Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

060



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

LA VENDIMIA (I)

MARTIN CEBRIAN, Modesto

Publicado en el año 1985 en la Revista de Folklore número 60 - sumario >



Cuando a las ocho de la mañana, a partir del 15 de septiembre comienzan a llegar a la casa del "amo" las cuadrillas de vendimiadores, con sus mantones viejos, deshilachados por el uso, sus pañuelos a la cabeza y la cesta que llenarán de uvas para llevar a su hogar, el pueblo va tomando vida.

El enganche de las mulas al carro o al remolque ya se ha llevado a cabo; las mujeres van montando y entre cestos, terreros y canastas se acomodan como mejor pueden.

Los cánticos, según atraviesan las calles del poblado, llenan los aires y comienzan a meterse por las gateras y agujeros de puertas y ventanas despertando a las gentes que aún dormitan.

Una y otra vez vuelven a oirse:

Déjame subid al carro / tú que llevas buenas mulas
déjame subir al carro / sólo por ver tu hermosura.
Que déjame subir / al carro carretero
que déjame subir / que yo de pena muero.

Déjame subir al carro / carretero de Segovia
déjame subir al carro / que me voy a ver la novia.
Que déjame subir / al carro carretero
que déjame subir / que yo de pena muero.

Eres una y eres dos / eres tres y eres cuarenta
eres iglesia mayor / donde todo el mundo entra.
Que déjame subir / al carro carretero
que déjame subir / que yo de pena muero.

Por alto que sea un pino / me he de subir a la copa
por ver si puedo alcanzar / los amores de mi moza.
Que déjame subir / al carro carretero
que déjame subir / que yo de pena muero.

Tienes una cinturita / que anoche te la medí
con vara y media de cinta / catorce vueltas te di.
Que déjame subir / al carro carretero
que déjame subir / que yo de pena muero.

En medio de este carro / ha salido una ampolla
con un letrero que dice / ¡viva las vendimiadoras!
Que déjame subir / al carro carretero
que déjame subir / que yo de pena muero.

***
Llegados a la viña comienzan la jornada; los mandiles se atan a la cintura, la talega que contiene la "merienda" se deja dentro de la cesta y las tijeras, navajas y tranchetes son tomados como herramientas para comenzar a vendimiar.

Los terreros y canastas van llenándose de uva y los jóvenes "sacaterreros" comienzan a pisar, una y otra vez, el terreno del majuelo transportando la uva a los cestos subidos al carro.

Llega el tiempo del almuerzo, unos pocos minutos sirven para reponer fuerzas que se seguirán gastando en la recogida de la uva. cuando se vuelve al trabajo el día ya ha levantado de lleno; un nuevo aire de alegría penetra en los cuerpos; los más jóvenes comienzan a intentar los primeros lagarejos. Cuando la lagarejeada lo acepta no pasa de ser unas pintadas con uvas tintas en la cara; cuando hay una oposición al lagarejo comienzan a caer manos llenas de uvas sobre el cuerpo que se cubre de refregones que alcanzan a los pechos y las partes más íntimas de la joven. Pero no todo acaba ahí; si en un primer momento ha sido un joven "sacaterreros" el que se ha acercado a hacer un lagarejo a esa joven "de buen ver" y lo ha conseguido, muchas veces ayudado por otros "sacaterreros", luego, las vendimiadoras no tan jóvenes, si bien han permitido la realización del acto, no se quedan paradas sino que yendo a por el que ha comenzado el lagarejo, lo persiguen hasta conseguir pillarle y un nuevo acto comienza dejando en calzoncillos y todo cubierto de mosto, titos de uvas perdidas y terrones partidos, al nuevo lagarejeado. Así, entre lagarejos y recogida de uva un tanto de prísa al ver la mirada penetrante del "amo", llega la hora de la comida. Un nuevo aire de cánticos y juegos llega.

Sentados entre cepas vendimiadas, cada uno saca de su talega la comida. Después de comer comienza el juego del "Rin-Ron". Se forma un círculo con los terreros, una persona en el medio con un látigo para zurcir al que vaya despacio o se pare, comienza a decir: "Rin...", los jugadores, por el exterior del círculo formado por los terreros, comienzan a dar vueltas, de prisa, hasta que el del látigo diga "Ron"; en ese instante cada jugador debe agarrarse a un cesto; como el número de cestos es menor en uno al número de jugadores, siempre hay un jugador que queda sin cesto y por ello debe pagar una prenda. De esta forma comienzan a perderse prendas hasta llegar en algunos casos al semidesnudo. Cuando el del látigo cree conveniente se deja el juego para recobrar cada uno sus prendas, que pueden retirarse después de ejecutar el "castigo" que se le ha impuesto; dar un beso, cantar una canción, correr, bailar...

Las canciones vuelven a los labios de las vendimiadoras:

Si quieres que vaya y venga / ten barrida la portada
que me pican las arenas / cuando voy de madrugada.

Coloradita como no sales / a la ventana que te dé el aire
que te dé el aire que te dé el viento / coloradita como un pimiento.

Colorada es la manzana / del lado que la da el sol
del lado que no la da / colorado es su color.

Coloradita como...

Cuando paso por tu puerta / coio pan y voy comiendo
"pa" que no diga tu madre / que del viento me mantengo.

Coloradita como...

Cuando paso por tu puerta /llevo las medías caídas
"pa" que no diga tu madre / que tú me compras las ligas.

Coloradita como...

Mi mujer y mi caballo / se me murieron a un tiempo
¡qué mujer ni qué demonio! / mi caballo es lo que siento.

Coloradita como...

Colorada la vi entrar / a una niña en un convento
descolorida salió / no sé lo que la harían dentro.

Coloradita como...

Dicen que casar casar / yo también me casaría
si la vida de casada / fuera como el primer día.

Coloradita como... .

Escarpines compré / en casa de Filomena
me costaron cinco reales / y no valen cinco perras.

Alpergatinas mi vida compré / alpergatinas para bailar bien.

Mariona, Mariona / la que vive en el otero
la que está enamorada / de Gabriel el molinero.

Alpergatinas...

Si quieres que te lo diga / cantando te lo diré
mi padre y mi madre fueron / un hombre y una mujer.

Alpergatinas...

Un albañil se cayó / de lo alto de una iglesia
no se hizo daño en los pies / porque cayó de cabeza.

Alpergatinas...

Debajo de tu mandil / tienes un racimo de uvas
déjame meter la mano / aunque me quede sin uñas.

Alpergatinas...

Debajo de tu mandil / tienes el infierno entero
déjame meter la mano / aunque me abrase los dedos.

Alpergatinas...

Anda a la mierda buen mozo / que me cago en tus pañuelos
que mejores que los tuyos / me los dan y no los quiero.

Alpergatinas... [

* * *

El anillo que me diste / de las tres piedras azules
tres días le tuve puesto / sábado, domingo y lunes.

¡Ay con el ay, ay, ay!

El anillo que me diste / le cogí y le tiré al pozo
yo no quiero más anillos / anillos alabanciosos.

¡Ay con el ay, ay, ay!

Ni con un beso ni dos / da la penitencia el cura
pero ya llegando a tres / la penitencia es segura.

¡Ay con el ay, ay, ay!

Anda diciendo tu madre / tu madre la zalamera
que "pa" un hijo que tiene / del cielo baje la nuera.

¡Ay con el ay, ay, ay!

Debajo de tu balcón / tiene la perdiz el nido
y yo como perdiguero / al reclamo me he venido.

¡Ay con el ay, ay, ay!

Debajo del delantal / tienes al Niño Jesús
déjame meter la vela / que no puede estar sin luz.

¡Ay con el ay, ay, ay!

Debajo de ese peral / te corté ese racimo
debajo de ese peral / allí te hice el niño

¡Ay con el ay, ay, ay!

Las estrellitas del cielo / las cuento y no están cabales
faltan la tuya y la mía / que son las más principales

¡Ay con el ay, ay, ay!

María si vas al huerto / quítate las zapatillas
que con la flor del romero / se te ponen amarillas.

¡Ay con el ay, ay, ay!

Si quieres saber quién soy / y de qué familia vengo
bájame los pantalones / verás el culo que tengo.

¡Ay con el ay, ay, ay!

* * *

Acabado el tiempo de descanso se comienza de nuevo la tarea que durará hasta el atardecer. Cuando los rayos del sol comienzan a chocar contra las tapias que a veces existen para separar los majuelos, regresan las vendimiadoras, unas veces andando, otras montadas al carro, con su cesta llena de uvas a la cadera y entonando nuevos cantos que llegan hasta el poblado.

Las criadas cuando mueren / derechitas van al cielo
porque pasan con los amos / las penitas del infierno.

Que no voy sola / de noche al baile
que no voy sola / voy con mi amante.

Piensan las amas de cría / piensan y no piensan bien
piensan que son señoritas / y son burras de alquiler.

Que no voy sola...

Mi amante cuando se fue / me dijo que no llorara
que echara penas al aire / pero que no le olvidara.

Que no voy sola...

No voy sola, no voy sola / al jardín de la alegría
no voy sola, no voy sola / que sola me perdería
.
Que no voy sola...

Dicen que no nos queremos / porque no nos ven hablar
a tu corazón y el mio / se lo pueden preguntar.

Que no voy sola...

* * *

Venimos de vendimiar / hemos cogido una liebre
hemos "echao" cuatro tragos / y venimos tan alegres.
¡Ay Baldomera! ¡Ay Baldomera!
qué jovencita ¡caramba! / Julián te lleva
Julián te lleva / trátala bien
mira que llevas ¡caramba!
buena mujer.
Trátala bien / quiérela mucho
mira que llevas ¡caramba!
buen avichucho.

Venimos de vendimiar / con muchísima alegría
y nos ha dicho la Virgen / que volvamos otro día.
¡Ay Baldomera! ¡Ay Baldomera!
qué jovencita ¡caramba¡ / Julián te lleva
Julián te lleva / trátala bien
mira que llevas ¡caramba!
buena mujer.
Trátala bien / quiérela mucho
mira que llevas ¡caramba!
buen avichucho.
Quiérela mucho / ámala más
mira que llevas ¡caramba!
buen animal.

____________
(1) Este es un día de vendimia según nos contaron en el pueblo de Villabrágima algunas de las personas que vivieron aquello y ven ahora cómo ha decaído rotalmente por la desaparición de casi todos los majuelos.



LA VENDIMIA (I)

MARTIN CEBRIAN, Modesto

Publicado en el año 1985 en la Revista de Folklore número 60.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz