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La fiesta del Paso del Fuego de San Pedro Manrique (Soria) goza en la actualidad de un más que mediano conocimiento de los folkloristas e, incluso, del gran público. No en vano parece tratarse de uno de los últimos, si no el último, de los pasos del fuego en Europa.
A tan notorios rituales va unida la llamada fiesta de las Móndidas que tiene lugar en la misma localidad a la mañana siguiente, es decir: la mañana de San Juan. Aunque se trata de una ceremonia que no tiene nada que ver con la de la noche anterior -el Paso del Fuego-, debido a la proximidad de tiempo y lugar buena parte del prestigio de la primera ha contagiado a la segunda hasta el punto que dicha circunstancia me permite, en este caso, pasar por alto una descripción de la fiesta de las Móndidas.
De cualquier modo, sobre Móndidas van a tratar estas notas, mas no de las Sampedranas, sino de las Sarnaguesas. Ilustres hermanas de las primeras, con las que guardan numerosas concomitancias, pero, en cambio, unas perfectas desconocidas.
Si tenemos en cuenta que la soriana villa de Sarnago dista escasos kilómetros de la cabeza de partido, San Pedro Manrique, difícilmente lograremos comprender cómo el relativamente alto número de eruditos que han estudiado la fiesta de San Pedro ha pasado por alto la mera existencia de la localidad de Sarnago y, en los casos que no lo han hecho así (caso de los trabajos de la antropóloga norteamericana Elizabeth Chesley Baity), desconocieron absolutamente la fiesta de las Móndidas de Sarnago.
Sarnago es nombre claramente vasco-ibérico y pertenece al amplísimo elenco de nombres de raigambre euskaldún de los que está tachonada toda la provincia de Soria. Pero las peculiaridades de este topónimo no acaban con esta adscripción. En una de las obras de Elizabeth Chesley Baity se recogen un buen número de poblaciones de nombre similar a Sarnago. Veamos algunas.
Avieno en su "Ora Marítima" nos habla de un poblado llamado "Sarna". Hubo otro "Sarna", en este caso un bosquecillo sagrado en el país de los Oraons (citado por Frazer en su "Golden Bough"). Sarnadari es el nombre de la Primavera Sagrada y también el de un soto de donde se trae la leña para el fuego sagrado de Kosti, en Grecia. Sorae, en Italia, tiene un pueblo cercano llamado "Sarnus". Sarnaca fue una ciudad-estado de la mítica confederación troyana. Los galos llamaban "Sarno" al hierro. Hay un "Sarnat" en Letonia, y un "Sarnoüa" cerca de Varsovia.
Curiosamente la tradición marca que antaño la leña que había de arder en el paso del fuego de San Pedro Manrique debía proceder de los bosques de Sarnago.
Sarnago, en nuestros días, está prácticamente abandonado. Una triste y negativa experiencia de repoblamiento forestal poco menos que obligó a sus habitantes a emigrar, en compañía de buena parte de los pequeños pueblecitos montañeses de las Tierras Altas de Soria.
Sólo en fechas veraniegas regresan sus habitantes, que ahora residen casi todos en el vecino Reino de Navarra.
Vuelven para reparar sus casas, habitarlas, aunque sea por poco tiempo, y no romper así definitivamente todos los lazos que les unen aún con fuerza a su tierra, a la que aman profundamente.
También regresan, cada año, para llevar a cabo, con la mayor unción y decoro, sus fiestas patronales.
Las fiestas de Sarnago tienen lugar el 24 de agosto, día de San Bartolomé, a quien tantas capillas y templos se han dedicado en la Tierra de Soria y a quien se honra con una simpar romería en el Cañón del Río Lobos, donde está situada la célebre ermita a él consagrada.
Los ritos y celebraciones que ese día pueden contemplarse en Sarnago pueden compararse a otros que aún se, celebran en la Tierra de Soria y a otros, ya desaparecidos, pero que se pueden aún conocer por testimonios escritos.
Las Móndidas de Sarnago son tres mozas ataviadas con gran boato que llevan sobre sus cabezas unos cestaños que contienen en su interior una hogaza circular de pan azafranado, en el centro de la cual se planta una varita de madera. De los bordes del cestaño hasta la cúspide de la pequeña vara se tienden infinidad de cintas multicolores que forman así un tocado cónico de gran vistosidad que nos recuerda a los pingorotes góticos de las damas medievales o incluso a los capirotes de los reos de la Inquisición, sin olvidar los sombreros agujados de las brujas.
El conjunto se remata con algunas flores.
Así ataviadas las Móndidas acuden a una misa que, casualmente, el año que pude asistir al rito, hubo de celebrarse en una llanura cercana a la iglesia por encontrarse el templo parroquial en lamentables condiciones de ruina.
Otra figura fundamental en este rito es el llamado "Mozo de Móndidas" que acompaña a las tres damitas en sus recorridos por las calles del pueblo portando, con la ayuda de otros mozos, un ramo, que más bien parece arbusto y aun arbolito, ya que se trata de un arce, ataviado también para la ocasión.
En efecto, sus ramas se decoran con pañuelos de bello colorido a la vez que se le atan gruesas roscas, amén de un sin fin de florecillas silvestres que se distribuyen generosamente por todo el ramo.
El Mozo y sus Móndidas recorren las calles de Sarnago formando comitiva con la imagen de San Bartolomé transportada sobre unas andas y encabezada por un mozo que ondeará al viento un viejo pendón castellano.
Por la tarde sucederá la segunda parte del evento que consiste en una reyerta fingida entre representantes de los dos "barrios" en los que antaño se dividiera la comunidad. Un bando tratará de introducir el ramo por la ventana de una casa que alberga actualmente un pequeño e improvisado museo etnológico, pero que antaño fuera Casa Consistorial. El otro bando trata de impedirles tal maniobra y así ambos grupos tironean y forcejean del árbol de aquí para allá. Por fin los de dentro consiguen introducir lo que queda del ramo, en pésimo estado, por la ventana. El otro bando, tácitamente, les deja hacer.
Como hemos dicho, muchos son los elementos que hemos visto jugar en este rito que recuerdan a otros ritos y a otras fiestas sorianas, la mayoría, por desgracia, ya extintas.
Por lo pronto las Móndidas son inequívocas parientas de las de San Pedro, si bien no idénticas. Su indumentaria, blanca, con la sempiterna mantilla, las iguala, si bien las Sampedranas, quizá porque la fecha es más temprana, la llevan a modo de chal. No obstante el tocado es bastante distinto.
Respecto al llamado ramo, hay que decir que debió ser un elemento muy común en las fiestas de los pueblos de Tierras Altas. En el mismo San Pedro Manrique sabemos de la existencia pretérita de "Tres mozos, bien vestidos de militares, el del medio con un ramo lleno de "roscos", por cierto que: "Al volver el mozo, arroja el ramo y los chicos le quitan los roscos".
Pero también en Yanguas, población cercana, los mozos llevaban, durante las fiestas patronales celebradas en junio, un ramo muy parecido, plagado de roscos que después se entregaban como premios a los ganadores de diversos concursos. Y también en la misma capital, Soria, un mozo portaba un "Arquijuelo", es decir: "Una especie de ramo en el que estaba hecha la ofrenda, consistente en rosquillas azafranadas", a la vez que presidía una procesión pretendidamente religiosa pero en la que se acostumbraba a cometer numerosos excesos. Y, sin salirnos de los menguados límites provinciales, he aquí que también en la localidad pinariega de Vinuesa se celebra una batalla campal en la que los ramos, en este caso pinochos, deciden la victoria.
Existe aquí un conjunto bastante homogéneo de fiestas en las que los ramos, no siempre de la misma especie vegetal, juegan un importante papel. Sin duda no es mera casualidad que esta exaltación de la frondosidad vegetal esté localizada invariablemente en la parte norte de la provincia, allá donde el clima y la pluviometría hacen desaparecer la paramera castellana y hacen surgir los densos bosques norteños. Digno es también de observar el uso invariable de esos "rosquillos azafranados", de muy diferente tamaño y aspecto, bien es verdad. Chesley Baity veía en este color amarillento un elemento sacralizador venido de Oriente.
Triste, pero obligado, es constatar que tanto los ramos de Yanguas, como los de Soria o San Pedro han desaparecido totalmente subsistiendo únicamente, y no sabemos hasta cuándo, como un "cerro testigo", este de Sarnago, único susceptible aún de ser estudiado sobre el terreno.
Las mismas Móndidas de Sarnago y San Pedro Manrique en unión de sus primas riojanas de Sorzano y Santo Domingo de la Calzada, no son sino restos de una costumbre que debió ser casi generalizada en las Sierras del Camero Nuevo y Viejo. En lo que respecta a Soria aún hay recuerdos de la existencia de Móndidas en Tañine y Valdemoro, pero es más que probable que las hubiera en otros pueblos de la sierra soriana y también en la Rioja.
En futuros trabajos abordaremos el hipotético origen de estas "Fiestas de Móndidas" y su posible sentido iniciático.