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Revista de Folklore número

131



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UN NUEVO EJEMPLAR DE LA CRONICA SARRACINA DE PEDRO DEL CORRAL

SANCHEZ DEL BARRIO, Antonio

Publicado en el año 1991 en la Revista de Folklore número 131 - sumario >



La árida y complicada cronística medieval, así como la posterior producción literaria de asunto histórico nacional, ha encontrado siempre en la figura de Don Rodrigo, el último godo, el protagonista ideal de todo tipo de aconteceres, ya fuesen fruto de noticias comprobadas o de las más fantásticas leyendas. Escritores y eruditos, cada cual desde su perspectiva, nos han dejado numerosas obras que se acercan a la vida de tan mítico personaje, descalificando sus osadías y desafíos o glorificando hasta el extremo sus grandezas.

En esta modesta aportación vamos a dar a conocer las características de un manuscrito hasta ahora inédito, que recoge la segunda parte de la célebre Crónica Sarracina o del rey Don Rodrigo con la destrucción de España, compuesta hacia 1430 por Pedro del Corral, y que actualmente se conserva en precarias condiciones en el Archivo Municipal de Medina del Campo (1). Ello nos da pie para anotar algunas opiniones autorizadas sobre la historia legendaria que se cuenta y su posterior paso al Romancero.

CARACTERISTICAS DEL MANUSCRITO

El manuscrito en cuestión sólo conserva la tapa anterior de su encuadernación (piel de cordero), en cuyo reverso aparecen palabras y signos inconexos: "benudo", un abecedario y combinaciones de letras (hl, cl, gl, pl, ch, br, cr,...) que interpretamos como simples distracciones del copista, con caligrafía similar a la del texto de la Crónica. Consta de once cuadernillos cosidos con cinco lazadas (tres de ellas dobles) y tiene un formato de 310 x 220 mm. aproximadamente. De un total de 134 folios conservados (2), los 18 primeros están muy deteriorados; los que se hallan completos ofrecen una media de 36-38 líneas escritas a renglón seguido y una superficie escrita aproximada de 230 x 160 mm. Los capítulos no llevan epígrafes pero se distinguen claramente unos de otros en tanto que la primera frase de cada uno de ellos se realza con letras de doble tamaño respecto del texto restante (3); además, las letras capitales de comienzo de capítulo son aún mayores y se trazan con tinta roja. Del mismo modo, las primeras frases de cada capítulo, ya mencionadas, se adornan con trazos verticales, también de tinta roja, en los huecos de letras (4).

El texto empieza con las palabras "daba a entender que la su bondad (roto)/... falló que ya se sentía mortal e se tenía (roto)/... (2ª parte, cap. 1) y se trunca en el capítulo 254 de dicha segunda parte dedicado a la Penitencia del Rey; del mismo sólo se conserva el párrafo siguiente "El mayoral que esto oyó fue moy espantado de tal penitencia como ésta e fuesse al rey e díxogelo e el rey fue moy conto contento e fuesse allí dolle era mandado e falló las tres culebras...". La parte final perdida es de corta extensión y puede seguirse en ediciones recientes (5).

Su cronología puede fijarse en torno al último tercio del siglo XV , habida cuenta de que se trata de un texto escrito con letra semigótica o redonda, muy clara, con abundantes rasgos de la denominada cursiva. Roberto Soto Arranz, experto en paleografía, a quien debo la transcripción completa del manuscrito y atinadas observaciones sobre el relato, nos apunta los siguientes rasgos de la caligrafía (6):

-Grafía de trazo ancho con tendencia redondeada, frente a la angulosidad y estrechez características de la escritura gótica.

-Fusiones de las letras de trazos curvos en contacto.

-Combinación de la "r" redonda y la "r" larga después de la "o".

-Clara distinción entre la "z" y la "s" que presentan formas propias.

-Presencia de la "s" minúscula larga en el principio e interior de la palabra, y "s" de doble curva al final de ella, que se alterna con la "s" cursiva ( ).

-Alternancia de las formas góticas ( ) y cursiva ( ) de la "d" uncial.

-Coexistencia de la "p" cerrada y la "p" cursiva ( ).

-Inicio de encerramiento de las letras "h" ( ) y 'q" ( ).

Una somera noticia de otros manuscritos conocidos de esta famosa obra medieval, nos la ofrece Ramón Menéndez Pidal en su Floresta, ya citada. Constata la existencia de nueve ejemplares: tres en la Biblioteca de El Escorial (uno de ellos contiene tan sólo la 2ª parte), dos en la Biblioteca Real (en uno falta la 2ª parte y el otro es muy fragmentario) y los cuatro restantes en la Biblioteca Nacional, Biblioteca Pública de Porto (sólo la 2ª parte), Biblioteca de la Catedral de Toledo y Biblioteca particular de Carlos Alvarez (Madrid) (falta la 1ª parte); todos ellos son de las postrimerías del s. XV (7).

Respecto de las ediciones impresas antiguas que se hicieron de la obra, podemos apuntar las siguientes: Sevilla (1499 (incunable), 1511, 1522, 1527 y 1587), Valladolid (1527), Toledo (1549) y Alcalá de Henares (1587) (8).

EL RELATO DE PEDRO DEL CORRAL

La leyenda de Don Rodrigo y la pérdida de España, calificada como "resto arqueológico de la literatura visigótica", ofrece el singular interés de haberse formado, desde su origen, con el concurso de los tres pueblos altomedievales instalados en la península: el árabe, el cristiano y el mozárabe, los cuales introdujeron en el relato elementos propios de sus respectivas tradiciones, al tiempo que se reflejaba la impronta de las diferentes corrientes y expresiones literarias del transcurrir de los siglos. Así las cosas, las leyendas que giran en torno a la figura del último rey godo van nutriéndose de episodios con fines partidistas; transformaciones chocantes, algunas debidas a malas transcripciones; fantásticas aventuras originadas por la corriente novelesca de los libros de caballerías; supresión de largas escenas en las versiones romanceadas, merced a la concisión propia del género; etc. En este sentido, puede anotarse que la extraordinaria popularidad del personaje y sus peripecias quizá se deba a la gran capacidad de adaptación sufrida por la historia en su conjunto, a los gustos imperantes en cada momento y lugar, y sobre todo a que el argumento básico es de una trascendencia sin par: para los cristianos, nada menos que la pérdida de su poder hegemónico en la península, y para los musulmanes la expansión de sus dominios en tierras de grandes expectativas.

En un rápido repaso de las sucesivas etapas que conoce el relato del rey Rodrigo, podemos reseñar que entre los siglos IX y XIV los hechos se recogen en numerosas crónicas de diversa procedencia y fiabilidad, en las cuales la versión de lo sucedido varía en función del bando dominante donde se escribe (9); casi todas introducen leyendas que cuentan incidencias fantásticas fruto de tradiciones de la más diversa procedencia.

Simplificando mucho, y ciñéndonos al período que más nos interesa, recordemos que en 1344 se compone una Crónica basada en la General de Alfonso X (en realidad, puede considerarse una refundición de la misma) que fundamentalmente sigue a la célebre del Moro Rasis en lo que concierne a la vida del rey Rodrigo, con la introducción de nuevos episodios, algunos quizá procedentes de cantares de gesta perdidos, otros de tradiciones mozárabes y norteñas, otros inventados para la ocasión, etc. que confieren a esta obra "una renovación completa de la leyenda de Rodrigo entre los cristianos" (10). La popularización de este relato de 1344 es enorme, sobre todo en el siglo siguiente, merced a las numerosas refundiciones y versiones "arregladas" en las que se suprimen o añaden nuevos episodios conforme al gusto caballeril imperante en el momento. Destacan entre éstas la Refundición de la Crónica de 1344, realizada hacia 1440, y nuestra ya comentada Crónica Sarracina de 1430, que en realidad se apoya más en el relato de Rasis transcrito por Gil Pérez que en la Crónica de 1344, como fuente estructural de su narración. Ambas ofrecen sorprendentes coincidencias e, incluso, aportan pasajes similares no incluidos, o tan sólo insinuados, en la Crónica de 1344. Una muestra de lo dicho es que aparece ya el nombre de la Caba para denominar a la hija del Conde Don Julián y precisamente será éste el que perdure (11); se habla de Eilata, hija del rey de Afica, como la mujer con quien desposará Rodrigo -invención de los autores ya que Eguilón, esposa de Rodrigo, era de ascendencia goda (12)- así como de los espectaculares festejos convocados en Toledo seis meses después de la boda, que se ven interrumpidos por la noticia del naufragio del padre de la novia que venía de Africa con toda su corte (13). Respecto de todo esto, Menéndez Pidal llega a la conclusión de que no se copian una de la otra, sino que ambos textos se basan, en lo que concierne a sus nuevos episodios de carácter novelesco, en otro diferente no conservado, quizá anterior a la Crónica de 1344 y seguramente más extenso que ella, del que se pregunta" ¿Sería una traducción de Rasis con adiciones marginales, que en 1344 se miraron con mucha desatención y que sólo después se incorporaron en un texto uniforme?" (14).

Centrándonos ya en la Crónica Sarracina, hemos de aclarar que no debe considerarse como un texto histórico, sino como una auténtica novela, el más antiguo ejemplo de novela histórica de argumento nacional -en palabras de M. Pelayo y M. Pidal- cuyo autor bebió en fuentes muy diversas (15) aderezando el relato con episodios nacidos de su desmesurada imaginación y de tradiciones orales arregladas para la ocasión. Aunque la mayoría de sus contemporáneos la tomaron como fuente histórica de crédito, la excepción que confirma la regla vino de la mano de Fernán Pérez de Guzman, quien en el prólogo de su obra Generaciones y Semblanzas arremetió contra los cronistas "de poca vergueña" y concretamente contra Corral, a quien llamó "liluiano e presuntuooso onbre", y su Crónica, que calificó de "trufa o mentira paladina" (16) (en honor a la verdad, ha de recordarse que Pérez de Guzmán y Corral pertenecían a bandos políticos enfrentados y quizá ello influyera en sus apreciaciones personales y literarias, que ciertamente no estaban erradas). Tal vez el acierto de Corral para hacer creer a sus lectores que se hallaban ante una obra de carácter histórico y no novelesco -si es que esto se propuso alguna vez radicó, por un lado, en el propio encabezamiento del título, es decir la introducción de la palabra "Crónica", y por otro, y esto en mayor medida, en el ardid que ingenió para dar mayor autenticidad a los hechos narrados: la atribución del relato a dos supuestos cronistas del Rey Rodrigo: Eleastras -en nuestro manuscrito Alastras- y Alanzuri, y posteriormente Carestas -Caristes en nuestro caso- también presunto cronista pero ahora vasallo del rey Alfonso I el Católico a quien, anacrónicamente, se le hace descubridor del sepulcro de Rodrigo en Viseo (Dicho recurso fue muy utilizado, con desigual fortuna, por autores de este tipo de libros. Actualmente ocurre otro tanto con las novelas de asunto histórico). Para lograr aún mayor autoridad a su relato, el "ingenuo" ingenio de Corral hace que dichos relatores presencien todas las peripecias narradas, y aún más: saben de primera mano los pormenores de los devaneos amorosos regios, los diálogos que los personajes dijeron "exactamente" en cada momento, etc.

En lo que respecta al argumento completo de la obra, M. Pidal da buena cuenta de él en su ya citada Floresta de leyendas, alternando resúmenes con algunos capítulos transcritos íntegramente (17). De las dos partes que contiene –y a pesar del título- tan sólo se habla de Don Rodrigo en la primera de ellas y en los últimos capítulos de la segunda; en ésta es Don Pelayo el protagonista central de la narración.

En particular, en nuestro manuscrito -que como quedó dicho contiene sólo la segunda parte- se narran los siguientes episodios, que hemos agrupado según escenas diferentes (indicamos los folios correspondientes y, también entre paréntesis, los nombres más admitidos de los personajes):

-La Condesa y Muça hablan de la derrota de Don Rodrigo. Lamentaciones de la Caba por la destrucción de España. Partida de Muça, inquietado por la postura de la Caba. (ff. 1r-1v).

-Propuesta de Don Julián a Tarif (Tarik) para conquistar España y aceptación del plan por éste (ff. 1v-2v).

-Don Julián, Don Apas (Oppas) y Tarif hacen juramento y reúnen sus tropas: Maguet (Magued) va a Córdoba, el sobrino de Don Julián a Granada y Don Julián, Tarif y don Oppas a Toledo (ff. 2v-3r).

-Primeros enfrentamientos y pillajes de la coalición (ff. 3r-4r).

-Don Julián, Don Oppas, Tarif y Muça van de camino a Toledo; se asientan en la villa de Lebrija (f. 4r).

-Pellones, el mayoral, y su sobrino Melendo: derrota y muerte en la batalla nocturna contra los "visitantes" de su villa (ff. 4r-5v).

-Recriminación de la Condesa a la Caba por sus pesares (ff. 5v-6r).

-Contestación de la Caba y conocimiento de las nuevas de su pade (ff. 6r-6v).

-Carta de la Caba a Don Julián (ff. 6v-7r).

-Contestación de Don Julián (ff. 7r-7v).

-Maguet y el pastor cordobés (ff. 7v-8v).

-El pastor cordobés explica a Maguet por dónde debe entrar en Córdoba. Marcha con Atidras (ff. 8v-9r).

-Consideraciones de Pelistas, rey de Córdoba, sobre la hipotética captura de su ciudad (f. 9r).

-Entrada en Córdoba y asedio en la iglesia a Pelistas. Primera batalla entre Maguet y Pelistas (ff. 9r-10v).

-Maguet toma posiciones en la ciudad (ff. 10v-11r).

-Segunda batalla entre Maguet y Pelistas (ff. 11r-11v).

-Planes de asedio de Maguet: forzar la rendición por hambre (f. 11v).

-Desarrollo de la segunda batalla(ff. 11v-l2v).

-Maguet aumenta los guardas y las tropas de asedio (f. 12v).

-Tercera batalla entre Maguet y Pelistas (ff. 13r-13v).

-Arenga del rey Pelistas a sus caballeros sobre el honor del guerrero, y sus planes en busca de ayuda (f. 13v-15r).

-Marcha de Pelistas y persecución de Maguet; pelea entre ambos. Vuelta a Córdoba (Pelistas prisionero de Maguet) (ff. 15r-17v).

-Asalto y derrota de las tropas del rey Pelistas en la iglesia. La conquista de Córdoba (ff. 17v-18r).

-Toma de Granada y Málaga por Caredo y Culeyma (f. 18r).

-Carta recriminatoria de la Caba a Don Julián (ff. 18r-19v).

-Regreso del Conde Don Julián con su hija y su mujer (ff. 19v-20r).

-Don Julián cuenta la suerte de Don Rodrigo a su esposa, la Condesa, que la desconoce (ff. 20v-21r).

-El Obispo Don Oppas y el sobrino de Muça, Ameth (Amech), toman Jaén y Murcia. Don Oppas y Amir contra Barbate (éste tiene dos hijos Tebar y Lisari). La cobardía de Barbate (ff. 21r-23r).

-Narración de las batallas de Murcia y Orihuela (ff. 23r-25r).

-Proposición de un judío a Tarif en el cerco de Toledo (f. 25v).

-El plan del judío (ff. 26r-26v).

-Puesta en práctica del plan. La conquista de Toledo (ff. 27r-29r).

-Tarif conquista Guadalajara (ff. 29r-29v) (18).

-Tarif conquista Medinaceli (f. 29v).

-Explicación del talante y acciones de Tarif (ff. 29v-30v).

-Presentación del Ducado de Cantabria: antepasados de Don Favila, Don Pelayo,... descripción familiar general (ff. 30v-31r).

-Rescate de las reliquias por el arzobispo de Toledo y su traslado a Asturias. Fundación de las iglesias de Sta. Mª Magdalena y San Miguel en las montañas de Asturias (ff. 31r-31v).

-Muça ante el Miramamolín. Consolidación de su poder (ff. 31v-34r).

-Tarif conquista Tierra de Campos, Ciudad del Moro, Astorga, León y Galicia (Munaco (Munuza), rey de Gijón) (ff. 34r-34v).

-Concepción de Don Pelayo y abandono por parte de su madre, Luz, que le echa al río Tajo dentro de una arca (ff. 34v-36r). (19).

-El rey Avarcas (Abarca) encierra en prisión a Luz. Melías acusa a Luz de cometer maldad en la casa del rey: debe ser ajusticiada si no encuentra un caballero que salga en su defensa (ff. 36r-38r).

-Don Favila sale en defensa de Luz y lucha contra Melías (ff. 38r-41r).

-Rescate de Don Pelayo por el anciano Grafeses, pariente de Luz, y su entrega a Theseos y Sançil1a (ff. 41r-41v).

-Libertad para Luz (f. 43r

-Trama de la venganza contra Favila por parte del rey Avarcas y los primos de Melías (Alristes Longarus y Egreses) (ff. 43r-44v),

-Lamentos y temores de Doña Luz (ff. 44v-45r)

-Preparativos de la batalla (ff. 45r-46v)

-Batalla entre Favila y Alristes (quien ha acusado nuevamente a Luz) (ff. 46v-48v).

-Favila se niega a devolver la espada al Rey (ff. 48v-49r).

-Grafeses y la camarera Doña Luz (ff. 49r-50v).

-Trama del casamiento de Favila y Luz por Grafeses al enterarse que ésta es la madre de Pelayo (ff. 50v-51v).

-Acuerdo sobre la batalla entre Favila y Longarus (ff. 51v-53v).

-Trama y desenlace de la batalla entre Agreses y Panderus, con la presencia de un ermitaño (ff. 53v-56r)..

-El rey quiere suspender la batalla entre Favila y Longarus (ff. 56r-58v).

-El rey pide perdon a Favila y Luz y los desposa (f. 58v).

-Batalla entre Favila y Longarus (ff. 58v-60v).

-Bodas de Favila y Doña Luz (ff. 60v-61r).

-Entrega de Pelayo a sus padres Favila y Luz como su hijo (ff. 61r-62v).

-Unos caballeros gascones que forman un grupo de ladrones y malhechores, al mando del hidalgo Arnaón (Arnao), capturan a Pelayo que está cazando (ff. 62v-64r).

-Pelayo mata a Arnaón y a sus malhechores gascones y libera al mercader y su familia (ff. 64r-64v).

-Pelayo y la familia del mercader llegan a una ermita. Pelayo caza un gran oso (ff. 66r-68r).

-Revelaciones del ermitaño a Pelayo (le cuenta el pecado de Rodrigo y la destrucción de España. Le manda ir como peregrino al Santo Sepulcro para que pueda liberar España del invasor) (ff. 68r-69r).

-Viaje de Pelayo al Santo Sepulcro (f. 69r).

-El rey de Córdoba, Pelistas, es llevado prisionero ante el Miramamolin que está en Ceuta. Recriminación con insultos a Don Julián (ff. 69r-71r).

-Segundo paso de las tropas de Muça a la península, al mando de su hijo Abalagis (Abdelaziz). Llegada a Algeciras (f. 71r).

-Pelistas ante el Miramamolín (ff. 71r-73r).

-Paso a España de Muça y del conde Don Julián (f. 73r).

-Maguet envía cartas a Tarif anunciándole su llegada a Toledo y su facultad de máxima autoridad (ff. 73r-73v).

-Disertación moral sobre la presencia del "seso y esforço" en los hombres. Encuentro de Tarif y Muça en Toledo (ff. 73v-74v).

-Traspaso del botín de Tarif a Muça (ff. 74v-75r).

-Batalla de Sandona (Sanduñaz) (ff. 75r-79r).

-Cerco de Sandona y su conquista (ff. 79r-84v).

-Conquista de Carmona y una matanza singular. Lamentaciones de Alastras a raíz de su visión sobrenatural (ff. 84v-87r).

-Cerco de Sevilla y su abandono ante la resistencia de los cristianos (ff. 87r-91v).

-Batallas por la conquista de Mérida. Descripción de la ciudad con su pasado glorioso. Cerco de Mérida y caída por pleitesía tras la derrota (ff.91v-l02v).

-Escaramuza de Artistas y Julius en Mérida (f. 103r).

-Acuerdo de marcha a Valencia por Abalagis y Don Julián (ff. 103v-104r).

-Conquista de Valencia (ff. 104r-104v).

-Conquista de Alicante (f. 104v).

-Conquista de Mula y Lorca (f. 105r).

-Segundo intento musulmán de entrar en Sevilla; no lo consiguen (ff. 105r-108r).

-Muertes y duelos entre Arlistas y Julius en Sevilla. Muerte de Grasçinda (ff. 108r-112r).

-Rendición de Sevilla (ff. 112r-113r).

-Reproches y lamentaciones del narrador (ff. ll3r-114v).

-Conquista de Zaragoza y otras ciudades del Norte Peninsular (ff. 114v-115v).

-Casamiento de Muça y Luçençia a escondidas de Pelayo, que es hermano de ésta (ff. 115v-116r).

-Pelayo arrebata a su hermana Luçençia de Gijón, la lleva a Llanes y subleva Asturias (ff. 116r-116v).

-Levantamiento de Don Pelayo con el apoyo de los cristianos de Asturias y sus primeros triunfos ante el enemigo. Pelayo es proclamado rey (ff. 116v-118v).

-Partida de Muça a Africa y de Alcamar (Alcama) y Don Oppas a Asturias (ff. 118v-119r).

-Carta de Muça a Abalagis advirtiéndole de Don Julián y los suyos (ff. 119r-120r).

-Repoblación mora de España. Petición de tributo de 1/8 a los cristianos (ff. 120r-120v).

-Enfrentamiento verbal entre Muça y Tarif ante el Miramamolín. Muerte de ambos y de Maguet (ff. 120v-121r).

-Llegada de la reina Eliota, viuda de Rodrigo, a Sevilla por orden de Abalagis (había estado escondida en la villa de Mesa). Casamiento de ambos (ff. 121r-122v).

-Batalla de Covadonga; Pelayo vence a Alcamar y Don Oppas. Recuperación de Gijón (ff. 122v-124r).

-Muerte del rey Abalagis (se .le acusa de ser cristiano) y nombramiento de Aloor (Alahor) (ff. 124r-124v).

-Ejecución de las tropas de Don Julián y huida de este al castillo de Loarre, en Aragón (mueren él y su hijo aplastados por una torre). Noticia de la muerte de la Caba (muere de una herida en un dedo que se hace con una espina de pescado) (f. 124v).

-Caída de Cartagena a manos de Aloor. Caída de Ceuta. Captura y prisión de la condesa Frandina en Córdoba (ff. 124v-125r).

-Visiones del mago moro de Aloor (ff. 125r-126r).

-Toma de Ceuta. Muerte por lapidación de la condesa Frandina y despeñamiento de su hijo menor Alarboth (Alahor) (ff. 126r-130r).

-Pelayo conquista León donde "fizo la silla de su señorío" (Alastras (Eleastras), el cronista de todos estos hechos, muere en esta batalla. Sigue el relato del Caballero Caristes (Carestes), vasallo del rey Alfonso, donde se cuenta el final de la vida del rey don Rodrigo, su penitencia y muerte en Viseo, según un escrito que allí encuentra) (f. 130r).

-Disertación sobre la capacidad de perdón de Cristo, y la posibilidad de expiar las penas cometidas mediante la penitencia (ff. 130r-131r).

-El rey Don Rodrigo, desde la batalla de Guadalete hasta su llegada a Viseo. Muerte del ermitaño que encuentra en la ermita de Viseo (ff. 131r-132v).

-Don Rodrigo y las tentaciones del diablo en forma de ermitaño viejo y tullido (ff. 132v-135v).

-Don Rodrigo y las tentaciones del diablo en forma de ermitaño joven (ff. 135v-136r).

-Don Rodrigo y el Espíritu Santo (ff. 136r-136v)

-Don Rodrigo y el falso Conde Don Julián (ff. 136v-137r).

-Don Rodrigo y la falsa Caba (ff. 137r-139r).

-Don Rodrigo sigue una nube que le lleva hasta el lugar de su penitencia (ff. 139r-140v).

-Relato (incompleto) de la penitencia del Rey Don Rodrigo (f. 140v).

La Crónica Sarracina dejará de leerse hacia las últimas décadas del s. XVI, cuando los libros de caballerías caen ya en desuso, tanto por su lenguaje arcaico como por la generalización de nuevos gustos literarios.

LA PENITENCIA DE DON RODRIGO: EPISODIO CLAVE DE LA CRONICA.

Este episodio, cuyo examen sirvió para intuir e interpretar la procedencia de las nuevas escenas tanto de la Crónica Sarracina como de la Refundición de la Crónica de 1344, con respecto a la escrita en este último año, se convertirá en poco tiempo en el de mayor relevancia de toda la vida fabulosa del último godo.

R. Menéndez Pidal, al estudiar esta tardía introducción del episodio de la penitencia, llegó a la conclusión de que fue debido a una mala transcripción de dos términos en la Crónica del Moro Rasis: huesa (arcaísmo de "calzado" o "bota ") por huesa (sepulcro) y Viseo (lugar de hallazgo de la lápida) por visco (pretérito perfecto antiguo del verbo vivir), lo que resultaba que la cueva de Viseo donde se encontró la lápida, se convirtió de un plumazo -y nunca mejor esta expresión- en el sepulcro donde fue enterrado vivo Rodrigo (20); sólo faltaba que el asunto recurrente de la penitencia, muy al gusto de las hagiografías medievales de santos eremitas y ejemplarios de caballeros depravados que imploran el perdón divino al final de sus días, se introdujera como ropaje legendario con el aderezo de nubes milagrosas que indican un camino, campanas que tañen solas y apariciones demoníacas.

En los primeros textos que abordan la historia legendaria de Don Rodrigo está en duda el cómo, cuándo, y de qué manera muere el rey. En la Crónica Silense, compuesta hacia 1110 por un monje de Sto. Domingo de Silos (21), se habla de un monarca luchador que muere en plena batalla; las siguientes crónicas cristianas -La Najerense, el Cronicón de don Pelayo, la de Lucas Tudense (h. 1243), La General de Alfonso X y la de 1344 (22) no concretan el final de los días de Rodrigo, aunque sí se hacen eco de su sepulcro en la localidad portuguesa de Viseo, noticia que aparece ligada al supuesto descubrimiento de una lápida donde se nombra a Rodrigo "ultimus rex gothorum" y que recogió el obispo Sebastián de Salamanca en su Crónica de Alfonso III el Magno al hablar de la repoblación allí llevada a cabo por dicho monarca (23) (y no por Alfonso I, como asegura la Crónica Sarracina).

La leyenda de la penitencia del rey, que se incorpora al relato a fines del s. XIV y a lo largo del XV (24), aparecerá en obras contemporáneas como la Crónica General de España, escrita h. 1390 por el obispo de Bayona fray García de Eugui, la Crónica Sarracina que estamos comentando, la Refundición de la de 1344 y el apócrifo Sumari d'Espanya atribuído a Berenguer de Puigpardinas (fines s. XV). Se admite que dicha versión legendaria de los últimos días del rey se formó, en primer término, a base de tradiciones locales en torno al famoso sepulcro de Viseo; luego, quizá, se propagaría con fuerza desde el monasterio de Lorván, junto a Coimbra, "gran oficina de falsificaciones legendarias, y en el cual sabemos que se escribió una relación de las postrimerías del rey godo, fingida como si procediera de tiempos muy antiguos" (25).

En los tres primeros textos de los citados, el relato de la penitencia coincide en lo esencial: una culebra que ha criado el propio penitente lo devora vivo mientras las campanas doblan solas a su muerte (26). Las diferencias son mínimas: mientras que en la Crónica de Eugui los hechos suceden en la casa del obispo de Viseo, en la Sarracina ocurren "fuera de la villa, en una huerta muy vieja que allí era" y en la Refundición "en la huerta" sin más (27). Por otra parte, el confesor del rey es el obispo de Viseo en la Crónica de Eugui y en la Refundición, y el "mayoral" de dicha ciudad en la Crónica Sarracina; así mismo, en aquellas dos, el rey trabaja como hortelano, detalle que no recoge la obra de Pedro Corral.

Tan terrible penitencia se halla ligada estrechamente al tipo de condenas que recaían sobre los culpables de crímenes extremadamente graves; así, en el Medievo, según la Lex romana visigothorum, se encerraba a los parricidas en un saco con una culebra, pena muy similar a la marcada por la Ley Pompeya romana, antecedente de ella (28) y, más tarde, retornada por Alfonso X en sus Siete Partidas (29).

Sin embargo, el hecho más trascendente de la novela de Corral es, sin duda alguna -y así ha sido puesto de manifiesto por todos los eruditos que la han estudiado-, el haber sido la fuente de inspiración del conjunto de romances que sobre la vida fabulosa del último godo se popularizaron desde entonces. En palabras de M. Pidal, "el nacimiento del romancero del rey Rodrigo se debe exclusivamente a la lectura de la Crónica Sarracina" y además con la peculiaridad de que estos poemas "no parten de un texto métrico del cual se pudieran aprovechar versos que sirvieran de base a nueva forma poética; por esto se hace aquí más necesaria la suposición de un juglar o trovador que haga la redacción primera" y, por otra parte, de este ciclo de romances "poseemos la fuente inspiradora, que en el caso de las gestas sólo conocemos indirectamente y por medio de prosificaciones" (30).

Aún en la actualidad, los romances que de la escena final de la penitencia y muerte del rey Rodrigo pueden recogerse de la tradición oral, conservan los detalles que narró Pedro del Corral y buena muestra de ellos son las numerosas versiones recogidas a partir de 1884 en el Romancero de Rodrigo (31) y otras compilaciones más recientes. Por nuestra parte, y para terminar estos breves apuntes, transcribimos una versión inédita de este romance, que recogimos en el pueblo leonés de Cordiñanes (32), de la cual cabe decir que pertenece al último estadio del proceso de tradicionalización del romance, cuando ya se ha diluido definitivamente su carácter histórico. Los versos de la penitencia se hallan contaminados con el romance de "El Robo del Sacramento", poema muy tardío y de los considerados "de ciego", con altas dosis de truculencia sobre todo cuando se cuentan los atroces crímenes y las terribles penitencias propuestas para expiarlos, entre las que nuestro "Juan Francisco" elegirá la de ser comido por culebras vivas; de este modo, el romance de ciego absorbe la historia de Rodrigo haciéndola suya.


EL ROBO DEL SACRAMENTO (a-o) PENITENCIA DE DON RODRIGO (i-a)

¡Oh! Virgen de los Remedios
cómo no tienes cuidado,
que entraron en una iglesia
a robar cáliz sagrado;
y esto no puede pasar
sin saber quién lo ha robado,
y una vieja de aquel pueblo
que tenía setenta años:
-Señores si no hacen mal
señores si no hacen daño,
señores si no hacen mal
yo digo quién lo ha robado:
lo ha robado Juan Francisco
que está en Sevilla bregando.
Cartas le fueran po'l aire
cartas vinieran volando.
Ya viniera Juan Francisco
de hierros todo cargado,
con los grillos a los pies
las esposas a las manos
y una cadenita al cuello
que le hacía arrodillando,

y al momento que llegó
él pidiera confesor (33)

al momento se lo han dado.

-Maté a mi padre, a mi madre
y también a dos hermanos,
con una hermanita mía
tuve dos hijos criados;
uno me lo comí yo
y otro se lo eché al pavano (34).
No se asuste padre mío
no es éste el mayor pecado,
también entré en una iglesia
y robé el caliz sagrado,
le di siete puñaladas
a Jesús Sacramentado,
siete meses lo he traído
de suela de mi zapato
y cuando ya iba gastado
en la lumbre lo he tirado,
y la ceniza que dió
al río abajo la he echado
se mudaron las corrientes
fue el agua para otro lado.

-Vamos a la penitencia
¿qué penitencia querías?
si quieres hacerte vela
pábilo yo te daría.

-Yo no quiero hacerme vela
que luego me derretía,
yo quiero más penitencia
que más y más merecía.

-Si quieres meterte al horno
leña yo te buscaría.

-No quiero meterme al horno
que luego me quemaría,
yo quiero más penitencia
que más y más merecía.
Yo quiero irme a una cueva
donde haya serpientes vivas (35).
Y el médico de aquel pueblo (36)
lo visita to los días.

-¿Qué tal te va penitente
con tu mala compañía?

-A mí bien me va señor
que más y más merecía.
La más pequeñita de ellas
con siete lenguas comía.

-De las rodillas pa abajo
ya me la llevan comida
y ahora van a las entrañas
que era lo que más sentía.

Al otro día a la mañana
las campanas se sentían,
unos dicen que murió
otros que quién moriría,
el alma del penitente
que para los cielos iba.

NOTAS

(1) AMMC: Documentación histórica. Leg. 362, Caja 500. Hay una pequeña nota manuscrita del insigne arabista Pascual de Gayangos que dice: "Crónica fabulosa del Rey D. Rodrigo, y la pérdida de España, de autor desconocido. Imprimióse una vez en el siglo XV y varias en el XVI", lo que prueba que dicho erudito (1809-1897) conoció este ejemplar.

(2) La numeración que hemos dado llega hasta el f. 140. Faltan los ff. 14, 33, 37, 65, 77 y 78. Hay reclamos en los folios vueltos nº 13, 26, 38, 50, 64, 76, 92, 106, 120 y 136. También hay anotaciones manuscritas de cronología posterior en: f. 15r margen derecho (operación matemática), f. 42v margen izquierdo, f. 44v margen inferior, f. 45v margen inferior (JHS invertido), f. 97r margen derecho (datos urbanísticos de la ciudad de Mérida).

(3) Salvo en los cuadernillos primero y cuarto que, aunque están escritos por la misma mano que el resto de la Crónica, sólo muestran realzadas y con tinta roja las letras capitales de cabecera de párrafo.

(4) Ocasionalmente también lleva el trazo rojo vertical la letra "e" de la conjunción latina "et" a lo largo del texto.

(5) Por ejemplo, en las pp. 137-140 de la antología de textos que ofrece Ramón Menéndez Pidal en: Floresta de leyendas heroicas españolas. Rodrigo el último godo. I la Edad Media. Col. Clásicos Castellanos nº 62. Madrid. Espasa-Calpe, 1973 (cuarta ed.).

(6) Vaya desde aquí mi reconocimiento y amistad.

(7) R. MENÉNDEZ PIDAL: Ob. Cit. pp. 49-53. Aquí pueden verse las características de cada una de ellas: su contenido, extensión, formato y signaturas.

(8) Son las citadas por Menéndez Pelayo en sus Estudios sobre el Teatro de Lope de Vega. III. (Obras completas, XXXI. Santander. CSIC. Aldus S. A., 1949, p.44), excepto la de 1499 que es citada en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana. Hijos de Espasa Editores. Voz "Rodrigo".

(9) R. MENENDEZ PIDAL y OTROS: Romancero Tradicional de las Lenguas Hispánicas. Seminario M. Pidal y Ed. Gredos. Madrid, 1957. Romanceros del Rey Rodrigo y Bernardo del Carpio. Vol. I, pp. 3-12. Aquí se analiza la leyenda en todas sus vertientes: su génesis, el relato según los mozárabes rodriguistas, los partidarios de Vitiza y los cristianos del Norte; su entrada en la historiografía cristiana y su novelización y derivaciones hasta llegar a la obra de Pedro del Corral.

(10) R. M. PIDAL: Floresta. Ob. Cit. E. pp. LXX y ss. se analizan los episodios añadidos y su posible procedencia. De esta Crónica de 1344 y de la conocida como del Moro Rasis hay unas magníficas ediciones críticas preparadas por Diego Catalán y M.ª Soledad de Andrés: Crónica de 1344 que ordenó el Conde de Barcelós Don Pedro Alfonso; y Crónica del Moro Rasis... romanzada para el rey Dionís de Portugal hacia 1300 por Mahomad, alarife, y Gil Pérez clérigo de don Perianes Porçel; ambas publicadas por el Seminario M. Pidal y Ed. Gredos. Madrid, 1970-71 y 1974-75 respectivamente.

(11) Este nombre aparece por primera vez en la Crónica de Don Pedro del Canciller López de Ayala. EI falsario morisco de Granada Miguel de Luna sabiendo que cahaba significa, en árabe, ramera, inventó el nombre de Florinda en su fingida Historia verdadera del rey don Rodrigo y de la Pérdida de España, (Imp. de René Rabut, 1592). M. Pelayo califica a Miguel de Luna, intérprete oficial de árabe en la corte de Felipe II, como "hombre avezado en este tipo de fraudes", refiriéndose a la falsedad de su pretendida "historia verdadera"; juzga que actuó de mala fé. En Ob. Cit. p. 56.

(12) R. M. PIDAL: Floresta. Ob. Cit. p. LXXVIII.

(13) Ibíd. pp. LXXXVII-LXXIX.

(14) Ibíd. p. LXXX.

(15) Entre otras: La Crónica de Don Pedro, del Canciller López de Ayala, la Crónica de El Toledano, la Crónica Troyana, etc.. De ésta última tomo nombres tan poco visigóticos como Sacarus, Agreses, Lucena, Tarsides,... y de la primera, el de la condesa Frandina y, como quedó dicho, el de la Caba.

(16) FERNAN PEREZ DE GUZMAN: Generaciones y Semblanzas. Ed. de R. Tate. London, 1961. p. 1 (Cit. en Crónica del Moro Rasis, Ob. Cit. p. XV).

(17) Floresta, Ob. Cit. 1ª parte en pp. 54-94; 2ª parte en pp. 95-140. Aquí remitimos al interesado.

(18) Da pie para contar la historia de la famosa Mesa de Salomón "que la fizo por el su gran poder". Este episodio nos ha interesado especialmente. Aunque hay quien asocia tan famosa Mesa a la costumbre goda, continuada por los reyes asturianos y leoneses, de ofrecer sus coronas en los templos -recuérdese el tesoro de Guarrazar-, quizá tenga más relación con el ritual de conducir en procesión, en un arca, los Santos Evangelios sobre los que juraban los reyes; de esto nos habla Juan M. Pidal cuando, al referirse a la iglesia de Toledo donde se guardaban muchas coronas y alhajas reales, y su apoderamiento por parte de Tarik, señala: "Tampoco hay duda respecto a la existencia en el mismo lugar del arca primorosa que guardaba los Santos Evangelios, la cual no era otra cosa distinta de la célebre Mesa de Salomón". Hay tradiciones que apuntan que ante la inminente invasión musulmana de Toledo, los cristianos la llevaron al castillo de Faras (Guadalajara), y seguramente en ellas se basara Pedro del Corral para introducir, en este episodio de la Toma de Guadalajara, la descripción de tan preciado tesoro (volverá a hacerlo en el capítulo que dedica a la entrega que hace Tarik a Muça del botín conseguido). Sobre todo ello se habla por extenso en: Juan M. Pidal: "Leyendas del último rey godo", en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Madrid, 1901. pp. 872 y ss.

(19) Es en esta obra donde por primera vez se cuentan al detalle -aunque, claro, novelados- los avatares sufridos por Don Pelayo, desde su concepción hasta su vida como rey. Las peripecias narradas emulan las vidas de Moisés, Rómulo, etc. y otros grandes héroes legendarios de la antigüedad; de aquí, la escena del cesto, que contiene a la criatura, abandonado en un río. Otros pasajes que no podían faltar, dado el gusto del momento, son los del "Juicio de Dios" (en nuestro caso Don Favila defiende el honor de Doña luz), y el del "imprescindible" viaje en peregrinación a Tierra Santa.

(20) R. M. PIDAL: "la penitencia de Don Rodrigo, origen probable de esta leyenda" en Revista critica de Historia y Literatura españolas, nº 1, Enero, 1897, pp. 31-34 y Floresta Ob. Cit. pp. LXXXV-LXXXVI. Más adelante, en p. LXXXIX, se apunta que el olvido de la cueva y su sustitución por el sepulcro se generalizó en la segunda mitad del s. XV.

(21) Historia Silense. Ed. de Fr. Justo Pérez de Urbel y Atilano González Ruiz-Zorrilla. Madrid, 1959.

(22) Crónica Najerense. Ed. Ubieto Arteta. Valencia, 1966; Chonicon de D. Pelayo. España Sagrada. XIV; Crónica de España por Lucas, Obispo de Tuy. Ed. Julio Puyol. Madrid, 1926; Rodrigo Ximénez de Rada: De Rebus Hispaniae. Ed. Mª D. Cabanes Pecourt. Valencia, 1968; Cr6nica de Alfonso X. B.A.E. LXVI. Ed. Atlas. Madrid, 1953, pp. 1-66; Crónica de 1344 (Ed. Cit. en nota 10).

(23) De esta Crónica hay una edición reciente de sus dos versiones, Rotense y "A Sebastián”: Juan Gil, José L. Moralejo y Juan I. Ruiz de la Peña: Crónicas Asturianas. Univ. de Oviedo. 1985. pp. 194 y ss. pares, y pp. 195 y ss. impares respectivamente.

(24) En la Crónica de 1344 que...Ob. Cit.p. LXVIII se recogen las opiniones que sobre la incorporación de la leyenda a la historiografía vertieron Luis F. L. Cintra (en la "Introduçao" a la ed. crítica de la Crónica Geral de Espanha de 1344 (lisboa, 1951) pp. CCCXLVI-CCCL), M. Pidal (en Floresta...Ob. Cit. pp.LXXX y ss.) y la propia de Diego Catalán.

(25) Floresta. Ob. Cit. p. LXXXV. Un ejemplo de estas piadosísimas "falsificaciones legendarias" cuya procedencia concreta ignoramos, pero que coincide punto por punto con el relato de la penitencia del rey Rodrigo, es el que cuenta el fin de los días de San Leonardo; lo recogió Joaquín Díaz en su estudio "El Rey Rodrigo en la tradición y en los romances: las versiones asturianas". Actas de la I Semana Santa de Folklore Asturiano. Oviedo, 1984 (inédito) (toma dicho relato de Castigos e documentos del rey Don Sancho. B. A. E. Tomo LI. Madrid. Ed. Atlas, 1952. Cap. LXXXVII, pp. 224-225). La leyenda cuenta que San Leonardo, una vez arrepentido de su vida pecadora, se retiró a las montañas "E fuese a un ermitaño que había de santa vida e tomó de él penitencia... fue ésta, que se fuese su carrera e conla primera cosa viva que topase... que se abrazase con ella brazos abiertos. E fuese por un valle adelante e vio venir contra sí una serpiente muy grande.. e abrió sus brazos e abrazóse con ella e luego la serpiente revolviose a derredor del cuerpo e fuese con ella revuelta a casa de un home bueno... E metiose en un pajar... e otro día llamaban que se levantase e non respondía. E cuando abrieron la puerta non fallaron de él sinon los huesos tan albos como la nieve e una lámpara e muchos cirios ardiendo". Esta y otra historia de similares características sería la fuente inmediata que utilizó Corral para tan ejemplar penitencia.

(26) los recursos hagiográficos que aparecen son de gran recurrencia en la producción popular medieval. M. Pidal (en "La penitencia de Don Rodrigo..." Art. Cit. pp. 33-34) recuerda casos semejantes de alimañas que comen a personajes que se entierran vivos: el de un vecino de la ciudad de Lyco que vivió hasta su muerte en su sepulcro atormentado por demonios, según contaba el abad Juan a sus eremitas de la Tebaida; el caso del guerrero Gunar a quien Atila condenó a morir en una fosa llena de serpientes por no confiarle el secreto de un gran tesoro; el de un hidalgo de Castro d'Avellas quien, por dejar morir a su madre, sufrió como penitencia el encierro en un sepulcro con un cabello de su madre que se convirtió en culebra y se lo comió; o el de un usurero de Colonia que tiene una penitencia similar, en este caso con culebras, sapos y lagartos. Respecto al tañido milagroso de campanas, pasaje muy repetido en hagiografias de santos y vidas ejemplares, aparece en el momento de la muerte de Simón de Crepy, Dª Sancha de Castilla y hasta el mismo San Alejo. En un pliego suelto de mediados del s. XVII que recoge la vida de este santo, publicado en Sevilla por la Imp. Castellana y Latina de Joseph Antonio de Hermosilla, se cuenta cómo a su muerte "empezaron a repicar quantas campanas avia en todas las Iglesias de Roma, y las de los Palacios, en los quales avia entonces mas de mil ochocientas..." (p.13). Los encuentros entre caballeros y ermitaños, en los que éstos últimos albergan, confiesan y dan penitencia a aquéllos, también son "moneda corriente" en la narrativa legendaria de la época; recuérdense los casos de Perceval, Girard de Roussillon, Robert le Diable, etc,)

(27) Cronológicamente, es en el Livro das Linhagens (h. 1325), de Pedro de Barcelos, donde se recoge la noticia del hallazgo de un sepulcro "em huuma orta (huerta)" de Viseo, por primera vez. Este texto, de procedencia independiente a la traducción de la Crónica de Rasis de Gil Pérez, fue recordado por Diego Catalán para precisar su opinión respecto a la introducción de la leyenda de la penitencia en las crónicas al uso.

(28) La Ley Pompeya establecia idéntica pena pero el saco contenia, además de la culebra, un mono, un perro y un gato. Véase R. M. Pidal y otros: Romancero... Ob. Cit. pp. 79-80.

(29) ALFONSO X: Las partidas. Part. VII, Tit. 8º, Ley 12ª.

(30) R. M. PIDAL y OTROS: Romancero... Ob. Cit. p. 12.

(31) Ibíd. En esta obra se analizan las versiones juglarescas y las procedentes de la tradición oral moderna, con la mirada siempre atenta a los capítulos de la Crónica Sarracina que los originan; también las formas contaminadas más modernas.

(32) Junto con Ana Valenciano, Helena Tirado, Marisa Argüelles y Nicolás Miñambres en el marco del Curso que sobre la investigación del Romancero organizó el Seminario "Menéndez Pidal", en León, en el verano de 1985. Cantó Amadora Balages (6-julio-1985).

(33) En este cambio de rima, nuestra informante dudó los siguientes versos.

(34) "Que el pavano dicen que es el perro" nos precisó nuestra informante al llegar a este punto. Otra explicación diferente da Luis Díaz en su Romancero Tradicional Soriano. Ed. Diputación Provincial. Soria, 1983, tomo I, p.80. Sin embargo, la versión que allí se recoge es muy fragmentaria, y esta secuencia concreta se halla truncada ya que faltan los versos intermedios. Dice: "El uno me lo comí, el otro lo eché al "pavano" / la ceniza que saqué, la he tirado río abajo". En nuestra versión, la ceniza que se tira al río es la resultante del zapato arrojado a la lumbre. Curiosamente el término "pavano" no se recoge ni en el Diccionario de Autoridades, ni en el Tesoro de la Lengua de Cobarrubias, ni en los diccionarios etimológicos o enciclopédicos modernos.

(35) JOAQUIN DIAZ en Art. Cit. analiza la entrada de los términos "culebra" y "serpiente" en las diferentes versiones de la leyenda, y en particular en las procedentes de Asturias que especifican "la culebra era serpiente" para asegurar que se trata de un animal de gran tamaño.

(36) En este caso, el médico sustituye al confesor de las versiones tradicionales.



UN NUEVO EJEMPLAR DE LA CRONICA SARRACINA DE PEDRO DEL CORRAL

SANCHEZ DEL BARRIO, Antonio

Publicado en el año 1991 en la Revista de Folklore número 131.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz