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Venid conmigo todos cuantos gustais de ver y oír lo antiguo, aquello que fuere y será rejuvenecido, ley y norma en ciudades, pueblos y aldeas, para admirar la «sapiencia» de aquellos que, sin los medios culturales de ahora, nos dan lección de trabajar, de laborar, de dedicación plenísima en Su oficio con matices y normas excepcionales.
Subamos al amanecer, entre dos luces -entre dos claros, como decimos los valencianos-, a la torre Catedralicia de nuestra Seo, Basílica Metropolitana de Valencia, símbolo y añoranza de cuantos nacimos aquí en las esplendideces, excesivas, de un sol radiante casi siempre.
Tras doscientos...peldaños recios de piedra llegamos a lo alto de esta torre llamada el Miguelete por cuanto su construcción se empezará el 29 de septiembre de 1381, festividad del arcángel San Miguel...Tiene doce campanas más las dos situadas bien visibles en lo más alto, que eran las que sonaban de cuarto en cuarto de hora.
Aun no salió el sol. Hay coloraciones sobre el horizonte clarísimo de nuestro cercano Mediterráneo, mas el astro rey no apareció.
Oigamos desde aquí, otrora punto culminante de la ciudad, el toque del Angelus: tres sonidos secos con vibración interminable, potentes...y luego el reproducirse en las diversas torres parroquiales, bien visibles desde aquí. Y allá, un tanto en lontananza, torrecillas, espadañas, reducidos altos donde se albergan campanillas en ermitas de los cercanos pueblos de la huerta...
Nítido aparece el sol. Apenas salido dora y va quemando su resplandor, mas antes de que se enseñoree del azul valenciano, subamos un poco más alto. Sobre la terraza de esta torre asimismo de piedra soporte para dos campanas que con su sonar daban a la ciudad la alegría y norma del tiempo, ¡qué visión de ciudad, huerta, caseríos, alquerías, barracas, mar, montes...! Algún convento muy mañanero avisa a Comunidad de religiosas y vecinos los iniciales actos de la Santa Misa.
Unos intervalos de silencio casi completo.
Y ya la calma empezará a extinguirse cuando las diversísimas parroquias, centros religiosos...van en tropel anunciando misas, conmemoraciones, bodas, funerales...
Vueltos hacia el mar admiremos la bella torre casi tan elevada como ésta nuestra catedralicia, como todas las demás parroquiales, de San Esteban, repleta de historia y aun luego de las destrucciones de 1936 efectuadas en casi todos los templos con aniquilación a veces completísima de todo su tesoro escultórico, pictórico, y los mismos bronces sagrados...Aquí unió en Santo Matrimonio el Cid Campeador a sus hijas; Lope de Vega asimismo unióse en santa unión, y fueron bautizados Vicente Ferrer y Luis Bertrán.