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Al pueblo de Tejada de Tiétar
Voy a referir unos hechos que tuvieron lugar en Tejeda de Tiétar acerca de la Virgen de la Torre y su ermita.
De manera casual en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres accedí a un legajo del año 1791, correspondiente a la visita que realizó el señor don Melchor Basadre "del Consejo de S. M." a la villa de Texeda; en este documento se da cuenta de la situación, economía, agricultura y de otros muchos detalles sobre el pueblo. También se incluyen las cofradías existentes y ermitas; éste es el apartado que nos interesa, donde se menciona la ermita de la Torre y su imagen.
Después de este hallazgo y de las consultas que hice en el archivo de la iglesia con la ayuda del párroco, don Pedro Lobo, he podido recomponer una aproximación de su historia.
La primera mención que conozco que se haya hecho sobre la Virgen, la leí en el libro Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia, escrito por Fray Alonso Fernández en el año 1627; dice textualmente: "Ermitas de mucha devoción de la advocación de nuestra Señora (y entre una amplia relación aparece): en Tejeda, nuestra Señora de la Torre" (1). Pero sabemos ciertamente que la ermita se construyó un siglo antes por lo menos, entre 1523 y 1559. Durante estos años el obispo don Gutierre Vargas de Carvajal ocupó la silla episcopal placentina. Fue famoso por sus obras realizadas en toda la Diócesis: Don Benito, Cuacos, Mirabel, Trujillo, Tejeda, etc.; se dice de este obispo que era "una notabilidad en el arte de construir" y "sapientísimo en este arte", muy "entendido en arquitectura" (2), lo que justifica el sobrenombre del obispo-arquitecto.
La iglesia parroquial de Tejeda fue ampliada sobre la ya existente en el segundo cuarto del siglo XVI (3) en tiempos del referido obispo, cuyo escudo de armas del linaje Carvajal, banda en sable (una banda cruzada en la bordura del escudo), se encuentra esculpido y policromado en la gran nave central de la bóveda de crucería, que cubre la Capilla Mayor; y más completo se puede observar en la cenefa de los lienzos que decoran la parte superior de las paredes de la iglesia: dividido en dos mitades, figuran unas ondas del linaje Vargas en la parte izquierda y la banda de Carvajal en la derecha.
De igual manera aparece, en la piedra clave del arco de entrada de la ermita, un relieve toscamente tallado que reproduce el escudo del obispo placentino: el sombrero de prelado con los cordones de tres nudos rodeando la bordura y una banda en sable en su interior. (Ver fotografía nº 1). Lo que nos permite afirmar que a mediados del siglo XVI la imagen de Nuestra Señora de la Torre en la ermita ubicada en el lugar que actualmente se conoce por "prao de la ermita", dentro de la dehesa que lleva el mismo nombre, "Torre de Paniagua". Se encuentra situada enfrente del Km. 1, a unos 300 m. de la carretera que conduce a Bazagona desde el cruce de Vallejera, en término de Gargüera. (Ver plano de situación).
También tenemos que considerar, para encontrar el primitivo origen, que la talla de la imagen es de estilo románico, del siglo XIII o principios del XIV; por lo que es de gran estima y valor, y como escribe el profesor Montero Aparicio "podemos considerarla una de las mejores obras de su género en la región extremeña y, desde luego, la más antigua escultura exenta de la comarca de La Vera" (4).
Es de madera policroma da en oro, como se puede comprobar por los pequeños desconchados de la pintura en tonos azules y rojos intensos que recubren la Virgen, adulterando el arte y el estilo originario. Es de pequeñas proporciones, mide aproximadamente 80 cms. de altura y 25 cms. en la parte más ancha. Se conserva la imagen algo deteriorada. Aparece en posición sedente (sentada de frente) sobre un pequeño escabel (taburete) sin respaldo: la mano izquierda de la Virgen sujeta fuertemente al Niño por el brazo; el Pequeño, al que le falta la mano derecha, se apoya en la rodilla izquierda de su Madre; la otra mano de la Virgen en posición ofrendante lleva una manzana, otros del pueblo me decían que era una naranja, pintada de un fuerte color rojo, igual que el Niño. Estos frutos (manzana, naranja, higo, pera, etcetera) pueden interpretarse como símbolos de generosidad, fecundidad..., tal vez consecuencia de la influencia pagana. El artículo "¿Por qué la manzana?" del profesor Sánchez Salor de la Universidad de Extremadura nos puede ayudar a comprender mejor este significado (5). La corona nos recuerda el arte de orfebrería visigótico. Los escasos pliegues de la túnica y del manto caen rígidos y nada airosos, característica propia de las esculturas románicas; lo mismo que la expresión de la Virgen con los ojos muy saltones, como dos puntos pintados de negro, las cejas muy arqueadas y la mirada perdida a lo lejos, muy distante del Niño que lleva en su regazo; más bien hace de trono que de madre.
El Niño presenta el mismo aspecto, con una cara muy infantil.
Si nos percatamos un poco, observaremos cierta tristeza en sus semblantes.
Verdaderamente la belleza artística aparece sobre todo en la Virgen con unos rasgos de estilo románico e ingenuidad primitiva que la hacen única.
Por lo tanto después de estudiar la talla y entender que se trata de una imagen de los siglos XIII, XIV, tenemos hasta el siglo XVI, que se edificó la antigua ermita, dos centurias de las que no hemos recogido ninguna información. Pero podemos aventuramos a formular las siguientes hipótesis: o bien puede ser que posteriormente a la fundación de Plasencia por el rey castellano Alfonso VIII en el año 1186 (6), dentro de cuyos límites y jurisdicción quedará La Vera, según la asignación de términos concedida por Alfonso el día 8 de marzo de 1189 (7), es decir, al final del siglo XII; los habitantes de esta comarca, como testimonio de la religión que profesaban y en agradecimiento a la Madre de Dios, o para resarcirse de la represión de los dominadores iconoclastas, construyeron una primitiva ermita de dimensiones pequeñas, acorde con la imagen que se talló entonces y que aún se conserva. Y puede que la edificación en estos desolados campos tomara forma de atalaya o torre erigida cual vigía en los caminos de las villas del contorno, y de aquí el nombre de Nuestra Señora de la Torre.
Una teoría comprensible para entender esta tradición, que posiblemente se iniciara hacia el siglo XV, sería creer que fue una consecuencia de la cristianización de un templete dedicado a una diosa o dios pagano que originariamente en un asentamiento romanizado se construiría, como "la ermita de la Magdalena que ocupó el templo romano construido junto al puente" de Alconetar -según Domingo Sánchez Loro: Trasuntos extremeños. Cáceres, 1955-, y la ermita de Nuestra Señora de Portera: "Se trata de un pequeño recinto, que pudo ser templo romano", según dice Fco. Fernández Serrano: "Las ermitas de Garciaz", Estudios dedicados a Carlos Callejo...
Lo prueban las piedras de cazoletas incrustadas actualmente en los muros este y oeste de la vieja ermita, y los fragmentos de tégulas, molinos circulares, cerámica, tumbas excavadas en la roca... que hemos localizado en los alrededores. Posteriormente con el obispo Carvajal se amplió el edificio, igual que se hizo con la Parroquia de Tejeda (a mediados del siglo XVI), puesto que en las dovelas del arco de medio punto de entrada se conserva grabado toscamente el escudo de armas de su linaje.
También podemos pensar, y esto será lo más probable, que la imagen se encontró enterrada, como otras muchas vírgenes; que con la invasión árabe eran llevadas por los cristianos en su huida junto con otras reliquias y riquezas, así han aparecido la Virgen del Puerto, la de Guadalupe, la de Fuente Santa en Zorita, etc., y cuando se veían perdidos, las enterraban para que no fueran profanadas por los infieles. Esta suposición nos parece muy posible, puesto que se fundamenta en una curiosa leyenda, la cual ha sido transmitida de generación en generación por tradición oral. Cuenta la leyenda que un toro errante vagaba en solitario lejos de la vacada, y lo hacía con preferencia por un determinado paraje del que no se apartaba en ningún momento, lo que intrigó al vaquero, y un día, llevado por la curiosidad, se acercó a aquel lugar y cuál no sería su asombro, cuando vio que el animal tenía ante sí descubierta, junto al tronco de un árbol, la sagrada imagen a la que "como amante caballero prestaba brava guardia". Otra versión, menos extendida, dice que la imagen fue descubierta por un labriego, mientras araba con la yunta de bueyes.
Una vez que fue hallada, en ese mismo lugar, que puede ser que se llamara por el linaje del dueño "de la Torre", se levantó una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de la Torre.
Pero sigamos con la historia basándonos en datos y documentos escritos. En el Archivo Parroquial figura un Libro de cofradías donde se lee: "En 1744 la Cofradía de Nuestra Señora de la Torre tenía las siguientes propiedades (enumera una larga lista de heredades y olivos repartidos por todo el término). En el Libro de becerro (llamado así por llevar las tapas de esta piel) fechado en 1769 también aparece: "La Cofradía de Nuestra Señora de la Torre cita en la Iglesia Parroquial de esta villa de Tejeda tiene la renta y hacienda siguiente (presenta una relación semejante a la anterior)"; en el mismo libro aparecen las cargas y obligaciones contraídas por la Cofradía: "Tiene la carga y obligación de mandar decir en cada año 25 misas cantadas, dos cada mes en el primero y cuarto domingo que componen 24 y la otra el día de San Agustín, esta ofrendada; y trece procesiones alrededor de la Iglesia: una en el citado día de San Agustín (28 de agosto) y las doce restantes en los cuartos domingos de cada mes. Cofradía de Nuestra Señora de la Torre cita en la Iglesia Parroquial de esta villa de Tejeda tiene la renta y hacienda siguiente (presenta una relación semejante a la anterior)"; en el mismo libro aparecen las cargas y obligaciones contraídas por la Cofradía: "Tiene la carga y obligación de mandar decir en cada año 25 misas cantadas, dos cada mes en el primero y cuarto domingo que componen 24 y la otra el día de San Agustín, esta ofrendada; y trece procesiones alrededor de la Iglesia: una en el citado día de San Agustín (28 de agosto) y las doce restantes en los cuartos domingos de cada mes.
La misa y la procesión de San Agustín se trasladó al domingo siguiente de la Natividad de la Virgen por acuerdo del Cabildo Catedralicio de Plasencia, año 1775.
Tiene la obligación de mandar celebrar una misa cantada de romería en su mismo altar y ermita el segundo día de Pascua de Resurrección y si el temporal no lo permitiese, en el segundo día de Pascua del Espíritu Santo (el Lunes de Pentecostés)".
Entre otras obligaciones, además de rezar una misa por el ánima de cada cofrade que muere, y pagar al sacristán 26 reales por cantar dichas misas y procesiones, "dar al santero en cada un año 1/2 arroba de aceite para que encienda la lámpara de la ermita todos los días festivos".
Hay otro Libro de cuentas de mayordomía, abierto el 8 de septiembre de 1774 en el que figuran ingresos y gastos hasta 1833 sobre romerías, misas, reparaciones, ganado, etc.; se dice, por ejemplo, que la imagen de la Virgen tuvo corona de plata y manto. La ermita tenía dos campanas, una grande y otra menor que era el esquilón; la mayor se adquirió el año 1778 y su hechura valió 724 reales. También pertenecía a la Demanda una casa-hospital para refugio de menesterosos, del que no cita su localización, pero suponemos que se trata del "hospitalillo" u "hospital de los pobres", que estaba situado en el "rincón del hospital viejo", en la calle de San Juan.
Añade el gasto que supuso su reparación: 468 reales, en este precio se incluye el coste de 350 tejas que se necesitó para reponerlas en el tejado de la ermita.
Según este libro la Demanda prosiguió dando culto a la Virgen y anotando gastos hasta el año 1833; finaliza: "24 reales recibidos por la función de Nuestra Señora". Pero parece ser, según dejó escrito el párroco don Miguel Arjona Bravo, que el año 1809 la imagen se trajo al templo parroquial, al ser este año cuando los franceses hicieron su entrada en el pueblo, concretamente el día de San Juan (24 de junio) y dice que en tal día el pueblo huyó al monte. Los franceses estuvieron por estas tierras con entradas y salidas hasta el mes de diciembre, según hace constar él mismo (8).
Todo esto nos hace suponer que desde 1809 hasta 1833 se conservó en la parroquia el culto a la Virgen, y aun perduraría la Cofradía. Después de este año, sabemos que por la ley del 2 de septiembre de 1841 en tiempos de la regencia de Isabel II, se dispuso la enajenación de bienes religiosos, la dehesa de Torre de Paniagua de 1.404 fanegas, que perteneció al Cabildo Catedral, curas de Plasencia y memoria de Ponce, se remató en la villa de Madrid el 23 de septiembre de 1843 en la cantidad de 300.000 reales a favor de don Joaquín Rodríguez Leal (9). Este señor, natural de Badajoz, residió la mayor parte de su vida en Madrid, donde se dedicó a la política; fue elegido procurador de su provincia en las Cortes Generales de 1836, y desde entonces representó a Badajoz en las Cortes, también durante el año que compró la dehesa (10). Según el profesor Juan García Pérez, que ha estudiado ampliamente Las desamortizaciones eclesiástica y civil en la provincia de Cáceres (1836-1870), lo incluiríamos en el grupo de la burguesía urbana, constituido por "negociantes-especuladores", quienes aparecen como uno de los colectivos más beneficiados por el proceso desamortizador (11).
Es de suponer que desapareciera la Cofradía después de la venta del "prao" y de las edificaciones, y anteriormente de todos sus bienes; sin embargo, se mantuvo la devoción a la Virgen de la Torre por las doncellas del pueblo, según se sabe por la tradición. Y es muy posible, añade don Pedro Lobo, que esta juventud piadosa fuera el origen de lo que es hoy las Hijas de María.
Para ratificar lo dicho, transcribiré unos textos sobre la cofradía y la ermita tomados del documental que hice mención al comienzo de este trabajo. Dice textualmente: "Otra cofrâ. de Nrâ. Sª dela Thorre; Tiene defondo en bienes Raizes seismil yseiszientos rr. En Resses Bacunas cuatromil yseiszientos rr. que todo compone onzemil y Doszientos r. Tiene Doze cofrades, suInstituto el dela Asistenzia á Diferentes festibidade sque tiene enel Discurso del año enla Igª Parrochial yReparos de una Hermita quetiene ála distanzia de una Legua de esta V .adonde sebenera la menzionada Imagen de Nra. Sª con titulo dela Thorre."
A la pregunta veintitrés se contestó lo siguiente: "Hay Tres Hermitas. Una adonde esta Nra. Sª dela Thorre dequeba hecha menzion. Dista de esta Villa una Legua; ysy el temporal lopermite yel Señor cura notiene otraocupazion ba_elsegundo Dia dePascua deResurezion á dezir una misa cantada ála que suelen asistir sus cofrades; y Aunque hay un Santero que Nombra el Ayuntamto. de esta Villa para que cuide del Aseo de Nra. Sª y su hermita no Reside en aquel sitio sino queba y biene cuando lepareze nezessario" (12).
La ermita ocupa una superficie de 10,30 m. de fachada, orientada hacia el poniente, como es común en todas; de largo mide 19,90 m., y a los 14 m. hay un estrechamiento que forma la cabecera. (Ver Planta de cota). Seis anchas dovelas labradas sin refinamiento y la hermosa clave forman una arcada de medio punto tapiada en la actualidad, que daba acceso al interior de la nave de gruesos paredones encalados., donde se aprecian restos de diferentes dibujos geométricos. (Ver las fotografías nº 3 y 4).
La casa del santero, sin interés artístico, se encuentra en ruinas, comprende un espacio rectangular de 10 m. por 8,75 m. dividido en dos mitades, y con una puerta a cada lado, es decir, formarían dos casas adosadas: una serviría de almacén y para los cofrades en los días de romería, y la otra para vivienda del santero. (Ver fotografía nº 5).
Ahora, nos queda por rellenar un vacío con nuestra imaginación y con las pocas palabras que hemos escuchado a nuestros mayores que, a su vez, han oído a sus antepasados: al amanecer del Lunes de Pascua, preparan los caballos, engalanan los burros y adornan con ramas de encina y olivo los carros de bueyes; el hombre con las alforjas al hombro, muchachas ataviadas, mujeres y niños risueños emprenden el camino hacia la ermita, saludos y cantares se entrecruzan en aquella mañana de alegría. El tamboril con sones de flauta acompaña a los rezos y a las coplas en honor de la Virgen, bellas alabanzas olvidadas. Mágicos pasos de bai le sobre la hierba hacen ponerse al sol para ocultar el secreto de los jóvenes corazones; y todavía alrededor de la ermita se siente un misterioso encanto que no ha roto el paso del tiempo.
Probablemente las circunstancias socio-políticas fueron las causas del abandono de esta centenaria tradición; pero creo que los "Reparos y Adbertencias ala respuesta dela Villa de Texeda" que añadió el tal señor Melchor Sasadre pudieron ser definitivos: "Quanto mejor seria aplicar las rentas de Cofradias y obras pias quese malbersan y roban los Mayordomos para Dotacion deun Maestro de niños q. formase las Costumbres de estas gentes rusticas y Barbaras, que desde la mas tierna hedad se llenan de resabios y malas inclinaciones. Cosa es que pasma quela Cofradia denuestra Señora dela Torre tenga tantos vienes y rentas para quela Sagrada Imagen permanezca en una Mala Hermita expuesta a profanaciones frecuentes, sin culto sirbiendo la misma Hermita y casa contigua á ella de abrigo y refugio demal hechores. La Virgen agradeceria mucho sela llevase ala Parroquia y que se hiciese mejor uso delos vienes demoliendo la casa y la Hermita. La debocion está reducida á irse a Embriagar unavez al año con el pretexto de Piedad y devocion á romerias de que resultan ofensas ala religion y al estado" (13).
Ciertamente que esta ermita era compartida con el pueblo de Gargüera, quizás por pertenecer a su jurisdicción; y en el documento que se redactó en ese municipio con motivo de la misma visita que realizó el Consejo Real a Extremadura se lee: "Hay dos Hermitas enla Jurisdin. deste Pueblo quela una esta untiro deescopeta, ala avocacion delos Stos. Martires Sn. Favian y Sn. Sevastian, yenel dia Veinte de Heno. de cada año secelebra misa, y procesion pr. el Pueblo y se satisfaze a propios. La otra esde Nra. Sa. de la Thorre que dista una Legua deste Pueblo, y enella sezelebra el tercer dia de Pasqua florida, romeria, Zelebrando procesion con la Sta. Imagen, cantandola una misa, y por la tarde elRosario, yenellas no ay noticia haya avido quimera alguna, no tienen rentas; la delos martires, solo tiene onze olivos y la delaThorre tiene Cofradia enla Va. deThexeda, yesta pareze tiene bastantes olivos, y vacas, tiene su Santero, pero no reside enla Hermita, ylenombra la Justicia de Thexa. en virtud de la Cofradia" (14).
En cuanto a los "Reparos y Adbertencias ala Respuesta del Lugar de Garguera" el mismo señor Sasadre comentaba brevemente: "Estas y otras Romerias devian Suprimirse".
Como consecuencia de las disputas que surgieron entre Tejeda y Gargüera acerca de qué pueblo tendría más derecho para conservar el culto de veneración a Nuestra Señora de la Torre, Tejeda por ser sede de la Cofradía o Gargüera por tener la ermita en su jurisdicción territorial, recogemos esta anécdota que Julián Conejero, vecino de Tejeda, de 89 años, refirió a don Pedro hace veinte años y dijo haberla oído a su abuelo: Estando la imagen en Gargüera el sacristán de Tejeda fue enviado para que sobornara a su colega con una bolsa de monedas, y se trajera la Virgen; y así lo hizo aprovechando la oscuridad de la noche. Cuando a la mañana siguiente se descubrió la falta, fue acusado el sacristán de Gargüera que se inventó un milagro de la Virgen para salir del paso, y explicó que la Virgen no quería estar en el pueblo y se había ido a su ermita. Comprobaron que no era cierto, y después de volver a preguntar al sacristán confesó que estaba en Tejeda. De nuevo la Imagen tornó a Gargüera; pero no tardó mucho en volver a Tejeda, y así varias veces hasta que los de Gargüera se convencieron de que la Virgen no quería permanecer en su pueblo, sino en Tejeda, Aquí se reinstituirá la Cofradía y se levantará una ermita donde todos los fieles, sin distinción de pueblos, puedan hacerle llegar sus preces y encontrar en Nuestra Señora de la Torre un refugio de paz y amor.
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(1) Editado por el Dto. Provincial de Seminarios de F.E.T. y J.O.N.S., Cáceres, 1952, págs. 35 y 36.
(2) Frases tomadas del libro Prelados placentinos de José BENAVIDES CHECA, págs. 113 y 114.
(3) Vid, Arte religioso en la Vera de Plasencia de Domingo MONTERO APARICIO. Universidad de Salamanca, 1975, pág. 215.
(4) Op. cit., pág. 283.
(5) Rev. Residencia, Cuadernos de Cultura, 1983, nº 7-8. págs, 35-38.
(6) Julio GONZALEZ: El Reino de Castilla en la época de Alfonso VIII. C.S.I.C., Escuela de Estudios Medievales, Madrid, 1960, pág. 109.
(7) Op. cit. en la nota anterior, t. 11, págs. 892 y 893.
(8) D. Pedro LOBO: Boletín Parroquial Tu Hoja, año IV, nº 87.
(9) Archivo de la Delegación de Hacienda de Cáceres. Exp. de ventas de Bienes Nacionales, leg. 2. Archivo Histórico Provincial. Protocolos Notariales, leg. 3.101.
(10) Nicolás DIAZ y PEREZ: Diccionario de Extremeños Ilustres. Madrid, 1884.
(11) Resumen de la Tesis doctoral. Cáceres, Univ. de Extremadura, 1982. pág. 38.
(12) Archivo Histórico Provincial. "Expediente de la visita de la villa de Tejeda", 1791, leg. 13, nº 3, fols. 5 v y 6 r, 6 v y 7 r.
(13) Leg. cit., fol. 11 r.
(14) Archivo Histórico Provincial. "Real Audiencia de Extremadura", año 1791, perg. 23.