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I. INTRODUCCION.
Los platillos o címbalos son instrumentos idiófonos de percusión por choque, consistentes en dos discos metálicos (bronce) con una concavidad interior y planos en los bordes, cuyos centros están perforados y atravesados por unas correas de cuero que sirven de asideras.
Un viejo diccionario del XIX daba la siguiente definición, pintoresca y completa de platillos, o platillo: «Instrumento de metal en forma de plato con un pequeño hueco en medio, que asido a un cordón o cinta atada a los dedos de la mano, sirve en las músicas, especialmente militares, para acompañar la orquesta. Son dos y suenan chocando uno con otro» (1).
El musicólogo inglés Percy Alfred Scholes nos ofrece una amplia gama de modos de percusión de los platillos, diciendo que «pueden sostenerse en ambas manos y golpearse uno contra otro, o estar fijos, en ocasiones, a un dispositivo que se maneja con el pie; o bien uno puede estar fijo al costado del tambor, golpeándoselo entonces con el otro. Pueden aún ser entrechocados borde contra borde; o golpearse uno solo con palillos de tambor, que también pueden redoblar sobre un platillo suspendido. También se los puede hacer vibrar con una escobilla chata de alambre o con un palillo de cabeza de madera, caucho o fieltro -suave o duro-, y con un palillo de metal» (2).
Felipe Pedrell clasifica a los platillos como instrumentos que denomina autófonos (aquellos que producen el sonido por elasticidad de los mismos cuerpos), rama de los autófonos percutidos, sección de autófonos ruidosos: «sistro», «triángulo», «campanilla», «sonaja», «cascabeles», «crótalos», «matraca», «carraca», «címbalos» o «platillos» (3).
El Diccionario de la Lengua Española define el instrumento en el vocablo «platillo», dando una acepción similar en «címbalo» y en su segunda acepción, pues en la primera címbalo es sinónimo de campana pequeña (4).
He aquí ambas acepciones: «Címbalo (del latín cymbalum y éste del griego Kymbalón). Campana pequeña. 2. Arqueol. Instrumento músico muy parecido o casi idéntico a los platillos, de que se servían los griegos y romanos en algunas de sus ceremonias religiosas.»; «platillo». Mús. Cada una de las dos chapas metálicas circulares, de unos 30 centímetros de diámetro y tres o cuatro milímetros de grueso, que componen el instrumento de percusión llamado «platillos» y que tienen en el centro una pequeña concavidad con un agujero en que se introduce una correa doblada, por la cual se pasan las manos para sujetar dichas chapas y hacerlas chocar una contra otra por el lado cóncavo. Sirve en las músicas, especialmente en las militares, para acompañamiento.»
El bronce siempre fue considerado como una aleación metálica gran transmisora del sonido. Los diccionarios técnicos suelen dar la siguiente aleación en el bronce empleado para la construcción de los platillos: 80 % de cobre y 20 % de estaño.
Los platillos son en principio instrumentos musicales de entonación indefinida; es decir, producen sonidos cuya frecuencia es difícil o imposible de determinar, por lo que deben considerarse como ruidos. No obstante, se han construido platillos de afinación definida, en determinadas notas, que el gran compositor francés Héctor Berlioz usó con el nombre de «címbalos antiguos».
II. SINONIMIA.
Español.-«Címbalos», «Platillos».
Francés.-« Cymbales ».
Italiano.-«Cembali», «Cinelli», «Piatti».
Portugués.-«Címbalos», «Pratinhos».
Alemán. -«Becken», «Schallbecken», «Tellern», «Zimbel».
Inglés.-«Cymbals», «Symbal» (inglés del siglo XVIII. Este vocablo se emplea impropiamente como sinónimo de «hurdy-gurdy», cuyo equivalente en español es «zanfona» (5), el célebre instrumento medieval que alcanzó su auge en el siglo XVIII. En cuanto a la expresión «hurdy-gurdy», su origen es posiblemente onomatopéyico).
III. ANTECEDENTES.
El origen histórico de los platillos es muy remoto. Según Curt Sachs, los platillos o címbalos pasaron a la Grecia antigua procedentes del oeste asiático, «con los ritos orgiásticos -dice- de dioses orientales, como Cibeles», y siendo posteriormente introducidos en el servicio litúrgico de Dionisos, así como en el teatro.
En la Mesopotamia existió, hacia el año 3000 a. de J.C., un instrumento conocido con el nombre de «A-la», cuya etimología significa «bandeja del sacrificio», que hace presumir -dice Sachs- la forma de plato, tratándose seguramente de los platillos.
Uno de los más antiguos testimonios de los platillos en Asiria es el que aparece en el bajo relieve mural del palacio de Kujundschik .(ruinas de Nínive), de la época de Assurbanipal (años 668-627 a. de J.C.), y que se conserva en el Museo del Louvre, de París, el museo más rico del mundo en monumentos del Asia antigua.
En Egipto los címbalos se caracterizaban por tener una concavidad central, que hace de cámara de resonancia, de gran radio y achatada, con bordes anchos y planos. Señala Sachs que los ejemplares conservados en el Museo de Arte Metropolitano, de Nueva York, son de dos tamaños diferentes: uno de 13 a 18 cms. de diámetro, y otro de 2 a 8 cms. Para el gran musicólogo alemán los últimos podrían corresponder a los antiguos címbalos-castañuelas, parecidos a las castañuelas que tañen hasta hoy los bailarines, entre los dedos pulgar y mayor; pero, también, es posible que se trate -según Sachs- de restos de «címbalos sobre palillos», raros instrumentos, combinación de címbalos y un palillo de bambú, que aún pueden encontrarse en Birmania, e idénticos a éstos eran los címbalos egipcios del último período copto .(período cristiano después de la conquista musulmana). Por cierto, la versión copta de la Biblia no poseía un vocablo propio para designar a los címbalos, por lo que «se vio forzada -apunta Sachs- a adoptar la palabra griega “kymbala”». .
Los címbalos sobre palillos se construyen en Birmania con un trozo de bambú partido por la mitad hasta un tramo que servirá de asidero o mango, y, entre ambas mitades se hacen vibrar dos pequeños címbalos sujetos a los extremos de cada mitad.
En Grecia, los címbalos tuvieron un carácter exclusivamente religioso y, más concretamente, litúrgico. Su fuerte sonido, a tales efectos, su estridencia, fue puesta de manifiesto por muchos escritores griegos de los siglos IV y V. Algunos de estos platillos llevaban inscripciones alusivas a divinidades de la mitología griega, encontrándose hoy ejemplares de los mismos en Berlín (Museo de Instrumentos Musicales) y en Atenas (Sociedad Arqueológica). El uso de estos platillos tenía lugar también en el culto rendido a los árboles sagrados, de cuyas ramas eran suspendidos. Asimismo se utilizaban como platos en las comidas litúrgicas del culto a «Demeter» (Cibeles).
Se atribuye al filósofo pitagórico, Hipaso de Metaponte, la invención de cuatro platillos de bronce, de iguales diámetros pero diferentes espesores, que al entrechocar producían cierto «acorde».
Entre los griegos fueron considerados los platillos en general como instrumentos de uso femenino.
En Roma no tuvieron el carácter religioso de los griegos; además, se construían de formas más variadas. Generalmente consistían en discos metálicos («discus») con un orificio central por el que se hacía pasar una cuerda a modo de asa, empleándoseles también para hacer señales acústicas por los conductores antes de entrar en calles o vías de difícil circulación, en la Roma clásica.
Entre el pueblo hebreo, los platillos o címbalos eran instrumentos muy conocidos y usados. La Biblia cita varias veces los platillos, bajo las denominaciones de «selsetim» y «mesiltayim», (Paralipómenos, Esdras, Corintios, Salmos).
En la India tienen los platillos carácter religioso al igual que en Grecia. Para la mitología hindú son atributos de «Ravana» (el jefe de los espíritus de la noche) y de las «Kinaras» (sirenas del panteón hindú), y los tañe « Vichnú», cuando danzan «Izvara» (el dios único) y «kali» (diosa de la muerte).
Existen en la India dos clases de platillos: Los «jhanjha» o platillos de choque, y los «mandira» o «tala», platillos de tintineo.
En China, los platillos reciben el nombre de «poupo», y están construidos exactamente como los occidentales, teniéndoselos originarios de la India. Parece ser que su uso se limitaba al teatro, «donde estremecen largamente los pasajes patéticos», afirma Laloy (6). Para Lachmann ya en el siglo XII, con la dinastía Chou, existía la orquesta militar, en la que la percusión estaba generalmente formada por tambores, campanas y platillos. Este tipo de orquesta, al igual que en el Tíbet, se destinaba para llevar a cabo conjuros, anunciar sacrificios, ahuyentar los espíritus en los entierros, ayudar al sol y a la luna en los eclipses (7).
En España, el eminente musicólogo José Subirá, citando a Enrique Serrano Fatifati, quien hizo estudios sobre la antigua organografía de nuestro país, llevándolos en particular a su folleto «Miniaturas de Códices Españoles», asevera que desde antiguo hubo códices muy valiosos, figurando entre los más sobresalientes los llamados «Beatus», (los «Beatos»), constatando que el beato de Liébana escribió en el siglo VIII (año 786) unos comentarios al «Apocalipsis» de San Juan, y que desde el siglo X se copió ese texto literario en varios códices, ilustrados con instrumentos musicales de gran interés histórico.
Uno de estos «beatos» es el códice miniado, escrito en 970 por el monje del monasterio de Valcobado, llamado Obego; códice que se conserva en la biblioteca del Colegio Mayor de Santa Cruz, de Valladolid (8). En este beato aparece un músico tocando unos pequeños címbalos, entre un tocador de cuerno y otro con un timbalillo (9).
En el siglo XVIII, en Venecia (1767), se editó una obra enciclopédica, debida a Blas Ugolino, de largo titulo («Thesaurus Antiquitatum Sacrarum Complectens Selectissima Clarissimorum Virorum Opuscula, In Quibus veterum Hebraeorum Mores Leges, Instituta Ritus Sacri, Et Civiles Illustrantur: Opus Ad illustrationem utriusque Testamenti, & ad Philologiam sacram, & profanam utilissimum, maximeque necessarium»), en cuyo volumen XXXII, se recogía la obra del célebre teólogo protestante Federico Adolfo Lampe, titulada «Dissertatio de Cymbalis veterum» y que éste, profesor de Teología e Historia eclesiástica en Utrech, había publicado en esta ciudad holandesa, de romana fundación, en 1703.
La « Dissertatio de Cymbalis Veterum » aparece a su vez dividida en tres libros, en esta edición de Ugolino, que es la manejada por nosotros, y constituye posiblemente la obra más completa de las que se hayan escrito sobre los platillos.
Sus tres libros son los siguientes: «Liber Primus: De nominis et generibus Cymbalorum; Liber Secundus: Materiam, Formam atque Historiam eorum edisserens; Liber Tertius: Ritus atque usus eorum declarans). Y comprenden de la columna 868 a la 1092 (DCCCLXVIII-MXCII), que Lampe inicia diciendo precisamente: «Cymbalum = Vox Graeco-Romana». La edición lleva varias y curiosas ilustraciones, que explican claramente pasajes del texto literario.
IV. USOS POPULAR y CULTO
Desde la segunda mitad del siglo XV los ejércitos europeos occidentales estuvieron en contacto continuo con los turcos y su música en la que predominaban triángulos, tambores y platillos. Y es, al comienzo del XVIII, cuando los ejércitos europeos victoriosos sobre el poder turco, imitan a las bandas de música otomanas, la música turca o «jenízara» (10). En este siglo, los platillos figuran ya en la música culta, junto a la caja, el tambor, el bombo y el triángulo, a través de obras de Gluck, Mozart, Grétry, Haydn, etc. (11).
Los platillos como instrumento muy popular se extienden por todas partes. En el XIX, se les ve por casi todas las regiones españolas, tanto en los ámbitos urbanos como rurales y, principalmente en éstos, a finales de dicho siglo y comienzos del presente, dándose con frecuencia la singular circunstancia que señaló con carácter genérico Curt Sachs: «A veces, el cimbalista es omitido en las bandas pequeñas y su lugar lo ocupa el tamborilero; entonces se asegura un platillo al bombo y el tamborilero sostiene el otro en la mano; éste es un expediente pobre, pues los platillos deberían frotarse uno con el otro en un violento movimiento deslizante, en vez de ser golpeados entre sí, lo que amortigua su vibración» (12).
En Iberoamérica se extendieron los platillos por pequeños grupos de música populares, orquestinas de baile, charangas civiles y militares, etc. En Norteamérica, desde sus inicios, todo tipo de agrupación de música de «jazz», pasando por las célebres «jazz-band)), ha usado de gran variedad de platillos, por su tamaño y por sus formas de percusión.
En la música culta, Sachs señala como primera evidencia de la introducción de los platillos en la orquesta culta, la ópera «Esther», de Nicolás Adán Strungk, estrenada en Hamburgo, en 1680, siendo su autor uno de los más célebres operistas alemanes del siglo XVII, así como «kapellmeister» en numerosas cortes germánicas.
Un siglo después, Gluk, en su ópera «Ifigenia»; Mozart, en «El rapto en el serrallo»; Haydn en su «Sinfonía Militar»; Beethoven en «A las ruinas de Atenas» y en la 9ª Sinfonía; Wagner, en «Los maestros cantores» y «El anillo de los Nibelungos», introducen los platillos en la orquesta, y de manera muy peculiar lo hacen Berlioz, en su sinfonía dramática «Romeo y Julieta», año (1839), empleando dos pares de platillos antiguos, y en la «Gran Misa de Difuntos», en la que utiliza hasta diez platillos; Debussy también emplea dos pares de platillos (cymbales antiques), en «Preludio a la siesta de un fauno» (1894), y Ravel, seis pares, en «Daphnis y Chloé» (1912). Más modernamente, Schat utilizó doce platillos suspendidos, y Carl Orff, en su «Antígona», diez pares, por citar algunos ejemplos.
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-" Anotaciones históricas sobre el bombo", en Revista de Folklore, nº 37, Valladolid, 1984.
___________
(1)R. Joaquín DOMINGUEZ: Diccionario Nacional..., tomo II.
(2)Percy A. SCHOLES: Diccionario Oxford de la Música, pág. 946.
(3)F. PEDRELL: Emporio Científico e Histórico..., pág.18.
(4) Diccionario de la Lengua Española, 19ª ed.
(5) Vid. nuestro trabajo sobre la zanfona, en Revista de Folklore, nº 0.
(6)I LALOY: La música china, pág. 85.
(7)R. LACHMANN: Música de Oriente, págs. 150-151.
(8)J. SUBIRA: Historia de la Música Española, pág. 48.
(9)A. SALAZAR: La Música de España, lám. III a).
(10)Vid. nuestro trabajo sobre el bombo, en Revista de Folklore, nº 37.
(11)Vid. nuestro trabajo sobre el triángulo, en Revista de Folklore, nº 31.
(12)C. SACHS: Historia Universal Instrumentos, pág. 418.