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Revista de Folklore número

272



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EL REFRANERO Y LOS HIJOS: INTERES O AMOR

FERNANDEZ PONCELA, Anna M.

Publicado en el año 2003 en la Revista de Folklore número 272 - sumario >



“De los bienes terrenales, los hijos son los mejores” “No hay pesares ni regocijos en la casa donde no hay hijos”.

PARA INICIAR

“...el habla es acto social... el habla produce acción social y tiene consecuencias para nuestros modos de estar en el mundo y, en última instancia, para la humanidad” (Duranti 2000:30). Los textos son un intercambio social de sentido, un hecho sociológico y un encuentro semiótico en el cual tiene lugar el intercambio de significados que son parte del sistema social en cuestión. Todo ello en un contexto determinado y compartido -no anterior ni externo a los sujetos- para los cuales existe una competencia interaccional. Sobre esto “No sólo el “contexto” determina el sentido de las producciones significativas, también éstas actúan sobre ese contexto, del mismo modo que no sólo los sujetos producen los discursos, sino que también son un producto de ellos” (Lozano; Peña-Marín y Abril 1999:92-3).

Los refranes conforman un conjunto de enunciados que producen y reproducen definiciones sociales, formas de pensar y actuar, roles y estereotipos. Impone códigos sociales, los critica, los vuelve a imponer y los vuelve a criticar o legitimar, según sea el caso. Muestran, aconsejan, describen, interpretan, evidencian, prescriben. Porta un conjunto de ideas preconcebidas de “cómo son” o de “cómo deben ser las cosas” o “cómo no deben ser”, en general, según los códigos sociales y las normas de conducta hegemónicas en cada modelo cultural; si bien también existe la mirada crítica sobre los diferentes temas, ésta no es ni mucho menos tan abundante como el discurso que respalda al sistema normativo socialmente establecido; de ahí su calificación de didacticomoral (Conca y Guía 1996).

HIJOS E HIJAS: TODO LO BUENO Y TODO LO MALO

Los hijos y las hijas, y en especial los primeros aparecen constantemente en el refranero. Sobre ellos hay también mensajes que pueden ser considerados serios y otros humorísticos. Entre los primeros están los que tienen que ver con la valoración positiva de los hijos, ya sea esta material, ya espiritual o emocional. Si bien sobresale algo más la cuestión de propiedad o de bienes materiales, comparados incluso a la hacienda, por ejemplo –como se reiterará más adelante-. Nótese que el origen del refranero se remonta a una época con preponderancia del ámbito rural y de un tiempo en que los hijos representaban o eran percibidos desde otro punto de vista: fuerza de trabajo y mano de obra, así como, una inversión para la sobrevivencia en la vejez de los padres.

“De los bienes temporales, los hijos son los mayores”
“Para vivir con alegría, hijos sanos y hacienda en medianía”
“Hijos y hogar son la única verdad”

Entre los segundos, esto es los que poseen cierto carácter jocoso –menos usuales-, se subraya el hecho de la responsabilidad paterna y materna para toda la vida, esto es, llegan sin remitente y no son retornables. De hecho, se amenaza con su presencia, en el sentido de provocar dolores de cabeza, para el resto de sus días.

“Los hijos son una enfermedad de nueve meses, y una convalecencia de toda la vida”
“Quien quiere tener hijos, quiere hacer dolores y litigios” ç

Aunque la mayoría de los refranes consideran positivo el tener hijos, no descartan la parte negativa de este hecho, son eso sí, los menos. Sobre esto se profundizará más adelante cuando se aborde las conductas de los hijos.

“Los hijos son un mal deseado” (2)

Y es que los hijos son lo mejor y lo peor a la vez, todo lo bueno y todo lo malo, aportan alegría y recompensa, pero no dejan de traer problemas y preocupaciones, como el refranero puntualiza y subraya. Y en esto el refranero, podríamos decir que es real como la vida misma, aunque a veces por cuestiones de prescripción social, padres y madres, y especialmente, estas últimas remarcan la cara positiva y bonita de la cuestión y ocultan -o simplemente no reconocen o no mencionan- el lado oscuro- Por lo que el refranero parece ecuánime y sincero. La polisemia y ambigüedad en cuanto a mensajes es clara y evidente.

“No hay pesares ni regocijos en la casa donde no hay hijos” Finalmente, el hecho de subrayar ciertos mensajes en torno -y sin ánimos de exagerar- el tener hijos como un bien material - que repetimos, ahondaremos en su momento-, no descarta el amor que se tiene hacia ellos. Es más, se considera que por el sólo hecho de nacer ya se aman, antes incluso, y por supuesto, son una prioridad para los padres ante otras relaciones interpersonales.

“Donde hay hijos, ni parientes ni amigos”
“Al hijo se quiere desde que se siente”
“Se quiere al hijo antes de ser nacido”
“Cuanto más tarda el hijo en nacer, más se hace querer”
“Tantos sean nacidos cuantos sean queridos”
“A nadie le parecen sus hijos feos”

Así el amor y el interés se dan la mano y se conectan.

NUMERO

Sobre el número de hijos, se ha de tener en cuenta la etapa histórica del origen de gran número de los refranes, en la que la mortalidad infantil era elevada, y los hijos eran manos para laborar el campo y la garantía de mantenimiento de sus padres cuando éstos no estuvieran en condiciones de trabajar. Es por ello que el mensaje favorece lo que hoy llamamos familia numerosa. Eso sí, se comparan con los animales y son considerados bienes o propiedades.

“Nadie diga que tiene hijo varón hasta que pase viruela y sarampión”
“El hijo que nace, hace olvidar a tres que yacen”
“De vidrios y de hijos, muchos porque se quiebran”
“De hijos y de bienes, tu casa llenes”
“De hijos y corderos, los campos llenos”
“Hijos y pollos, muchos son pocos”

Todo esto, muy a pesar de la precariedad económica que no favorece el mantenimiento de los hijos en la mayoría de los casos. Aunque esto no parece ser importante o se puede sobrellevar. A pesar de todo, sí hay varios mensajes encaminados a recordar que los hijos se han de mantener, y que por ejemplo, es verdaderamente difícil hacerse rico si se tienen varios o muchos hijos, además del duro trabajo, prácticamente de por vida, que le espera al progenitor.

“No te dé Dios más mal que muchos hijos y poco pan”
“Nunca vi mayor afán, que muchos hijos y poco pan”
“Quien tiene muchos hijos y poco pan, tómelos por la mano y dígales un cantar”
“Con muchos hijos no hay hombre rico”
“Ten hijos, y serás pobre”
“Buen trabajo tiene al que muchos mantiene”

El pan, alimento por excelencia de los sectores sociales populares -especialmente en Europa- es el ejemplo dado en estos refranes. Es más, con objeto de alentar la procreación hay varias versiones sobre el refrán: “Cada hijo viene con un pan bajo el brazo”.

Como excepción existe el mensaje de no tener muchos hijos. Pero, por ejemplo, el tener pocos, también es relativo en cuanto a número se refiere. En general, se trata del problema que conlleva una familia numerosa, pero en el fondo no se cuestiona la conveniencia de la misma, sólo se advierte de la posible dificultad, y además con una relativa dosis de ironía.

“Dos o tres dan placer; siete u ocho dan enojo”
“Hijos pocos, rejuveneces; hijos muchos, envejecen”
“Un hijo ata, y dos, desatan”

En contraposición el mensaje es claro: el tener pocos hijos no es bueno, y menos si son hijos únicos, no bien vistos por las letras inscritas en el refranero.

“Quien sólo tiene un hijo, sólo tiene un ojo”
“Hijo único, pocas veces bien criado”
“Quien tiene muchos hijos, los hace pobres; quien tiene uno solo, lo hace loco”

SEXO

En general, abunda el mensaje que insiste en la importancia del hijo varón sobre la hija mujer, incluso sobre otras cualidades y características, tales como su honradez o futuro. Lo cual se debe a razones de diversa índole.

Una de ellas es su fuerza de trabajo conjuntamente con el padre y en el campo, con relación a la mayoría de los refranes que surgen en etapas del pasado en donde éste era la fuente de subsistencia cotidiana para la mayoría de la población. Por ello, también aparece la indicación de que a los hijos se les debe educar con rectitud según las normas sociales y enseñar un oficio para defenderse en la vida. En ocasiones, cuando se refiere a hijos se trata de hijos e hijas, ambos inclusive, otras veces se circunscribe dicho término al sexo masculino, no siempre es fácil ver claramente dicha distinción.

“Nazca mi hijo varón, aunque sea ladrón”
“Más vale hijo en la horca, que la hija en la boda”
“A tu hijo, buen nombre y oficio”
“A tu hijo dale oficio; que el ocio es padre del vicio”
“Dios te da ovejas, e hijos para ellas”
“Quien hijo cría, oro cría”

Sin embargo, también se encuentran refranes donde la hija es valorada, y esto es así, tanto por su papel en el trabajo doméstico de niña, como pensando a futuro, el que se emplee en el cuidado de sus padres. Se trata de una inversión, como en el caso del hijo, pero de más larga data. Incluso la hija puede traer un hijo a la familia a través del matrimonio. Eso sí hay buenas y malas hijas, como todo en la vida.

“Al hombre venturero, la hija le nace primero”
“En la casa de bendición, primero, hembra; y después, varón”
“Una hija, una maravilla”
“La hija y la heredad, para la vejez”
“La hija y la heredad, para la mayor edad; o para la ancianidad”
“Heredad buena es, una hija para la vejez”
“Si tienes hijas, comerás sopas”
“La buena hija dos veces cada día viene a casa, y ni una la mala”
“La buena hija trae buen hijo; pues cuando se casa, trae buen yerno a casa”
“Quien casa a una hija, gana un hijo; quien casa un hijo, pierde el hijo”

Por todo esto, el matrimonio de la hija puede llegar a ser visto como una pérdida para los padres que habían depositado en ella la esperanza para su vejez, aunque como se ha visto también puede significar la suma de un hijo. Las dos posibilidades existen. Mientras que los hijos hombres usualmente se van.

“Hija casada, hija apartada”
“Hija desposada, hija ausentada”
“Hija hilandera, hija casadera”
“Hija desposada, hija enajenada”

En la comparación hijo-hija, se arguye que las hijas dan más problemas, con lo cual es mejor tener menos hijas que hijos.

“Quien tiene hijos varones, tiene cien desazones; y quien tiene hembras, doscientas”
“Matrimonio de buena fortuna, siete varones y hembra sólo una”

Además hay algunos que comparan directamente los hijos con las hijas, a modo, de manual normativo de descripción de conductas de unos y otras, y de cómo son y para qué sirven, o cómo actúan y cómo los padres deben, a su vez, actuar sobre ellos, en función de su sexo y según la prescripción social hegemónica. Por ejemplo, los hijos han de estar bien alimentados por su importancia para el trabajo, mientras que para las hijas se prioriza el vestir, esto es, la imagen para su acceso al matrimonio. También en el matrimonio, como el hijo heredará el apellido del linaje se ha de ver y seleccionar con quien contrae nupcias, mientras que para la mujer esto no es importante. Por supuesto, los hijos se educan para el trabajo extradoméstico y también la guerra, mientras que las hijas han de aprender a desenvolverse bien en el trabajo doméstico, pues serán responsables exclusivas del mismo.

”El hijo harto y rompido, la hija hambrienta y vestida”
“Al hijo, roto y no hambriento; a la hija, hambrienta y vestida”
“A la hija hambrienta y vestida, y el hijo, harto y descalzo”
“La hija a quien la pidiere; el hijo se ha de mirar a quien se ha de dar”
“Casa el hijo cuando quieras y la hija cuando pudieras”
“La hija al uso y el hijo al escudo”

Sobre este tema hay opiniones plurales y para todos los gustos, la conveniencia o no de tener hijos o hijas, y en qué orden, así como su valoración. Quizás cierta tendencia hacia el hijo varón, y diferente calificación según el sexo. Eso sí, las mujeres son más difíciles, y las alianzas familiares entre mujeres dignas de tener en un mensaje entre jocoso y serio: “Tres hijos y una madre, cuatro diablos para un padre”.

CARACTERÍSTICAS Y CONDUCTAS

Eso sí, no se puede saber cómo van a salir los hijos, y si bien un grupo de refranes considera que el ejemplo lo ponen los padres, otro subraya el libre albedrío. Es más, en ocasiones se parecen a los progenitores en carácter, así como en el físico, cuando no son prácticamente idénticos; pero otras veces, son totalmente diferentes, e incluso, opuestos. Entre los refranes que subrayan el peso de la herencia, sin olvidar por ello el de la endoculturación, se dice, por ejemplo:

“De tal palo, tal astilla”
“Los hijos salen a los padres”
“De padre cojo, hijo renco”
”De padres bellacos, hijos cacos”
“De padres músicos, hijos cantores”
“De padres sanos, hijos honrados”

Y entre los refranes que destacan las discrepancias y el no parecido entre padres e hijos están:

“De padre diablo, hijo santo”
“Del padre santo, hijo diablo”
“De padres aguados, hijos borrachos”
“De padre virtuoso, hijo vicioso”
“Padre guardador, hijo gastador”
“De padres sabios, hijos tontos”

Los hijos buenos parecen escasos, aunque sí hay alguno que otro.

“Hijos buenos buenos, cuéntalos con los dedos”
“Los hijos buenos son alivio en los duelos”
“Quien tiene buenos hijos, tiene buenos amigos”

Se trata de su bondad de carácter en general, pero y también de su conducta dirigida en la relación con sus padres. Es por esto que se insiste en la amenaza de “cómo te trates así te tratarán”. Y sobre este tema abunda el refranero popular, con su carácter didácticomoral y elaborado, por supuesto por adultos, y seguramente empleado más por padres o gentes de edad. Trata de amenazar y asustar a los hijos con objeto de conseguir un buen comportamiento de su parte, especialmente dirigido. Se considera en general, que la conducta de los hijos mejora con la experiencia de éstos al llegar a ser padres.

“Hasta que seas padre no sabrás ser hijo”
“Hijo fuiste, padre serás; cual hiciste, tal habrás”
“De un hijo sólo esperes lo que con tu padre hicieres”
“Lo que con tus padres harás, en tus hijos lo encontrarás”
“Lo que con tus padres hagas, con tus hijos lo pagas”
“Quien mal hijo fue, los suyos lo serán también”
“Cásate, y si hijos tienes, que los tendrás, ¡ya verás, ya verás!”
“El buen hijo es buen padre”

Los hijos malos también existen, y aunque de forma irónica, se señala que son numéricamente más. No suelen ser mejores que sus padres, poseen vicios, y la verdad podrían desaparecer.

“Pocas veces son los hijos mejores que sus padres”
“Hijos buenos buenos, los menos; los más parecen hijos de Satanás”
“Hijo malo, más vale doliente que sano”
“Hijo jugador, no nos lo dé Nuestro Señor”
“Hijo que al nacer malo había de ser, ¡qué dicha si se muriera al nacer!”
“A quien su padre maldijo, llámese monstruo, y no hijo”

Entre las conductas de los hijos, destaca la ingratitud que a veces muestran y demuestran hacia sus padres. Además, y como ya se mencionó, de los dolores y problemas que comportan, tengan la edad que tengan.

“De mí salió quien me hirió”
“De la boca te lo quitarán tus hijos”
“Un padre para cien hijos y no cien hijos para un padre”
“Quien tiene hijos y ovejas nunca le faltan quejas”
“Hijos, enemigos queridos; criados, enemigos pagados”
“Hijos chicos, chicos dolorcillos; hijos mayores, grandes dolores”

Los hijos, pueden parecerse a los padres, ya sea por herencia genética o por educación familiar, como también pueden ser totalmente opuestos y contrarios a éstos, especialmente en calidad moral o desempeño laboral. Se reconoce y subraya la diversidad. Eso sí, en general son malos e ingratos, los buenos “se pueden contar con los dedos”. Esta es una sentencia clara en el refranero popular.

PARA FINALIZAR

Desde un inicio partimos de la premisa de la importancia del habla como acto social, así como, de la interrelación entre lenguaje y sociedad, y a la inversa (Duranti 2000; Lozano; Peña-Marín y Abril 1999). El refranero es indudablemente un acto de habla poseedor y difusor de un discurso didacticomoral, reflejo de la cultura en la cual se inserta y productor, a su vez, de la misma.

Es por ello que da su punto de vista en torno a lo bueno y malo de los hijos, la conveniencia con relación al número y sexo de éstos, así como describe sus supuestas conductas. Siempre con una intención de mostrar y aconsejar, advertir y prevenir.

Referente a los hijos e hijas se los valora de forma positiva en general, muchas veces como propiedad o inversión material, algunas desde la parte amorosa y afectiva. Eso sí, pueden ser origen del mayor de los regocijos, como y también, el peor de los pesares.

En cuanto al número, se promueve la familia numerosa, supervivencia de otras épocas. Sobre el sexo, hay una relativa preferencia por el hijo varón, sin embargo, las hijas también son valoradas, por distintas cuestiones. Lo que queda claro son las diferencias marcadas entre ellos, especialmente sus roles de género y la división genérica del trabajo.

Con relación a su comportamiento como hijos, este puede ser heredado -–vía genes o educación- de padres a hijos, y parecerse muchos ambas generaciones, o también es posible que acontezca todo lo contrario y sean opuestas completamente. Lo que sí aparece reiteradamente es que los hijos buenos escasean y los malos son muy numerosos, así como, la ingratitud de éstos hacia sus progenitores. Todo dentro de un discurso de padres a hijos, esto es unidireccional.

“Escribe un libro, engendra un hijo o siembra un árbol, y no morirás del todo”

____________

NOTAS:

(1) Investigadora y docente de la Universidad Autónoma Metropolitana/ Xochimilco, México DF.

(2) Existe una versión del refrán que cambia hijos por mujeres, como se ve, niños y mujeres dan más problemas que satisfacciones, o ambas cosas a la vez (Fernández Poncela 2002).

BIBLIOGRAFIA

Conca, Maria i Josep Guia 1996 Els primers reculls de proverbis catalans. Barcelona: Publicacions de l´Abadia de Montserrat.

Delval, Juan 1999 Desarrollo humano. Madrid:Siglo XXI.

Duranti, Alessandro 2000 Antropología Lingüística. Madrid: Cambridge University Press.

Fernández Poncela, Anna M. 2002 Estereotipos y roles de género en el refranero popular. "Charlatanas, mentirosas, malvadas y peligrosas. Proveedores, maltratadores, machos y cornudos. Barcelona: Anthropos.

Lozano; Jorge; Peña-Marín, Cristina; Abril, Gonzalo 1999 Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual. Madrid:Cátedra.



EL REFRANERO Y LOS HIJOS: INTERES O AMOR

FERNANDEZ PONCELA, Anna M.

Publicado en el año 2003 en la Revista de Folklore número 272.

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