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De manos de don José María Arévalo, hijo amante de Matapozuelos, ha llegado a las mías, como a su vez llegó a las suyas de otras más antiguas, según me ha referido, una curiosa y atípica historia de esta villa castellana, situada junto a las riberas del Adaja.
Se trata de una copia en folios mecanografiados, que tiene la curiosidad de llevar por cabecera el título escrito a mano con buena caligrafía, aunque de caracteres modernos, reproducidos de un original que desconozco. El título manuscrito reza así: «Relación de las grandezas de Matapozuelos, Antigua Villa de Castilla la Vieja, por Don Nicolás de Velasco Moraleja (sin fecha)».
A continuación siguen, sin interrupción, doscientos setenta y ocho versos, en su mayoría endecasílabos, formando pareados con rima consonante.
Una lectura atenta revela, a primera vista, que la regularidad en el metro y en la rima se quiebra en numerosas ocasiones, apareciendo versos que se saltan la norma, y rimas que no se corresponden. En combinación con los endecasílabos aparece intercalado caprichosamente el heptasílabo, sin duda con ánimo de dar variedad y romper la monotonía de los versos de arte mayor.
Por otra parte, en la misma lectura se van descubriendo ripios y tópicos, a veces vulgarismos, que sorprenden en un poema de presunto tono heroico.
La historia de la villa es confusa y acrónica, referida a tiempos antiguos e inspirada en las Antigüedades de las ciudades de España (1575) , de Ambrosio de Morales, a quien cita dos veces (1).
Mayor interés presenta la parte final del poema, en la que se describe el templo parroquial de Santa María Magdalena, el consistorio, edificios nobles de la villa, sus plazas, fiestas y costumbres. Pero el poema concluye bruscamente con la descripción de las dependencias del colegio de San Gregorio, de los Dominicos, ubicado en el antiguo palacio de la villa.
La primera consideración que se desprende de su lectura es que se trata de una historia fragmentaria e incompleta de Matapozuelos, mediante la selección de unos datos cronísticos sobre su antigüedad y la descripción somera de las peculiaridades del pueblo. El resultado es pobre y poco atrayente, porque el autor no tiene cualidades de historiador ni de poeta, pero no falta la gracia de la rudeza artesanal, ya que no artística, con que está compuesto el poema de tono heroico localista.
Una reflexión más detenida sobre esta historia versificada de Matapozuelos y el deseo de una valoración un poco más detallada, me han llevado al deseo de ilustrar con datos de archivo quién pudo ser don Nicolás de Velasco Moraleja, su autor.
Una revisión de libros parroquiales de Matapozuelos me ha proporcionado algunos datos útiles para perfilar la personalidad del poeta y la fecha aproximada de la composición.
El bachiller don Nicolás de Velasco y Moraleja, hijo de Juan de Velasco y de Josefa de Villán, recibió el orden del presbiterado y ejerció el ministerio sacerdotal como beneficiado de Evangelio en la iglesia parroquial del Salvador.de Simancas. Como tal aparece, en 1728, en la partida de bautismo de su sobrino Juan Antonio Nicolás Vicente, por haber sido ministro del sacramento, conferido en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, de Matapozuelos, con licencia de don Juan Moraleja, cura beneficiado de Preste en la misma.
Por la misma partida sabemos que el bautizado, Juan Antonio Nicolás Vicente, era hijo de Nicolás Arévalo, nacido en Matapozuelos y bautizado en la misma iglesia parroquial en 1695, y de Juliana de Velasco Moraleja, hermana de nuestro poeta historiador.
Dos datos más tienen importancia: los padrinos fueron don Juan de Velasco, abuelo materno del bautizado, y por tanto padre de nuestro poeta, y Micaela de Velasco, hermana del mismo.
De los cuatro miembros de la familia Velasco no se nos dice en ningún caso que sean naturales de Matapozuelos. Solamente se nos dice que los padres del bautizado eran vecinos de la villa. La exclusión del término «naturales» parece intencionada, en el sentido de significar que no eran nacidos en Matapozuelos, pues en otras partidas aparece junto al de vecinos.
El hecho insólito de que el bautizado lleve cuatro nombres, Juan Antonio Nicolás Vicente, parece que es signo de distinción, o social o de gusto, puesto que hay que considerarlo un caso excepcional en el libro de bautismos en que se encuentra la partida (2) .
En los libros sacramentales de la parroquia del Salvador, de Simancas, encontramos la firma de don Nicolás de Velasco Moraleja, beneficiado de Evangelio en la misma, hasta el 19 de enero de 1746, en que aparece su firma por última vez en una partida del Libro de Desposados y Velados (3).
Ulteriores consultas nos proporcionarían datos más precisos sobre la naturaleza y personalidad de don Nicolás de Velasco, con que satisfacer nuestra curiosidad, pero para nuestro propósito es suficiente conocer que el autor de la historia en verso de Matapozuelos fue un clérigo presbítero, nacido hacia 1690, familiarmente relacionado con Matapozuelos, si es que no fue natural o vecino de la misma villa. Cabe suponer fundada mente que si no nació en el pueblo, residiría en él algún tiempo, puesto que en algunos versos utiliza la primera persona, como si se tratara de uno más de sus vecinos.
La fecha de composición, sin mayores precisiones, puede situarse en torno a la década de 1730, pudiendo ser el poema en que se cantan las grandezas de Matapozuelos fruto de una larga estancia en la villa. o como tributo ofrecido con posterioridad al bautismo de su sobrino.
En todo caso. una muestra de poesía semiculta, para consumo local, propia del primer tercio del siglo XVIII. en que las letras literarias no rayaban en España a gran altura, porque. en general, se vivía del recuerdo decadente de nuestros clásicos. No sería nada aventurado pensar que la composición fuera escrita para alguna fiesta de la villa. en la que tuvieran lugar recitaciones de este tipo, junto a alguna representación dramática, al estilo de las antiguas loas teatrales. Esto explicaría el tono ditirámbico, el recuerdo de sus antigüedades no precisadas, la descripción de la villa y el tributo al gusto popular, evidente en el tono concesivo de muchas de sus expresiones.
El conocimiento de la historia y de la métrica que muestra el autor de Relación de las grandezas de Matapozuelos, no excede el nivel de una erudición rudimentaria. Sus cualidades como poeta tampoco sobrepasan las de un mediano versificador de oído, y éste no muy afinado, que emprende un glorioso intento, pero sin contar con las prevenciones necesarias para llevarlo a cabo felizmente.
No obstante. logró componer una serie de cerca de trescientos versos de arte mayor, alcanzando algunos momentos felices de su relato, por la fluidez de algunos versos y por la musicalidad de algunas rimas.
Ya se ha indicado que el propósito del autor fue utilizar el endecasílabo en dísticos de rima consonante. Forma estrófica elemental pero sonora, propia para una recitación pública, como señalábamos antes. La monotonía de esta forma única se quiebra con la combinación del heptasílabo, especie de verso que tiene la virtud de variar el paso del ritmo poético. La evidente irregularidad que se percibe en el texto leído, en una recitación dramatizada quedaría muy paliada por la modulación de la voz del recitador, que podría disimularla fácilmente, sin que el poema perdiera en ritmo y musicalidad. Esto facilita la hipótesis antes indicada de la finalidad festiva o dramática para la que el autor pudo componer, quizá apresuradamente, esta Relación de las grandezas de Matapozuelos.
Es de notar que el autor utiliza la palabra Relación y no la de Historia para el título. Ciertamente que la usa como sinónimo de historia, a la que hace referencia en la introducción del poema, pero en el título se muestra modesto y prefiere la más humilde de relación. Y también la más apropiada. sin duda.
Efectivamente, en el cuerpo del poema relata los tiempos heroicos de la lucha contra los invasores. cuyo protagonista es un mítico Esceva; la cristianización llevada a cabo por Santo Toribio; la época de despoblación y repoblamiento de la villa, y el estado ya consolidado de la vida en el marco urbano y social en tiempos del autor. Son temas claves, elevados a la categoría de «grandezas» por el procedimiento de la exaltación de sus cualidades, aunque se trate de las pequeñas glorias del lugar.
Cuando tantas cosas se han perdido o permanecen ignoradas, esta muestra de aliento poético merece ser conocida y conservada, lo cual creo que justifica su impresión. Corregido de estragos propios de copistas y presentado en la forma más correcta, a continuación se reproduce su texto, indicando en nota algunas peculiaridades dignas de ser anotadas.
RELACION DE LAS GRANDEZAS
DE MATAPOZUELOS. ANTIGUA VILLA
DE CASTILLA LA VIEJA
Por
DON NICOLAS DE VELASCO MORALEJA
Para explicar las grandezas de esta villa,
que Matapozuelos llaman en Castilla,
es menester lengua más que humana,
y que dijese ufana,
sin exageración ni rodeos,
las victorias tan grandes y trofeos
que algún tiempo alcanzó de los romanos,
cuando entraron por Castilla ufanos.
Unos cuarenta mil hombres eran todos:
romanos, suevos, vándalos (4) y godos.
Pusieron sus reales en Adaja,
sus márgenes les sirvieron de mortaja.
Contaréte la historia como ha sido,
si prestas atención y grato oído.
Estaba esta gran villa a la otra parte,
dispuesta con primor y con tal (5) arte,
fundada por Cenovia, hija tercera,
descendiente de la casa de Baviera,
con castillos, fosos y murallas,
torreones, flechas (6) y otras vituallas,
según dice Morales en su historia.
Era, en fin, un recuerdo de la gloria.
Llegó, pues, la gente referida,
y queriendo hacer su acometida,
a batir comenzaron las murallas:
asestaban los arietes los canallas
de tal suerte, que abrieron una brecha .
cerca del torreón de a Juan Derecha,
pensando se rindiese,
y que no había nadie se atreviese
a oponerse a sus fuerzas desmedidas,
pues ya España las tenía conocidas.
Pero en la brecha se plantó un vecino,
y para defenderse, así convino
Alábale Lucano (7) de valiente,
pónele por terror de aquella gente.
Esceva se llamaba el afamado,
en armas militares tan versado
como bien lo publica aqueste (8) caso,
que entre tantas grandezas va de paso.
Cogió en la diestra un alfanje corvo (9)
para herir al enemigo sin estorbo;
en la siniestra, un acerado escudo
que, aunque en él diesen flechas a menudo,
a todas resistía su pujanza,
y por eso muy digno de alabanza.
Vestido de malla, peto plateado,
el frontache (10) de púrpura y brocado,
coronada la sien de ricas piedras,
por gloria a un tiempo de laurel y hiedras (11),
que aun en esto descubría luego
de un pecho ardiente el encendido fuego.
Subieron a apoderarse de la almena,
pero Esceva de tal suerte les enfrena,
que conforme subían al postigo
partía de cada golpe un enemigo.
Tantos fueron, en fin, los que cayeron,
que si no fueron diez mil, los excedieron;
de tal suerte, que todos ya temblaban
y subir a la almena ya no osaban,
pues mirando la sangre derramada,
toda aquella gente desmayaba.
Esceva al enemigo le decía:
«¿Dónde está ya vuestra valentía?
Yo solo basto a deshacer la gente,
aunque me traigas más que la presente».
Cuando mirando a Esceva estaban todos,
porque fuese la victoria en todos modos,
los vecinos abrieron una puerta
y dejando a la villa ya desierta,
se fueron a buscar al enemigo.
En fin, de todo el cielo fue testigo.
Apenas enfrente de él se miran,
cuando por la victoria conseguir aspiran.
Muéstranse los vecinos muy valientes,
acoméntenles todos impacientes.
Quedó el campo por suyo,
y con aquesta (8) hazaña aquí concluyo.
A buscar a Esceva fueron todos
y de verle en su puesto le dijeron:
«¡Oh, invicto héroe! Ya el campo está por nuestro.
El laurel y el despojo todo es vuestro.»
Pusieron a Esceva en un triunfante carro
e iba en él muy guapo y muy bizarro.
Aunque cansado del bélico ejercicio.
dejó a Marte el fiero sacrificio.
Aclamáronle luego por valiente.
por invicto y esforzado de su gente.
Unas cajas hicieron muy profundas.
y con bueyes uncidos con coyundas
arrastrando llevaban a los muertos.
Pero ¿qué seria verlos yertos
a los que con soberbia y arrogancia
fueron el terror de España y Francia?
En los pozos y zanjas los echaron
y cubiertos de tierra los dejaron.
sin quererse aprovechar de sus libreas,
que no era bien sirviesen de preseas
a quienes por la patria pelearon.
Mudó el lugar el nombre desde ahora
por mandato de Cenovia, su señora,
la cual, como otra Elena,
se mostró en la batalla muy serena,
que aunque dos flechas la hirieron el costado,
sólo de defender su gente fue el cuidado.
Desde entonces se llamó Matapozuelos,
aludiendo a los pozos y a los duelos;
que antiguamente Cenovia se llamaba,
y así por todo el mundo se nombraba
por respeto a su gran fundadora,
Cenovia de Baviera. su señora.
De esta batalla hace mención Morales
en el libro que intitula «Los anales».
Cien años antes que Cristo acá llegan
y del cautiverio del pecado nos liberan (12).
Mirad si tenemos desengaños,
como lo declaran los extraños.
de valor, de pujanza, de riqueza,
de antigüedad, de arolides,(13), de nobleza
y otras muchas grandezas que he callado,
que no es bien referirlas un vasallo.
Llegó la ley de gracia ya dichosa,
y más que la pasada venturosa,
pues viniendo Santo Toribio a España
aportó (14) a este lugar, y con gran maña
fue catequizando a sus vecinos,
y por varios modos y caminos,
al segundo sermón que el Santo dijo,
quedó el Evangelio en ellos fijo.
Siete iglesias fundó y en ellas puso
cristianas ceremonias, y en este uso,
en todas las iglesias que fundaba,
para que todos lo ejerciesen, lo dejaba.
Títulos dio a todas de María:
no puede haber mayor abogacía
que pedir a esta Reina Soberana,
de donde a todos nuestro bien emana.
El año de trescientos y sesenta,
quedó España desierta.
En veinte años no llovió en Castilla,
por lo cual se fueron a la orilla
del río Ebro, que los Pirineos
sus cristales participan con rodeos,
y en este tiempo todos desertaron
las amadas patrias que habitaron.
Quedó Matapozuelos sin vecinos:
fueron sus habitantes peregrinos
a tierras extranjeras,
que fueron de sus tragedias pregoneras.
Ya que Castilla tuvo agua bastante,
toda la gente se puso de levante;
y viniendo los vecinos a sus tierras,
hallaron a sus casas hechas sierras,
desolados seis templos de María,
sin aras, sin altar, sin clerecía...
En fin, pecados nuestros fueron
los que de aquesta suerte nos pusieron.
De la Madre de Dios un templo solo
encontraron aquí, único Apolo (15)
es el que hasta ahora persevera,
cuya imagen de María se venera,
pues en ella experimentan maravillas
pasajeros, vecinos, las Castillas...
Quedo corto en esto, y así digo
que ese sagrado templo es testigo,
pues todas sus paredes vemos llenas
de cuadros, de muletas, de melenas,
de brazos y piernas que ha restituido
esta Soberana Señora a su sentido.
Celébranla su fiesta por septiembre,
y fue muy acertado se le celebre
de esta Reina en este mes, su cuna (16),
pues de ella vino al mundo su fortuna.
Un lugar reedificaron más abajo
con muchísima penuria y gran trabajo.
Fundaron una iglesia muy lucida
y tiene por patrona recibida
a Santa María Magdalena,
aquella tan hermosa Filomena (17),
la que a los pies de Cristo arrepentida
pudo recuperar la eterna vida.
Su fiesta se celebra con novillos,
con danza, con sermón y con corrillos
de gente forastera que aquí viene (18)
y en bailes y otras fiestas se entretiene,
alabando a Dios por la alegría,
que con los vecinos celebran este día.
Tiene este templo muchísimos altares,
ornamentos costosos a millares,
la caja de la iglesia muy curiosa,
con tres naves y una torre hermosa,
que si se acaba será una maravilla
más vistosa que la Giralda de Sevilla.
Tiene los patriarcas de la religión;
en la capilla mayor con su blasón
todo el apostolado;
en el cuerpo de la iglesia está colgado
el púlpito de hierro;
lápidas muy costosas al entierro,
los dos colaterales de María,
que es bien que a los lados haga guía
para subir al cielo,
sin que cueste trabajo ni desvelo.
Síguese después el Crucifijo,
Y a Jesús tiene enfrente,
que más que el sol está resplandeciente.
Dejo a Bruselas, Santiago y a la muerte (19),
que no quiero cansar de impertinente.
El coro, muy curioso:
órgano, aunque pequeño, armonioso;
libros de coro, mejor que en catedrales,
que no dudo costaron mucho reales.
Tiene también muchas cofradías.
Celébranse con regocijo y alegrías.
De Preste, tres beneficiados;
tres de Evangelio, de Epístola y de Grados.
De estos se elige un cura,
que apaciente sus ovejas con cordura (21).
Tienen todos ellos una renta,
aunque de toda ella se descuenta
la tercia, que los dominicos allí tienen,
con que el colegio de San Gregorio le mantienen.
Vamos también a los vecinos y a la villa,
que es también otra grande maravilla.
Hagamos de la planta anatomía,
luego se irá al gobierno y policía.
En una planicie está la villa,
de lo mejor que se halla en Castilla.
Hay un palacio que se conoce ha sido
en todas sus oficinas muy cumplido.
En este lugar hay una ermita,
que en ámbito pequeño deposita
a Cristo, nuestro Bien, crucificado,
y por nuestras culpas lastimado,
y apenas imploran su clemencia,
cuando luego experimentan su potencia.
Tiene la villa tres capaces plazas,
todas dispuestas con muy buenas trazas.
Enfrente del palacio está la una.
Ya la pobre ha corrido su fortuna,
por estar entre corrales y cochera
y estar de la villa casi fuera.
La llamada de la Olma es la segunda.
En ella hay juego de pelota y barahúnda,
pues los dos casinos allí moran,
donde todas las novedades se atesoran.
La tercera plaza y más donosa
es donde se vende toda cosa,
digo, de frutas, de cántaros y cestos,
por tener sigilados allí puestos (22).
Hay en los dos cantones
para todos los pasajeros dos mesones,
casa para los curas,
y para que se diviertan, con pinturas.
Consistorio en tres arcos boleados;
encima balaustres torneados,
donde van los justicias a sus juntas:
allí tienen sus respuestas y preguntas.
Para poner vergüenza, hay empotrados
abajo dos argollas a los lados.
La cárcel hace esquina al consistorio;
y para que sepa el territorio
el gobierno de su familia y casa,
hay un reloj para vivir con tasa.
Aquí corren los novillos y los toros,
aquí donde se juntan los tesoros,
pues está la panera de la villa,
y el lagar de la iglesia, allí a la orilla.
La casa del colegio es un palacio.
En ésta necesito más espacio,
pues en ella se encuentra lo primero
con la efigie del venerable Fray Mortero,
doctor en toda ciencia,
que murió siendo Obispo de Palencia.
Tiene unas paneras muy cumplidas,
con sus buenas entradas y salidas,
salas bastantes para dormitorio,
y para decir misa, un oratorio (23).
____________
(1) En la primera se refiere a la Historia y en la segunda a los Anales, pero lo más seguro es que fuera Antigüedades de las ciudades de España la obra que tomó como fuente de información para Matapozuelos. Ambrosio de Morales, cordobés (1513-1591), defendió enérgicamente los Anales de Zurita, en su Apología de los Anales continuó la Crónica, de Florián de Ocampo, en su calidad de cronista de Castilla, y añadió 15 discursos a los libros de su tío Fernán Pérez de Oliva. Lo mas probable es que nuestro poeta utilizara las Antigüedades solamente, o tal vez una miscelánea antológica de los escritos de Ambrosio de Morales.
(2) Matapozuelos, Libro de bautizados de la parroquial de Santa María Magdalena, 1 de mayo de 1726 a 11 de marzo de 1759, fol. 22 r. .
(3) Simancas, Libro de desposados y velados, 1730 a 1774, fol. 43 r.
Don José Mª Arévalo Arévalo, en su reciente libro Matapozuelos. Historia y Arte (Valladolid, 1987, pág. 177), ofrece algunos datos más sobre don Nicolás de Velasco y su familia, exhumados del Archivo Histórico Provincial y Universitario de Valladolid.
(4) En la copia "Bárbaros", pero parece más propio "vándalos, en consonancia con los pueblos que menciona.
(5) "Tal", con evidente valor de "gran".
(6) "Flechas". No se refiere al arma arrojadiza que se dispara con arco o ballesta, sino a la obra de fortificación que se compone de dos caras y dos lados y que se construye en tiempos de guerra para dificultar los aproches, en los ángulos entrantes y salientes del glacis o declives de los muros.
(7) Entre los pueblos bárbaros que menciona, la casa de Baviera, a la que pertenece Cenovia, la fundadora del lugar, y Lucano, que alaba al héroe Esceva, hay una palmaria distorsión de la cronología histórica, que parece confundirse anacrónicamente. Al menos, la imprecisión es evidente y lleva a la confusión.
(8) Arcaísmo apropiado para la medida del verso.
(9) Arma de origen oriental, que parece anacrónica aquí.
(10) Salvo mejor opinión, término inusitado, formado sobre la raíz "front", de donde se derivan "frontal", "frontalete", etc. Podría ser un vulgarismo afrancesado, usado por frontal, como cinta de protección y adorno de la frente del guerrero.
(11) En el texto copiado se repite inexplicablemente "piedras", pero parece convenir mejor "hiedras".
(12) En la copia "libran", pero es disonante.
(13) Término inusitado en castellano.
(14) Con sentido de arribar o llegar a un lugar.
(15) Entre las ruinas, el templo que se conserva en su integridad y belleza luce como un dios Apolo, distinguido en la mitología griega como el dios de la hermosura deslumbrante.
(16) Refiérese a la festividad de la Natividad de la Virgen, que se celebra el día 8 de septiembre.
(17) En la mitología griega., mujer desventurada, a quien los dioses convirtieron en ruiseñor, cuyo canto es un dulce lamento.
(18) En la copia, "que allí viene". La contradicción entre el adverbio y el verbo es evidente. Puede explicarse por dos vías: una, la más palmaria, que "viene", en lugar de "acude", o “llega", correspondiendo al adverbio, se acomoda a la rima. Otra, que en lugar de "allí", deba figurar, corno lo interpretamos en la corrección del texto, "aquí". Una tercera se presta a una interpretación más recóndita, pero más ilustrativa: que el autor, inconscientemente revela, por la utilización del adverbio "allí", que está escribiendo esta composición fuera de Matapozuelos, lo que confirmaría que no era natural o residente en la villa cuando escribe.
(19) Este verso presenta dificultad para su comprensión, aunque puede referirse a tres elementos concretos del templo, denominados con terminología familiar para sus habitantes.
(20) En el texto, "que mejor que catedrales", pero el sentido parece exigir que sea como lo ofrecemos mediante la adición de la preposición "en".
(21) Cuando el autor bautizó a su sobrino, y sin duda cuando escribe el poema, el cura de la parroquia era Don Juan Moraleja, beneficiado de Preste.
(22) La interpretación de este verso puede ser doble: que en la plaza había puestos sigilados o sellados, con sentido de reservados para los vendedores, o que en lugar de "sigilados, deba ser "vigilados", indicando que los puestos de los vendedores que había en la plaza tenían una vigilancia habitual durante las horas de mercado.
(23) Evidentemente el poema concluye sin la conclusión casi obligada, como final. Tal vez los escribió así, y así quedó. Tal vez, tuvo una. continuación y un final conclusivo que no han llegado en esta copia.