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En otros trabajos anteriores, igualmente publicados en esta misma Revista de Folklore, hemos analizado aspectos de las mentalidades populares a través de textos medievales, dentro de ese campo insuficientemente comprendido y desarrollado como es el de la etnohistoria (1). Pues bien, en la presente ocasión analizaremos algunos aspectos relacionados con una oración celta, escrita en latín, compuesta a mediados del siglo séptimo en las Islas Británicas, la Lorica (loriga en castellano), cuya autoría tradicionalmente se atribuyó a Gildas el Sabio y, actualmente, se considera obra de Laidcenn Mac Baith (2).
Dentro de la religiosidad popular, incluso de la actualidad, existe un tipo de oración o de acción religiosa al que se le atribuye mayor fuerza en cuanto a la efectividad de la misma. Por ejemplo, la oración de San Antonio para conseguir encontrar lo perdido, o conseguir algo especialmente difícil. En realidad, este tipo de acción religiosa se puede rastrear dentro del cristianismo popular desde siglos atrás. Cabe recordar, a este respecto, la extendida idea de que el hecho de ver una imagen de San Cristóbal llevaba como consecuencia que ese día la persona no moriría, convirtiéndose en el abogado contra el fallecimiento repentino. Las muchas, y en ocasiones enormes, imágenes de San Cristóbal repartidas por no pocas iglesias y catedrales hispanas, europeas e incluso americanas (3) son muestra de la gran extensión de esta creencia.
Sin embargo, este tipo de creencias, verdaderamente apotropaicas, se rastrean incluso en épocas anteriores a la del completo desarrollo de la imaginería religiosa. Y es aquí donde encaja la Lorica. Escribió en 1899 Hugh Williams lo siguiente, en referencia a ésta:
“Gildas compuso esta lóriga para mantener lejos aquellos demonios que le atacaron. Un ángel vino a él, y el ángel le dijo: si un hombre repite esta lorica a menudo, añadirá un período de siete años a su vida, y la tercera parte de sus pecados será borrada. Además, el día que él recite esta oración… hombres, demonios y enemigos no podrán hacerle daño, la muerte no le tocará ese día” (4).
Casi huelga cualquier comentario: es evidente que esas ideas de la religiosidad popular, que incluso han llegado hasta hoy día, tienen sus orígenes en los primeros siglos del cristianismo, época en la que éste todavía luchaba en muchos territorios por imponerse a las creencias precristianas.
Respecto al aspecto lingüístico, pertenece a la que se ha denominado como literatura hispérica, que se dio en la alta Edad Media no sólo en las Islas Británicas sino también en otros lugares de Europa, incluida la Península Ibérica. Entre sus características cabe mencionar algunas, como el uso de técnicas lingüísticas que en la época clásica no resultaban muy adecuadas, cual es la aliteración, además del empleo de términos griegos e incluso hebreos (5), técnica que también se observa en el texto que nos ocupa (6).
¿Cabe suponer que dentro de la tradición popular hispana exista o haya existido un tipo de oración similar al de la Loriga (7)? Quede aquí publicado el texto en castellano como elemento de referencia para los estudiosos de la religiosidad popular y de la medicina tradicional, además obviamente del valor intrínseco de esta oración, deseando que se profundice más en la literatura religiosa medieval, en su más amplio sentido, como fuente para un mejor conocimiento de las mentalidades y de la etnohistoria.
LORICA - LAIDCENN MAC BAITH
Traducción castellana (8).
¡Apoya (9), Unidad de Trinidad
Ten piedad, Trinidad de Unidad!
Ayúdame, te suplico, puesto
como en el peligro del gran mar,
para que no me arrastre consigo la mortalidad
de este año ni la vanidad del mundo.
Y esto mismo solicito a las sublimes
virtudes de la milicia celestial,
que no me abandonen para ser despedazado
por los enemigos
sino que en este momento me defiendan
con fuertes armas,
que (10) aquellos ejércitos de la milicia celestial
me precedan en el campo de batalla,
Querubín y Serafín con miles,
Miguel y Gabriel con (11) semejantes (a ellos).
Deseo (12) a los tronos, virtudes, arcángeles,
principados, potestades, ángeles,
para que, defendiéndome ellos cual denso ejército,
tengan (13) fuerza de abatir a los enemigos.
Entonces, a continuación, pido a los otros
presidentes de la contienda (14),
los patriarcas, los dieciséis profetas (15),
los apóstoles, vigías de la nave de Cristo,
y los mártires, a todos los luchadores
que por ellos me proteja la salud
y todo mal salga de mí.
Que Cristo alcance conmigo un pacto firme,
y espante el temor, el estremecimiento, las
horribles perturbaciones.
¡Dios, impenetrable protección,
defiéndeme por todos los lados con fuerza!
Libera todos mis miembros,
segura pelta (16) que proteges a cada uno,
para que los terribles demonios, como suelen,
no lancen (17) sobre mis costados venablos:
cráneo, cabeza con pelo y ojos,
frente, lengua, dentadura y su revestimiento,
cuello, pecho, costado, entrañas,
cintura, trasero y las dos (18) manos.
Sé, pues, casco de salud para la cabeza
con los pelos de la coronilla,
para la frente, ojos y el triforme cerebro,
para el morro, labio, cara, sien,
mentón, barba, sobrecejos, orejas,
mejillas, carrillos, espacio internasal, narices,
pupilas, irises, párpados, pestañas,
barbilla, respiración, mandíbulas, fauces,
diente (19), lengua, boca, campanilla, garganta,
traquea (20) y la parte bajo la lengua (21), cerviz,
para el centro de la cabeza, cartílago,
el cuello: ayuda clemente a la protección.
A continuación sé coraza segurísima
para con los miembros, para con mis vísceras,
para que hagas retroceder de mí los invisibles
clavos de estacas que hunden los odiosos (22).
Protege, pues, oh Dios, defensa del fuerte,
con las espaldas los hombros y brazos,
protege los antebrazos con codos y manos,
puños, palmas, dedos con uñas.
Protege la espina (dorsal) y las costillas con
las junturas,
protege la espalda y los nervios con los huesos,
protege la piel, la sangre con los riñones
caderas (23), nalgas con los muslos.
Protege las corvas (24), las pantorrillas y la parte
superior de los muslos (25),
rótulas, jarretes y rodillas,
protege los talones con las tibias y calcañares,
las piernas, los pies con las bases de las plantas.
Protege los ramos que surgen de diez en diez,
con los dedos (de los pies) (26) las diez (27) uñas,
protege el pecho, el cuello y el pequeño pecho
tetillas, estómago y ombligo.
Protege el vientre, lomos, genitales,
las entrañas (28) y las partes vitales del corazón,
protege el hígado de tres puntas y los ijares,
bazo, riñones, axilas con envolturas (?) (29).
Protege la boca, tórax con el pulmón,
venas, fibras, hiel con… (30).
Protege la carne, ingle (31) con las entrañas,
el bazo con los retorcidos intestinos.
Protege la vejiga, la grasa y todos
los innumerables órdenes de junturas,
protege los cabellos y los restantes miembros
de los que casualmente haya pasado de largo
sus nombres.
Protégeme todo con los cinco sentidos
y con las diez artísticamente hechas entradas,
para que desde las plantas de los pies hasta
la coronilla
no me enferme ningún miembro, ni por fuera ni
por dentro,
para que no puedan (32) arrojar la vida de mi cuerpo
la epidemia, la fiebre, la languidez, el dolor (33),
hasta que, entonces (34), por concesión de Dios,
envejezca
y borre mis pecados con buenas cosas (acciones),
para que yendo desde la carne carezca (hasta)
de las cosas ínfimas
tenga la fuerza de volar a las alturas
y, tras apiadarse Dios,
sea llevado alegre a los celestiales refrigerios (35)
del Reino. Amén.
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NOTAS
(1) LORENZO MARTÍNEZ, Ángel: “Sobre referencias etnográficas en textos medievales”, Revista de Folklore, 241 (2001), pp. 32-34.
ID., Más referencias etnográficas en textos medievales: El capítulo 43 de los Casus Sancti Galli, Revista de Folklore, 257 (2002), pp. 161-163.
(2) HOWLETT, David: “Five experiments in textual reconstruction and análisis: Peritia”, Journal of Medieval Academy of Ireland 9 (1995), pp.1-50, concretamente p. 8: "The prayer once attributed to the sixtb-century Briton Gildas Sapiens is now assigned securely to Laidcenn".
(3) Siendo muy conocidos ejemplos españoles y europeos, no nos resistimos a citar un ejemplo americano, concretamente el de la iglesia franciscana de Santiago de Tlatelolco (ICAZA DUFOUR, Francisco de: “Santiago de Tlatelolco: Iacobus”, Revista de estudios jacobeos y medievales 13-14 (2002), pp. 275-305, concretamente p.
302: “Al iniciarse la restauración del templo, fueron encontrados fragmentos de murales realizados en distintas épocas, de los cuales sólo se conserva completo el inmenso “San Cristobalón”, de aproximadamente ocho metros de altura, que obra sobre la puerta de la Porciúncula, como era costumbre en las viejas iglesias europeas para conjurar la muerte súbita”.
(4) Este párrafo, en inglés, al igual que su traducción de la Lorica, se encuentra reproducido en www.tertullian.org.
(5) ECO, Umberto: Sobre literatura, Barcelona, 2002, pp.
105-106.
(6) Por ejemplo, términos griegos como “cephalem” (cabeza) o “pantes” (todos) o hebreos, como “sennas”, del hebreo sen (diente), deletreado sin con vocal tsere más nun. No está de más decir que alguno de los términos de origen hebreo empleado, como iduma, ha merecido incluso trabajos monográficos (HOWLE'IT, David: “Insular Latin idama, iduma: Peritia”, Journal of the Medieval Academy of Ireland 9 (1995), pp. 72-80).
(7) En época altomedieval hubo mucho contacto entre la Península Ibérica y las Islas Británicas. Respecto a la distancia que existía en la época medieval entre ambas zonas es pertinente recordar que era, sólo, de tres o cuatro días: “En referencia al siglo XII, Giraldus Cambrensis menciona tres días como duración usual del viaje a España desde Irlanda […]. Lethbridge recuerda que en 1385 unos embajadores portugueses realizaron la travesía desde Portugal a un puerto de Cornualles en cuatro días…” (G. CAMPO, Mariano (Ed.): Al-Ghazal y la embajada hispano -musulma a los vikingos en el siglo IX, Madrid, 2002, p. 101, nota 81). Si comparamos esta distancia, medida en jornadas, y la comparamos con la que existía entre puntos mucho más cercanos pero de recorrido terrestre, podremos comprender mejor la cercanía existente en la práctica.
(8) La hemos realizado sobre el texto latino. No conocemos, al menos hasta el momento presente, otra traducción en nuestro idioma del presente texto. Para alguno de los términos de origen griego y hebreo más extraños nos hemos ayudado de la traducción inglesa de Hugh Williams de 1899, de la cual disentimos en alguna parte, lo cual haremos constar en algún caso en nota. No hemos podido consultar ni el análisis de los términos griegos y hebreos ni la traducción de Michael Herren (recogidos en los tomos The Hisperica Famina I. The A-Text y The Hisperica Famina II. Related Poems, publicados ambos en Toronto en 1974 y 1987), aunque en el trabajo de Howlett citado en la nota 2 (pp. 10-11) se recogen las disensiones de éste respecto al texto de Herren, lo que nos permite conocer, en parte, aquél. En su integridad, hemos consultado los textos latinos publicados en www.intratext.com y en el artículo de Herren citado en la nota 2 (pp. 12-14). Como se verá, realizaremos algunos comentarios sobre ciertas diferencias, aunque de algunas menores que no afectan a la traducción no haremos mención.
(9) Entiéndase: “apóyame”.
(10) En el texto de www.intratext.com en vez de “ut” aparece “et”.
(11) En el texto de www.intratext.com no aparece “cum”.
(12) O “escojo”.
(13) En el texto de www.intratext.com en vez de valeant se lee valeam, y la traducción sería, en lugar de “tengan”, “tenga” (primera persona del singular).
(14) En Howlett y Herren agonithetas, mientras que en www.intratext.com aparece “agonithronos”.
(15) En la traducción de esta línea nuestra interpretación es distinta de la de Hugh Williams, quien traduce “patriarchs four, prophets four”. El texto latino dice: “patriarcas, quattuor quater prophetas”. David Howlett transcribe así: “Patriarcas quattuor Quater Prophetas” (HOWLETT, David: Five experiments in textual reconstruction and análisis, 12). Aunque literalmente podría traducirse “cuatro patriarcas y cuatro (veces) profetas” se aviene mejor tanto con la gramática latina como con el sentido “patriarcas y cuatro veces cuatro [esto es, dieciséis] profetas” (recordemos que son cuatro mayores y doce menores). La misma opinión, la que creemos acertada, la hemos visto escrita por David Howlett en el último artículo citado: “In this list the sixteenth are Quattuor Quatre Prophetas, the sixteenth Prophets, four Major and twelve Minor” (p. 17).
(16) Escudo pequeño.
(17) En el texto de www.intratext.com aparece “librent”. En el de Herren y Howlett es “uibrent”. En ambos casos el significado podría ser el mismo, que es el que hemos puesto, aunque en el segundo caso también podría ser “hacer mover o vibrar”, si bien en este contexto parece mejor el indicado en la traducción.
(18) En el texto de www.intratext.com no aparece “binas”.
(19) En el texto de www.intratext.com aparece en plural (“dentibus”).
(20) El término original, en dativo, es “gurgulio”, que significa tanto esófago como garganta; Williams prefiere “windpipe”, traquea, también admisible, pero probablemente más acertado desde el punto de vista de lo que quería expresar el autor, razón por la que lo asumimos; de hecho, en este texto vemos que se repiten los términos con significados similares, lo que podría dificultar la traducción si nos atenemos al punto de vista estrictamente anatómico, aunque no debe olvidarse que, teniendo en cuenta los conocimientos médicos del momento y el estilo literario empleado, estaríamos más ante un afán de efectismo terminológico que ante un intento de exactitud descriptiva.
(21) Howlett prefiere “sublingue”, frente al texto de www.intratext.com y de Herren, donde aparece como “sublinguae”. Williams traduce, de modo muy similar, como “bottom of tongue”, el fondo de la lengua. Existe, además, el término “sublinguium”, empleado por San Isidoro, con el significado de “epiglotis, campanilla, galillo” (BLÁNQUEZ FREILE, Agustín: Diccionario latino-español, 2, Barcelona 1966, p. 1630).
(22) Probablemente hace referencia a los demonios anteriormente mencionados.
(23) En www.intratext.com, en vez de “cata clunes” (literalmente: lo que está debajo de las nalgas –de “kata” debajo y “clunes”, nalgas–) aparece “catacrinas”. Consideramos más adecuada la primera opción.
(24) El término latino significa “corvejón”, pero aplicado, salvando las diferencias, al ser humano y no a los cuadrúpedos, por lo que optamos por “corvas”.
(25) El término “femoralia” hace mención a los calzones. Hemos de entender aquí, obviamente, que se refiere a la parte del cuerpo humano que cubriría esta prenda.
(26) Seguimos aquí la traducción de Williams (“toes”) por su adaptación al contexto, mejor que el significado clásico de “mentagra”.
(27) Literalmente: un par cinco veces. Estaríamos de nuevo ante una construcción de numeral más multiplicativo, como la que anteriormente vimos, técnica por otro lado muy común en el latín medieval.
(28) Anteriormente traducimos “ventrem” como “vientre”, que es el mismo significado de “alvum”, por lo que optamos por otro de los significados de esta palabra.
(29) Seguimos a Williams, quien también añade la interrogación.
Suponemos que asoció el término “obligia” con el verbo “obligo”. No obstante, la traducción de este verso no es en absoluto segura, pues los autores no se ponen de acuerdo en el texto latino original; la forma de www.intratext.com es “marsem rhenos fithrem cum obligia”; Herren considera que el comienzo está alterado, transcribiendo “marsem reniculos”. Howlett lo interpreta así: “Mas testiculos fibrem cum oligia”.
(30) Williams no encontró traducción a “bucliamine”, y nosotros tampoco.
(31) Ingle o ingles, pues en el texto de www.intratext.com aparece en plural, mientras que Herren transcribe “inguinam” y Howlett modifica esta lectura por la de “inguinam”, es decir, la forma clásica.
(32) Estamos en el texto latino ante un verbo en singular con sujeto múltiple.
(33) En el texto de www.intratext.com aparece “dolore”. Sin embargo, debe ser “dolor”, en nominativo, como correctamente transcribe Howlett.
(34) Mientras que en Howlett y Herren aparece “iam” en www.intratext.com se consigna “tandem”, que podría traducirse como “al fin”.
(35) Para traducir “refrigeria” optamos por “refrigerios”, atendiendo a los significados que recoge el DRAE para esta palabra castellana.