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Decíamos en el pasado editorial que conviene contemplar la evolución de los hechos folklóricos a la luz de determinados "hitos" sociales, económicos, humanos, que los condicionan y hacen variar. Es probable, sin embargo, que cada disciplina de las que componen la Cultura tradicional no se mueva o evolucione al mismo ritmo que las demás, la industrialización, por ejemplo, tiene mucho que ver con la mecanización en el campo y ésta a su vez con el cambio o apartamiento definitivo de determinados útiles para la labranza... No obstante, si deseamos conocer el momento que más ha influido en los últimos tiempos sobre la cultura oral tendríamos que acudir, necesariamente, al desarrollo de la radiodifusión o, más recientemente, de la televisión. Es decir, cada parcela ha de ser estudiada bajo diferentes coordenadas pero sin olvidar que los momentos cruciales de las demás pueden haber influido también parcialmente en su desarrollo. La industrialización de la que hablábamos hace un momento tal vez no condicionara el uso o la modificación de los esquemas en la tradición oral, pero sí se vio reflejada en las temáticas de muchas de sus formas de expresión como canciones, cuentos y lenguaje.
Estamos ante un momento óptimo para dar un nuevo enfoque a los estudios folklóricos evitando las especializaciones si sólo sirven para acotar excesivamente el campo de estudio y limitar por tanto la necesaria relación con los demás. El trabajo interdisciplinario, recurriendo a nuevas fuentes de conocimiento sobre todo documentales, que van surgiendo día a día, puede dar unos resultados sorprendentes y fructíferos.