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I. INTRODUCCIÓN
Instrumento cordófono, de varios órdenes de dobles cuerdas punteadas, la bandurria es uno de los más populares en España.
El Diccionario de la Lengua da una acepción amplia y completa de "bandurria" (del latín "pandurium" y éste del griego "pandoura"), instrumento músico de cuerda, semejante a la guitarra, pero de mucho menor tamaño que ésta y de una forma relativamente más estrecha en la parte que se junta con el mástil: tuvo en lo antiguo sólo tres cuerdas y el mástil liso y sin trastes; hoy tiene doce cuerdas pareadas, de tripa las seis primeras, entorchadas las otras seis, y el mástil con catorce trastes fijos de metal; se toca con una púa de concha o de cuerno de búfalo, y sirve de tiple en el concierto de instrumentos de su clase, principalmente de música popular.
El mismo diccionario da una segunda acepción de bandurria -"bandurria sonora"-: la que, en lugar de seis cuerdas de tripa, tiene otras tantas de alambre. Finalmente, las correspondientes a dos instrumentos muy parecidos a la bandurria: la "bandola" o "bandolín" (instrumento de cuatro cuerdas y de cuerpo combado como el del laúd), semejante diríamos a la mandolina italiana, y el "bandolón" (instrumento semejante en la figura a la bandurria, pero del tamaño de la guitarra; sus cuerdas, de acero unas, de latón otras, y de entorchado las demás, son 18, repartidas en seis órdenes de a tres, y se hieren con una púa de carey o de cuerno).
En España los instrumentos de diferentes tamaños, todos ellos mayores que la bandurria, de fondo plano como ésta, con escotaduras y "efes" que recuerdan a algunos instrumentos de arco, conocidos como laúdes, son realmente bandurrias grandes.
Existe también un tipo de bandurria, de caja aplanada, con el mango más corto, asimismo con seis cuerdas dobles, que se conoce con el nombre de "bandurria portuguesa".
La bandurria es conocida también con la denominación de "mandurria", vocablo antiguo, como veremos más adelante. Y con otro antiguo, "baldosa" o "valdosa", se designaba un instrumento que posiblemente era la bandurria. En este sentido, Felipe Pedrell afirma que la "baldosa" es un instrumento músico usado antiguamente, según "dicen la mayor parte de los Diccionarios, incluso el de la Academia Española; y el que más avanza, y es mucho avanzar (Parada y Barreto, "Diccionario), afirma que en la antigüedad se daba este nombre a los "címbalos" (?). Nótese desde luego -continúa diciendo Pedrell- la semejanza de los términos "baldosa", "badosa" o "valdosa" con el llamado "bandosa", instrumento de cuerdas de la familia del laúd, del cual habla Aimery de Peyrac, abate de Moissac, en su manuscrito de la "Vida de Carlo Magno", con la guitarra o laúd indio llamado "banzas", con el "banjo" americano y con la "bandora ("pandora") o "bandosa" de los rusos en la Ukrania, todos instrumentos de cuerdas punteadas" (1).
Pedrell nos dice que "por el texto siguiente de nuestro Luis Gálvez de Montalvo se deduce la dulzura del timbre, pero no la naturaleza del instrumento: "Aquí Erión los hizo sentar en ricas sillas de marfil, y él con ellos, al son de una suave "baldosa", así les dijo, puestos los ojos en la inmensa beldad de las figuras..." (2).
Más datos -añade el insigne musicólogo catalán-: "En 25 de agosto de 1587, el Receptor general de la iglesia de Toledo mandó pagar "a Luis Ribera mill ciento veynte y dos maravedís que ha de haber, porque fue "tañendo" la "valdosa" el día y octava de Nuestra Señora deste año. En 23 de agosto de 1590, el mismo Receptor mandó pagar "a Rodrigo de Ayllón setenta y nueve reales que ha de haber para él y sus compañeros que fueron "tañendo" las vihuelas de arco en la procesión de Nuestra Señora de agosto y su octava: dásele trece reales más de lo que se libraba a Jerónimo de Cáceres, porque se señaló uno más en lugar de la "valdosa" que falta" (es decir, porque no había concurrido aquel año). Por último, en 1º de junio de 1591, el mismo Receptor mandó pagar "a Juan Ribera dos ducados, porque "tañó" la "valdosa" en la procesión del Corpus Christi y su octava este año". Por todo lo dicho -termina Pedrell-, creemos que la "baldosa" era un instrumento de cuerdas punteadas como todos los que antes se han citado, y "baldusa" se llama la voz correspondiente árabe de este instrumento". Baini (Memorie di G. P. da Pales trina, vol. 1, pág. 110), dice que la "bandosa" es instrumento "di molte corde"; finalmente, en el Dic. español-francés, de Núñez de Taboada, se lee: "Baldosa: anticuado. Pandora: instrumento de cuerdas" (3).
Para terminar la presentación de este popularísimo instrumento español que es la bandurria, transcribimos el siguiente párrafo de López Chávarri: "Los instrumentos de abolengo popular que usa hoy el pueblo hispánico en sus diferentes regiones, tienen característica variedad. El tipo más extendido es la guitarra..., siendo congéneres suyos el "guitarro" y el "guitarrico" o "requinto", todos descendientes de la vihuela, con su fondo plano y dos escotaduras laterales; la "bandurria", de caja también con el fondo plano y forma de corazón, es de dobles cuerdas y se toca con plectro; es instrumento más "urbano" y su procedencia italiana parece probable" (4). Cuestión esta última con la que no estamos de acuerdo, según expondremos en otro lugar de este trabajo.
II. SINONIMIA
Español. -"Baldosa", "Bandola", "Bandolín", "Bandurria", "Mandolina española", "Mandurria", "Valdosa", "Vandola".
Francés. -"Mandole", "Mandoline", "Mandoline espagnole", "Mandore", "Pandore".
Italiano. -"Bandurria", "Mandola", "Mandora", "Pandora", "Piccola chitarra".
Portugués. -"Bandola", "Bandolín", "Bandurra", "Mandora".
Alemán.-"Bandoline", "Bandürichen", "Mandoer", "Mandoline", "Mandürichen", "Pandora".
Inglés.-"Bandore", "Bandurria", "Mondolin", "Mandoline", "Pandore".
El vocablo "mandurria" es empleado por el Arcipreste de Hita, en su célebre Libro de buen amor (1389), y ha subsistido entre la población rural.
En Hispanoamérica se emplea este mismo vocablo. En Puerto Rico, según Otto Mayer Serra, "mandurria" es corrupción de "bandurria".
"Bandola" aparece en Colombia para designar un instrumento popular que, para el ilustre musicólogo colombiano José Ignacio Perdomo Escobar, se asemeja a la mandolina italiana y a la bandurria española. "Sus voces -escribe Perdomo- son agudas y consta de cinco órdenes de cuerdas, correspondientes a los siguientes sonidos, producidos lo mismo que en el "tiple" por tres cuerdas metálicas templadas al unísono: sol, re, la, mi, si. El "tiple" es un tipo de guitarrillo similar al guitarro aragonés, o al timple canario, o al cuatro venezolano, o al charango boliviano. Respecto a este último, véase nuestro trabajo "Anotaciones históricas sobre el charango" (5). N. Slonimsky llama a la bandola, laúd latino americano, considerándolo como una bandurria pequeña.
Finalmente, digamos que el vocablo "bandurria", además de su empleo en nuestro idioma, es usado también en italiano y en alemán. Los italianos lo definen de la forma siguiente, resaltando su origen étnico y la variedad del instrumento: bandurria. "strumento cordofono a pizzico spagnolo, construito in diverse varietá".
III. ANTECEDENTES
Dónde y cuándo aparece la bandurria son dos cuestiones, hoy por hoy, imposibles de precisar. Puede ser que tenga su origen en el laúd, por tanto, con una antigüedad de 4.000 años. Para Curt Sachs, el laúd aparece por el año 2500 a. de J. C., en un fragmento sumerio que lo reproduce en manos de un pastor. Instrumento similar -dice Sachs- a la "pandura" asiria, conocida por los griegos, y que todavía hoy en todo el territorio persa culto es usado con el nombre de "tambur" o "sitar".
En España -ya lo hemos dicho- aparece mencionada en el siglo XIV la bandurria, en el Libro de buen amor, del Arcipreste de Hita. Escribe al respecto Felipe Pedrell que la tantas veces citada cronología instrumental de Juan Ruiz (el Arcipreste de Hita), parece inspirada en un acoplamiento de instrumentos calculado previamente y hecho con toda la inteligencia de un músico técnico y práctico que, como él mismo nos dice, "sabía fazer el altibajo et sotar a cuelquier muedo...". Se había notado -asevera Pedrell- en el desfile organográfico ideado para recibir a Don Amor, cierto plan de agrupamientos instrumentales, al parecer deliberado y del cual puede sacar algún partido la técnica organográfica en la parte que se refiere a la combinación de los instrumentos entre sí... A todo esto -continúa Pedrell- los "órganos realejos" acompañarían perfectamente al grupo de cantores que, entonando "chanzones e motetes" alusivos al acto, precedían a la pequeña orquesta bucólica de "flautas" y "albogón", entablando, como instrumentos cantantes, diálogos melódicos acompañados por los sones de la "dulcema", la "baldosa", la "cinfonía", la "bandurria" y el "odrecillo".
Afirma Subirá que al Arcipreste se le creería técnico en lides filarmónicas al leer aquel trozo del Libro de buen amor en que declara en cuáles instrumentos no convenían cantares de arábigo y, en sentido contrario, los más convenientes para la lengua árabe: "Arábigo non quiere la vihuela de arco, / cinfonía e guitarra non son de este marco, / cítola e odrecillo non aman ataguilaco, / mas aman la taberna e sotar con bellaco. / Albogues e bandurria, caramillo e zampoña / non se paga de arábigo cuanto de ellos Boloña..." (6).
Para Subirá la "baldosa" o "bandora" -dice- "fue una variante de la cítara o cistre, así como éste lo era de la antigua cítara o cítola; la guitarra latina lo fue del fidel o vihuela de arco, y la bandurria lo sería de la guitarra y, una vez emancipada del fidel primitivo la antigua vihuela de plectro, aparecerá un tipo hermafrodita con algo de guitarra y algo de laúd, denominándose después "chitarra battente" este nuevo producto organográfico" (7).
En este "nuevo producto" que señala Subirá podría verse otro origen de la bandurria.
Hay autores que consideran el origen de la bandurria en el cistre o cítara, instrumento de fácil ejecución y construcción, por lo que tuvo una gran aceptación, a comienzos del siglo XVI, entre aficionados, alcanzando su auge durante el Renacimiento y hasta mediados del XVII, principalmente en Inglaterra y en los Países Bajos.
Para nosotros la bandurria tiene un más claro origen en la cítola. Si tratásemos de clasificar las antiquísimas cítaras, podríamos intentar los siguientes tipos: cítaras horizontales planas (cítaras, psalterios, dulcemas (8), cimbalón), cítaras horizontales tubulares (valiha (9), de Madagascar; cítara de Nueva Guinea; strugaljke, de Yugoslavia) y cítaras verticales de mango. A este último tipo pertenecen las cítolas.
Según Curt Sachs, las cítolas, en su forma clásica, tenían la caja poco profunda, chata en su superficie, tanto anterior como posterior. El mango o mástil con trastes y las cuerdas metálicas se tendían entre los cordales inferiores y las clavijas laterales, siendo punteadas directamente con los dedos. El propio Sanchs resalta el oscuro origen de la cítola, del que ve una probabilidad en un tipo de violín punteado, del sur de Europa. Sachs afirma que los pueblos del Mediterráneo prefirieron siempre la técnica del punteo a la del arco, "como lo certifican -dice- muchas esculturas medievales de vielas punteadas en España e Italia" (10).
El gran musicólogo alemán sigue dándonos detalles sobre este instrumento, que recogemos a continuación. Así, las clavijas posteriores de la viela aparecen en las cítolas hasta el siglo XV y, en el XVI, tuvieron una combinación de clavijas frontales y laterales, y sólo laterales en su forma última. Entre 1500 y 1750, la cítola común presentaba una elegante caja armónica, en forma de pera y un mástil que iba ensanchando desde el clavijero al oído del instrumento, cubierto por un artístico rosetón, labrado en maderas preciosas o marfil. El clavijero, en forma parecida al de los instrumentos de arco, remataba generalmente en una pieza piramidal, o en una cabeza humana o animal tallada. El número de cuerdas era variable, extendidas desde el clavijero a lo largo del diapasón, pasaban por encima de un puente situado por debajo del oído o rosetón -puente parecido al de los instrumentos de arco- y anudándose en un conjunto de botones-clavija, ensamblados sobre la faja de la caja armónica, en el extremo inferior del instrumento.
A partir de 1750, la cítola tiene una caja armónica de igual altura en toda su extensión, y el mástil el mismo espesor. En 1783, el británico Christian Clauss patenta un tipo de cítola con teclado. Este reemplaza a la mano derecha que, en vez de puntear las cuerdas, pulsa una tecla por cada orden de éstas, actuando las teclas como martillos de piano, desde el interior de la caja armónica. Este instrumento -dice Sachs- fue llamado erróneamente "guitarra con teclas ("keyed guitar"). Asimismo, se le conoce como "guitarra inglesa" ("english guitar"), que puede llevar un mecanismo de teclado similar al de Clauss, patentado en Londres por John Preston, en 1760, y con el que se hizo también popular en Alemania y Francia.
Finalmente vamos a referirnos a unos tipos especiales de cítolas por su tamaño y forma. Sachs nos habla de ellas, comenzando por indicar que la tendencia general de aumentar el ámbito de los instrumentos en la región de los graves, llevó a la construcción de cítolas mayores, en el norte de Europa. Estas cítolas conservan casi todas las características de las anteriores, como el frente y el fondo de la caja armónica planos, clavijas y cuerdas metálicas. Sus nombres: "Pandora", "penorcon" y "orpheoreon".
La pandora posee una caja armónica plana trilobulada, con un rosetón entre el primero y el segundo lóbulo -los diámetros de los tres lóbulos van en aumento desde la cabeza al pie del instrumento-. y un cordal frontal del tipo del laúd; catorce cuerdas pareadas en siete órdenes, afinados así: sol, do, re, sol, do, mi, la; también, do, re, sol, do, fa, la, re. El penorcon era más corto que la pandora, teniendo nueve órdenes de cuerdas dobles, o sea, 18 cuerdas en total, afinados sol, la, do, re, sol, do, mi, la, re. El orpheoreon, conocido también como "orpharion", tenía la caja ondulada por varios lóbulos, hasta diez, contados lateralmente; cordal frontal en diagonal, ascendiendo hacia el lado tiple, los trastes inclinados hacia el mismo lado, para cortar las cuerdas superiores, y ocho cuerdas dobles afinadas en do, fa, sol, do, fa, la, re, sol.
El franciscano español fray Juan Bermudo dio a la estampa en Osuna, en 1549, un famoso libro teórico con el curioso título de Comienza el libro primero de la declaración de instrumentos, en el que trata la bandurria. Dice, entre otras cosas, que en su época algunos tañedores tenían rabeles y bandurrias sin trastes, lo cual "no es acertada música", y que "de Indias han traído "bandurria" con cinco cuerdas (ordinariamente tenía cuatro) y en el Andalucía se han visto con quince trastes". Fray Juan había querido tomarse con este tratado -dice Subirá- el trabajo de reducir la música a términos que no se perdiese y enseñar a cifrar cualquier instrumento con poco trabajo.
Naturalmente, España tuvo destacados tratadistas de la bandurria además del ilustre franciscano, como Pablo Minguet e Yrol, quien imprime en Madrid, en 1754, un librito de larguísimo título: "Reglas y advertencias generales para tañer la Bandurria, con variedad de sones, danzas, y otras cosas semejantes, demonstradas, figuradas en diferentes láminas finas, por música, y cifra, para que cualquier aficionado lo pueda aprender con mucha facilidad, y sin maestro. Compuesto por Pablo Minguet y Yrol, gravador de sellos, láminas, firmas y otras cosas. Con privilegio. En Madrid por Joaquín Ibarra, Calle de las Urosas."
El tal librito, en cuarto, apaisado, contiene ocho reglas: Primera: Lo que es la bandurria, y de lo que se compone. Segunda: De encordar la bandurria (5 cuerdas). Tercera: Del templar. Cuarta: De la mano derecha. Quinta: De la mano izquierda. Sexta: Para aprender por música, y cifra el tañer la bandurria. Séptima: Del modo de traducir la música en cifra por la bandurria. Octava: De algunas advertencias.
Este tratado contiene además una nota final y una tablatura.
Otro de los tratadistas del XVIII fue Andrés de Sotos, que publica en Madrid, diez años después que Minguet (1764). otra obra de título interminable :"Arte para aprender con facilidad y sin maestro a templar y tañer rasgado la guitarra de cinco órdenes o cuerdas. y también la de cuatro o seis órdenes, llamadas guitarra española, bandurria y vandola. y también el tiple...".
En esta obra recoge Sotos -nos dice Subirá- un aspecto psicológico del que ya se habían hecho eco, desde tiempo atrás, músicos y literatos: "En nuestra España milita tanto la cólera en los ánimos, que por esta pasión muchas veces se ve no hay constancia en las cosas." y como a todos faltaba la paciencia necesaria para enseñar el arte de tañer aquel instrumento -añade Subirá-, el autor resolvió escribir su pequeño tratado.
Minguet e Yriol, personaje pintoresco y polifacético, llegó a tener hacia 1770 su propia imprenta, situada -así aparece en una de las ediciones- "frente de la Cárcel de la Corte y encima de la Botica de Provincia". Sus tratadillos, además de la guitarra y la bandurria, comprendieron otros instrumentos, como el tiple, vandola, cítara, clavicordio, órgano, arpa, salterio, violín, flauta travesera, flauta dulce y flautilla. Escribió también sobre música de baile y de danza. Fue autor de varias láminas, algunas con música, como las que tituló "La jota por cruzado", "El fandango por patilla", "Folías italianas por abecedario", "Folías españolas", "Seguidillas y "Pasacalles", según recogió Subirá (11), quien afirma que lo más interesante de los folletos de Minguet no es la doctrina didáctica, sino la variedad de sus ilustraciones.
Verdaderamente, este singular musicólogo del siglo XVIII merecería un extenso estudio. En cambio, las páginas de la obra de Sotos -dice Subirá- "carecen de originalidad, profundidad y novedad" (12).
En los últimos años del XIX. surge en Barcelona un virtuoso concertista de la mandolina y de la bandurria, quizá el mayor tratadista de dichos instrumentos en nuestro país: Félix de Santos Sebastián. Nacido en Matapozuelos (Valladolid), el 29 de julio de 1874, fallecido en Barcelona, en 1939, escribió, entre otras obras didácticas una Escuela moderna de la mandolina española o bandurria, compuesta de un "Método elemental", "Escuela del trémolo", "Escuela del mecanismo", "Escuela de alzapúa", "Estudios artísticos" y "Estudios brillantes". Su biografía ha sido tratada por nosotros recientemente (13).
Ultimamente proliferan los tratadistas de la bandurria. Entre otros: M. B. Luz, M. Pera Nebot, F. Sousa, Francisco Collado, Patricio Galindo, Guillermo Lluquet, Alfredo Rocamora.
IV. USOS POPULAR y CULTO
Se sabe que en la segunda mitad del siglo XIX, la bandurria formaba parte de las rondallas joteras, en Aragón, junto a otros cuatro instrumentos típicos: la guitarra, el guitarro, el requinto y el laúd (se entiende el laúd español o bandurria grande). El "guitarro" es una guitarra pequeña, de cinco cuerdas, apareciendo a veces con seis (esta sexta aparejada a la quinta); guitarrillo muy parecido al canario "timple", al "cuatro" venezolano, o al "charango" boliviano, argentino y peruano. El "requinto" es otro tipo de guitarrillo más pequeño que el guitarro, y con cuatro cuerdas. También aparecen en el pasado siglo rondallas con violín, viola, contrabajo y acordeón. Y, en Zaragoza, se formaron por esa época rondallas con guitarras, requintos, bandurrias, violín, viola, fagot y flauta.
La bandurria se hizo asimismo muy popular en rondas callejeras de guitarras y algún instrumento de percusión, como el triángulo, por los pueblos de Teruel y de la región valenciana.
En el presente siglo se extendió por casi todas las regiones españolas y ha llegado a formar parte de orquestas cultas de "pulso y púa", junto a laúdes de diversos tamaños, mandolinas y guitarras, como la "Orquesta Ibérica", creada y dirigida en Madrid por Germán Lago, hace ya varias décadas; compuesta por la familia completa de laúdes (sopranos, tenores, barítonos y bajos), con acoplamiento de guitarras primeras y segundas, supo reivindicar una brillante tradición hispánica de los instrumentos de pulso y púa.
En 1925 tuvo lugar la formación de un grupo de cámara de laúdes españoles, por los hermanos Aguilar -el "Cuarteto Aguilar": dos laudines, un laúd y un laudón, para los que tres grandes compositores, como Falla, Turina y Joaquín Nin, hicieron transcripciones de algunas de sus obras, e incluso, en el caso de Turina, compusieron expresamente para el Cuarteto Aguilar. Así, la maravillosa "Oración del Torero", que Elisa, Ezequiel, José y Francisco Aguilar estrenaron al año siguiente de su composición, en 1926, paseándola por Europa y América. Turina realizaría de esta universal obra tres versiones más: para cuarteto de cuerda, orquesta de cuerda y para piano. y del genial maestro sevillano, en la parisina Sala Gaveau (1932), estrenarán los Aguilar, "La eterna Carmen", "Habanera" y "Estudiantina".
Y a las estudiantinas pasaron precisamente las bandurrias, portadoras fundamentales de la melodía en aquellas bulliciosas y juveniles agrupaciones musicales, que alcanzaron una gran popularidad ya en el último decenio del pasado siglo y primera mitad del presente.
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(1) F. PEDRELL: Emporio científico e histórico..., págs. 60-61.
(2) Ibíd., pág. 61.
(3) Ibíd., pág. 62.
(4) E. LOPEZ CHAVARRI: Música popular española, pág. 128.
(5) Revista de Folklore, n.º 7, págs. 16-22.
(6) J. SUBIRA: Historia de la Música Española..., pág. 178.
(7) Ibíd., pág. 205.
(8) Vid. nuestro trabajo " Anotaciones históricas sobre el dulcimer", en Revista de Folklore, n.º 3.
(9) Vid. nuestro trabajo " Anotaciones históricas sobre el valiha", en Revista de Folklore, n.º 39.
(10) C. SACHS: Historia Universal de los Instrumentos..., pag. 329.
(11) J. SUBIRA : Op. cit., pág. 461.
(12) Ibíd., pág. 461.
(13) El Norte de Castilla, Valladolid, 10-11 febrero 1985.
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