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Hace ahora algo más de un año que publiqué en las páginas de la prensa provincial un breve artículo que bajo el título de "Hechiceras, ensalmadoras y alcahuetas en la loma de Ubeda: La Bruja de Villanueva" (1) recogía algunas noticias referidas a Villanueva del Arzobispo que eran, en parte, resultado de una reciente prospección por los archivos provinciales para la busca de casos de brujería, sortería, hechicería y otras prácticas mágicas que tanto inquietaron a los curadores de la fe cristiana de otro tiempo.
Nuevos datos procedentes de investigaciones en torno a la Inquisición de Córdoba (2) me han permitido entrar otra vez en relaciones con esa pléyade de mujeres embaucadoras, adivinas y embusteras, dignas mantenedoras de la llama sagrada de una sabiduría antigua en clara contradicción con los poderes y principios establecidos.
Tres son las brujas que representan la cara oculta de unos servicios sociales de Villanueva en una época en que estas alternativas al dogma eran por tres veces perseguidas: por las justicias civiles y eclesiásticas ordinarias, ya que eran fuente de escándalo público y propagadoras de malas costumbres para el cristiano, y por el tribunal del Santo Oficio, en tanto aparecen como sujetos pasivos de herejía.
Sortílegas, maléficas y adivinas, encantadoras y hechiceras y ligadoras o dadoras de bien querencias las llamaban los obispos para justificar su incesante persecución (3), mientras que la gente del pueblo, única beneficiaria de sus servicios, las llamaba "mujeres sabias".
Y aún existen hoy en día quienes aseguran oírlas amenizar las noches de San Andrés cuando pasan montadas en sus escobas sobrevolando las chimeneas camino de Sierra Morena, cantando eufóricas coplillas (4):
Cuatro somos de Andújar,
tres de la Higuera
y la que toca el pandero
de Villanueva.
LA CIUDAD CONVENTUAL DE LAS LOMAS
Villanueva del Arzobispo se sitúa en el nordeste de la provincia de Jaén, de cuya capital dista un centenar de Km. en la carretera general que conduce a Albacete. En la actualidad cuenta con algo más de 9.000 habitantes que viven fundamentalmente de la agricultura y de algunas industrias locales.
A pocos kilómetros y coronando un escarpado cerro se alza la antigua villa de Iznatoraf, de la que dependió en lo espiritual y temporal hasta finales del siglo XIV que ganó la independencia y el villazgo por la intervención del Arzobispo don Pedro Tenorio. A partir de entonces pasaría a llamarse como hoy se la conoce, sustituyendo el anterior nombre de La Moraleja.
Perteneciente durante largos años al Adelantamiento de Cazorla, lo que más me ha llamado la atención en la historia de esta ciudad de las Lomas, es su vocación conventual. A mediados del siglo XVIII, por ejemplo, en que la población de vecinos ascendía a 824, más de un centenar de ellos eran eclesiásticos, entre clérigos y religiosos (5). Su población y su término han dado cobijo a comunidades de Dominicas, Descalzos, Trinitarios, Franciscanas, Basilios y más recientemente a las Hijas de Cristo Rey y las Hermanitas de Ancianos Desamparados.
Destaca la antigua Abadía de la Fuensanta, extramuros de la población y que sirve de santuario a la patrona de la ciudad. Fue costruida sobre una fortaleza y su estampa aún conserva cierto aire de almenas y torreones.
También extramuros y algo más alejado se encuentra el Santuario del Calvario, en lo más agreste de la Sierra de las Cuatro Villas, que fue fundado y habitado por San Juan de la Cruz y que dicen sirvió de inspiración a su Cántico Espiritual.
Por fin el Convento de Dominicas de Santa Ana, mejor conservado, que fuera fundado a mediados del siglo XVI por el que es sin duda el más insigne de los hijos de esta localidad: el dominico Fray Domingo de Valtanás y Megías, figura representativa de la España religiosa del siglo XVI que, como otros personajes coetáneos y afines en la vocación espiritual, hubo de cargar sobre su espalda el sambenito de un proceso y una condena inquisitoriales tan poco claros como la propia institución (6).
MORISCOS, VISIONARIOS y BLASFEMOS
Que sepamos fueron al menos ocho los vecinos de Villanueva que hubieron de probar la copa del ajenjo inquisitorial. Además otras dos mujeres fueron procesadas por delitos de hechicería por el tribunal eclesiástico de la diócesis.
Pese a su corto número, la variedad en las causas constituye toda una muestra del proceder habitual del tribunal del Santo Oficio, o dicho de otra forma, sólo a través de una mínima aproximación a la Historia de la propia institución podrá entenderse el sentido de los procesamientos.
Los estudiosos de la Inquisición coinciden en resaltar la desmesurada ampliación que llegó a alcanzar en su ámbito jurisdiccional (7). Creada para resolver el problema de los falsos conversos, si se hubiera ocupado sólo de cuestiones doctrinales seguramente su competencia hubiera permanecido en límites más tolerables, pero fue más lejos, ampliando su ámbito también a los cristianos viejos.
De los primeros, hubo un morisco en Villanueva que por una imprudencia tuvo que probar los sinsabores del viaje a Córdoba. Fue por el año de 1584 cuando Lorenzo Linares, de oficio alpargatero, fue denunciado por dos personas de que estando discutiendo de las bellaquerías que cometían algunos cristianos viejos, exclamó: "más vale ser buen moro que mal cristiano" (8).
Ciertos pecados también eran objeto de la atención del Santo Oficio, como la fornicación, entendida con tal sutileza que su preocupación no estaba tanto en la comisión del acto en sí, como en averiguar si el hombre o la mujer fornicaban por creer o sostener que no había pecado en la unión carnal, lo cual contradecía un mandamiento cristiano.
Por tal diferencia fueron procesados tres de Villanueva: el sastre Francisco Fernández (1564) por decir que no era pecado echarse un hombre carnalmente con una mujer de la mancebía, pagándolo (9). La viuda María Hernández (1571) que anduvo voluntariamente las veintisiete leguas desde su pueblo para mostrar ante el Santo Oficio su mucho pesar y arrepentimiento por haber sostenido algo parecido en una ocasión en que había pendencia contra su hijo por cuestiones de faldas (10). y el pintor Diego Rodríguez (1572), porque tratando de una morisca dijo que por ser hermosa y morisca no era pecado echarse con ella (1l).
En el año 1594 se formaba causa al tejedor de paños Francisco Rodríguez por estar casado dos veces (12). y ¿por qué la Inquisición entendía en un caso de bigamia, que de hecho era ya asunto prohibido en las leyes civiles?: por entender que era cuestión harto vidriosa que se asemejaba mucho a la poligamia admitida en la religión musulmana.
Todavía dos causas más, esta vez por algo tan afín a la herejía como la blasfemia: a un soldado vecino de Cazalilla llamado Juan Pérez de Carmona (1590) porque estando alojado en una casa de Villanueva del Arzobispo llegó a decir que "él no creía en Dios la mayor parte del año y que el diablo le había de llevar el alma, porque tenía hecho pacto con él y en el infierno había de guiar la danza y le había de dar el diablo lo que pidiese" (13). Y a Francisca Gallega (1640), cristiana vieja de 60 años, denunciada por veintitrés mujeres de diversas rebeliones y apariciones de Dios y de los Santos, que el tribunal calificó por no divinas (14).
En la mayoría de estos procesos hay que reconocer que la Inquisición actuó con cierta tolerancia y comprensión de las circunstancias atenuantes, como arrebatos de ira o pasión. En muchos casos no se formuló pena alguna considerando la voluntad de enmienda del reo, en otros bastaron unos azotes, una misa rezada en forma de penitente, la abjuración o una imposición económica, siendo más raros los casos de reclusión y destierro. No fue así con los acusados de prácticas hechiceriles, como se verá a continuación.
MARTILLO DE HECHICERAS, ENSALMADORAS y ALCAHUETAS
Si el uso de ciencias como la Astrología o la Alquimia eran objeto de la atención del Santo Oficio, no lo iban a ser menos las doctas representantes de saberes tan antiguos como la magia o la adivinación, tan ligadas, por otra parte, a las clases más bajas de la sociedad y que tan difícilmente se podían conciliar con una fe ordenada y exenta de supersticiones.
Por el tiempo que tratamos, raro fue el pueblo donde no se dieron causas contra hombres o mujeres malfamadas, tenidas por hechiceras que con sus "malas artes" creían entrar en relación con el Diablo.
Y es que el Diablo anda por todas partes, como es sabido, pero las mujeres parece que tienen un especial instinto o poder para entenderse con él, sobre todo para tratar intrigas amorosas y satisfacer otras pasiones.
Para el sabio académico Caro Baroja el mundo hechiceril, sobre todo en su relación con el juez o inquisitor, entra dentro de la esfera de los arquetipos, y se refiere a esta viejísima relación cuando habla metafóricamente del "Ballet del Inquisidor y la Bruja" (15).
Conozcamos tres movimientos de esta antigua danza de la ciencia y la superstición, esta vez con nombre propio y desde el escenario de un apartado pueblo del Santo Reino.
LUISA GARCIA, ENSALMADORA
Corría el mes de octubre de 1583 cuando el Visitador del Obispado de Jaén, que a la sazón lo era el licenciado Francisco de Huete, tuvo noticia de que Luisa García, mujer de más de 50 años vecina de Villanueva del Arzobispado, venía ejerciendo el oficio de ensalmadora y curadora de ojo.
De hecho no era la primera vez que la mujer de Juan Hernández era inquirida por tales prácticas, pero viendo que el anterior castigo no le sirvió de enmienda el Visitador inició cabeza de proceso mandando se hiciera una información secreta.
Como consecuencia de la declaración de tres testigos fue interrogada la ensalmadora de Villanueva, cuya relación no tiene desperdicio, en cuanto nos da una idea clara del contenido de esta modalidad de atención:
"Dijo que cuando ensalma dice dos avemarías a San Blas poniéndole la mano encima de la nacida o llaga y dos pater noster y untalla con aceite de manzanilla, y al mal de ojo dice por la cabeza: María Magdalena quitalle este mal de esta cabeza, y por los ojos dice: Santa Lucía quital de este mal de ojos, y por los brazos señor Santiago, y por el cuerpo señora Santa Elena, y por las piernas: Señor San Andrés, y que con esto cura porque Dios le ha dado aquella gracia y que es verdad que la han mandado que no lo haga y que lo ha hecho por demasiadas importunaciones y que por ello recibe lo que le dan" (16).
Curiosas "prácticas mágicas" las que usaba Luisa García para sus ensalmos, que recuerdan aquellas otras que en forma de oraciones y bendiciones eran patrimonio exclusivo de sacerdotes, que por institución divina obraban "ex opere operando".
JUANA RUIZ, ALCAHUETA
Ocho años más tarde, en septiembre de 1591, otra vecina de Villanueva sufriría un proceso semejante, esta vez promovido por el vicario y juez eclesiástico de la villa, el Ldo. García de Casarrubios, y por el fiscal eclesiástico Juan Rodríguez de Mateos. Fue Juana Ruiz, viuda de más de cuarenta años y de oficio costurera, a la que acusaron de nigromante, hechicera y medianera o alcahueta, oficios que desempeñaba con gran aceptación y de los que sacaba buenas prebendas.
Se decía de ella que por dinero era capaz de atar los ojos, boca y corazón a un hombre para que quisiera a una determinada mujer, con sólo que ésta le entregara las uñas de su pies y manos para hacer los hechizos. También decían que tenía pacto y comunicación con el demonio, al que hacía frecuentes invocatorios para lograr sus propósitos.
Tenía especial aceptación entre las mujeres de Iznatoraf, que la visitaban con frecuencia solicitando les hiciese cuatro diabluras para que sus maridos no anduviesen amancebados con otras mujeres y a ellas las quisiesen bien.
Pero la falta más grave por la que se le acusó fue por ejercer de encubridora de tratos carnales entre hombres y mujeres y sobre todo por consentir que su propia hija, Catalina Ruiz, mantuviera tratos ilegales con cierto joven criado, con grande escándalo para el vecindario. Después de declarar muchos testigos y ella misma, el visitador Tello de Olivares la halló culpable y fue condenada a dos años de destierro y al pago de cuatrocientos maravedís para las costas del proceso (17).
A propósito de su hija, sabemos que una tal Catalina Ruiz, en 1589, era objeto de una causa criminal semejante por ejercer el oficio de celestina. Esta moza vivía en Ubeda, en el callejón de Santo Tomás, y en ratos se dedicaba a encubrir amores de solteras y casadas y a pasar mensajes a las más distinguidas doncellas de la ciudad (18).
ANA DE JODAR, HECHICERA
En el célebre auto de fe de 1627 en la plaza de la Corredera de Córdoba y del que fue cronista el jesuita Rodrigo de Figueroa (19) se vio la causa seguida contra Ana de Jódar, natural de Iznatoraf y vecina de Villanueva del Arzobispo, a la que se acusaba de hechicera, embustera e invocadora de demonios, con los que mantenía pacto, los consultaba y esperaba sus respuestas, dando crédito a todos sus engaños.
En particular se le acusaba de que en cierta ocasión que pretendía demostrar el poder de sus malas artes a una mujer, le tomó el huso con el que estaba hilando y pendiéndolo de la hebra la conjuró invocando los nombres de diablos como "Barrabás, Satanás y Belcebú", nombrando a Doña María de Padilla (20) y toda su compañía y con Marta,
"La que los montes salta
y los infiernos quebranta"
le mandó al huso que anduviese y anduvo, y que se parase y se paró.
En su casa contaba con un variopinto arsenal de materiales a propósito para realizar sus conjuros y hechizos y para atar la voluntad de las personas que quería o se le encomendaban. Allí había desde estampas de los santos a alguna piedra preciosa, cabellos humanos, azufre o figuras de cera con el cuerpo atravesado por agujas (21). .
Como en los procesos de los santos, también en el de Ana de Jódar se anotaron sus más sonados "prodigios". Así sabemos que en una ocasión enseñó ciertas cosas a una mujer por si deseaba matar a su marido y que se fuese secando poco a poco. A otra que estaba enferma le dijo que era de pena por habérsele retirado su galán y subiéndose a una cocina alta intentó atraerle a base de conjuros, pero todo lo más que ocurrió fue un tremendo golpe que dijo lo habían producido los doce demonios que la acompañaban por no poder con su enamorado, que de no ser sacerdote ya le hubieran traído de cualquier parte del mundo que hubiera estado.
La pena que le impuso el tribunal consistió en colgarle la soga al cuello y adornada con coraza (22) aplicarle doscientos azotes en Córdoba y otros cien a su regreso a Villanueva, siendo desterrada de ambas ciudades y de todo el distrito de la Inquisición por espacio de seis años.
* * *
Y esta fue la aportación de Villanueva del Arzobispo a la represión brujeril de la Inquisición, aunque en la actualidad los estudiosos de este fenómeno coinciden en considerar las creencias y rituales de estas mujeres como un reflejo de cultos ancestrales, procedentes de antiguas culturas que nada tienen que ver con el cristianismo, razón por lo que nunca debían de haber sido consideradas como heréticas.
A modo de conclusión la pregunta obligada es si entonces existió o no la hechicería en Villanueva, como en la mayor parte de los pueblos, y la respuesta también obligada es que sí existió, pero en un sentido en que los Inquisidores y Jueces eclesiásticos no quisieron o no pudieron comprender .
Por supuesto que existieron rituales mágicos, cantos invocatorios, ceremonias catalépticas y orgías sexuales y mucho tuvieron que ver en ello los afrodisíacos y alucinógenos, sobre todo en noches de significación especial, en relación con las fases de la luna o la posición de los astros, como solsticios y equinocios. Pero en todas estas manifestaciones mágicas no tenía ninguna participación la figura de Satán, que era lo que tanto inquietaba a los inquisidores y que parece claro que fue producto de su invención.
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(1) M. Amezcua: Hechiceras, ensalmadoras y alcahuetas en la loma de Ubeda: La bruja de Villanueva. Diario JAEN, 6 de febrero de 1986, pág. 14.
(2) Son los publicados por Gracia Boix:
-Colección de documentos para la historia de la Inquisición de Córdoba. 1982.
-Autos de Fe y Causas de la Inquisición de Córdoba. 1983.
(3) Libro de las Constituciones sinodales fechas y ordenadas por... don Alonso de Fuente el sauce... obispo de Jaén... a doze días del mes de março de mill e quinientos e onze años. Fol. VII vº, cap. VIII.
(4) No se refieren los versos a Villanueva del Arzobispo, como pudiera parecer, sino a Villanueva de Andújar, hoy Villanueva de la Reina. Versión parecida recoge Santiago de Morales Talero en la ciudad de Arjona:
Cuatro somos de Andújar,
dos de la Higuera
y la capitanilla
de Villanueva.
(Anales de la ciudad de Arjona, 1965, p. 148), en esta ciudad aún se da el nombre de "Camino de las Brujas", el que sale de la carretera de Arjona hacia Andújar y enlaza con el antiguo camino de Granada.
La versión que anoto me la dijo Antonio Santos Molina, vecino de Noalejo, habiendo oido una parecida a Constantino Unghetti, que había recogido en una pequeña aldea cerca de cabra del Santo Cristo.
(5) Datos procedentes del Catastro de Enseñada, año 1752. V. Mariano Saez.: HIDALGUIAS DE JAEN. Madrid, 1979, p.204.
(6) Para saber de la historia de Villanueva del Arzobispo es bibliografía básica:
Manuel Alcalá: BOSQUEJO HISTORICO DE LA CIUDAD DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO. 1981.
Idem id.: DATOS PARA LA HISTORIA DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO. 1986.
Arturo Curiel: La Virgen de la Fuensanta y su Santuario. Córdoba, 1983.
(7) Abundante es la bibliografía existente sobre la historia de la Inquisición, pero me ha parecido interesante por su tono divulgador y ameno citar la colección de artículos que recoge el monográfico de Historia 16 (ediciones de 1976 y 1986) que dirige José Antonio Escudero.
(8) Gracia Boix. AUTOS DE FE Y CAUSAS DE LA INQUISICION DE CORDOBA, 1983, pág. 178.
(9) Ibid, pág. 32.
(10) Ibid, pág. 56.
(11) Ibid, pág. 76.
(12) Ibid, pág. 279.
(13) Ibid, pág. 249.
(14) Ibid, pág. 413.
(15) J. Caro BAROJA: EL BALLET DEL INQUISIDOR Y LA BRUJA. En la Inquisición, Extraordinario de Historia 16, p. 66.
(16) Archivo Histórico Diocesano de Jaén. Sección de Criminal. Villanueva del Arzobispo. Leg. s/n.
(17) Idem Id.
(18) Idem. Ubeda. Leg. s/n.
(19) "Relación del Avto General de la Fee, que se celebró en la Ciudad de Córdoba, a veintiuno del mes de Diciembre del mil y seiscientos y veinte y siete años. Por los señores Licenciados Don Damian de Armenta y Balençuela, Arcediano y Canonigo desta Sancta Iglesia, Don Iuan Remirez de Contreras del habito de Sanctiago, y el D. Christóbal de Messa Cortes, Canónigo de la mesma Sancta Iglesia, Inquisidores Apostólicos de la mesma Ciudad. Año 1627."
(20) Doña María de Padilla (s. XIV) : Amante de Pedro I el Cruel, con quien incluso se asegura que estuvo casada en secreto. Tratada como maga y hasta como exhibicionista por los romances coetáneos, se llegó a asegurar que retuvo al rey castellano gracias a ser bruja y así la tratan los romances. (Juan G. Atienza. Guía de las brujas en España, p. 277).
(21) "Tenía vna estampa de sancta Marta en su casa, y otra de N. Señora de Belén, algunas piedras Agatas, muchas diferencias de cabellos de hombres y mugeres; algunos pedarços de piedra Azufre, y Plomo, y Masa dura, vna figura de hombre de cera, y por el cuerpo atrauesada vna aguja, en el Colchón de la Cama, vna estampa del S. Sacramento con las palabras del dulce nombre de I E S V S, y en vn rincón dentro de vn Zapato tenía otra estampa de papel del decendimiento de la Cruz".
Relacion del Avto General de Fee... ob. cit.
(Lo transcribe Gracia Boix en sus Autos y causas de la Inquisición de Córdoba, págs. 399 y 565).
(22) "Ciertoo género de capirote o cucurucho, que se hace de papel engrudado, y se pone en la cabeza por castigo, y sube en disminución, poco mas o menos de una vara, pintadas en ella diferentes figuras conforme el delito del delinquente; que ordinariamente son Judios, Hereges, Hechiceros, Embusteros y casados dos veces, consentidores y alcahuetes. Es señal afrentosa e infame".
(Diccionario de Autoridades).