena dosis de sátira y burla. Parece evidente que no fue el mismo conde el que las compuso para ablandar la resistencia de la casa de su amante, sino que más bien hay que pensar que las escribieron para poner de manifiesto sus correrías amorosas y los trofeos conseguidos con el encanto de sus generosos obsequios. El mismo nombre de Magdalenica nos lleva a pensar en su equivalente de Celestina, o en el oficio truhanesco que ejercía Magdalena en beneficio propio y de su dama.

Las coplas de carácter burlesco y denigratorio recorren los cancioneros del siglo XV. No hace falta más que recordar los nombres de Montoro, Gómez Manrique, Juan de Valladolid, Ribera, Lope de Sosa, vinculados al Cancionero de obras de burlas provocantes a risa. A este tipo de poesía cancioneril y burlesca hay que adscribir las Coplas de Magdalenica, las cuales se popularizaron, tal vez más que por el propio conde de Almenara que las protagoniza, por la fuerza cómica que llevan consigo en ese diálogo picaresco e hipócrita que las hacía aptas para el requerimiento de amores y para ser recitadas en son de chanza. Su época de composición habría que situarla en los finales del siglo XV, y su mayor difusión durante las primeras décadas del siglo XVI, cuando la imprenta las difunde en esos pliegos sueltos de fácil adquisición y venta en plazas y mercados.

* * *

El copista del fragmento medinense las conocía cuando ya las coplas estaban muy deterioradas por la transmisión. Pero el tipo de letra que empleó nos sitúa a principios del siglo XVI, es decir, en el momento en que tal vez estaban en plena difusión oral e impresa. Como hay que suponer que las trasladaría de la memoria al papel, a las variantes de tradición hay que añadir las que el propio copista introdujo, bien por error o por simple trastrueque.

Dado que la interrupción aparece claramente como brusca y repentina, hay que suponer que en su ánimo estaría concluir la estrofa última que inició, y que, por otra parte, completaba el sentido parcial seleccionado, es decir, que a la petición de entrada en la casa de la dama, lógicamente debía seguir la consecución del propósito, como ocurre en el poema completo. Por lo cual, al recomponer el texto incompleto, añadimos los versos que deberían figurar en el papel de Medina del Campo, si el copista no hubiera puesto fin a su labor tan repentinamente.

Los tipos de cursiva indican las variantes que el fragmento medinense presenta respecto del impreso de la Biblioteca Nacional y, en su caso, del texto de Coplas de Antón Vaquerizo de Morana, reproducido por Gallardo. Igualmente se toman del impreso de la Biblioteca Nacional los versos que completan el fragmento, reproducidos en negrita.

Si tenemos en cuenta que las estrofas de las coplas son quintillas dobles, obsérvese que en la primera estrofa sobra un verso y en la segunda falta. Como la rima es perfecta, para que la norma sea regular, en la primera estrofa hay un verso que disuena y que tal vez es el verso que rompe la métrica de las quintillas dobles ("dile, Magdalena ermana"). En cambio, en la segunda estrofa parece que falta el que debería ser el primer verso, y que completaría la primera quintilla ("Abre de buen coraçón"). Para ofrecer cierta regularidad, sin violentar el texto medinense, incluimos entre paréntesis el verso que sobra en la primera estrofa, e igualmente el que falta en la segunda, además de presentarlo con letra negrita.

COPLAS DE MAGDALENICA

EL

Abras me, Magdalenica.

ELLA

¡Ay, Jesús! ¿Quién anda ay?

EL

No te espantes, ermanica,
a tu señora suplica
vn galán se pare ay.

ELLA

Si no es levantada encara (7),
¿quién diré que estava ay?

EL

No me hagas mala cara,
(dile, Magdalena ermana),
que es el conde de Almenara,
que la quiere más que a sí.

(Abre de buen coraçon)
Di que traygo vnas manillas
hechas d'oro y de afiçión,
grana para vnas faldillas
y seda para vn ropón;
di que traygo a Diego, el joyero,
el que vibe en la volsería,
di que traygo vn almyzclero (8)
y dos espejos d'azero
y almayzares (9) d' Almería.

ELLA

¿Y a my, señor, qué me traéys,
porque os abra de buena gana?

EL

Magdalena, bien savéys:
todo quanto vos queréis,
como quien lo da a vna hermana.

ELLA

Entrad, señor, en buen ora;
entre vuestra señoría,
que yo sé de mí señora
que si su pena le llora
que remedie su manzilla.

Suponemos que este sería el texto que el copista quiso dejar en el papel suelto que se halla entre los muchos de los fondos parroquiales de Medina del Campo. Poesía de corte cancioneril, acortesana y popular, que las gentes de aquellos primeros años del siglo XVI recitarían con regocijo, tanto para requebrar de amores, como para burlarse de quien por este motivo se ponía en evidencia.

El fragmento hallado entre diversos papeles de censos, cartas de pago, contratos, otorgamientos y otros documentos de carácter práctico y crematístico, es como una medio deshojada margarita en medio de un peñascal. Un signo de poesía popular entre los agobios y perentoriedades de la vida. Bienhalladas son estas Coplas de Magdalenica, porque, además de ofrecernos una versión más -aunque fragmentaria- de esta composición, confirman con su testimonio la más amplia difusión por transmisión oral y a través de copias manuscritas que por los propios pliegos impresos.

____________
(1) Aqui comienzan las coplas de Magdalenica, con otras de la reina de Nápoles, con una concion (José Simón Díaz, Bibliografía de la Literatura Hispánica, III, Madrid, CSIC, nº 2.351, pág. 515). Aquí comiençan quatro maneras de Romances: el vno de magdalenica... (lbídem, nº 2.353, pág. 515). Coplas de Anton Vaquerizo (sic) de Morana... (Antonio Rodríguez-Moñino, Diccionario Bibliográfico de Pliegos Sueltos Poéticos (Siglo XVI), Madrid, Editorial Castalia, 1970, nº 785, pág. 459). Coplas de Madalenica... (Ibídem, nº 790, pág. 462). Coplas de Madalenica. Sevilla, Jacobo Cronberger, entre 1511-1515 (Ibídem, nº 791, pág. 463). Coplas de Madalenica. Sevilla, Juan Varela de Salamanca, c. 1515-1520 (Ibídem, nº 792, pág. 463).

(2) Aqui comiençan las coplas de Madalenica. Con otras coplas de la Reyna de Napules. Con vna cancion (Rodríguez-Moñino, ob. cit., nº 665, pág. 403). Aqui comiençan las coplas de Madalenica. Con otras coplas de la reyna de napoles. Con vna cancion (Ibídem, nº 666, pág. 403). Estas son variantes de la impresión que reseña Simón Díaz (ob. cit., nº 2.351, pág. 515), siguiendo el Catálogo de pliegos (pág. LXVII) de Durán, pero sin que se hayan localizado ejemplares de la misma. Hay que mencionar, además, la reproducción facsímil del pliego Aqui comiençan quatro maneras de Romances: el vno de magdalenica..., en Colección de pliegos sueltos, agora de nuevo sacados, recogidos y anotados por Vicente Castañeda y Amalio Huarte (Madrid, Tip. de la Revista de Archivos, 1929, págs. 205-208).

(3) Reproducido por Bartolomé José Gallardo, Ensayo de una Biblioteca Española de libros raros y curiosos, tomo I, Madrid, Rivadeneyra, 1863. Edición facsímil, Madrid, Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos, 1968, nº 569, págs. 700-701.

(4) Ibídem, nº 569, págs. 700-701. Aparecen evidentes los retoques y el añadido de las dos últimas quintillas, que completan con un agradecimiento final el permiso de la entrada en casa de la dama requerida.

(5) Impreso en letra gótica, sin referencias de autor, lugar, imprenta ni año. Lo forman cuatro hojas, escritas a dos columnas, en tamaño de 20 cms. Se conserva en excelentes condiciones, esmeradamente encuadernado en vitela en época muy posterior a la de su impresión. Acompañan dos guardas en blanco al principio y al final. El pliego parece que formó parte de un cuerpo de impresos que constituían un volumen, del que todavía conserva la numeración de las páginas, que tienen carácter provisional y es de mano de archivero (fols. 156 r.-156 v.). Contiene seis composiciones: las Coptas de Magdalenica, cuatro romances, que dan título al pliego (Romance: "De francia partio la niña"; Deshecha del cauallero con enojo: "Plega a dios que alguno ames"; Romance del conde Guarinos: "Mala ouistes los franceses"; Romance del duque de gandia: "A veinte y siete de Julio") y un Villancico: "Razon que fuerça no quiere".

(6) Lo reproducimos respetando la fonética y la grafía original; pero por razones de facilidad de lectura y comprensión, nos hemos permitido señalar con guiones los diferentes parlamentos, hemos utilizado las mayúsculas, en su caso, y lo hemos puntuado conforme a los criterios usuales modernos. Las mismas normas hemos utilizado para el resto de los textos transcritos.

(7) Encara. Encara y encá, voces navarro-aragonesas: todavía.

(8) Almizclero: cosa que huele, o tiene almizcle, de cuyo nombre se forma este adjetivo, que otros dicen Admizcleño (Real Academia Española. Diccionario de Autoridades).

(9) Almayzares: Almaizar o almaizal, toca de gasa, que los moros usaban en la cabeza por gala. Era listada de colores, y con ropacejos y flecos que adornaban los extremos, para que colgando éstos de la cabeza sirviesen de mayor adorno y gala (Ibídem).



"COPLAS DE MAGDALENICA": Estudio y recomposición de un fragmento

RUBIO GONZALEZ, Lorenzo

Publicado en el año 1984 en la Revista de Folklore número 46.

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