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En el año 1892 nace Rafael Paredes en Torrelaguna, provincia de Madrid, pueblo actualmente de unos tres mil habitantes. Desde su niñez se muestra Rafael inclinado a memorizar los poemas que aparecen en los libros de la enseñanza primaria -y única- que recibió en sus primeros años. Aún nos recita, por ejemplo, un par de poemas que aprendió en los libros de lectura o en el de aritmética. Sin embargo, pronto se revelará en él una fuerte pasión por la creación propia, que unida a su gusto por el cante le convierten en el "juglar" más reconocido y apreciado de su localidad y parte de la sierra madrileña y segoviana. Sus creaciones poéticas son parte de la poesía popular; en ella aprende Rafael sus recursos, refundidos según su propio genio. Su poesía acompaña las celebraciones más diversas de su comunidad, cubre lo sacro y lo profano, lo que acontece en el presente o en el pasado, ya sea real o legendario; y, como él pondera orgulloso, "todo lo que os digo no lo habéis leído en ningún libro, que eso todo es mío". Efectivamente, no sólo son suyos decenas de poemas, sino que, además, Rafael improvisa con facilidad según la ocasión, poniendo especial cuidado en no repetirse. "Yo nunca he cantao el mismo cantar, y he estao cantando toda una noche entera." Para él, el poeta popular no debe llevar el mismo repertorio siempre, sino que ha de adaptarse y hacerse en cada circunstancia; por eso él se jacta de su facilidad para improvisar letras en comparación con los otros. "Cantábamos el Patatilla y yo; aquél era un gramófono cantando, ahora que ninguno ha sacao letras Como yo, porque es que yo voy ahora al arrabal y canto diferente que en la Puerta del Sol, y voy a la sierra y canto diferente que en Torrelaguna...", o, como me decía el señor Rafael en otra ocasión: "Si voy a llevar la ronda a tu madre, no canto los cantares de mi hija; canto los de ella, los que la pertenecen a ella." De ese modo, para muchas de las coplas de ronda que improvisó un día el señor Rafael, todavía recuerda la anécdota y la circunstancia en que se originaron. Nos cuenta, por ejemplo, los problemas que le causó una copla que le cantó "a la Irene, que estaba con su tía Engracia, la panadera". La tía no dejaba a su sobrina responder a los que le llevaban la ronda, y el señor Rafael cantó bajo su balcón:
Cuántas veces te habrás puesto de rodillas en la cama, y por miedo de tu tía no sales a la ventana.
La reacción nos la cuenta el señor Rafael con humor: "A otro día la señora Engracia, que era la panadera, le dijo a mi madre, dice, "María, ¿quién sería -lo decía por mí- el individuo que cantó a mi sobrina que por miedo de su tía no salía a la ventana?, como le cogiera le arrancaba las orejas." La circunstancia en que compuso los poemas menores o mayores está fresca en la memoria del señor Rafael, y nos la recuerda con variadas glosas al hilo de sus recitaciones, ya para identificar a uno de los personajes, ya para explicarnos la razón de una cierta acción que en el poema aparece in medias res, etc. (1).
Así pues, uno de los mayores intereses que nos ofrece el estudio de las composiciones del señor Rafael es que nos permite entender en el presente lo que es el proceso de creación de la poesía popular y no sólo el proceso de trasmisión, sobre el que los estudiosos, por razones obvias, han puesto mayor énfasis. El poeta popular, cuando lo es verdaderamente, tiende a perderse en el anonimato; sus creaciones ora mueren con él, ora se conservan en la memoria de otros miembros de la comunidad que pueden multiplicar las versiones infinitamente casi durante generaciones. En el señor Rafael tenemos ejemplos de poemas que han hecho fortuna y circulan escritos o en la memoria de otros miembros de la comunidad, como el poema a San Isidro y ciertas coplas de ronda, y tenemos otros muchos que no recuerda sino el mismo, destinados a perderse si no hubiéramos tenido ocasión de grabarlos. Nuestro juglar nos enseña que el poeta popular tiene tanto orgullo de autor como pueda tenerlo el poeta de educación culta. El estudio de la poesía popular ha estado limitado por razones obvias a textos anónimos refundidos casi infinitamente en el proceso de transmisión; ello puede dar la impresión de un autor fantasma, colectivo más que individual, sin conciencia de originalidad en cualquier caso. Nuestro informante nos prueba lo contrario, el poeta popular es un creador original en principio que puede cultivar los temas más variados incluida la autobiografía o la expresión de un yo lírico. Lo que ocurre es de todos sabido: la autobiografía de un poeta popular no tiene una función en la memoria del pueblo, y el yo lírico se desvincula del autor y se universaliza. En cambio las composiciones con motivos históricos, religiosos o locales tienen en general mayor fortuna en su difusión porque cumplen un servicio en la comunidad, que puede ser expresado en palabras de Austin E. Fife como que,
"he (the local historian) is the focal point for establishing a consciousness of continuity in the evolution of the life of the COmunity (...) Thus the local historian is faced with a dual function: the first, to synthesize the common heritage and project it as a common hope for his own loicality; the second and more important, to integrate this purely local aspect of his mission with the ever-enlarging concentric circles of group consciousness, until his own local history is integrated wholesomely, logically, and benefically, with the ever-expanding realms of history which ultimately encompass the story of the world and of man" (Fife, 1963: 317).
El poema que nos ocupa aquí principalmente, a pesar de ser autobiográfico, es un buen documento histórico, local o comarcal. El poema que el señor Rafael llama "mi vida", es su poema favorito, el que antes acude a su memoria y el que primero recita o canta a quien busca su afabilidad. Este poema, en la primera versión que grabamos, es una extensa composición de 194 versos en su inmensa mayoría octosílabos (excepto cuatro eneasílabos, un endecasílabo y un heptasilabo). La versión que ofrecemos aquí está reconstruida a base de las versiones que recogimos de nuestro informante, lo cual nos permitirá, además de ofrecer una versión más completa del poema, comparar las variantes de una y otra versiones y dilucidar así ciertos mecanismos que ilustran el proceso de la creación y transmisión de la poesía popular de carácter oral. En negrita señalamos los cambios respecto a la primera versión; entre corchetes y en negrita aquellos fragmentos que no corresponden a la segunda versión sino que han sido añadidos de la primera. En suma se ofrece aquí una versión reconstruida a base de las dos grabaciones que tenemos de nuestro informante:
(yo nací en torrelaguna el año noventa y dos
soy de la quinta del trece por servir al rey y a Dios)
De pequeñín me educaron las Hermanas Carmelitas
me enseñaron a rezar, ir al rosario y a misa
5 Entre la hermana Mariana y la hermana Marcelina
me dieron a conocer las letras de la cartilla;
después la hermana Asunción
nos enseñaba a contar con las bolas
y las letras del catón.
10 cuando fui más mayorcito, por las mañanas a misa
desde el colegio a la escuela (2) de los Hermanos Maristas;
El hermano Saturnino era hermano director
nos enseñaba de todo no sólo la religión;
con él aprendí a leer a escribir y hacer las cuentas;
15 después de la comunión me pusieron en problemas.
Al cumlplir los trece años me sacaron de la escuela
y entonces mi pobre padre me enseñó sus dos carreras,
la primera colchonero, la segunda labrador,
y una vez recién casado, me puse a revendedor.
20 El primer viaje que hice, a por patatas de siembra
por Lozoyuela, (a) Buitrago, Roblegordo a Somosierra.
¡Vaya día que pasé el veintiocho de febrero
nevando desde Buitrago hasta que llegué a Cerezo.
Al otro día siguiente caminé para Riaza
25 desde Cerezo de Arriba sin ver más que nieve y mata;
antes de entrar en Riaza me encontré con un pastor,
pregunté por Riofrío y el pastor me encaminó.
Cuando pasé por Riaza, paré a la puerta del (3) cuartel
y un guardia me denunció y yo sin saber.por qué.
30 De Riaza a Riofrío no había ni carretera
era un caminillo muerto no andaban más que carretas
que subían a los montes a por carbón y traviesas.
¡Riofrío de Riaza metido entre los (4) dos cerros
con tu fama en las patatas y el carbón para el brasero!
35 Compré la arroba a seis reales las vendí a cuatro cincuenta,
me gané cuarenta duros, cuatro días ida y vuelta.
Así empecé a caminar por los pueblos de Castilla,
(con mi carro y mis dos mulas vendiendo mis hortalizas
Roblegodo y Somosierra (5) y a la venta de Juanilla (6)
40 Vendía en los Villarejos, Cerezo Abajo y de Arriba
a termlnarlo (7) en Riaza en el mercado a otro día.
¡Cuántas jotas he bailado en la plaza de Riaza,
los domingos por la noche con el tambor y la gaita,
¡cuántas chuletas comía, tan ricas, recién asadas,
45 se las compraba al Pirís de macho cabrío a cabra,
cuántos pollos me comía criados a su albedrío
los cambiaba en los Cerezos por tomates chuchurríos
y decían las mujeres, gracias al tío Rafael
comemos buenos tomates de los que cosecha él.
50 (En los pueblos de Castilla cogí grandes amistades
en los bares y tabernas y casas particulares;
vendía en los Villarejos Cerezo Abajo y de Arriba
a terminar en Riaza en el mercado a otro día)
Otras veces me cambiaba por Barbolla, Boceguillas
55 por Fresnillo de la Fuente y hacía noche en Encinas.
Otras veces me bajaba Sepúlveda, Santa Marta (8)
Castroserna, Ventosilla, Prádena, Carlas (9) Siguero
Y a la venta de Juanilla.
Otras veces me bajaba desde la venta Juanilla,
60 por Arcones, Matabuena, Gallegos a Navafria;
me atravesaba el pinar a caer a Rascafria (10).
Así pasé cuarenta años, toda la flor de mi vida
con ,mi carro y con mis dos mulas puerto abajo y puerto arriba (11).
Entonces no andaban (12) coches ni asfalto en las carreteras
65 se trasportaba con burros con los carros y carretas;
subían los del Vellón con los burros del ramal
voceando por los pueblos, ¡buenas uvas del Molar
acudid pronto mujeres son de comer y colgar!
bajaban los castellanos todos cargados de huevos
70 con sus cuatro y cinco machos todos cargados de huevos
con sus cuatro y cinco machos con buenos toldos de cueros
chasqueteando sus trallas al son de las campanillas
llegaban a las posadas cansados de pasar fatigas (13)
(Sin embargo los "choferos" se quejan "entodavia"
75 con su sueldo fijo y sus dietas y a caballo en la cabina,
van pasando los hostales contando sus averías,
-pon café copa y cigarro que paga la compañía;
sin embargo a los carreros ni en las posadas nos miran,
no quieren más que camiones y autocares con turistas,
80 no recuerdan que algún tiempo por los arrieros comían.
Así pasé cuarenta años toda la flor de mi vida
con mi carro y mi dos mulas vendiendo mis hortalizas) (14)
¡Cuántas veces he dormido en el alto Somosierra,
Cuántas jotas he bailado con las hijas del Galleta! (15)
85 Madrugaba y trasnochaba, yo no gastaba pereza,
me hacía mi recorrido, cuatro días ida y vuelta.
(Otras veces me bajaba desde la venta Juanilla
por Arcones, Matabuena, Gallegos a Navafría;
me atravesaba el pinar a caer a Rascafría (16).
90 (Así pasé cuarenta años toda la flor de mi vida
con mi carro y mis dos mulas puerto abajo y puerto arriba)
En la venta de Juanilla me, sorprendió una pareja,
después de cenar conmigo tuve que dormir con ellas;
yo no quería acostarme, pero ellas me insistieron
95 vamos las dos con usted, que usted es un hombre bueno.
Yo, que era tan vergonzoso, no me hice de rogar (17);
me las llevé al comedor los tres juntos a acostar;
allí pasamos la noche los tres en buena armonía;
cuando una me abrazaba la otra alegre reía;
100 no me dejaron dormir, se decía una a la otra;
déjamele un poco a mi que ya llevas media hora
y yo pasmadita aquí.
Así que al amanecer enganché el carro y las mulas
y me marché (18) hasta Riaza a vender melones y uvas.
105 Cuando regresé a mi casa me las encontré en Buitrago (19),
y al acercarse a mí dijeron las dos llorando:
¡Qué mala suerte tuvimos desde que usted nos dejó.
Los guardias de Cerezo Abajo nos quitaron el jabón,
ya no pudimos cambiar los garbanzos en Rosuero,
110 ni judías en las Rades [?] ni huevos en Villarejo;
ahora vamos a casa sin comidda y sin dinero.
Las mandé subir al carro y las saqué la merienda,
después de almorzar conmigo las bajé hasta Lozoyuela,
las pobres estraperlistas iban andando las dos
115 sin garbanzos, sin judías, sin huevos y sin jabón.
No las he vuelto a ver más, me dieron su dirección,
pero yo nunca he querido abusar de la ocasión.
En los versos 37-38 encontramos la fórmula de transición entre dos temas del argumento:
Así empecé a caminar por los pueblos de Castilla,
[con mi carro y mis dos mulas vendiendo mis hortalizas (20)]
Y la misma fórmula, con ligeras variantes, reaparece en los versos 63-64 otra vez en un momento de transición entre dos partes del argumento.
Así pasé cuarenta años toda la flor de mi vida
con mi carro y con mis dos mulas puerto abajo y puerto arriba.
Y otra vez más aparece la fórmula en los versos 81-82, tal y como aparecen en la primera versión, con una solución intermedia entre las dos fórmulas anteriores.
[Así pasé cuarenta años toda la flor de mi vida
con mi carro y mis dos mulas vendiendo mis hortalizas]
Y, por último, en los versos 90-91 exclusivos también de la primera versión, repiten la fórmula tal y como aparecía en los versos 63-64.
[Así pasé cuarenta años toda la flor de mí vida
con mi carro y mis dos mulas puerto abajo y puerto arriba]
En la primera aparición la fórmula se sitúa antes de las consideraciones sobre las diferencias entre, el presente y el pasado [versos 64-80], directamente detrás de la descripción del itinerario que recorría nuestro arriero, y es común a ambas versiones. La primera versión, sin embargo, hace un uso más repetido de esta fórmula -señalada entre corchetes-. Concretamente la fórmula en la primera versión marca las transiciones entre la descripción del itinerario del señor Rafael y la disgresión sobre los cambios sociales que el progreso ha introducido para el arriero, y marca también la transición entre esa disgresión y el suceso en la venta de Juanilla.
En la primera versión tenemos también un ejemplo de cómo se improvisa una fórmula de transición a base de otras fórmulas semejantes. “Así empecé a caminar por los pueblos de Castilla, [con mi carro y mis dos mulas vendiendo mis hortalizas] (21 ). Una estructura semejante permite el intercambio de versos
así empecé a caminar...
así pretérito con mi carro y mis dos mulas
así pasé cuarenta años...
Este tiip de fórmulas son las más recursivas y facilitan enormemente la narración. Pero esas fórmulas ejercen una atracción impredecible sobre cierto tipo de versos, de modo que cada recitación puede resultar fácilmente en una nueva versión. Lo mismo ocurre con las sustituciones léxicas; hay toda una gama de sinónimos posib1es como podemos ver en las variantes a pie de página: "andaban" 'por "había", "me marché" por "me fui", etc. No es, efectivamente, un poema de memoria, sino una cierta estructura formulaica lo que el señor Rafael recuerda, de modo que el poeta confirma lo que ya vio Albert Lord en su estudio sobre algunas baladas épicas en la Yugoslavia de este siglo: "we shall see that the formulas are not the ossified cliches which they have the reputation of being, but that they are capable of change and are indeed frequently highly productive of other and new formulas" (Lord.1964: 4). Esas pequeñas sustituciones de sinónimos que muestran nuestras dos versiones se explican por la existencia de estructuras que permiten esas variantes; de modo que podemos decir de nuevo con Lord que, "the really significant element in the process is rather the setting up of various patterns that make adjustment of phrase and creation of phrases by analogy possible. This will be the whole basis of his art" (Lord, 1964, 37).
Incluso el orden de los elementos del poema varía en cada recitación, a pesar de no ser tan extensa. Los cambios se producen normalmente en aquellas partes que no se ensartan en un orden lineal lógico o fácilmente memorizable. Por ejemplo, el poema siempre comienza contándonos de su niñez y de su educación. Es un orden cronológico que es en sí mismo un buen recurso mnemotécnico. Sin embargo la primera cuarteta falta en la segunda versión: "Yo nací en Torrelaguna el año noventa y dos / soy de la quinta del trece ,por servir al rey y a Dios", porque es de carácter general, no lineal, y su inclusión en el poema depende de lo fresca que esté la memoria del poeta. Lo mismo ocurre con la descripción de los diversos itinerarios, varían de una versión a otra porque no estaban sujetos a una estructura fácilmente memorizable. En sus viajes por la sierra, el señor Rafael tenía tres o cuatro rutas alternativas (ver mapa). Cada una de ellas la recuerda con precisión geográfica, y nos enumera los diversos pueblos por los que pasaba linealmente, tal y como aparecen en el mapa. Lo que cambia es el orden de esos itinerarios entre sí. Cada uno de esos itinerarios va precedido de la fórmula "Otras veces me bajaba", o su variante: "Otras veces me cambiaba" [versos 59, 55, 54, 87].
Puede 0lvidarse uno de los itinerarios alternativos porque no hay manera, no hay fórmula posible para recordar en qué lugar exacto del poema aparecía, pero no confunde, en cambio, el orden de los pueblos porque en su mente está la ayuda visual de la geografía. En suma, las variantes de las dos versiones nos prueban que el poema se organiza durante el recitado no linealmente, sino como también vio Lord: "One thinks through the story scene by scene, or theme by theme" (Lord, 1964, 71).
Hay otro tipo de causas exógenas que determinan las variantes que encontramos en las dos grabaciones. La segunda versión fue grabada más tarde que la primera y después de más de una hora de grabación de otros poemas del señor Rafael. La primera, en cambio, fue grabada en fresco, antes que ninguna otra cosa. Esos factores desempeñan un papel importantísimo en los resultados de la grabación. La primera versión es más completa que la segunda; incluye la primera cuarteta de introducción, la alusión a las amistades que hizo en sus viajes [versos 50-54] la larga disgresión sobre el estado actual de los arrieros comparados con los choferos actuales [versos 74-82] y parte del itinerario [versos 87-89], todas ellas ausentes en la segunda versión. Pero lo interesante es destacar cómo lo que se pierde o deja de decir en el poema cuando la memoria del señor Rafael está menos fresca son precisamente las partes que no están ,protegidas, digámoslo así, por la estructura o estructuras formulaicas y mnemotécnicas del poema. Lo básico del argumento, lo que no falta en ningún caso es, en este orden, la narración de su período educativo en la niñez y su comienzo en el mundo del trabajo, el primer viaje, los diversos itinerarios y lo que en ellos veía y hacía, y el apoteósico final con la aventura amorosa doble, que se lleva la parte más larga y lúcida del poema. A veces, sólo recita el suceso de las dos estraperlistas cuando la situación requiere hablar de amores. Se nota que es la parte más fresca en su memoria, la que está sujeta a menos cambios y la mejor construida. Es en esta parte donde se introduce el diálogo como recurso. Compárese con el suceso del pastor o del guardia aludidos en la narración de pasada y en pretérito. El diálogo marca un relieve y un cambio de ritmo en el poema. Para la aventura amorosa se requiere una escena y una representación. Se crea la escena de la venta de Juanilla, que nos evoca tiempos lejanos, se prescinde, como se ha hecho notar, de los pormenores del encuentro, que nos da en la versión en prosa, y se adorna con un diálogo mitad cierto mitad recreado. Podemos reconstruir el proceso de creación en la mente de nuestro informante a base del material que tenemos. Por ejemplo, los versos "yo no quería acostarme, pero ellas me insistieron / vamos las dos con usted, que usted es un hombre bueno", han sido extraídos de un diálogo real, pero cambiado de contexto. Esas palabras "vamos las dos con usted, que usted es un hombre bueno", es lo que le dijeron las dos estraperlistas en el camino en que las encontró nuestro poeta cuando le pidieron que las llevase en el carro. Sus palabras han sido transferidas al momento de acostarse ya en la venta.
Sobre el segundo diálogo, nuestro mismo informante pondera su carácter ficticio: "No me dejaban dormir, se decía una a la otra / déjamele un poco a mí, que ya llevas media hora / y yo pasmadita aquí." Luego nos cuenta que las dos estaban dormidas y que sólo él velaba cuando unos guardias llamaron a la puerta esa noche, y nos dice, que inventó el diálogo porque le parecía apropiado a una aventura amorosa. La verdad, las pobres mujeres que buscaban un poco de comida para llevar a su familia no estarían en condiciones de retozar tan frescamente como el señor Rafael nos las pinta en el poema. Sin embargo, nuestro poeta escribe así para embellecer el poema, por decoro.
Hemos visto, efectivamente, cómo ciertas fórmulas de dicción, sobre todo las que están desligadas del hilo narrativo por una cierta independencia semántica, se utilizan como fórmulas de transición entre las varias partes argumentales, con flexibilidad. Su inclusión en el poema parece depender de la necesidad que nuestro informante, tiene de hacer una pausa para poder recordar el siguiente suceso. Estas fórmulas llenan un vacío entre dos bloques narrativos durante la recitación, y su colocación, por tanto, varía en cada recitación. Sin embargo, estas fórmulas tienen un contenido narrativo pleno, frente a las fórmulas de introducción al diálogo, cuya función no deja de ser equivalente a la que tiene la puntuación en la escritura.
Cuestión interesantísima es el estudio de la métrica en este poema. Como se ha dicho, hay casi una mayoría absoluta de octosílabos y cierta irregularidad en las cuartetas, ya que a veces quedan sueltos octosílabos que no riman sobre, todo en la primera parte del poema. Algo que, enseña nuestro estudio es que las irregularidades métricas de la poesía popular pueden deberse no sólo al uso de un lenguaje formulario sobre el que las generaciones modifican el texto original, como demuestra Parry (Parry, 1930), sino que la falta de regularidad se da incluso en la elaboración primera del poema popular, ya que esas mismas fórmulas son el esqueleto básico para su autor tanto como para los transmisores. Al comparar las dos versiones que tenemos del poema "Mi vida", del señor Rafael, cobran todo su valor las palabras de Webber:
"The act ol composition and of performance have been considered to be one and the same. This brings us directly to the function of the ballad composer-singer. Because we know that a ballad has always been subject to constant change and modifications as it has been repeated by word of mouth, the identity of a given ballad is mantained by the story it tells. It is the ballad tale that remains in the singer mind. When he sings it, he does so by retelling the story in ballad terms, that is, using the body of traditional language and diction with which he has so long imbued. Whether that story came to him, as a ballad from another singer, as a folk tale, as a true ocurrence, or from any other source, the process is esentially the same. [...] It is a process of combining remembered terms rather tlhan reciting from memory (Webber, 1951, 253).
Las dos versiones del señor Rafael, a pesar de ser un poema autobiográfico compuesto y recitado sólo por él mismo, muestran efectivamente que las conclusiones de Webber sobre la composición y transmisión de baladas son ciertas: "Consecuently one might logically expect that various versions of a specific ballad would show enormous discrepancies instead of being handed down from century to century virtually intact" (Webber, 1951, 253). Sólo tenemos que puntualizar que a veces es parte de la historia lo que se olvida o modifica también.
En cuanto al contenido, la primera cuarteta del ,poema centra el tema de la composición: el protagonista se nos identifica mediante dos rasgos significativos: el primero, la fecha de su nacimiento, que cobra todo su sentido en cuanto que le hace pertenecer a un grupo de hombres con idéntica función: la quinta del trece. La fórmula militarista "por servir al rey y a Dios" nos deja ver cómo el poeta popular responde a ideales nacionales y religiosos primarios. En esta primera cuarteta vemos confirmadas las palabras de Fife, para quien la meta del historiador local era lograr un "balance between the particular and the universal" (Fife, 1963, 318). "Quinta" alude al rasgo local, mientras que "por servir al rey y a Dios" cubren, respectivamente, la esfera de lo nacional y lo universal. Más adelante esa fórmula caballeresca contrasta con el ambiente de postguerra de la segunda parte del poema.
Tras la identificación del poeta, se sucede una segunda parte, de siete cuartetas más o menos regulares, en las que se nos habla de la niñez del autor. De este periodo de su vida, el señor Rafael sólo destaca cuál fue su educación. Nos dice que el clero le enseñó a leer y a contar principalmente, de lo cual se jacta el poeta y rinde homenaje a los que fueron sus educadores. En medio de una comunidad con un porcentaje alto de analfabetos, sobre todo en la generación de postguerra, estos versos sobre su educación funcionan como argumento de autoridad. El autor, a pesar de que nunca escribe sus poemas cuando los crea, quiere dejar constancia de que tiene una cierta formación (22).
La tercera parte notable del poema nos narra sucintamente en dos cuartetas lo que fue su ruptura con la escuela y el comienzo de sus trabajos. El verso "Al cumplir los trece años me sacaron de la escuela" nos revela el trauma del hecho. El poeta se sitúa a sí mismo como un sujeto paciente, sin posibilidad de decisión, al que los padres sacaron de la escuela para ponerlo a trabajar.
En el segundo verso, "y entonces mi pobre padre me enseñó sus dos carreras", vemos en el epíteto "pobre" otra fórmula más del habla popular incorporada a la poesía. La alusión a los muertos en esa comarca se realiza siempre bien mediante ese adjetivo "pobre" seguido del nombre del difunto o del parentesco con el hablante, "mi pobre hermano, el pobre Andrés, etcétera", bien nombrando al difunto seguido de la fórmula "que pa descanse" resultado del desgaste fónico de "que en paz descanse". En esta parte se enumeran las tres profesiones que tendrá el poeta durante toda su vida: colchonero y agricultor como su padre, y revendedor después de casado. De las dos primeras profesiones el poema no nos dice más. En cambio, el oficio de revendedor le da al poeta ocasión de viajar por la sierra madrileña y segoviana, y serán estos viajes los que den materia al poema.
Así, pues, la cuarta parte del poema nos narra el primer viaje que hizo el poeta, que queda intacto en su memoria. Nos recuerda el frío, nos narra la inexperiencia de su camino, la ayuda pedida a un pastor para no perderse. Recuerda por qué hizo las cosas y a por quién iba o a quién llevaba. Es en su primera salida cuando aparece el primer apóstrofe personificador: "Riofrío de Riaza metido entre dos cerros / con tu fama en las patatas y el carbón para el brasero. Recuerda los precios exactos de las mercancías: "Compré la arroba a seis reales; la vendí a cuatro cincuenta", y sus ganancias, "me gané cuarenta duros cuatro días ida y vuelta". Nos detalla el itinerario (véase itinerario en el mapa adjunto), cada pueblo, cada escena colorida de las villas: los mercados, los bailes de jotas, las chuletas recién asadas que les asaba el Piris, el carnicero; los pollos criados a su albedrío como si salieran de la épica. Y los tomates "que de puro maduros se me abrían", que cambiaba el señor Rafael a las mujeres por dinero o por las más variadas cosas, como un gramófono que cambió en cierta ocasión por sus hortalizas.
Las mujeres y el señor Rafael, las serranas de ayer hoy convertidas en humildes estraperlistas, la misma ventera cómplice y seducible del mundo de ayer, las amistades de ley, "en los pueblos de Castilla cogí grandes amistades", son todos motivos de su poesía porque lo son también de sus viajes.
Pero el relato está narrado en el pasado con una distancia que revela un tremendo "ubi sunt" asumido como realidad, con sencillez:
Entonces no había coches ni asfalto en las carreteras;
se transportaba con burros, con los carros y carretas.
Subían los de Vellón con los burros de ramal
voceando por los pueblos buenas uvas del Molar.
Acudíd pronto mujeres son de comer y colgar!
Bajaban los castellanos todos cargados de huevos,
con sus cuatro y cinco machos sus buenos toldos de cuero,
chasqueteando sus trallas al son de las campanillas
llegaban a las posadas cansados de pasar fatigas.
Contra el presente hay una crítica, sin envidia:
sin embargo, los choferos se quejan entodavía
con sueldo fijo y sus dietas y a caballo en la cabina,
van pasando los hostales contando sus averías
-pon café, copa y cigarro, que paga la compañía;
sin embargo, a los carreros ni en las posadas nos miran,
no quieren más que camiones y autocares con turistas;
no recuerdan que algún tiempo por los arrieros comían.
Hay crítica social mezclada con un sereno aceptar su propio destino.
Hoy el señor Rafael está enfermo de las piernas, y sus movimientos son parsimoniosos; pero en sus buenos años "madrugaba y trasnochaba [él] no gastaba pereza".
Para finalizar el relato, cierra el ,poema la aventura más atrevida de su vida, cuando durmió con una pareja de mujeres que le salieron al camino. Un brevísimo espacio cedido a la razón natural y vuelta al orden: "No las he vuelto a ver más, me dieron su dirección / pero yo nunca he querido abusar de la ocasión". Ese final es casi un refrán. Durante todo el poema pesa la idealidad militarista y religiosa que señalaba al principio aquella fórmula: "Por servir al rey y a Dios", fórmula de antigua formación en los ancestros de la cultura hispánica.
En la última parte del poema autobiográfico narra el viaje más memorable para nuestro poeta. Del mismo modo que no olvidó su primer viaje por la sierra, cerrará el poema de su vida con uno de sus viajes más afortunados. Recoge a dos estraperlistas en el camino, pero en el poema desaparecen todos los preámbulos y hace aparecer a las dos mujeres de pronto en una venta, seduciéndole a él: "En la venta de Juanilla me sorprendió una pareja / después de cenar conmigo tuve que dormir con ellas, / yo no quería acostarme pero ellas me insistieron". En la versión en prosa el poeta nos dice que una era viuda y la otra casada, nos da su edad, y nos dice que eran de esas que buscaban comida después de la guerra a cambio de jabón o de cualquier cosa. O sea, estraperlistas como se las llamaba entonces y como se llama también en el poema. Las dos mujeres le salieron al camino para que las llevara en el carro o las protegiera al menos, pero él, como iba cargado de hortalizas y no tenía espacio en el carro, para librarse de ellas las puso la condición de tener que dormir con él a cambio del servicio. Ellas, frente a lo que él espera, acceden, y emprenden la caminata. Después de cenar, extienden dos sacas de paja una a cada lado de la del señor Rafael; él nos dice que ellas estaban dormidas cuando oyó que llamaban a la puerta. El estaba despierto, pero en el poema se nos da otra impresión; se cambia la actitud de las mujeres para darle más emoción al poema; se inventa un diálogo que él mismo nos confiesa ser ficticio.
Cuando una me abrazaba la otra alegre reía.
No me dejaron dormir se decía una a la otra
déjamelo un poco a mí que ya llevas medía hora
y yo pasmadíta aquí.
"¡Ya ves si iban a decir eso!" nos dice el señor Rafael desmintiendo lo que el poema da por hecho. Sin embargo su poesía no es fantástica salvo cuando cultiva lo temas hagiográficos y dice sobre San Isidro lo que todo el mundo cree. El no inventa los prodigios sino que se hace eco. Pero en el lenguaje del amor sí puede adornarse una aventura, ambientarla de diálogos y hacerla más atractiva a los oyentes. El señor Rafael insiste en que, en su poema cuenta lo malo y lo bueno", que no se deja nada. Lo malo no lo es sin embargo. Una aventura amorosa de esas condiciones está aceptada por la comunidad.
Su poema combina la narracción en pasado Con la descripción del entorno natural o humano que la rodeaba. A veces recurre, al diálogo que maneja oportunamente, con una sencilla introducción previa, "dijeron las dos llorando". Da toda la verosimilitud posible a sus diálogos, poniendo en boca de las dos mujeres léxico del lenguaje femenino. "yo pasmadita aquí". Los diálogos sin ironía nos transmiten un uso claro de la palabra sin doble sentido. Hay ingenuas ofertas y demandas entre los personajes. Incluso en la seducción de las estraperlistas hay antes que un fin sexual una búsqueda de protección y amparo, "vamos las dos con usted que usted es un hombre bueno". Las dos mujeres se le entregan sin malicia y él tampoco abusa de ellas. Las glosa en prosa nos cuenta que al llegar a la venta les ofreció la posibilidad de conseguir camas para ellas en la posada pero ellas se negaron. Las serranas tradicionales se han trasformado en mujeres indefensas que sólo buscan sobrevivir y a las que el protagonista trata con respeto aunque aproveche de ellas lo que en la mentalidad de la comunidad no cabe que un hombre desaproveche sin poner en entredicho su hombría. Las fórmulas que introducen lo dos diálogos del poema pertenecen al grupo que Ruth House Webber ha llamado "introductions to dialogue". "Pero ellas me insistieron" o "dijeron las dos llorando" Son las únicas fórmulas de introducción al diálogo que utiliza el señor Rafael y sin el modo más común y cfaro de introducir un diálogo en las baladas españolas como puntualiza Webber, “since dialogues rather that narrative prodominates in the Spanish ballad, these formulas that serve to introduce dialogue have the highest frecuency of all" (23). Webber, que trabaja con baladas de la época de los siglos de oro sobre todo, considera dentro de estas fórmulas frases como, “allí hablara el buen rey", “bien oiréis lo que dirá", "empezoles de hablar", etc. Las dos fórmulas del poema de "mi vida" del señor Rafael tienen la misma estructura y función que aquellas señaladas por Webber frente a otro tipo de presentación de los diálogos sin introducción previa o mediante otro tipo de fórmulas. Según la clasificación de este estudioso, estas son las más universales y las favoritas porque son las que más se necesitan (Webber, 1951: 186).
Los temas favoritos del poema coinciden con las actividades de trabajo o de ocio de la comunidad o con las funciones biológicas básicas: se celebra el comer y el beber continuamente, "cuántas chuletas comía tan ricas recién asadas", se celebra el baile, "Cuántas jotas he bailado en la plaza de Riaza". La adjetivación es escasa, casi inexistente y los epítetos que acompañan a las ciudades destacan su especialidad en la agricultura o la ganadería, "Riofrío de Riaza metido entre dos cerros / con tu fama en las patatas y el carbón para el brasero!" ; no son lugares famosos por sus hazañas, o por sus monumentos sino por sus actividades laborales, "Subían los del Vellón con sus burras del ramal / voceando por los pueblos buenas uvas del molar / acudid pronto mujeres son de comer y colgar!". Efectivamente esos dos últimos versos son un pregón que él mismo voceaba cuando vendía uvas por la sierra. Este es otro ejemplo de fórmula del lenguaje oral incorporado tal cual al poema. En resumen, faltan los epítetos tan caros a la épica que se suplen con apóstrofes que enfatizan el mundo agrícola en el que se desenvuelve tanto la acción del poema como la vida del poeta.
El poema nos da una idea bastante viva de cómo seria la vida de la sierra castellana hace unas décadas, antes de la modernización que una parte del poema también narra. Economía casi de cambio, "ya no pudimos cambiar los garbanzos en Rosuero" dicen las dos estraperlistas; transportes a base de animales de tiro; actividad agrícola dominante, ferias y mercados, jotas y reuniones en las ventas, todo en "buena armonía". Lo que en otro contexto es poesía pastoril o mito, en el señor Rafael es una realidad ni más ni menos. Una realidad contada con una lengua ataviada de lo mejor que se le figura al señor Rafael, fórmulas y sentencias, palabras elevadas por el tono aunque a veces tenga cabida el vocablo más vulgar: "tomates chuchurríos" "choferos", "entodavía" se dan la mano con expresiones solemnes o de una gran resolución, "yo no gastaba pereza" o "'cuántos pollos me comía criados a su albedrío", frases con solera y aplomo medieval. El poeta popular compone mientras mira las cosas, las cosas son lo más fascinante de la vida. Y los sentimientos se dan con ese peso, sin dudas. Es un mundo romántico a pesar de todo. Los valores del señor Rafael permanecen como la tierra. La aldea le ofrece todo lo que necesita y vive plácidamente y envejece en paz según dicen sus ojos vivos y penetrantes. Es indulgente con lo que no conoce o no le importa. Y en sus poemas igual, preciso y básico: se trabaja, se come, se hacen amistades y se corren aventuras, pero se vuelve con la aceptación de que no se debe "abusar de la ocasión" y de que su orden en el mundo no le permite más que unos ratos de ocio, Es la vida de un trabajador desde los trece años que canta porque le alegra cantar y nada más. No hay conflicto en la poesía del señor Rafael, hay incidentes: que la guardia civil les quita el jabón a las estraperlistas, o que se cruza un pequeño devaneo entre un seductor y una seducida, pero sin conflicto. El conflicto está resuelto de antemano por los valores que rigen la vida del señor Rafael. El resto es narrar lo que pasa. Sin ánimo de idealizar se engalana de los recursos de los que dispone y crea una expresión para lo que su pueblo hace. En último término se trata de ponerle letra a una música para que todos bailen o se trata, ahora que es viejo, de pasar la lenta mañana de sus noventa y cinco años componiendo poemas sobre lo que vivió o sobre lo que pasa en su localidad. Para hallar el verso apropiado el Señor Rafael solo busca que suene bien, "que pegue". Ese es el principio motor de la poesía popular.
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(1) En los poemas que citamos señalaremos en nota las glosas en prosa que hacía el señor Rafael durante la grabación.
(2) En la primera versión decía: "desde el colegio a la iglesia a la escuela de los hermanos Maristas".
(3) En la primera versión el verso es "cuando pasé por Riaza paré a la puerta el cuartel".
(4) En la primera versión, "Ríofrío de Riaza metido entre [los] dos cerros".
(5) Este verso no está en la primera versión en ese lugar.
(6) Que era donde yo paraba (comentario del señor Rafael al hilo de la recitación; como se hizo en la primera versión. se escriben en nota los comentarios que nuestro informante iba haciendo y en el lugar que los hacía).
(7) En la primera versión el verso es: "a terminar en Riaza en el mercado a otro día".
(8) Se refiere a Santa Marta del Cerro.
(9) Se refiere a Casla, situado entre Siguero y Prádena.
(10) Estos versos faltan en la primera versión.
(11) Continúa el señor Rafael: "En la venta de Juanilla... no, es más largo todavía".
(12) En la primera versión dice: "entonces no había coches ni asfalto en las carreteras".
(13) No me acuerdo ahora lo que sigue, si es bastante más largo. Cansado de pasar fatigas... vendía en los Villarejos, Cerezo de Abajo y de Arriba, a terminarlo en. ..¡Ah! (sigue).
(14) Los versos “Así pasé cuarenta años toda la flor de mi vida / con mi carro y mis dos mulas vendiendo mis hortalizas" o con la variante del último octosílabo, "con mi carro y mis dos mulas puerto abajo y puerto arriba " varían en su colocación en el poema. Se ve claramente que es una de las fórmulas de transición entre dos partes del poema, y como tal se utiliza a veces cuando hay un fallo en la memoria o una pausa. Se repiten más de una vez en cada versión y en diferentes lugares.
(15) Que era el posadero.
(16) Estos son otro ejemplo de fórmula de transición desligados del hilo argumental, que pueden colocarse casi en cualquier momento del poema como demuestra las diferencias entre ambas versiones. Se usan sobre todo cuando se produce una pausa por falta de memoria, después de acabada una parte narrativa.
(17) Verso irónico.
(18) En la primera versión se dice, "y me fui hasta Riaza a vender melones y uvas".
{19) Que fue el viaje de la función de aquí (de Torrelaguna).
(20) Letra negrita sin corchete señala siempre una variante que se introduce en la segunda versión y que falta en la primera. Letra negrita entre corchetes significa que la variante se da en la primera versión y no en la segunda. La letra normal de la versión reconstruida marca el texto común a ambas versiones.
(21) Letra cursiva sin corchete señala siempre una variante que se introduce en la segunda versión y que falta en la primera. Letra cursiva entre corchete significa que la variante se da en la primera versión y no en la segunda. La letra normal de la versión reconstruida marca el texto común a ambas versiones.
{22) Como Louis-Jean reconoce en su libro La tradition orale (París, Press Universitaires de Frances, 1984), "le besoin auquel répond cette introduction (de la escritura en la tradición oral) est en générale exogéne" (1 ó 5). Efectivamente el Señor Rafael nos confirma que en su caso el escribir los poemas siempre fue por una causa exógena a la composición misma, bien porque alguien le pide que lo escriba, como el poema de San Isidro, bien porque, frente a la decadencia de la poesía oral, el señor Rafael se ha dado cuenta de que la escritura es un modo de preservar sus poemas para algunos de los suyos, pero nunca compone escribiendo sino de memoria.
(23) Ruth House Webber, formulistic Diction in the Spanish Ballad, Berkeley and Los Angeles: University of Califomla Press, 1951, p. 183.
OBRAS CITADAS:
Calvet, Louis-Jean. La tradition orale. Colec. Que sais-je?, París: Preses Universitaires de France, 1984.
Fife, Austin E. "Folklore and Local Histoy". Utab Historical Quarterly, Vol. XXXI, 4. Fal, 1963: 315.323.
House Webber, Ruth, Formulistic Diction in the Spanish Ballad. Berkeley and Los Angeles: Univerity of California Press, 1951.
Lord, Albert B. The Singer of tales. Cambridge. Massachusetts: Harvard University Press, 1964.
Parry, Milman. "Studies in the Epic Tecnique of Oral VerseMaking. I: Homer and Homeric Style." HSCP. 41: 73-147 (1930).
Nota.-No existe, que sepamos una bibliografía sobre la poesía popular oral. La autobiografía en este registro es un tema bastante insólito.