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Malpartida de Cáceres, que se halla situada en plena penillanura cacereña, a diez kilómetros de la capital declarada patrimonio de la humanidad, es uno de los pueblos más bonitos en la inmediación capitalina. Así, para empezar...
En la zona de su influencia se encuentran restos de vida que se remontan nada menos que a la Edad del Bronce, de cuya época son los enterramientos antropomorfos, grabados e ídolos que aparecen en las rocas y las pinturas rupestres, en los aledaños cacereños, de la Cueva de Maltravieso. Los romanos y los árabes dejaron su huella en la población malpartideña, un lugar en la jurisdicción de la villa de Cáceres en el siglo XIV, y en el XIX esta jurisdicción dejó de ser efectiva por crearse el nuevo ayuntamiento autónomo. Mas hay que reflejar su convivencia con Cáceres hasta el punto de fusionarse con su nombre.
La denominación con que se conoce a la localidad se ha prestado a diversas interpretaciones, y no falta los que afirman que proviene de Valpartido y otros que sostienen que un mal reparto de tierras llevó a adoptar la denominación de la villa. La tradición habla de "Mal-partida" o "Mala-Partida" y de ella se ha ocupado el historiador local Marcelo González Rodríguez.
Es población agrícola y ganadera, aunque decir esto es algo tópico, ya que toda Extremadura presenta tales características, por lo que lo propio puede afirmarse de ésta.
Es mucho lo que atesora este municipio rural. Además de las informaciones de Pascual Madoz, en el siglo XIX, y de los trabajos de la prensa, de los folletos turísticos y material que yace desperdigado, hay que mencionar como merecen las memorias de licenciaturas de Marcelo González Rodríguez sobre la "Documentación del Archivo Municipal de Malpartida de Cáceres. Economía y propiedad en el siglo XIX. Inventario documental", la de Julián Chaves Palacios, sobre "Malpartida de Cáceres, 1850-1950. Economía, Demografía y Sociedad de un núcleo rural en la Extremadura contemporánea" y la de Yolanda Sanz Tamayo de "Malpartida de Cáceres: la transformación de un municipio rural".
En cuanto a la vida tradicional, el templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, con preciosa portada renacentista, que ha sido estudiado por José Antonio Agúndez, es claro exponente de cuanto afirmamos. Presenta un retablo barroco del siglo XVIII con una impresionante talla del Nazareno.
No hay que olvidar a las ermitas de Malpartida, plenas de emoción, entre las que destaca la de San Antonio que fue la primera construcción religiosa de Malpartida. Se distingue por su encanto y sencillez; tiene hornacina renacentista; y después hay que mencionar las ermitas de Santa Ana, de la Soledad y de los Mártires.
Aunque parezca insólito, en la historia local de la calle Cañito, cuenta lo brujeril -mundo imaginario y desconcertante- y las relaciones a la rúa. ¿Qué misterio tiene la rúa? -Cállate, lenguarúa, pues si no husieses hablado, te habrías enterado del misterio de la rúa. Sabido es que, entre las propiedades que se atribuyen a la ruda, está aquella de que, un buen baño con infusión de hojas y flores de esta planta, hace que se aleje toda mala suerte. Se trata de una planta del género de las rutáceas, hierbas vivaces o sufroticosas, punteado-glandulosas, con olor intenso; hojas esparcidas, sencillas o ternadas o pinadocortadas; flores amarillas o verdosas encimas, pétalos trassobados, unguiculados, con borde curvo hacia dentro, denticulado o frangeado, disco nectarífero, estambres en número doble y fruto cápsula con cuatro o cinco lóbulos. Comprende unas cuarenta especies, algunas muy comunes en la flora mediterránea. Bueno, esto es algo ya olvidado, de puro sabido por todos.
Aspecto asaz interesante en Malpartida es su rico folklore, muy estudiado y que cabe ahora resaltar, siquiera sea en cuanto se refiere a las antiguas vistas de la boda. Había canciones típicas como ésta:
Tengo que subir al árbol,
tengo que cortar la flor,
tengo que hablar con mi amante
tres horitas de reloj.
En estas canciones había también alusiones sesgadas -y no tan sesgadas en la que sigue- a la promesa matrimonial, que no podía ser rota por cuestión baladí:
La raíz de la palmera
nunca se le ha visto el fin;
el hombre que da palabra,
la debiera de cumplir,
y si no, para qué habla...
En esta calle, a lo largo,
tengo que sembrar pimientos;
para que tropiece y caiga,
el novio que tuve a los tiempos.
La piedra fundamental
a mi casa la llevé
y por eso a mí me llaman
la fundación del querer.
Resaltemos indirectas claras a los amoríos, no sólo platónicos, por cierto que las madres-suegras vigilaban como se vigila a un tesoro, o a un polvorín, que una mezcla de ambos son ciertos amores:
Cuando paso por tu puerta
llevo pan y voy comiendo,
para que no diga tu madre
que con verte me mantengo.
La danza del pandero era una especie de requiebro, a veces sarcástico, que el mozo dirigía a la moza en que había puesto sus ojos: satírico si los amoríos no eran correspondidos. La danza del pandero podía ser interrumpida en cualquier momento si un mozo gritaba ¡Bomba! Entonces se paraba el baile, se ponía de rodillas y cogiendo una mano a la moza por la que sentía predilección, le recitaba una copla de esta guisa:
Te tienes por buena moza
y por buena costurera,
pero no sabes bordar
los pajaritos que vuelan.
Los bailes eran uno de los acontecimientos sociales más importantes del pueblo. En ellos se exhibían los mejores y más vistosos atuendos, con un colorido que es de justicia subrayar. Se hacía crítica social soterrada, se ponía a parir a la Fulana o la Mengana, pues se arrimaba en exceso, bailaba mal, tenía poco garbo o escaso palmito, si bien el refrán dice: "para torear y casarse, hay que arrimarse". Zutano o Perengano eran unos baduleques, empinaban el codo como leones, eran vagos como la chaqueta de un...(lo que fuera...), agarrados como un pasamanos y les olía el aliento a letrina.
Las comadres aprovechaban asimismo el tiempo para admirar o envidiar la belleza y corte del pañuelo de la vecina, para hacer de correveidile, de componedora de amoríos rotos, restañadora de amistades que prometían noviazgo, y en algún caso quizá de virtudes rotas o de Celestina voluntaria y desinteresada. Que de todo había.
A la luz del candil o del quinqué un mundo multicolor, bullanguero, alegre y provinciano, rústico y sencillo palpitaba con viveza y disimulo, caliente y esquivo. Toda una serie de guiños, movimientos, gestos y actitudes eran el lenguaje clamoroso de algo que pasaba por íntimo, pero que era evidente, como la claridad de una mañana de mayo.
A los bailes de los domingos concurrían los mozos y las mozas acompañadas éstas de sus madres, como ya se ha dicho, y por ello la razón de estas cancioncillas:
Las viejas van a los bailes
nada más que a criticar,
si Fulano baila bien,
si Mengano baila mal.
Luego llegan a las casas
Y a las hijas les preguntan:
-Ese mozo que te hablaba,
ese muchacho me gusta.
Hija, ¿quién es ese mozo?
-Madre, dicen que es del pueblo,
pero yo no lo conozco.
Y la madre le contesta:
-Tú, hija, pregúntalo
porque a mí mucho me gustan
los mozos de la Estación.
En el amor no todo ha de ser efusión, suspiros, dengues, aspavientos, espinas del corazón, ternura a raudales, devoción incondicional, que la bolsa también cuenta en estos menesteres cardíacos. La bolsa, bien nutrida o humilde no ha de faltar, y se negociaba a veces con encono, con calor; era la dote, aunque en ocasiones apenas había nada que llevar al nuevo hogar:
Para cuando me case
ya tengo dote:
la cuchara jerreña
y el candilote.
Irse a la mili, hacer la mili, apócope tan significativo y expresivo, no era cualquier cosa en tiempos pretéritos. Podía a uno tocarle a Cuba, a Filipinas, podía uno marchar a Africa, donde el moro se rebelaba cada poco. La manigua era traicionera, los tagalos mataban españolitos en la jungla como el que lava, como el que mata a un guarro. En fin, toda una aventura, dolorosa la más de las veces. La novia quedaba sola, pero no llorosa, que, ya se sabe, "las madres son las que lloran", como dice el cantar, y quedaban a merced de cualquier pimpollo de hombre, del tuercebotas de la esquina, del galopín que aún no rapaba barbas y que podía robarles su prenda dorada y ponérselos al bizarro soldado que se batía por Dios y por España allende los mares o bajo el sol aterrador de Africa.
Como soy quinto de hogaño
y no tengo desención,
ya me puedes preparar
la gorra y el pantalón.
Como soy quinto,
mi madre llora,
porque me llevan
a ver las moras.
Adiós, calle Barrionuevo,
cuántos paseos me debes,
cuántas veces habré pisado
las sombras de tus paredes.
Desde que te fuiste, Pepe,
la huerta no se ha regao,
la hierbabuena no nace
y los nabos se han secao
Las madres son las que lloran,
que las novias no lo sienten;
se van con otros chavales
y con ellos se divierten.
La proximidad de las poblaciones no siempre depara buenas amistades, pues hay que tener en cuenta los llamados exacervacismos locales. La vecindad provoca en algunas ocasiones, por simple rivalidad, por falso orgullo, enemistades profundas, ancestrales. Son enemistades que tienen origen lejano, quizá en sangrientas diatribas, luchas enconadas por la definición de una linde, de la frontera que marca dos territorios. Señor contra señor y en medio el pueblo llano, que termina odiando al vecino, que asola sus magras tierras, incendia sus humildes hogares y mata a sus mejores hijos, sin pensar que ese otro pueblo que viene contra él obedece al señor del territorio contiguo.
Para no ser menos, Malpartida también tuvo su pique contra Arroyo de la Luz y el Casar de Cáceres:
A la feria de Arroyo
van los señores,
y a la de Malpartida
ricos y pobres.
A la feria de Arroyo
van las mocosas,
y a la de Malpartida
las buenas mozas.
Malpartida, Malpartida,
bien te puedes alabar;
que tienes mejores mozas
que el Arroyo y el Casar.
Malpartida, para nobles;
Arroyo, para pucheros;
el Casar para estudiantes;
Cáceres pa bordoneros.
Al investigador Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, se debió esta cancioncilla:
Malpartida, corral de cabras,
algún día habrá sido
jardín de damas.
Las bodas tampoco eran como las de ahora, en que se han homologado, industrializado, hosterilizado -valga el neologismo- el pisito en un tercero con vistas al patio de luz, el viaje de novios a ninguna parte, los regalos repetidos abundantísimos -cuando lo que la joven pareja desea es la guita o pasta en sobre blanco-, el níveo nailón comprado en tienda de moda, para una única ocasión. Tan sólo tenían aquellas bodas una similitud con las de ahora: los novios eran los protagonistas principales del suceso. Claro, es que esto no hay quien lo remedie, como es el muerto el protagonista en un duelo.
Las despedidas de soltero también existían. Los amigos del novio cogían pollos y conejos de casa de los familiares de éste, para comérselos en una taberna muy popular, la del tío Pedro Lure.
Apenas clareaba el día se regaban las tripas con un cuartillo de cazalla o alambique, según los casos y los posibles del novio. Las piezas se entregaban vivas en la taberna, donde las adobaban y guisaban con buena maña. El atardecer marcaba el comienzo de la despedida. Caían conejos en salsa, pollos en pepitoria y chorizos como si lloviera. Todo ello regado con vino en cantidades generosas si es que no era generoso el vino:
¡Viva, viva Malpartida!
¡Vivan los malpartideños!
¡Viva, viva Malpartida!
¡Vivan las mozas del pueblo!
Malpartida es un jardín
que existe en Extremadura
y sus rosas son las niñas
de su fragante hermosura.
Con alegría y contento
a tu puerta hemos llegado,
a darte la enhorabuena
del estado que has tomado.
Sin embargo, volvamos a lo cotidiano, dejemos el ayer, que, ya se sabe, el muerto al hoyo y el vivo al bollo, y al pollo...que ahí está el futuro...
El Museo de los Barruecos recuerda a la Ciudad Encantada de Cuenca. Cabe hacer mención de las moles graníticas y lagunas bajo el sol azul del cielo inmaculado -si no hay nubes-.
Es también Malpartida conocida por ser sede del Museo Vostell, cuyos ecos han dado la vuelta al mundo sin que por ello se hayan roto los cimientos del costumbrismo popular. Vostell o la vanguardia del arte, en medio de la tradición y del folklore puro, auténtico.
Tiene periódico la villa, que la cultura no se descuida aquí, como veremos: "Los Barruecos" se llama y qué otro nombre mejor había de ponérsele...espléndido ventanal que acoge un jugoso contenido. Y qué mejor nombre, también, para una publicación que llega a todas partes, a todos los lugares en que pueda palpitar un corazoncito malpartideño, aquende o allende nuestras fronteras patrias.
Y la casa de la cultura. Dentro de la tipología está muy bien adaptada. Lo más importante es que está integrada dentro del casco urbano y que no altera para nada la fisonomía y la configuración del mismo. Siendo una obra moderna se adapta perfectamente a la tradición clásica. Espaciosa, magnífica, con amplias instalaciones, bien dotada, envidia de muchas poblaciones, centro de una actividad ilusionada e ilusionante que trasciende al espíritu. Ni diremos que la casa de la cultura es la musa del ingenio de las artes o de las letras, ni lo negaremos. Sí diremos, por cierto que esa es su casa, preciada y preciosa en que moran; pues por algo Malpartida cuenta con diez Asociaciones Culturales, nada menos, que mantienen inquietas, agotadas y sudorosas a las musas y musillas, tanto es el trajín y el requerimiento que se les hace a tan pudorosas doncellas. En definitiva, la cultura con miras a mejorar el futuro, ya que en la cultura tiene su asiento la liberación y regeneración del hombre.
De re pictórica, los pintores Juan Caldera Rebolledo y Fernando Polo de Alfaro, han transportado al lienzo los tipos populares malpartideños, escenas de juego, bodegones y el paisaje, siempre el paisaje, que tanto admiro. Son las suyas muestras de chispa creadora de un arte magistral.
Malpartida es una población festera por excelencia. Hay que mencionar, en primer lugar, los divertidos y sonados Carnavales, que gozaron siempre de una gran popularidad y se celebraron en gran manera hasta 1936 y que desde hace apenas unos años han alcanzado el mayor auge. Las fiestas comenzaban el día "Diecisiete de enero, San Antonero". Cabe destacar el Miércoles de Ceniza, con el llamado entierro de la sardina. Los sardineros iban vestidos de negro y montados a lomos de burro, cantando:
¡Pobre sardina,
ya se murió;
cantemos todos
el Kyrie eléison.
¡Pobre sardina,
qué triste va;
porque se acaba
el Carnaval.
Entre las canciones típicas del Carnaval Malpartideño cabe decir ésta que, cómo no, incitaba al noviazgo, a la carne en fin, que de ahí viene el carnaval, actividad a la que al parecer -y hacen bien- los malpartideños y malpartideñas de antes de ayer, de ayer y de hoy, que ahora lo de novio ha quedado muy antiguo, muy hortero, pues queda más cheli, más en la onda -que hay que "estar al loro"- ligue, amigo, amiga, coleguilla, chorva o chorvo, jay o julay, tío o tía, según sexo, y otros apelativos que ahora me callo por ser yo hombre antiguo y morigerado en la palabra, que en lo demás sólo yo y Dios lo sabemos, que cada cual tiene su alma en su almario.
Ya vienen los Carnavales,
¡viva el humor!
La venta de las mujeres,
¡Ay, leren, ay, leren, ay, leren!.
La que no le salga novio,
¡Viva el humor!
que aguarde al año que viene,
¡Ay lerén, ay lerén, ay lerén!
Las ferias y fiestas de septiembre, tan divertidas y rumbosas, se trasladaron por mor de la emigración a los días 16, 17 y 18 de agosto, para atender así mejor a los que regresaban a su pueblo natal a disfrutar unas bien ganadas vacaciones anuales. Contaban, y cuentan, con toda clase de diversiones en las que, ciertamente, adquiere una peculiaridad propia en esta fiesta la diversión, merced a la forma de ser de la gente llana, que tiene ángel, ya que, como todos sabemos, las fiestas por estos pagos suelen distinguirse más por el rumbo y salero de las gentes que por otras cosas, pues parecen calcadas unas de otras, y se diferencian, y mucho, ya lo he dicho, por esos matices enriquecedores con que andaban los malpartideños y malpartideñas, por esa especial forma de ser y de reir de esta guapa gente de aquí, gentiles y de limpia estampa, claros y sinceros, tanto en el trabajo como en el jolgorio, la marcha, la movida, la jarana, la farra, la parranda, despendolamiento y demás apelativos gramaticales -y no tan gramaticales, que de todo hay-.
A las fiestas de San Antonio y en lo que concierne a la vida campesina, sustituyen ahora las de San Isidro Labrador, que se celebran del 9 al 17 de mayo. No hay que olvidar que Malpartida es eminentemente campesina y que es lógico que se propugnase el patronazgo de San Isidro (1082-1170), que fue modelo de virtudes, de fe ardiente y humildad. Modelo de oración. Estaba entre el trabajo y la oración. Santo milagroso, pero vigilado por el amo ante los rumores que le llegaban, siendo ayudado por los ángeles.
Patrón de Madrid y de Malpartida de Cáceres -dos villas al fin y al cabo- además de otros muchos pueblos del campo extremeño, fue beatificado por Paulo V en 1619 y canonizado por Gregorio XV en 1622. Es el protector de Malpartida y sus hijos, que anhelan abundantes cosechas del campo, para mantener la población y que camine por derroteros de progreso en la vida cultural, artística y en todos los órdenes. San Isidro Labrador se distingue por haber sido en vida un piadoso cristiano. "Por cristiano y por piadoso, el mayoral de Juan Vargas vivía en medio de las faenas labrantinas, unido filialmente a Dios como a su padre. Su espíritu de fe le hacía ver la mano del Señor encendiendo el sol en mitad de los cielos y cuajando la lluvia que fertiliza los campos y dando tempero y granazón a la simiente avaramente escondida en las entrañas del terruño. De Dios venía el buen tiempo y de Dios venía el pedrisco y la sequía, porque mano del Padre es la que acaricia y mano del Padre es la que quiere con amor.
De la prosaica labor del campo en barbechía -escribe el Reverendo Cura Párroco Román Robledo Caballero- se elevaba Isidro a las más altas cumbres de la santidad y a los fulgores de la oración mística: hincadas las rodillas en el lindero se olvidaba de su yunta, mientras ángeles seguían trazando surcos matemáticamente paralelos". Eso nos lleva a recordar una coplilla dedicada al Santo y que decía:
San Isidro
quita el agua y pon el sol.
Mientras Isidro rezaba,
un ángel por él araba.
Es de hacer notar, entre los actos religiosos de las fiestas de San Isidro en Malpartida, el traslado de la imagen del santo, el día 9, desde su ermita al pueblo y el recibimiento en Santa Ana. El acompañamiento se ve amenizado por bandas de tambores y cornetas. Por cierto, esposa santa tenía el santo, lo cual de por sí es una ventaja para ir a los altares, pues buena recomendación ha de ser el tener una esposa santa, o una santa esposa, es igual, y que era llamada Santa María de la Cabeza. La esposa-santa le asistió en la última enfermedad. El santo es muy venerado y, por cierto, tan entrañablemente querido que incluso se le han llegado a hacer bromas, como esa que dice:
San Isidro Labrador,
Patrón de los labradores,
no le pegues más al niño,
que ya apareció la petaca.
y es que, el bendito San Isidro, seguro que no se enfada con nadie por tan poca cosa y sabemos de buena tinta que incluso lo toma a gracia y se ríe en su beatitud, pues fue alma sencilla, candorosa, humilde cuna, humilde oficio, pero alto fin, alto destino.
Recibida la imagen, -ellas con el traje de labradora-, es escoltada hasta la iglesia, donde comienza el novenario, al que acuden los piadosos malpartideños. Continuemos con el Domingo (el día 10) del Petitorio, después de Misa Mayor, en el que todos, jóvenes y mayores, ataviados con el traje típico, recorren las calles de la población entonando canciones típicas, romances antiguos y el himno de San Isidro, una de cuyas estrofas dice así:
Fiel protector que aclama Malpartida,
la flor perenne de sus rubios campos.
Tu ermita, la mejor de tus espigas
y tu fiesta el más bello sol de mayo.
Tu ermita, la mejor de tus espigas,
y tu fiesta el más bello sol de mayo.
El petitorio acaba con un aperitivo que es ofrecido por la cofradía a todos los asistentes, en el que la tortilla española, patriótica tortilla, la longaniza de la tierra, el vinillo sandunguero y aromático y el ponche para calmar la sed, hacen las delicias del gentío.
Consideramos oportuno hacer un elogio del traje típico, de los magníficos mantones de manila, mantones bordados en lana y de los pañuelos de cien colores y de los llamados de sandía, enaguas largas bordadas, moños de picaporte, que se exhiben en estas fiestas. No puede omitirse la capa, claro, capa azul marino o negra, al gusto, señorial capa, donosa prenda que cuelga del hombro varonil, con un movimiento rítmico y armónico en su vuelo al caminar, prenda de abrigo o de embozo, para el camino o para la calle. Todo lo tapa la capa, todo lo cubre airosa.
Es obligado mencionar la mesa de ofrendas del sábado anterior a romería, misa de ofrendas con ofrendas del pueblo de Malpartida a su Patrón, con interpretación de la misa extremeña y la subasta de las ofrendas en la ermita, el baile tradicional conocido por el "baile del cordón de San Isidro", la romería en la explanada de la ermita, actos en los que se manifiesta el entusiasmo religioso e isidril de los malpartideños al celebrar el día del santo.