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En casi cualquier gran ciudad o pequeño pueblo de México existe al menos una iglesia o templo católico, reflejo, seguramente, de la importancia pasada y actual de esta práctica religiosa en el país. Y, como suele ser costumbre y de acuerdo con el derecho canónico, a dichos santuarios se les ha asignado un nombre o título propio –es decir, son dedicados–, en conmemoración de alguna figura divina, dogma o misterio dentro del ámbito católico.
Así, en la ciudad de Puerto Vallarta, uno de los centros turísticos de playa más importantes y visitados del centro occidente mexicano, se erige la Iglesia de la Santa Cruz (Fig. 1). El templo se encuentra enclavado en lo que hoy llamaríamos el centro de la ciudad, con su primera piedra colocada en el año de 1954[1]. Y sí, como su nombre lo indica, está dedicado a la Santa Cruz, imagen sagrada cuyas celebraciones patronales dan inició el 24 de abril y concluyen el 3 de mayo.
Aunque la Iglesia de la Santa Cruz no es uno de los principales recintos católicos de veneración en la ciudad –ya sea por su relativa reciente construcción, por su pequeño espacio, su sobrio y modesto diseño arquitectónico, su jerarquía administrativa o por la imagen a quien le rinde culto–, sobresale de entre todas las demás porque en su interior resguarda una minúscula –de forma cuadrilátera casi cuadrada y que no sobrepasa los 5 milímetros en su extremo más largo–, pero preciada reliquia, derivada de los mismos huesos, ex ossibus (Fig. 2), de un joven mártir conocido como San José Sánchez del Río (Fig. 3).
José, nacido el 28 de marzo de 1913 en la localidad de Sahuayo en el estado mexicano de Michoacán, alcanzó la canonización a través del Papa Francisco el 16 de octubre de 2016 en la Plaza de San Pedro –previamente, el 20 de noviembre de 2005 en Guadalajara, México, se le declaró beato por el cardenal José Saraiva Martins–, tras su deceso a la corta edad de 15 años el 10 de febrero de 1928[2].
Su beatificación resultó porque el pueblo de Dios lo consideró un mártir desde su muerte, fama que transcendió generaciones, mientras su canonización fue impulsada al atribuírsele la curación milagrosa de una niña, condición investigada y comprobada entre los años 2013 al 2015, afectada por «tuberculosis pulmonar con infartos intracerebrales bilaterales secundarios, epileptogénica (estado epiléptico refractario)»2 –posiblemente se trató de tuberculosis del sistema nervioso central, que suele presentar convulsiones y es potencialmente mortal en niños–.
El martirio y la muerte de José, en el contexto de la Guerra Cristera –conflicto armado, ocurrido de 1926 a 1929, entre mexicanos católicos conservadores y las leyes impulsadas por el entonces gobierno del país para acotar o suspender el culto público y el sacerdocio católico–[3], ocurrieron al caer prisionero durante un enfrentamiento con las fuerzas gubernamentales. Por ser cristero y por defender su fe, se enfrentó a un sufrimiento atroz que incluyó el desollamiento de las plantas de los pies y se consumó con un tiro de gracia en la sien[4].
Durante y el final de su martirio, no hubo quejas, sólo palabras que expresaban y exaltaban su fe católica: ¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe! Actualmente, sus restos mortales exhumados se encuentran en el altar lateral de la parroquia de Santiago Apóstol en Sahuayo4. Y, según me fue relatado en la misma Iglesia de la Santa Cruz por uno de sus fieles, la reliquia ósea, que corresponde a la astilla o fragmento de la clavícula protegida dentro de un relicario para permitir su utilización ritual (Fig. 4), fue recibida por el sacerdote Roberto Gradilla durante una ceremonia eclesiástica celebrada el 13 de septiembre de 2013.
La reliquia –junto a una medalla con el busto en relieve de José, una pintura sobre la pared de la imagen incompleta del santo y una placa descriptiva–, pasa casi desapercibida para los visitantes y fieles al templo, pues se ubica en un pequeño nicho devocional en forma de corazón sobre la pared lateral derecha (Fig. 5 y 6) –vista desde la perspectiva del presbiterio–. Esta reliquia es de primera clase[5] al tratarse de un fragmento del cuerpo de San José Sánchez del Río, quien como mártir, puede ser tomado como ejemplo de llevar al extremo el compromiso con sus convicciones religiosas católicas, y hasta políticas, a costa de su propia muerte[6].
Se ha propuesto que, a través de las reliquias, los huesos de un hombre o una mujer asesinados por sus ideas en alguno de los numerosos conflictos del siglo xx y de factura más reciente, acaban convirtiéndose en conectores simbólicos entre el cielo y la tierra –la comunicación mística con Dios, con quien las y los santos ya se encuentran en comunión a causa de su martirio–, sobre todo por medio del ritual de la consagración en la misa5.
El interés de los seres humanos por los huesos como reliquias, tal vez descanse en el hecho de que al ser fuertes y perdurar en el tiempo, logran adquirir cualidades sobrenaturales o propiedades curativas milagrosas. Además, dado que el relato bíblico del Génesis cita que Dios creo a Eva de una costilla de Adán, en consecuencia, algunas comunidades cristianas sostienen que en los huesos habita el alma[7]. Finalmente, como otros autores lo han declarado, es posible que la veneración de las reliquias no sea más que un reflejo del poder de la fe.
NOTAS
[1] Scartasini Spadaro, Gabriela. Puerto Vallarta: la formación de un destino turístico. Puerto Vallarta, Jalisco: Universidad de Guadalajara, Centro Universitario de la Costa, 2011.
[2]Dicastero delle Cause dei Santi. Causa de los Santos / Santos y Beatos / José Sánchez del Río (1913-1928). 2019-2025. Acceso en línea en: https://www.causesanti.va/it/santi-e-beati/jose-sanchez-del-rio.html [Consulta: 14 de abril de 2025].
[3]Comisión Nacional de Derechos Humanos. Finaliza la Guerra Cristera. 2018-2025. Acceso en línea en: https://www.cndh.org.mx/noticia/finaliza-la-guerra-cristera#:~:text=Este conflicto armado tambi én recibió,el presidente Plutarco Elías Calles. [Consulta: 15 de abril de 2025]
[4]González Fernández, Fidel. San José Sánchez del Río (Sahuayo, 1913; Sahuayo, 1928) Santo y Mártir. Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe. Acceso en línea: https://virgendeguadalupe.org.mx/wp-content/uploads/2021/02/San-JOse-Sanchez-del-Rio-Fidel-Gonzalez-10-feb.-2021.pdf. [Consulta: 10 de abril de 2025].
[5]García Alonso, María. Cuerpos desmembrados y santidades forenses: normas y prácticas en torno a las reliquias católicas contemporáneas. Geo-conservación no. 24, 2023, pp. 142-150.
[6]Catoggio, María Soledad. Mártir, en Roberto Blancarte (coord.), Diccionario de religiones de América Latina. México: Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México, pp. 338-345.
[7] Webster, Richard. The encyclopedia of superstitions. Woodbury, Minnesota: Llewelly Publications, 2008.