Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

263



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

LUIS ABAD, ALBARDERO AMBULANTE

CERRATO ALVAREZ, Angel / CERRATO COVALEDA, Ana Isabel, Dibujos

Publicado en el año 2002 en la Revista de Folklore número 263 - sumario >



1.- INTRODUCCIÓN

En números anteriores de Revista de Folklore se hacía referencia a personas fuera de lo común, nacidos de las raíces ancestrales del pueblo y de la tierra. Personas que dejaron huella a su paso por caminos, aldeas y pueblos.

Personas tan dispares como un cantero (Nº 242), un afilador (Nº 249), o un grupo de carboneros (Nº 256).

Hace ya un tiempo que entré en contacto con otro hombre, Luis Abad Pérez, albardero, a quien la necesidad lanzó mundo adelante, por caminos y atajos, desarrollando su profesión en condiciones duras y desafiantes por pueblos y ferias, por tierras abruptas y amenazadoras, impresionantes y peligrosas, con lluvias, nieves o nieblas, o con un sol que hacía reventar la vida, los bosques, praderías y huertas; entre hombres hospitalarios, acogedores, nacidos de las entrañas de la tierra; en años cruciales de represión y de lucha; por una geografía que ahora descubren y anuncian como ancestrales y vírgenes paraísos aún no perdidos.

2.- ITINERARIOS (1)

Luis Abad Pérez se movió por cuatro espacios diferentes.

Uno: Sierras del Incio, Caurel, Cebreiro, y se asomó a los Ancares... tierras míticas del alma gallega, y ríos también míticos: el Sil, el Miño, el Lor, el Cabe, el Lóuzara...toda una exuberante Naturaleza alimentada de poderosos bosques de carballos, castiñeiros, bidueiros, amieiros, pineiros, acibros... que señoreaban águilas reales, osos, urogallos, jabalíes, jinetas, zorros, y el lobo temible.

Poblaciones humildes enraizadas en valles profundos, en laderas o en pasos y puertos naturales. Con hombres y mujeres trabajadores de la tierra, consumidos por el sudor y con frecuencia por el poco haber y menos tener, con la necesidad apremiante y casi única de subsistir; encerrados en inviernos por ventiscas y nieves insistentes, nevadas que taponaban pueblos, caminos, ríos, bosques y cubrían las cimas soberbias. Hombres y mujeres anhelantes de la llegada de los deshielos y de la llegada de la primavera que les lanzaban a los valles y a las ferias, y les abrían los días intensos del trabajo con las vacas y los bueyes, arañando la tierra con los arados de madera de una sola pieza.

Tierras aisladas del resto del mundo -Caurel, Ancares- donde se me comentó que muchos se habían enterado de la guerra civil cuando había ya terminado. Tierras donde pisaron escasamente los maestros, o no pisaron, o a donde se les daban pluses económicos y méritos especiales años después de la guerra para atraerles a pueblos y aldeas (Ancares). Hombres que caminaban por atajos calzados de una práctica e inteligente creación adaptada a las nieves.

Hombres y mujeres fundidos en casas de hechura antiquísima, de espacios comunales de familia, animales, utensilios y oficios primarios, rematados los techos y los tejados con paja de centeno sabiamente trabajada, colocada y trabada. (Ancares, Cebreiro, Incio...) (2) Luis Abad Pérez pudo ver las aldeas hundidas en las márgenes del río Lor, por el Caurel, aldeas humildes como un sobrio elemento más de la Naturaleza, como peñascos y riscos. Humildes e inteligentes, asombrosamente adaptadas al trabajo, a las necesidades comunales, al medio y a los materiales de construcción. (3) Las tierras del Incio, del Caurel, del Cebreiro -y también de la Cabrera que se citarán después- despertaron la codicia de oro y de hierro del mundo romano. El mundo romano dejó una huella profunda por minas, fraguas, caminos, y sembró estas tierras de una abundante toponimia.

El camino del Cebreiro fue uno de los pasos decisivos de la entrada de los ejércitos feudales que barrieron la temprana, airada, humana y prodigiosa revolución campesina de los irmandiños.

Por las tierras del Incio, del Caurel, del Cebreiro -y también de las Cabreras- anidaron hombres casi heróicos, huidos de la represión de una época, con el soplo permanente de la muerte en los talones y en la nuca; hombres también violentos para tener que comer, hombres que marcaron las tierras, la época, y la memoria del futuro.

Por las tierras del Cebreiro pasaron y pasan riadas de peregrinos y de turistas del camino de Santiago.

Las tierras del Incio, del Caurel y del Cebreiro sedujeron a dos de los grandes escritores de lengua gallega: Uxío Novoneira, un poeta recio, fino y comprometido, y Anxel Fole, un prodigioso narrador.

Para ir a estas tierras desde Melón de Abaixo, su pueblo natal, salía por las tierras de Leirado, Sacardebois, A Teixeira y llegaba hasta Parada del Sil. Cruzaba el Sil en una barca (4) y subía hasta Amandi que pertenece a Sober; después llegaba al Irato. Del Irato iba a Puebla de Brollón y trabajaba estas tierras. Llegaba al Incio; del Incio a Nogales que linda con Piedrafita del Cebrero y Piedrafita del Cebrero linda con los términos de Becerreá y de Triacastela. De Piedrafita llegaba a las tierras del Puente de Lóuzara y a las tierras del Caurel hasta Seoane y Folgoso. Para la vuelta a Melón de Abaixo solía seguir el mismo recorrido y tomar de nuevo la barca en Parada del Sil. Todas estas tierras fueron las que absorbieron la mayor actividad de su profesión, hasta que la edad le hizo reducir sistemáticamente el radio de acción.

Dos: Luis Abad Pérez recorrió las tierras de la Cabrera Baja, desde El Puente de Domingo Flórez hasta la Baña. Tierras ancestralmente humildes, de hombres y mujeres pequeños y correosos, consumidos, encorbados a la tierra; de un idioma entre gallego y castellano, de pobres y estrechas vacas de trabajo; de casas y poblaciones de lajas negras, de cantos y piedras, escalonadas o colgando por las laderas en un prodigioso esfuerzo de adaptación al entorno que es luz, lluvia, rocas, agua, nieve; de palomares nacidos como peñas o robustos troncos mudos; de caminos y atajos zigzagueantes marcados por las roderas seculares de los carros chillones; de música, canciones y leyendas que vienen de la noche de los tiempos; de humildes iglesias y ermitas y de cementerios que se los traga la tierra. Una tierra regada por el Cabrera que da el nombre a toda la región y que fue la fuente primordial del agua de las Médulas, hoy Patrimonio de la Humanidad. Una tierra olvidada secularmente de las preocupaciones del poder.

La Cabrera se hunde hoy día en la despoblación, la indiferencia de la Administración, la ambición de los negocios despiadados que provocan sus canteras, la mezquina idea oficial de que el pasado campesino es poco menos que una vergüenza pública; la imposición del "progreso" del cemento y del turismo rural. (5) Por la Cabrera se han interesado Ramón Carnicer que pagó caro la osadía de llamar a las cosas por su nombre. Concha Casado Lobato, mujer fuera de lo común, que investigó el habla y que lucha a brazo partido por detener la destrucción y recuperar la antropología de sus tierras. Manuel Garrido, habitante de la Cabrera, comprometido, culto e investigador, y Pilar y Severino, pintores, matrimonio que abandonó la molicie de Madrid para afincarse en el hábitat y en las gentes de estas tierras.

La Cabrera la trabajó un año en dos temporadas. Era el primer año de su vida ambulante. No volvió porque la respetó para el que ya la controlaba: un primo suyo.

Tres. Luis Abad Pérez anduvo por las tierras de Viana do Bolo, A Veiga, O Bolo y El Barco de Valdeorras, tierras hundidas en valles profundos, pero más accesibles y franqueables que las citadas anteriormente. El río conductor es el Bibey, con el célebre y soberbio puente romano, casi integro, y su afluente el río Xares. A izquierda quedan las sierras de Fial das Corzas, la del Invernadeiro -declarado Parque Natural-, y la de Chandreixa de Queixa; y a derecha, Sierra Calva, y Sierra del Eje que separa las provincias de León, Zamora y Orense.

El centro espiritual de este recorrido es "Las Ermitas", impresionante construcción barroca colgada de una abrupta geografía.

Ya de antiguo se trabajaron los viñedos en bancales que se continúan por toda la vertiente del río Bibey y se prolongan por el profundo cañón del Sil hasta su desembocadura en el Miño. El cultivo de los viñedos en pendientes y laderas escabrosas, y todos en rigurosos bancales, es muy posible que sea uno de los hechos más conseguidos de adaptación del hombre al entorno, un entorno duro, escarpado y muy peligroso. Muchos de estos trabajos están resucitando. Debieran de ser declarados Patrimonio de la Humanidad Para estos caminos salió de Melón de Abaixo por Castro Caldelas y se acercó a Montederramo. Este itinerario le hizo en contadas ocasiones. Recuerda cuando lo recorrió con el albardero de Fondo de Villa, una aldea próxima a Melón de Abaixo. El albardero de Fondo de Vila se independizó y se estableció por su cuenta. Desde el Barco se acercaba a Piedrafita del Cebrero por Rubeana, Barja y Vega de Valcárcel. Para volver a casa desde Piedrafita cogía un coche de línea a Samos y Monforte.

Cuatro. La cuarta ruta que siguió en su larga profesión fue desde El Barco de Valdeorras hasta Monforte por La Rúa, Quiroga y Puebla de Brollón. Eran tierras más dulces, serenas, cálidas y productivas. En la Rúa no se detenía, pasaba de largo. A la salida podía admirar el profundo y largo túnel que perforaron los romanos para desviar las aguas del Sil para los lavaderos de oro. El pueblo lo llamó, el monte horadado, "Montefurado". De Quiroga en adelante tenía que cruzar el río que nace en las entrañas del Caurel y que el pueblo también bautizó con el nombre de río del oro, "Río Lor". Para la vuelta a casa desde Monforte cruzaba las tierras de Sober y las de Amandi, llegaba a Parada del Sil, cruzaba el Sil en barca, y por Sacardebois, A Teixeira y el Eirado aterrizaba en Melón de Abaixo. Es ésta una geografía que oscila entre valles, montañas, ríos grandes y pequeños, arroyos y regatos, laderas y praderías, bosque y zonas de matorrales.

3.- LA PROFESIÓN DE ALBARDERO.

Luis Abad Pérez aprendió el oficio de albardero por sí mismo. Su padre era carpintero, pero él quería otra cosa, albardero por ejemplo, porque el oficio de albardero tenía salida, era un buen oficio.

- Preferí las zonas de montaña del interior de Lugo y las montañas de León porque no se daba o se daba muy poco el trabajo de albardería y porque ampliaba el trabajo de los aperos de labranza.

Comenzó de ambulante en el mes de Junio del año 1.940. Tenía 18 años. Los comienzos fueron con un primo de 32 años de edad, casado, de la familia de los Blancos, guarnicioneros-albarderos de Orense. De los Blancos sacó mucho material y muchas ideas. Los Blancos eran tres hermanos, tenían ocho operarios. Hacían albardas que enviaban para Castilla y para León por Cacabelos.

Hacían tres, cuatro, albardas diarias y además trabajaban para el ejército. Eran los años 40...

- Salí desde mi aldea natal, Melón de Abaixo, en Ésgos, -Orense-, hasta El Barco de Valdeorras en coche de Línea. (6) Desde el Barco de Valdeorras llegó al Puente de Domingo Flórez, "Puerta de la Cabrera"; del Puente a S. Pedro de Trones, y de S. P. de Trones a La Baña. El recorrido lo hicieron en una caballería, que se convertirá en el medio sistemático de traslados y movimientos de toda su larga vida.

Estas tierras de la Cabrera las trabajó un año en dos temporadas, y decidió separarse de su primo. Había aprendido lo suficiente, no quiso inmiscuirse en su parroquia, y no veía suficiente futuro. Eran tierras demasiado humildes y decidió montárselo por su cuenta.

- Con mi primo mantuve las mejores relaciones del mundo. Fuimos siempre más que amigos, fuimos hermanos hasta que murió hace unos años. Ejerció siempre de albardero y se especializó en cribos y cedazos. Nunca salió de La Cabrera. Hizo dinero.

Luego llegó la mili. ¡Tres años! Empezó en la Coruña, pasó a Lugo y luego a Logroño. De Logroño pasó por Zumaya, Rentería e Irún. Le destinaron a oficios de albardería. De la mili no tiene buen recuerdo.

- Era una cosa que no se aguantaba, el cuartel... Lo peor fue en la Coruña. Teníamos unos jefes que eran peores que la piel del diablo. Lo mejor de la mili lo pasé en Lugo, allí estaba como en casa.

Se licenció en el 44, volvió a su pueblo en mayo; por noviembre agarró los bártulos y salió a ganarse la vida.

Había tenido ya varias novias y en el 47 conoció a su futura mujer. Se casaron el 14 de agosto de 1.950. Tuvieron 7 hijos.

- ¿Qué tal soportaba ella sus ausencias sistemáticas? - Era lo que sucedía por aquí. Las familias eran muy numerosas. La tierra es pobre. El hombre que no salía no valía para nada. Había que ganar una peseta. Se salía a Caballo con montura Castilla y se emigraba a Brasil, Cuba, Méjico o a Estados Unidos. Esto era antes de irse a Europa.

De Melón de Abaixo surgió Luis Abad Pérez, albardero.

De Cernada y de Fondo de Vila, dos humildes aldeas cercanas a Melón de Abaixo, salieron dos albarderos más y de gran fama. El de Cernada se afincó en Sarria, y el del Fondo de Vila en Verín. Una ley fundamental era no hacerse competencia entre los mismos clientes.

Otra era que cada albardero se buscase su propia parroquia.

- Era muy importante ser conocido ya; las familias para las que trabajabas no tenían entonces problemas para recibirte y meterte en casa porque sabían quién eras.

Hubo casas en las que paré desde el primer día hasta el día de mi jubilación. Por los pueblos que pasaba y no conocía, no me detenía.

- Aprendí de ambulante. Fueron unos comienzos muy duros. Estuve muchas noches sin pegar ojo. Observaba, pensaba, pero nada se me ponía por delante. Y siempre me sobró la suerte.

Fue una época muy dura aquella de los primeros años del franquismo. Luis Abad cuenta que fueron años de hambre, de represión, de salvoconductos, tiempos de campesinos y tiempos de ferias populosas. Y fueron los tiempos de los escapados. De gran fama fue Velasco por Veiga de Valcárcel, Girón por la Cabrera y Amadeo por el Bierzo. (7) - Los escapados no sólo robaban, también daban buena leña y palizas que dejaban tiritando. Pero a mí nunca me hicieron nada. Había otros que colaboraban con ellos, por ejemplo un concejal de Piedrafita que les llevaba comida y pertrechos. Había otros que también robaban y oprimían y que no eran escapados, eran atracadores.

Los atracadores esperaban a los feriantes de Piedrafita; a la salida de Piedrafita hacia el Cebreiro, en la fuente que hay a la izquierda, les hacían depositar las carteras en una manta y les dejaban en blanco; así hicieron muchos cuartos.

Hubo también un grupo de mozos que quisieron hacer una risada después del paso de los escapados y recibieron una panadera que quedaron buenos. Luis Abad estuvo en medio de la refriega y se libró de milagro. El dueño de la taberna, un viejo, estuvo quince días en la cama recuperándose de los estacazos.

- También fue el tiempo de la Guardia Civil. Cuando escapados o atracadores andaban por un sitio, ellos andaban por otro. Cuando se les decía: "los fugados andan por ahí, ¡ dónde iba la Guardia Civil"! La Guardia Civil también extorsionaba y exigía cobros. Era temible, ya se sabe, aquellos tiempos... Yo vi a uno que llamaban "el veneno", hombre pequeño y mezquino. Y vi al "Ramón", la cosa más mala que por allí se crió. Pegó cada paliza...

¡bbrrrr..! Y a un tercero que violentaba a los tenderos de Piedrafita para el medro de su familia y remató mal...

Mas a mí, también me ayudó la Guardia Civil con los salvoconductos. En una ocasión me invitaron a comer al cuartel y me confirmaron que podía moverme de ambulante con plena libertad.

El Sr. Luis, albardero, sabía estar y arriesgar. Arriesgar incluso los cuartos cuando las necesidades de alguien lo exigía. Era frecuente que prestase 10, 15, 20... pesos (8) a los hombres que iban a la feria, dinero que le devolvían religiosamente a la feria siguiente; o los 600 que prestó a un conocido para que comprase una pareja de bueyes. O prestar su propia caballería para que otros fueran a la feria.

- Y no crea que me pesó todo el bien que hice. Jubilado ya, recorrí esas tierras con un hijo que vino de Méjico, fui recibido como un dios. Aquello era de una gran alegría.

Hizo de las grandes poblaciones el centro de operaciones.

Salía de ellas de quince en quince, de veinte en veinte, o de treinta en treinta días hasta que remataba el trabajo de la zona.

Otro centro importante de operaciones eran las ferias.

Eran célebres las ferias Del Barco, de Quiroga y de Piedrafita.

A las ferias del Barco y de Quiroga bajaban las gentes de la sierra y venían las gentes de los valles. A las gentes de la sierra, los valles les parecían el paraíso, Cabezadas en un puesto de feria -Anxel Fole-, y a las gentes que pululaban por las ferias de las tres villas, los infinitos tenderetes y puestos de frutas, de verduras, y hortalizas; pan de maíz, de centeno y de trigo; empanadas, roscones y bicas; aceites de la tierra; manteca, jamones, chorizos, pollos y conejos; pescado de mar y de río; ovejas, cabras y corderos; mulas, machos, burros, porcos, chotos, vacas, y bueyes... mas todos los tenderetes de herreros, herradores, albarderos, alfareros, componedores, cesteros, zoqueros, pellejeros, carboneros o costureras..., todo aquello era para ellos la abundancia de la Naturaleza. Por los años cuarenta y primeros cincuenta del siglo XX, sólo había una sombra: los asaltos de escapados y atracadores.

Luis Abad, albardero, prefirió por encima de todas, las ferias de Piedrafita del Cebrero. Las ferias le servían de puntos de contactos, de acuerdos de trabajo. No montaba en ellas el taller ni reparaba. (9) - Apuntaba en una libreta los contratos y después hacía el trabajo por los pueblos.

Trabajaba para los campesinos, para los médicos y para los curas; en sus propias casas. (10) - Siempre tuve una gran parroquia, y suerte, y mucho trabajo, y mucho responder de él.

- Hice albardas, pero también hice albardones, mullidas, alforjas, monturas, galápagos, cabezadas, atafales, collerones de mulas, retrancas y zufras. Sin embargo, los collerones, las retrancas y las zufras era una obra más propia de guarnicioneros que de albarderos. También hice petacas, cedazos, cribos, y manguitos para la roza de los tojos, pero eran circunstanciales.

- ¿Quiere que le explique cómo hacía una albarda? Se precisaba lona -lienzo, tela-; estopa, paja, cuero, hierro, agujas, hilo gordo, un carrete de cera y la tabla. Se diseñaba según un molde. Se cortaban las fundas de cuero.

Se cosía. Se llenaba de paja de centeno bien extendida.

Se recosía por abajo. Se ponía el arco que era un armazón de hierro y se le recosía a la paja. Se metía paja de nuevo, pero poca paja. Se volvía a coser, y al hacer este recosido se ponía el cuero que podía ser piel de cerdo, que era muy buena, de piel de caballo o de piel de becerro.

Por fin se hacía el estambrado, que era el coser a la albarda unas almohadillas por delante y por detrás; las almohadillas se llamaban estambrillas. Una albarda podía tardar en hacerse uno o dos días Había varias clases de albardas: grillotes, cuadradas, galápagos y la albarda gallega. La albarda gallega era distinta de las otras, era más larga, tenía unos brazos por detrás, era levantada por delante, no llevaba hierros y sólo llevaba paja. La albarda gallega era buena para el transporte de las ollas del Valle de Maceda: Tioira, Niñodaguia y Ésgos, y por las tierras de Cea. Luis Abad nunca las hizo porque no se usaban por las tierras que trabajó.

(11) - Siempre llevaba conmigo todo el instrumental que precisaba: medias lunas, uñetas, agujas, hilo y la cera para el hilo, martillo, sacabocaos, leznas, pasacuerdas, rayadores, matacantos, tijeras, puntas, la tabla, más los moldes de los aperos o los moldes de las letras...(Fig.-1 y Fig.- 2)

Un material primordial era el cuero. Los cueros se obtenían de diversos animales: de las vacas se sacaban los cueros para los correajes: atafales, retrancas, cinchas, ramales... De los becerros, los cueros para las alforjas, las albardas y las molidas de las vacas. De los bueyes se sacaba el cuero para el material más gordo. De los caballos, ovejas y cabras se obtenía el cuero para las albardas y albardones y de los cabritos el cuero para los fuelles.

De la piel de los conejos se sacaban cobertores. De los cerdos se sacaba piel para albardas, albardones y cribos.

El cuero mejor era el que salía de los lomos y de los alrededores de los lomos de los animales, se llamaba el sillero, y el mejor sillero era el de las vacas. (12) Cualquier buen albardero discernía sólo por el tacto de qué animal y de qué parte del animal era el cuero que manejaba.

El cuero lo compraba en Orense, en casa de sus parientes, "Los Blancos". También lo adquiría en Ponferrada por la cercanía de las tierras por las que trabajaba. La compra del cuero en Ponferrada la hacía desde su centro de operaciones: Piedrafita del Cebrero. Para bajar a Ponferrada dejaba la caballería y cogía el coche de línea.

También compraba en Monforte, en Allariz y en Acea de Meire, cerca de Allariz; pero el cuero de Acea de Meire no le gustaba. Las compras del cuero en Orense, Monforte, Allariz y Acea de Meire las hacía en los meses de estancia en Melón de Abaixo, su casa, por la cercanía de las fábricas y almacenes de curtidos. (13) Otro material indispensable era la estopa del lino. En ocasiones la casa que pedía las reparaciones o la fabricación de una albarda o similares, ponía el cuero y sobre todo la estopa para los albardones.

El tercer material era la paja. La mejor era la de centeno.

(14) Y un cuarto material era la lona, la tela de relleno para las albardas. Esta tela se obtenía del restos de ropas viejas y la ponía la casa para la que hacía las albardas.

Cobraba al contado y en dinero; pagaban bien. Si no podían pagar, fiaban.

- En los años anteriores a mi jubilación fui cortando el círculo del trabajo, y hubo gentes de las tierras ya abandonadas que me enviaron a casa los pagos atrasados Los caminos y los atajos eran de sierra, caminos y atajos duros, ásperos, escarpados, intrincados, todo lo que se diga es poco.

- No había casi carreteras, no había nada. Lo que existía eran subidas, bajadas, cuestas, pendientes; así que el único medio de transporte era una caballería. Para que los carros no tomaran la pendiente cuesta abajo, se ataba detrás de él una yugada o dos de vacas para que frenaran el descenso. Para arrastrar el carro cuesta arriba se precisaban, entonces, dos yugadas. Los desniveles de las roderas de una rueda sobre otra eran tan desequilibrados en ciertos tramos, que los hombres tenían que sujetar el carro para que no volcase, y a veces volcaba.

La caballería la alimentaba en las posadas por donde pasaba o en las casas por donde trabajaba. La alimentaba con paja mezclada con salvados o cebada, era el "pienso"; con hierba, y a veces con patatas, con maíz, o con castañas hechas harina. La harina de castañas era muy nutritiva, y con un "pienso" al día, llegábala bien. Pero con la harina de castañas había que tener cuidado, era muy dulce y hacía que las caballerías, y bueyes y vacas también, la tomasen con tales ganas y tal ansia que podía hacerles mal, volverles violentos o volverles locos.

A veces volvía a casa en la caballería. Había ocasiones en que le cuadraba coger un autobús. Pero autobús sólo había desde Seone, en el Caurel; en Piedrafita, en Lóuzara y en Incio. Cuando regresaba a casa, a su aldea natal, Melón de Abaixo, sin caballería, la dejaba en el último pueblo del trabajo, y allí se la cuidaban hasta que regresaba. Hubo ocasiones en que se pasaron dos años sin ir a buscarla.

Se alimentaba de patatas, verza, carne, pan, huevos, chorizo, leche, y castañas que había muchas y de modo especial por las tierras del Lóuzara, del Incio y del Caurel; por tierras de Quiroga -llamada la "Puerta del Caurel"- eran de gran fama los "sequeiros", las casetas donde se las ahumaban para secarlas y conservarlas a lo largo del invierno y del resto del año. Las castañas se comían crudas, cocidas, asadas, pilongas, con leche o con aguardiente.

- En las casas que me daban trabajo, comía en la mesa con las gentes de la casa, y dormía en camas, o en haces de pajas con unas mantas. Eran todos de una gran hospitalidad. Si no podía dormir en las casas del trabajo, dormía por las tabernas o por las posadas. Y siempre fui bien tratado. Era como un médico.

Salía de su casa por el mes febrero y regresaba en Julio.

El mes de Julio y Agosto los pasaba con los suyos trabajando en las faenas del verano. Al final de agosto emprendía las caminatas de albardero; regresaba a casa para las fiestas de Navidad y descansaba todo el mes de Enero. Sólo enfermó una vez y fue del tifus, que curó en el Incio. De los catarros no hacía ni caso.

Escribía a su familia cada 15 días y los suyos le contestaban durante los 15 días siguientes. Estaba siempre en contacto con ellos, siempre tenía carta. Se las guardaban en la casa donde paraba o se las guardaba el cartero de la zona.

El dinero lo enviaba a casa por banco.

Tuvo 7 hijos. Del nacimiento de sus siete hijos pudo asistir al de 5. Al de los otros dos llegó dos días después.

En el segundo caso de estos dos, estaba en Pardeconde, una aldea relativamente distante, y le dijo una moza: Luis, has tenido un hijo.

- Carallo, me dije. Dejé la mula y me vine corriendo a campo a través. Llegué agotado.

De sus andanzas por esos mundos de dios, recuerda muy bien el trato de las gentes, el duro trabajo y la producción del campo: - Del centeno, -o pan, en galego- sacaban una amplia gama de productos: harina para el pan, los haces de paja para los tejados o colmo-, la paja para quemar la piel de los cerdos, los haces -os fachóns- para alumbrarse y protegerse del lobo en las idas y venidas de las ferias, la paja para los jergones; la paja para los collerones, para las albardas, para hacer las mantas para las vacas, para los capuchones de las corozas, o para el trenzado de varios productos de cestería. Del lino -o liño- sacaban las ropas y las estopas para cuerdas y para la confección de albardas y albardones. Del maíz, -o millo-, sacaban harina para pan de maíz y para los animales, de modo especial para comida de los cerdos, y de las hojas finas sacaban paja para los jergones de grandes y pequeños. De las patatas, -as patacas, el plato esencial para la casa, para los grandes medianos y pequeños, y en años de abundancia se daba a los animales. De las castañas -as castañas-, ya se habló. De la hierba -a herba-, el alimento de los animales en las largas invernías; cuando empezaba un tiempo mejor allá por marzo-abril, soltaban bueyes, vacas y caballos a los prados; podían hartarse tanto que podían empachar y se les curaba echándoles aceite en la boca y haciéndoles comer xestas negras "-escobas-" que les ataban por encima de la cabeza. Había robles -carballosinmensos y muy abundantes, las gentes sacaban leña para los fogones, as lareiras; madera para todo, y bellotas para alimento de las gentes y de los animales. De los tojos -os toxos- recién cortados sacaban "o estrume", primera fase de la basura de las cuadras, y después "o esterco", que era o estrume ya fermentado en la cama de las cuadras. La roza y el acarreo del tojo era uno de los trabajos más duros.

Mientras él ganaba la vida por esos mundos de dios, su mujer sacaba adelante la casa: los trabajos del campo, de los animales y el oscuro y profundo cuidado de los hijos, -que fueron 7-, más el cuidado de los cuatro abuelos, que vivían con ella.

- Había que trabajar las huertas, las patatas, el maíz, el centeno cuidar los cerdos y las vacas; los cerdos eran de primera necesidad por los jamones, los chorizos y el tocino, y las vacas eran esenciales para el trabajo del campo, y para leche; con los chotos se sacaban unos pesos en las ferias de Maceda. Tuve que buscar un criado; yo ganaba en un día lo que él me gastaba en diez. Y así fue la vida....

- La última pregunta, Sr. Luis: ¿si volviera a nacer, volvería de albardero?

- ¡Sí, oh, volvería! (15)

____________

NOTAS

(1).- Hemos recorrido en varias ocasiones las tierras de estos itinerarios. Puede haber, con todo, errores de percepción dado que los caminos y atajos de los que se tuvo que servir Luis Abad Pérez han sido olvidados o tragados por la vegetación, por nuevos trazados o por la mejora de los viejos.

(2).- El techo de colmo se combinaba con los techos de lajas de pizarra. Hoy día el colmo ha desaparecido o está en un alto grado de descomposición irreversible. La pizarra se conserva.

(3).- Una de las aldeas más impresionantes es Seceda, del Incio al Caurel. Se está recuperando y restaurando con casi rigurosa precisión y respeto al pasado y a las gentes que aún quedan. Es recomendable pensarse dos veces hacer el camino por la escarpada y escalofriante pista.

(4).- El paso por barca ha sido suprimido ya por la construcción de un puente sobre la cola de un embalse. Pero la barca sigue aún allí.

(5).- Existe una Asociación de Amigos de la Cabrera. A ella pertenecen personas de una extensa gama de actividades o posiciones sociales. En una de las visitas de concienciación participaba un miembro de la extensa nómina de exministros franquistas. Caminaba con lujosos zapatos, corbata, chaqueta cruzada azul marino. Y la máquina de retratar. Era la nota más exabrupta del paisaje cabreirés.

(6).- Ramón Carnicer describe el ruido del motor como el ruido de mil cucharillas. La velocidad media por las obligadas paradas, la circulación por aquellas endiabladas carreteras, las esperas de los viajeros por conversaciones con antiguos conocidos, recados que recoger y que devolver, escapadas del chofer para sus obligados y puntuales ligues... podía alcanzar 15-20 kmts/h. La baca se dedicaba al transporte de viajeros bien acomodados en pertinentes banquillos, y de los trastos de los viajeros; mas pronto desapareció por la lluvia que se tenía que soportar o por el polvo que se tenía que tragar. Con todo, aquellos mastodontes eran un gran adelanto y les llamaban "los americanos". En el interior viaja- Luis Abad Pérez - 82 años- ba todo dios: trastos, personas y animales; muchos de los coches de línea tenían reservada la parte de atrás para vacas, bueyes, caballos, mulas..., con sus ventanillas de barrotes para respiración; ¡hasta el transporte escolar se utilizó para los días de ferias con toda la chiquillería dentro! Esta amalgama de elementos fue desapareciendo a lo largo de los años ochenta del siglo veinte y aún pueden observarse en los cementerios de autobuses; uno de los más copiosos cementerios estuvo en Villalba, de Lugo.

(7).- El tema de los "escapados" es una referencia necesaria en la obra de Ramón Carnicer, Manuel Garrido, Julio Llamazares...autores que hablan de la vida de la Cabrera o del Bierzo. Existe todo un movimiento investigador para recuperar la memoria de estas gentes en la literatura castellana, en la literatura gallega y en la literatura portuguesa, así como Encuentros y Congresos. Un buen estudio sobre los maquis es el de Secundino Serrano, Ediciones Temas de Hoy, 2.001.

(8).- 1 peso fue 5 pesetas. El "peso" ha sido la referencia número uno de las gentes campesinas de Galicia. La "peseta" cuajó poco. Por ferias y mercados -los centros tradicionales de intercambio antes de la llegada de supermercados y de la vuelta de los emigrantes- se entendieron en "pesos". A los ancianos y ancianas, el euro les es un lió, les parece de otro mundo y lo siguen transformando en pesos.

(9).- Parece que éste era un comportamiento general de la profesión. En Castilla pasaba lo mismo. Pero en Castilla parece que gustaban de poner además el tenderete a las salidas de la misa de los Domingos, cosa que no he encontrado por Galicia. Quizá porque la gente tenía otras costumbres, por ejemplo, visitar a los muertos, rezar por ellos y llevarles un religioso ramo de flores todos los domingos.

(10).- El trabajo de un albardero para médicos y curas se explica por el hecho de que para ejercer su profesión por la abrupta geografía poblada de villas, pueblos, aldeas, casales o casas perdidas, tenían que trasladarse en caballerías.

(11).- El Valle de Maceda fue siempre una zona de grandes alfareros y compitieron con las prestigiosas alfarerías del resto de Galicia, del Norte de Portugal, de la Maragatería, (León), de Arrabal de Portillo (Valladolid) y de Pereruela (Zamora). En las tradicionales ferias de Alfarería de Zamora por S. Pedro, rivalizan con las más prestigiosas firmas del resto de la Península. Su sello distintivo es el color amarillo suave que le da el barro de la tierra.

(12).- Esta es la opinión de un hombre que dedicó toda su vida a la profesión de albardero. En el trabajo de investigación de campo puede comprobarse que cada albardero o cada guarnicionero tiene sus preferencias.

(13).- Allariz llegó a ser uno de los grandes centros de curtición de Galicia; fue similar a Vaillarramiel -Palencia-. En Allariz se han recuperado al menos tres centros de curtición en lo que se viene llamando "arqueología industrial" y se han respetado íntegramente las estructuras, el material, el instrumental, los procesos y el entorno. Acea de Meire está a unos pasos de Allariz. El curtidor de Acea de Meire se acaba de jubilar y ha desmontado todo el "obradoiro".

(14).- Muchas personas no gallegas se preguntan por qué los campesinos gallegos realizaban "la trilla" apaleando sólo las espigas de las mieses, -que eran el centeno-, cuando conocían muy bien el más rápido y menos trabajoso sistema del trillo que tantas veces habían visto por la Meseta. La "trilla" de Galicia se llama la "malla", el equivalente a la "maja" de otras tierras. La "malla" es recordada como uno de los trabajos más duros del campo y unos de los trabajos más emblemáticos de vida comunal. El labriego gallego nunca fue tonto -"parvo" en lengua nativa-precisamente, y haber machacado -trillado- la paja como en Castilla no le hubiera permitido aprovechar la caña del centeno para aspectos tan variados como los que se han ciatado.

(15).- En lengua gallega, la expresión "oh", da fuerza afirmativa o negativa casi definitiva al contexto que se habla.



LUIS ABAD, ALBARDERO AMBULANTE

CERRATO ALVAREZ, Angel / CERRATO COVALEDA, Ana Isabel, Dibujos

Publicado en el año 2002 en la Revista de Folklore número 263.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz