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II
FEBRERO
Con paso cansino, los ocho ancianos toman el camino del pago de Valdelagares. Hay continuo ajetreo arroyo abajo El agua canta, escasa y espumosa, al compás de la rueda de cangilones de los lagares, de los viejos molinos aceiteros. El mes de febrero se despereza lentamente por la Alta Extremadura...
Los ocho viejos forman caraba junto a los chiquéruh del lagar de Loh Caletríuh. Hay allí una buena solana. Pican los rayos más que en enero. Ti Avelino Domínguez hace visera con la palma de la mano y exclama:
-No marra el refrán: «en febrero, busca la sombra el perro».
Ti Miguel el Pilongu matiza el adagio:
-Eso dice, pero también aquello de «un rato, pero no el día entero». si no, aguardad a que pardei, veréis entonces el resenciu que corre.
-¡Ma que tú! -exclama ti Alberto el Lobo-. Más valdría que jarreara agua, que hogaño poca es la que ha caído. y bien dicen los antiguos que «si no llueve en febrero, ni buen pan , ni buen baleu». Ni casi se pueden romper los olivos, que ahora debería darse esta primera labor de arada. Más que duro está el terreno...Y mala seña es también que aún no hayan venido las cigüeñas a encaramarse en la torre de la iglesia, que el refrán es bien preciso: «Por San Blas, cigüeñas verás. Y si no las vieres, mal año fuere».
Sigue canturreando el agua del arroyo, que no baja muy crecido por estos febreros. La vida del lagar es todo un mundo. Es el rito de la aceituna el que cobra vida a lo largo de todo el mes de febrero (1). El eco de los golpes del hacha sobre encinas y olivos llega hasta las propias paredes del lagar. Aún no ha terminado el ramoneo que comenzó el pasado enero. Por los huertos, raciónih, genálih y cáchuh que asaltan las lomas que cabalgan más allá de las orillas del arroyo, hay todo un hervidero de gentes. Hay quienes siegan forraje o arrancan nabos, a fin de preparar el terreno para la siembra de patatas, que será alrededor de San José (19 de marzo) .Otros arican las habas, arándolas superficialmente y procediendo a su escarda. Todo un mar de campesinos se dobla, bajo un ritmo secular, sobre la tierra, que, al igual que antaño, sigue siendo furibundamente parda.
Basiliso el Boyero lía un deforme cigarro. Sus dedos, fuertes y de uñas remachadas, aprietan con parsimonia las hilachas de tabaco.
-...Y estamos en el mes más corto del año. La copla lo dice: " Treinta días trae septiembre con abril, junio y noviembre; los demás, treinta y uno, menos febrero mocho, que sólo trae veintiocho». Y menos mal que este año no es bisiesto, que de serio, habría que pensar aquello de «año bisiesto, el apaño hecho».
-Bueno, Basiliso -interviene ti Juan el Gacho-, ya tenemos encima las fiestas de San Blas. Pero antes tendremos que celebrar La Candelaria, que siempre se dijo:
«Santa Brígída el prímero;
el segundo, Candelero;
y San Blas, el principal,
se queda en el tercer puesto.»
Y como es costumbre. soltarán, en Las Candelas, las palomas por la iglesia, y le llevarán un roscón a la Virgen, y harán una procesión en derredor del templo...Y ojo con que se apague la vela que lleva la Virgen, que si así ocurre, nada más habrá que males y desgracias a lo largo de todo el año...
Ti Cetu, al que llaman el Alcaldi de la Cuéhta, tercia en la conversación y refiere:
-Mi padre, que en paz esté, me habló de que esta fiesta de La Candelaria es muy celebrada por otros pueblos de esta parte de la Extremadura. Por el lado de Las Jurdes, en el lugar de Las Calabazas, que hoy le dicen Caminomorisco, le cantan, en este día, muchas coplas a Nuestra Señora:
«Dadnos licencia, Señor,
para entrar en vuestra casa;
confesaremos tu nombre
muy humildes a tus plantas.
Al señor cura rector,
que gobierna en esta casa,
también pedimos licencia
con petición muy cristiana.
En la Ley de Moisés
ninguna mujer entraba
al templo santo de Dios
sin estar purificada. .. »
En otros pueblos de Las Jurdes, por el río de Los Casares, le entonan otros cantares:
«El primero. Santa Brigida;
el segundo, Candelero.
Salió María de su casa
a cumplir los Mandamientos.
con el su niño en los brazos,
que bien se lo podéis verlo.
Cuarenta días, Señora,
estuvisteis recogida
en el Portal de Belém,
cumpliendo la Ley Divina.
María cuando va a Misa
lleva tórtolas y velas,
y por eso la llamamos
María de Las Candelas... »
Y por Arroyo del Puerco, que ahora se llama Arroyo de la Luz, cantan el día de La candelaria las «Coplas del Pandero». Algunas de sus letras dicen así:
«Eres alto y buen mozo,
como un castaño.
Tienes buena madera
para un escaño.
Ese mozo que baila,
baila a saltillos,
y cuando se mueve,
enseña los calzoncillos. »
Se está a gusto en la solana del lagar de Loh Caletríuh. El sol de la media tarde va perdiendo pujanza y se vuelve de un amarillo pálido. Los chavales de la escuela vienen corriendo calleja abajo. Traen una enorme rebanada de pan en sus manos. Vienen a tostarlas al lagar y, después, remojarlas en el aceite residual, al que llaman «aceiti de lah cabézah».
Ti Feliciano, el de ti Mena, saca unos lentes de un estuche agrietado, descolorido, demasiado sobado por los años. Se los coloca ante sus ojos grises y, desdoblando un recorte de periódico, comenta:
-¡Chachos! Mirad lo que me dio el otro día el maestro. Me contó que ahora, en el mes que estamos, se celebran los carnavales a lo largo y ancho de las tierras extremeñas. Y con tal motivo mandó a los papeles este recorte que tengo en la mano. Escuchad, que os lo voy a leer. «Los antruejos, pese a las drásticas prohibiciones de la dictadura franquista, se han venido celebrando por los pueblos del País Extremeño con mayor o menor fortuna, pero sin que se apagaran los rescoldos que, en años oscuros, dieron origen a estas fiestas.»
Habría que llenar cientos de páginas para hablar sobre el carnaval extremeño. Hay un sustrato común a otras partes, que es aquel que catapulta a la persona a trastocar el mundo, a darle la vuelta a todo...Se dice por esta tierra que «pol carnaval tó pasa». Por lo tanto, antes que se venga encima la Cuaresma (época de austeridades y sacrificios) todo el paisanaje da rienda suelta a los demonios encadenados que lleva dentro de sí, y procura que el instinto se sobreponga a la razón.»
Destacan, en el carnaval extremeño, arcaicas reminiscencias de culto al toro que, posiblemente, se entronquen con viejos ritos de fertilidad. Así, por Salvatierra de Santiago, preparan la «vaca-madroña», que se compone de unas andas de «cerniera», a las que se acopla una gran cornamenta de vaca. Todo el armazón va cubierto por una sábana También se le coloca un rabo de mentirijillas, así como un gran cencerro. A la «vaca-madroña» la suele acompañar el «chotino» que es un muchacho ataviado con una saya blanca, y que lleva la cara completamente tiznada. Tanto una como otro, van acompañados de dos personajes llamados «vaqueroS», que se atavían con zahones, sombreros, chaleco y faja colorada. Cada uno lleva una porra al hombro.»
Por Navezuelas, donde dicen que «en pasado San Antón, Carnehtoliéndah son», hacen «el toru» el martes de carnaval. Es semejante a la «vaca-madroña». En este pueblo son los quintos los que confeccionan este toro artificial. Mientras uno de los mozos va bajo las parihuelas, el resto realiza una cuestación por el pueblo, caminando siempre detrás del «toru». La gente les entrega huevos y chorizos. También en Serrejón hacen «la vaquilla», siendo protagonistas los quintos. Una escalera, que lleva una careta de corcha, provista de fuerte cornamenta, en su parte delantera, y todo este esqueleto cubierto por una manta, componen «la vaquilla». Por Navaconcejo. en el Valle del Jerte. también se habla de «la vaquilla»; pero aquí cada corrobla de mozos hace la suya. En Membrío, dentro ya de la reseca penillanura del Salor, hacen. igualmente, «el toro», que es acompañado por la mocedad, que no para de tocar flautas, caracoles y cuernos.»
Si nos acercamos a las tierras de Coria, veremos que en el pueblo de Pescueza preparan la «vaca-pendona». Esta vaca de mentirijillas lleva un rabo de trapo, muy largo. que los mozos introducen en agua sucia, pegando «rabicházuh» a la gente. En Valdeobispo fabrican la «vaca-romera». Por Santibáñez el Bajo, ya dentro de la antigua Comunidad de Granadilla, los quintos preparan la «vaca-antrueju». que tal y como acontece en casi todos los otros puntos, acomete con furia inusitada a las mujeres, sobre todo a las que están mozas.»
Carraspea ti Feliciano, el de ti Mena, para de leer. se quita los lentes y se refriega los ojos.
-Ya se me cansa la vista leyendo los papeles. Me entra un lloreo y se me nublan los ojos; todo lo veo borroso...Los años le desgastan a uno las pestañas.
-¡Déjalo para otro día! -interviene ti Juan el Gachu-. Todavía no llegaron los carnavales, y nosotros ya no estamos para esos trotes. Nosotros ya retozamos bastante. Y no marra el refrán: «Quien retoza en los antruejos, marcas tiene en el pellejo.» En fin, dejemos la lectura y aballémuh lah ánculah para arriba, que parece que el sol se quiere ir ya escondiendo...
Los ocho viejos toman la calleja arriba. La tarde se va desnudando de sus colores de aceitunas, y se viste de pizarra, de frías ramas de higueras y de humos que rehilan por las bocas de las chimeneas. Dos o tres pardales revolotean y parecen remojar sus alas en las aguas de la charca del ejido comunal.
-¡Ordiga! ¡Mirad los pardales! -exclama ti Miguel el Pilongo-. Mejor señal de agua que ésa no hay ninguna otra. Y si no, mirad también allí, junto a aquellas ehterquérah que están al pie del corral de Marcos el Fraile. Mirad cómo las gallinas escarban y se revuelcan...
-A lo mejor ahora nos va a cambiar el tiempo, que buena falta nos hace -tercia ti Avelino Domínguez-. Aunque bien es verdad «que no hay mejor señal de lluvia que cuando llueve»; sin embargo, hay otras muestras de que el agua anda cercana. Así, cuando los sapos y las culebras se echan, de noche, a los caminos, no estará muy lejos el agua. Lo mismo se puede decir cuando remecen continuamente los campanillas las ovejas, o cuando éstas se quedan, de pronto, tranquilas y serenas. Y si florecen las gamonítah a destiempo, es otra buena señal; igual que si las babosas salen a lo húmedo y no paran de moverse de un lado para otro. Y hay más muestras, como cuando las hormigas comienzan a juricheal y sacan todo el grano que guardan en los hormigueros, o cuando se arremolina el humo de la chimenea, se lavan la cara los gatos, se pega la ceniza en la jornija, o el agua de los regatos produce mucha ehpumarajera.
-Los cambios del tiempo -dice ti Cetu- quien mejor los barrunta es la mi chinohtra. Cuando llegan los cambios, parece como si un tabarru me estuviera a todas horas zumbando entre los sesos. Cualquier día de estos pega el ehtampíu y vamos a parar al jochi.