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A comienzos de nuestro siglo XX, la construcción de órganos para diversas iglesias de la ciudad, prolifera notablemente, siendo el primero que se construye el de la S. I. Catedral.
Este hecho resultaría bastante inexplicable si no analizásemos todo el contexto de la música religiosa del momento y el papel peculiar que Valladolid desempeñó. El Motu Propio que San Pío X dio a conocer el 22 de noviembre de 1903, marca las directrices fundamentales de esta música, pues la necesidad de una reforma, se dejaba sentir cada vez con mayor fuerza.
Los Prelados de la Provincia eclesiástica de Valladolid (Zamora, Avila, Salamanca, Segovia y Astorga), haciéndose eco de las líneas marcadas en el Motu Propio, promulgaron en 1905 el "Edicto y Reglamentos sobre la Música Sagrada", documento que fue ensalzado en su momento ya no sólo a nivel nacional, sino también a nivel internacional (1). Todo ello prepara el camino para que, en enero de 1907 se decida celebrar un Congreso de Música Sagrada en la ciudad, los días 26, 27 y 28 de abril. La adhesión es total y el Congreso tuvo lugar, con toda brillantez, en las fechas previstas.
Si recogemos estos hechos es porque, en dicho congreso, se debate entre otros, el tema del órgano y de los instrumentos admitidos en la Iglesia, figurando entre los que participaron en tal debate, Aquilino Amezua, organero de San Sebastián, que había construido en Valladolid el órgano de la Catedral, introduciendo así en la ciudad el estilo romántico de Cavaillé-Coll.
De las conclusiones que en estos debates se perfilan, son especialmente interesantes algunos puntos que aquí recogemos por considerarlos muy relacionados con nuestro tema:
Punto 1º Cuando un órgano es perfectamente litúrgico.
Sobre este tema el Congreso adoptó la conclusión siguiente: "El Congreso, considerando que el órgano para ser perfectamente litúrgico debe responder a los fines para que está admitido en la iglesia, hace votos porque en su construcción predominen los juegos de fondo o flautados, debiendo los juegos de lengüetería estar en proporción con aquella base y suprimiendo aquellos registros que por su timbre profano o por su poca estabilidad en la afinación no dicen bien con el carácter ni con la solidez del instrumento religioso por excelencia".
Punto 2.º Qué cosas principales deben tenerse en cuenta en la construcción de un órgano de iglesia.
La proposición presentada y aprobada es ésta: "El Congreso acuerda que las cosas principales que han de tenerse en cuenta en la construcción de un órgano son, en general lo acordado en el punto primero; las dimensiones del local y sus condiciones artísticas y acústicas; la buena colocación del órgano y de los teclados. El Congreso hace un voto especial porque se favorezca la unificación del órgano y el arte organario español en igualdad de circunstancias".
Punto 3.º Cómo puede promoverse la construcción económica de órganos para iglesias rurales.
Se aprueba por unanimidad la conclusión: "El Congreso, considerando las grandes ventajas que los órganos, aun de pequeñas dimensiones, ofrecen para el debido esplendor del culto, hace votos porque se promueva la construcción de órganos económicos para iglesias rurales, estimulando para este fin el celo de los constructores para que estudien y den a conocer proyectos que satisfagan tanto las condiciones indispensables del instrumento, como las necesidades económicas de las iglesias rurales".
Punto 4.º Reparación de los órganos antiguos.
Se proponen las siguientes bases que son aprobadas: "El Congreso en lo referente a la reparación de los órganos antiguos, entiende que debe procederse con suma cautela, porque siendo generalmente las reparaciones costosas y de poco provecho, es preferible reservar esos gastos para la adquisición de nuevo órgano, siquiera sea económico. El Congreso acuerda que estas reparaciones sólo deben emplearse en órganos antiguos de reconocido mérito o de especiales condiciones, procurando entonces la adaptación de los pedales, el complemento de los medios registros y cierta mayor proporción en los juegos de fondo".
El órgano de la Catedral, construido por Amezua en 1904, fue el que se utilizó para dar los conciertos del Congreso; a él siguió el de la iglesia de Santiago, según se reseña en el "Boletín del Congreso de Música Sagrada": "La parroquia de Santiago Apóstol, de esta ciudad, acaba de adquirir un precioso órgano de la acreditada casa Amezua de Azpeitia - Pasajes (Guipúzcoa), merced al celo y actividad prodigiosa de su dignísimo párroco don Francisco Borge que con constancia y acierto muy dignos de encomio va implantando en su iglesia toda la reforma de la música religiosa".
Además de estos dos, la casa Amezua construirá otros órganos en la ciudad, al igual que harán otras casas de Barcelona y Bilbao (3). Sin embargo, nos queremos centrar en nuestras páginas en la existencia de un organero vallisoletano, Quintín Rufiner, sacristán y organista de la parroquia de San Andrés, auténtico artesano al modo tradicional, y que, si bien no destacó por la calidad ni por la envergadura de sus instrumentos, sí lo hizo por su intensa actividad y por sus presupuestos "asequibles", que posibilitaron el que, parroquias que no gozaban de grandes medios económicos, pudiesen disponer por estos años de un órgano para la interpretación de la música religiosa.
Tanto por sus reparaciones de órganos diversos (San Lorenzo, Bolaños de Campos, etc.) como por la construcción de nuevos instrumentos, obtuvo un voto de gracias de la Comisión de Música Sagrada, lo que nos reafirma la vinculación del movimiento reformista de la Música religiosa con este activismo en la construcción de órganos.
Fernando de Lapi nos relata en el Norte de Castilla de 1921 cómo se gestó la vocación organera de Rufiner: "En otro tiempo trabajó de modelista en un taller de fundición. Cierto día al pasar, se detiene en la Catedral donde unos operarios restauran el órgano. Quintín curioso contempla la tarea y lo que más le impresiona es cómo esos operarios han hecho sonar un tubo, ¡revelación maravillosa! El organero futuro se inicia en este punto. La intuición dará el primer paso, la obsesión de lo que ha de ser y el estudio paciente lograrán el resto. Entonces el artista, recordando lo que había visto construye en su casa un diapasón. Revuelve libros de organería y acústica, topa con una obra en francés, cuya doctrina desentrañará trabajosamente con ayuda de un diccionario. Caen más libros y papeles en sus manos. Toma unas pocas lecciones de francés. y el día y la noche ya están llenos de su único afán" (4).
Tenemos referencias de que su primer ensayo fue un "órgano abreviado", con un solo registro que montó en la iglesia parroquial de San Andrés. Después reparó el de San Lorenzo y construyó el de San Felipe de la Penitencia hoy en la iglesia de San Pablo y otros que reseñaremos a continuación.
Organo de don José Trueba, 1917.-En la iglesia de San Andrés dio a conocer Rufiner el órgano comprado por don José Trueba, ingeniero agrónomo de la ciudad y organista. Los días 26 y 27 de septiembre de 1917, se organizan dos audiciones para que pueda apreciarse el órgano de salón que acaba de construir el "notable artista" (5).
Los concertistas fueron don José Trueba y su padre don Antonio, junto a don Emilio Velarde, organista local. Una parte del programa era para violín y órgano, parte que interpretó al violín María Carmen González.
El órgano era de dos teclados de 56 notas y pedalier de 30; se deduce de la reseña que debía tener notable variedad de registros y timbres.
Organo de la iglesia del Salvador, 1918. Es del tipo de consola y también se reseña su inauguración en la prensa local: "De disposición modernísima, consta de dos teclados de 56 notas y pedalier de 30 y contiene tutti expresivo, pedal de fuerte de trompeta y trémolo, registro de flauta, corno, viola de gamba, voz celeste y humana, fagot, oboe, trompeta, principal bordón y contrabajo" (6).
Prescindiendo de estos datos, debemos decir que los presupuestos de Rufiner eran bajísimos y ello repercute indudablemente en la calidad de algunos de los materiales y sobre todo en la dignidad externa del órgano. Los tubos exteriores, que no tienen en este caso ninguna finalidad acústica, sino únicamente decorativa, no se duda en sustituirlos por tubos pintados encima de la madera de la caja, también de bastante mala calidad. En el. interior, junto al metal y la madera, aparece también el cartón, lo cual nos explica que el precio de estos órganos oscile únicamente entre siete mil y diecisiete mil pesetas.
El órgano de esta iglesia se inauguró el 11 de julio de 1918 con un concierto sacro en cuyo programa se introducen obras de César Franck, interpretadas por el Señor Trueba, obras de Goicoechea (O Cor Jesu y Ave María), por la capilla de música de la Catedral y en la segunda parte obras de Grieg, Fauré y el Ofertorio de Jacinto Manzanares interpretadas por su autor (6). Al concierto asistió el Señor Obispo, el cual bendijo al final el nuevo órgano.
Organo de la iglesia de San Miguel.-Según reseña el P. de la Lama, en una de las tablillas interiores del órgano figura la fecha de 1911, sin embargo el Norte de Castilla nos da la noticia de su inauguración el 21 de enero de 1919 (7).
En él mejora el sistema de producción del aire y sigue el mismo esquema que en los anteriores. En el interior del secreto se leen parte de unos presupuestos, que debían ser como una especie de catálogo de los distintos tipos de órgano que Rufiner construía y también la foto suya que acompañaba seguramente a este folleto.
En este caso, Rufiner aprovechó la caja del antiguo instrumento y construyó todo el interior según el sistema moderno del órgano romántico. En la inauguración intervinieron don José Trueba y Jacinto Manzanares e interpretaron obras de Bach, Saint-Saëns, Goicoechea, Guridi, Otaño, Torres y Manzanares. Finalizó con el Te Deum de Victoria y el Tantum Ergo de Goicoechea (8).
Otros órganos.-Además de los órganos de estas parroquias, Rufiner construyó otros a instancia de particulares, lo que constata que el gusto por la música de órgano crecía por estos años en la ciudad.
En 1921 Rufiner había pasado de trabajar en la calle Vega, a la calle Mantería, titulando ya su lugar de trabajo "Taller de Organería". En él congregó el día 4 de julio a los aficionados a la música de órgano para inaugurar un órgano tubular-automático de salón, ofreciendo un concierto a cargo del compositor y organista de la Catedral don Víctor Lasa; las obras interpretadas fueron de Mendelssohn, Lassa, Schubert y César Franck.
Por la descripción que de él nos da Fernando de Lapi, tenemos la impresión de que Rufiner debió conocer y estudiar el órgano que la familiar Power tenía instalado en su finca de Renedo llamada "Las Mercedes"; nada mejor para ello que transcribir las dos reseñas que sobre ellos tenemos. El de la familia Power lo conocemos por un concierto que en él ofrecen al recién llegado Arzobispo Gandásegui en noviembre de 1920: "El órgano es un precioso y artístico mueble construido en España en la casa Melcher y Cía. de Bilbao. Tiene 37 registros, tres teclados y cuatro pedales. Funciona eléctricamente y puede además aplicársele rollo a semejanza de las pianolas. La instalación es oculta y las voces de los distintos registros sorprenden al auditorio saliendo de varios y distantes lugares". En el concierto es destacable, además del intérprete, Víctor Zubizarreta, algunas de las obras en él incluidas: Liszt, Schumann y el Preludio de L 'Enfant Prodigue de Debussy (9).
Unos meses más tarde, Rufiner presenta el que antes señalábamos, el cual es descrito de la siguiente manera: "Es un órgano expresivo, provisto de motor eléctrico y con aparato de pianola de 65 notas. Posee dos teclados de 56 notas cada uno y uno de pedal de 30, el gran órgano está dotado de 12 registros que completan una rica polifonía" (10).
Además de estos trabajos en la ciudad, sabemos que Rufiner realizó otros en la provincia e incluso para algunas otras ciudades como Bilbao y Oviedo. En la iglesia de San Antolín de Medina del Campo, firma sin fecha, pero debe ser posterior a las obras que hemos estudiado, pues ya ha trasladado su taller a la carretera de Salamanca, según consta en la placa que coloca en este órgano (11).
Quintín Rufiner representa posiblemente un eslabón final de la larga cadena que supone la tradición organera vallisoletana. Tras él se abre un largo período de olvido de estos instrumentos, tanto en lo que a su conservación respecta como a nuevas adquisiciones. Habrá que esperar a los años cincuenta, en los que Juan Dourte de Bilbao construye el órgano de las Esclavas y sobre todo a los años sesenta en los que Organería Española, surte de órgano a la iglesia de la Inmaculada (PP. Franciscanos) y a la de San Ildefonso (1968).
En la actualidad se abre una nueva etapa esperanzadora en lo que respecta fundamentalmente a la restauración y conservación del rico patrimonio organístico de la provincia. Buena prueba de ello es el catálogo, citado en varias ocasiones y que está en vías de publicación, paso obligado para acometer la tarea de salvaguardar estos instrumentos y la creación de la Asociación "Manuel Marín" de amigos del órgano, que, en el ámbito de la provincia, ha iniciado desde hace unos meses sus actividades.
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(1) Las reseñas ensalzando este documento pueden verse en: Revista de Santa Cecilia (Turín) de enero de 1906; Revista Música Sacra (Milán), de enero de 1906; Boletín del Orfeó Catalá (Barcelona) de diciembre de 1905; Revue du Chant Gregorien (Grenoble) de mayo y junio de 1907.
(2) Ver Norte de Castilla y la prensa local del momento. En la Revista Música Sacro Hispana. números 1 y 2 de 1907 , se recoge también la reseña completa de todo el congreso, puntos debatidos, etc.
(3) J. Angel de la Lama: Organo en Valladolid y su provincia; en imprenta.
(4) Fernando de Lapi: Un Organero, un órgano y un organista; Norte de Castilla, 6 de julio, 1921, pág. 2.
Consultados los libros de Bautismos de la iglesia de San Andrés, no aparece en ellos Quintín Rufiner, por lo que no tenemos certeza de si nació en esta parroquia. En 1886, ya sacristán seguramente, aparece como testigo de muchos bautismos, lo que hace suponer que tendría más de veinte años y que ya se hallaba afincado en este barrio.
(5) Norte de Castilla, 28 de septiembre 1917, pág. 2.
(6) Norte de Castilla, 10 de julio 1918, pág. 3.
(7) Quiero manifestar mi agradecimiento al P. de la Lama y al P. Fermín Trueba por los datos que me han facilitado sobre este órgano, así como al párroco de ésta y las otras parroquias, por las facilidades dadas para consultar los libros y fotografiar el interior del instrumento.
(8) Norte de Castilla, 21 de enero 1919.
(9) Norte de Castilla, 26 de noviembre 1920.
(10) Norte de Castilla, 6 de julio 1921.
(11) J. Angel de .la lama, ob. cit. En la Guía de la Casa Santarén de 1924, figura Quintín Rufiner como afinador de pianos y constructor de órganos y ya se localiza su taller en la carretera de Salamanca.