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El objetivo del presente trabajo es determinar la estructura de significación que subyace en los cuentos españoles de tradición oral que tratan el tema de "El príncipe encantado". El "corpus" de relatos sometido a análisis está integrado por el conjunto de versiones que de este tipo de narraciones se encuentran en las colecciones de cuentos populares españoles y de las que hemos reunido un total de 51 (nos referiremos a ellas designándolas mediante la inicial de la palabra cuento ("C"), seguida del número que han ocupado en la clasificación).
De forma muy abreviada y genérica podemos resumir el contenido de los cuentos que nos ocupan diciendo que en ellos se narra la historia del proceso de desencantamiento del príncipe encantado. En dicha historia se nos habla de la relación que entabla el príncipe encantado, personaje encarnado en un animal o un ser de apariencia extraña y singular, con una doncella. El trato que la doncella da a su compañero hace posible que éste se transforme en un joven de gran belleza, y conduce también al matrimonio de la pareja. La versión C.14, procedente de Sieteiglesias (Valladolid), nos servirá como modelo para ilustrar este desarrollo narrativo. Dice así:
"Era una hija de un rey que estaba jugando con una bola de oro, y al tirarla se le cayó a un pozo. Entonces empezó a llorar, y se le apareció un sapo, que le dijo:
-¿Por qué lloras, niña?
Y ella contestó:
-Porque se me ha caído una bola de oro al pozo. Si me la sacas, te llevaré conmigo y comerás todos los días en mi plato.
Se la sacó el sapo del pozo, y una vez que la tuvo fuera, ella la cogió y se echó a correr. Por más que el sapo la llamaba, ella no le hacía caso. Llegó la niña a palacio, y la estaban esperando ya para comer.
Se pusieron a comer cuando pasó una muchacha y dijo que allí había un sapo que decía que tenía que pasar a comer con la niña. Entonces el rey dijo que pasara. Y al decir el sapo lo que había sucedido, le dijo el rey a la niña que lo que había ofrecido debía cumplirlo. Y le mandó que comiera con ella. Pero a ella le daba asco, y apenas comió aquel día.
Luego, después de comer, se fue a echar, y el sapo dijo que él también tenía sueño. Entonces dijo el rey que le llevara con ella. Pero como le daba asco, le dejó en la alfombra, y ella se subió corriendo a la cama. y el sapo no dejaba de decirle:
-Tengo sueño, tengo sueño. Súbeme contigo.
Entonces ella, ya harta de oírle, se bajó de la cama y le cogió y le dio contra una pared.
En ese momento se volvió en un caballero muy elegante, muy esbelto, y le dijo:
-Yo era un príncipe encantao, que me había encantao una hechicera, y dijo que me desencantaría una princesa dándome un golpe.
Entonces, ella se fue corriendo a decírselo a su padre. y como el príncipe era muy guapo, pues en seguida dispusieron que se casara con la princesa. Y ya se casaron y vivieron felices y comieron muchas perdices...(Espinosa, A. M.(hijo), 1987, págs. 245-246.)
El cuento de "El príncipe encantado" no es específico de la tradición cultural española, sino que nos encontramos en este caso ante un relato de gran tradición en el ámbito cultural del Viejo Mundo. Por ejemplo, la obra de los hermanos Grimm recoge varias versiones de este tipo de narraciones, tales como "El rey sapo o Heinrich el Inflexible" (Grimm, 1984, págs. 143-148) o "El burrito" (ídem, págs. 160-165). E igualmente hallamos documentado este tema en la Antigüedad clásica. Apuleyo, en su novela El asno de oro, incluye un relato, "el cuento de Psique y Eros" (Apuleyo, 1985, págs. 128-172), que representa la versión culta de "El príncipe encantado" (Caro Baroja, J ., 1944).
Haciendo uso de todos los motivos que delimitan la historia de "El príncipe encantado", el cuento de Psique y Eros narra la relación amorosa que mantienen estos dos personajes. Esta relación tiene lugar como consecuencia del castigo que Venus se propone infligir a Psique a causa de su excesiva belleza, obligándole a contraer matrimonio con el más indigno de los pretendientes. Eros aprovecha esta ocasión para ser él quien ocupe el puesto de esposo, si bien advierte a la doncella que nunca pretenda verlo. No obstante, Psique desatiende este consejo y Venus logra descubrir todo lo que ha ocurrido. Esto hace que ella, irritada por la desobediencia de su hijo, someta a la doncella a la realización de muy peligrosas tareas, con el fin de acabar con su vida. Ahora bien, una vez cumplidas satisfactoriamente estas pruebas la narración finaliza con la apoteosis de Psique, haciendo así posible que ella pase a formar parte, junto con Eros, del Olimpo.
Hemos distribuido el contenido de este trabajo en dos capítulos. En el primero de ellos presentamos el análisis que hemos realizado de las versiones que configuran nuestro "corpus" de relatos, para en el segundo pasar a precisar de qué manera los cuentos de "El príncipe encantado" estructuran la significación que portan.
I. ANALISIS DEL "CORPUS" DE RELATOS SOBRE "EL PRINCIPE ENCANTADO"
Hemos señalado al iniciar esta exposición que el tema central de este conjunto de narraciones es el proceso de desencantamiento del príncipe encantado. La tarea de desencantamiento precisa de la colaboración de una doncella, de quien se espera que acepte ser la prometida de este extraño personaje que es el príncipe encantado, hecho que le convierte a él mismo en un pretendiente.
Ahora bien, respecto a este contenido genérico los cuentos presentan variaciones discursivas lo suficientemente relevantes como para que distingamos diferentes tipos de relatos. En este sentido dos son los puntos fundamentales en los que se basa nuestra clasificación; en primer lugar, la modalidad de la petición de la doncella, y, en segundo lugar, la adecuación o inadecuación a la hora de ejecutar esta labor.
La modalidad que adopta la petición de la doncella nos permite distinguir dos grupos de relatos en función de la persona a quien ésta sea dirigida. Hemos incluido en el Grupo A todas aquellas versiones en que el pretendiente plantea la proposición de matrimonio a los padres de la doncella, y en el Grupo B aquellas versiones en que él se dirige directamente a la doncella.
Ambos grupos presentan a su vez dos formas de desencantamiento, diferenciables en función del apropiado o inapropiado proceder de la persona encargada de realizar esta tarea. En las versiones que configuran la forma de desencantamiento simple, a las que nos referimos mediante el subíndice 1, el pretendiente siempre escoge a la doncella idónea para su cumplimiento, aquella que por su sensatez obra adecuadamente. En cambio, en las versiones que integran la forma de desencantamiento compleja, a las que nos referimos mediante el subíndice 2, ,el pretendiente selecciona a una doncella que, por su insensato carácter hace mucho mas penosa la labor encomendada.
Las narraciones exhíben a su vez, dentro de cada subgrupo, una serie de variaciones que nos ha llevado a reconocer la presencia de tipos. El subgrupo Al está constituido por tres tipos de relatos en los que observamos, pese a la semejanza de su desarrollo narrativo, diferencias respecto a la actitud que toma la doncella hacia el pretendiente. Es precisamente la variedad de comportamientos que aparecen representados en las narraciones el atributo que nos ha permitido designar al Tipo I mediante la glosa "Conducta amable y cariñosa de la doncella hacia el pretendiente": definir al Tipo II como "Conducta audaz y valerosa de la doncella hacia el pretendiente", y al Tipo III como "Conducta arisca y agresiva de la doncella hacia el pretendiente".
El subgrupo A2 está constituido por tres tipos de relatos en los que encontramos una historia muy parecida, que toma, sin embargo, caminos distintos a partir del momento en el que la doncella, siempre la misma, educada pero insensata, desatiende el consejo que el pretendiente le ha dado y actúa indebidamente en la tarea de desencantamiento. Su imprudente acto detiene este proceso y le obliga a separarse de su compañero. La doncella se ve sometida entonces a una serie de pruebas cuyo cumplimiento pondrá término al estado del pretendiente y hará posible el reencuentro de la pareja.
La modalidad que las pruebas adoptan es el atributo que nos ha permitido designar al Tipo I mediante la glosa "Competitividad con otra mujer (la fortaleza de ánimo califica a la doncella); al Tipo II como "El quehacer de una madre soltera", y al Tipo III como "Competitividad con otros hombres".
El subgrupo B1 está constituido por un solo tipo de relatos al que hemos designado mediante la glosa "El consentimiento", porque este término ilustra con gran claridad el atributo que lo define. En la aceptación de la velada proposición de matrimonio que el pretendiente ha dirigido a la doncella encontramos la clave de su desencantamiento.
El subgrupo B2 está constituido por tres tipos de relatos vinculados en cierta medida con los que configuran el subgrupo A2. Como ocurre en ese caso, es la modalidad que presentan las pruebas impuestas a la doncella tras su incorrecto proceder el criterio que hemos utilizado para su establecimiento.
Los Tipos I y III, a los que hemos designado, respectivamente, mediante las glosas "Competitividad con otra mujer (la desesperación califica a la doncella" y "Competitividad con otra mujer (la madre del pretendiente, el más fiero competidor", guardan estrecha relación con el Tipo I de A2. El atributo que define a todos ellos es la competencia de otra mujer que sufre la doncella en este episodio, si bien una serie de rasgos hace posible su diferenciación.
Si en el Tipo I de A2 la fortaleza de ánimo califica a la doncella, en el Tipo I de B2 es la cualidad contraria. La desesperación que domina a la doncella en este momento es su mejor aliado. En cambio, en el Tipo III de B2 la doncella encuentra en la madre del pretendiente al más implacable competidor .
Hemos designado el atributo que define al Tipo II de B2 mediante la glosa "El castigo", puesto que la prueba a la que es sometida la doncella se centra en la pena que el pretendiente se propone infligirle como consecuencia de la agresión recibida.
El análisis detallado del contenido de este grupo de relatos nos ha permitido distinguir cuatro episodios fundamentales en el acontecer de la historia que en ellos se narra: la petición, la convivencia, las pruebas y el matrimonio.
La narración comienza con la petición de la doncella que el pretendiente dirige bien sea a sus padres, bien sea a ella misma. La modalidad que este episodio presenta nos ha llevado a reconocer, como hemos señalado ya, la existencia de dos grupos de relatos. El Grupo A está constituido por aquellas versiones en que el pretendiente, cuya apariencia ha sido calificada de fiera, monstruosa o salvaje, plantea su proposición a los padres de la doncella. La versión C.17, procedente de Soria, nos servirá como modelo para ilustrar este desarrollo narrativo, dice así:
"Este era un padre que tenía tres hijas. y su oficio era de escobero. y un día salió a coger escobas y le salió un hardacho (2) y le dijo:
-Oye, tú puedes escoger de aquí todas las escobas que quieras, con tal de que me traigas a tu hija pequeña. Y el escobero se lo prometió." (Espinosa, A. M. (padre), 1923-1926, pág. 260.)
El padre le entrega sucesivamente a sus hijas mayor y mediana, pero el lagarto las rechaza aduciendo que sólo quiere a la menor .
"Y fue ella con su padre y se casó con el hardacho" (ídem, pág. 261).
El programa narrativo que se halla inscrito en este episodio lo constituye, por tanto, la petición de la doncella, acontecimiento que podemos representar mediante el siguiente modelo actancial (3):
El padre la doncella El pretendiente
La acción El pretendiente La negativa de la doncella
La figura que con mayor frecuencia ocupa la posición de ayudante del sujeto en este quehacer es una acción en la que el hecho de arrancar una planta conduce a los padres al encuentro con el pretendiente. No obstante, algunas versiones presentan variaciones discursivas a este respecto. En A2 -1 dicha acción está relacionada también con la capacidad de prodigio del pretendiente, facultad que le permite superar la prueba que la doncella le impone (versiones C.16 y C.23); el poder del que se halla investido porque es miembro de la realeza (en C.18, C.21, C.24 y C.25); o el bando en el que se propone la tarea de su desencadenamiento (en C.26). En A1 -II el encuentro se produce como consecuencia de la venta de los productos del trabajo que realizan los padres de la doncella, mientras que en A1 -III tiene que ver con el hecho de recoger un objeto caído en un pozo.
El pretendiente, entonces, les exige que le entreguen a su hija, siendo precisamente la doncella quien se encuentra situada en la posición de oponente del sujeto, ya que si ella rehúsa la petición hará inviable la tarea de desencantamiento. Sin embargo, esta negativa nunca llegará a cobrar realidad porque debido a la extremada educación de la doncella, o simplemente ante lo incontestable de esta situación, no le queda otro remedio sino asentir .
Las versiones en las que el pretendiente, cuya apariencia hemos calificado de mansa y delicada, dirige su proposición a la doncella configuran el Grupo E. Existe también aquí gran variedad en las figuras que aparecen en la posición de ayudante del sujeto y que hacen posible el encuentro con la doncella. La doncella recibe su cortejo (B1 -I y B2 -III) o escucha la leyenda que sobre él circula (B2 -I), aunque igualmente puede suceder que el pretendiente aproveche la situación de desamparo en que ella vive o la cita que le propone (B2 -II). Los padres de la doncella ocupan siempre la posición de oponente en el quehacer del sujeto en esta ocasión. Es decir, en este grupo de relatos la doncella, a quien le ha sido directamente planteada esta tarea, acepta el compromiso eludiendo el permiso de su familia, ya que puede negarse a su realización. Esta es la razón que explica el hecho de que la doncella deje el hogar sin advertir de su partida.
La narración a partir de este momento sigue caminos opuestos en función del proceder de la doncella en la tarea que le ha sido encomendada, circunstancia esta que nos ha permitido distinguir dos formas de desencantamiento.
Una vez llevada a cabo la petición de la doncella, el pretendiente precisa de su compañía, especialmente convivir a su lado, para poner término al estado de encantamiento en que se halla. Este episodio en numerosas versiones de la forma de desencantamiento simple centra su atención en la convivencia de estos dos personajes.
En el subgrupo A1 el cariño (Tipo I), el valor (Tipo II) y la agresividad (Tipo III) son sentimientos que la doncella debe manifestar hacia el pretendiente para que él se convierta en un ser humano pleno, en un príncipe. Las figuras que ocupan la posición de ayudante del sujeto son la piedad (A1 -I y II) que en ella provoca el estado lamentable en que halla a su compañero; o bien el odio (A1 -III) que siente por su repugnante apariencia. y siempre nos encontramos con la prevención de la doncella situada en la posición de oponente del sujeto, ya que el recelo que experimenta frente a su extraña y a veces también terrible apariencia, y que en un principio la lleva a apartarse de él, impide que realice el gesto preciso que de ella se espera.
En el subgrupo B1 la clave del desencantamiento se halla en el consentimiento de la doncella a la proposición que el pretendiente, que apareció ante ella transformado en un ave o un conejillo y se llevó algunas de sus pertenencias, le hizo. Debemos señalar que el consentimiento encubre, si bien ello no es explícito en el relato, una declaración de amor, puesto que la doncella se ha enamorado del pretendiente que de manera tan peculiar se ha presentado. El conjunto de acontecimientos que suceden en el palacio de la doncella, tales como la incurable enfermedad que por este suceso padece y la búsqueda de una persona que pueda remediar su mal, se encuentran en la posición de ayudante del sujeto. Es gracias a ellos por los que la doncella podrá notificarle que acepta su petición, una vez que se ha encontrado su paradero. La figura que en este caso se opone a la consecución del objeto que el sujeto demanda es la aparente negativa de la doncella, ya que su tardanza expresa el rechazo a su proposición.
Si, como acabamos de comprobar, en la forma de desencantamiento simple es un gesto de la doncella el que pone término al estado de disyunción del pretendiente, en la forma de desencantamiento compleja se trata de un proceso que requiere su prudencia.
El programa narrativo de este episodio se centra en la relación amorosa que mantienen el pretendiente y la doncella, gracias a la cual él puede adquirir la naturaleza humana. Sin embargo, este proceso queda interrumpido al quebrantarse la prohibición que el pretendiente ha fijado:
"y cuando se fueron a acostar, el hardacho se quitó la piel de hardacho y era un hermoso príncipe, y la novia estaba muy contenta. Pero todos los días, cuando se levantaba, se ponía la piel de hardacho. Y a su mujer le dijo que no le dijera a nadie el secreto y que por nada del mundo le fuera a perder la piel de hardacho que se quitaba todos las noches al acostarse."
No obstante, la doncella revela a sus hermanas este secreto:
"Que su marido era un hermoso príncipe y que se quitaba la piel de hardacho cuando se acostaba. Y entonces le dijeron sus hermanas:
-Pues, mira, esta noche, cuando se acueste y se duerma, le quitas la piel de hardacho y vas y se la quemas."
La doncella así hace, pero cuando su esposo despierta y no halla su piel, le dice:
"Pues ahora ya estoy desencantado, pero tú tendrás ahora que irte de peregrina. Toma este vestido de peregrina y estos zapatos de hierro. Y porque me has desencantado antes de tiempo no puedes volver a mí hasta que estos zapatos no se acaben, y tienes que ir a buscar el Castillo de Oropé." (C-17 -Espinosa, A. M. (padre), 1923-1926, pág. 261.)
El modelo actancial mediante el que podemos ilustrar este desarrollo narrativo es el siguiente:
El amor La naturaleza humana El pretendiente(Eros)
La prudencia El pretendiente La imprudencia
El hecho crucial de este episodio es la relación amorosa que une al pretendiente con la doncella, respecto a la cual ella siempre debe guardar silencio. Ahora bien, como descubre este secreto, detiene (A2) o precipita (B2) el proceso. Es, por lo tanto, la imprudencia de la doncella la figura que ocupa la posición de oponente en el quehacer del sujeto y que además conduce a la agresión del pretendiente. Podemos considerar el frecuente uso del fuego que en esta ocasión se hace en las versiones que integran el subgrupo A2 como una forma de agresión metafórica (en determinadas versiones la vela encendida que permite que la doncella o sus familiares vean al pretendiente no sólo lo ilumina, sino que también llega a quemarlo cuando involuntariamente se deja caer una gota de cera sobre él), mientras que en B2 -II nos encontramos ante una agresión real. El pretendiente es herido con instrumentos punzantes que, aunque destruyen su apariencia animal, lo dejan en muy mal estado.
Dos tipos de relatos presentan, no obstante, una serie de variantes en este episodio. En B2 -1 la clave del desencantamiento del pretendiente se halla en la permanencia de la doncella junto a un personaje que sufre un constante sueño, para que en el único momento en que éste cesa él encuentre una mujer a su lado, y de esta manera pueda incorporarse al estado de vigilia. Esta es una tarea que requiere constancia de la doncella; sin embargo, como también imprudentemente desatiende por un instante su cometido, es su propia criada quien ocupa su puesto.
B2 -III conjuga, en cambio, motivos que aparecen por separado en los otros relatos. El pretendiente cae enfermo a causa de la agresión que la madre de la doncella le ha infligido cuando, transformado en un ave, se presentó ante ella y se llevó la bolsa de los peines. Al descubrir la doncella lo que su esquiva actitud ha ocasionado, se dirige al palacio del pretendiente para notificarle que acepta su petición. El texto de la versión C.51 es muy explícito a este respecto, si lo comparamos con las versiones que configuran B1 -I, ya que el consentimiento de la doncella lleva aparejada la declaración de amor. Ella llega al palacio del pretendiente pregonando poder curar el mal de amores y así se describe el encuentro que entonces tiene lugar:
"y le dijo al hijo lo que le quería". (Larrea Palacín, A., 1959, pág. 32.)
La consideración de las variantes que este episodio presenta nos permite comprobar que dos son las figuras esenciales que ocupan la posición de donante del objeto que demanda el sujeto: el amor y la agresión; y sólo en un caso el valor. Es decir, el amor de la doncella hacia el pretendiente de apariencia inhumana, amor que puede expresarse bien mediante el cariño y afecto que ella le tiene, bien a través de la declaración de su amor (donde incluimos también el caso de la doncella que decide velar el sueño del pretendiente), o bien mediante la aceptación de la relación sexual que él le pide, tiene el poder de convertirlo en un hombre. y si no es el amor, sólo la agresión, la necesaria manifestación de una conducta violenta hacia él, podrá "destruir" esa apariencia. Ahora bien, en el valor de la doncella podemos reconocer igualmente la expresión del consentimiento a su petición, esto es, un prueba de amor.
En la forma de desencantamiento compleja la doncella se ve sometida como consecuencia de su incorrecto proceder en esta tarea a una serie de pruebas. En este episodio hemos distinguido dos apartados: "El desplazamiento" y "La negación de la promesa de matrimonio".
A partir de este momento los relatos reiteran que la doncella ha de separarse del pretendiente con el fin de emprender la misión que le ha sido impuesta. En unas versiones la separación le obliga a recorrer un trayecto relativamente corto al que hemos denominado "Andadura". En A2 -II y III la doncella abandona la morada del pretendiente, ubicada en numerosas versiones bajo la tierra, para dirigirse, en el Tipo II, al lugar que se le ordena y que resulta ser el palacio de la madre de él; y en el Tipo III, sin orden expresa, ella se integra de nuevo en la comunidad humana pidiendo trabajo o alojamiento en cualquier casa que halla a su paso, o cuando la residencia aparece mágicamente a flor de tierra. En B2 -II la doncella marcha a la residencia del pretendiente para curar sus heridas, bien tras desaparecer el palacio donde residía, bien porque ha quedado rota la relación que en su propia casa mantenía con el pretendiente.
En otras versiones, sin embargo, la separación obliga a la doncella a realizar un largo recorrido porque ha de desgastar unos zapatos de hierro; éste es el recorrido al que hemos denominado "Peregrinación" (A2 -I, B2 -I y III). Un número considerable de relatos centran el desarrollo narrativo de este episodio no sólo en el constante caminar de la doncella, sino que especialmente describen y detallan los encuentros extraordinarios a los que este hecho da lugar. La inclusión de seres fabulosos en la narración nos indica que la doncella alcanza en su peregrinar los límites mismos de la superficie terrestre. Su constante caminar la conduce en ciertas ocasiones a la morada que habitan seres celestes, ya sean el sol, la luna o las estrellas; o seres atmosféricos, como es el caso de los vientos y el aire, o el de las águilas. La presencia de estos personajes enfatiza la función que cumple la peregrinación en el desarrollo narrativo que presentan los cuentos de "El príncipe encantado". Si, como el análisis nos está permitiendo determinar, la doncella es la figura encargada de realizar la tarea de integración en el mundo de la cultura de un personaje que carece de la humanidad necesaria para formar parte de él, está obligada a marcar el espacio humano, esto es, a señalar hasta dónde llegan sus límites, y con la peregrinación que lleva a cabo nos muestra que toda la superficie terrestre es dominio, o puede llegar a serlo, de la cultura.
Tras esta marcha la doncella se encuentra con la imposibilidad de ocupar el puesto de prometida que le corresponde por haberse comprometido en la tarea de desencantamiento. A partir de este momento el obrar de la doncella estará dirigido a la recuperación del premio que, de forma implícita en la mayoría de las versiones y explícita en algunas de ellas, está fijado por la realización de esta labor. Desde este punto de vista, dos son las figuras que vemos aparecer en la posición de oponente en el quehacer del sujeto: "La infidelidad a la palabra dada" y "La naturaleza".
En el caso de la figura que ha sido denominada "La infidelidad a la palabra dada", hemos distinguido dos situaciones que pueden presentársele a la doncella, puesto que puede ocurrir que experimente la competencia de otra mujer, o bien que sufra la reprobación de su acción.
En A2 -I el programa narrativo de este episodio lo constituye la confrontación de tipo transacional (4) que se entabla entre la doncella y la mujer que le disputa a su esposo, como único medio que hará posible el reconocimiento de la doncella. La versión C.22, procedente de Vilvestre (Salamanca), dice así:
(La doncella, tras el cumplimiento de la misión, descubre que el pretendiente se ha casado con otra mujer.)
"Allí escachó una nuez. y le salió una gallina de oro con pollos y todo. Dice:
-¡Oy, ama, lo que tiene esta pobre!
Dice:
-Dile que cuánto quiere por él.
-Nada más que dormir una noche con el amo.
Dice: -¡Ay! Eso sí que no lo consiento yo, una pobre dormir con mi marido.
Fueron y le dieron una bebida al marido, para que no pudiera hablar con la pobre. En la mañana fue la criada y la echó de la cama. " (Cortés Vázquez, L., 1979, tomo II, pág. 113).
El mismo desarrollo narrativo se repite cuando casca otra nuez y de forma mágica aparecen instrumentos de oro para el hilado, e igualmente para con una copa de oro, si bien en este momento el pretendiente al recibir la bebida:
"La tiró pa debajo de la cama. Y a medianoche hablaba con ella. Dice:
-¿No te acuerdas ónde me dejastes? ¿No te acuerdas que me dijistes que si estaba la clavelera seca es que estabas muerto, y si estaba verde es que estabas vivo? Como estaba verde, m'he ido en busca de mi marido.
La mañana se levanta la criada, dice:
-¡Venga, fuera la pobre de la cama!
Dice:
-¡La pobre no se va de la cama! Venga el café pa la pobre." (Idem, pág. 114).
El modelo actancial que ilustra este programa narrativo es:
El pretendiente El reconocimiento La doncella
Los objetos mágicos
El pretendiente La doncella La señora y su criada
Como esta cita nos muestra, la competencia que experimenta la doncella en este momento hace inalcanzable el reencuentro con el pretendiente. El quehacer del sujeto ha de estar orientado, entonces, hacia la figura que le niega su puesto de esposa y de ahí la confrontación que entre ambos sujetos tiene lugar. La doncella es propietaria de unos objetos cuya transformación en útiles de gran vistosidad y atractivo despierta la codicia de su rival, y le indica a ella que el intercambio de los mismos es la mejor vía que puede seguir para acceder al pretendiente.
Si en A2 -I el pretendiente se muestra infiel a la palabra dada a la doncella, pidiendo en matrimonio a otra mujer por olvido del compromiso que anteriormente había contraído con ella, en B2 -I nos encontramos también ante una circunstancia semejante. No obstante, aquí la infidelidad que manifiesta el pretendiente se debe a que desconoce el verdadero papel que la doncella ha desempeñado en la tarea de desencantamiento, en la que ha sido suplantada por su propia criada. En cambio, en B2 -III la infidelidad a la palabra dada procede de la madre del pretendiente, que se niega a cumplir la promesa de matrimonio que hizo a la doncella si lograba curar a su hijo, obligándole a él a contraer matrimonio con otra mujer.
En B2 -II nos encontramos ante el caso de la amonestación de la que la doncella es objeto como consecuencia de los sucesos acaecidos. En este grupo de relatos es la doncella quien parece mostrarse infiel a la palabra dada cuando el pretendiente resulta herido por su descuido. Como sólo ellos dos conocen la relación que los une, la agresión que él recibe únicamente puede provenir, al menos en apariencia, de manos de la doncella.
El uso de objetos mágicos (A2 -I y B2 -I), el consejo y ayuda que el pretendiente presta a la doncella con el fin de que supere las pruebas que su madre le impone (B2 -III), o la cura de sus heridas (B2 -II) hacen posible el reconocimiento de la doncella.
Hemos denominado a la segunda figura que aparece en la posición de oponente del sujeto en esta ocasión "La naturaleza", porque hay una serie de relatos en los que el pretendiente permanece aún encantado. Ahora bien, en este caso no es sólo la doncella sujeto de una búsqueda, sino que también el pretendiente lo es, ya que precisa del quehacer de su compañera para poner término a su estado.
En A2 -II la doncella o la madre del pretendiente deben atender la llamada que él les dirige y realizar el gesto que de ellas requiere. Se trata de un gesto tan sencillo que consiste en el simple hecho de arrojar o descubrir un manto, o bien en decirle una palabra de amor; sin embargo, ambas mujeres siempre manifiestan cierto recelo ante la aparición del pretendiente y en un principio desatienden su llamada.
En A2 -III, en cambio, la doncella ha de mantener la palabra dada al pretendiente mostrándose virtuosa ante el cortejo de otros pretendientes. El rechazo de sus proposiciones, la virtud de la que da muestras, hace posible el desencantamiento de su compañero.
Debemos señalar que estos dos grupos de relatos, en los que el quehacer de la doncella centra su atención en la tarea de desencantamiento, hacen también uso de la figura del amor como clave del mismo. Si bien, dicha figura aparece representada esta vez a través de la fidelidad que ella guarda a la palabra dada al pretendiente con anterioridad.
Tanto en la forma de desencantamiento simple como en la forma de desencantamiento compleja, la narración finaliza con el matrimonio del pretendiente y la doncella.
El análisis que hemos realizado del desarrollo narrativo que presentan los cuentos de "El príncipe encantado" ha hecho posible descomponer su contenido en una serie de unidades que, consideradas en su conjunto, nos muestran cuál es el programa narrativo que se halla inscrito en este tipo de relatos. Dicho programa consiste en el quehacer que debe llevar acabo el pretendiente para poner término al estado de disyunción en que se encuentra y que es designado en las narraciones mediante el término "encantamiento". El análisis nos ha permitido precisar que este término expresa el vínculo que une a este personaje con la naturaleza y lo separa del mundo de la cultura. En este sentido el quehacer del pretendiente está dirigido a lograr su integración en el seno de la comunidad humana. La integración sólo será posible si se convierte en un ser humano pleno y requiere, como los cuentos siempre nos señalan, la colaboración de una doncella.
Desde este punto de vista, el modelo actancial que sintetiza el desarrollo narrativo de las versiones que configuran la forma de desencantamiento simple es el siguiente:
El matrimonio La naturaleza humana El pretendiente
La doncella El pretendiente La naturaleza
Nos encontramos en este caso ante un único modelo que representa el quehacer del sujeto de la narración, el pretendiente. El matrimonio con la doncella que ha aceptado ser su prometida es la figura que otorga al pretendiente el objeto de su búsqueda; el matrimonio es el que, de hecho, dona al pretendiente la naturaleza humana. La adquisición de una naturaleza humana íntegra, término que no sólo se refiere a su transformación en un ser humano, sino que también alude a la obtención de un puesto dentro de la sociedad, sitúa plenamente al pretendiente en el mundo de la cultura y pone fin al estado de disyunción que en un principio lo afectaba, y que manifestaba