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Con frecuencia el recopilador encuentra en su trabajo de campo a personas que, poco seguras de su memoria, conservan en cuadernos manuscritos todos los temas que, a su juicio, merecen ser anotados. Un simple repaso a esos peculiares cancioneros nos enfrentará a un doble repertorio, dentro del corpus total que cada informante posee: de un lado, hay un repertorio antiguo, "tradicional", del que faltan por copiar a veces los romances y canciones más característicos, "por sabidos"; sólo cuando la longitud del tema o la seriedad de su argumento reclaman una atención especial pasan sus versos al papel. De otro lado hay un repertorio "moderno", es decir, de época; tal grupo está compuesto por canciones y tonadas cuya novedad, unida al recelo de no poder escucharlas de nuevo debido a su carácter pasajero, lleva al informante a anotarlas cuidadosamente (incluso con más atención que aquel otro repertorio "viejo" más tradicionalizado).
En España se ha hecho poco caso -o ninguno de estas tonadas de moda que, sin embargo, han llegado a constituir con el paso del tiempo una firme base para los cancioneros de tipo local. Sólo algún recopilador desprovisto de prejuicios -y, generalmente, no español- se ha atrevido a ofrecer estos temas en sus trabajos sin miedo a considerar su encuesta menos válida. El folklorista español ha preferido siempre mostrar la "joyita" sin pararse a averiguar siquiera si esa joya pertenecía al terreno que él exploraba y sin reparar en que, con el resto de las piedras que le rodeaban, aun no siendo "preciosas" bajo su criterio, podía construir un edificio de mucho más valor.