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La palabra brindis -del alemán «ich bringe dir es»-, es, dentro de la cultura oral, algo más que un término amistoso con el que se invita a beber. Es un género. Hay cientos de ejemplos diferentes que podrían avalar esta tesis y demostrar la existencia de varios tipos característicos dentro del mismo modelo. Su uso es antiquísimo y ya Cobarruvias, en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española, alude a una mención de Cornelio y Tácito sobre esta forma de celebrar de los tudescos en sus convites, bodas y juntas. Según él (1611) se dice «brindez», aunque ya Quevedo utiliza claramente «brindis».
Suelen tomar éstos forma poética, si bien existen también en prosa y en algunos casos (para aumentar la dificultad de pronunciación -que se acrecienta bebiendo- o para animar a la participación) como trabalenguas o temas acumulativos. Entre los distintos modelos que se observan se podrían destacar tres.
1. Aquellos que convidan a beber y que sirven de justificación a la reunión, a la amistad o al simple trago; « Bienvenido seas, vino / hijo de la cepa tuerta./Tú que te quieres meter/y yo que te abro la puerta». O «un gato subió a una parra/y la parra abajo vino/y vino sobre nosotros/y sobre nosotros vino».
2. Los que sirven para manifestar un deseo (de felicidad, de desdicha, de olvido, de beber gratis, etc.); «El cuco canta en la tierra/y la gaviota en el mar/y yo canto en la taberna/pa beber y no pagar». O «Brindo y bebo/y al que no beba que se le sequen los huevos».
3. Los que alaban los propiedades del vino, hablan acerca de su linaje o advierten lo que le puede suceder a quien lo ingiere en demasía. Estos pueden ir en primera persona; «A mi madre llaman cepa/ y por apellido Viñas/y a mí cuando me pisaron/me metieron en la tina». En segunda persona; «Oh vino, rico licor / criado entre verdes matas / a cuántos hombres de bien/les haces andar a gatas». O en tercera; «El que bebe se emborracha/el que se emborracha duerme,/el que duerme no peca/y el que no peca va al cielo./Y puesto que al cielo vamos, bebamos».