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Un tema, hasta ahora poco desarrollado en los estudios sobre la canción tradicional, es el concerniente a la relación existente entre los denominados "Evangelios Apócrifos" y nuestro romancero. Como es bien sabido, la Iglesia Católica solamente admite como inspirados por Dios, los cuatro Evangelios considerados "Canónicos", esto es: El de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El problema que se plantea, es el influjo dé los otros evangelios existentes; los denominados "Apócrifos". La influencia de estos escritos en orden a nuestras tradiciones y folklore en general, ha sido en muchos casos de primera magnitud, cuando no determinante de específicas devociones populares.
Lo primero que hemos de precisar, es lo que entendemos por "Apócrifo" y "Canónico". El término apócrifo, no equivale como a primera vista pueda pensarse, a inauténtico o falso, sino a todo escrito que debe mantenerse oculto o secreto de cara a su lectura pública. El carácter de canon, es, pues, simplemente, una especie de investidura que la Iglesia Católica, como institución, concede a los escritos que mejor le conviene o juzga como "inspirados por Dios", para explicar y difundir su doctrina.
En los orígenes del cristianismo, parece ser que no existían diferencias entre escritos canónicos y apócrifos. Hay que considerar que los primeros cristianos estaban agrupados en sectas, principalmente agnósticas, en donde la comunicación con Dios, se ejercía de forma directa y no a través de una Iglesia oficial establecida, que sirviese de puente o apoyo. Es decir, todos estos escritos, aparecían ya en una época en la que la Iglesia como tal, no existía todavía. Fue a partir del establecimiento institucional de la Iglesia Católica, cuando surgen las primeras distinciones para fundamentar su ortodoxia en unos escritos y no en otros.
Los evangelios canónicos fueron fijados por los Padres de la Iglesia en el Concilio de Nicea (325), y refrendados en el de Laodicea (363), en donde se estableció, de forma oficial, la separación de evangelios canónicos y apócrifos. Entre más de la cincuentena, se eligieron cuatro, como "inspirados por Dios", y se desecharon los restantes.
De esta forma, el carácter apócrifo de determinados escritos, es aplicado por los católicos, a libros que son considerados canónicos por los protestantes y viceversa. En el presente estudio, vamos a hacer hincapié, desde el punto de vista católico, sobre las relaciones de estos escritos apócrifos con nuestro romancero y cancionero tradicional. Los apócrifos del Viejo Testamento, así como los relativos a Epístolas y diversos Apocalipsis, los hemos soslayado en esta ocasión.
Una primera cuestión que interesa aclarar, es de qué manera se difundieron o filtraron estos escritos, en una sociedad en la que la Iglesia establecida ejercía el poder religioso. Nuestra opinión, es que se desarrollaron en múltiples vertientes y por muy variados motivos. El intentar reducir a un solo aspecto este estado de hechos, sería muy problemático en orden a explicar determinadas relaciones. La confusión existente entre los propios Padres de la Iglesia para adscribir estos escritos en una categoría u otra, facilitó la influencia de unos sobre otros. Recordemos que San Justino aceptó durante un tiempo el "Evangelio de San Pedro" como canónico, al igual que Clemente de Alejandría, Orígenes, San Hilario o San Ambrosio, se valieron de argumentos narrados en el "Protoevangelio de Santiago", para explicar el debatido tema de los "hermanos" de Jesús.
Otro motivo de difusión, lo pudieron constituir las leyendas, hagiografías y ejemplarios que circularon repetidamente durante la Edad Media. La "Leyenda Aurea" de Jacobo de Vorágine, en el siglo XIII, donde se incluyen numerosos episodios apócrifos tomados del "Pseudo Mateo", alcanzó notable popularidad. Por otra parte, la iconografía y la imaginería medieval, contribuyó a la fijación de muchos elementos que han adquirido el carácter de tradicionales. Las escenas del buey y la mula en el Portal, la Adoración de los Reyes Magos, San José carpintero, etc., son una buena muestra de lo dicho. Las representaciones apócrifas que se encuentran en las Miniaturas, favorecen igualmente esta opinión. Baste repasar las ilustraciones de las Biblias, desde la de San Isidoro de León en el siglo X, pasando por la del Beato de Liébana o la románica de Burgos en el XII , así como los Breviarios de Isabel la Católica o de Carlos V, o los Misales del Cardenal Cisneros (1).
Pero son, tal vez, las relaciones existentes entre las representaciones medievales y el Cancionero tradicional, lo que ha contribuido en mayor medida a la pervivencia de estos elementos. Sobre el tan discutido asunto de los orígenes de nuestro teatro medieval, nada mejor que la opinión autorizada de Lázaro Carreter, para aclarar ciertos aspectos (2). En su opinión ,el teatro desarrollado en Castilla, no puede ser explicado desde la perspectiva de los reinos de Aragón o Cataluña, ya que en estas regiones se desarrolló anteriormente y en función de otras coordenadas. Desde la aparición del primer drama religioso conocido, "La Representación de los Reyes Magos" (3) en el siglo XII, de influencia gala, se fueron sucediendo en los templos las representaciones de escenas evangélicas, como la Navidad, la Epifanía o la Resurrección. Estas representaciones sacras, como freno a las de índole profano, en las que intervenían incluso los propios clérigos, dio pie a una conocida ley de las "Partidas", criticando los excesos e invitando a las representaciones con fines moralizantes. Pese a la ausencia de documentos que permitan seguir cronológicamente las representaciones profanas, sí se dispone de mayores fuentes con respecto a las sacras. Es conocido, que durante los siglos XIII y XIV, se difundieron ampliamente estos tipos de representaciones en el interior de los templos, y que aunque pobres en elementos y articulación interna, continuaron representándose durante el siglo XV y principios del XVI. Algunos fragmentos de estas piezas, o que conectan con ellas, nos han llegado desafiando el paso del tiempo, mediante un proceso de transmisión oral. Recordemos las representaciones de Autos navideños en diversas aldeas leonesas (4) y, más recientemente, el importante descubrimiento de la "Corderada" del pueblo vallisoletano de Castroponce, lo que rebasa el ámbito geográfico de la provincia de León, considerada, hasta ahora, como la única depositaria de estas tradiciones (5).
Nuestra opinión, es que muchos de los motivos apócrifos que se pueden rastrear en nuestro romancero, pueden venir enlazados temáticamente con estas representaciones paralitúrgicas. Respecto a la modernidad de los romances de tema religioso, Menéndez Pidal opina que: "son de origen tardío y pocos de ellos han pasado a engrosar el carácter de tradicionales, excepto algunos, como Amnón y Tamar, el Sacrificio de Isaac, David y Goliat... (6). El romancero sagrado, sigue opinando Pidal, tiene una buena parte de sus orígenes en el romancero profano. Así, tenemos vueltos "a lo divino", romances muy "viejos". Cita como ejemplo, un romance de Lope de Vega escrito hacia 1585, en el que la Diosa Venus, busca al niño Cupido que se encontraba extraviado y que fue vuelto "a lo divino" por Alonso de Ledesma en sus "Conceptos Espirituales" (1600), sobre el niño Jesús perdido (7).
Sin duda, esta adaptación "a lo divino", se produjo de forma repetida durante los siglos XVI y XVII, tratando de hacer más cotidianos y comprensibles los episodios no narrados en los evangelios canónicos, sobre todo en el tema relativo a la infancia de Jesús. Este estado de cosas, contó en cierta medida con la tolerancia por parte de la Inquisición durante el siglo XVIII. La laxitud de este organismo, que ya no podía separar tan claramente la ortodoxia de diversos cultos populares, favoreció en gran medida la pervivencia de elementos de carácter apócrifo, lo que daría pie para que un escritor poco ortodoxo, llamado León de Arroyal, escribiese hacia 1790 en un folleto titulado "Pan y Toros", afirmaciones como éstas: "Las Santas Escrituras, pan cotidiano de las almas fieles, se han negado al pueblo, como veneno mortífero, sustituyendo en su lugar meditaciones pueriles e historias fabulosas (...)"; "Millares de santurrones apócrifos, han llenado el mundo de patrañas ridículas, milagros increíbles y de visiones, que contradicen la terrible majestad de Dios. En ellas vemos a Cristo alumbrando a una monja con el candil, para que ésta eche el pan en el horno, tirando naranjitas a otra desde el sagrario; probando las ollas de las cocinas y jugando con un fraile hasta serle inoportuno..." (8).
Este anticlericalismo no es un hecho que comienza a darse en el siglo XVIII. Como señala Caro Baroja (9), el anticlericalismo se da también en la Edad Media y en la España Católica de los siglos XVI y XVII, siendo, por lo general, su base, la desilusión respecto a las actuaciones públicas y privadas de los hombres de la Iglesia. Lo que se parece apreciar, no es un proceso de secularización de la vida religiosa, sino más bien, un posible fondo de degradación de ciertas costumbres populares, hasta que el Santo Oficio, que ya se debatía en sus postrimerías, vio contemplada su definitiva defunción, en el decreto del 15 de julio de 1834.
La presencia de todos estos factores expuestos, han podido contribuir a la fijación de elementos apócrifos en nuestro romancero. Insistiendo de nuevo, en que la búsqueda de una fuente documental única, que permita descubrir su posible origen, es tarea infructuosa, sin tener en cuenta las interrelaciones que de estos hechos se desprenden, vamos a examinar someramente, la pervivencia de estos motivos en nuestro cancionero tradicional.
Dentro del "corpus" de romances, recogidos en los cancioneros de las diversas regiones españolas, proponemos la siguiente distribución temática: 1) Episodios relativos a la Anunciación; 2) Nacimiento; 3) Adoración; 4) Huida a Egipto; 5) Pasión; 6) Milagros de Cristo y la Virgen; 7) Descriptivos; y 8) Oficios y actividades diversas.
En el primer apartado sobre los episodios de la Anunciación, encontramos un ciclo de romances en los que se recoge el anuncio de la maternidad de María por parte de un ángel. Entrarían aquí los motivos apócrifos de la supuesta ancianidad de José; su elección como futuro esposo de María mediante la señal de la vara florecida; presentación del Angel en forma de un mozo apuesto y los episodios en el viaje de empadronamiento.
La imagen de San José como un anciano al desposar con María, parte del "Protoevangelio de Santiago", y de la "Historia Arabe de José el Carpintero", en donde se le atribuyen ochenta años. San Epifanio, va incluso más lejos, pues afirma que José tenía ochenta y cuatro al volver de Egipto y que, además, tenía de su primer matrimonio cuatro varones y dos hembras (Haereses XVII, I).
El episodio de la vara florecida, se encuentra igualmente en el "Protoevangelio de Santiago" (Cap. IX), y en el "Peudo-Mateo" (Cap. VIII) (10). La imagen de San José llevando en su mano una vara, podría proceder de estas descripciones no halladas en los canónicos. Aunque, por lo general, la representación de un San José anciano ha perdurado notablemente, no faltan ejemplos que aluden de forma sorprendentemente precisa, a su edad:
"...La niña tiene mil gracias
de 15 años no cumplidos
y San José 33
hermoso y bien entendido ( 11).
Las escenas relativas a la no admisión en la posada, están ampliamente representadas en los romances de numerosas regiones peninsulares, así como en las Islas e incluso en cancioneros de América Latina. Los más conocidos, son: "A Belén camina"; "Antes de las doce a Belén llegar"; "Por las tres cosas divinas"... Lo más característico, es la pormenorizada descripción de la negativa de hospitalidad, frente a la lacónica exposición que ofrece del suceso el canónico San Lucas: "Le reclinó en un pesebre por no tener sitio en la posada" (2, 7).
Las dudas de San José sobre la maternidad de María, también se recogen en la canción tradicional:
"...María se halla preñada
y San José muy confuso
trató de dejarla sola
viéndose tan inseguro.
recogió las herramientas
la ropa metió en un fardo
al hombro lleva la sierra
y la vara en la otra mano (12).
En el episodio de la anunciación, a veces aparece el Angel en forma de un joven y apuesto mozo, lo que recuerda ciertas versiones de la "Samaritana", en donde, de forma análoga, aparece Jesucristo como un galán, que "de amores la trataba". En otras composiciones, la incongruencia y confusión de ideas, se muestra patente:
"...Bajó un Angel del cielo
a visitar la parida
con un librito en las manos
donde se reza la misa
Cada hoja que pasaba
un pañal se le volvía
eran tantos los pañales
que ya en Belén no cabían (13).
Respecto al Nacimiento, ya es conocido el hecho, de que la Iglesia Católica haga coincidir la fecha del 25 de diciembre con la de un mito crónico solar de gran difusión en el Imperio Romano, como era el nacimiento de Mitra. Al mismo tiempo, venía a coincidir con las fiestas celebradas con motivo del solsticio de invierno (14). Clemente Alejandrino, sitúa la fecha de la Navidad el 18 de abril, mientras que San Epifanio la centra en el 6 de enero (fecha adoptada por la Iglesia de Oriente). Parece ser, que la fecha actual, del 25 de diciembre, es atribuida ,al Papa Libero en el año 354.
Dejando al margen esta cuestión, lo que más resalta en este ciclo de composiciones, es la abundancia de elementos apócrifos. Recordemos, en primer lugar, la arraigada costumbre de pintar junto al pesebre al buey y a la mula, detalle que no aparece en los canónicos, pero sí en el "Pseudo-Mateo" (Cap. XIV) y que arraigó profundamente en la conciencia popular. La abundancia de elementos descriptivos y la pormenorización de muchos detalles, recuerda los intentos de la "Literatura de Cordel" para legitimar y garantizar, de alguna manera, su evidencia real. Ejemplos habría muchos, citaremos como muestra los siguientes:
"...En un portalito oscuro
llenito de telarañas
entre la mula y el buey
nació el Redentor del alma" (15).
"...San José se fue a por lumbre
un poquito más arriba
cuando vino San José
ya había parido María" (16).
"...Entre la mula y el buey
nació el niño de María
la mulita le coceaba
la vaquita le lamía" (17).
Es curiosa esta última estrofa, pues hace alusión al deshonroso trato de la mula al recién nacido, lo que entronca con la leyenda de la maldición de Dios a ésta, haciéndola estéril e incomible. En un cuento tradicional panocho, se recoge, además, el hecho de que en cierta ocasión derribó a la Virgen María y que, en el momento del Nacimiento, se comió la paja del pesebre (18).
Los evangelios canónicos nada dicen del número ni de los nombres de los Magos. Es en los escritos apócrifos, en donde se especifica su condición de Reyes. En el "Evangelio Armenio de la Infancia", no sólo cita que se llamaban Melkón, Gaspar y Baltasar, sino que incluso eran hermanos y reyes de Persia, India y Arabia respectivamente. Esta tradición, ha perdurado ampliamente en nuestro folklore musical. En la "Nueva relación del Oriente", que se canta en Villanueva de la Torre (Palencia) (19), se determina además, la edad de cada uno de ellos y su conversión al Cristianismo. Igual confusión de ideas se aprecia en la duración de su viaje:
"...A Jerusalén llegaron
los Reyes en trece días
le preguntaron a Herodes
que dónde estaba el Mesías (20).
Casi todas las pinturas nos presentan la Adoración en el portal y junto al pesebre, mientras que sería más lógico pensar en el interior de una casa. El evangelio canónico de San Mateo (2, II), así parece detallarlo, ya que entre el Nacimiento y la Adoración tuvo que pasar un cierto tiempo, como se deduce de la orden de matanza a los niños menores de dos años (21).
La adoración de los pastores, con sus ofrecientos de presentes al niño, entroncan con las representaciones medievales alusivas a este acontecimiento y ampliamente desarrolladas por los escritores de la época. Baste citar este diálogo de pastores:
"...Trajo un salterio Pascual
un caramillo Llorente
una bandurria Clemente
y una flauta Foncarral.
Y en el portal bailó Antón
el dongolondrón
y Blas, gañán
la cebolla con el pan (22).
Estas composiciones de autor conocido, se popularizaron en diversas regiones por su facilidad para ser cantadas. El difundido romancillo "Antes de las doce, a Belén llegar", recuerda mucho al "Caminad esposa" de Francisco ,de Ocaña en el siglo XVI:
"...Caminad, señora
bien de todo bien
que antes de una hora
somos en Belén
allá muy bien
podréis reposar
que los gallos cantan
cerca está el lugar (23).
Pero son, tal vez, los episodios relativos a la Huida a Egipto, los más representativos y abundantes en elementos apócrifos. Dentro de este "corpus", podemos citar: el romance de "La Virgen y el Ciego", en donde un ciego recupera la visión, debido a su ofrecimiento de frutas a la Virgen (generalmente naranjas), para aplacar la sed de la Sagrada Familia. Este episodio, sumamente extendido, recuerda al "Milagro de la Palmera", narrado en el capítulo XX del "Pseudo-Mateo". El romance titulado "El Labrador y la Virgen", en donde se castiga la irreverente contestación de un labrador a María con una cosecha de piedras, entraría igualmente en este ciclo. La imagen de un Jesús vengativo ante motivos nimios, está bastante desarrollada en los "Evangelios Arabe y Armenio de la Infancia".
Algunos romances que engloban esta temática, ofrecen curiosidades notables, como el conjuro final que aparece en una versión manchega de "La Virgen y el Ciego":
"...Desde el Belén al Calvario
desde el Calvario a la Cruz
desde la Cruz a la fuente
allí estará San Vicente
con una cruz en la frente
que el diablo no me la encuentre
ni de día ni de noche
ni en la hora de mi muerte (24).
O la maldición recaída sobre la perdiz, por espantar la mula que montaba María en el "Labrador y la Virgen":
"...Al punto dijo la Virgen
¡maldita sea tal ave!
y respondió su hijo tierno
¡la pluma, que no la carne!" (25).
El ciclo de composiciones sobre la Pasión, suele ser, por lo general, bastante paralelo a los canónicos, pero aderezado con ciertos elementos para despertar la piedad y el fervor. Por ello, caen fácilmente en el estereotipo de los personajes: los malos, todo maldad y viceversa. Las notas pintorescas, son frecuentes:
"...¿No te causa admiración
que hasta los niños de pecho
alababan al Señor?
Con sus lenguas tiernecillas
dejándose de mamar
decían: ¡Viva el Mesías
que nos vino a rescatar
nuestras almas este día!"(26).
El anuncio de su Pasión, en el conocido romance de la "Cena" (Jueves Santo, Jueves Santo...), incorpora, a veces, datos desconocidos en los canónicos:
"...¡Qué bien hiciste Jesús
que fuera muerto José
que con ser padre adoptivo
no hubiera fuerzas en él
al veros tan maltratado
por un pueblo tan cruel! (27).
En este ejemplo, se supone que la muerte de José es anterior a la Pasión del Señor, lo que enlaza con las narraciones apócrifas de la "Historia Copta de José el Carpintero" y la "Historia Arabe de José", donde se describe la enfermedad, locura y muerte de San José, asistido y reconfortado por su propio hijo.
Otras composiciones ,de este ciclo, serían las alusivas al "Lavatorio"; "Los Siete Dolores de la Virgen"; "Las Siete palabras de la Cruz"; "La confesión de la Virgen"; "La. Virgen en el Calvario"; "El Descendimiento"...
Recogemos dentro del grupo de los milagros de Cristo y la Virgen, así como los de los Santos, una serie de composiciones de carácter principalmente moralizante. Estas narraciones pueden tener su origen temático en los ejemplarios, hagiografías o martirologios tan extendidos durante la alta Edad Media. Los más conocidos a través de un proceso de tradición oral, son aquéllos en los que Jesucristo pide ayuda disfrazado de pordiosero ("que en traje de pobre andaba"):
"...Se ha encontrado con un pobre
y le ha dicho que si quería
que le montara en su macho
que Dios se lo pagaría.
...Te prometo, labrador
trigo pa toda tu vida
y para cuando te mueras
tendrás la gloria cumplida" (28).
Los aspectos truculentos y castigos ejemplares, son frecuentes, como el que aplica Jesucristo a un rico, por dudar de la existencia de Dios y de María:
"Le cogen de los cabellos
le suben la cuesta arriba
y de los "grazníos" que daba
el infierno estremecía.
Le sacaron de comer
una culebra cocida
le sacaron de beber
una poca pez "retida" (29).
Otras composiciones de este tipo son las tituladas: "El zapato de Cristo"; "La posadera de Cristo"; "La Virgen romera"; "La zagala y la Virgen"; "La panadera de Cristo", etc. (30). De la vida y milagros de los Santos, merecen citarse: "Los milagros de San Antonio"; "Santa Elena"; "Santa Catalina"; "San Alejo"...
En el apartado que se refiere a las composiciones descriptivas, incluimos las que hacen referencia a los aspectos exteriores de Cristo o la Virgen. El papel de los cantos de primavera, los conocidos "Mayos", guarda una estrecha relación con las imágenes difundidas por la iconografía (31). La vuelta "a lo divino" de estas tradiciones paganas, nos ofrece descripciones minuciosas, como los Mayos dedicados a la Virgen o a Cristo:
"...Tus cabellos, Virgen
son puros y hermosos
al Cordero inmenso
limpiasteis el rostro.
Virgen, tus orejas
alegran el coro
sin más que adornadas
con pendientes de oro.
...Virgen, vuestros pechos
son fuentes sagradas
los que a Jesucristo
sustento le daban" (32).
O estos otros, referidos a Cristo:
"...Sagrado cabello
en oro enredado
donde los judíos
tirones le han dado.
Tu frente divina
ancha y despejada
de agudas espinas
está coronada.
Tu hermosa nariz
canuto de plata
en ella se mira
vuestra Madre Santa" (33).
Los poetas han recogido igualmente esta tradición:
"¡Quién ha visto un niño
perdido ayer tarde
con unos cabellos de oro
al mesmo sol semejantes;
frente blanca y espaciosa
ojos rasgados y graves
rostro modesto y alegre
condición blanca y suave!" (34).
Por último, integramos en el ciclo de oficios y actividades diversas, las composiciones que narran las vicisitudes y peripecias de la Sagrada Familia, antes de la vida pública de Jesús. El carácter lírico e intimista, es la nota predominante de la mayoría de estas coplas, lo que hace que conecten fácilmente con el sentimiento popular. El acercamiento a los problemas cotidianos, acentúa el aspecto humano, favoreciendo su interiorización. El tan extendido "Madre, a la puerta hay un niño", enlazaría con esta visión. Como muestras de coplas, citemos:
"San José era carpintero
de fina carpintería
debajo del brazo tiene
más angelitos que astillas."
"La Virgen se está peinando
detrás del Altar Mayor
San José le riza el pelo
y el niño le ata el cordón."
Las faenas culinarias, también hacen acto de presencia:
"La Virgen hacía gachas
de pepitas de pimiento
y San José le decía
¡bendito tu entendimiento!"
"Disponen la cena
preparan las migas
y el rey de los cielos
con grande alegría
cena sin melindres
cosa de admirar."
Los ejemplos, como es obvio, resultarían prolijos en exceso para lo que pretendíamos.
Para finalizar, queremos señalar que la clasificación propuesta es insuficiente, pero creemos que representativa de la influencia de elementos apócrifos en nuestro cancionero. Somos conscientes de que otros ciclos lo podrían haber constituido: "La Visitación"; "Cantos de Cuaresma y Semana Santa"; "Samaritana"; "Circuncisión", etc., etc. Pero ello lo dejamos para otra ocasión.
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(1) "La Biblia en los Códices de España". Selección de Pilar de Miguel, B. A. C. y Miñón, 1970.
(2) "Teatro Medieval". Selección de textos y prólogo: F. Lázaro Carreter, Edit., Caslalia, 4ª ed., 1976.
(3) Este autor, prefiere la denominación "Representación", a la más extendida de "Auto", debido al uso de éste término por Alfonso el Sabio, para referirse a las representaciones litúrgicas. Por otra parte, la palabra "Auto", no parece fundamentarse hasta el 1300.
(4) "Autos de Nacimiento leoneses" de J. López r Santos.
Archivos leoneses I, 1947.
(5) Véanse, en el número cero de esta revista, los artículos sobre la "Corderada de Castroponce" de D. Emilio Salcedo y de D Maximiano Trapero.
(6) "Romancero Hispánico". R. Menéndez Pidal. Tomo I; edic. 1953, págs. 344-345.
(7) Op. Cit., pág. 352.
(8) "La Inquisición y el Pensamiento Ilustrado" Antonio Blorza, incluido en el Extra sobre la Inquisición de "Historia 16", Dic. 1976.
(9) "Ensayos sobre la Cultura popular española" Julio Caro Baroja, Edit. Dosbe, 1976, pág. 176.
(10) "Los Evangelios Apócrifos". Notas y Traducción de Edmundo González Blanco. Tres Volúmenes. Librería "Bergua" 1934. En lo sucesivo, las citas concretas, las remitiremos a ésta edición. También pueden consultarse "Los Evangelios Apócrifos". Edición crítica de Aurelio de Santos Otero B.A.C., nº 148.
(11) "Danzas, Rondas y Música popular de Guadalajara". Antonio Aragonés Subero. Dip. Prov. de Guadalajara, 1ª Edic. 1973, pág. 202.
(12) "Cancionero popular serrano". José Fernando Benito y Emilio Robledo. Inst. Prov. de Cultura "Marqués de Santillana", Guadalajara, 1ª Edic. 1980, pág. 175.
(13) "Cancionero de Cáceres y su provincia". Angela Capdevielle, Diputación Provincial de Cáceres 1969, pág. 196.
(14) "Fiestas populares" (Ciclo de Navidad). José Mª. Gómez Tabanera, incluido en "El Folklore Español". Instituto español de Antropología aplicada, 1968, pág. 207 y ss.
(15) "Cancionero de Cáceres...". Op. Cit., pág. 207.
(16) "El Folklore Leonés". Manuel Fernández-Núñez. Edit. Nebrija, 1980, pág. 80.
(17) "Cancionero popular de la Provincia de Madrid". M. García Matos, Tomo I.C.S.I.C., pág. 24.
(18) "Pasionaria Murciana". Pedro Díaz Cassóu, 1897. pág. 233.
(19) Véase el nº 1 de esta revista. La versión cantada, puede escucharse en el disco nº. 2 de la "Caja de Romances" de Joaquín Díaz, bajo el título de "Romance de los Reyes Magos".
(20) "ViIlancicos y canciones de Nochebuena". Arcadio de Larrea Palacín. Edit. Cremades Tetuán, 1955, pág. 130.
(21) En el Museo de Arte de Cataluña (Barcelona), se exhiben varias tablas donde se produce la Adoración en el interior de una casa. Citemos, como ejemplo, la "Adoración" de Jaume Serra del siglo XIV.
(22) "Fray Iñigo de Mendoza y sus coplas de Vía christi". Julio Rodríguez-Puértolas. Biblioteca Románica Hispánica. Edit. Gredos, 1968. Véanse también, el "Cancionero de diversas obras de nuevo trovadas" de Fray Ambrosio de Montesinos, o la "Ensaladilla de Navidad" de José de Valdivielso.
(23) "Cancionero de Navidad". Selección, prólogo y notas de Adolfo Maillo, Vicesecretaría de Educación Popular, 1942, pág. 220.
(24) "Cancionero musical popular Manchego" Pedro Echevarría Bravo. Soc. Gral. de Autores de España, 1951, pág. 419.
(25) "Cancionero de Madrid..." Op. Cit., pág. 21.
(26) "Danzas, Rondas...". Op. Cit., Versión de Tendilla.
(27) "Danzas, Rondas...". Op. Cit.
(28) "Cancionero de Madrid...", Op. Cit., pág. 49
(29) Nos la dictó a "RAICES", Celia Sánchez de Belmontejo (Cuenca).
(30) Véanse los ejemplos incluidos en "Los Romances de Tradición Oral" de José Mª de Cossío. Espasa Calpe. Colec. Austral nº 762, 1947
(31) "Iconología Cristiana y Gentílica". Compendio del sistema alegórico y diccionario manual de la Iconología universal. Por D. Basilio Sebastián Castellanos de Losada. Madrid, 1850. Especialmente, el cap. dedicado al "Modo de representar a la Virgen Ntra. Sra. en todos los pasos de su gloriosa vida, según los evangelios y la opinión de los P. P. de la Iglesia".
(32) y (33) "Cancionero manchego...". Op. Cit., pág. 456 y 464.
(34) "Cancionero de Navidad". Op. Cit., Alonso de Ledesma, pág. 218.